Acoso y derribo (1)

Un metódico plan para someter y emputecer a mi deseada jefa de departamento.

Hola amigos y amigas de todorelatos.

Podeís llamarme Dust, y el relato que voy a compartir con vosotros se inicia hace algunos años cuando yo rondaba a mediados de la treintena.

Y para empezar contaré que soy un hombre de lo más normal en cuanto a físico, apariencia, y modales.

Estudios medios, cultura general, aunque procuro estar al tanto de los adelantos que me interesan, sobre todo de audiovisuales. Y de uno setenta y tantos de estatura, complexión delgada, y pelo y ojos oscuros, todo ello unido a un rostro bastante varonil, tirando a duro.

Vamos, como digo un hombre bastante dentro de la media, ni guapo ni feo, tirando a atractivo, según la valoración de cuantas mujeres he conocido a lo lardo de mi vida.

Pero será mejor que me deje de rodeos y presentaciones y me centre en la historia.

Por aquellas fechas andaba en el paro, entre trabajos, pues siempre he sido bastante inquieto y no me gusta anclarme demasiado en una misma ocupación, y me presenté a un casting en una multinacional que buscaba cubrir varios puestos administrativos.

Después de mi último trabajo en el que no paré de viajar, me dije a mi mismo que no me vendría mal un cambio de rutinas y ocupar un despacho con un horario fijo.

Así que allí me encontraba, vestido de forma elegante pero informal rellenando un test en compañía de una treintena de aspirantes más, de ambos sexos.

Las preguntas eran relativamente fáciles y terminé enseguida, pero como tenía que esperar a la hora establecida para entregar el "examen", me dediqué a matar el tiempo observando con detenimiento a la persona que se ocupaba de la preselección.

Se diría una mujer de unos cuarenta, alta, bien formada, con un precioso pelo rojizo cortado a media melena, y luciendo un severo traje sastre de ejecutiva, sin duda licenciada en psicología, y que pertenecía al departamento de recursos humanos de la empresa.

Debo decir que como buen latino, adoro a las mujeres, me vuelven loco. Y de todo tipo, edad, condición y físico.

Pero siento una debilidad especial por las mujeres maduras, hechas y derechas, con las ideas claras, y bastante experiencia a sus espaldas, y si a eso sumamos un físico sexy y explosivo como la que tenía delante, podrán imaginar como di rienda suelta a mis mas locas fantasías.

¿Les gustaría admirar su aspecto? Pues aquí les adjunto una fotografía suya.

Quizás más adelante se la muestre a ustedes tal y como vino al mundo. Ya veremos

Lamento la incómoda tirilla negra que le cubre los ojos, pero comprenderán que debo preservar su intimidad.

Bueno, como iba narrando, al fin terminaron las pruebas, y un grupo de entrevistadores, entre los que se encontraba mi ya deseada ejecutiva se encargaron de conocernos mas detalladamente.

Modestia aparte, y sin tener demasiada facilidad de palabra en estas situaciones, me desenvolví bastante bien, desplegué todo mi encanto, y pese a que no me tocó la suerte de que me entrevistara aquella excitante mujer, la entrevista salió bastante satisfactoria, y salí de allí con la impresión de que habían quedado satisfechos y las posibilidades de obtener el puesto eran prometedoras.

Y como digo, al cabo de dos semanas me comunicaron que efectivamente había conseguido un puesto como administrativo.

Debía presentarme en las oficinas centrales a las nueve de la mañana del siguiente lunes.

Confieso que para entonces ya había olvidado prácticamente a mi embriagadora examinadora, pues como todo el mundo, fantaseo con frecuencia con las personas que me cruzo en el camino, y las olvido también fácilmente, pero ahora de nuevo en la empresa, su recuerdo se me apareció de nuevo, vivo y mas latente que nunca, incluso podía aspirar su sutil perfume, me dije mientras esperaba en un mullido sillón a que me presentaran a quien seria mi superior inmediato.

Dios existe, o como mi apodo dice, tengo algo de estrella, porque cuando se abrió la puerta y una mujer elegantemente vestida me invitó a pasar a su despacho, ¿a que no adivinan quien era?

Efectivamente, acertaron: Mi misteriosa, sexy y arrebatadora madura ejecutiva.

Aquello era una señal del destino, y ya no me quedaron dudas de que el mío era seducirla y hacerla mía, y por supuesto supe de inmediato que yo iba a aceptar el reto y aun sin saber nada de su vida (por aquel entonces), no descansaría hasta conocer el más insignificante pliegue de su tersa y bien perfumada piel.

Aquí debo hacer otro inciso y hablarles un poco de mis tendencias y gustos sexuales.

Desde que empecé a interesarme por el sexo siempre he sentido una irrefrenable atracción hacia el bondage y la dominación, incluso antes de conocer tales definiciones.

Aunque solo años después de mi divorcio, y de forma fortuita empecé a ejercitarla.

Con ello quiero decir que aunque puedo establecer una relación intima al mas puro estilo tradicional, también puedo establecerla con estos excitantes parámetros para mi, y como les cuento, con esta enigmática y atrayente mujer, tan segura de si misma, inteligente, emprendedora y culta, lo que mas me apetecía era precisamente eso mismo: subyugarla, dominarla, emputecerla, y degradarla hasta que el único sol de su existencia fuera estar de rodillas en mi presencia y satisfacer gozosa hasta el mas mínimo de mis deseos, por aberrantes y humillantes que pudieran parecerle.

Los primeros días de mi nuevo trabajo los dediqué, por una parte a familiarizarme con mis nuevas obligaciones, nada complicadas, pues se resumían en pasar datos al ordenador y poco más.

Y por otra, mucho mas interesante, a recopilar datos, lo mas íntimos posible, de mi jefa. Naturalmente con la máxima discreción.

Así que preguntando aparentemente de forma casual a mis compañeros y consultando cuantos documentos caían en mis manos no tardé en averiguar que efectivamente tenía 44 años, que era como yo mismo, divorciada, y que tenia una hija de 19 años que residía en otra ciudad a causa de sus estudios.

También que no tenia pareja estable y se le desconocían amantes o aventuras ocasionales.

Aparentemente estaba poco interesada en le sexo.

Las cosas no podían presentarse mejor para mis planes, ni hecho a propósito, pues por experiencia se que NADIE esta poco interesado en el sexo, y cuanto mas fría aparenta ser una mujer, mas caliente se muestra una vez vencidas sus defensas.

El quid de la cuestión residía en rebasarlas de forma natural y con inteligencia, cosa que yo me proponía a hacer.

No obstante no debía precipitarme, si quería tener éxito debía tener paciencia e ir paso a paso, pues un error desbarataría mi empresa y posiblemente también mi puesto de trabajo.

Nada mas averiguar su dirección de e-mail le envié uno, creándome una cuenta anónima solo con ese propósito, y elegí el nick de Stardust, como ya habrán imaginado.

Y tan solo le envíe un relato sacado de esta misma página de relatos, aunque elimine todo vestigio de direcciones o encabezamientos, solamente el texto, sin mas titulo ni preámbulos.

Era uno de mis favoritos, y trataba de la progresiva sumisión de una mujer hacia su marido.

Era bastante suave, sutil y elegante, pues no quería asustarla de entradas, tan solo y de momento, atraer su atracción hacia estos temas y observar sus reacciones al respecto, pues afortunadamente, su despacho es del tipo pecera, compuesto de unas mamparas a media altura y el resto solamente vidrieras de cristal que se podían oscurecer a voluntad mediante unas cortinillas, pero Amanda, que así se llamaba el objeto de mi deseo, solamente lo hacía cuando recibía alguna importante visita.

El resto del tiempo gustaba de ver el panorama del resto de la planta y así mantener un contacto más cercano con sus colaboradores o subordinados más inmediatos, entre los que yo mismo me encontraba.

He de decir también que afortunadamente mi mesa daba justo enfrente de la suya, por lo que no me sería difícil controlar visualmente sus reacciones.

También elegí cuidadosamente el momento de hacerlo: el viernes a última hora de la jornada, pues quería que lo recibiera el lunes a primera hora, que era el momento elegido por ella para consultar su correo.

Así que ese lunes yo estaba impaciente y nervioso observándola desde mi mesa con toda la discreción posible pero sin quitar ojo de su rostro y sus movimientos.

Y… de pronto su ceño se contrajo ligeramente, mezcla de irritación y sorpresa, y pude ver como a medida que leía enrojecía ligeramente e incluso sacó un poco la lengua para humedecerse los labios y tragar saliva.

¡Victoria!, me dije.

El inicio no podía ser mas prometedor, no solo había leído el relato de principio a fin , sino que había conseguido excitarla.

Perfecto, ahora debía tener paciencia.

No esperaba tener respuesta a mi mail, y efectivamente no la tuve, y el siguiente viernes le envié un nuevo relato por el mismo procedimiento, y de la misma naturaleza: elegante, sutil, suave, e incitante, también sin titulo.

Y al siguiente lunes pude ver como Amanda se sentaba impaciente frente a su ordenador y tecleaba frenética sobre el teclado revisando sus mails.

Aquello marchaba bien, o mucho me equivocaba o su instinto le decía que iba a encontrar un nuevo relato, y se diría que lo buscaba ansiosa.

De repente sus dedos se pararon, miró fijamente a la pantalla y su rostro reflejó una mezcla de satisfacción y alivio, sin duda había dado con mi correo.

Inmediatamente miró hacia las vidrieras como sopesando la decisión de cerrar las cortinas para disfrutar con mas intimidad de la lectura.

Yo ya había previsto el contratiempo de que decidiera correrlas, pero ya conocía bastante bien su personalidad metódica y seguramente no lo haría para no despertar sospechas, seguro que su mente era un torbellino, presa de la excitación, y estaría ya poseída por algún sentimiento de paranoia, sintiéndose culpable, así que lo mas seguro era que las dejara descorridas y tratara de actuar con naturalidad.

Acerté de nuevo, después de unos segundos de duda, volvió la vista de nuevo a su ordenador y se concentró en la lectura, ello fue evidente para mi, pues se repitieron los mismos gestos del lunes anterior, se le congestionó ligeramente el rostro, sacó su deliciosa lengua un segundo, y se humedeció los labios, sin duda en un gesto reflejo, y de pronto una de sus manos desapareció debajo de la mesa.

Aquello marchaba mejor de lo esperado, aquella mujer se comportaba como una verdadera hembra en celo, seguro se estaba acariciando el coño.

Aquella rutina duró un par de meses mas, yo le enviaba cada viernes un nuevo relato, sin titulo, ni más textos o indicaciones, y ella cada lunes a primera hora lo leía ansiosa, se excitaba, se acariciaba, y luego se relajaba e iniciaba la tarea semanal.

Naturalmente, cada vez mis relatos eran mas osados, menos elegantes y mas fuertes de contenido, pero eso lejos de asustarla o desagradarla parecía la alegraba y la excitaba mas y mas.

Todo iba según lo planeado.

Amanda estaba ya lista para la segunda fase mi plan.

El siguiente viernes no envíe ningún relato, ni mensaje alguno.

Y el lunes como yo había previsto la ví repasar una y otra vez el correo, y ver como cambiaba de semblante, anhelante y desilusionado, y después de quedarse un largo rato como catatónica sin despegar la mirada del ordenador, perdida en sus pensamientos, ponerse a teclear de forma nerviosa y arrítmica.

A los pocos minutos el avisador de mi terminal me indico que había recibido correo.

¡ Bingo! por fin Amanda se había decidido a contactar con su misterioso admirador y proveedor de fantasías.

El contenido como yo suponía era bastante previsible y con algunas faltas de ortografía, muestra de su estado nervioso.

En pocas palabras, me preguntaba quien era yo y que pretendía, y acto seguido ella misma se contestaba diciendo que seguramente no se lo diría pero que al menos le enviara un nuevo relato si no era demasiada molestia para mí.

¡Estupendo!, ya se mostraba inconscientemente suplicante y sumamente educada poniéndose por debajo de mí.

Siguiendo con mi preciso y meditado plan, no contesté inmediatamente, deje pasar el resto del día y comprobaba como a cada hora Amanda cada vez que recibía aviso de un nuevo mail, le cambiaba el rostro y frenéticamente abría su correo para formársele una mueca de desencanto y desilusión en el rostro, cada vez mas evidentes y acusados.

Esta vez le escribí desde mi portátil de casa, quería que recibiera mi correo a primera hora del martes.

Y allí estaba yo expectante a sus reacciones cuando llegó y nada mas sentarse revisó el correo y al ver mi ya conocido remite, se le iluminaba el rostro y dejaba escapar un suspiro de alivio y gozo, y esta vez sin dudarlo y sin reparos se levantó y cerró las cortinas de su despacho sin importarle el cambio de rutina.

Sin duda su excitación era demasiado fuerte y ya no le importaba lo que pudiéramos pensar sus subordinados.

Lo que me privó por el momento de observar y disfrutar con sus reacciones, aunque eran del todo previsibles, sin duda se iba a masturbar como una perra en celo.

Sobre todo porque esta vez, aunque una vez más no escribía ninguna nota personal, ni mensaje adjunto, si en cambio el relato iba bastante personalizado.

Esta vez trataba una ejecutiva, muy similar a ella, y como acababa sometida y emputecida a los caprichos de un severo exigente e implacable Amo y como disfrutaba de su progresiva degradación sin importarle nada más.

Era el primer capitulo del relato que yo había reservado para el momento idóneo y éste ya había llegado.

Tardó un buen rato en descorrer las cortinas de nuevo y cuando lo hizo, fue evidente, al menos para mí, que me había convertido en un observador privilegiado y estudioso de sus gestos, que sin duda se había corrido leyéndolo.

A ultima hora y desde mi casa, nuevamente le envié el segundo capitulo, y en días sucesivos seguí la pauta y le envié los capítulos correspondientes, y cada mañana observaba con placer como Amanda se abalanzaba sobre su ordenador y devoraba los morbosos textos e inconscientemente, de eso yo estaba bastante seguro, iba identificándose mas y mas con la sufrida protagonista de la historia.

La semana terminó sin incidentes y al comienzo de la siguiente y cuando el relato estaba en su punto crucial dejé de enviarle la correspondiente entrega.

Una vez más y como esperaba, a los pocos minutos de su llegada a la oficina y tras el conocido ritual de búsqueda y desencanto, recibí un nuevo mail, decía textualmente así:

" Por favor envíame un nuevo capitulo, no puedes dejarme así ahora…".

Todo iba como yo había planeado, como si de una partida de ajedrez se tratara, yo iba perfilando los futuros movimientos que mi inocente y anhelada presa iba repitiendo como si de un guión bien aprendido se tratara.

Dejé pasar el resto del día una vez más, para que se cociera en su propia impaciencia y al día siguiente y en cuanto la ví entrar en la oficina le envié un nuevo correo, pero esta vez era diferente, no había relato alguno, fue la primera comunicación real que mantenía con ella y decía así:

" Me alegra saber que te gustan tanto mis relatos y que los gozas con tanto placer.

Sin embargo y como ves no hay una nueva entrega, por el momento.

Esta vez…. Tendrás que ganarte el privilegio de proseguir con dicha lectura.

No te preocupes, preciosa, lo que tienes que hacer para conseguir lo que deseas es muy sencillo.

Tan solo una prueba de buena voluntad a modo simbólico de tus deseos e intereses sobre la sumisión.

Mañana cuando vayas a trabajar quiero que vistas enteramente de rojo chillón, tus severos trajes de ejecutiva te sientan de maravilla, y estoy seguro que un traje sastre rojo, sugerente y atrevido, te irá a las mil maravillas y realzará tu cabello.

Como ves es poco lo que te pido y no te obligo a nada, pero si mañana desoyes mi petición no volverás a saber nada de mí, ni volveré a ponerme en contacto contigo.

Tu decides, pero no te precipites en tu decisión. No te daré una segunda oportunidad.

Tu sabrás lo que te interesa y ya sabes como obtenerlo."

Contuve la respiración en el momento de pulsar en el botón de envío.

La suerte estaba echada, todo dependía de la reacción de Amanda, de los deseos ocultos que hubiera podido despertar en ella, y en las ansias de experimentar y convertirse en propia protagonista de uno de los relatos que había estado devorando durante las últimas semanas.

Observé como leía mi correo con atención y su semblante pasaba por un crisol de expresiones que igual podían interpretarse como de enojo, desilusión, temor o pasión.

Tendría que esperar al día siguiente para tener la respuesta a mis deseos.

Cualquier comentario que deseen enviarme a :

tusdero@yahoo.es