Acogí a una chica que se había escapado de casa 3

"Hay otra mujer que me gusta tanto como tú" ¿A qué mujer se refiere Jorge? ¿Cómo se tomará Sara todo esto? ¿Marta se rendirá fácilmente?

De repente, Jorge cambió la expresión y miró muy serio a Sara.

-          Sara, antes de seguir con lo nuestro, sea lo que sea, te tengo que contar algo importante.

La chica, viendo lo serio que se había puesto él, se interesó.

-          Claro, dime.

-          Me gustas muchísimo. Incluso hay una parte de mí que no está del todo de acuerdo con la idea de que estemos juntos, por la edad y todo eso, pero me gustas tanto que me da igual. Aun así, te lo tengo que decir. Probablemente te cabrees y con razón. Pero… hay otra mujer que me gusta tanto como tú…

A Sara se le abrieron mucho los ojos, impactada por aquella confesión tan repentina. No sabía muy bien como reaccionar a aquello, así que decidió calmarse y aclararse las ideas hasta saber más.

-          ¿Qué dices? – Pregunto ella deseosa de conocer más.

-          Llevo tres años enamorado de una chica. – Declaró Jorge con tono neutro.

-          ¡Pero cuéntame más!

-          Pero… eh… ¿No estás enfadada? – Cuestionó el chico, desconcertado por la reacción de ella.

-          Necesito más detalles para saber si me tengo que enfadar o no. – Contestó la chica de forma simpática.

-          Pues a ver… la conocí al entrar en la empresa. Era una de mis compañeras, un poco más mayor que yo. A mí me gustó en cuanto la vi por primera vez. No tardamos en llevarnos muy bien y salir mucho juntos, como amigos eh. No sé si era más una fantasía que una realidad, pero yo me veía con bastantes posibilidades. Yo ya estaba muy decidido a intentar algo. Pero… entonces… a ella le asignaron un proyecto muy importante por el que tuvo que estar unos meses en otra ciudad. Y cuando volvió… lo hizo con novio y además la ascendieron como jefa de otro departamento diferente al nuestro, así que hoy en día prácticamente no nos vemos…

Jorge se puso melancólico mientras contaba la historia, en cambio, para Sara fue una gran alegría. Ella veía que el chico estaba enamorado de una mujer con novio y que le parecía ir extremadamente bien la vida en general , no quería ser mala con Jorge así que se lo guardó en sus pensamientos, pero no veía ninguna razón por la que él pudiera conseguir nada con esa mujer. Era ella la que estaba viviendo en su casa y la que hacía unos momentos se había morreado con él. No le molestaba en exceso que tuviera un amor platónico, así que todo estaba bien. Si hubiera sido una situación diferente, sin duda habría reaccionado de otra forma.

-          ¿Cómo se llama esa mujer? ¿Qué edad tiene? – Preguntó con curiosidad ella.

-          Se llama Ainhoa, tiene 29. – Jorge respondió automáticamente pero no entendía porqué a Sara no le parecía importarle lo que le acababa de explicar.

-          ¿Está más buena que yo?

-          Eh… joder… no sé. Cuando he dicho que me gusta tanto como tú, lo decía en todos los sentidos.

Jorge sabía que estaba mintiendo. Si bien era cierto que no era capaz de decir cuál de las dos le gustaba más físicamente, era igual de cierto que si tuviera la oportunidad de estar con cualquiera de ellas, en ese preciso momento, elegiría sin dudar a Ainhoa. El motivo era muy simple, Sara le gustaba mucho, pero la conocía solo de hace unos días, sin embargo él y Ainhoa habían sido realmente cercanos por un buen tiempo, aunque ahora estuvieran algo distanciados. Al ver que Sara no decía nada, Jorge se preocupó.

-          ¿Estás enfadada?

-          Que va. Si te soy totalmente sincera no me importa.

-          ¿En serio? – Preguntó el chico, flipando.

-          Si. Quiero decir, tampoco es que me haga ilusión lo que has contado, pero no me molesta especialmente. Además, me parece bonito que hayas sido tan sincero. Por otro lado, creo que tampoco se puede decir que ahora mismo estemos exactamente juntos, así que no es asunto mío, por ahora…

En este caso era Sara la que mentía. Si lo veía como asunto suyo.

-          Entonces… ¿Todo bien? – Interrogó Jorge.

-          Todo perfecto. Pero recuerda que sigues castigado por rechazarme la otra noche, así que no se te ocurra intentarme hacer nada, eh…

-          Claro. No lo haré.

En realidad, una parte de Sara deseaba que Jorge no le hiciera caso, pero él no era ese tipo de persona. Tras charlar un poco de más de cosas mucho menos importantes, los dos se fueron a sus respectivos sitios para dormir.

A la mañana siguiente, una aguda voz interrumpió el agradable sueño de Jorge.

-          Jorgeeeeeee – Gritaba Sara, estando de rodillas frente al sofá, mientras le estiraba de un brazo tratando de despertar al chico. – Despiertaaaa

Cuando Jorge abrió los ojos se encontró la cara de la chica muy cerca de él. Puso mala cara, le daba la sensación de que era muy temprano y le apetecía dormir más.

-          ¿Qué cojones quieres?

-          ¡Oye! ¡¿Qué forma de hablarme es esa?! – Sara le miró seria pero con una ligera sonrisa en la cara. - ¡Es sábado!

-          Exacto. Es uno de los pocos días que puedo dormir lo que quiera. – Murmuró el chico. – Y no grites tanto, por dios.

Mientras Jorge intentaba volverse a acomodar, no podía dejar de pensar en el contraste tan fuerte que le daba Sara. Por un lado, cuando hablaban de su relación, de sexo o de algo por el estilo, parecía la más adulta de esa casa. En cambio, en el día a día, en la cosas tontas y mundanas, solía ser bastante infantil.

-          ¡Pero no te vuelvas a dormir!

-          Te he dicho que no grites… - Jorge resopló, derrotado. - ¿Qué quieres?

-          Desde que estoy aquí solo he salido un par de veces a comprar aquí al lado y ya… llévame a algún sitio… porfa… - Pidió Sara poniendo ojitos.

-          ¿Dónde quieres ir?

-          No sé, lo que tú elijas.

Jorge se fijó en que Sara ya se había vestido y que llevaba la misma ropa con la que la había conocido. Eso le dio la idea.

-          ¿Quieres que vayamos de compras? – Propuso él.

La chica puso una cara extrañada.

-          No tengo dinero.

-          Hombre, ya lo sé. – Jorge se rio. – Pero yo sí.

Sara no pudo evitar que se le dibujase una sonrisa en la cara.

-          ¿Lo dices en serio?

-          Claro.

-          Pero… no sé… es demasiado… - Ella sentía que aquello era aprovecharse demasiado de Jorge.

-          Si no pudiera gastarlo, no te lo ofrecería. La verdad que entre el trabajo y todo eso nunca llego a gastar demasiado dinero, así que si al menos lo puedes disfrutar tú, me sirve.

-          Vaya… eh… no sé que decir… jajaja… muchas gracias, en serio. Vale, vayamos.

-          Genial, pues dame cinco minutos.

La chica estaba pensando en darle a Jorge un “premio” por esto, pero ya estaba empezando a conocer mejor al chico y sabía que a él no le haría gracia ya que sentiría que estaba comprando los favores de ella.

No tardaron en ir al centro comercial. Jorge daba por hecho que Sara, dada la situación, se contendría bastante con las compras. Estaba equivocado. Ciertamente la joven había ido al lugar con la misma idea, pero una vez ahí, no pudo controlarse. Ahora el chico andaba junto a ella cargado de bolsas de diferentes tiendas de ropa. Mientras lo hacía, se acordó de una cosa.

-          Por cierto, Sara, ¿No tienes móvil?

-          ¿Por?

-          A ver, ya que vivimos juntos me gustaría poder comunicarme contigo por si pasa cualquier cosa.

-          Ah, ya… pues verás, el dispositivo en sí lo tengo en mi mochila. Pero no tengo tarjeta SIM.

-          ¿Y eso?

-          La dejé en casa para que no me localizasen, ni me llamasen y todo eso.

-          Claro, tiene sentido. ¿Quieres pillarte una?

-          Si me dejas…

Jorge se rio.

-          ¿Por qué no te iba a dejar?

-          Entonces vale.

El chico dudó en si preguntar otra cosa que le rondaba en la cabeza o no. Decidió que sí.

-          Oye, ¿Aún no me vas a contar por qué te fuiste de tu casa?

-          Hummm… - Sara se tiró unos cuantos segundos pensándoselo. – No, todavía no. ¿Te molesta?

-          Para nada. Pero tengo curiosidad. Otra cosa, ¿Cuándo es tu cumpleaños?

-          Dentro de cuatro meses, ¿Por?

-          Cuatro meses… - Murmuró para sí mismo.

-          ¿Me estás diciendo que quieres esperarte cuatro meses para estar conmigo?

-          A ver, desaparecerían unos cuantos problemas.

Sara le miró seria.

-          Yo no voy a esperar cuatro meses.

-          ¿No eres tú la que me está haciendo “sufrir” sin dejarme hacerte nada?

-          Una cosa es hacerte sufrir un poquito, y otra es hacerme sufrir a mí también.

Tras aquello llegaron a la tienda de telefonía y compraron la tarjeta para Sara. Al salir ya quedaban pocas tiendas por explorar. Mientras caminaban, una voz familiar para Jorge sonó a su lado.

-          Eh… ¡Hola, Jorge!

Al girarse, vio a Marta con la cara algo desencajada. Sara miró a Jorge, preguntándose quien era aquella chica. Marta no dudó en preguntar lo que le preocupaba.

-          ¿Quién es ella? – Interrogó sin rodeos.

Jorge no le había contado nada a Sara sobre la tapadera que tenía pensado usar si se daba una situación así, pero suponía y esperaba que ella le siguiera la corriente.

-          Es Sara, mi hermana pequeña. – Explicó el chico. – Se ha mudado a la ciudad para estudiar y está viviendo conmigo por ahora.

La cara de Marta cambió totalmente. Suspiró aliviada.

-          Ya decía yo que parecía muy joven… - Miró a Sara. – Veo que lo de ser guapo es algo de familia…

Los tres se rieron, aunque la risa de Sara era probablemente la más forzada y falsa de la historia. En ese momento la joven solo tenía un pensamiento en su cabeza: “Esta zorra ya me está viendo como su cuñada”.

-          Por cierto, - Continuó Marta, mirando al chico. – Pablo me comentó que el lunes lo tenías libre, así que eso que dijimos…

Ninguno de los otros dos se dio cuenta, pero Sara le lanzó una mirada capaz de matar a Marta.

-          ¿El lunes? Eh… claro, ¿Después del curro?

-          ¡Si! Había pensado en ir a…

De repente, Sara se agarró al brazo de Jorge y se pegó totalmente a él.

-          Hermanitoooo…. que se va a acabar lo que quiero comprar… - Dijo con tono infantil.

Sin dudarlo, empezó a tirar del brazo del chico. Tanto Marta como el propio Jorge se quedaron desconcertados por aquello.

-          Lo hablamos el lunes en el trabajo, ¿Vale? O mándame un mensaje, lo que quieras. – Comentó el chico mientras Sara le arrastraba.

-          ¡Vale!

Cuando se alejaron lo suficiente, Jorge se apartó un poco de la chica.

-          No vuelvas a hacer eso. – Dijo serio.

-          ¿El qué? – Dijo, haciéndose la tonta, ella.

-          Primero, lo de llamarme hermanito. Das repelús. Pero sabes perfectamente a lo que me refiero.

-          No sé qué dices…

Jorge veía que no iba a conseguir nada así que no insistió más. Fue Sara quien habló.

-          Le gustas a esa… eh… chica… - Dijo con un tono peculiar de voz.

-          Ya.

-          No se corta un pelo. No me gusta.

-          Creo que tu te cortaste bastante menos. – Jorge se rio un poco viendo como se había puesto Sara.

-          ¿Y a ti te gusta? – Esa pregunta sonaba como un interrogatorio policial.

El chico no lo tenía claro todavía. Pero viendo lo celosa que se había puesto Sara, decidió ser un poco malo con ella.

-          Es posible.

Sara se quedó con la boca abierta, sin palabras. Resopló y siguió caminando en silencio. Al cabo de unos minutos, llegaron a la última tienda que le interesaba a Sara.

-          En esta no puedes entrar, quédate fuera.

Jorge miró de que tienda se trataba. Era una de lencería.

-          No creo que nada me impida entrar…

-          Te lo impido yo. No quiero que veas las sorpresas que te tengo preparadas si te portas bien… Espera aquí, porfa.

El chico resopló resignado y asintió. Tras un rato, Sara volvió con un par de bolsitas.

-          Ya nos podemos ir.

-          Espera, yo me quiero comprar algo.

-          ¿Ah, sí? -  Dijo Sara con curiosidad.

-          ¿No dices que el traje que llevo al trabajo es feo?

-          Horrible.

-          Pues ayúdame elegir uno que te guste, va.

-          ¡Vale! – Exclamó ilusionada la chica.

El traje elegido fue uno normal y corriente, de color azul oscuro. Pero sin duda era una gran mejora respecto al anterior. Tras aquello, volvieron a casa.

Lo que quedaba de día y el domingo pasaron sin que nada de importancia ocurriese. El lunes, Jorge se marchó a trabajar antes de que Sara se despertase. Le dejó una nota recordándole que llegaría bastante tarde.

Cuando llegó a la oficina fue el centro de varias miradas gracias a su nuevo traje. En cuanto se sentó en su escrito, Pablo se acercó a él.

-          ¿Y ese cambio de look?

-          No sé… ¿Ya tocaba, no?

Pablo sonrió.

-          Hoy tienes la cita con Marta, ¿Verdad?

-          Eh… si… ¿Pero cómo sabes eso?

-          He estado trabajando mucho para que pase esto, que lo sepas. Ya me invitarás a unas copas como agradecimiento.

-          Ya, bueno… a ver que pasa. – Dijo Jorge sin estar muy convencido.

-          A Marta le alegrará ver que te lo tomas lo suficientemente en serio como para mejorar tu estilo. – Comentó Pablo.

¿Se había querido comprar un nuevo traje al saber que iba a tener una cita con Marta? Jorge no estaba seguro. Conscientemente seguro que no, simplemente había tenido esa idea. ¿Pero inconscientemente? Quizá sí.

Habían quedado media hora después del trabajo frente a un restaurante. A Jorge se le pasó extrañamente lenta esa jornada laboral. En cuanto salió fue directo al sitio y comprobó que el restaurante elegido por Marta era bastante más sofisticado de lo que pensaba. Tuvo que esperar un rato a que llegase ella.

Cuando la vio acercase por la calle, se dio cuenta de que se había cambiado. Marta solía vestir muy discretamente en la oficina. Ahora no es que fuera de una forma loca, simplemente llevaba un vestido de verano cortito, pero para Jorge era la primera vez que la veía así. Estaba muy mona.

-          ¡Perdona! ¿Te he hecho esperar mucho? – Preguntó preocupada.

-          Que va. – Mintió él un poco. Cuando la tuvo delante no pudo evitar mirarla de arriba abajo. – Vaya… estás preciosa…

Marta se sonrojó y esbozó una sonrisa.

-          Gra-Gracias… jeje… Tu estás genial con este traje nuevo.

-          Pero es el mismo que llevo en el trabajo, no me lo he currado tanto como tu… jajaja.

-          No te hace falta. ¿Entramos?

-          ¡Si!

Los dos pasaron un rato muy agradable charlando. Descubrieron que tenían aficiones compartidas, tales como la lectura y la tecnología. Mientras cenaban, Marta tomó aire y miró a Jorge.

-          Eh… ¿Todavía sigue tu hermana en tu casa?

Aquello pilló un poco desprevenido al chico.

-          ¿Mi hermana? Ah, si… parece ser que aún se quedará un tiempo.

-          Vaya… - Musitó ella, algo apenada.

-          ¿Qué pasa?

-          Es que había pensado, que si la cita iba bien, pues… - La chica se puso muy roja. – Ya sabes…

Los dos se rieron algo nerviosos.

-          ¿Y tu casa? – Preguntó con curiosidad Jorge.

-          Bueno… - Marta se volvió a sonrojar. – Es que yo aún vivo con mis padres. No tendría problema en llevar a mi novio, pero una primera cita… no soy tan valiente… jajaja…

-          Ah, claro. Que tú hace nada acabaste la uni, es normal que vivas todavía con ellos, no te avergüences, mujer.

-          Gracias… jajaja… Pero, si pudiéramos ir a una casa… ¿Lo harías?

Jorge se volvió a reír.

-          Eres muy directa, eh. – Comentó el chico evitando la pregunta.

-          Creo que nunca he disimulado las intenciones que tengo contigo… así que tampoco tengo nada que ocultar… jajaja… ¿Te molesta que sea así?

-          ¡Para nada! Más bien al contrario. Pero… ¿Te gusta ir tan rápido?

-          No. Pero contigo no me importaría. – Dijo ella, mirándole seria.

-          Ya veo… - Jorge no sabía muy bien cómo llevar la situación.

-          ¡Lo siento! Sé que es una primera cita y, tranquilo, no espero hacer nada esta noche. Pero quiero que sepas que voy en serio.

Terminaron de cenar y salieron del restaurante. Empezamos a caminar juntos por una calle comercial.

-          Te acompaño a casa, ¿Vale? – Propuso Jorge.

-          N-No…no hace falta… - Aunque Marta decía eso, se notaba claramente que le gustaba la idea.

-          Venga, no seas tonta.

Marta asintió y comenzaron a dirigirse a su casa. Mientras andaban, la chica se abrazó al brazo de Jorge. Eso lo pilló un poco sorpresa pero no se apartó.

-          ¿Te importa si vamos así?

-          Está bien.

-          Gracias…

La chica apoyó su cabeza en el hombro del chico. Jorge la miró de reojo y sonrió, lo cierto es que hacían buena pareja. Nunca pensó que tendría ese pensamiento, pero se maldijo por tener tantas mujeres en su vida.

-          Me lo he pasado muy bien hoy, gracias. – Comentó con total sinceridad él.

-          ¡Yo también! – Exclamó ella, contenta por lo que acaba de escuchar.

Cuando llegaron a la puerta de la casa de Marta. Se quedaron mirando uno enfrente del otro.

-          Eh… ¿Te parecería bien… repetir esto próximamente? – Preguntó Marta, algo nerviosa de nuevo.

-          Me encantaría. -  Respondió Jorge con una sonrisa en el rostro.

Los dos se quedaron callados. Ninguno de los dos sabía muy bien como despedirse. Marta estuvo a punto de lanzarse a por un beso, pero se frenó. La cara de Jorge no era de absoluto rechazo, pero tampoco parecía muy convencido. Seguramente si ella se hubiese lanzado, él le hubiese seguido el beso, pero tampoco quería presionarlo de esa manera. Así que finalmente optó por un cálido abrazo.

-          Nos vemos mañana, Jorge. Gracias por esta noche. – Dijo abrazada a él.

-          Hasta mañana…

Antes de despegarse, Marta le dio un beso en la mejilla y le susurró al oído.

-          En la siguiente cita no me contendré…

Tras proclamar ese morboso aviso, se marchó rápidamente por la puerta de su casa sin que el chico pudiera reaccionar.

Durante el camino de vuelta a casa, Jorge se dio cuenta de que tenía muchas dudas. Deseaba que Sara estuviera durmiendo ya porqué no le apetecía tener que tratar con ella después de la cita con Marta. En cuanto entró en casa, vio que su deseo no iba a ser posible. La cara de Sara cambió totalmente cuando lo vio entrar. Puso mala cara.

-          Oh, no… - Murmuró la joven.

-          ¿Qué pasa?

-          Tienes cara de tonto… te ha gustado la cita… - Dedujo, acertadamente, Sara.

Para sorpresa de Jorge, la cosa escaló mucho más de lo que esperaba, ya que los ojos de la chica empezaron a humedecerse con lágrimas.

-          ¡Encima te has ido con esa zorra con el traje que elegí YO! – Gritó entre sollozos.

Jorge, que estaba abrumado por la situación, tardó un momento en ser capaz de responder.

-          ¡Mucho cuidado con lo que dices, Sara! – Trató de calmarse un poco. – Además, te recuerdo que no estamos juntos, tu misma lo dijiste el otro día. No actúes como si te estuviera engañando.

Sara empezó a reírse como una histérica.

-          ¿Te recuerdo yo quien me besó? ¿Te recuerdo quien me dijo que le gustaba muchísimo? No actúes tú ahora como si de repente solo fuera yo la que está interesada en ti y no fuera mutuo.

-          ¡Me gustas! Pero, al menos por ahora, no somos pareja. Te tienes que hacer la idea a eso. – Se acercó a Sara. – Anda, deja de llorar…

Jorge le dio unos pañuelos y ella se secó las lágrimas.

-          Al menos reconoce que está feo lo que has hecho. – Musitó Sara.

-          Reconozco que quizá no lo estoy llevando de la mejor forma posible. Pero reconoce tú que no puedes ponerte así cada vez que pase algo.

-           Supongo que tienes razón…

Los dos se sentaron en el sofá. Sara miró al chico, como dudando.

-          Eh… si te digo que podemos follar hoy… ¿Te olvidarías de esa para siempre?

Jorge la miró algo disgustado y negó con la cabeza.

-          Anda, déjate de tonterías. Sabes que no me gusta cuando propones cosas así.

-          Ya… pero… no sé… - Ella estaba bastante nerviosa. – No quiero… quedarme atrás… ¿Sabes?

El chico la miró, pensando. Sonrió un poco y sin previó aviso le dio un pequeño morreo.

-          ¿Esto te sirve para estar más tranquila? – Preguntó mientras le daba una caricia en la cara.

Sara, en shock, simplemente asintió.

-          Y que conste que con Marta ni siquiera me he besado. Ni un pico.

La chica se relajó enormemente entre la acción y las palabras de Jorge. Se abrazó al chico cariñosamente.

-          Hoy no me veo capaz y además tengo que pensarme bien la cosas… pero mañana cuando vuelvas de trabajar… ¿Podemos hablar tranquilamente sobre como vamos a llevar esto?

-          Buena idea.

Al poco rato los dos se quedaron dormidos mientras veían la tele en el sofá.

Al día siguiente, cuando Jorge entró en la oficina, notó que algunos compañeros cuchicheaban cuando él pasaba.

-          ¡Buenos días! – Exclamó a sus compañeros cuando llegó a su escritorio.

Dani le miró de mala manera.

-          Si, buenos días para algunos… - Comento con un tono desagradable.

En cuanto pudo, Jorge se acercó a Pablo.

-          ¿Qué le pasa a ese? – Preguntó, intrigado, el chico.

-          Pues que, como toda la oficina, se ha enterado de tu cita con Marta. – Pablo sonrió. – Ya le conoces. Mañana ya pondrá el ojo en otra y se olvidará, no te preocupes.

-          Eh… ¿Pero por qué todos lo saben?

-          Se ve que alguien os vio caminar muy juntitos y se ha extendido el rumor.

-          Ah, ya veo… bueno, da igual.

-          ¿Fue bien, no?

-          Si, estuvo bastante bien.

-          Me alegro.

Durante las horas de trabajo, Marta se pasó varias veces por su escritorio con cualquier tipo de excusa para charlar unos momentos con él.

Al acabar, salió antes que sus compañeros, incluida Marta, ya que él había acabado su parte del proyecto. Cuando estaba saliendo por la puerta de la oficina, escuchó una voz a sus espaldas.

-          ¡Jorge! ¿Qué tal todo?

No necesitaba girarse para saber quien era. No olvidaría esa voz jamás en la vida. Era Ainhoa.

CONTINUARÁ

-----------------------------------------------

De nuevo, agradecer todas las valoraciones y comentarios que está teniendo esta seria. Es posible que el ritmo de publicación de los siguientes capítulos baje un poco, pero nada demasiado notable, no os preocupeis. Como ya dije en el anterior capítulo, se agradecen tanto los comentarios positivos como cualquier sugerencia o crítica constructiva. ¡Nos vemos en el siguiente capítulo!