Acho en la pampa 9

Acho el domador de potros se cruza con dos religiosos...

ACHO EN LA PAMPA 9

El cura golpeó la puerta y esperó. Al rato apreció con los cabellos revueltos y su pecho al aire el jovencito medio dormido. Era aún temprano. El sol recién aparecía allá en el horizonte de la desolada Pampa desierta y brava.

El joven Acho abrió la puerta. Se sorprendió con en aquella aparición en su puerta. No era común ver gente de la iglesia.

__¡Padre Benito, buen día!¡Usted perdone!__ la carita del cura maduro se sonrió maravillado ante la visión de sus ojos. Había escuchado siempre rumores de la gente que habla, sacudió su cabeza queriendo alejar esos pensamientos malignos que rondaron ante la visión del diablo.

__¡Espero no molestarte muchacho!

__¡No, padrecito, pase, pase!__ recién ahí cuando el cura entró, vio a otra persona que andaba con el cura.

__¡Oh buen día!

__¡Buen día señor!__ dijo el cura mas viejo. Un poco obseso, esa era la impresión que daba a primera vista.

__¡Estamos visitando a los vecinos, Acho, aquí con el Obispo de la región!

__¡Hola hijo, buen día!

__¡Buen día señor, pero tomen asiento!¡Les ofrezco algo!__ dijo el chico inocentemente mientras se pasaba los dedos por sus erectas tetillas. Los curas parecían no observar estos detalles, pero si observaban y sus vergas se conmovían desafiantes dentro de sus pantalones.

__¡Cualquier cosa esta bien!__ dijo el sacerdote Benito. Acho fue hasta la cocina , los hombres de fe vieron sus caderas, su ajustado pijama, su culito sabroso moviéndose. Acho, por supuesto supo de inmediato el efecto que aquello producía en los hombres. Sus redondeces eran infartantes y no pasaban jamás desapercibidas y se abusaba de ello. Está vez, sin nada que ver en la provocación, ya que no esperaba ninguna visita, pero su colita inquieta y fogosa empezó a sentir un hormigueo de placer y calentura, sobre todo en aquella mañana en la que había despertado teniendo sueños de sexo.

Volvió con tazas de café para todos. Las sirvió y los curas tomaron sus respectivas tazas humeantes de olor agradable y penetrante..

El chico se sentó frente  los hombres aún en su pijama ajustado y trasparente. Se notaba su verga en tensión, aunque no erecta del todo. Tragaron saliva, y empezaron a sudar profusamente.

__¡Bueno querido vecino, con el obispo estamos haciendo una colecta, tu sabes la de todos los años!__ dijo Benito

__¡Si padre cuente conmigo, como todos los años, no tendré problema!

__¡Veo que eres un hijo dilecto de la iglesia, con un corazón muy bondadoso!__ recito el Obispo mientras secaba su sudor de la frente y el cuello.

__¡Hago lo que puedo señor Obispo!

__¡No tengo duda de que tu corazón es abierto y ayudas en todo a quien puedes!

__¡Sí señor, con cualquiera que lo necesite!

__¡Eso es lo que predica la doctrina, sin importar a quien!!__ dijo el sacerdote y bebió un sorbo

__¡Es muy rico este café joven, ¿usted vive solo?__ preguntó el obispo inquieto.

__¡Sí señor hace mucho ya. Viví con mi abuela hasta que a ella se la llevo el señor!__ Acho se había peinado ya antes de llevar las tazas de café humeante. Aunque seguía semi desnudo y viendo y olfateando como se ponían los hombres religiosos que cada vez se ponían mas cachondos, mas calientes, mas alzados.

__¡Y dime muchacho te gusta la soledad, estar solo!

__¡En realidad tengo animales para entretenerme, hay que atenderlos y termino el día cansado!

__¡Oh que bien!__ dijo el hombre con las mejillas ardiendo de calentura. cada vez le parecía mas precioso aquel chico. Un demonio que lo provocaba en cada gesto, en cada palabra.

__¡Pero como dije, estoy para servir!¡Por aquí a pasado mucha gente y siempre se ha ido complacida!

__¿No digas?__ preguntó Benito, el cura del pueblo

__¡No ha habido quejas, soy un buen anfitrión!

__¡Imagino que si, que eres un buen anfitrión!__ babeó el Obispo. En eso Acho se puso de pie. Hizo que acomodaba algo y se puso en cuatro, mostrando su ojete tremendo y pervertido. Los hombres empezaron s jadear como perros alzados. Sus vergas le golpeaban en los pantalones. Así estuvo un rato. Sabiendo que, los machos estaban muy alzados. Sus carnes firmes y jugosas, hacían babear a cualquiera. Las sangres se revolucionaban.

__¡Ohhh no podemos irnos de aquí, sin saber que podrías hacer por nosotros!__ dijo el obispo

__¡Padre!__ dijo Benito abriendo los ojos.

__¡No te asustes Benito, este joven es un buen samaritano!

__¡Si padrecitos, soy muy buen samaritano!¡Creo no entender mal!__ dijo Acho corriendo su pijama un poco mas abajo, para que se viera de costado sus muslos, y el comienzo de una cola redonda y apetitosa.

El obispo jadeo.

__¡Ahhh entiendes bien jovencito, ohhh, quiero ver un poco más!__ Benito tragaba saliva. El sudor caía. El pecho de Benito se bañaba y la verga se le levantaba a gritos. Acho bajó un poquito ms el pantalón y girando sobre si mismo le dio la espalda a los hombres que jadeaban y sus respiraciones se iban alterando cada vez un poco mas.

__¡Ohhh así, así, mira esas nalgas sabrosas, prominentes!¡Tu las ves Benito!

__¡Si señor, si es una visión del demonio!

__¡Del demonio, del cielo, que importa, esas carnes son una llamarada de vida, de pasión, humm, ohhhh, puedo tocarlas!__ la baba le caía por el costado de la boca al pervertido obispo.

__¡Síganme, pongámonos más cómodos!!__ dijo Acho moviéndose desnudo por la casa. Los hombres lo siguieron ardidos, volcánicos, alzados, echando espuma por la boca.

Los espero tendiéndose en la cama. El Obispo alzado se coloco al lado del chico y empezó a lamer las tetillas duritas y excitadas. Mientras con una mano masajeaba la verga y con la otra mano acariciaba y pellizcaba las nalgas demoniacas. Acho gemía y Benito el cura del pueblo arrimaba su boca y se prendía en un furioso y profundo beso con ese chico al cual hacía mucho que le tenía deseos.

Acho así de pie, inclinado como estaba Benito sobre el, le fue quitando los pantalones, y agarrando el garrote venoso y grueso del cura del pueblo, que gemía, debido a las salvajes masajeadas que le daba aquel chico que era hijo de un hereje salvaje.

El obispo mordía la verga del joven, la tragaba de una manera sedienta y urgente. Clavando un dedo en el ojete abierto y dilatado del chico. Cogiéndolo de manera desordenada. Pero con ahínco, con sobradas ganas.

Acho entonces fue metiendo el pene del padre Benito en su boca desaforada. Benito gemía enloquecido, hacía rato que no le mamaban la pija de la manera en que lo hacía aquel joven salvaje de las Pampas.

__¡Ohhh Benito, este chico es un ángel enviado de los cielos….como no supe de su existencia antes, ahhh, así cariño deja que te chupe la verga, ahhh, siii!!!__ Benito rítmicamente dejaba que la bosa del joven envolviera en saliva su perno, en tanto el obispo dejo de chupar la pija del chico. Se quitó las ropas, y el hombre religiosos con una panza bastante considerable, pero no por eso desagradable, blandió un vergota de buenas formas. Acarició con la misma las nalgas carnosas del joven, buscó el orificio, y fue entrando sabrosamente en el ojete de Acho que gemía furioso y a rabiar, en tanto el perno taladraba su orificio, haciéndolo dilatar mas y mas, a medida que la vara entraba y tomaba posesión del túnel.

El obispo jadeaba satisfecho y gozoso.

__¡Este chico tiene una cola muy golosa y tragona, Benito, ahhh, me gusta, me va a ordeñar el muy guachito, ohhh, ahhh, que gozoooooo!!!__ gritaba el Obispo. Benito empujaba su poronga en la boca del joven que se atragantaba gozando de aquella gruesa vara. La saliva lo envolvía. Bañaba aquella herramienta.

El Obispo hundía el perno, recorría el túnel, lo agrandaba, lo atravesaba gimoteando, y llenando de carne el espacio de aquel orificio tan sensual y caliente.

__¡Ohh Acho me vas a sacar la lecheeee, ahhh, !!!__ gritaba a cuatro vientos aquel depravado sacerdote.

Empezó a volcar su bendición en la boquita abierta y tragona, la cola también prontamente se vio desbordada de semen, que caía para todos lados, el túnel completamente lleno de la sustancia pegajosa, enorme cantidad de leche fue volcada en aquellos orificios del joven domador de caballos, que siguió recibiendo bendiciones de ambos religiosos, a lo largo de aquella mañana y luego de la siesta y luego de la tarde, recién se retiraron del lugar cerca del anochecer, prometiendo que volverían a seguir dándole  bendiciones a aquel joven de impresionantes caderas y carnosidades muy apetitosas para cualquiera.-

continuara