Acho en la pampa 10 (final)
La historia o parte de ella llega a su fin...
ACHO EN LA PAMPA 10 (FINAL)
Cuando los pájaros se retiraban a cantar en el atardecer de La Pampa brava y desierta, Acho, el joven domador de potros observó en la lejanía una pequeña polvareda. Eso no significaba otra cosa es de que alguien venía por aquel camino solitario.
A lo lejos no se distinguía bien pero al parecer venían dos jinetes. Le pareció a medida que aquellos se acercaban reconocer a uno de ellos. Catruen, su viejo padre espiritual y amante consagrado, aquel que le había enseñado todo sobre la vida y el sexo.
Se acercan los potros con los visitantes, no ha reconocido a uno de ellos que es ni mas ni menos que Nicasio Ramos, mucho mas barbado, con el cabello largo, hasta los hombros casi como el, ropas de gaucho, sin signos de las ropas de soldado que hace cerca de un año vestí cuando lo cobijo de la partida que lo buscaba.
__¡Catruen, Nicasio!!__ saludo alegre el joven y su cola palpitó abriéndose de manera casi independiente.
Los hombres bajaron de los caballos sudados, cansados.
__¡Hijo mío como has estado!!__ dijo Catruen y dio un fuerte abrazo al chico, apretándolo de forma cariñosa, hasta llegar a los glúteos sedientos y siempre deseosos de aquel gentil muchachito.
Luego fue Nicasio quien abrazo de forma fogosa y caliente a aquel jovencito que lo había ayudado, y escondido, protegido y amado.
__¿Recuerdas a Nicasio?__ preguntó el viejo sabio
__¡Si como olvidar a semejante hombre!__ dijo babeando y asaltado por una repentina calentura aquel joven domador de potros.
Pasaron a la vivienda porque ya la noche se venía llena de estrellas y una luna realmente redonda y fuerte que iluminaba todos los espacios.
Encendieron las velas. Acho enseguida comenzó a preparar algo de comer. Luego salieron a comer al exterior. Allí habían encendido un fuerte fuego entre el viejo sabio Catruen y Nicasio.
__¿Y me van a contar como se encontraron ustedes dos?__ pregunto Acho interesado
__¡Bueno veras, cuando hui de aquí tuve que salir para las tolderías y allí me recibió Catruen!!!__ comentó Nicasio
__¡Y allí se quedó con nosotros, después cuando empezamos a hablar y conocernos, supe quien era!¡Y bueno contó que andando por aquí había conocido a un muchacho que lo acogió y lo cuidó y lo amo, entonces supe que eras tu y el quería volver a verte!
__¡Ah, bien, que gusto!
__¡Quería agradecerte todo lo que hiciste por mi!
__¡Está bien, así fui enseñado!
__¡Bien, brindemos, por los buenos amantes y los buenos vinos y todo lo bueno!!__ encendieron unos chalas, el brillo de la noche era especial. El silencio y el sonido de las voces, el sonido de los cuerpos, la lagunita brillaba.
Aparecieron los cuerpos que se iban desnudando, quitando sus prendas. Al instante los machos se alzaron al ver los pechitos de Acho erguirse, la piel largando un vaho enloquecido y embriagador.
Las erecciones tanto de Nicasio, como de Catruen comenzaban a ocupar los ojos del chico que brillaban contundentemente alzado. Su sexualidad terminando de despertarse. Sentía en su culo, hormiguear, incluso largar un juguito mucho mas allá de las cremas que siempre se untaba. Era como un hilo de deseos, de calentura.
Su cola redonda y sensual estaba siempre preparada para dar y recibir cariño, sexo, perversión.
Nicasio paso sus dedos por los pezones del joven que estiro su cuello y levantó su cara. En ese momento estaba tirado sobre la manta que habían preparado para sentarse en el suelo, pero no en el pasto.
Catruen , el viejo sabio, cruzado de piernas como era su costumbre, besaba la espalda del joven caliente y lujurioso, balbuceaba algunas palabras en idioma desconocido. Le daba besitos tiernos, lo que hacía que el chico erizará su piel y gimiera lentamente.
Las mechas de ambos machos estaban hechas de piedra. Levantadas y poderosas. Daban temor, menos a Acho, que sabía manejar muy bien a dos o tres machos sin ningún tipo de problemas ni de vergüenzas.
__¡Estas deseando estas pijas Acho cariño!!!
__¡No sabes cuanto padre mío, ohhh, que bellezas de vergas, y son para mi!!__ comentaba emocionado y caliente, ya acariciaba la de Nicasio, que vibraba y acariciaba también la poderosa arma del viejo sabio.
Nicasio tomo la barbilla del chico y deposito un beso y luego otro mas profundo y luego otro húmedo y chocando las lenguas sacaron chispas.
__¡Ohh tu cola es un regalo del dios de los hombres!!__ decía así, el viejo sabio, casi susurrando en la oreja del chico, acariciaba con sus dedos la redondez de aquellos glúteos preciosos y firmes, tan jóvenes, como antaño fueron los de el mismo.
__ Siii es un regalo de cualquier dios, ohhh, eres tan bello, Achito, cariño, espero que podamos darte lo que tu te mereces, queremos hacerte feliz, ahhh, estoy ardiendo!!__ recitaba Nicasio mordiendo los labios del chico, enrojeciéndolos. Hasta casi hacerlos sangrar.
Catruen penetró a Acho con un dedo, el chico casi se sentaba sobre el dedo, colocándose de rodillas y sacando la cola gatuna, empezó a subir y bajar suavemente para recorrer el dedo que lo abría y como una gatita en celo, comenzaba a lloriquear. Gozando a pleno de estar rodeado y siendo adorado por aquellos machos alzados, solo para el.
Nicasio tomo la verga del joven y la masajeó velozmente, casi con furia, mientras besaba los pechos duros del jovencito. Lo repasaba voraz, esos pechitos lo enloquecían sobremanera. La lengua bailaba en aquellos duros pezoncitos de efebo entregado a los placeres.
El viejo sabio chupaba el cuello del muchachito. Lo besaba con fruición, con placer. escuchando los gemidos profundos y desgarradores del caliente jovencito.
Nicasio prontamente se apoderó con su boca de la verga alzada y caliente. La beso, suave, la engulló, y la volvió a besar. La tragó mamando con gusto, mientras hacía esto, Acho pensaba con cuantos muchachitos habría estado en el tiempo en que anduvo en las tolderías. Quizá estuvo mucho tiempo en abstinencia, como habría sido. En esos pensamientos estaba cuando sintió la lengua en las bolas, Nicasio era un tremendo mamador. Vibraba las carnes. Hacía que sucumbiera a las lamidas infernales de aquel macho sabroso.
El viejo sabio seguía con los dedos metidos hasta el fondo del canal, pero ahora eran dos, el chico saltaba de manera salvaje, sin descanso, casi saltando, con la cola explotada de placer y lujuria.
Cuando Nicasio bebió hasta la última gota de sabroso semen, Acho dejo que lo terminara de limpiar, con el culo ya dilatado y abierto casi en extremo elástico. Aullaba de delirio. Era enloquecedor, estar a merced de aquellos dos machos cabríos. Nicasio limpio bien la pija del joven que le regaló su líquido.
__¡Cariño, ven y siéntate aquí, en este pedazo que es para ti, solo para ti!!__ susurro en el oído del joven el viejo sabio, sin inmutarse demasiado.
Acho acarició la dura herramienta, el viejo resopló gimiendo de forma tranquila, a pesar de la calentura.
Nicasio, que había quedado colocado detrás del chico, mordiendo los hombros, abrió las nalgas, en tanto este se ponía a horcajadas del macho mas viejo y mas sabio, que lo recibió abriendo la boca y tragando la lengua del chico. En tanto su poronga ya se apoyaba en la entrada del joven Acho que como un animal herido se contorsionaba totalmente caliente y deseoso de ser penetrado.
__¡Ahhh siii cariño, amorcito, ohhh, bello zorrito, ahhh eres tan ardiente, mi muchachito gozoso, ahhh, entierra está espada en ti, anda, ohh, si, si ahhhhh, es todo tuyo, mmmhhh!!!__ así enterró la herramienta del viejo sabio Catruen, hasta el fondo, lentamente fue subiendo y bajando, recibiendo aquel garrote magnánimo y sublime.
__¡Ohhh Catruen, soy tuyo, ay, ay, ay si si clávame!!__ gimoteaba lloriqueando como perrita perdida aquel muchachito calenturiento, pervertido y lujurioso. Nicasio mordía apasionado los hombros del chico dejándolos enrojecidos y casi sangrando. Los gritos del chico retumbaban en la soledad campera del lugar. Algunos grillos, algunas ranas, y los alaridos del efebo siendo penetrado por el sabio Catruen y besado en las nalgas ahora por Nicasio. Lamía las redondas medias lunas atrayentes, el viejo sabio se fue acostando para que el chico se abalanzara sobre el pecho del macho y lo acariciara con frugal pasión y deseo, levantando un poco mas la cola.
La vara del sabio, entraba en todo lo largo, recorría el túnel y se perdía nuevamente. Serruchaba con sensual urgencia.
Gemían, clamaban, enfermos de pasión. La poronga de Nicasio era un fierro, volcánico, una roca, el macho sintió la necesidad, no pudiendo detenerse, acarició en un momento de lujuria la cabeza de su garrote en el agujero que se abría como flor del chico.
Catruen dándose cuenta de lo que pretendía aquel otro macho rugiente y rabioso, quedó quieto besando la boca del jovencito perverso y al rojo vivo.
La cabeza brillosa como una ciruela, empujo, pretendiendo que el elástico anillo del ojete se tensara un poco más, y la piel fue corriéndose, fue abriéndose, permitiendo la entrada de aquel garrote excelso y rocoso.
___¡Ohhh por favor, ohhh, que placer, ahhhhh, si papiiiii Nicasio, entra en mi ohhhh. ahhhhh, que gussstoooo, que placerrr., ay, ay ay!!!__ lloriqueaba el jovencito ensartado finalmente por las dos preciosas porongas. Se movían al ritmo de la luna, de la noche.
Los sudores y los líquidos ayudaban a que la penetración doble fuera mas liviana. El chico daba saltos ensartado cual insecto lleno de espuma en la boca que goteaba saliva por las comisuras de los labios que aullaban, enardecidos.
Nicasio mordía el cuello y las orejas del muchachito caliente. Era un potro recibiendo placer doble. Sentía las varas clavadas hasta lo mas profundo, creyendo que perdería la razón.
__¡Ohhh siii los siento, soy suyo, soy de ustedes dos ay ay ay asi ahhh, ahhhhh!!!__ gimoteaba muy alzado, esperando que le llenaran de leche el canal preciado.
Las herramientas taladraban al rozarse se provocaban un orgasmos de líquidos sin precedentes. Aullaron los dos a la vez largando todo el líquido que poseían sus mangueras rabiosas.
Acho sentía las cataratas que golpeaba las paredes de su túnel, enajenado de locura sexual. Chorreando jugo por todos lados, con la verga que se había levantado nuevamente debido a la radiante juventud y a la fosforescente calentura, largo leche hasta por las orejas. Quedaron unos momentos tirados en la manta, esparcidos, dándose besos y chupándose el néctar en todos lados. En todos los orificios.
Las vergas caídas como en una batalla perdida. Aunque habían ganado todos de un gran gozo, plenos, hambrientos. Se besaban los pezones, los muslos, Catruen besaba las nalgas del chico y luego lamía sorbiendo la leche el agujerito exquisito de Acho que gemía sin descanso. Se escurría entre los labios la leche mezcla de todos los gustos.
Nicasio acariciaba la vara semi desinflada del viejo sabio y del chico con ambas manos ocupadas. Retozaban en mitad de la noche, ardidos. Iluminados los cuerpos de luna y estrellas infinitas.
Infinitos gozos. Infinitos deseos de carne.
Así pasaron los años. Se quedaron a vivir juntos hasta el fin de los días. Se gozaron de todas las formas, de todas las maneras, se amaron hasta que nada en el mundo tenía razón de ser. Insaciables. Placer infinito. Hicieron de todo, lo hicieron todo, hasta hicieron que una noche de lobizones demoníacos, trayendo a Juanita una chiquilla que trabajaba en un estancia cercana y hacerla poseer en el paroxismo del encuentro sexual por Acho y así la chinita quedó preñada y luego cuando el niño nació fue criado por ellos.
Obviamente vivieron todos juntos en el caserón de Acho. Hasta que la vida fue cumpliendo los destinos y fueron muriendo.
Ese hijo fue quien me contó la historia de Acho. Y es la historia que conté, en fin Acho en La Pampa, digamos que tan mal no la paso.-
FIN