Acercándome al arte

De como conocí a artistas y sus artes.

Hola, me llamo Ángel y esta es la historia que me ocurrió hace tres años. Por aquel entonces tenía 26 años y acababa de mudarme de ciudad en busca de un trabajo, poco prometedor y huyendo de todo un poco, en especial de mí.

Acababa de empezar a trabajar en un periódico local, como diseñador. No conocía a nadie y era una ciudad nueva. Me agencié un piso cómodo, pero algo caro, así que busqué trabajitos extras como diseñador, pero como no conocía a nadie tuve que ampliar la búsqueda y me ofrecí también como fotógrafo.

En el periódico mis compañeros conocían mi afición por la fotografía, de hecho siempre los martirizabas a fotos cada vez que tenía la oportunidad. Que si un almuerzo, una cervecita, un paseo por la ciudad….siempre andaba tirando a todo.

Así una mañana, que descansaba después de doce días trabajados y salir a las 2;00 am todos los días, me llamaron muy temprano (9:00 am). Como pude agarré el chisme infernal que atormentaba mis sueños y colgué…pero al momento volvió a perforarme el tímpano. Dios! Qué podía ser tan importante.

Lo cogí y era una compañera de cultura, que no se qué….colgué, estaba de descanso y con resaca, que le dieran por culo al trabajo

A los diez minutos me llamaron, pero esta vez era otro, voz ronca y de mal humor, ¡Mierda! El director.

Después de desayunar volví a llamar, no me había enterado de nada pero creía recordar algo sobre unas fotos que tenía que hacer y que dije que sí. Esta vez sí me enteré de qué iba el tema. Resultó que uno de los fotógrafos se puso malo y ninguno podía ir a hacer las fotos a una exposición. La chica que iba a hacer el reportaje era la más linda de todo el periódico, vamos que estaba como un queso, con cuerpo de los que quitan el hipo, y se acordó de mí, que yo era fotógrafo, que le pedí que posara para mí, etc… Así que echaron mano de mí.

Así fue como me liaron, y yo que me dejer liar, a ver si conseguía algo con esta niña,  que para qué negarlo, tenía un polvazo, y hacía cuatro meses de dura sequía en cuanto al sexo se refiere.

A las doce en punto estaba en la puerta de la sala de exposiciones, esperando a dicha ninfa, excitado y no sólo con la cámara lista, jejeje!

Me tuvo media hora esperando, pero mereció la pena, pues venía bien puesta, con una minifalda que realzaba ese culito repingón, unas medias que hacían aún más atractivas sus largas piernas, un top de verano (siendo invierno) y una rebeca. La saludé aunque ella me echó la bronca por lo borde que fui por teléfono y eso que no hablé sólo le colgué….

Así entramos en la sala de exposiciones, ella subiendo las escalelras y yo hipnotizado con su culo. ¡Dios, qué culo, cómo se movía! Era uno de esos culos de libro, perfecto. Con carnes duras, temblorosas, de esos que podrían ser perfectamente el maná.

Me las prometía felices, sobre todo cuando a medias en las escaleras se giró pillando mi vista fija en su trasero y me dijo: -“si te portas bien, haremos fotos de todo lo que quieras”

Hablamos con el encargado y nos dijo que teníamos suerte, que la autora de la muestra estaba allí preparándolo todo para la inauguración que tendría lugar esa misma tarde y que si esperábamos unos minutos la conoceríamos, podríamos entrevistarla y que ella nos guiaría por la exposición.

Así que nos apartamos un poco y nos dispusimos a esperar, esa era mi oportunidad con Raquel, mi compañera. Entré a saco, recriminándole que siendo yo de fuera no me hubiera sacado de fiesta a conocer la ciudad, que me debía algo más que unas birras, por las fotos que iba a hacer en la exposición y que me las cobraría.

La verdad es que estaba muy receptiva, el juego de miradas y el paulatino acercamiento pintaba más que bien.

Estaba ya a tres dedos de poder apoderarme de sus labios cuando nos interrumpió una chica que resultó ser la artista.

Y madre mía qué artista, 1,68m  rubia y bien despachada en curvas. Vestía muy hippie, unas mallas, bluson con no ocultaba un buen par de aldabas y botas militares. Estoy seguro que si me hubiera cruzado con ella por la calle ni me hubiera fijado, pero la verdad es que estaba bien buena la artistilla esa.

Hicimos las presentaciones y empezamos a hablar de la exposición. Fue ahí cuando de me agaché para sacar mi equipo, el fotográfico, de la mochila. Aún agachado, mi compañera Raquel, me pidió que hiciera de fotos de todo y luego un set de la artista para la entrevista. También fue ahí cuando se me quedó la cara de tonto, pues pude ver como la muy puta de mi compañera iba sin bragas y yo agachado preparando el equipo…un poco más y lo dejo caer con el nerviosismo.

Me guiñó un ojo y para mí que la entrevistada, Ana, se dio cuenta y me dedicó la sonrisa más bonita y lasciva que había recibido en mucho tiempo.

Estaba claro que entre Raquel y yo empezaba a haber algo más que una relación de trabajo, pues empezó a rozarse mucho y la tal Ana, la pintora, no lo ignoraba a juzgar por las miraditas que me dedicaba.

Justo acabábamos de analizar el primer cuadro e íbamos a por el segundo cuando a Raquel la llamaron. Se disculpó y salió un momento  para hablar. Me quedé embobado siguiendo con la mirada ese par de nalgas que me llamaban a la lujuria cuando Ana se enganchó a mi brazo girandome, me dijo al oido:

-El arte está aquí, préstame atención y si te portas bien te enseñaré algo más que un boceto.

Debió de notarse la reacción que tuve porque ella se sonrió . Y yo a pesar de lo colorado que debí ponerme la traje un poco hacia mí y me zambullí en sus profundos, negros y peligrosos  ojos que me miraban fíjamente, por un espacio de tiempo difícil de detarminar, pues me negaba a apartarme de ellos y ellos de mí, era como si el tiempo se parara y no fuera a continuar.

Menos mal que llegó Raquel y me salvó de aquellos ojos, me rescató del abismo cuando irrumpió en la sala desde esos tacones que la delataban.

Al parecer la llamada era importante, no se qué de su hermano pequeño y que se iba al hospital, que yo hiciera las fotos y le contara para hacer la información. Fue todo tan rápido que lo único que sabía es que una se iba pero yo me quedaba con Ana.

Nos quedamos solos, y nos seguimos mirando, hasta que ella dijo: “Manos a la obra, que aún nos queda mucho”

¿Qué quería decir con eso de nos queda mucho? Pronto lo sabría.

Empezamos a recorrer la muestra, le hice muchas fotos, ella sola, ella con los cuadros, vistas generales y demás. Grabé con el reproductor de mp3 todo lo que me contaba sobre cada obra y una especie de entrevista que le hice.

Nos estabamos despidiendo y yo no quería separarme de ella, así fue como le dije de hacer unas fotos al aire libre, en una plaza que había allí al lado. Ella acepto, a pesar de que tenía que hacer los últimos preparativos para la inauguaración.

Fue una modelo dócil y conseguí bastantes fotos buenas. En realidad fue más que eso, pues al final me jugué el todo por el todo y la invité a almorzar, pretextando que si no comía conmigo acabaría tomándose un bocadillo y con más nervios por la inauguración.

Fue un almuerzo ameno donde pude enterarme que estaba soltera y un poco asqueada de los tíos, hasta ahora ninguno había entendido su arte y al final la habían chuleado.

Fue todo tan bonito, tan dulce…que al final casi vomito por lo cursi. Ya me estaba arrepintiendo de ser tan buen chico, tan perfecto, que cambié radicalmente, me puse borde y le dije que me tenía que ir.

Ella me quedó mirando un rato y al final ella explotó en una carcajada que yo seguí. Fue todo muy raro y la verdad es que me caía bien la chiquilla. Le expliqué lo gilipollas que me parecía todo, que me perdonara y que me iba ya, a descargar las fotos y escribir la página.

Pero ella me sorprendió diciéndome que tenía razón, que parecíamos colegiales y que no me preocupara, que coincidía conmigo…que yo era tan gilipollas como los otros tíos y que me fuera ya.

Eso si que no me lo esperaba, busqué dinero para dejar mi parte y cuando me levanté para irme ella me miró enigmáticamente, se levantó, se acercó y me comió la boca. Fue un beso más que húmedo y de no haber sabido que me extirparon las agmídalas, hubiera pensado que ella se las había quedado, jejeje! Fue un gran momento, la estreché en mis brazos y pude comprobar qué bien lo tenía puesto todo. No quería separarme de ella pero al parecer estábamos dando el espectáculo en el restaurante y un camarero vino  a importunar: -“¿La cuenta, señor?”

Con dolor de mi corazón y de otra parte de mí que también late, nos separamos, pagamos y salimos de aquel local abrazados.

La acompañé hasta su casa que estaba cerca, pero que a mí no me hubiera importado si hubiera estado en la otra punta del globo. Y en el portal volvimos a dejarnos llevar. La besaba con furia contenida, recorría todo su cuerpo, apretando, acariciando, memorizando cada centímetro. Ella tampoco se quedaba atrás y cada vez se iba encendiendo más. Tanta caña nos dimos que fui llevándola hasta el ascensor, entramos y empecé a quitarle la blusa….¡Dios que morbo da un ascensor!

Llegamos arriba y nos atrincheramos en la puerta de casa, pero sin tiempo para buscar las llaves y entrar.

Sus gemidos cada vez más se parecían a gritos y es que pude meter las manos bajo su sus mallas y sujetador, ya había pasado el punto de no retorno. O eso pensaba yo, porque ella tenía unos frenos que te cagas y paro en seco, me apartó. Me quedé con cara de tonto y ella se echó a reir mientras se colocaba bien la ropa. Cuando terminó me besó muy dulce y me dijo:

-         Cariño…no es el momento. Lo deseo y te recompensaré, pero dentro de un rato inauguro.

-         Pero yo

-         Tú ve y descarga las fotos, escribe o lo que sea. Y esta tarde te vienes a la fiesta de inauguración. Serás el fotógrafo.

-         Pero

-         Y si te portas bien, ya verás luego

Así fue como comprobé que no tenía airbags, pues salí de aquella casa totalmente desorientado por el golpe y con un dolor de huevos

Cuando llegué a casa me acosté directamente…estaba agotado y eso que no había hecho nada de nada.

Poco me duró el descanso pues a la media hora sonó el telefono, era Raquel desde el hospital, estaba jodida porque su hermano lo dejaban ingresado y encima tenía que pasarse por el periódico a escribir las páginas de la exposición.

Yo le dije que había hecho un montón de fotos, lo había grabado todo y que le diseñaría una página con muy poco texto, que hasta un mono como yo lo escribiría con los ojos cerrados. Fui tan convincente que ella me dio las gracias por lo apañao que era y que ya que estabamos, yo lo escribiera…¡Espera! Bip, bip, bip….había colgado, mejor dicho, me había colgado el muerto a mí.

Así fue como en mi día de descanso diseñé, redacté e hice las fotos de una de las mejores páginas que dio mi periódico. No fue tan difícil escribirla y lo mejor es que hasta el director me felicitó por ello.

Cuando terminé de enviarles el trabajo a la redacción eran casi las seis y media, tenía justo el tiempo para arreglarme e irme a la fiesta de inauguración.

¿Qué pasaría esa noche?….