Aceptando mi destino

Vanessa jamás imaginó que después de dos años volvería a ser disfrutada por otro hombre maduro (agradecimiento a KERR (ID: 105195) por brindar algunos aportes para este relato.

Aceptando mi Destino (2 Parte del relato Violada por un Albañil)

La primera vez que escribí fue para tratar de desahogarme, pues mi vida estaba totalmente destrozada, hubiera deseado morirme después de lo me sucedió cuando tenía 23 años.

Sabrán que por ingenua el destino hizo que fuera engañada y llevada por la fuerza a un cuartucho ubicado en un barrio marginal de Lima, donde fui abusada sexualmente, sin otra alternativa que la de convertirme en la pareja sexual de un viejo albañil lujurioso,

Aquél hombre era solo un cliente del almacén donde trabajaba, un cliente entre muchos que nos visitaban a diario, pero con la diferencia de que pese a su edad (alrededor de 50 años) estaba obsesionado conmigo, y no dejó de acosarme hasta que finalmente logró lo que quería.

Todavía tengo presente el recuerdo de aquél rostro depravado que me obligó a desnudarme en la oscuridad de aquél lugar, siento también aquella sensación de asco, de repulsión, por haber dejado que manoseara mi cuerpo, por haber luchado para que al final mi propio instinto me traicionara, yo traté de defenderme en aquél momento pero todo fue en vano, fue como gritar en desierto, no había nadie que pudiera ayudarme, estaba llena de rabia y sin quererlo mi cuerpo disfrutó aquél momento de humillación, aquél infeliz había ganado y yo no tuve más opción que abrir más mis piernas, donde una mezcla de cólera y placer se unieron al momento de mi primer orgasmo, ya ustedes sabrán de aquella sensación de placer me inmovilizó totalmente, hubiera querido gritarle que me dejara, que era un maldito, pero como repito mi cuerpo me traicionó y esas sensaciones de placer anularon mi ultima resistencia, aquél orgasmo fue el producto de una estimulación no deseada, fue una explosión de placer que en ese momento me hizo arquear el cuerpo sobre el camastro mientras gemía excitada y donde estuve a punto de arrancar el cabello de mi agresor que tenía la cabeza entre mis piernas y metía su cara completamente entre mi mata de vellos, mientras me decía cosas vulgares.

– ¡Que pelero que tienes! - ¡Con lo que me excitan las viejas peludas!

Yo hubiera deseado gritarle que era mi problema y no el suyo, pero empezó a lamer de nuevo mi sexo mientras decía:

– ¡Pero mira como estas de mojadita…!

Era cierto, con todo el asco y el miedo que sentía mi cuerpo estaba reaccionando a lo que sucedía. El sentir su lengua allí abajo provocó que yo abriera mis piernas al máximo para recibir sus caricias.

– Te esta gustando verdad?-

Me enderece para ver como metía la cabeza, observé que ni siquiera lo hizo pausadamente, estaba como desesperado, se quería comer todo, me daba pequeños mordiscos que hacían que mis piernas temblaran, mi cabeza entonces cayó hacia atrás y lancé un grito de placer.

-Eres una completa putita ¿quieres que te siga lo comiendo mi amor…?

-No…no por favor … me voy a venir… uhmmmmmm….que rico… ayyyyyy… que rico

Mientras me retorcía de placer no podía creer lo que estaba diciendo, mi mente ya no reaccionaba, era mi cuerpo el que respondía. Sentía como paseaba su lengua relamiendo mi clítoris y cada que lo hacía todo mi cuerpo temblaba. Dejo de hacerlo y gruñí muy bajito sin soltar su cabello y hundiendo más su cara en mi sexo como exigiéndole que continuara

Aún cuando no me sentía preparada para hacerlo, mi cuerpo se lubricó y aquello fue una sensación de gozo indescriptible donde era guiada solamente por el instinto femenino, después de esto, vendría el sentimiento de vergüenza, de frustración, fue algo difícil de superar pero poco a poco con la ayuda de mi familia y de un profesional en psicología he podido salir adelante, tengo un bebé y aunque ese niño fue el fruto de una agresión marcada por la inmoralidad y el engaño, he llegado a ver en él una razón para vivir, un motivo para seguir adelante en la vida y no deseo señalarlo como el recuerdo de una humillación, aquél hombre que abusó de mí me provocó un placer que aún me confunde, no se exactamente que pensar, no sé si realmente disfruté o si por el contrario aborrezco ese momento con todo mi corazón, sin embargo cuando les dé a conocer la aventura en la que me enredé posteriormente, ustedes mismos van a formarse una opinión con respecto a mí.

Pero volviendo a recordar la violación que sufrí, he llegado a aceptar que aunque en ese momento mi cuerpo fue obligada a tener relaciones sexuales con un desconocido, no fui yo quién provocó semejante locura, sino que fueron los deseos enfermizos de un hombre repugnante que deseaba saciar sus instintos animales en una chica que desafortunadamente tuvo que someterse a él.

Ese hombre despertó en mí instintos femeninos que no sentí hasta entonces y algunas noches me desperté como con ganas de algo, no me avergüenza decirlo, era un calor interno que debía reprimir por no tener como desahogarlo, me daba miedo iniciar una relación de pareja estable que después cayera en la rutina, aunque no faltaban hombres dispuestos a hacerse cargo de mí y del bebé, pero lo único que deseaba era tener aventuras pasajeras que aliviaran esas ganas que tenía, además era ya de conocimiento público lo que me había pasado, cuando tienes 9 meses de gestación, es prácticamente imposible evadir las preguntas que te hace la gente y para mi desgracia terminaron enterándose de la verdad, a veces sentí deseos de regresar a mi pueblo natal, Ascope en Trujillo, pero no quería huir, aún cuando los hombres se burlaran de mí a hurtadillas, en más de una ocasión también pude sentir sus miradas libidinosas sobre mí, les contaré que una vez cuando tenía como cuatro o cinco meses de embarazo iba pasando frente a una cantina ubicada aquí en san isidro cerca del municipio, al frente había dos tipos a los que conozco como vagos sin oficio, siempre viviendo a expensas de los demás, algunos dicen que inclusive asaltan, lo que mis amigas me habían contado es que uno de ellos provenía de un sector conocido como los barracones en el callao un sitio sumamente conflictivo, anteriormente ese tipo silbaba cuando me veía por la calle y varias veces había tratado de hablarme, yo lo evadía, más que nada por miedo, en esa ocasión los vi. recostados al muro del bar, casi sentados en el suelo, me armé de valor y pasé junto a ellos, me detuve en la esquina y esperé para cruzar la calle, pero hablaban muy fuerte, quizás ya estaban ebrios, no lo sé, lo único que sé es que me indigne al escuchar que uno de ellos le decía a sus compañero:

-¡Vea tanto que jugaba esa hembra de rica y ya anda preñada…!

  • Jajaja ¡Que gozada se debió haber pegado el pata que la agarró!... ¡estaba bien buena la vieja esa…!

Quise devolverme y reclamarles pero en eso se acercaba otro grupo de viciosos y llena de temor crucé la calle y apresuré el paso.

De las mujeres no sabía que pensar, quizás se preocupaban por mí o talvez solo se reían a mis espaldas, diciendo disimuladamente que yo era una golfa por haberme dejado engañar así, pero aquello no había sido mi culpa.

Cuando me recuperé emocionalmente sentí la necesidad de buscar otras aventuras sentimentales, de rehacer mi vida, pero por más que lo intenté ya no era estimulante estar al lado de un hombre que me demostrara cariño, lo intenté pero tenía miedo y en más de ocasión trataba de reprimir esos recuerdos desagradables del pasado entregándome totalmente a mi pareja,esto no pasada de ser un simple rato de sexo y nada más, lo curioso es que antes era muy tímida y ahora era yo la que tomaba la iniciativa en cada juego, hubo una ocasión en la que después de cenar con un chico que me gustaba mucho, este me invitó a su casa, acepté a pesar de que aún no nos conocíamos bien, aquella era nuestra primera cita, tampoco quise desperdiciar el tiempo en rodeos tontos, una vez allí nos sentamos en la sala y empezamos a besarnos, el olor de su perfume me volvía loca y lo apreté contra mí, para ese momento él también ya estaba muy excitado, de repente paso su mano sobre mis piernas y dijo:

¡Me tienes como loco mi amor! - ya me tienes la verga durísima desde hace rato,

Sí… usted también me gusta mucho, pero todavía es muy pronto.- Le contesté acomodando mi vestido para tratar de cubrir mis piernas.

No te hagas la santa Vanessita….

Yo se lo que usted quiere… pero… es que todavía no debemos

De pronto metió la mano debajo de mi vestido y me lo levantó sin darme tiempo de reaccionar, lo único que pude hacer fue lanzar una exclamación de sorpresa por aquél atrevimiento –ahhhhhhh- ¿Qué estás haciendo?

Me levanté del sillón rápidamente y traté de acomodar mi vestido de nuevo, pero aquel vestido que estaba usando era muy corto.

El chico también de levantó como un resorte, me agarró del brazo y acercándome hacía él me dijo casi al oído.

Déjate de tonterías que ya me dieron ganas de darte un rato por el culito, mi reina, no me vas a dejar con las ganas… verdad princesa.

Trató de introducir la punta de la lenta en mi oreja y aquello me hizo cosquillas y empecé a sonreír, puse una carita de mimada que de seguro lo ablando, le tomé de la mano para que me siguiera, busqué una habitación y sin decir una sola palabra me desvestí ante los asombrados ojos del chico, entonces como un recuerdo fugaz mi pasado volvió a atormentarme y por un instante creí ver en su lindo rostro, el rostro de ese viejo asqueroso, tuve miedo, pero cerré los ojos y razoné tratando de ordenar mis pensamientos, dándome cuenta de que aquél viejo ya no estaba allí, necesitaba luchar contra ese recuerdo doloroso, necesitaba volver a amar de nuevo, entonces me acerqué a él, me le senté totalmente desnuda en sus regazos y empecé a besarlo de nuevo.

El chico era agradable, eso ni dudarlo, la cama y la habitación eran impecables, todo como lo había soñado antes de que aquél maldito albañil destruyera mi vida en aquél cuartucho inmundo.

No se porqué me comporté así aquella noche, estaba muy excitada, quizás era el deseo de sacar de mí todas esas sensaciones reprimidas, durante esa noche nos amamos incansablemente, recorrió mi cuerpo y me entregué a él como tratando de que borrara las marcas del pasado sobre mi cuerpo.

Al amanecer cuando tuve que marcharme no experimenté ninguna sensación de alivio, seguía estando totalmente vacía a pesar de la noche que habíamos pasado juntos, yo siento que me entregué totalmente a aquél hombre para tratar de escapar a mis recuerdos y con la esperanza de crear una relación que funcionara por completo, pero aquél juego duró poco tiempo y no salieron las cosas a como yo deseaba, pues aquél chico lo que quería solamente era un rato de sexo.

Yo sabía que aquello había sido una aventura, y que debíamos manejarla con madurez y discreción, no podía hacer nada ante aquella realidad.

Estaba totalmente desnuda al pie de su cama y me levante para vestirme, había puesto mi ropa sobre un gabinete que había en el cuarto, de repente mientras me vestía el chico se acercó a mi, sin decir nada me hizo dar vuelta para que me apoyara contra aquél gabinete Su mano recorrió mi trasero y palpó una de mis nalgas apretando la piel entre sus dedos mientras decía:

  • ¡Qué buen culo mi amor…!

Fue entonces cuando me tomo por las caderas y me jaló hacia atrás como para hacer que me inclinara, mi espalda se arqueó y me apoyé sobre el mueble … instintivamente separé las piernas que era precisamente lo que él quería, lo sentí acercar su miembro a mi trasero y encularme nuevamente, al principio despacio, después aumento el ritmo, mis caderas temblaban por la forma en que me embistió, esto me produjo un gran placer, casi tuve un orgasmo, pero cuando ya estaba a punto de venirme, aquél chico eyaculó sobre mí lanzando un grito de placer y ya no pude lograrlo, no pude conseguir satisfacerme sexualmente, me quedé quieta sobre el mueble para recuperarme y gruñí muy agitada, también el chico se ahogaba entre jadeos, sentía su semen correr por entre mis piernas, pero no mencioné nada al respecto..

Después de aquello nunca más volví a verlo, no quise continuar con aquél juego que no me llevaría a ninguna parte.

Finalmente cuando mi bebé casi había cumplido dos años y medio decidí abandonar la ciudad y irme otra vez al pueblo de Ascope en Trujillo, para tratar de empezar de nuevo, unos quince días antes de irme comencé a sentir un extraño dolor en mis pechos, mi tía Paula me preguntó si yo todavía le daba de mamar a mi hijo o si por el contrario ya lo había destetado, pues era probable que si tenía los pechos muy cargados de leche esa podía ser la causa del dolor.

Yo le dije que ya casi no le daba pecho al bebé, que lo estaba acostumbrando a otros alimentos, pero por consejo suyo asistí a un centro médico, donde me dieron un aparato y un horario a seguir para sacarme la leche y con esto ya me sentí un poco aliviada.

Me despedí de mis tíos y regresé a Ascope con el resto de mi familia.

El distancia de Lima a Trujillo es alrededor de 560 kms tomando la Carretera Panamericana Norte (unas 8 horas de viaje aproximadamente), el bebé se durmió gran parte del viaje y yo también lo hice, conmigo viajaban todo tipo de personas, desde el típico agente de negocios hasta el humilde campesino.

Nos establecimos en el campo, mis padres que viven como a 500 metros de mi casa, adquirí ese lugar por un pequeño alquiler mensual y contiguo a mi casa vivía una señora que conocíamos desde hace años, ella se llamaba doña Mayra, era la dueña de la casita donde yo vivía, mi primera inquietud fue buscar empleo, aunque fuera en los campos, como cuando era niña, mi casa quedaba por el camino que va a la sierra, deben saber que en el campo las casas están muy dispersas entre sí y en la sierra es mayor el aislamiento en que vive la gente, allí en la montaña el vecino más próximo esta a un kilómetro o kilómetro y medio a través de senderos solitarios, algunas veces en el invierno esos caminos se vuelven intransitables, la gente de Perú está acostumbrada a recorrer esas distancias a solas, acompañados solo por los sonidos de la montaña, la zona resulta bastante segura, en algunos casos te encuentras en el camino con algún viajero que va o regresa del pueblo, pero son pocos en realidad y generalmente conoces sus nombres.

Como les decía anteriormente, la gente de allí, casi no cuenta con doctores la mayoría recurre a la medicina natural o a los Curanderos y hechiceros para sus dolencias, estos hombres y mujeres generalmente son gente que vive muy aislada en la Sierra.

Bueno les contaré que al llegar Trujillo mis pechos comenzaron a dolerme de nuevo, como sabemos eso se debía al exceso de leche en ellos, una forma de aliviarlos fue dando de mamar al bebé hasta 3 veces al día, era un chiquillo glotón.

Como el dolor de pecho continuaba y era un poquito incomodo doña Mayra me aconsejó una tarde:

-¿Sabes que para eso hay medicina natural…?- mi hermana padecía de eso mismo y Amparo una Curandera de la Sierra le dio unas frotaciones con las hojas de una planta, mi hermana las hirvió y después se rociaba los pechos con eso y se acostaba a dormir y le hizo buenísimo.

-¿Que planta era esa…?

  • Que me voy a acordar, si cuando eso estaba jovencilla y ahora tengo 54 años, nada más imagínate, borrosamente me acuerdo de eso, ya hasta doña Amparito se murió hace como unos 15 años aproximadamente.

  • ¿Su Hermana donde Está ahora?- ¿Talvez ella se acuerda?...

  • ¡Que va esa menos se acuerda! - si casi ni oye nada cuando uno le habla… jajaja

Decidí a consultar a un Curandero, Entonces Don Rolando un comerciante del pueblo me aconsejo buscar a un hombre llamado Cayetano, que vivía en la sierra como a una hora montaña adentro, se sabía que atendía los Martes y Viernes, aquél viernes me encaminé hacia la Sierra con un grupo de personas que al parecer iban a consultar al Curandero, a mi bebé lo deje al cuidado de mi madre, a la cual le dije a donde iba.

Me llamó la atención que el grupo era variado, hombres maduros, dos señoras y una muchacha joven como yo.

La casa se encontraba ubicada en un paraje desolado, allí había gente de otros lugares y una señoras que ayudaba al Curandero, la salita era pequeña y rústica con unos banquitos alineados y con yerbas secas colgando del techo y algunas postales colgando de las paredes, no observé mucho, la sofocación de ver muchos campesinos en esa pequeña sala me hizo salir al corredor para no sentir aquel calor que provocaba la gente, pero me equivoqué pues afuera el sol era más fuerte.

Para hacer más difíciles había que hacer fila, cosa que muchos ignorábamos y cuando la mujer que ayudaba al Curandero dio la orden aquello se convirtió en un desorden y tuve que colocarme casí de ultima, había bastantes personas aquel día.

De la Consulta salió una Señora sosteniendo un pequeño frasco y el tallo de una planta que parecía recién cortado, note que llevaba la blusa desabrochada y que sus pechos se caían hacia los lados, esto hizo que algunos hombres la miraran, cuando paso la jovencita que les dije anteriormente, quién tendría quizás unos 18 años, salió igual que la señora con la blusa desabrochada y mostrando su escote, no sé si era un descuido de ellas o lo hacían a causa del calor de la tarde.

¡Que Raro!....- Pensé … Al rato resulta que es otro viejo enfermo al que le gusta verle los pechos a las mujeres… que pereza… y yo que si tengo que enseñárselas por fuerza, para ver que es lo que tengo

De mis pensamientos me vino a sacar un hombre que me preguntó la hora, eran casi las dos de la tarde, debo confesar que me sentí incomoda pues aquel hombre hacía rato que me estaba mirando las piernas, yo trate de acomodarme el vestido, pero él no disimulaba nada, me imaginé que por la forma en que miraba ya me iba a decir cualquier estupidez, pero dichosamente la fila avanzó y a él lo atendieron rápido, más al salir del cuarto volvió a mirarme las piernas antes de irse… ¡era un cerdo!

Mientras tanto aquel Curandero duraba una eternidad con cada paciente, en especial si eran mujeres.

Cuando quedaban solo un indígena que venía del otro lado de la sierra y una señora muy gruesa, aquella mujer que le ayudaba al curandero se fue, la vi. desaparecer en el camino y fue entonces cuando la señora gruesa sufrió un mareo y casi se descompuso, ella era la última de las pacientes, le cedí el lugar y ella se encerró con el Curandero que de inmediato cerró la puerta dejándome a mí y al indio en la sala, este era un hombre canoso como de 40 o 50 años.

De repente se abrió la puerta y la señora se puso de pie ayudada por el Curandero, que le había dado una bebida y sacándola fuera de aquella casita la recostó en un banquito del corredor, donde se estabilizó al recibir aire fresco, yo me dispuse a ayudarle y el me miró por primera vez, aquel hombre tenía unos 55 años, era muy moreno, un poco obeso, velludo en los brazos y el pecho, además de estar canoso y algo calvo.

Le dijo a la señora que seguro era un desmayo por estar expuesta mucho al Sol, que descansara y pronto se sentiría mejor, en ese momento el indígena entró en el cuarto y el Curandero lo siguió, cerrando la puerta, no pude protestar, era mi turno y aquél indio se metió antes de que pudiera decirlo,

Cuando el indígena se marchaba, se ofreció a acompañar a la señora hasta un cruce del camino, el Curandero no puso objeción, al menos a mi me pareció que estaba muy contento de deshacerse de los dos últimos pacientes del día, fue un presentimiento muy raro el que tuve, el viejo acompaño al indio y a la señora hasta el sendero y ambos comenzaron a avanzar, mientras tanto yo observaba todo desde la salita y me sentí asustada de encontrarme sola en aquella vieja casa, miré a mi alrededor y observé aquél cuarto pequeñito donde el curandero recetaba... había cuadros de santos y muchas veladoras... y fotos viejas muy viejitas. tenía una especie de fogón donde hervía un poco de agua, muchos frascos y plantas recién cortadas algunas y otras secas que colgaban del techo, el piso era de madera, caminé hasta el fogón y contiguo al fogón había una cortina de plástico medio abierta y en la oscuridad distinguí un viejo camastro y una mesita de noche, sobre el camastro mucho ropa sin planchar y revuelta en desorden, el cuarto olía raro… a sudor añejo… no lo sé, talvez era alguno de los frascos.

Cuando Don Cayetano regresó, se sentó frente a una pequeña mesita, y me pidió que yo

También lo hiciera.

Yo había dejado mi bolso en la salita de aquella casa y me dijo:

-¡Su Bolsito lo dejó allá!... si quiere lo trae.

Me levanté y salí a la pequeña salita y recogí mi bolsito, de nuevo sentí a mis espaldas un par de ojos que miraban mi trasero, no le dí importancia, regresé y me senté.

¿Que tiene usted mi Reina?

Bueno la verdad vine porque tengo un bebé y por más que lo amamanto me duelen los pechos, no entiendo por qué.

¡Exceso de leche de seguro…! – exclamó aquel hombre de repente.

Eso me dijeron en el centro médico.

Supongo que ya te han hecho una Mamografía y dijo esta última palabra con un acento tan raro que un escalofrío me recorrió el cuerpo, crucé las piernas por debajo de la mesa y sin saber porqué me sentí un poco húmeda.

No, todavía no…. Por qué la pregunta contesté nerviosa.

Porque puede ser por una infección.

¿Una Infección…?

Si a veces una bacteria entra dentro del pecho, puede ser por el aire, la saliva del Bebé, no sé pero te puede causar inflamación.

¡No lo sabía!... respondí

A veces sucede… más usted que está jovencita… ¿Cuántos Años tienes? ¿Cuál es tu Nombre?

25 casi 26, me llamo Vanessa

Pero si apenas estás empezando la vida… Vanessa.

Que debo tomar entonces

Bueno… primero dejame verlos – me dijo con el mayor descaro.

Ver que- le contesté a la defensiva.

Tus pechos – me dijo indiferente.

Disculpe don Cayetano, pero yo vine porque me dijeron que había una planta que eliminaba el dolor, yo no considero necesario esto, solo quiero el remedio.

Lo miré y noté que estaba irritado por mis palabras, pero solo dijo:

-Quién cree usted que soy… le voy a decir algo, tengo 29 años de trabajar con plantas medicinales, son 29 años de atender picaduras de insectos, inflamaciones y enfermedades raras, he visto ya gran cantidad de mujeres con los pechos desnudos

y a mi edad eso ya no me sorprende, si vas a empezar con esas cosas mejor va y busca un medico profesional.

Se levantó y caminó hasta el fogón y trató de avivar el fuego echando más carbón, yo me levanté molesta y salí de la habitación, en la puerta del cuarto me detuvieron mis confusos pensamientos, había estado allí desde casi las 10 de la mañana, ya eran las 3:30 P.m. y no me iba así nada más por causa de mi orgullo, yo los había enseñado muchas veces, que más daba enseñárselos e ese viejo, total a eso había venido, al final ganó más mi preocupación que mi orgullo y me devolví.

-Necesita preguntar algo más- me dijo el Curandero indiferente

  • ¡No!- por favor disculpe mi actitud usted es el naturista y sabrá más que yo, pero es que a una mujer le da vergüenza esto y la verdad es que yo….

  • ¿Dígame entonces si le puedo ayudar en algo más?

No le dije nada más y me senté otra vez junto a la mesita, me desabroché la blusa, la cual coloqué sobre la mesita, después me quité el brassier, mostrándole mis redondos pechos a aquel hombre desconocido.

Sentí vergüenza pero aquél fue un momento muy erótico para mí.

El curandero acercó su silla a la mía con aire indiferente y agarró uno de mis pechos sobre la palma de su mano, me palpó los pezones despacio y la caricia de sus manos hizo que me mojara un poquito más allí abajo, después dijo:

-Tu me dice en donde te duele Vanessa.

Comenzó a amasarlas con fuerza, los pechos me dolían todavía más, le dije que alrededor de mis pezones sentía un ardor, por lo cual empezó a masajearme despacito allí, yo cerré los ojos y de repente sin quererlo crucé las piernas, el dolor empezó a disminuir a medida que mis pechos se pusieron erectos, aquello de seguro le pareció una buena señal, pues acercó más su cara y dijo:

  • Que problema… a mi edad ya uno no puede ver desde lejos – entonces sentí como se acercó y colocó su cara entre la división de mis pechos como para examinarlos mejor.

Lo hizo por un rato, sentí una gran excitación, a pesar de que aquello era una humillación única, pero no entendía porque mis bragas se sentían húmedas, de repente y sin saber por qué aquel hombre me despertó otra vez el deseo sexual, estábamos solos, el lugar era horrible, aquel olor a sudor, era un olor a hombre, que me parecía familiar, mis pezones endurecidos, su mirada lujuriosa, mi sexo mojado, ahora lo comprendía todo:

era como la vez que fui violada, solo que esta vez yo no estaba poniendo barreras, quería que aquél viejo me tocara y de repente lancé un gemido muy bajito que lo hizo levantar la cabeza:

-hummmmmmmmm-

Entonces me miró y yo le sostuve la mirada fijamente:

-Te sientes mejor reinita – me dijo

-Si…- le contesté atrevidamente - pero si usted quiere podemos intentar otro tipo de tratamiento.

Aquél hombre sonrió y sus ojos brillaron de nuevo.

Me levanté y me apoyé con mi cuerpo semidesnudo contra la pared de madera, no sabia el por que lo hacía, pero sentía ganas de ser poseída por aquél viejo que me daba tanto asco. Me voltee colocando mis brazos contra la pared, y comencé a mover la cintura de manera muy sensual de un lado a otro, de arriba hacia abajo, tome mis senos con las manos, mire al viejo de frente y los estruje con fuerza, toque mis duros pezones y de pronto mis manos iban bajando acariciando mi cuerpo, inclinándome me baje la falda, quedando en bragas frente a él, me acerqué lo abrace por el cuello y lo bese con furia, continué besándolo por el cuello desabrochando cada botón de su vieja camisa, su suciedad me ponía mas caliente, llegue hasta el cierre de su pantalón y lo baje con ansias, le saque el pene que ya tenía endurecido, era muy grande, gruesísimo, por un momento pensé que semejante herramienta me iba a despedazar la conchita, aquel pene estaba muy húmedo, se notaba que el viejo tenia tantas ganas como las mías,

Yo me levanté, lo besé en la boca y le dije - méteme la lengua allí abajo, quiero que chupes mi sexo ahora.

Yo estaba fuera de control y no sabía lo que decía, solo quería ser gozada por aquel hombre desagradable.

El bajo sus manos hasta mis caderas y me quitó su tanga con cuidado, entonces la tiró sobre una vieja mesa de madera llena de frascos, me observó completamente desnuda, separó mis piernas y acarició mi velludo sexo con su mano callosa, me dijo que yo lo tenía peludito y sabroso, aquello me estimuló más y por instinto abrí un poco más las piernas mientras ambos respirábamos agitadamente, observé su miembro que se encontraba hinchado y erecto en dirección a mi sexo, alargue mi mano y acaricié su velludo pecho, después toqué uno de sus tetillas y el retiró mi mano con cariño y la besó, me miró, yo entonces le sonreí, aunque realmente sentía miedo de aquél desconocido, ambos habíamos empezado aquél juego y lo mejor que ahora podía hacer era cooperar con él, realmente deseaba hacerlo, aquél hombre me producía una sensación de placer extraña, me sentí bajo el influjo de una gran excitación, nos dirigimos hacia el viejo camastro del fondo y me acosté en él con las piernas muy abiertas, el también subió al camastro y sin que me lo pidiera yo misma levanté las piernas y las subí en sus hombros, preparándome a recibir aquel pene tan brillante, recordé entonces cuando tuve que hacerlo obligada por aquel albañil en Lima y un extraño escalofrío me empezó a recorrer otra vez el cuerpo, en aquél momento solo sentía una mezcla de asco y placer.

¡me gustan las hembritas obedientes!- ¡Si era eso lo que querías desde el principio, eso es lo que voy a darte negrita!

Entonces se separó un poco y comenzó a lamer mis piernas aceleradamente exclamando:

  • Mi amor hoy te voy a sacar hasta la mierda del culo

Acercó su pene a mi sexo, sentí que me penetró de un tirón metiendo la mitad de su verga en mi cuevita, la mantuvo un rato hasta que se lubrico, me envistió mas duro y gritó :

¡No puedo creer que me esté cogiendo a una negrita tan buena!

  • ¡Eres un amor mi vida

Yo gritaba como loca con cada envestida, desde mi violación no había experimentado una excitación así, le besé su cara, su frente, metí mi lengua entre sus manchados y sucios dientes que emitían un olor asqueroso y sentí el roce de su lengua con la mía, cuando casi iba a venirme el sacó su pene que estaba húmedo y muy erecto, sin decirme nada se levantó del camastro.

yo le dije: -¿Que pasa mi amor….?

-¡Voy a Orinar Princesa!

-¿Ahora…? – Le dije respirando agitadamente

-¡Si Ahora!... Contestó de forma Brusca

Aquello me molestó tanto…mi carácter, mi frustración, mi cuerpo totalmente excitado reclamó por aquello y no me pude contener, lo miré acercarse al interior y orinar con la puerta abierta, su cuerpo completamente desnudo, con aquel gran trasero que minutos antes yo acariciaba …entonces le grité llena de rabia:

-Usted no puede hacerme Esto…Yo no he terminado todavía.

  • ¿Hacer que…?

-Dejarme así… ¡yo todavía no me siento satisfecha!-

No se en que tono se lo dije… estaba molesta conmigo misma y con él por ser tan poco hombre… me sentía burlada.

El curandero se empezó a reír de mí, yo estaba de pie, miró morbosamente mi cuerpo con mi peludito conejo, al aire libre, al verme así su verga se paró de nuevo, esta vez decidí no esperar a más y acercándome a él le grité.

-¡Acaso no es hombre!- entonces me descargó una bofetada y me sujeto el brazo, después me dijo acercando su cara a la mía:

-Chupame el culo.

-No sea tan Cerdo, que le pasa….- le reclamé asustada

Pero por toda respuesta se volvió contra la pared, abrió las piernas y gritó:

Vamos que esperas, mete la carita y chúpame el ano, eso es lo que quiero.

-No quiero… que asco.

-Tu eres la que quiere sexo pedazo de puta, o lo haces o te saco de aquí y te tiro desnuda al camino como si fueras un perra.

.No tuve más opción, me arrodillé, separé sus nalgas y metí la cara entre ellas, saqué la lengua, hasta rozar su ano, y llena de asco lo comencé a lamer despacio.

De repente se volvió enojado, me agarró por el pelo y me hizo levantar la cabeza para mirarlo, mientras decía:

-Vamos a ver si entiendes lo que te digo…métela más…. Vanessita… quiero que me limpies el culo, si no haces como te digo, yo tampoco te voy a bajar esa calentura que andas en el panochito…tendrás que quedarte con la ganas de sentir mi verga y eso no le conviene a una zorra como tú.

Soltó mi cabello y entonces yo le abrí más las nalgas, asqueada metí la lengua dentro del estrecho orificio, era humillante, eso no lo había hecho nunca, contuve las arcadas de asco y las ganas de vomitar, pero seguí lamiendo en medio de sus nalgas como él quería.

Saqué mi cara de allí y me levante para enjuagar mi boca en una tinaja que había sobre al fondo, junto al fogón, después escupí al piso, aquel sabor a mierda era asqueroso, me sentí enferma estuve a punto de vomitar sobre aquella tinaja, pero aquél hombre casi no me dio tiempo de recuperarme bien y pasados unos minutos me agarró por el brazo, me dio vuelta y me hizo arrodillarme, lo cual yo hice.

Te falta mucho por aprender mi amor –

Ya quieres jugar de Zorra y no sabes nada-

Dime ¿Ya sabes como chupar una polla…?

¿O también tengo que enseñarte…? No entiendo como vienes a la guerra sin armas preciosa

Mientras estaba arrodillada, el curandero alargó su mano y agarró uno de mis pechos, abultados quizás por la leche materna que aún tenía dentro

-Hmmmmm que delicia de chichotas tienes condenada escuincla.

-Ahora chupame las pelotas, demuestra que eres una buena mamadora,

Me puso su miembro frente a mi cara y sin pensarlo siquiera lo introduje en mi boca y lo chupé como jamás lo había hecho, ni aún cuando fui obligada por aquél asqueroso albañil con un arma apuntando en la cabeza, recuerdo que la noche que fui violada varias veces el tipo me pidió que le hiciera sexo oral, pero entonces sólo la metía y la sacaba de mi boca, ahora era diferente, la empecé a lamer de arriba a abajo, mientras el viejo me sujetaba del pelo, de repente me empujo la cabeza para meterla hasta la garganta, sentía nauseas pero las contenía, sentía como esa cosas entraba y rozaba mi garganta, aguante la respiración hasta donde pude, luego el viejo siguió guitando a mi cabeza por donde quería, nunca me había dolido la boca de tanto chupar y chupar, tenía, con la boca abierta muy adolorida y la concha mojada.

Quería comérmela entera, incluso la mordí, fue entonces me gane otra bofetada de ese viejo.

-Cuidado estúpida, que quieres arrancármela? Mámala bien.

La seguí mamando sin prestar importancia a la bofetada, estaba como con un juguete nuevo, en mi excitación había perdido el control total, cuando de repente el curandero que casi no podía respirar dijo entre jadeos ahogados:

  • ¡ahhhhggggg! ¡Que rico mi amor!

Al decir esto yo mantenía su miembro sujeto entre mi manos y el no pudo más y se regó esparciendo su semen sobre la palma de mi mano y derramándolo en el suelo de aquel viejo rancho, cerró los ojos y lanzó un grito de placer diciéndo…… ahhhhhhgggg

-¡ Grandísima zorra… ¡

Y echándose para atrás se dejo caer sobre el viejo camastro.

Mi pecho también temblaba de las excitación, me levanté y fui hacia al camastro, donde acerqué mi cara a la suya y comencé a recorrer su cuello con mi lengua, después sus labios y acerqué mi lengua a su nariz que sentí su respiración sobre mi cara, su boca olía asqueroso, pero repito que me quedé así en esa posición, quería sentir su aliento sobre el mío.

Cuando se relajó, acarició mi cara y me preguntó

  • ¿dónde has aprendido a chupar así?-

-Con un amigo – le respondí recordando mis experiencias con el albañil y con aquel otro amigo con el que pasé la noche en Lima.

-Pues te entrenó bien,¡Parece que saliste de una escuela para putas! … jajaja

Yo solo atiné a sonreír y me recosté sobre su velludo pecho sintiendo su agitada respiración.

Cuando después de un rato se relajó su cuerpo, ambos nos quedamos hablando de muchas cosas sobre aquél camastro hediondo a sudor, yo estaba completamente desnuda a su lado y el me abrazaba con ternura, de repente el curandero me acarició el cabello y me dijo:

-Ya son casi las 6:00 p.m. y es mejor que te vayas mi amor… el camino de la Sierra es oscuro y solitario, si quieres yo te acompaño, después del rato que me hiciste pasar…. Te lo debo… mamacita rica.

Yo me resistí a irme y le dije:

-Pero todavía falta algo….

-¿Que falta mi amor?

No le respondí… sencillamente me le subí encima y acomode mi sexo sobre su verga, tratando de meterla despacito, al ver mis fallidos intentos por acomodar su verga sobre mi sexo, aquel curandero me sujeto de las caderas y dijo enojado

-Quédate quieta… no te muevas hasta que te ensarté mi verga.

El curandero tenía el concepto de que yo era una puta y me trataba como tal, pero lejos de sentirme mal, eso me excitaba, acomodó su pene y dejo caer mi conchita sobre su verga , aquello me dolió un poco, pero el sentir que se movía despacio dentro de mí fue una delicia, el viejo me lamía el cuello sin dejar de agitar mi cadera que él subía y bajaba sobre su verga para que yo siguiera el ritmo, mientras me chupaba los pechos de una manera suave, deliciosa, casi pude sentir que salió un poco de leche de ellos. Después me confesó un secreto entre jadeos de excitación:

-Mi amor…siempre fue mi sueño tener bien ensartadita a una jovencita en mi verga, pero las hembras como usted ni una mirada me echaban, aquí solo he podido cogerme viejas cuarentonas, viejas ignorantes como yo

Aquello hizo que me mojara, y vino un orgasmo fue acompañado de un gran gemido de mi parte

-¡Ayyyyyyyy! – Empecé a gritar excitada ¡Que rico….! …¡Por favor Siga…mi amor…Siga!

Yo era la primera mujer joven que el se penetraba… aquella que le había entregado su cuerpo porque le causaban excitación los viejos, yo era esa mujer que podía haberme casado con un hombre que tuviera una buena posición económica, un buen hogar, pero la realidad era aquellos hombres nunca me habían llenado como mujer, allí estaba ahora gozando como una linda puta con un hombre viejo y sin ningún futuro económico que brindarme, era algo que ambos nunca olvidaríamos.

El curandero sintió como le lubricaba su pene con mis jugos, empezó a moverse más rápidamente y no pudo soportarlo, se vino también, su verga salió de mi cuerpo enflaquecida y toda llena de leche.

Un rato después abandonamos la casa en la sierra y caminamos abrazado en la oscuridad, el llevaba una sabana y cuando llegamos a un lugar alumbrado apenas por las estrellas me dijo:

  • Vanessa… mi amor ¿Un ultimo polvito antes de seguir?

-¿Aquí…en el camino?

-¿Ves que halla gente Cerca?

-¿No… pero creo?

-¡No te hagas de rogar mamita!....

Buscó un zacatal y extendió la sabana a la orilla del solitario camino… solo se oían los ruidos nocturnos… Yo que todavía andaba con ganas de aquel viejo no me hice de rogar, fui obediente y me coloqué de cuatro patas sobre la sabana, lo sentí detrás mío palpándome el trasero con sus dedos, comprobé que a pesar de que solo contaba con el brillo de la luna sus ojos no le fallaron en esa ocasión, pues acercó su boca reseca y carnosa sobre mi ano, después escupió sobre él y puso la cabeza de su verga a la entrada de mi pequeño orificio, iniciando movimientos leves de entrada y salida sin meterla realmente, el sabía lo que hacía porque empecé a relajarme, aquello era excitante, la soledad del lugar, el frío de la noche, el calor de nuestros cuerpos uniéndose, un grito de placer salió de mi boca, él no se detuvo, siguió metiéndomela toda, aquello era algo sensacional, ningún hombre me había hecho disfrutar tanto, jamás pensé en tener aquella verga en mi culo, pero lo estaba disfrutando, era el regalo de despedida en aquella noche de sexo, Una vez que terminamos, acercó su cara para oler mi sexo, ya creí que iba a llegar al cielo cuando sentí su lengua sobre mi sexo, me dí vuelta y le agradecí aquel rato de diversión al aire libre besándole en la boca

Desde entonces en común acuerdo con aquél hombre dejé mi casa en Ascope, mi hijo y yo nos fuimos a vivir a la Sierra con aquél curandero, la verdad no sé si utilizó magia, como dice mi familia, pero no lo creo, más bien con lo que me hizo me dejo amarrada a él de forma permanente, ya tenemos cerca de un año de convivir.

A veces llega alguna persona que cree que el es mi papá, lastima están bien engañados, yo gozo bastante con él y a veces inventamos cada fantasía tan morbosa que casi siento que podríamos crear nuestro propio Kamasutra, a veces él me deja tomar la iniciativa, al final siempre me dice con todo el morbo:

-¡Cada vez estás más puta mi amor! - ¡Voy a tener que darte otra vez por el culo para que te estés tranquila mi reina!

Creo que lo que me decía mi psicóloga es muy cierto:

Para superar un hecho traumático hay que revivirlo de nuevo una y otra vez para que este aflore y nuestras heridas puedan sanar.

En mi caso aunque aquel albañil llamado Miguel me tomó por la fuerza, no puedo negar que lo gocé bastante, quizás más de lo que lo habría gozado una puta, ahora he encontrado a Cayetano que en cierto modo me lo recuerda y sabe satisfacerme como mujer.

Mi familia no comparte que viva en la sierra y no soportan a mi pareja, ellos saben que él me dobla la edad, eso lo saben por las gentes del pueblo.

Pero la verdad no es mi interés lo que la gente piense, con él estoy muy bien por ahora, me siento a gusto entregando mi cuerpo y siendo cada noche la puta de un hombre con esa imaginación, hasta mi Dolor de pechos ha desaparecido con ese tratamiento.

Hasta mi hijo ya se está acostumbrando a decirle papá a aquel hombre tan maduro y es mi deseo de que lo siga haciendo, cuando llegue el momento le voy a pedir que me deje embarazada, deseo tanto tener un hijo suyo y no hay duda de que lo amo.