Acento argentino

El calor apremia en Madrid, la piscina está vacía. De pronto aparece el socorrista... Argentino tenía que ser... XD

ACENTO ARGENTINO

No sé que es lo que nos atrae tanto a los españoles de los argentinos, ¡o mejor decir a las españolas! Siempre decimos que es su labia, su forma de hablar, de expresarse, la melodía de su voz. Pero yo creo que, sobretodo, es su forma de vivir y de sentir… Para nosotras representan un mundo exótico, lleno de misterios… Pues bien, yo he penetrado en ese mundo, o el me ha penetrado a mi, como queráis verlo XD.

Me dejé arrastrar por una pasión hasta ahora desconocida, más sensitiva, más sensual, más… ¡estremecedora!

Soy una chica de 19 años, alta, con buenas curvas, pelo liso a veces corto, a veces largo, y últimamente rojo. Me mantengo en buena forma porque me encanta hacer deporte, además cuento ya con varias experiencias en el tema sexo y me encanta ir descubriendo nuevas cosas y disfrutar al máximo.

Este verano, con el calor de Madrid, la piscina de la urbanización fue una salvación. Todos los días bajaba un rato a bañarme y secarme al sol; adoro la sensación fría al salir del agua en el que la piel se te pone de gallina y sientes un escalofrío que te recorre el cuerpo, corriendo vas y te tumbas en la toalla expuesta al sol, con un pequeño bikini que cubre más bien poco los pechos y que para nada disimula los pezones erectos.

Aquel día la socorrista no estaba en su silla, pero como la puerta estaba abierta entré y me bañé. La piscina estaba vacía, no había nadie ni en el agua ni en el recinto de fuera, porque en Agosto, Madrid se queda vacío.

Cuando salí del agua fui corriendo a mi toalla y me tumbé boca arriba. Cerré los ojos para evitar la quemazón del sol y al rato una sombra se interpuso.

"¡Buenos días linda!"

Al abrir los ojos un morenazo estaba de pie, junto a mí, observándome detenidamente a través de sus gafas de sol.

Al principio me molestó su intrusión en mi pequeño momento de paz, pero en seguida pude apreciar su cuerpo perfecto, musculoso; su pelo largo y dorado, la barbita de varios días… Todo él con un aire algo macarra, con sus colgantes y sus gafas de chulo de playa. Nos pusimos a hablar después de habernos comido con los ojos mutuamente.

Me invitó a sentarme con él bajo su sombrilla y mientras me contaba con el seductor acento de su tierra cómo su vida se repartía entre España y Argentina en busca de playas donde surfear, yo seguía recorriendo su cuerpo: bajaba por sus labios, el cuello, los pectorales fuertes, anchos y fibrosos de quién se entrena a diario, la tableta de chocolate bien marcada y después… ese bañador rojo que dejaba entrever las líneas de la cadera hasta muy muy abajo, todo tan definido, tan fuerte

Pasaron un par de horas y seguíamos allí contándonos nuestra vida. A pesar de que no se había quitado las gafas de sol, yo advertía como muchas veces su cabeza se inclinaba más abajo de mi cara. Pensar que el chico no se cortaba ni un pelo en mirarme las tetas empezó a ponerme mucho. Notaba como la braguita de mi bikini empezaba a humedecerse. Entonces él, advirtiendo que algo ocurría empezó a sacar temas un poco más candentes: me preguntó si tenía novio, me decía que era muy guapa, que había chicas preciosas en España, que los trajes de baño aquí tapan demasiado el cuerpo, que en Argentina las chicas van con tanga y sin parte de arriba… Tanto hablar del tema me estaba poniendo aún más cachonda y mis pezones estaban tan duros que se notaban a través de la tela.

Él, muy amable, me dijo que me quedara a comer con él, que en el botiquín tenía unos sándwiches y que podíamos ir en ese momento porque no había nadie en la piscina.

Sin dudarlo acepté su invitación, quería salir de dudas en seguida. Cuando entramos en la pequeña habitación cerró la puerta. Le pregunté que porqué lo hacía y me dijo que no quería que nos molestaran. Yo estaba totalmente empapada, llevaba tanto sin echar un buen polvo que el tener a un tío así, delante, en una habitación a solas, me estaba matando de placer. No sabía si él sentiría lo mismo y me daba corte dar el primer paso

El me mandó sacar los sándwiches de una bolsa que había en el suelo. Mientras estaba agachada, noté cómo se ponía justo detrás de mí. Sus manos se agarraron a mis caderas mientras él se apretaba más contra mi culo, en seguida noté su polla, cada vez más grande, más erecta. "Necesito follarte" me dijo entre susurros, "me estás poniendo a mil". Me di la vuelta y me puse frente a él.

Se lanzó sobre mí. Empezamos a besarnos con rabia, con prisa, con pasión ciega: su lengua recorría mi boca ávida, hambrienta. Nos mordíamos los labios, sus manos empezaron a bajar por mi cuerpo tan vulnerable y casi desnudo. Se paró en mis pechos, sin quitar el sujetador metió los dedos por debajo, separó la tela, comenzó a mamar de mis pezones erectos con ansia desenfrenada mientras con las dos manos intentaba abarcar todo el contorno y se maravillaba de los grandes y bonitas que eran mis tetas.

Sin parar de chuparme todo el cuerpo me tumbó sobre la camilla y sus dedos empezaron a jugar sobre mi braga. Con fuerza me la quitó casi rompiéndola y después me abrió las piernas. Mi coño estaba lleno de flujos que se enredaban en los pelitos, necesitaba algo dentro de él desesperadamente. Sin tocarlo siquiera, se recostó sobre mí y volvió a besarme en la boca. Me estaba volviendo loca, necesitaba que me tocara el coño y él seguí besándome y chupándome. Me dijo que me diera la vuelta y que me tumbara boca abajo y le obedecí… Comenzó a pasarme la lengua por toda la espalda, a tocarme despacito con caricias y cosquillas, a darme azotes…casi me corro y ni siquiera me había tocado ahí abajo

Otra vez me tumbó boca arriba y puso su cara justo enfrente de mi conchita. Primero empezó a besarme la pierna, a chuparme, a morderme despacito, iba bajando hasta llegar casi al pie. Después la otra pierna, yo me sentía morir de placer. Por último, se detuvo en los muslos, comenzó a pasear su lengua de uno a otro sin tocar mi coño, pero tan cerca que podía notar en él su respiración.

Sin previó aviso se hundió en él, vi desaparecer su cara entre mis piernas y note su lengua adentrándose en mí, buscando entre los pliegues de mi sexo. Fue brutal el orgasmo que tuve. Me corrí enseguida, le llené de flujos, pero él seguía ahí, sin descanso, chupando, mordiendo, lamiendo con desesperación mi coño, buscando mi clítoris, apretándolo… Yo estaba fuera de mí, le pedía más, empujaba su cara contra mí. Él comenzó a meter sus dedos sin parara de chuparme, de golpe dos, en seguida metió un tercero y empezó a follarme con los dedos, los sacaba y los metía a toda prisa mientras me besaba y me dejaba probar mis propios jugos, y me mordía los pezones.

Cuando consiguió que volviera a correrme se levantó y se bajó los pantalones. Me levantó de la camilla y se sentó él, ante mis ojos tenía su polla, grande, ancha… estaba totalmente empalmado y en seguida me lancé sobre ella.

Era una polla preciosa, primero comencé a chupársela por fuera, a grandes lametones mientras jugaba con sus testículos; en seguida puse mis labios sobre ella y la fui tragando, notaba como su respiración se hacía cada vez más fuerte y eso me ponía muchísimo. Comencé a subir y bajar, a empujar con la lengua a apretar el ritmo. Él estaba a punto de correrse, me agarró del pelo y me hizo tragármela entera. Yo seguí con el mete y saca dentro de mi boca mientras jugaba con la lengua, me gritó que se corría y toda su leche me llenó la boca. Me tragué todo lo que pude y después me limpié con la lengua los restos de los labios y le limpié a él bien la polla, que aún seguía en erección.

Sin a penas descanso, nos tumbamos los dos en la camilla, yo con las piernas totalmente abiertas y él sobre mí, apuntándome con su polla. Nos pusimos a hacer una cubana, puso su rabo entre mis tetas y comenzó a masturbarse mientras yo se la chupaba, pero antes de correrse de nuevo puso la polla frente a mi coño ahora muy dilatado y de un solo golpe me la metió entera. Casi me corro del susto, comenzamos un mete y saca suave pero profundo, muy profundo, despacio, disfrutando de cada embestida. La sacó de golpe y me la volvió a meter con mucha fuerza. "Aghhhhhhh" grité, "¿te ha gustado eh??, ¿quieres que lo repita?, ¿eres una niña mala?"

"Sii, porfavor, otra vez máss" con la punta en la entrada de mi coño volvió a incrustármela mientras metía un dedo en mi culo. Me corrí enseguida mientras él seguía dándome cada vez más rápido, me vinieron tantos orgasmos seguidos que perdí la cuenta.

Sin sacármela, me senté sobre él y comencé a cabalgarle mientras él se agarraba a mis tetas, después me puso de pie, apoyada en la pared empezó otro mete y saca muy rápido, notaba sus bolas restregándose por detrás. Nos corrimos una vez más. Con las piernas temblando nos tumbamos juntos, él con sus manos en mis tetas, acariciándolas… Era el tiempo de su hora libre

Lo que pasó esa noche en su apartamento lo dejó para el siguiente relato, sólo decir que cinco argentinos buenorros me recibieron a la entrada.