Accidente Incestuoso IV. Final

Fin de la serie que pensé que había publicado hace tiempo, todos los comienzos tienen un final.

Tras la pillada a mi madre masturbando a mi hermano, llame a la puerta del baño, -mamá , abre la puerta-, el chasquido del pestillo sonó y abrí la puerta, mi madre estaba sentada sobre el wáter, su cara todavía estaba llena de semen, tenía las piernas abiertas y una mano acariciándose entre ellas, no me miró, siguió a lo suyo, masturbándose y gimiendo, yo acerqué mi boca a la suya y la besé, busqué su lengua y la encontré y y mientras la sentía dentro de mi boca, empezó a correrse.

A partir de ese momento todo cambió, mi padre empezó a bañar a mi hermano, mi madre no nos miraba a la cara, y mi hermano solo quería meterme esa brutalidad entre las piernas, algo que no iba a conseguir jamás porque me destrozaría.

Pasaron varias semanas y a mi hermano le quitaron las escayolas de las manos, el seguía a lo suyo, me buscaba y me manoseaba, yo le dejaba hacer, me gustaba rozarme con él y con ese enorme falo, el siempre intentaba meterla pero yo me cabreaba y me iba, así es que desistió y se conformaba con las pajas que nos dábamos, mi madre volvió poco a poco a la normalidad, ya nos miraba, incluso se percataba de nuestros escarceos pero no decía nada.

Con el tiempo, mi hermano dejó de buscarme, lo buscaba yo más, y a veces me rechazaba, supongo que se habría cansado o que habría encontrado a alguien a quién follarse, así es que poco a poco se fue acabando, hasta que un día descubrí  por qué.

Llegué temprano de la universidad, abrí  la puerta y oí gemidos, asi es que cerré con cuidado y busqué el origen de los mismos, ¡que tonta!, ¿cómo no me lo imaginé?, mi madre era la que se follaba ese miembro monstruoso, los dos en la cama, mi madre montada sobre mi hermano, clavada, moviéndose sobre él, dejando sus grandes y flácidos pechos al alcance de las manos de mi hermano, que los manoseaba acercándolos a su boca para succionar esos enormes y oscuros pezones.

Siguieron así un buen rato, hasta que la zorra de mi madre, porque era eso, una zorra, se sacó ese mástil de entre las piernas y se puso a cuatro patas, ofreciéndole su gran culo, no podía creerlo, yo nunca había experimentado el sexo anal, y mi madre se iba a meter una polla de 25 cm por el culo casi sin rechistar, aunque me equivoqué en lo de casi sin rechistar, porque cuando mi hermano empezó a taladrarla, aquello no entraba con tanta facilidad y mi madre lloraba y mordía la almohada para no gritar, supongo del dolor de meterse algo tan gordo por detrás. Observé absorta, como la polla de Álvaro iba desapareciendo poco a poco entre las enormes nalgas de mi madre hasta que se quedó inmóvil, esperando que el ano se dilatase y así poder moverse sin destrozar a mi madre, que ya había soltado la almohada y resoplaba, asimilando aquella carne que la tenía empalada hasta el estómago.

Yo hacía un buen rato que me masturbaba viendo aquello, así es que entré en la habitación, me quité la ropa y me acerqué a la pareja de amantes incestuosos, bese a mi hermano, besé a mi madre, y coloqué mi mojado sexo sobre su boca, para que también me follase ella a mí, puse mis manos sobre su cabeza y la apreté fuerte para que casi no pudiese respirar, mi hermano empezó a moverse muy despacio, se ve que no era la primera vez que analizaba a mi madre y sabía como tenía que hacerlo, la lengua de mi madre repasaba todo mi sexo, estaba en la gloría hasta que no se como dije, -la quiero dentro, Álvaro, métemela-.

Noté como mi madre se contorsionó del todo, al escuchar eso, mi hermano empezó a acelerar el ritmo sobre su culo, destrozándoselo, hasta que lo sacó, rojo, hinchado, mi madre se volteó hacia un lado, con el ano dolorido, y empezó a masturbarse a mi lado, mientras mi hermano, se acercó a mí, y levantándome un poco las piernas puso su polla sobre mi anhelado sexo y comenzó a perforarlo, no tuvo compasión de mí, no tuvo delicadeza, solo un ansía desmedida por follarme, yo a duras penas pude contener un grito de dolor al ver como aquella cosa tan grande entraba y desgarraba todo mi sexo, mi madre buscó mi boca para ahogar los gritos, hasta que el dolor remitió, mi hermano inmóvil me miró a los ojos y me dijo,- ¿empiezo?.

Yo asentí, mi madre empezó a besarme los pezones a succionarlos, y mi hermano empezó a follarme, y a mi empezó a gustarme, mis piernas lo abrazaron y me abandoné a aquel placer sin límites, ahora entendía porque mi madre se dejaba hacer de todo con su propio hijo, yo haría lo mismo, sería la perra de mi hermano, la puta de madre, sería todo lo que me pidiesen porque me daban todo lo que necesitaba. Ahhhhhhhhg, , gritaba cada vez que esa polla martilleba mi sexo, ahhhhg, otro vez, ahhhhhhhhhgg,  No tardé tiempo en correrme, y mi hermano tampoco, sacó su miembro y nos baño con su leche, -tomad, es vuestra, saciaros-, decía mientras los chorros de semen caían sobre nosotras, que lo recibíamos con agrado, pero de repente escuche un fuerte golpe, y ví como otro fuerte golpe llegaba a la cara de mi hermano, era mi padre, nos había pillado a todos, a su familia degenerada, otro golpe más en la cara hasta que le reventó la nariz y la sangré empezó a salir a borbotones, ¿puta, esto es lo que haces cuando estoy fuera?, dirigiéndose con los ojos enrojecidos hacía mi madre, -¿y tu, mi princesa, tu también?, mientras sus lágrimas se paseaban tristes por sus mejillas.

Ahí acabó todo, esa es la historia de mi familia incestuosa originado por un accidente de tráfico,  mi padre nos abandonó, tardé tres años en verlo, me perdonó pero nunca pude mirarlo igual a la cara, mi hermano se marchó de casa, nos veíamos de vez en cuando, nos presentó a su novia, y jamás volvimos a hablar de aquello, y mi madre y yo nos quedamos solas en casa pero no desconsoladas, yo me traía a chicos de la universidad y entre las dos nos los follábamos, uno, dos, incluso cuatro, haciendo de todo con ellos, ninguno tenía la polla como mi hermano, no volví a ver una igual jamás, pero daba igual, no lo echaba de menos, tenía todo lo que necesitaba.