Accidente fortuito

Os voy a contar una experiencia que, aunque empezó de una forma que podía haber acabado en tragedia, tuvo un final feliz y muy placentero.

ACCIDENTE FORTUITO

Hola de nuevo a todos los amigos de TodoRelatos. Os voy a contar una experiencia que, aunque empezó de una forma que podía haber acabado en tragedia, tuvo un final feliz y muy placentero.

Iba yo circulando con mi coche, cuando de repente, apareciendo de entre dos coches, salió una joven con un cochecito y un bebe dentro. Después del irremediable frenazo y el consiguiente piterío, no pude evitar situarme a su altura y decirle: Srta. ¿No le da cosa jugarse la vida de su bebe cruzando la calle de esa manera? Juéguese la suya, pero no la de un bebé indefenso. Ella se volvió y terriblemente asustada me dijo:

  • Por favor. En lugar de regañarme, ¿podría acercarnos a un hospital? Mi bebé está muy malito. Tiene muchísima fiebre. Por favor.

Yo, lógicamente, sin dudarlo ni un instante, me bajé del coche, abrí el maletero y mientras ella cogía el bebé, yo cogí el cochecito y lo metí en el maletero. Le abrí la puerta de atrás y entraron al coche e inmediatamente puse dirección al hospital materno infantil. Ella no paraba de darme las gracias y se le veía terriblemente nerviosa y asustada. Le pregunté que donde estaba su marido y me dijo que era comercial de una importante empresa y que siempre estaba de viaje y que hasta el fin de semana no volvía a Málaga. Llegamos en menos de cinco minutos al hospital y le dije que ahora volvía. Volvió a agradecerme el haberla llevado al hospital y salió disparada hacia urgencias.

Con las prisas ni siquiera sacamos el cochecito del maletero de mi coche. Cuando me quise dar cuenta ella ya había entrado y una ambulancia llegaba por detrás, por lo que tuve que retirar el vehículo de allí y buscar un aparcamiento. Regresé al hospital y allí me la encontré en la sala de espera. Seguía nerviosa y me dijo que la estaban explorando, pero que no la dejaban entrar hasta que no la examinara un médico. Se me echó en los brazos y se puso a llorar. Necesitaba un hombro donde desahogarse. Yo la abracé y le dije que se calmara, me miró a los ojos y me volvió a dar las gracias con sus ojos llorosos y me dio un par de besos en la cara, pero rozándome la comisura de los labios. Ahora era yo el nervioso.

Ella lo noto y le dije que comprendiera que yo no era de piedra y que ese tipo de besos, y mucho más viniendo de una chica tan joven y tan guapa, me ponía a cien. Ella sonrió y entonces fue cuando me di cuenta de lo realmente bella que era y así se lo hice saber. Le dije que me gustaba muchísimo mas con una sonrisa en los labios que llorando. Mira. Vamos a hacer una cosa. Déjame preguntar a ver como está la situación y te sentirás mucho más tranquila. Me fui a recepción y cuando pregunté por ella me dijeron que tenía 39 de fiebre y que le iban a hacer unas placas y unos análisis y que por los menos tardarían un par de horas en saber a que se debía. Así que me volví hacia ella y le dije que como había tiempo, lo mejor que podíamos hacer era ir a tomar un café en algún bar de los alrededores y así se despejaría mucho más. Sin darle tiempo a responder, la cogí del brazo y salimos afuera.

Por cierto, me llamo Juan. Nos conocemos desde hace mas de media hora, y todavía ni nos hemos presentado.

Es verdad. Perdona la torpeza, pero ya vistes en el estado que me encontraba – me dijo ella.

Entonces fue cuando me dijo que se llamaba Esther, tenía 22 años. Estaba casada desde hacia un par de años, justo cuando se quedó embarazada de su pequeño. El padre era viajante y prácticamente solo se veían los fines de semana, por lo que lo echaba muchísimo de menos, y más en momentos como estos por lo que no sabes cuanto te agradezco que me prestaras el hombro hace un ratito. Necesitaba desahogarme y fuiste mi bálsamo. Por cierto... ¿es verdad eso que me dijiste antes?

  • ¿El que?

  • ¿Realmente te excitastes con ese besillo de agradecimiento que te di antes?

  • ¿Quieres saber realmente la verdad?

  • Claro

  • Pues entonces no puedo decirte otra cosa que si. Esos tipos de besos siempre me excitaron muchísimo.

  • ¿Sabes que es lo que más me excita a mi? Los hombres que me sacan como 10 o 12 años. Precisamente como tu. Lo único que desde que me casé no estuve con ningún otro hombre, pero siempre me gustaron los hombres que pasaban de la treintena.

-¿ Me estas proponiendo algo en concreto?

  • Pues la verdad es que no lo sé. Me encuentro rara contigo. Nos acabamos de conocer y parece como si nos conociéramos de toda la vida y por otro lado... hace algún tiempo que me ronda por la cabeza volver a tener una experiencia con algún chico como tu, y más ahora, que hace mas de 20 días que no tengo sexo con mi marido. Lo único es que ahora, como podrás comprobar, no es el mejor momento, pero seguro que encontramos un huequecito algún día de estos

  • Lo que me dices, me hora y aún me excita muchísimo mas, pero es lo que tu dices, ahora te debes de preocupar únicamente de tu bebe y ya veremos mas adelante. ¿Te parece?

  • Me parece perfecto. Por cierto. ¿Te importa si volvemos a urgencias, a ver si me dicen algo de mi bebe?

  • Perfecto, dame solo cinco segundos para pagar los cafés y nos vamos.

Nos dirigimos hacia el hospital y cuando preguntamos en recepción nos dijo que el médico nos estaba buscando (me confundieron con el padre). Ella me miró a los ojos y me preguntó que si me importaba entrar con ella, que así se sentía mucho más tranquila. Por supuesto le dije que no había ningún inconveniente.

Entramos al despacho donde nos indicaron y allí estaba el medico, mirando las placas y observando los análisis. Nos invitó a sentarnos y nos dijo que el bebé tenia un virus y muchísima fiebre. Entro con 40 º de fiebre así que la habían metido en una bañera con hielo y la habían estabilizado en 38 º, pero que tenía un proceso vírico y que tenía que quedar en observación. Ella se volvió a derrumbar un poco y con lagrimas en los ojos le dijo al médico que cuanto tiempo se tendría que quedar encamado y él le dijo que no se preocupara, que seguramente sería cuestión de 2 o 3 días y que lo mejor que podía hacer era irse a casa a descansar, pues esta noche el bebé permanecería en observación y allí ella no podía entrar. Salimos de la consulta y me costó convencerla de que le hiciera caso al médico, pues ella se quería quedar cerca de su bebé, como todas las madres, pero finalmente la hice entrar en razón.

Después de dejar su teléfono en la recepción, por si hiciera falta que la localizaran, nos dirigimos hacia mi coche. Ella volvía a estar hecha un flan y sus ojos se nublaron con una lagrima. Entramos en el coche y vi sus ojos brillantes por las lagriman. La acerqué a mi y la abracé y nuevamente se echó a llorar y se abrazó a mi fuertemente. La dejé que se desahogara porque así seguro que se sentiría mejor. Cuando se fue reponiendo, se separo de mi y me miro a los ojos. Me volvió a dar las gracias y me dio un suave beso en los labios. Muy suave, pero que me supo a gloria.

  • Mejor que salgamos de aquí, si no quieres que montemos un espectáculo en la vía pública.

Ella se echó a reír y me dijo que tenía razón y que si era tan amable de llevarla a casa. Por el camino hablamos de cosas triviales, de mi trabajo, de sus estudios, de todo un poco. Cuando llegamos al portal de su casa me dijo que si quería subir a casa. Que aunque se encontraba muy cansada, le gustaría que tomáramos un café, ya que mi presencia le tranquilizaba.

No había terminado de hablar cuando sacó un mando a distancia del bolso y se abrió la puerta del garaje y me dijo que podía aparcar en el aparcamiento de su marido y que así era mucho mejor, ya que se quitaba del chismorreo de los vecinos. Entramos y nos dirigimos al ascensor, pulsó el piso 15, que era donde vivía y cuando el ascensor arrancó, nuestros ojos se volvieron a encontrar. Entonces fui yo quien la cogió por la cintura y acercándome a ella nos dimos un beso cargado de pasión y de deseo. Sentí su cuerpo pegado a mi, sus pechos pegado a mi pecho, su pubis pegado a mi sexo y una formidable excitación se apoderó de nosotros. Le acaricié uno de sus pechos con mis manos y ella lanzó un suspiro.

Me dijo que tenía los pechos muy sensibles y que le encantaba que se los acariciaran y se los lamiera. Llegamos al piso donde vivía, salimos del ascensor y abrió la puerta. La cerro a nuestras espaldas y nos volvimos a entregar a un beso apasionado. Mientras ella me iba conduciendo por los pasillos de la casa, sin dejar de besarnos en ningún momento, nos fuimos desnudando, por lo que nuestra ropa se fue quedando por el camino.

Llegamos a la habitación y solo nos quedaba la ropa interior y los zapatos de ella. La tumbé en la cama y le quité muy lentamente los zapatos. Cogí uno de sus pies y me metí sus deditos en la boca, chupándolos uno a uno. Lentamente subí por ellos, su tobillo, subí hacia sus rodillas y mi boca siguió hacia arriba por el interior de sus muslos. Ella se abrió de piernas y pude notar el calor que desprendía su sexo por encima de sus braguitas. Llegué a sus ingles y ella volvió a pegar un suspiro. Deseaba que mi boca llegara a mi sexo, pero lo esquivé y me fui hacia su ombligo, mientras que mis manos se apoderaron de sus pechos. Le quité el sujetador y dos fabulosos pechos aparecieron ante mis ojos. Cuando mi boca se apoderó de uno de sus pezones y mi lengua empezó a jugar con el, ella se contorsionó y pego un pequeño alarido de placer. Mi mano bajo a su sexo y lo acaricié por encima de sus braguitas. Era increíble lo mojada que estaba. Tenía las bragas caladas de sus humores. Lentamente se las baje y me aproximé a su coñito.

Era precioso. Sonrosadito y recortadito. Solo tenia un ligero mechón de pelo rubio en su monte de venus. Así es como más que gustan a mi los coñitos. Separe sus labios con los dedos y mi lengua se apoderó de su clítoris. Recorrí toda su rajita, como si fuera capaz de beberme todos sus jugos y volví a atacar su clítoris, mientras le metía un dedito en su caliente y húmedo chochito. Ella empezó a gemir cada vez mas fuerte, y mas, y mas hasta que se corrió en mi boca, chillando como una loca y con unas convulsiones que casi me asustaron. Se abrazó a mi y me dijo que jamás había sentido un orgasmo como ese y nos volvimos a besar. Me volteó sobre la cama y me quitó la única prenda que me quedaba, es decir, los calzoncillos. Imaginaros como estaba mi polla. Pego un respingo y ella la cogió suavemente entre sus manos y empezó a masturbarme muy lentamente.

Se puso de rodillas y se la metió suavemente entre sus labios. Hummmmm. Que bien que sabía hacerlo. Pocas mamadas me habían hecho a mi como esa. Su boca desprendía un calor que hacia que un recosquilleo recorriera todo mi cuerpo. Le dije que como siguiera así no iba a tardar en comprobar el sabor de mi semen y ella aceleró mas el ritmo, como indicándome que así lo deseaba ella también, por lo que no tardé en derramarme dentro de su cálida boca.

Me la limpió enterita con su boquita y subiendo lentamente hasta situarse a mi altura, se abrazo a mi, apoyando su cabeza en mi hombro. Y me dijo que había sido genial, a lo que yo le dije... ¿había sido? ¿Y tu te crees que esto ha acabado? Pero si acabamos de comenzar. Y una sonrisa iluminó su cara. Me besó en los labios y bajo lentamente buscando mis pezoncillos con su boca. Siguió bajando hasta apoderarse de nuevo de mi polla, pero esta vez le hice darse la vuelta para poder yo también comerme su coñito, montándonos un 69 de fábula.

Después me safé de esa postura y, dejándola como estaba, es decir a cuatro patas, me situé detrás de ella y lentamente se la acerque a la entrada de su coñito. Jugué un ratito frotándola con su sexo hasta que lentamente empecé a entrar en ella. Cuanta suavidad. Estaba súper-lubricado. Me encantaba su humedad y lo calentito que se estaba dentro de ella. Después la saqué y mi lengua se apoderó de su coñito desde atrás. Le metí dos dedos en su coñito y mi lengua empezó a jugar con su ano. Ella se asustó y pegó un bote, y me dijo que eso nunca lo había probado. Le dije que se relajara y que me dejara solo un par de minutos, y que si no le gustaba, que dejaría de hacerlo. Pero a ella le encantó. Tanto que cuando le saque mis dedos lubricados de sus propios jugos se lo aproximé a su culito y lentamente le metí un dedo. Ella suspiró de placer y empezó a mover el culo.

Decía que le dolía, que le quemaba, pero que siguiera, que le estaba encantando. Seguí con un lento mete-saca hasta que retirándome un poco, le volví a meter mi polla en su coñito, mientras mi dedo seguía apoderándose de su culito. Empecé a bombearla, acelerando el ritmo, tanto de mis empujes como el de mi dedo, mientras mi otra mano se apoderó de uno de sus pechos, apretándolo suavemente y jugando mi pulgar con su pezón.

Entonces, se la saqué de su coñito y la aproximé a su culito. Me dijo que lo hiciera despacio, que era su primera vez. Apreté un poco y note como su esfínter se abría y capturaba mi glande. Ella pegó un gemido de dolor y me quede quieto, sin mover ni un ápice mi polla. Mi mano volvió a su coño y empecé a acariciar el clítoris y mi otra mano de nuevo a su pecho. Ella comenzó de nuevo a gemir y a mover lentamente el culo, por lo que empecé a acompañarla en su juego y cada vez me metía un poco mas en ella, hasta que noté que mis huevos chocaban con sus nalgas. Por fin estaba toda dentro de su estrecho culito. Lentamente comencé a acelerar el ritmo, hasta convertirse en un frenético mete-saca. Ella volvió a temblar, a gemir, a gritar, y notando que se corría de nuevo, yo también lo hice en su interior de su culito. Cuando salí de el, su culo hizo un ruido, como un "chop" y pude notar como mi leche le salía, derramándose por sus nalgas.

Nos abrazamos llenos de sudor, jadeantes aún, y nos dimos un apoteósico beso. Nada mejor que eso para sellar el final de esa noche. Ella me confesó que esta noche tuvo sus tres mejores orgasmos que ella recuerda. Y que por supuesto, teníamos que repetir, porque eso no se podía quedar allí. Y por supuesto que lo hicimos. Gracias a dios, su pequeño bebé no tenía nada importante, y como nos dijo el médico, en un par de días volvió a casa, ya sin fiebre, y sin ningún síntoma de haber estado tan malito. Ella me dijo días después, que todavía no entiende como teniendo a su bebe tan malito, ella pudo haber tenido una noche tan tórrida de sexo, pero que no se arrepentía de la mas mínimo.

Nos volvimos a ver como una docena de veces mas, en su casa, en la mía, o en algún hotelito que nos buscábamos. Pero la historia empeoró cuando notamos que lentamente nos íbamos enamorando el uno del otro. Cada uno tenía su pareja, a la que quería, y lo nuestro había sido solo sexo. El mejor sexo que los dos hemos tenido hasta el día de hoy, pero solo eso. Hoy en día nos vemos de vez en cuando, salimos a tomar café, incluso hemos llegado a salir los cuatro en pareja. Por supuesto, nuestras respectivas parejas, no saben nada de lo que ocurrió. Solo lo sabemos ella, yo y a partir de ahora, vosotros, fieles lectores de TodoRelatos.com.

Me gustaría saber vuestras opiniones al respecto y que votéis mi relato en el grado que mas os guste. Y si alguna chica quisiera gozar como Esther, enviarme un e-mail a o agregarme al messenger y podremos chatear en directo.