Accidente de transito

Un abandono, un choque en plena calle, y una nueva oportunidad. Algo de amor y muy caliente.

Yo venía manejando mi auto con precaución, como siempre. Un tema de Anastacia sonaba en la radio y yo seguía la melodia, mientras casi sin querer me acariciaba la verga. Desde hacía dos días andaba caliente y si no conseguía con quien coger, iba a terminar caminando por la azotea con las manos. Había roto con mi última pareja y ya hacía bastante que no "la mojaba", incluso desde antes de terminar con Fidel. Si Fidel, como el Comandante y tan barbudo, cruel y mentiroso como aquel.

El pavimento estaba mojado y los frenos no me respondían bien por lo que iba despacio, sin apuro. En mi departamento como decía aquella canción, nadie me esperaba, sólo el silencio. Sólo la lluvia, la humedad y esa calentura que me ponía dura la pija y que hacía que me estuviera masturbando suavemente, casi sin pensar.

Eran las siete y cuarenta de la tarde, cuando sonó mi teléfono móvil y reconocí la voz de la hermana menor de mi ex pareja. Le pedí un segundo, y estacioné el auto en la primera esquina disponible de una calle tranquila.. Hablamos como cinco minutos. Fue una despedida. Ella no sabía de mi ruptura con Fidel y se apenó al saberlo. Aparentemente nadie se lo había contado. Aunque mi ex, estaba fuera del closet para todo el mundo, a mi me costó decirle a su hermana "rompimos" (soy aún un "tapado") y sólo atiné a decirle "Ya no nos vamos a volver a ver". Se condolió. La setní sincera. Es una buena persona. Nos despedimos. Ya nada me unía al pasado. O eso creía.

Guardé el teléfono móvil y me disponía a retomar mi camino cuando un auto gris de pequeño tamaño y modelo nuevo y reluciente, me embistió con fuerza sobre mi costado izquierdo. El impacto fue muy fuerte pero afortunadamente no me pasó nada a mi, sólo a mi auto que quedó con su carrocería a la miseria, para deleite del chapista. Confundido y mareado por lo que había pasado, me bajé para enfrentar al conductor del otro vehículo. Me dijo algo que no entendí y ciego con la furia, intenté pegarle una puñetada en plena cara. Pero el chico (un muchacho de unos 23 años), más ágil que yo, esquivó el golpe y tomó mis brazos para impedirme que le pegara. Una señora mayor, se bajó del auto empuñando un bastón y me gritó "si le pega a mi nieto lo desfiguro".

Con semejante amenaza de tan venerable anciana, y un montón de curiosos agolpados, me calmé, verificamos superficialmente los daños en ambos vehículos, intercambiamos datos de la póliza de seguro y nuestros teléfonos. El chico era más alto que yo, con cuerpito de gimnasio, muy bronceado, ojos celestes artificiales (lentes de contacto coloridos), pelo castaño con mechones más claros casi rubios y un arito brillante en su oreja. Me recordaba a alguién, se parecía a alguien, pero en el momento no supe a quién. Lo último que vi, fue al chico dirigíéndose a su auto abrazado al hombro de su abuela en medio de los curiosos ¡¡Que culito lindo!! ¿Pero de dónde conozco yo ese culito tan redondito y dulce, me pregunté?. Bueno en realidad, pensé de donde conozco yo a este chico. Todavía nervioso y caliente me fui del lugar. Al llegar a casa leí su tarjeta: Guillermo Noceda. No me sonaba ese nombre., pero lo cierto es que aquella criatura de ojos artificiales, mechones teñidos y arito de brillante, me calentaba horrores.

Me estaba duchando, con agua tibia y mucha espuma, cuando sonó el teléfono. Lo dejé sonar y alguien dejó un mensaje en el contestador. Ya lo escucharía luego. Mis manos recorrían mis muslos, mi verga, acariciaban mis huevos, mi culo. Temblaba de deseo, de calentura. De ganas de acabar tanta leche acumulada. Pero no quería hacerme una paja. Después me pondría más triste y melancólico. Me sentiría adolecente, vacío, deprimido y abandonado. Me enjuagué, sequé y envuelto en una bata, salí hacia el estar de mi departamento de soltero. Quise averiguar quién me había llamado antes. Del contestador salió una voz desconocida: Necesito hablar con vos, decía. Soy Guillermo. "El chico del auto.

Me lo imaginé de nuevo, aquellos ojos "de vidrio" celestes, su pelito corto y teñido, su culito hermoso apretado a su pantalón pescador clarito y ese miedo a que yo le pegara. Un escalofrío recorrió mi cuerpo y me sentí tenso y melancólico. La ruptura con mi ex pareja me había hecho vulnerable y la falta de sexo lo acentuaba, Me dije sos un boludo (idiota) por calentarte con el estúpido que te chocó el auto. Tomé un sorbo de whisky para darme ánimo y lo llamé.

Atendió una voz de hombre: el padre, pensé. Pedí por Guillermo y me dijo que iría a ver si estaba. – Willy, teléfono,-- gritó el hombre y me partió el tímpano a mi. Qué tipo bruto ese, pensé.

La bestia volvió al teléfono y me dijo: - Ya viene, señor.

Mientras esperaba, vino a mi mente ese diminutivo "Willy" y me sonó familiar, pero no me dí cuenta por qué.

Aquí Willy: ¿Quién es? - dijo una voz jóven y reconocí la voz del mensaje: era la de "culito lindo"

.

Marcelo Duprat- contesté nervioso y maldiciendo ser tan calentón y débil.

Uyy Marcelo – dijo. ¿Cómo estás? Sonó simpático, pero muy confianzudo, como si nos conociéramos de siempre. Como si fuera un profesional de venta teléfonica que te llama por el nombre para venderte un lote en un cementerio privado..

Estaba devolviéndote un llamado – contesté y al instante me sentí ridículo. Hablándole nervioso a un chico que no podía tener más de 23 años. Todo por que mi verga desvergonzada, y pedigüeña, se despertó de su letargo al escuchar su voz.

Gracias por llamar, necesitaba hablar con vos. ¿Puedo ir a verte? Su voz sonaba algo distinta, incómoda. Parecía nervioso. Había bajado el nivel como si quisiera evitar que lo escucharan en su casa.

Ahora es muy tarde, pero podrías venir mañana sábado, si querés. Te doy mi dirección – contesté nervioso. Me preguntaba para qué quería verme ese tonto. Me había dejado el auto a la miseria. Era el responsable del choque. Que su compañía de seguros se areglara con la mía. Mi razón decia eso pero mi pija pensaba otra cosa. – ¿Podés venir mañana antes del mediodía? Me lo imaginaba en mi departamento, verle otra vez, admirar su culito tan masculino y sensual, aunque fuera hetero. Aunque fuera demasiado jóven para mi, aunque fuera el idiota que me había embestido el auto.

Mañana a las once estoy por allá.- dijo como excitado y reservado a la vez.

Cuando corté, estaba tan caliente que casi me resbalo en el baño: me desnudé, abrí la ducha, y comencé a bañarme para calmarme. Mi pija dura no quería bajarse, los huevos ya estaban alzados, la cabecita de la verga estaba mojada. Tenés que coger Marcelo, me dije…. Te vas a volver loco si seguís con la abstinencia. Te vas a ahogar en leche. Acaricié mi cuerpo de 39 años. Cuerpo fuerte de mucho deporte, mucho gimnasio y vida sana. Muy poca grasa corporal, músculos por todos lados, un abdomen lisito y sin panza, marcado como una tabla de lavar la ropa. Pija grande, no muy muy grande pero superior a la media, huevos gordos, piernas peluditas. Estaba bueno todavía. Pero ¿por qué calentarme con el muchacho del choque, y su inesperado pedido de verme?

Cuando corté la llamada, me quedé intrigado. Pero dejé de pensar. El departamento esta muy desarreglado, muy desprolijo. Comencé a aspirar, barrer, lavar platos acumuldos. Limpié la cocina, el estar, el baño. Puse desodorantes, velas, sahumerios. Hasta cambié las sábanas de mi cama al levantarme el sábado. Me bañé, me afeité, me puse colonia y ropa limpia. Si había miseria que no se notara. Si estaba triste o melancólico, o deprimido por la ruptura nadie debía saberlo y menos ese mocoso.

Llegó cinco minutos antes, y lo ví por la cámara de mi portero eléctrico, y me pareció diferente. Lo hice pasar y me dispuse a abrir la puerta apenas llamara. Me preguntaba que me pasaba. Después de todo es un chico. Seguramente heterosexual y además me chocó el auto. Dignidad y calma.

Tocó el timbre y al abrir noté que se habia sacado los claritos y los lentes de contacto. Llevaba anteojos parecidos a los míos y sus ojos eran marrones. Ahí me di cuenta quien era. El del choque era el mejor amigo del sobrino de mi ex pareja. Habíamos compartido una fiesta familiar. El me había llevado a mi casa en su auto. Me había atraído muchísimo aquella noche, quizás primero por su cuerpo tan bien trabajado pero luego y más que nada por su sonrisa y su necesidad de aprobación de los otros.

Ahora te das cuenta quien soy me imagino…. Soy el amigo de Rodrigo.-me dijo

mientras me daba la mano e intentaba darme un beso en la mejilla.

Si ahora te reconozco. Sin claritos en el pelo y sin esos ojos celestes de vidrio – le dije no sin cierta sorna.

Jaja, bueno vine al natural. Hoy cuando te choqué o mejor dicho cuando chocamos, estaba con mi abuela y me dio cosa decirle que te conocía , perdoname. "Cosa " en argentino adolescente cotidiano, es como decir : me dió un poco de vergüenza.

Claro, yo era la pareja gay del tio de tu amigo- le dije con rabia, olvidandome de mi condición de gay no asumido, y lo hice como si le disparara. Mocoso de mierda. Se avergonzaba de conocer a un puto.

  • No quise decir eso Marce.- dijo de una manera que compró mi corazón, y luego

como dándose cuenta de lo que le había dicho agregó: ¿Cómo que eras?

¿Ya no lo sos mas? - Sus preguntas ahora me disparaban a mí. Pero yo no

veía la necesidad de ventilar mi vida privada con ese mocoso casi

desconocido, heterosexual y además amigo del sobrino de mi ex pareja..

Lo hice sentar. Nos miramos con una curiosidad mórbida. Seguía siendo el culito lindo de ayer, pero tambien el pibe dulce de sonrisa tímida y perfecta que había conocido la noche de Fin de Año en casa de la madre de mi ex pareja. Pero era además el tipo que había estropeado mi coche. ¿Qué tenia que hacer yo con ese chico en mi casa , un sábado a la mañana?.

Me miraba a los ojos, y no decía palabra. El silencio cortaba el aire. Era como si nos estuviéramos evaluando. Más tarde me dijo que le sorprendió tanto la noticia de mi ruptura que quedó descolocado y que el propósito de su visita había pasado a segundo plano.

En realidad venía a decirme que el me pagaría los daños con su propio dinero. Que no hiciera la denuncia a la Cia de Seguros porque su poliza estaba y que si enteraban su madre y especialmente la bestia de su padrastro (el bruto del teléfono) estaría en problemas. Sacó un billete de cien dólares y me los ofreció como pago a cuenta. "Regalo de mis abuelos para mi cumpleaños" dijo. Se los rechacé. Recordé en ese momento un comentario escuchado durante aquella reunión de fin de año, padres separados, y vueltos a casar. El padrastro un tipo insoportable y dominador, amarrete y canalla. El verdadero padre un crápula que ya iba por su tercer matrimonio y con varios hijos por ahí.

Le dije que denunciaría el accidente con mi seguro como de autor desconocido y que haría lo propio en la denuncia policial. Me dijo que me agradecía el gesto pero que creía que eso era incorrecto: le contesté que todas las Compañías de Seguro eran estafadoras. O la mayoría, que me lo cobrarían con la prima a pagar para la próxima póliza por lo que en el fondo lo pagaria yo. Le dije que lo hacía porque era amigo de Rodrigo, aunque ya no tenía ninguna relación con su familia.

Me miró como queriendo decir algo. Le había perdonado "la vida". No tendría necesidad de explicarle nada a la bestia del marido de la madre. Podría olvidarse del accidente de tránsito, de los daños a resarcir, y hasta de mi..

Se acercó y como con vergüenza me dio la mano. Lloraba, y me dio algo así como ternura por alguien que se emocionaba por semejante tontería. Nos abrazamos. El siguió llorando un ratito. Traté de calmarlo. Hubiera querido acariciar su cabeza, palmear su espalda, pero me atraía tanto que pensé que no podría contenerme. Después de todo el chico era hetero y muy joven para mi

-- Bueno – dijo cuando se tranquilizó un poco. Te agradezco mucho lo que haces por mi Es como si me hubiera sacado una piedra de encima.- me pareció sincero al decirlo.

-De nada.- dije mirándome en aquellos ojos marrones que el había querido reemplazar por vidrios celestes. ¡¡ Que hermoso es este chico !!.

Hacía calor y llevaba tres botones de su camisa abiertos y podía ver su pecho bronceado y lampiño, una fina cadenita de oro abrazando su cuello, y unas gotas de sudor acariciandole las clavículas. El chico me calentaba. Me gustaba demasiado. No podía dejar de mirarlo. Los segundos no pasaban nunca y yo me quería ir, quería salir corriendo para no sentir esa atracción, esa fascinación por esa piel perfecta, por esos huesos y músculos tan armónicos, por esa cara dulce con labios para ser besados y dientes perfectos y blancos. Pero en el fondo no quería que se fuera nunca. El me miraba también sin decir palabra y yo gay superado y mundano me sentí tan adolescente como a los 18 años, tan vulnerable a su a belleza, tan infinitamente sólo.

Me preguntó qué me pasaba. Por qué lo miraba así. No supe decir nada inteligente y apenas pude balbucear:

Es la última vez que nos vamos a ver. Ya no tengo nada que ver con Fidel ni con su familia y por eso no nos vamos a encontrar en ninguna reunión familiar. Te miraba para recordar tu cara , hubiera querido decir. Para grabar en mi memoria casi madura, la belleza insuperable de un muchacho en ese su mejor momento.

Siento mucho que hayas cortado con Fidel, me caías bien.- me dijo con vehemencia juvenil

No lo sientas, Fidel me engañaba con cuantos podía. Ahora estoy bien. La verdad duele , pero libera.- dije con cierto dolor y con una voz que desconocía.

Lo siento sólo por vos, porque sos buena persona, pero no por Fidel, es un batracio, como mi padrastro. Un mal bicho. Te lo quise decir la noche de Fin de Año. Pero no me atreví. No podía entender que le veías a ese zángano. Un tipo tan lindo como vos…..Dijo como si las palabras se le escaparon de esos labios suaves que quise besar.

No me digas lindo que voy a creer que te gusto,- le contesté envalentonado por sus palabras. El chico este no era hetero. O estaba confundido. Además necesitaba más aumento en sus ¿ Yo lindo ?.

Pensá lo que quieras Marce. Pero sos el hombre más hermoso que ví en mi vida. Si yo hubiera sido Fidel. Lo corté.

No me provoques Willy. Andate a tu casa. Conseguiste lo que querías. No te voy a denunciar. Ahora andá, volvé a tu vida. Yo soy un puto que te da "cosa" que te vea tu abuela conmigo.

Perdoname papi. Aquella noche de Fin de Año ¿te acordás?. - Me miró a los ojos y empecé a temblar.

Si ya me dijiste que quisiste advertirme sobre Fidel. Dije como cansado, fatigado sin aliento.

No, no era sólo eso. Te hubiera querido decir que yo también soy gay pero tapado. Dijo con mucha emoción.

Bienvenido al barco, le dije sin mirarlo , como restándole importancia.

Dejame terminar. Que soy gay y que me gustaste a rabiar, que me enamoré de vos, aunque vos ni me miraras y que hubiera querido mandar a la mieda al idiota de Fidel y abrazarte fuerte hasta que amaneciera.

Lloraba otra vez. Era un mediodía lacrimógeno. Este pibe además de hermoso, simpático, dulce, con semejante cuerpo y un culo para ganar un campeonato era además flor de llorón

Ahí afloró mi condición paternal. De padre incestuoso y calentón. De padre tierno, sensibilizado por alguien tan puro y tan simple como para declarar su amor a un adulto con lágrimas en los ojos Y lo abracé. Acaricié su pelo sudado, sequé sus lágrimas, besé sus ojos y sus manos blancas de dedos finos y el se aferró a mi, al puto abandonado por su pareja, al tipo cuyo auto había destruído. Lloró tanto sobre mis hombros que yo también empecé a llorar.

Luego nos calmamos y permanecidos abrazados largo rato.

  • Cojamos papi, me dijo. Y el muchacho llorón de un instante atrás era ahora un hombre sensual, cuyos labios se abrían sensuales, cuyos dedos apretaban los míos, cuyas piernas fuertes me empujaban. Nos miramos a los ojos, como toda esa mañana, y creí adivinar una sonrisa, un estímulo final para cumplir su pedido de sexo, su impoloración de sexo y de amor. Un grito de la sangre, de la cabeza, del corazón y de la pija de los dos.

Lo llevé a mi cama y nuestras manos desabrocharon botones recíprocamente, abrieron braguetas, tiraron zapatos al techo, y nuestras ropas se fueron amontonando en una pila promiscua, sus slips chiquitos y mis shorts, sus medias y las mías, su mochila sobre mi bandeja del desayuno.

Gritaba que me lo cogiera, que lo hiciera mío, que fuera el primero que penetrara su culo virgen. Que lo quisiera, que se sentia morir y caer, caer, caer.

Besé sus labios como quien camina en puntas de pie, lamí su lengua y el hizo lo mismo coo la mía en un duelo rosado de humedades y calenturas. Besé su cuello fuerte, lami las gotitas de sudor que recorrian sus clavículas y sus tetillas. Mi lengua repasó largamente aquellas tetillas suaves , puntiagudas, y rotundas que crecían en su pecho como pequeñas vergas erectas. Mordí suavemente esos pezones y el gimió una y otra vez. Con miles de manos, repasaba su culo hermoso y suave, su culo deseado, su raya milagrosamente desprovista de pelos, y mis dedos curiosos, se internaban en la maravilla de su orto que iba resistiendo mi avance invasor.

Tocó mi pija como quien encuentra un salvavidas en alta mar. Y en sus manos frías de dedos largos y fuertes, mi poronga creció, se llenó de sangre, de semen, de pasión, y aceptó aquel abrazo tenaz de sus manos apasionadas. Corrió la piel de mi cabecita y se estremeció cuando advirtió mi humedad, mis propias lágrimas de deseo en sus dedos. Me miró a los ojos otra vez, y siguió masturbando mi verga mientras yo hacía lo mismo con la suya. Su verga linda de chico bueno. Corrí su pelo de la frente y lo besé apasionadamente. Mi beso era una manera de decirle que todo estaba bien, y el reconociendo el mensaje, devolvía mi pasión con la suya más caliente aún. Se arrodilló y se metió abruptamente mi pija dura y chorreante en su boca y creí morir de deseo. Hacía tanto que no me pasaba esto

Mamó mi verga con intensidad, como afiebrado, el deseo era su droga, y mi sexo su meta. Lamió mi cabecita y mi tronco y desde el piso me miraba como pidiendo aprobación y sin palabras, se la di tomando su cabeza y profundizando mi penetración hasta su garganta.

Pero no quería acabar ahí Tenía que cumplir su pedido. Cogerlo. Cogerlo y hacerlo mío. Con infinita paciencia dilaté su orto, y con cada penetración de mis dedos lubricados , venía un suspiro y un beso mío en su cuello , en sus hombros, en su pelo, y cuando el instante se prolongaba , y dos de mis dedos martillaban con facilidad en su orto abierto para mi placer, me aparté y me puse el forro lubricado, el que había reservado para un momento especial y único como este, y vestido con mi condón de lujo, se la metí de a poco, superando sus quejas, su dolor, sus gemidos , sus llantos, y sus gritos de placer cuando la penetración se consumó del todo y mi verga, mi alma, mis sueños y toda la fuerza de mi deseo se fundieron con su cuerpo.. Y me lo cogí una y otra vez entre sus gemidos, sintiendo la potencia de su cuerpo, la dureza de sus piernas y la insuperable delicia de su culo.

Esa tarde cuando el teléfono sonó, nos encontró desnudos, abrazados, las piernas entrecruzadas, su cabeza en mi pecho y nuestros cuerpos acariciados por la suave brisa que se colaba por la ventana, felices, juntos. A lo lejos la ciudad inmensa dormía la siesta del día sábado.

galansoy

Un relato de amor para calentar corazones y otras cosas…... Agradeceré sus comentarios y valoraciones. . Un enorme abrazo a todos.g.