Accidente de circulación (ll)
Marta baila como una diosa, pero folla como una principiante, ¡Vamos a ayudarle!
Hay un relato anterior, "Accidente de circulación (l)"
Recibo una llamada al móvil. Me paro en doble fila y la atiendo. Mientras tanto observo como varias jóvenes con aspecto jovial y cuerpos muy cuidados, se desparraman por la acera. Me agacho un poco para ver mejor; es media tarde y estoy justo a la salida de un gimnasio.
Una de ella se para en la acera esperando a alguna compañera que se retrasa. Tiene un cuerpo estupendo, lo sabe y le gusta realzarlo tanto que roza la provocación. Maillot ajustado, doble camiseta y calienta piernas caídos en los tobillos.... sin duda una mujer de bandera. Yo la contemplo con deleite.
Finalmente, aparece su compañera. Esta lleva también ropa deportiva bastante más discreta y aunque también se adivina un cuerpo hermoso, no resulta tan llamativa. Las miro con curiosidad... y me llevo una buena sorpresa!!, es la mujer con la que tuve que rellenar el parte de accidente. No me acuerdo de su nombre... Marta.
Sin tiempo a pensar en más, mi mano se dirige al claxon y lo pulso tres veces. El corazón me palpita enloquecido pues el polvo que echamos en el coche ha quedado grabado. En un principio no responden a mis llamadas y vuelvo a hacer sonar el claxon.
Me agacho un poco para que se me vea bien y hago gestos con la mano. Marta, mira hacia el coche, y parece que no me reconoce, pero finalmente me dirige una amplia sonrisa y me hace un gesto con la mano.
Veo como terminan su conversación y parecen quedar para otro día. Después con determinación Marta se acerca a mi coche y se mete dentro.
- "Que sorpresa, Ignacio!", dice al entrar luciendo una amplia sonrisa que le ilumina la expresión.
- “También yo me alegro mucho de encontrarte”, le respondo dejando bien palpable mi alegría por el encuentro.
A continuación intercambiamos las frases y preguntas tópicas de quien se encuentra con otro, se alegra y no sabe cómo continuar. Mientras hablamos vuelve a mi mente mi mente nuestra aventura. Esto me estimula y me da una fuerza especial.
Con naturalidad, pero rompiendo totalmente nuestra conversación anterior, le pregunto:
- "¿Quieres venir a mi casa?. Lo que pasó en tu coche no puede quedar sin continuidad
Le ha sorprendido mi propuesta. Tras dudarlo mucho durante unos interminables segundos atiende a una vocecita interior que le aconseja que su respuesta sea afirmativa. Al final dice:
- "de acuerdo, llévame a tu casa, me tengo merecido pasar un rato contigo”
Pongo el coche en marcha y me dirijo rápido hacia mi casa. Durante unos minutos ambos permanecemos en silencio, yo concentrado en la conducción para que el viaje sea rápido y sin contratiempos, ella supongo que cavilando una posible excusa para darle a su marido si le pregunta por el retraso.
Primero con comentarios intrascendentes sobre la ciudad y luego con preguntas inocentes sobre nosotros, se va fundiendo la barrera que parecía haberse alzado entre nosotros.
Tras aparcar el coche en el garaje, nos miramos fijamente y nos acercamos lentamente hasta fundirnos en un apasionado beso. Me adelanto y voy abriendo las puertas mientras ella me sigue a corta distancia y con cierto sigilo. No conviene que nos vean. Ella viene del gimnasio y el atuendo no deja muchas alternativas. Ya en casa, frente a ella no sé cómo empezar.
Le comento lo sexy que me parece su indumentaria deportiva, el tipazo que tiene y se me escapa algún comentario de lo espléndidas que me han parecido sus compañeras.
Con mucha determinación y energía me conduce hasta el sillón que hay en el salón. Me hace sentar, y tras hacerme unas cuantas carantoñas se dispone a dedicarme una clase de zumba para que pueda disfrutar de su cuerpo perfecto evolucionando a pocos centímetros.
De su bolsa saca un pequeño altavoz que sintoniza con el móvil. Es unos segundos suena una música alegre y movida que le da pie para hacer una coreografía muy ensayada. Marta derrocha energía y se mueve con ritmo luciendo todo su cuerpo.
Me encanta verla dando vueltas, saltando, abriéndose de piernas o flexionando la espalda para ponerme su culo en pompa a escasa distancia de mi cara.
Resoplo de forma ostensible, silbo cuando el movimiento se lo merece y le hago ver mi entusiasmo mostrando el enorme bulto que tengo entre las piernas.
Ella me sonríe picarona, de vez en cuando se acerca para pasarme la mano por encima, lo que agradezco de forma sonora, luego vuelve a sus mágicos movimientos que me tienen embelesado
Las mayas se ajustan perfectamente a sus piernas y su trasero. Cualquiera diría que esta desnuda pero que tiene la piel de color gris perla. El top le sujeta y modela el pecho, aunque no puede evitar que las tetas boten cuando da saltitos. Me encanta como se le mueven.
Se acaba la canción y mientras empieza la siguiente viene hacia mí, me desabrocha el pantalón y me saca la polla (por fin un respiro a tanta presión), me da unos cuantos meneos y luego me hace que me la coja acompañándome con su mano para empezar una rica paja.
Entiendo que lo que quiere es que me pajee delante de ella mientras sigue con su ejercicio. Yo le obedezco con sumo gusto.
- ¿Te gusta cómo bailo?, me pregunta moviéndose de forma insinuante delante de mi.
- “Tienes un cuerpo sensacional y te mueves de maravilla”, le digo mientras mi mano hace un sube y baja bien intenso.
- “Muchas gracias Ignacio, a mi marido no le gusta nada, dice que es una pérdida de tiempo”, dice mojándose los labios.
- “Pues a mi me encanta… solo tienes ver como estoy”, le digo mientras se enseño la polla completamente erecta y gorda a reventar.
Marta cambia su clase particular de zumba por una clase de baile todavía más sensual. La muy zorra parece disfrutar mucho al ver que con su baile me ha puesto como un toro.
Yo se lo agradezco y le hago ver el resultado. A Marta le encanta sentirse tan deseada y se recrea con sus sensuales movimientos.
Me levanto y la beso de forma apasionada. Sin perder un instante, la llevo a la habitación. Mientras nos besábamos, quiero desnudarla y hacerla mía. Marta se resiste. En su lugar, quiere desnudarme por completo.
Cuando ya estoy completamente desnudo, me empuja sobre la cama. Marta empieza a quitarse la ropa, mientras contonea sensualmente su bonito cuerpo. "Un striptease de lujo para mí", pienso, mientras mi mano buscaba ansiosa la polla que ya está a punto de reventar.
Se quita las braguitas tras baile muy estimulante... y se recuesta junto a mí como una gatita melosa.
Sin perder un instante, comienzo a besarle los hombros y lamer sus pezones. Me pongo encima para poder continuar con mis caricias. De forma brusca e inesperada, Marta me coge la polla y se la dirige hacia su chocho. Pone sus manos en mis nalgas y aprieta con fuerza.
Se le escapa un pequeño grito. "no estaba suficientemente preparada", pienso, "a mí me gusta recrearme más".
A continuación, Marta empieza a moverse casi compulsivamente, como con prisas. A mi parecer gime de forma exagerada. "No creía tener tanto poder de proporcionar placer", me dice el subconsciente.
Tras unos instantes en esta postura veo que hay algo que no rueda bien y llego a la conclusión de que esto no es normal. Se mueve como una diosa mientras baila, pero parece una principiante mientras hace el amor. La preparación había estado bien; el zumba sexy y la danza muy excitante, esta parte la he superado con nota, pero la parte final era propia de adolescente.
- "Para... para... por favor, para un momento", le suplico
- "déjame a mí que lleve el ritmo", "tu déjate llevar... Piensa que estas soñando, sin poder despertarte, ni moverte", le digo al oído.
La pongo boca arriba, le coloco los brazos por encima de la cabeza, sin posibilidad de poder hacer nada con ellos. La beso con dulzura en los labios y a continuación en el cuello. Con la mano acaricio sus bonitos pechos que en esta posición quedan erguidos y duros, con los pezones levantados apuntando hacia el cielo.
También, a ellos les paso la lengua con ganas de lamerlos y chupándolos.
Así me paso jugueteando varios minutos, hasta que mi mano se desliza a lo largo de todo el cuerpo hasta encontrar el pelo de su pubis. Tras enredarme mis dedos con sus pelitos varias veces, me decidí por acariciar su chocho.
Estaba caliente y húmedo. Tras acariciarlo con extrema suavidad, mi dedo se introduce lentamente, buscando todos los rincones. La respiración de Marta, cada vez está más acelerada, pequeños gemidos se le escapaban de su boca.
Ahora sí, me coloque encima de ella si le metí la polla tan lentamente como pude. Cuando ya está toda dentro, empiezo a mover las caderas para que Marta la note bien dentro de ella, a la vez que roza todos los rincones de su chocho.
Con mis brazos extendidos y apoyándome sobre las manos, me permito jugar con las caderas a mi antojo. Si perder contacto con su cuerpo, echo mi culo hacia arriba y la polla se sale hasta la mitad. Luego lentamente, me dejo caer y la vuelvo a meter toda dentro.
Con estos juegos, pasamos largos minutos, hasta que al fin Marta me susurra:
- "No pares ... no pares... sigue... mas... más", hasta que estalla en un largo gemido.
- “He estado esperando este momento toda mi vida”, “dame más, dame fuerte… necesito un hombre como Dios manda.
Sus uñas se clavan en mis nalgas, yo también grito, y a continuación me corro como un caballo.
Deverano.