Acapulco
Mi plan era encontrar un muchacho guapo de buen cuerpo con el cual pasar la noche, mi cuerpo lo necesitaba.
La noche acababa de empezar. Era la primera vez que salía de viaje a Acapulco con mis amigas, sin los padres, tenía 18 años y era la más joven de todas. El plan era ir a bailar a la disco y ver que podíamos conquistar. Quedamos de acuerdo en que si nos separábamos y al llegar al cuarto estaba colgado el letrero de no molestar significaba que alguna de nosotras estaba con alguien y tendríamos que esperar a que terminaran para entrar. Mi plan era encontrar un muchacho guapo de buen cuerpo con el que pasar la noche, mi cuerpo lo necesitaba.
Había roto con mi novio hacía 4 meses y desde entonces lo único que había hecho era masturbarme 2 o 3 veces en las noches, sola en mi cama, así que esa noche me desquitaría. Me vestí muy sexy, una minifalda tipo escocés roja, una blusa negra sin sujetador y mi tanga blanco más pequeño que tenía.
A la hora de decidir a donde ir a bailar nunca nos pusimos de acuerdo por lo que nos separamos. Yo fui a una discoteca que tenía un ventanal enorme por el cual se veía la bahía de Acapulco de noche. Al comienzo de la velada me sacaron a bailar un par de tipos sin charla, aburridos y bastante feos así que rápidamente les decía que estaba cansada para que me llevaran a la mesa. Mientras transcurría la noche decidí que no bailaría con otro hombre feo por lo que me quede sentada un buen rato.
Como a la hora de estar sentada, casi me estaba durmiendo y cruzaba por mi mente el terminar la velada sola y masturbándome nuevamente en el baño de cuarto o quizá en el del hall de hotel porque mi cuarto lo estaría ocupando alguna de mis amigas. El solo hecho de pensar que alguna de ellas estaría con un hombre guapo, musculoso y con un gran miembro teniendo una noche increíble me comenzó a excitar.
De pronto una voz me saco de mi pensamiento – ¿Quieres bailar? –era una chica rubia de ojos azules, muy buen cuerpo, grandes senos, caderas redondas y unas piernas grandiosas en un minivestido blanco muy pegado a su cuerpo lo cual la hacía exuberante. Al principio me desconcertó tanto que no pude contestar nada. -Perdona, te veo aburrida. ¿Quieres bailar?- volvió a preguntar ella. Durante unos cuantos segundos lo pensé pero llegué a la conclusión de que era una buena idea. Los chicos en la disco me verían, no tendría que estar a la defensiva y además me quitaría de estar pensando en mis amigas – Si, claro por que no- dije.
Bailamos durante un buen rato. Ella era una gran bailarina, en algunas piezas de rock & roll bailamos increíble. Ningún hombre me había llevado tan bien en un baile. También me hacía comentarios de las personas que bailaban a nuestro alrededor que me hacían reír mucho, claro que para hacerlo se me pegaba mucho para decírmelos al oído. Al principio no le di importancia, pero poco a poco el roce de sus senos me comenzó a excitar lo cual me espantó un poco. "¿Como es posible que me excitara una mujer?" pero después llegué a la conclusión de que era una mujer muy bella y que además me estaba divirtiendo mucho.
Poco a poco fui dejando que cada vez se acercara más y me decidí a disfrutar el momento sin ningún prejuicio, después de todo yo acepté bailar con ella y podía irme cuando quisiera. Pasó poco rato cuando la música se puso romántica y el lugar a media luz. Mi primera intención fue la de caminar hacia la mesa pero ella me tomó de la cintura con una mano y con la otra tomó mi mano llevándome hacia ella suavemente. Mi única reacción fue poner mi mano en su hombro y pararme junto a ella.
Comenzó a moverse con el ritmo de la música y sin pensarlo más yo la seguí en el baile. La suave balada nos fue juntando más, acercó su mano y la mía a su pecho como cuando los hombres intentan hacer el baile más romántico, me acerque más a ella, la punta de sus senos tocaban mi pecho y sus piernas rozaban las mías. Mi mano tocaba su seno grande pero firme, en una reacción que todavía no entiendo porque la hice me acerqué para recargarme en su hombro. Nuestros cuerpos se rozaban tanto que casi no podíamos movernos y era tan excitante que comencé a sentir húmedo entre mis piernas. Al poco rato ella me sugirió que fuéramos a retocarnos el maquillaje al baño.
Después de pasar por las mesas a por su bolsa y la mía, nos dirigimos al baño. Cuando entramos había 5 chicas más así que para vernos al espejo ella se tuvo que parar detrás de mi y como era un poco más alta que yo no tenían ningún problema. Poco a poco se fueron yendo las otras chicas y quedamos solas en el baño. Ella seguía detrás de mí, yo estaba muy ocupada en corregirme el delineador cuando comencé a sentir su cuerpo rozar el mío por la espalda. Su mano comenzó a acariciar mis piernas muy suavemente, yo me quede inmóvil, no sabía que hacer. Ella se acercó más por detrás. Yo podía sentir sus senos tocar mi espalda. Con su otra mano acariciaba mis redondos pechos y mis pezones que se comenzaron a endurecer. Estaba muy excitada y mi sexo parecía un lago de lo mojado que estaba.
La mano que tocaba mis piernas la comenzó a subir hasta meterla debajo de mi falda y, aprovechando que mi tanga era muy pequeña, pudo meterla entre mis piernas y acariciarme el clítoris. Mi reacción fue darme la vuelta enfadada pero lo único que salió de mi boca fue un gemido de placer por la forma en que me tocaba los senos y la entrepierna, y antes de que pudiera pronunciar alguna palabra sus labios besaron los míos. Fue un pequeño toque, su lengua acarició mi boca, antes de que pudiera ser más profundo el beso alcanzamos a oír que alguien entraba al baño, rápidamente sacó su mano de debajo de mi falda. – Vámonos a seguir bailando – me dijo, con la intención de que las chicas que entraban la oyeran. – Claro, nada más guardo mis cosas – comencé a guardar todo en mi bolsa muy despacio porque estaba tan excitada que no podía ni caminar. Cuando me tranquilicé un poco comencé a caminar a la puerta. Ella me tomó del brazo y se acercó a mi oído. – Si quieres nos vamos a algún lugar donde podamos estar solas- Su cara era como de niña traviesa y yo estaba tan excitada que seguramente con solo rozarme un poco más podía tener un orgasmo. – Si, vamos donde quieras. – ¿Te parece bien mi cuarto de hotel? – Claro, déjame pagar la cuenta y nos vamos.
Nos dirigimos nuestras mesas, yo a pagar la cuenta y ella para avisarle a sus amigas. Por unos segundos pensé que estaba loca. ¿Cómo pensaba en irme con una mujer a su cuarto para estar a solas? Pero estaba tan caliente que las otras opciones eran hacérmelo sola o buscar a cualquier hombre para que me terminara y en ese momento esas opciones me parecían espantosas, así que pague rápido y me dirigí a la puerta donde ella ya estaba lista con un taxi.
No tardamos mucho en llegar al hotel. Al entrar al cuarto me sentí un poco asustada pero ella era muy amable conmigo – ven, siéntate en la cama. – Si. – No te preocupes te voy a tratar como una reina. Se acercó a mí y me dio un beso suave seguido por otros más profundos mientras que poco a poco me desabrochó mi blusa para acariciar mis senos desnudos. Como vio que yo no me movía ella se quito el vestido y me acostó en la cama. Antes de que me diera cuenta estaba sin ropa, besaba todo mi cuerpo, mis pezones estaban muy duros… Poco a poco me fue abriendo las piernas, yo cerré los ojos para sentir todas sus caricias, me besó el cuello, los senos y al llegar a mi sexo estaba a punto de correrme en su lengua… acariciaba mi clítoris mientras que poco a poco comenzó a jugar con mi ano. Era excitante. Antes de poder pensar más la excitación fue tanta que tuve un orgasmo. Ella levantó su cabeza para sonreírme – bien mi niña, bien, gózalo- me dijo mientras yo gemía de placer.
Cuando me tranquilicé un poco ella se acostó con las piernas abiertas junto a mí, por lo que supuse que lo que quería era que yo le besara el sexo, así que puse mi cabeza entre sus piernas y comencé a acariciarla con mi lengua. Primero pensé que me daría mucho asco pero cuando comenzó a gemir y a estar más húmeda me gusto tanto que la hice tener un orgasmo tan rico que me dio un poco de envidia porque yo seguía muy excitada. Con una de sus manos me tomó de la cabeza para que no pudiera separar mi boca de su clítoris y con la otra abrió el cajón de su mesita sacando un consolador muy grande. – Mira lo que tengo para ti, estoy segura que te va a gustar, ven acuéstate aquí y abre tus piernas.
Cuando tome posición ella lo fue metiendo a mi vagina. Aquel miembro era increíble, era del un grosor exacto y me lo metió hasta adentro. Me sentía toda llena de aquello. Cuando lo vi bien yo tenía metido la mitad y quedaba otro tanto para ella – Es para las dos al mismo tiempo – se puso enfrente de mí y comenzó a metérselo hasta que su raja toco la mía. Yo no podía emitir palabra, lo único que hacía era gemir y mecerme para que se moviera el consolador dentro de mí. El roce de su raja contra la mía era tan fuerte que las dos nos vinimos con un gran orgasmo que nos dejo tendidas en la cama un gran rato.
Cuando me pude recuperar me saque el consolador y me vestí. – Me tengo que ir, mis amigas se pueden preocupar por mí. – Bueno, ¿te puedo ver otro día? – Claro que si. Se paró todavía desnuda y me dio un beso en la boca – ¿te gusto? – Si, mucho, adiós – correspondí a su beso y salí de cuarto.
Cuando estaba sola en el pasillo me sentía culpable por haber hecho el amor con una mujer. Me preguntaba si eso significada que yo era lesbiana. Ese pensamiento me asustaba. A mí siempre me habían gustado los hombres, pero por otro lado había disfrutado mucho con aquella hermosa chica.
Mientras esperaba el ascensor llegaron dos muchachos de los que ayudan con las maletas en el hotel. Eran bastante guapos y pensé que sería una buena prueba para resolver mis dudas el tener algo con ellos. Podía sentir su mirada sobre mi cuerpo lo cual comenzó a excitarme. Cuando llegó el ascensor me dejaron pasar primero dándome una pequeña palmada en el culo. Yo sólo les sonreír y entre al ascensor. Cuando estábamos los tres adentro uno de ellos me comenzó a acariciar por detrás las nalgas… yo no decía nada sólo estiró mi mano a su miembro para darle una pequeña caricia. Los tres nos sonreímos. El otro chico paró el ascensor en otro piso, el chico que me acariciaba me tomó de la mano y me sacó del ascensor.
Los tres nos dirigimos al pequeño cuarto donde guardan las toallas y las cosas de limpieza. Entramos rápidamente y mientras uno de ellos cerraba la puerta el otro metió las manos debajo de mi falda para quitarme mi tanguita y acariciarme la raja. Se dio cuenta que yo estaba muy mojada, entonces me tomó por la cadera, me dio la vuelta y me agacho para metérmelo por detrás. Su pene era muy grueso y largo… yo creo que de no haber sido por que estaba tan húmeda me hubiera lastimado pero en lugar de eso sentí un placer enorme… me llenada toda. El otro chico se paró enfrente de mí sin saber que hacer, yo lo cogí hacia mí, le desabroche el pantalón, se la saque y me la metí por la boca. Poco a poco se le fue poniendo más dura dentro de mi boca mientras que por detrás su amigo me follaba cada vez más fuerte. Yo me sentía medio puta por hacer eso pero era tan excitante… Al poco rato los golpes de su cadera contra mis nalgas fueron tan rápidos y duros que me dio a entender que se iba a correr por lo que les dije que cambiaran de posición. Ellos sin decir nada se cambiaron de lugar y en cuanto me los metieron yo comencé a mamárselo muy fuerte hasta que se corrió dentro de mi boca. Su leche era caliente…
Al mismo tiempo, el chico que me follaba por detrás me penetró más fuerte, sacando y metiendo su dura polla de mi sexo adolescente y comenzó a correrse, primero dentro de mí y después lo sacó para terminar echando toda su leche sobre mis nalgas.
- Por favor antes de que se te ablande métemela por el culo – Ellos me acostaron en una toalla de lado y uno me la metió por el culo y el otro por la vagina. Eran tan grandes que apenas podía moverme, los dos me la metían y me la sacaban muy fuerte hasta que tuve mi orgasmo, tan fuerte que los dos me tuvieron que tapar la boca para que no nos oyeran los huéspedes. En cuanto terminé me acosté boca abajo para tranquilizarme. Cuando levanté la vista estaba sola, mi tanguita estaba junto a mí con unos billetes. Traté de alcanzarlos para darles su dinero y decirles que yo no era de ese tipo de chicas, pero mis piernas todavía no me respondían por el brutal orgasmo que había tenido, así que tuve que esperar un rato para descansar mientras me limpiaba las nalgas de la leche de ellos. Luego me puse la ropa y salí del hotel. Los muchachos habían terminado su turno así que no pude verlos por lo que me fui a mi hotel.
Al llegar a mi cuarto estaban mis amigas hablando de sus aventuras de la noche. Al verme me preguntaron que como me había ido a lo que respondí: -Nunca me vais a creer así que solo os digo que fue una noche única y además tengo dinero para repetirla mañana.