Academia Wellington, entrégate al pecado 5

Esteban ha encontrado la forma de detener a Mike, pero éste no va a permitir que lo detengan sin haber cumplido su objetivo.

Esta serie está llegando a su final. Me ha gustado mucho realizarla pero me cuesta un poco seguir escribiéndola porque me voy quedando sin ideas. Quiero aclarar que las escenas del principio forman parte del argumento, pero no son muy relevantes para la historia, si no os gustan, podéis saltároslas, aunque en este capítulo en específico no os lo recomiendo porque este capítulo si tiene relación con la historia del principio. Espero que disfrutéis del capítulo 5.

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Academia Wellington, entrégate al pecado

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Un relato del Enterrador

Koti Saatanan, Finlandia. Fecha desconocida, 08:21 PM

-¡Mamá! ¡Me encanta el teatro!-dijo mi pequeña Lizzy, que por cierto acababa de cumplir 5 años.

-Ya lo sé hija… Hoy van a representar Alicia en el país de las maravillas, una obra para niños, así que disfrútala-dije yo animando a mi pequeña- Shh… Ya han apagado las luces.

Todo el teatro se quedó a oscuras, el telón comenzó a moverse y de él apareció un señor con sombrero de copa y máscara veneciana, con una taza de té en la mano. “Qué raro… Que yo recuerde el sombrerero loco no llevaba una máscara veneciana” pensé. El hombre sonrió y se dispuso a hablar.

-Bienvenidos damas y caballeros, ha llegado el día, el día en que el mundo entero conocerá la existencia de un mesías, un mesías que acabará con todo-dijo el hombre gesticulando y hablando en voz alta.

Yo no sabía lo que pasaba… Habíamos venido con nuestros hijos a disfrutar de una obra de teatro infantil. ¿Qué era todo eso? Mi hija parecía muy concentrada así que no le dí más importancia y me dispuse a ver la obra.

-Bien. Creo que es hora de comenzar la obra-dijo el hombre.

El telón se cerró para después de un rato volver a abrirse. Ahora, había un escenario, un prado donde había un peluche de un conejo. Entonces, vi a mi hija acercándose al escenario. Ni siquiera había notado que se había separado de mí. Parece que el público podía participar. Eso me gustaba. Mi hija siguió al conejo y el escenario cambió a una madriguera. Andó hasta una puerta y llegó a un bosque. Una sonrisa apareció ante ella. Era el gato de Cheshire.

-Pequeña, si has de morir, hazlo sin mí-dijo el gato antes de desaparecer.

El escenario cambió de nuevo y el señor del sombrero tomaba el té son una sonrisa en su rostro. Mi hija se acercó a él y éste le indicó que se sentara. El señor le ofreció un té y ella aceptó.

Ambos charlaron y rieron pero era como si no pudiera escucharles, sus voces parecían lejanas. Creía que me estaba mareando, así que iba a salir un momento a tomar el aire, pero no sé por qué, estaba paralizada, no podía moverme. Algo raro pasaba, cuando miré de nuevo al escenario mi hija estaba en un castillo, parecía preocupada y la reina de corazones le gritaba.

Lo siguiente que pasó fue impensable. Oí: “¡Que le corten la cabeza!” y una guillotina arrancó la cabeza de mi hija de su cuerpo. El sombrerero loco apareció en la escena y comenzó a reír de manera lejana. Entonces todo paró. Todo volvió a la normalidad. Podía moverme y escuchar todo perfectamente, pero mi hija estaba en el escenario guillotinada.

-Espero que hayan disfrutado de la obra, ahora es el momento del gran final, esto que han visto tan solo era el prólogo-dijo el sombrerero loco.

Aquello fue nuestro fin. Cuchillas de guillotinas caían del techo y comenzaron a arrancarnos la cabeza una por una. Antes de morir, miré a mi hija, muerta y miré a aquel hombre que simplemente me sonrió. Después morí.

Capítulo 5-:Mike: pois hänen päänsä! (¡Que le corten la cabeza!)

QUEDAN 9 DÍAS…

Academia Wellington, Galicia. 10 de octubre de 1963, 10:15 AM.

Hacía dos días que no veía al mequetrefe de Esteban. Al parecer había seguido mi consejo y se había largado. Eso era lo que yo quería. Él era mi amigo. Mi único amigo, de hecho, pero ahora soy un monstruo, un monstruo que ha dejado de sentir compasión y aprecio, mi deseo de venganza era mucho mayor. Lo único que quedaba de mí era el amor que una vez sentí por… ¡No! Ni siquiera ahora puedo decir su nombre. Cuando murió a mi lado me prometí a mi mismo que vengaría su muerte.

Él se reencarnó, se reencarnó en Ángel. Qué irónico, ahora se llama Ángel. Podría decirse que el es un ángel y yo un demonio. Aunque no es así, yo no soy un demonio, yo ya no soy nada. Solo un monstruo sediento de venganza. No quiero que me vea así, ni que se vea involucrado en esto. Por eso lo eché de aquí. Ocurrió hace dos días:

-¿Sabes? Ayer tuve un sueño muy raro-dijo Ángel mientras desayunaba.

-¿Ah, sí?-dije yo fingiendo no saber de lo que hablaba.

-Sí. Verás… Nos hacían una fiesta de bienvenida y acabábamos castigados-dijo él sorbiendo de su batido.

-¿Y en qué consistía el castigo?-dije yo para comprobar su reacción.

-En… Esto… No lo recuerdo…-me mintió, supongo que era algo que no le sueles contar a tus amigos.

-Ajá. ¿Y cómo te sentiste?-dije yo mirándole.

-La verdad es que fue el peor rato de mi vida, fue todo… Tan real… No podría pasar por algo así… Me traumatizaría para siempre. Menos mal que fue solo un sueño-dijo él esforzándose en sonreír.

Cogió su bandeja, tiró la comida y fue a devolverla. No quería que pasara por eso, su presencia aquí me sorprendió mucho. El día que vine, lo vi en la puerta, entrando, e inmediatamente me dí cuenta de que era él. Por eso no pude articular palabra durante el primer día. ¡No pensaba permitir que volviera a sufrir! ¡Jamás! Puede que fuera tarde para mí, pero él debía ser libre y llevar una vida feliz.

Una vez en la habitación:

-Oye, Ángel, ¿nunca te has preguntado porque soy amable contigo?-dije con mis ojos clavados en el libro de medicina.

-N-no, ¿p-por qué?-dijo visiblemente nervioso.

-Yo tampoco, eres un simple gusano que no sirve para nada-dije sin inmutarme.

-¿C-cómo dices?-dijo él sorprendido.

-Ah… No quiero que estés a mi alrededor, me molestas. Eres un estúpido crío-dije esta vez, mirándolo a la cara.

-¿P-Por qué me dices esto?-dijo él nervioso.

Me acerqué a él y acerqué mi cara a la suya, le dije:

-Porque quiero que te largues de mi vista.

No fue difícil convencer al director(sí, estaba vivo. Aunque lo matara, lo resucité para que Ángel no sospechase, y le borré la memoria). Al poco tiempo, Ángel se estaba yendo, tuve que hacer que me odiara, para que no volviese jamás.

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Han pasado dos días, y ahora puedo cumplir mi venganza, quedan 9 días. Entonces, llegará el momento.

Decidí saltarme las clases y dar un paseo por ahí. Tenía 9 días, pero primero debía encontrar a aquel anciano. El anciano que me mató.

Anduve por el pasillo durante un rato, hasta que vi a ESTEBAN con una piruleta en la boca como de costumbre, saliendo de su habitación. Ese gusano me había desobedecido.

-Bien… Voy a disfrutar de un magnífico espectáculo, justo como aquella vez. Voy a necesitar tu ayuda, Lizy, o debería decir… Alicia-dije hablando solo.

Tras de mí, apareció una sombra, la sombra de lo que una vez fue una niña feliz y vivaracha de mi pueblo, aquel que yo tanto odiaba. Le costaba mantener el equilibrio, normal… NO TENÍA CABEZA…

Bien… Me gustaría hacer un receso en la historia principal. Damas y caballeros, les voy a relatar un cuento, un cuento de una niña llamada Alicia, o mejor dicho… Les voy a relatar una muerte… La muerte de un joven llamado Esteban, Esteban Casanova.

Permitidme ser el narrador de esta macabra, pero deliciosa historia.

La joven Alicia buscaba desesperadamente a Esteban, el conejo blanco. Si lo encontraba, yo, el sombrerero loco, le devolvería su cabeza. Corrió por los pasillos en busca de su objetivo, mas, se chocaba contra la pared una y otra vez, algo comprensible, ya que no tenía cabeza, ni por consiguiente, ojos.

El conejo blanco, ignorante de que era perseguido, fue a encontrarse con la Reina de Corazones, también conocido como el director del centro. Según parece tenía en su poder la fórmula para acabar con este viejo sombrerero. El sombrerero, con la intención de no ser decapitado, decidió ayudar a Alicia. Le quería devolver su cabeza. Pero… ¡Vaya por Dios! La cabeza de Alicia obraba en manos del gato de Cheshire. Había que matar a ese gato y recuperar su apreciada cabeza.

Los gatos solían reunirse en el patio de la academia para mendigar trozos de pescado a los estudiantes. El sombrerero llevó a Alicia al patio, no fue fácil, la tuvo que llevar sobre los hombros, pero juntos lo consiguieron. Alicia confiaba ciegamente, pues no tenía cabeza, en el sombrerero. Pero recordad, niños. Nunca hay que fiarse de un loco. Y éste hombre lo estaba, así que cuando llegaron al patio, el sombrerero comenzó a reír.

-¡Jajaja! ¡Lo olvidé! Si te doy la cabeza, no me ayudarás a encontrar al conejo blanco. Aunque no perdemos nada por preguntarle al gato de Chesire sobre su ubicación, jaja, ¡es obvio que estoy loco!-dijo el sombrerero con una sonrisa de oreja a oreja.

-.....-dijo Alicia, aunque nadie pudiera oírla.

-Sabias palabras, jovencita-dijo una voz.

-¡Vaya, vaya! ¡Tú puedes entenderla! Genial, ¿qué ha dicho?-dijo el sombrerero.

-¿Debería decirlo? ¿O deberías saberlo?-dijo el gato.

-Quizá ambas cosas-dijo el sombrerero agarrándose el sombrero.

-Ha dicho que las mejores personas del mundo lo están-dijo el gato, y dicho esto, una sonrisa prominente apareció entre los gatos.

-¡Qué gran verdad!-dijo el sombrerero sonriendo de nuevo.

-Jovencita, que sepas que loco no es el que ha perdido la razón sino el que lo ha perdido todo todo menos la razón-dijo el gato apareciendo sonriente.

-Esa frase no es de este cuento…-dijo el sombrerero molesto.

-Pero en tu caso es cierto, ¿no es así?-dijo el gato.

-¡Basta de charla! ¿Dónde está ese conejo?-dijo el sombrero alterado.

-Ah… Pues puede estar en todas partes, y a la vez en ninguna-dijo el gato.

-¿Y si te doy una raspa de pescado?-dijo el sombrerero sacando una raspa de pescado de debajo de su sombrero.

-Entonces está en el despacho del director-dijo el gato lanzándose a por la raspa.

El sombrerero y Alicia llegaron al despacho de la Reina de Corazones, el director. El conejo blanco, Esteban, estaba dentro.

-Peguemos la oreja a ver…-dijo el sombrerero pegando la oreja.

-¿Cree que me voy a creer esas fantasías hippies de un homosexual como usted?-dijo el director.

-Tiene que creerme, la única forma de detenerlo es…

De repente, el conejo se quedó perplejo, todo había cambiado. Ya no estaba en el despacho del director, estaba en el castillo de la Reina de Corazones. Estaba en el banquillo de los acusados, Alicia estaba entre el público de la sala. Aunque no tenía cabeza, nadie estaba extrañado. Su abogado era este viejo sombrerero. La sala era un tribunal de justicia amplio decorado con corazones por todas partes, en el centro, estaba la estancia del juez, en este caso el/la reina, un asiento, en forma de corazón y sobre el borde, un mazo en forma de corazón.

Bajo la estancia del juez estaba la bandera del reino, un corazón sangrante partido por la mitad. Había un montón de asientos para el público, entre los que estaba Alicia, el resto del público eran peluches, la mayoría tenían expresión triste, a algunos les faltaba un ojo, a otros la cabeza y había algunos que tenían una amplia sonrisa, pero sus ojos estaban tristes.

Hizo acto de presencia su majestad, la Reina de Corazones, o lo que es lo mismo, el director vestido con un traje de volantes en forma de corazón. Igual si no hubiera estado calvo le hubiera sentado mejor. Agarró su martillo en forma de corazón y miró al acusado.

-¿Qu...qué es todo esto?-dijo el conejo nervioso.

-¡Se abre la sesión!-gritó el/la Reina de Corazones-Abogado, comience.

-Buenos días, su señoría, miembros del jurado, esto es una monarquía absolutista, ustedes están de adorno, y queridos fisgones del público, puede comenzar el juicio-dijo el sombrerero guiñándole un ojo al conejo.

De repente, Esteban se percató de que todo su cuerpo había sufrido una transformación alarmante, ¡se había convertido en un conejo de verdad!

-Llamo a declarar a mi primera testigo, Lizy Mcguire, también conocida como Alicia-dijo el sombrero.

Alicia subió al estrado, repito, a nadie le alarmó que no tuviera cabeza.

-Testigo, comienza con su declaración-dijo el sombrerero.

-........... ………. ………… …………………… ……………. …… ….. ….. …-dijo Alicia

-Señoría, los hechos hablan por sí solos, él lo hizo-dijo el sombrerero.

-Tiene razón, no hay lugar a dudas, declaro al acusado…

-¡Protesto! ¡¿Qué chapuza de juicio es este?! ¡Ni siquiera sé de que estoy acusado!-dijo el conejo- ¡Y usted es mi abogado! ¡Debería defenderme!¡Además, ella no puede hablar! ¡¡¡¡Por el amor de Dios, no tiene cabeza!!!! ¡Lo que habría que hacer es llevarla a un médico!

-No entiendo a qué se refiere… No le encuentro nada raro a la testigo-dijo el sombrerero-¿y usted, su señoría?

-Tampoco. A la vista de que no hay nada que pueda probar la inocencia del acusado, yo lo declaro….CULPABLE.

-P-pero…

-¡¡¡¡¡QUE LE CORTEN LA CABEZAAAAAAAAAAAAAAAA!!!!-dijo el/la Reina de Corazones.

Aparecieron miles de cartas-soldado y lo agarraron. Esteban miró con horror al sombrerero, éste sonrió. Ya no quedaba de aquel al que llamaba amigo, su compasión se había extinguido por completo. Solo quedaba una cáscara vacía sedienta de venganza. Una lágrima recorrió la mejilla del conejo. Y después, una cuchilla de guillotina bajó del techo, su cabeza fue cortada en el acto. Y luego, ésta rodó por el suelo hasta el sombrero. Éste la miró y comenzó a reír, después la recogió:

-Lo prometido es deuda, Alicia, tu cabeza-dijo el sombrero colocando la cabeza a Alicia.

-E-esta no es mi cabeza-dijo Alicia a través de la cabeza de Esteban.

-Y ese no es mi problema-dijo el sombrerero con aire arrogante-Ahora…¡Largo!-el sombrerero chasqueó los dedos.

Alicia se desvaneció como había venido y todo el palacio desapareció, volvió a aparecer el despacho del director. El director yacía en su silla, dormido. El cuerpo (nunca mejor dicho) de Esteban yacía en el suelo, sin vida, y sin cabeza.

El sombrerero se fue de allí. Su objetivo había sido completado. Se regodeó pensando en cómo se había deshecho de su único obstáculo. El sombrerero había ganado, y estaba contento. En cuanto a Alicia… Volvió al infierno, con la cabeza de Esteban:

-Mamá…-dijo Alicia.

-....

-Prometo que conseguiré una cabeza para ti también, no tengas miedo, el amo puede ser cruel, pero en el fondo es una buena persona, lo sé…-dijo Alicia abrazada a su madre.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado. Así fue cómo maté a Esteban, mi amigo, mi mejor amigo. JAJAJAJAJAJAAJAJAJAJAJAJAJAJAAJAJAJAJAJAJA . Fue divertido… Una frase resonaría en el corazón de Alicia y del sombrerero para siempre:

-Loco no es el que ha perdido la razón sino el que lo ha perdido todo todo menos la razón-Gilbert Keith Chesterton.

CONTINUARÁ...

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Y hasta aquí el capítulo de hoy. Me apetecía darle una muerte interesante a Esteban, y como anteriormente ya había dicho que moriría con la cabeza cortada, se me ocurrió parodiar Alicia en el país de las maravillas. Este capítulo se lo dedico a todos los locos del mundo, incluyéndome, somos gente interesante… ¡No cambiéis nunca! ¡Ah, y tanto si estás loco como si no, no te olvides de comentar, porque tu opinión me es importante para mejorar!

OS SALUDA

EL ENTERRADOR