Academia Wellington, entrégate al pecado
Esta la historia de una academia donde nada es lo que parece...
Hola, gente. Llevo ya un tiempo sin escribir, la verdad no estaba muy motivado… Pero como he visto que os gustó mi último relato he decidido escribir este. Siempre me han gustado las academias para chicos, es una lástima que nunca haya ido a una…
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Academia Wellington, entrégate al pecado
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Un relato del Enterrador
Koti Saatanan, Finlandia. Fecha desconocida, 11:34 PM
-¡Mamá, ya estoy en casa! Perdón por llegar a esta hora pero es que se ha alargado el botellón en la ciudad-dije yo entrando en casa.
No hubo respuesta, supuse que mamá ya se habría acostado así que no le di mayor importancia. Me dispuse a subir a mi cuarto cuando me fijé en una foto de la casa. En esa foto aparecíamos mi madre, mi difunto padre, que murió en un accidente de esquí cuando yo tenía 5 años y yo. Pero esa noche la foto estaba vacía.
-¡Buaaah! Qué ciego tengo que llevar para ver eso. Será mejor que me acueste-dije para mí.
No había bebido mucho en aquella fiesta, si me hubieras preguntado antes te hubiera dicho que no estaba borracho, pero después de eso no había duda de que lo estaba. Subí las escaleras sin darle más importancia. Al llegar a mi cama me tapé con la manta y me dispuse a dormir.
De repente, la puerta de mi cuarto se habría de un portazo y una sombra apareció en ella.
-¡Aaaaaah!-grité con todas mis fuerzas.
-No grites, soy yo, papá-dijo la sombra.
Me fijé bien y vi ante mí a un cadáver pútrido sin ojos y con gusanos por todas partes que me sonreía. Mi cuerpo se paralizó, no podía decir nada, ni tampoco moverme y él se sentó en mi cama a mi lado. Ladeó la cabeza y su sonrisa cambió a enfado. Entonces, con su mano me agarró el cuello y comenzó a apretar. Mi fin estaba cerca.
- ¡PARA! -se oyó una voz ronca desde la puerta.
Miré hacia la puerta pero mi visión estaba nublada, apenas distinguía una sombra, que se acercaba hacia mí. Se acercó a mí y me comenzó a dar bocaditos en el cuello y a lamérmelo.
- ¡PUAJ! ¡NO SABE A NADA! NO HAY NADA INTERESANTE EN ESTE REPUGNANTE PUEBLO-dijo la sombra-EN FIN, QUE TE MATEN TUS PROPIOS PADRES TIENE QUE SER MUY TRAUMÁTICO, ¿NO?
En ese momento, otra sombra entró en mi habitación. Mi vista seguía nublada pero a ella sí la pude distinguir, era mi madre. Se acercó y podía oírla gruñir.
- PUES NADA, ME VOY. TENÉIS PERMISO PARA COMÉROSLO. ADIOS, MUCHACHO, TE DEVUELVO TU VISTA -dijo la sombra justo antes de salir.
Cuando recuperé la vista, ya no estaba. Lo último que ví antes de morir fue a los cadáveres de mis padres devorándome, en pocos segundos quedé inconsciente y después...Morí.
Capítulo 1-Ángel: saapuminen peto (la llegada de la bestia)
QUEDAN DOS SEMANAS…
Academia Wellington, Galicia. 6 de octubre de 1963, 8:00 PM.
Hola a todos, mi nombre es Ángel, tengo 18 años y hoy es mi primer día en la academia Wellington. Soy un chaval delgado, de espalda ancha y piernas largas, pelo castaño claro y ojos azules, dicen que los ojos son la ventana al alma, y todos dicen que tengo unos ojos preciosos. Por eso me encantan mis ojos. Bueno, que me enrollo…. Soy el heredero de una de las familias más influyentes del país. Sí, soy un niño rico, pero aquí todos lo son.
Aunque ya llevaba un mes de curso, mis padres decidieron mandarme aquí porque decían que no estaba centrado en los estudios, lo cual no entiendo, si tengo una media de 10 en todas las asignaturas… En fin.. Supongo que tienen sus razones.
-Gracias por traerme, Sebastian-le dije al chófer al bajarme de la limusina.
-Para eso estoy señor, que tenga mucha suerte en la academia-dijo el chófer sonriendo.
-Gracias. Adiós-dije corriendo hasta el edificio.
La verdad es que el edificio era magnífico, majestuoso e imponente. Entré en el edificio y encontré una sala llena de pilares donde había un montón de estudiantes charlando, al verme entrar todos se callaron.
-Oye, ¿tú eres el niño finlandés? ¿Qué le pasó a tu aldea?-me preguntó uno de ellos.
-¿Es verdad que murieron todos menos tú?-preguntó otro.
¿Es verdad que…?-preguntaban todos a la vez.
Yo no entendía nada. La puerta que había tras de mí se abrió de nuevo y por ella entró un chaval rubio de ojos verdes, al que por cierto le sentaba muy bien el traje. Su miraba parecía triste, vacía. Todos se apartaron de mí y corrieron hacia él. Pero antes de que pudieran preguntar un señor con sombrero de copa y bigote apareció ante nosotros subido en las escaleras.
-Bienvenidos a la academia Wellington, Ángel Bárcenas y Mike pyhä. Me congratula teneros entre mis alumnos. Ambos sóis muy buenos estudiantes, y seguro que podemos quitaros “ese defecto” muy rápido, ¿verdad señor Martín?-dijo el señor del sombrero de copa.
-A-así es-dijo otro señor de unos cuarenta años que apareció a su lado.
-Yo soy Horacio Torres, el director de este centro y él es Sergio Martín, el jefe de estudios. Bien, acompañadme a mi despacho para hablar de diversos temas-dijo el señor director.
Todos los chavales abrieron paso y el otro chico y yo pasamos entre ellos, él no dejaba de mirar al suelo, pero mi actitud era más optimista. Yo sonreía y saludaba a todo el mundo. Seguimos al director y al jefe de estudios hasta su despacho. Por el camino intenté entablar conversación con el otro chico.
-Psst. Oye, Mike, soy Ángel, encantado de conocerte-dije dándole mi mano.
Ni se inmutó. Siguió andando y mirando al suelo como si nada. Era extraño pero me preocupaba ese chico, aunque acababa de conocerlo.
El director y el jefe de estudios nos explicaron las normas y el funcionamiento del centro y nos dieron la llave de nuestra habitación. Se suponía que eran individuales, pero no había más, así que tuvimos que compartir habitación, aunque sólo ponía mi nombre por si venía por sorpresa algún inspector o algo… Cosa que a él no pareció importarle. No habló en toda la entrevista, solo asentía o negaba con la cabeza.
Llegamos a nuestra habitación y le pregunté qué cama quería, él se encogió de hombros así que escogí la de la izquierda. No era nada del otro mundo, dos camas, una al lado de la otra, dos escritorios una ventana con cortinas y un espejo justo en el techo. ¿Para qué? Pensé.
No habló en todo el día, así que tampoco le di conversación. A eso de las 14:00 fuimos a la cafetería a comer algo. Me senté en una mesa al fondo y él se sentó a mi lado, supongo que no tenía ningún amigo allí, como yo… Pero entonces un montón de chicos vinieron y atosigaron a Mike con preguntas. Le preguntaban por su aldea natal, por lo visto fue destruida y él era el único superviviente. Él no respondía, seguía comiendo así que lo tomaron por un borde y se fueron.
-¡Oye! Si nos empiezan a marginar no haremos amigos nunca-dije yo enfadado.
Simplemente me miró, sus ojos reflejaban arrepentimiento, soy un experto en leer los ojos, oh dios ¿tan obsesionado estoy con los ojos? El caso es que le perdoné por esta vez. El resto del día transcurrió normal, el día después de ese, fue nuestro primer día de clase.
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Esa noche soñé que un perro amarillo del especia violaba a mi gato. Siempre soñaba cosas raras. No sé por qué…
Me desperté a las 6:30 y al abrir los ojos, vi los suyos. Me observaba a través del espejo. Estaba ahí de pie sin parpadear mirándome. Pegué un salto de la cama y lo miré.
-¿Qué demonios haces?-dije yo exaltado.
-Me gustan tus ojos, son muy bonitos-dijo él sonriendo, por primera vez.
-G-gracias-me sonrojé.
-Bueno, vámonos a desayunar. El desayuno es a las 7:00-dijo él sin perder la sonrisa.
Me quedé perplejo. Aquel chaval había cambiado muchísimo en una noche. Había perdido la tristeza en su mirada, ahora sonreía y hablaba conmigo normalmente. Parecía otro. La verdad es que el cambio era para mejor claro, pero me sorprendió.
-Adelántate, ahora bajo yo-dije bostezando.
-Vale, te espero en la mesa de ayer-dijo él sonriendo.
Me lavé los dientes y me dispuse a salir. Al llegar a la cafetería todo el mundo se me quedó mirando, yo tan cansado como estaba no les hice caso, me senté al lado de Mike y se me quedó mirando.
-¡Pfffft! P-pero hombre…¿¡Cómo vienes a la cafetería en calzoncillos!? Jajajajajajajajaja-dijo Mike partiéndose de risa.
-¿Calzon...qué?-dije medio dormido-¡Aaaaaaaaaaah!
Todos se me quedaron mirando partiéndose de risa y salí corriendo lo más rápido que pude de allí. No quería saber nada de nadie, estaba deprimido, todos se burlaban de mí. Yo estaba acostumbrado a bajar a desayunar en calzoncillos en casa. Todos lo hacíamos, papá, mi hermano, mamá, el gato y el mayordomo. ¡No es tan raro! Me tiré a la cama y empecé a llorar, todo empezaba mal, muy mal. ¡Jamás me aceptarían! De repente, noté una mano en mi hombro.
Continuará….
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Bueno, y eso ha sido todo por hoy. Este capítulo ha sido más bien introductorio, en los próximos habrá más humor y más sexo. Espero veros pronto, ¡hasta la próxima!
OS SALUDA
EL ENTERRADOR