Academia de Masturbacion (1)

Adaptación al español de un gran relato, con el permiso de su autor.

Academia de Masturbación

Trabajo en una posición de bajo nivel en el Ministerio del Interior. Fui contratado a través de conexiones de la familia para un puesto casi innecesario por lo poco que había que hacer y aunque no estoy orgulloso de ello, tuve que aceptarlo debido a las pocas oportunidades que hay actualmente en el mercado laboral. Esto lo descubrí cuando me gradué de la Escuela de Economía pues había un millar de nosotros con calificaciones similares, la mayoría con mejores resultados escolares que yo.

El trabajo era demasiado fácil por lo que también estaba aburrido. Tenía una pequeña oficina y un computador en donde terminaba mis obligaciones en unas dos horas y el resto del día me la pasaba haciendo algo que estaba en contra de las normas en todo el gobierno, veía porno. El que me gustaba era el porno gay. Veía esos muchachos como algo hermoso y digno de admirar, los veía como pobres chicos que tenían que mostrar sus atributos como modo de vida, cuando no podían conseguir más nada. Y encima tener que eyacular delante de una cámara, ¡¡¡que valor!!! Por eso sentía una mezcla de calentura y simpatía hacia esos muchachos.

A la edad de 22 años, no había tenido ningún tipo de contacto sexual con nadie porque las atractivas chicas que conocí en la universidad y las del trabajo realmente no me interesaban para nada más que una simple amistad, encima no me atrevía a acercarme a ningún hombre por considerarlo como algo muy peligroso. Por esta razón, masturbarme era algo casi obligatorio y era el único tipo de sexo que conocía. A pesar de todo, cuando estaba en la escuela y posteriormente tuve propuestas de todo tipo. Mi pelo, color caoba cobrizo, parece llamar tanto la atención que quieren verme algo más para saber si ese es mi color real.

Aunque masturbarse es mal visto por muchos, es en realidad un gran y poderoso alivio para mí. Esa es la razón por la que quedé tan enormemente intrigado por el anuncio que encontré en el parabrisas de mi viejo Toyota Corolla esta mañana cuando lo tenía aparcado delante de mi edificio. Me deshice del anuncio, pero memoricé la dirección y número de teléfono repitiéndolos todo el día en mi cabeza. Decía algo parecido a esto:

"Escuela de Masturbación. Aprenda a autocomplacerse y a producir un efecto más potente. "

Era justo lo que necesitaba, pero no podía dejar de preguntarme ¿qué tipo de fenómeno (asumía que tenía que ser gente muy extraña) dirigiría dicha escuela. Sólo el cielo sabe donde obtuvo su formación "académica" en ese campo.

Tan pronto como terminé mi trabajo en la oficina, marqué el número que aparecía en el anuncio. Me respondió una voz misteriosa pero cálida:

  • "Esto la Academia Metropolitana de Masturbación, ¿puedo ayudarle?"- dijo la voz masculina en un tono tan intimo e invitante que casi esperaba que su mano saliera por el auricular y empezara a acariciarme.

Le expliqué mi interés y curiosidad. Me advirtió que antes de concertar una cita debía hacerme unas cuantas preguntas. Las preguntas no fueron nada extrañas, sino más bien lo usual, edad, preferencia sexual, frecuencia de masturbaciones y así por el estilo. Por lo menos, a mi juicio, parecían normales. Me dio la dirección y apuntó una cita para mí el día siguiente, sábado a las diez de la mañana. Cuando le pregunté su nombre sólo respondió: - "Me apellido Ian".

La dirección resultó ser a algunas cuadras de mi apartamento aunque nunca iba mucho por esa zona. Era una casa de pueblo muy hermosa y cuidada con un gran jardín más allá de la puerta de la entrada. Me sonó un ruido mecánico en la puerta y un sonido brusco me indicó que la cerradura había sido desactivada. Empujé la gran puerta de metal que se abrió y seguí por un sendero rodeado de flores hasta la gran puerta de madera, me dispuse a tocar y noté que un objeto de metal en forma de pene colgaba de la puerta. Golpeé tres veces la puerta con el pene metálico y no sucedió nada. Pasados 30 segundos me di cuenta de que había una pequeña ranura redonda en la puerta que estaba abierta. Alguien me observaba a través y de repente la puerta se abrió delante de mí. Pasé al interior de la casa para ver por primera vez a mi anfitrión.

Era un hombre muy joven, de mi edad aproximadamente. Era el tipo de persona que en quien yo me fijaría de inmediato en la calle. Su pelo rizado castaño destellaba con la luz de la mañana y su piel blanca era vigorosa y saludable. Era unos cuantos centímetros más alto que yo, más o menos medía un metro noventa. Su cuerpo era ágil y atlético, pero sin muchos músculos como los de un nadador o un gimnasta. Fui inmediatamente con él y si al principio estaba nervioso, ahora estaba feliz de haberme embarcado en esta extraña misión.

  • "¿Vienes Lucas? ", dijo en la misma voz que había oído en el teléfono." Estoy especialmente encantado de darte la bienvenida nuestro instituto". Puso su mano firme y de largos dedos con uñas perfectamente cuidadas sobre mi hombro y me palmeó suavemente. De inmediato comencé a sentirme dispuesto a someterme a su voluntad. Así de poderosa era su personalidad.

Me llevó en un estudio pequeño y me invitó a tomar asiento. Él se ubicó detrás de un pequeño escritorio de madera, sentado en un gran butacón justo enfrente de mí.

-"Primero que nada, ¿tienes alguna pregunta antes de iniciar nuestro ciclo de estudios?"- me preguntó. Le pregunté lo único que se me ocurrió en el momento -"Bueno, ¿tiene usted otros estudiantes?"-. -"Sí, de hecho hay tres practicando en otra parte de la casa. Tengo dos hermanos que me ayudan y los tres impartimos nuestro curso de estudio."- -"¿Yo, quiero decir, tengo que estar desnudo delante de extraños?"- le pregunté. -"Extraña pregunta. Hmmm, nadie la había hecho antes. Sólo puedo decir que si por extraño te refieres a mi, entonces la respuesta es sí. En lo que se refiere a otras personas, puedes reservarte el derecho hasta que se de la ocasión. ¿Eso satisface tu curiosidad? Por cierto, esta es tu factura por las tres primeras lecciones. Aceptamos tarjetas de crédito." El precio fue el que habíamos acordado por teléfono. Le ofrecieron mi tarjeta, la cuál pasó a través de la máquina, del mismo modo que un cajero lo hace en el supermercado. La situación era tan extraña que me resultó humorística y no pude evitar soltar una carcajada. Él me miró y me devolvió volvió una sonrisa.

-"Sí, es un poco raro ser tan comercial, mientras que el trato es tan apasionado y personal, pero hay que ser profesional ante todo"-.

Sentí mi respiración acelerarse y mi pene comenzó a necesitar más espacio en mi ropa interior. El sirvió dos copas de vino rojo y me extendió una.

-"Es una buena cosecha, te ayudará a relajarte"- me dijo mientras me invitaba a beber. Así lo hice.

Era excelente al paladar y sentí una tibieza extenderse desde mi boca al resto de mi cuerpo. Me di cuenta que su vaso está intacto y me invadió un repentino pánico al pensar que me había envenenado, pero el miedo fue sustituido por un alegre estado de ánimo cuando lo vi probar el delicioso vino. Él me sonrió de nuevo.

-"Casi te sientes como un muchacho de trece años ¿no? Un niño que acaba de descubrir el mejor juguete del mundo, su pene. Un juguete que puede darle infinito placer para toda la vida. "

No le respondí, pero tenía razón. Se me estaba olvidando que debía comportarme de acuerdo a mi edad y me fui sintiendo como un chiquillo listo para la aventura.

-"Lucas, por favor quítate la ropa".

Me lo dijo en un tono tan natural que lo hice como si estuviera a punto de ser examinado por un médico. Me puse de pie y me quité con cuidado la chaqueta, la camisa deportiva, me senté desnudo de la cintura para arriba y me quité los zapatos y calcetines. Lo miré a través de mis cejas espesas y le pregunté:

-"¿La ropa interior también?" Mi anfitrión asintió.

-"Por favor, y colócate frente a esta pantalla blanca".

Levantó un enrollado telón de fondo y yo, que estaba de pie delante de él, me sentía completamente a gusto, ni siquiera tratando de ocultar mi pene y mis pesados testículos. Sacó una cámara digital y me tomó varias fotos. Me hizo colocar de frente, de lado y por último, me tomó una con mi culo expuesto.

-"Eres un chico muy atractivo, ¿lo sabías?" -"Bueno estoy consciente de que no soy feo".

Habló en voz alta, -"Ahora no es tiempo para falsa modestia. Si quieres tener los mejores orgasmos de tu vida debes aprender a amarte a ti mismo, para que puedas encontrar que eres tu el objeto de tu propio deseo"- me dijo en un tono firme pero dulce- " Ya veo que tengo que tendré que hablarte acerca de ti mismo. "Tu cuerpo es excelente, hombros amplios y la cintura estrecha. Esta hace hincapié en tu gran pene y en ese enorme par de testículos. Tu cuerpo es casi lampiño con excepción de ese vello cobrizo en tus axilas y una gran cantidad en tu pubis y en la entrepierna. Veo que estás circuncidado. ¿Eres judío?".-

-"No"- le expliqué – mi padre es médico y por cuestiones de higiene nos hizo la circuncisión a todos en mi familia.

-"Debo decir que hizo un perfecto trabajo. También admiro tus piernas. Muy fuertes y bien esculpidas. ¿Practicas algún deporte?

-"Sí, escalada y bicicleta"-.

-"Excelente".

Empecé a notar que la habitación estaba caliente, quizás fue el vino, del que ya me había tomado dos copas. En cualquier caso, mi cuerpo estaba empezando a sudar muy ligeramente y podía olerme a mí mismo, a pesar de que había duchado antes de venir aquí.

Mi anfitrión, que según me había dicho, se apellidaba Ian, se acercó a mí y comenzó a aspirar el aroma que despedía mi cuerpo.

-"Ah, ambrosia. Tienes una gran cantidad de feromonas masculinas y eso es perfecto. Te ayudará si hueles tus axilas para tener una erección rápida. ¿Estás listo para demostrarme la forma en que, se que muy mal, te masturbas normalmente?- me dijo.

Sabía que esta parte llegaría y me había preparado mentalmente. Asentí, y comencé a tocar mi pene. Ian me hacía señas de que debía oler mis axilas. Así lo hice y eso me produjo una erección a medias, aunque era menos que más. Como mi virilidad y habilidades masturbatorias estaban a prueba, no perdí tiempo en utilizar uno de los trucos que generalmente me producían una erección fuerte y duradera. Tomé la piel de mi escroto y lentamente comencé a masajear mis testículos hacia delante y hacia atrás. Mi respiración y mis latidos se aceleraron pero mi pene seguía sin sufrir ningún cambio.

Ian se acercó, -"Veo que debo intervenir en esta primera parte del curso, la parte en que debes aprender que es lo que estas haciendo mal. Veo que estoy obligado a enseñarte los métodos correctos. Hay muchas variaciones que aprenderás si perseveras".-

Para mi asombro, Ian se despojó de su ropa. Su cuerpo era muy hermoso, tenía músculos muy bien definidos como los de un bailarín, el único vello que tenía consistía en un parche justo en el centro de su pecho que descendía por su abdomen hasta formar un triángulo oscuro que tapizaba su pubis. Su miembro era largo y delgado y colgaba recto sobre sus redondos testículos. El conjunto resultaba muy atractivo. Con un solo movimiento, presionó la base de su pene hacia abajo y este saltó hacia arriba cono una vara de acero. En un segundo se encontraba totalmente rígido con sus 20 centímetros elegantemente arqueados hacia arriba, paralelo a su ombligo. De inmediato comenzó a deslizar su mano sobre el, de una manera que casi ni tocaba la piel que lo cubría y ocasionalmente se tocaba la punta del glande, del que comenzaba a gotear un espeso líquido preseminal. Su respiración se podía escuchar en toda la habitación y mi propio miembro comenzaba a cobrar vida mientras yo observaba con creciente excitación. Los testículos de Ian ahora estaban separados y cada uno parecía latir desde el interior de su escroto. El líquido que antes goteaba de su miembro formaba ahora un pequeño chorro. De repente se detuvo, el líquido cesó y su pene volvió inmediatamente a su estado original. Tomó su ropa y se vistió. Todo en un abrir y cerrar de ojos.

-"Ves, ese es un ejemplo de cómo se hace correctamente"- me dijo impasible como si un momento atrás no hubiera estado a punto de explotar de placer- "¿Te gustaría intentarlo?".

Se acercó a mí y comenzó a guiarme. –"No, no, no, vas muy rápido y no sea tan vigoroso. No debes frotar la piel todavía, deja que tu mano se deslice"-.

Seguía cada una de sus instrucciones y por primera vez en mi vida, mi pene comenzó a gotear líquido preseminal. Antes sólo se asomaban pequeñas burbujitas pero ahora estaba saliendo incluso más fluido del que normalmente eyaculaba en un orgasmo común y así se lo hice saber.

-"Eso es porque hasta ahora sólo has tenido orgasmos muy pobres y por ende, eyaculaciones muy poco placenteras. Ya verás la diferencia".-

A esta altura estaba sintiendo fuego dentro de mi pecho y respiraba tan fuerte que mi corazón quería salirse por el exceso de presión. Mi escroto se había comprimido tanto que mis testículos, antes enormes, habían casi desaparecido. Me encontraba al borde de una de las experiencias más placenteras de mi vida, cuando de repente Ian me susurró al oído:

-"Quiero que estimules tu ano, ahora"-.

Nunca antes lo había hecho, me parecía algo desagradable pero de todas formas me lo acaricié. Mi pene dio un salto y un espasmo de placer contrajo mi cuerpo.

-"Introduce tu dedo, bien profundo"-.

Obedecí, al principio mi dedo encontró una fuerte resistencia pero al poco tiempo, mi ano parecía querer tragárselo. Mi pene comenzó a agitarse violentamente, mis rodillas dejaron de responder y mi pelvis tembló con unos movimientos extraños justo en el momento que empezó mi orgasmo.

Todos los músculos de mi cuerpo se contrajeron al mismo tiempo mientras sentía oleadas de placer ascender desde la parte baja de mi ombligo hasta la punta de mi cabeza. Al principio comenzó a salir una cantidad impresionante, tanto semen como no había visto nunca. Los trallazos salían con tanta fuerza que llegaron a la pared del otro extremo de la habitación.

Aproximadamente pasado medio minuto, mi miembro dejó de disparar con tanta fuerza, pero el semen seguía saliendo a chorros a pesar de que yo había caído al suelo en un estado de semi-inconciencia. Con cada expulsada, mi pene se contraía, lo que me daba placer añadido a pesar de haber perdido la erección.

-"No estuvo mal para empezar, puedes vestirte. Te puse la próxima cita para mañana por la tarde. Vas a conocer a mis hermanos y a los otros estudiantes".

No sé de donde saqué fuerzas para vestirme y salir. Una vez dentro de mi auto me las arregle para conducir de vuelta a casa. Esa noche dormí como un bebé y ni siquiera pensé en el porno pues me sentía totalmente satisfecho. Esa era una sensación totalmente nueva para mí.

Continuará