Acabo sin hacer el trabajo para el instituto.

Voy a casa de un amigo para hacer un trabajo para el instituto, pero por el camino, pasan algunas cosas que no tienen nada que ver con los estudios. Acabo follando, vamos.

Siento la espera, para aquellos que más o menos me siguen o me seguían. No he tenido apenas tiempo ni ideas para escribir. Espero que os guste este relato. [Comentad y valorad, gracias]

_________

Ya había empezado las clases y no tardaron en mandarnos un trabajo de grupo. Los odiaba. ¿No era más fácil trabajar a tu bola, sin esperar a que otro haga su parte de la faena y para que después lo haga mal?

Este año había empezado a arreglarme más pero para ir a casa de Juan no hacía falta vestirse como un marqués, así cogí una sudadera y un chándal de deporte viejo y unas deportivas y salí hacia su casa.

Juan, era un chico nuevo de este año. Era más bien bajito, pecoso y no parecía que tuviera un cuerpo escultural debajo de aquellas camisetas anime que solía llevar.

Llegué a su casa y me abrió la puerta su madre.

-¡Hola!, pasa, pasa.

-Gracias.

-Me voy a comprar unas cosas, así que os dejo solos. Juan, está en su habitación con los auriculares jugando al Wo…, wor…, wol… of fartraft…

-World of warcraft.

-¡Eso! Pues hala, hasta luego.

Recorrí el pasillo hasta llegar a su puerta que no estaba cerrada del todo. La abrí del todo y entré, y cuando estaba dispuesto a saludar, la sorpresa que tuve es que se estaba pajeando allí, en un gran sillón negro, como usan los psicólogos. Con una peli gay.

Efectivamente, tenía los auriculares puestos, pero no jugaba al WoW precisamente.

Un bulto se alzaba debajo de mi chándal. Me comencé a tocar con la mano derecha y con la izquierda buscaba la pared para apoyarme. Sin querer, toqué el interruptor de la luz y la apagué. Rápidamente, la volví a encender, y un chico que no conocía de nada me estaba mirando desde el sillón.

-Pero que… ­—dijo el chaval desconocido mientras se subía o unos calzoncillos o unos pantalones.

-Per, perdona… —dije tartamudeando—, estaba buscando a Juan.

-Está en la habitación de al lado jugando al WoW.

-Va, va, va… vale.

-Espera, ¿cuánto tiempo llevas ahí?

No dejaba de mirarle mientras seguía sentado. Solo le veía la cabeza. Quería ver como era su cuerpo y su… ya sabéis.

-Pues, un minuto o dos.

-Cierra la puerta y echa el pestillo.

Obedecí. Solté la mochila que llevaba en la espalda.

-Ahora, me la vas a chupar.

-Eh, eh. No creo que sea una buena idea. Tengo un trabajo que hacer con tu hermano así que…

-Alto ahí. Vas a hacer lo que te diga o te meto una hostia que te dejo sin piños.

-Perdona, pero a mí este rollo de machito no me va, me lar…

No acabé la frase, cuando se levantó, vino hacia mí y pensando que me iba a dar un puñetazo, clavo la palma de su mano en la pared, pasando a 3 cm de mi cara.

Llevaba una camiseta de tirantes blanca ceñida acompañada de unos brazos descomunales. Eran enormes. A saber que se habría metido para ganar masa muscular porque eso era un poco increíble. Llevaba unos bóxers marrones que casi le llegaban a las rodillas con un regalo en estado morcillón en la entrepierna. Llevaba un tatuaje de un dragón escupiendo fuego en el hombro.

-Me la vas a chupar, ¿estamos?

-¿O qué? —vacilé, aunque no debería haberlo hecho.

Me cogió del cuello y me levantó unos 10 cm. De la manera que pude, afirmé y me bajó. Me tiró de los hombros hacía el suelo, se bajó los bóxers y cogiéndome del cabello, me pegó mi cabeza a sus genitales. Normalmente, eso me gustaría, pero en aquel estado, no estaba muy alegre aunque mi polla no pensaba lo mismo, que estaba bailando alegremente debajo de mi chándal, porque no llevaba calzoncillos ni nada.

Le empecé a chupar aquella polla, que no era muy larga pero sí que era gorda. Mientras la lamía, notaba como fluía la sangre y el calor a ese trozo de carne, y crecía en mis manos. Lo que yo pensaba que no era muy largo, se estaba convirtiendo en una de las pollas más grandes y gordas que había visto en mi vida y que apenas me cabía la mitad en la boca.

Mientras yo le lamía el glande, él movía la pelvis para follarme la boca. Lo hacía muy rápido y sin cuidado que apenas podía respirar.

-¿Te gusta, eh chaval?

-Mppf, fmfffff, pfff…

No paraba de follarme la boca y mover mi cabeza mientras me sujetaba del cabello para que tragara más hasta que me la empujó todo lo que pudo. Notaba como si la polla estuviera entrando casi por la tráquea. Me ahogaba, no podía respirar y se la mordí.

Retiró la mano y me abofeteó, tirándome al suelo.

-¿Qué coño haces?

-Me… es…taba… aho…gando… —dije mientras recuperaba el aire.

Me cogió como si apenas pesara 5 kg y me lanzó a la cama.

-Parece que tú también tienes un buen trozo.

No contesté. Comenzó a quitarme las deportivas y el chándal de repente voló por los aires de la rapidez y la fuerza con las que la quitó. Mi polla embadurnada con líquido preseminal salió dando un respingo.

-¡Qué larga y rica parece!

Me estaba tratando como a un objeto pero hay que decir que la mamaba como un Dios. Movía las manos y la lengua de una forma que parecía que estaba en un orgasmo continuo pero sin llegar a correrme. Jugaba con mis huevos cariñosamente mientras me metía un dedo en el ano y lamía mi polla.

De repente, y sin que yo pudiera hacer nada. Me cogió de las dos piernas, las levantó, me incrustó un cojín en la boca y me metió su gran pollón en mi culo de una estocada.

Grité, pero el cojín amortiguó el ruido. Seguía quitándola entera y metiéndola de un golpe. Al principio fue muy doloroso, pero luego parecía que estaba en la más pura gloria en cada estocada que me metía.

Me corrí como no me corría desde hacía mucho tiempo. 6 trallazos llenaron de semen, su cama, mi cuerpo y el suyo.

-¿Qué haces?

-¿Tú qué crees…?

-Esto acaba de empezar, así que no quiero que eso decaiga.

Me comenzó a pajear a un ritmo brutal. Si mi polla fuera un palo y abajo hubiera habido leña seca, hubiera salido fuego de ahí. Mi polla volvió a las andadas.

Se puso a cuatro patas en el suelo y me pidió que le follara.

Hacía lo mismo que él, la quitaba entera y la clavaba entera de nuevo, pero no hacía el mismo efecto que él hizo en mí con aquello que tenía entre las piernas.

Cuando estaba dándole caña de la buena, se puso de pie y me volvió a lanzar a la cama. Antes de que pudiera preguntar, que puñetas quería ahora, me metió su pene en mi boca. Simplemente dijo:

-Trágalo todo.

Y comenzó a correrse mucho más que yo. Trallazo tras trallazo inundaba mi boca de espesa y calentita leche. Me tragué la grandísima mayoría, pero cuando retiró su enorme polla, comencé a toser y a sacar semen por todos lados.

Caí rendido en la cama. Cuando yo pensé que había acabado todo, se colocó encima de mí y sin que yo hiciera ni un ápice de esfuerzo, cabalgó en mi polla hasta que me corrí por segunda vez. Su culo chorreaba semen y pringó casi la totalidad de la cama.

-¿Y bien?

-Ha estado sublime —tuve que reconocer.

-Mickey, así me llamo.

-Encantado.

Y así, después de limpiarlo todo un poco, y volver a vestirnos por si aparecía alguien, nos comenzamos a conocer y resultó ser de lo más simpático.

Comenzamos a hablar de nuestras experiencias y grandes folladas que habíamos tenido y con tanta descripción, no pudimos evitar volver a tener una erección.

Nos bajamos los pantalones hasta las rodillas y comenzamos a pajearnos, cada uno, la polla del otro, mientras nos liábamos con gran pasión.

Me puse de rodillas en el suelo, y comencé a lamérsela desde la base hasta la puntita de aquella sabrosa polla que aún no tenía ganas de irse a dormir, igual que la mía.

Chupaba y chupaba con los ojos cerrados cuando advertí, en un momento que abrí los ojos, que alguien nos miraba con la boca abierta escondido tras la puerta entrecerrada. Juan.