Acabamos haciendo un fieston

Despues de muchos años, nos hicimos de todo

Creo que como toda chica, en mi juventud iba un poco a lo loco, con ganas de experimentar en todos los campos de la vida y digo TODOS, aunque sólo me preocupaba uno: el sexo.

Tenía entonces 18 lindos añitos, me gustaba salir de fiesta siempre que podía, coquetear con los chicos: bueno, lo normal para esa edad.

Salía con cuatro chicas, en principio y a medida que pasaba la tarde o la noche, el grupito aumentaba y normalmente sólo se juntaban chicos. Entre ellos estaba Javi.

Javi era mayor que yo, hicimos buenas migas desde que me invitó a jugar al billar. El primer día, nos separamos del grupo y fuimos a nuestra bola, a conocernos un poco mejor. Fuimos a pasear y nos sentamos en un banco, estuvimos hablando horas y horas, me encantan los tíos con labia; me hablaba bajito… se pegaba a mi oído… ¡uf! me estaba poniendo como una moto y de vez en cuando me pasaba su húmeda lengua por la oreja.

Como todo buen ligue, se ofreció a llevarme a casa; después de conocernos más a fondo y darnos un viaje de la virgen, quedamos para otro día.

El fin de semana siguiente, volvimos a coincidir en el mismo sitio: me da dos besos y como la vez anterior nos escabullimos de la peña. Íbamos a salir de la cafetería, cuando en la puerta coincidimos con Kati, una amiga mía que hacía años que no veía. Entre Kati y yo... había algo más que amistad; nunca hubo nada más allá, pero la atracción era evidente y ambas lo sabíamos. Entramos de nuevo a tomar algo con ella, sentarnos y hablar de lo que había pasado en todos estos años que no nos habíamos visto, bla… bla… bla… bla…. Me da un pico y me dice: “me alegro de verte, zorrita”.

Miré a Javi y le dije que estaba con él, que se cortara un poco.

  • No quiero hacer nada que te incomode, es sólo que me alegra ver en lo que te has convertido.- Dijo Kati.

Salimos a la calle y continuamos la charla, pero ella acabó hablando de sexo, ¡como no! siempre fue un poco perra; y echando una descarada mirada a mi escote, nos dijo que ella se lo montaba con tías:

  • Es una gozada, nena, tienes que probarlo.- Se le ocurrió decir.

¡¡¡Vaya por Dios!!! con el calentón que teníamos Javi y yo encima...

Después de ese comentario, nos intentamos despedir de ella para ir a disfrutar nosotros solos, pero fue imposible. Empezó a decir:

  • ¿Y si nos lo montamos los tres juntos? Venga nena, anímate, te voy a dar candela de la buena; te voy a hacer gritar hasta que te quedes ronca.

Miré a Javi, Javi a mí, y después de pensarlo un segundo, accedí, la verdad es que ese era un tema tabú para mí, ya que me llamaba muchísimo la atención y sentía curiosidad: nada mejor que dos hembras dándose placer.

Fuimos a su casa, nos llevó a salón, mientras iba a preparar algo para picotear: cola-cola, cerveza y  panchitos. Como estaba en su casa se puso ropa cómoda: pantalón de chándal y una camisola amplia.

Javi, que es muy puta, empezó la conversación:

  • Entonces si te gustan las chicas ¿ya no sabes cómo entrarle a un tío?-

Miré a Javi con cara de “¿qué haces?” y él me respondió con mirada de “tu tranquila”.

  • No sé si sabría o no, pero en este momento no me preocupa, tu mira, relájate y disfruta.- respondió Kati.- Ven zorrita, siéntate a mi lado.

  • ¿A qué viene eso de zorrita?- pregunté.

  • No sé, es una forma cariñosa de llamarte.

Se acercó a mí, y mirando a Javi, bajó la cremallera de mi camiseta. ¿Qué? Me quedé embobada imaginando lo que intentaba hacer.

  • ¿Qué vas a hacer? - dijo Javi sobresaltado.

  • Calentarte, tonto.- contesto Kati con un tono reconciliador.

…Y allí estaba yo, sentada con las piernas encogidas y como hipnotizada ante lo que podría ocurrir, lo que podría sentir… y como no, lo que podría perder.

Al ver mis pechos duritos y excitados por la situación, mi cara de deseo y la cara atónita de Javi, abrió bien las manos y me agarró las tetas: me las meneó, estrujó, escupió y me las acabó comiendo como si quisiera sacar la leche caliente que tenían dentro. Clavé mi rodilla en su chocho y empecé a moverla despacito; ella gemía y decía:

  • Sabes lo que hay que hacer para excitarme ¿de verdad que no habías hecho esto antes?”

Le pedí que se levantara y rápidamente le quité el pantalón y el tanga, volví a tumbarme en el sofá:

  • Ven putita, sólo acabo de empezar.

Volvió a sentarse encima de mí pecho, dejando su coñito a mi entera disposición. Abrí la boca, le separé los labios y empecé a chupar, a succionar, a mamar aquel lindo coñito que tenía a mi disposición. Ella se inclinó y comenzó a masturbarme: me dobló las rodillas, me separó las piernas, me apretó los labios de manera que sólo quedó fuera el clítoris y lo empezó a lamer: arriba y abajo. Cuanto más placer me proporcionaba, con más ganas me la comía yo y más rápido comía ella. Separo los labios de mi chochito y se lo metió en la boca de una vez; sin cerrar la boca, empezó a jugar con la lengua, mientras me acariciaba la parte interna de los muslos. Me estaba poniendo a 100. Separé mi boca de su coño y empecé a masturbarle con los dedos; metí un dedo en mi boca y después se lo pasé a ella por su rajita; ella volvía a gemir y decía “no pares zorra, sigue haciendo eso, putita” y acto seguido le introduje un dedo, luego otro y luego otro; en ese momento se quedó quieta, se incorporó y empezó a moverse lentamente, como si estuviera bailando la danza del vientre; le agarré la cintura y la senté sobre mi boca; se inclinó un poco y estiró mi rajita,  mojó su mano y con la palma me masturbó de nuevo, pero ahora fue mucho más efectivo. Empecé a gemir y a gritar:

  • No pares, zorra, no pares, sigue así.

Le eché una mirada a Javi, invitándole a participar, ya que lo ví todo empalmao con la polla entre su manos y mordiéndose el labio inferior, ¡ummm! me lo como.

Se acercó, le dio una palmadita a Kati en el culo y ella se incorporó; le agarró la polla y se la comenzó a mamar.

  • Has tardado mucho en acercarte.

  • Os vi entretenidas y no quería interrumpir.

Dicho esto, le cogió la polla y se la volvió a tragar. Él me miró y empezó a jugar con mi almejita babosa, cada vez con más ganas y moviendo los dedos más rápido. “¿Te gusta zorrita?” e introdujo dos dedos en mi chochito. En el sofá no cogíamos los tres, con lo cual nos tiramos en el suelo.

Yo me tumbé, Javi encima de mi, de follaba con una intensidad impresionante y Kati se colocó encima de mi boca. Javi empezó a bombear ¡ZAS ZAS ZAS! Yo empecé a comer ¡ÑAM ÑAM ÑAM! Kati gemía, suspiraba, hacia chirriar los dientes.

  • Acércate putita, quiero probar esas tetas.

Se inclinó hacia él un poco, Javí le mordisqueaba los pezones, le mordía las tetas, se las chupaba; tanto placer no pudo con ella y mientras Javi me embestía cada vez con más fuerza, ella se corrió en mi boca. Se calmó un poco y cambiamos de posición: esta vez la follada iba a ser ella, y yo la comida. ¡UF UF UF! aquello era demasiado; me metió la lengua hasta el fondo; Javi la follaba fuerte y rápidamente: “córrete otra vez, puta, quiero sentir tu leche en mi polla”. Kati, que tenía las manos libres, separó los labios de mi coñito y empezó a jugar con mi clítoris “¡AH! ¡AH! ¡AH!” el placer del momento era infinito; y mientras Javi follaba a mi amiga, me acerqué a él para besarle; nos comimos la boca con hambre y deseo. Acabamos haciento un trío en ese momento nos corrimos.

La habitación quedó echa un Cristo, recogimos mientras nos calmábamos. Comentamos  la nueva experiencia, nos despedimos y nos fuimos. Llegamos a la calle, Javi y yo comentábamos:

  • Habrá que llamarla otro día.

  • Vale, ¿por qué no?

Fdo: Venus77