Abuso en semana santa III

La fiesta acaba por todo lo grande para mi mujer que disfruta como nunca

Parte III

Viendo aquello cogí la bandeja y preparé al menos 20 rayas. Para cuando acabé Ana le estaba haciendo una cubana a Richi. Ella le decía guarradas a él y él las escuchaba con atención.

Ana: “Ummm, que buena polla tienes, seguro que sabe bien.”

Richi: “Aaahhh, sigue así”

Ana: “Ummm, que rica, ya tengo ganas de tragarme todo tu semen caliente, seguro que te sale a chorros”

Me metí una buena raya y me puse a verlos.

Con la última raya perdí la vergüenza, me bajé los slips y me masturbaba lentamente mirando la cubana que hacía mi mujer.

Ella me vio y soltó un pequeño gemido. Se situó bien, abrió sus piernas, echó su culo hacia atrás, dió un par de lametones al tronco de Richi y se la metió en la boca.

Comenzó a mamar. Hacía mucho ruido mamando, gemía al deleitarse con la felación que le hacia a nuestro captor. Ana estaba muy caliente y muy cerda. La mano que tenía libre se la metió bajo la falda y se empezó a masturbar.

Richi gemía en el sofá, me hizo una seña para que le pasara la bandeja y así lo hize.

Mientras mi mujer le chupaba la polla él se dedicó a meterse una raya, mi mujer se percató y le preguntó.

Ana: “¿Tienes sed cariño?”

Richi: “Sí”

Entonces mi mujer que tenía la mesa a mano alcanzó el mojito de Richi y se lo dió.

Ana: “Toma, bebe mientras te la como, relájate y disfruta de la mamada que te voy a hacer”

Ella le dio el vaso y el le dio a ella la bandeja, ella colocó la bandeja sobre la mesa.

Que imagen, Richi bebiéndose un mojito y mi mujer mientras entregada a su miembro sin dejar de chupar y gemir.

Después de varios minutos mi mujer no había bajado su ritmo en la felación, seguía chupando incansablemente. Richi pronto comenzó a gemir dejó de beber. Mi mujer notaría algo en su verga que sin dejar de chuparsela alzó la mano agarró su vaso y lo colocó en la mesa.

Ahora Richi estaba centrado en mi mujer, le agarró la cabeza con las dos manos y comenzó a follarle la boca.

Aquello le gustaba a mi mujer, como Richi le follaba la boca ella tenía las manos libres y las ocupó en masturbarse fuertemente.

Richi empezó a gemir con fuerza, estaba claro que se iba a correr. Penetraba oralmente a mi mujer con mucha violencia y ella se excitaba por aquel abuso hasta que por fin, Richi se corrió.

Gritaba, apretaba su cadera contra la boca de mi mujer obligándola a tragar todo lo que tendría que estar saliendo de su verga. Ana al notar su cálida leche en su garaganta no lo pudo evitar y también se corrió, movía su mano contra su vagina de forma enérgica y gemía bastante alto.

Estuvo varios minutos succionando la polla de ese tío mientras tenía los típicos espasmos por el orgasmo hasta que lo dejó seco. Fue Richi quién tuvo que separarla y le costó trabajo, ella no quería sacarse su miembro de la boca.

Richi: “Dios, cómo me ha chupado la polla!”

Mi mujer siguió masajeándole la polla un rato con su mano, me miraba y después de un momento se levantó. Miró hacia el otro sofá donde estaba Jesús. Rodeó la mesa se puso frente a él y colocó los cojines a sus pies.

Lo estuvo besando un rato, comiéndole la boca como si fuera una joven con su novio. Fue bajando lentamente hasta que una vez de rodillas le bajó sus slips. Yo no veía porque estaba de espaldas a mí pero por sus movimientos comenzó directamente a chupar su polla con intensidad.

Ella gemía y él también, estuvo varios minutos así. Jesús no se cortaba y la tenía agarrada por la cabeza marcándole el ritmo con el que tenía mamar.

Por la cara que tenía Jesus se podía deducir que mi mujer estaba haciéndo un gran trabajo oral. Además ella gemía con la polla en su boca, estuvo bastante rato.

Pedro se levantó a mirar las camaras y dijo que las tarjetas de memoria se le estaban acabando, que quedeban pocas horas de grabación. Preguntó que qué iban a hacer al respecto.

Mi mujer aún seguía chupándole la polla a Jesús y éste dijo: “Bueno, si quedan pocas horas podemos jugar a 'Visita a la puta', ¿no?”

Yo no sabía que era aquello, pero sus dos amigos aceptaron su propuesta sin dudarlo.

Pedro comenzó a desmontar las cámaras y las fué metiendo en la habitación que había junto al baño, cuya puerta daba al salón donde estábamos.

Yo que podía ver parte del interior de la habitación vi como Pedro ponía una de las cámaras apuntando a la cama, y aunque no podía ver la otra, deduje que la otra cámara estaba en el otro lado de la cama apuntando hacia ella.

Estaba claro que la acción se iba a trasladar allí.

Pedró salió y dijo que ya estaba todo preparado. Jesús que aún tenía a mi mujer mamándole su verga, se inclinó un poco, cogió la bandeja de la mesa y me tió una raya, también cogió su vaso de mojito y dio un gran trago.

Paró a mi mujer, la cogió del pelo y la llevó casi a rastras hasta la habitación. Ana no se quejó en ningún momento por aquel maltrato, es más, iba estrujándose los pechos camino del cuarto.

Entraron y Jesús dio un portazo rezando la puerta.

Por un momento me estremecí, miles de pensamientos recorrían mi mente encocada. Tenía una extraña sensación en el estómago, pero mi erección en ningún momento se vino abajo.

Richi bajó el volumen de la televisión, tanto que apenas se escuchaba. De la habitación no salía ningún ruido y eso me estaba poniendo muy nervioso pero excitado a la vez.

Richi y Pedro empezaron a hablar de problemas mecánicos en sus coches, yo los escuchaba pero estaba muy pendiente de la habitación.

En pocos minutos comenzó a escucharse el traqueteo de la cama. El cabecero estaba dando fuertes golpes contra la pared. Aquellos sonidos y el no poder ver como mi mujer estaba siendo follada me hicieron salirme del pellejo.

Para colmo en poco tiempo se escuchaba gemir, y gritar a mi mujer. Jadeaba muy fuerte. Yo estaba expulsando por mi polla cantidades ingentes de líquido presiminal que hicieron una gran mancha en mis slips.

No veia el momento de que fuera mi turno, aquel juego tenía mucho morbo.

Para relajarme me puse a hacer rayas, mientras me las hacía Richi y Pedro comenzaron a hablar conmigo. Estuvimos hablando de drogas, de las tías que iban saliendo en la peli porno, ahora casi muda, que había en la tele, y sin darme cuenta acabamos hablando de las cosas que le ibamos a hacer a mi mujer.

En realidad tuve la sensación que me estaban pidiendo permiso y yo en vez de negarme, intentaba competir para demostrarles que yo era más guarro y más vicioso.

Pasaron al menos 20 minutos cuando los golpes y gritos de mi mujer cesaron.

Todos nos dimos cuenta y yo ni corto ni perezoso hice el siguiente comentario: “Bueno Pedro, parece que te toca ya, ¿no?”

Pedro: “Ah, ¿sí?, pues me voy a meter otra rayita para ponerme fuertecito”, lo dijo con mucha gracia y los tres nos empezamos a reir.

Bebió de su copa y al ratito salió Jesús, resoplando.

Jesús: “Joder! Qué polvazo! Ha sido uno de los mejores polvos de mi vida”

Richi: “Sí, sí, Ana es una folladora nata y encima está puesta de éxtasis y coca hasta los topes”

Jesús: “Hablando de coca, Ana quiere le llevemos agua y un poco de coca”

En ese momento Ana salió de la habitación y entró al baño. Estuvo varios minutos.

Pedro cogió la botella de agua, una bolsita de farlopa, una carátula de un cd que había en el mueble del salón, una hoja de papel y su DNI y se fue a la habitación

En ese tiempo Pedro había entrado en la habitación, y desde donde yo estaba veía como se preparaba las rayas sentado en un lado de la cama.

Ana salió del baño, se metió en la habitación y mirándome y sonriendo cerró la puerta en mi cara lanzándome un beso.

Volvió a ocurrir lo mismo pero esta vez se oían risas que salían de la habitación, luego un hubo un silencio y trás un buen rato, comenzaron los golpes en la pared.

Eran las más de las 4 de la madrugada. En la lejanía se oía perfectamente jadear a mi mujer. Esta vez los gemidos y jadeos iban acompañados de palabras.

Ana: “Síii, síiii, fóllame”, se escuchaba atenuado a través de la puerta cerrrada.

Jesús estuvo comentando como se había follado a mi mujer, que ella lo había cabalgado, que se la había follado por el culo, que ella se corrió un par de veces y que finalmente mi mujer le pidió que se corriése dentro de su boca, que tenía ganas de sentirse sucia.

Yo estaba que iba a explotar pensando cuando me tocaría. Los golpes de la cama en la pared parecían que iban a derribarla.

De repente fuertes gritos salían de la habitación, gritos de Ana y Pedro que pronto se convirtieron en gritos de sólo él. Los golpes en la pared cesaron y un silencio recorrió la habitación.

Richi: “Bueno, creo que ahora va el tercer turno, Manué te toca”

Cogí la bandeja, me metí una buena raya y me bebí de un trago todo mi mojito para que el goterón de coca que bajaba por mi garganta no fuése tan amargo.

Aunque había terminado Jesús tardó en salir, me estaba impacientando hasta que por fin se abrió la puerta.

Salía limpiándose el sudor de la frente y con la mano me hizo una señal de que había sido perfecto.

Entré en la habitación y me quedé atónito. Mi mujer estaba bocarriba, con los ojos cerrados, las piernas abiertas, se estaba masturbando. Ya no tenía ni su faldita, ni sus braguitas. Sólo la camiseta, las medias rosas y sus zapatos de tacón.

Cerré la puerta de un portazo y ella sin mirar quién era el siguiente comenzó a gemir.

Ana: “Ummmm, síiii, que bien otra polla para mi coño”

Entonces abrió los ojos y vio que era yo.

Su expresión cambió al verme y dijo: “ummm, por fin, he estado tragándome toda la leche para que mi coñito estuviera limpio para tí, cariño”

Yo: “Así me gusta, cari”

Ana: “Antes de follar, ¿me preparas una rayita?”

Por un momento me preocupé, no quería que le pasara nada malo, y ella no estaba acostumbrada a las drogas, así que le pregunté.

Yo: “Cari, ¿cuánto te has metido?”

Ana: “pues mira, la pastilla que me dieron, una raya grande y dos pequeñas, ¿eso es mucho?”

Eran las 5 de la mañana, ella no había parado de follar y había bebido alcohol, así que se podría decir que casi no se había metido nada.

Yo: “Ah,bien, no es mucho, aún tienes margen de maniobra, voy a hacer unos tiros”, en realidad, debería haber estado preocupado por mí, porque yo me estaba dando un lote de aquella magnífica cocaína.

Mi mujer me acariaba y fue a darme un beso, yo me aparté porque había estado bebiéndose el semen de tres tipos, ella se rió y me dijo que tranquilo, que se había enjuagado la boca con agua, así que no opuse resistencia.

Me empecé a hacer un montón de rayitas pequeñas, mientras las hacía Ana me comía la polla con mucha habilidad. Nos metimos una cada uno y nos pusimos al lío.

Me la follé de todas las formas y posiciones, me pedía que le pegara, que le tirara de los pelos. ¡Dios!, yo no sé como folló con los demás, pero conmigo era una salida descontrolada. Gritaba, gemía, yo estaba tan encocado que no podía correrme pero la tenía durísima, como una barra de titanio.

Perdí la cuenta de cuántos orgasmos tuvo ella, porque algunos de ellos duraban minutos. No podía saber si era uno muy largo o varios orgasmos seguidos.

Me pedía más, la puse a cuatro patas sobre la cama, le aplasté la cabeza contra el colchón y me la follaba analmente. Me pedía que la azotara y yo lo hacía, lo tenía rojo, estaba claro que no fui el único en azotarla aquella noche.

Ya llevaba por lo menos 25 minutos follándola sin descanso y comencé a acuciar cansancio. Ella que estaba a cuatro patas cogió el CD con las rayas de la mesita de noche y me lo puso a su lado.

No sé como lo hicimos pero sin dejar de follar, yo me metí dos de aquellas rayitas y ella se metió una, todo eso sin derramar nada.

Volví a la carga, esta vez sentía un hormigueo por todo el cuerpo, sentía como se erizaba la piel de mi espalda. Aumenté el bombeo que le hacía a mi mujer, le di la vuelta violentamente y me la comencé a follar al estilo del misionero.

Ana: “Oohhh, síiiii, aprieta, fóllame fuerte, reviéntame, lléname”

La pared estaba crujiendo por los golpes, llegué pensar que se partiría.

No podía aguantar más, no pude evitarlo, antes de mi orgasmo estuve un par minutos casi gritando de placer, casi a la par que mi mujer.

Yo: “Aaaahhhrrrggggrr”

Empecé a notar mucho líquido en mi miembro, sentía una calor en mi polla que casi era fuego, era la vagina de mi mujer, hasta que finalmente me corrí. Le eché todo lo que llevaba dentro que era tanto que ella gritaba de placer al sentirlo dentro de su vagina.

Yo la estaba casi estrangulando con mis dos manos, ella me apretaba el culo hacia sí misma, clavaba las uñas en mis cachas.

Y después de un rato muy grande nuestros orgasmos acabaron. Quedamos extasiados en la cama, ahora entendía porqué despues de follarse a mi mujer Jesús y Pedro tardaron en salir.

Cuando estaba más o menos descansado comencé a magrear a mi mujer, aunque me había corrido seguía con la polla dura y quería otro pero mi mujer me detuvo.

Ana. “Lo siento cari, pero el juego no es así, ahora le toca a otro, así son las reglas”

Yo no me enfadé, al revés, me gustó aquel rechazo, no por el hecho de ser rechazado, sino porque era una demostración de lo zorra que era mi mujer.

Ana: “¿Ves? Lo pone aquí”

Y riéndose se señaló a la palabra que había en su camisetita rosa, 'BITCH'.

Le comí la boca, me levanté. Ella me dijo que también iba a salir al baño, así que abrí la puerta y salimos los dos.

AL salir nos aplaudieron entre carcajadas, nosotros no pudimos evitar reírnos y nos dijeron que por un momento pensaron que la pared de la habitación se había caído, que eramos muy brutos.

Ana me rodeó el cuello con sus brazos y me dio un beso muy romántico, luego entró en el baño.

Yo me senté en el sofá, me puse mis slips y me quedé por un momento tomando aire en el sofá.

Richi, que era el siguiente, estuvo sentado hasta que mi mujer salió del baño. Metiéndose su última raya antes de entrar.

Mi mujer salió del baño, se fue hacia el cuarto, se apoyó en el marco de la puerta, y con una postura muy sugerente dijo: “Vamos Richi, ahora te toca a tí, ¿no?”

Richi sonrió se levantó y se dirigió al dormitorio. Ella lo esperaba apoyada en el marco de la puerta y cuando él estaba cruzando el umbral de la misma, ella le regaló un corto beso en los labios y él entró.

Ana: “Chicos, no os durmais porque yo no tengo nada de sueño”

Jesús le dijo que tranquila y ella nos sonrió y pegó un portazo cerrando su oficina de trabajo.

La situación no cambió, Richi se la folló montando también un buen escándalo.

Las horas fueron pasando y nosotros tambien pasamos por aquella habitación varias veces. Nos metíamos coca en el salón viendo porno y escuchando los gritos de placer y lujuria que emanaban de aquella habitación.

En uno de mis turnos, mi mujer y yo nos comimos a medias una pastilla de éxtasis. Que cuando hizo efecto nos permitía hacer con ella lo que queríamos sin ofrecer ninguna resistencia y lo que es mejor, provocando en ella unos orgasmos y un placer que difícilmente se volvería a repetir.

En algunas ocasiones entrábamos por parejas en la habitación y mi mujer era como un juguete para nosotros, se dejaba follar, se tragaba todo lo que le poníamos en su boca.

También hubo alguna ocasión en la que entraron los 3, dejándome solo en el salón, escuchando las embestidas a través de la pared y como mi mujer y sus tres captores disfrutaban de una sesión de sexo que creo que ellos no llegaron a imaginar.

Mi mujer tomaba coca pero no tanta como nosotros 4. En una de las veces que entré el espectáculo era dantesco, la cama estaba completamente manchada de semen y líquido vaginal, mi mujer también y a nadie le preocupaba aquello.

Ella se limpiaba pero llegó un momento que estabamos tan calientes que cuando oiamos que los golpes cesaban, al que le tocara, entraba en la habitación y prácticamente echaba de la cama al que estuviera allí, y sin dejar descansar a mi mujer comenzaba a follársela de nuevo.

Las piernas de mi mujer estaban brillantes por los muslos, de los chorreones de semen que le caían a borbotones por su coñito. Su cara y su pelo también tenía semen por todos lados. Era repugnante, pero a ninguno de nosotros 3 nos importó para besarla en cada uno de nuestros turnos, estábamos asalvajados.

Sólo veíamos, coca, alcochol, porno y a mi mujer ardiendo en la cama deseosa de que se la follaran una y otra vez.

Estuvimos horas así, no nos dimos cuenta pero llegó la tarde del sábado, ya apenas se escuchaban gemidos de mi mujer. Ella estaba sumida en un estado de trance de placer en el cual era follada uno tras otro por 4 tipos que gracias a la coca no parecían tener fin.

De uno en uno, de dos en dos, tres… Incluso llegué a escuchar a alguien decir, que simplemente había entrado y se había hecho una paja en la cara de mi mujer, obligándola a tragarse todo su semen, y que ella mientras tragaba se masturbaba.

Tenía orgasmos pero estaba tan agotada y tan acostumbrada a tenerlos que ya era normal en su estado.

Yo no sabía que iba a pasar cuando se le pasara el efecto de las drogas a mi mujer pero me daba igual.

La orgía decayó y poco a poco las peleas que antes eran por follar ahora eran por no entrar, creo que todos lo que queríamos era descansar, dormir y terminar el día descansando.

Las camaras hacía rato que no grababan porque ya no había más tarjetas de memoria. Pedro las estaba enumerando con un rotulador. Cuando acabó guardó las cámaras.

La última vez que salí de follarme a Ana estaba extenuado, me senté en el sofá, cerré los ojos y sin querer me quedé dormido.

Me despertó mi mujer y yo di un sobresalto. No sé cuanto estuve durmiendo.

Ana: “¿Y esta gente? ¿Ya se han ido?”

Yo: “Pues no lo sé, me he quedado dormido”

Ana: “Sí, yo también”

Aún era de día pero estaba empezando a oscurecer. El salón estaba completamente recogido. Todo limpio, ni rastro de aquella bacanal salvo por el dormitorio donde transcurrió el final de la fiesta que parecía que había habido una guerra.

Aquellas horas de sueño me habían repuesto, aún sentía efectos de la droga pero me encontraba bien y mi mujer también parecía estar animada, aunque totalmente sucia por todo el semen que ahora se habia casi secado.

Le dije que se duchara, yo mientras me puse a recoger el dormitorio y cambiar las sábanas. Aquella habitación olía fuertemente a sexo así que cambié todas nuestras cosas a otra habitación para poder dormir allí.

Mi mujer tardaba bastante así que para no esperar entré a ducharme con ella, cual fue mi sorpresa que solo estaba debajo del agua, masturbándose. Decía que su coño estaba muy sensible y que era un placer. Yo entré y me duché mientras la observaba.

Cuando tuvo su orgasmo yo ya estaba duchado, así que nos secamos y salimos desnudos completamente al salón.

Nos sentamos cada uno en un sofá, empezamos a hablar de aquella noche y mi mujer se percató que el portatil junto con el adaptador y el cable estaban allí, me dijo que quería ver porno y yo se lo puse.

Estuvimos un buen rato, ya había oscurecido, empezamos a notar el cansancio y mi mujer fue a la cocina a por agua.

Dio un grito y fui corriendo a ver que pasaba.

Yo no lo ví, pero en una esquina estaba la bolsa con toda la droga, que aun era mucha, una montaña de tarjetas de memorias enumeradas y un folio doblado.

Mi mujer sonreía viendo todo aquello. Abrió el folio y lo leyó.

Resulta que nuestros captores se lo habían pasado también que no sólo decidieron no chantajearnos con los vídeos grabados, sino que nos dejaron el buen material para que nosotros lo disfrutarámos. Decía que Jesus y Pedro estaban casados y con hijos, y que Richi había dejado embarazada a su mujer y también se iban a casar.

Decía que todo formaba parte de la despedida de soltero de Richi, eso explicaba que él parecía mandar. Mi mujer sonreía mientras leía y dijo que era una pena que no hubieran dejado un teléfono de contacto o algo así para poder repetir algún día.

Riéndome le tuve que le reñir.

Ella me preguntó que si podíamos ver los vídeos y le dije que sí.

Yo tenia una tarjeta PCMCIA que permitía la conexión de aquellas tarjetas de memoria.

Nos echamos unos cubatas y nos pusimos a ver los vídeos. Nos pusimos muy calientes, nos metimos unas pocas rayitas pero esta vez con más mesura y estuvimos follando en el salón hasta altas horas de la madrugada.

Nos fuímos al dormitorio y por fin dormimos.

Nos despertamos casi a las 4 de la tarde, recogimos y nos fuimos a Córdoba.

El sexo con Ana cambió a mejor. Follábamos más y mejor, íbamos a clubs de intercambios y hacíamos más vida juntos.

Aquella experiencia que empezó de forma trágica nos abrió un mundo de posibilidades.

Por cierto, nunca supe donde guardaba mi mujer la bolsa de drogas, me la tenía escondida y era ella la que racionalizaba, me decía que yo era un vicioso, duró meses hasta que se acabó. Ironías de la vida, al final resulta que el único vicioso era yo. :-D