Abuso en semana santa II

La situación para mi y mi mujer cambia, ahora empezamos a pensar que no nos van a hacer daño

Parte II

Mi mujer se enteró de aquello y me miró durante varios segundos hasta que le guiñé un ojo, entonces sonrió y se volvió a centrar en su nuevo amante que se la follaba bastante bien.

Allí estaban los dos comiéndose la boca y follando, gimiendo como animales en celo. Jesús también la bombeaba con mucha fuerza haciendo que mi mujer se corriera dos veces de forma exagerada, haciéndola gritar de placer.

Estuvieron follando más de 20 minutos hasta que rendido abandonó por la imposibilad de correrse.

Creo que ellos no pensaron que tal cantidad de cocaína iba a hacer tan difícil la tarea de tener un orgasmo.

Jesús con la voz entrecortada mientras tomaba aire: “Dios, que bien se folla a esta tía, tiene el coño perfecto”

Y se retiró para disgusto de mi mujer que estaba insaciable.

Era mi turno y no es por fardar pero mi miembro era bastante más gordo y largo que los dos primeros.

Me metí una raya que había en la bandeja y esta vez mi mujer me daba su aprovación con la mirada, se había dado cuenta que la coca nos tenía durísimos y retrasaba nuestros orgasmos.

Me acerqué a mi mujer y me puse entre sus piernas de rodillas. Ella veía mi polla enorme, llena de venas y reluciente por lo excitado que estaba.

Ana: “Ummm, síi, esta polla es la mía”, me sonreía mientras decía aquello.

Ana: “Ven guapísimo, fóllame como una perra en celo”

Yo la abrí de piernas y la embestí con fuerza. Ana respondió gritando y estrujándose sus enormes pechos que tenían los pezones completamente de punta.

No tardé en empezar a follarla como un poseído. Aquella exquisita cocaína me hacía sentir poderoso, tenía un hormigueo por todo el cuerpo, no sentía los músculos de mis brazos pero tenía la sensación que eran capaces de doblar el acero.

La tenía fuertemente agarrada por la cabeza mientras la penetraba, ella me abría su boca, gimiendo, gritando, pidiéndome más. Yo le escupía dentro de su boca y ella se relamía y tragaba mi saliva.

A pesar de ser yo su marido, curiosamente mi follada fue la menos romántica de todas. Yo la maltrataba, le pegaba (sin acerle daño, claro), le decía lo puta que era por dejarse follar de aquella manera por aquellos desconocidos.

Ella era mi cómplice y entendía que a pesar de lo duras de mis palabras, no había rencor en ellas. Le gustaba aquello.

Ana: “Síii, soy muy puta. Pero soy tu puta. Fóllame, lléname toda. Castígame, yo haré lo que me pidas”

Yo la seguía trantando con brusquedad, estaba muy encocado y ella muy receptiva por el éxtasis.

Tuvo un orgasmos brutal.

Ana: “Aaaaaahhhh!!”, gritó, pero fue un grito muy agudo, más que un grito fue un chillido.

En ningún momento tuve piedad de ella, y bombeé con más fuerza. Ella me arañaba la espalda, me rodeó la cadera con sus piernas tan fuerte que casi me hacía daño.

Me pedía saliva y yo se la daba. Con una mano le agarraba la nuca y con la otra le abría su boca, se la escupía dentro y ella la tragaba saboreándola como si fuera miel, me pedía más y yo se la daba.

Ella iba cambiando, unas veces se estrujaba los pechos, otras me agarraba la espalda y me clavaba sus uñas por el placer que experimentaba, cosa que aunque me dolía me gustaba.

Nuevamente se corrió otra vez, chillando.

Ana: “Síiiii, por favor, quiero que me llenes, córrete dentro, vamos, quiero rebosar”

Yo llevaba por lo menos 20 minutos sin parar y sentía que el corazón se me iba a salir y paré.

Mi mujer me miró a los ojos y me dijo: “Tranquilo, tú te vas a correr dentro, ya verás.”

Nuestros captores nos estaban dejando follar a nuestro aire y Pedro estaba grabando todo con sus dos cámaras y comentando que aquel material los iba a hacer de oro.

Mi mujer me empujó hacia atrás y me tumbó bocarriba, se subió sus calcetines hasta sus muslos porque se habían bajado un poco.

Ana: “Te voy a cabalgar como sé que te gusta”

Yo tenía mi polla a reventar apuntando hacia arriba ella se puso encima de ella y comenzó a hacer cuclillas encima de mí.

Tenía sus manos apoyadas en mi pecho, estaba un poco inclinada hacia delante. Con cada movimiento casi sacaba mi polla de su coño y cuando estaba a punto de salirse me daba un fuerte coñazo en mi polla, haciendo que entrara toda ella.

Dios, era increible, con esa follada que me hacía mi mujer había recuperado la sensibilidad en mi miembro.

Ella no paraba de decirme guarradas, ahora era ella la que me escupía dentro de la boca y yo lo aceptaba y tragaba, estaba riquísima su saliva.

Siguió así varios minutos hasta que se corrió otra vez, pero por tanto placer perdí la noción del tiempo.

Esa postura le gustaba pero es dura para sus piernas, así que ahora no hacía cuclillas, estaba pegada a mí, sólo levantaba y bajaba su culo.

Me comía la boca, gemía de placer, la agarré de la cabeza y me puse su oreja en mi boca para susurrarle.

Yo: “¿Quieres correrte de placer? ¿Quieres sentir más de lo que sientes ahora?”

Ana increiblemente caliente: “Síiiii, haré lo que me pidas, soy muy puta, castígame”

Yo: “Mira, la tele, ¿quieres eso, cariño?, ¿quieres que te hagamos eso?”

En la tele le estaban haciendo una doble penetración a una veinteañera mientras se comía una polla, que también gritaba como lo estaba haciendo mi mujer aquella noche.

Mi mujer miró la televisión durante un momento, vio aquello y volvió a bajar la mirada mirándome a mí.

Asintió con su cabeza.

La agarré fuertemente por la nuca y le volví a bajar la cabeza hasta poner su oído cerca de mis labios y le susurré: “De acuerdo, ahora vas a gritar de placer, ya lo verás”

Me dirigí al que parecía el jefe, Richi: “Richi, que alguien le folle el culito a mi mujer, y que otro le folle la boca, vamos”

Cuando Ana escuchó aquelló cerró los ojos y levantó su cabeza y exclamó: “Ooohhh, síiii, eso es lo que quiero, por favor, folladme por todos lados, vamos”

Richi mandó a Jesús a Pedro para que vinieran donde estábamos mi mujer y yo. Pedro aún estaba vestido y tenía una de las cámaras en la mano, así que mientras ponía la cámara en el trípode y desvestía Jesús estaba ya en el asunto.

Cuando mi mujer notó la presencia de Jesús en su espalda dejó de moverse para que la penetrara analmente. Mi mujer no dejaba de mirarme a los ojos muy sonriente hasta que la polla de Jesús comenzó a penetrarla.

Ana abrió su boca, cerró los ojos: “Oohh, síii, noto como entra, empuja, empuja fuerte, mi culo lo está deseando”

Jesús: “Ostía que estrechito, pero está entrando sin problemas”

En pocos segundos la sodomizó por completo y Ana gimió a la vez que se estrujó sus pechos. Fue un gemido fuerte, fuerte y largo.

Pronto Jesús y yo la estábamos follando. Ahora su coño era más estrecho, notaba las paredes chorreantes de su vagina completamente pegadas a mi polla, era una sensación indescriptible, yo sabía que iba a tardar poco en correrme.

Jesus y yo estábamos sincronizados follando los orificios de mi mujer. Con cada bombeo que le haciamos ella gritaba y repetía: “Síiii, síiii, folladme, folladme, llenadme”

Pedro ya estaba desnudo y empalmado se acercó a nosotros y antes de que mi mujer se diera cuenta, la agarró por la cabeza y le metió su polla hasta el fondo.

Pedro que llevaba casi una hora viendo como nos estabamos follando a mi mujer, tenía que estar muy caliente. Tanto que sus gemidos eran también casi gritos.

Ahora solo se escuchaban los gemidos de nosotros tres, y mi mujer ahogaba sus gritos debido a la polla que tenía en su boca.

Los tres nos moviamos a la par, parecía que aquello estaba practicado con anterioridad.

Aunque mi mujer tenía la boca llena mientras era follada oralmente sus gritos superaban a los de la televisión.

Gritaba, gemía y aquello nos ponía a los tres tíos que no la estábamos follando muy burros.

Pedro, se la follaba por la boca, pero mi mujer no solo la tenía abierta, además succionaba con energía y eso que Pedro en cada embestida se la metía hasta el fondo hacíendole un Throat-Fuck.

En pocos minutos Pedro empezó a decir que se venía, que se iba a correr en la boca de mi mujer. Mi mujer respondió como pudo gritando con la boca llena.

Yo iba a reventar al escuchar a mi mujer gritar así y también comencé a gemir anunciando que mi corrida también estaba próxima.

Mi mujer que me escuchaba gemir comenzó a gritar más fuerte aún y clavaba sus uñas en mi pecho.

Jesús por detrás nos escuchaba a nosotros y también anuncio su corrida.

Aquello fue ya la guinda del pastel, mi mujer gritaba y gritaba, parecía que la iban a matar y con su otra mano agarraba el culo de Jesús para empujarlo hacia ella.

Allí estabamos los tres tíos apunto de corrernos gimiendo y mi mujer gritando como una loca con la boca llena hasta que pasó lo inevitable.

Pedro fue el primero, la agarró fuerte por la cabeza se la metió hasta el fondo y soltó un grito.

Pedro: “Ahhhgggrrrr”

Se corrió en la boca de mi mujer.

Mi mujer completamente inmóvil tragaba y tragaba, no se le escapó ni una gota, tenía la polla completamente hundida en su boquita. Aquella visión destató en mí lo esperado y me corrí.

Sentía como litros y litros de mi esperma salían a borbotones de mi polla, yo también casi gritaba de placer, mi polla daba espasmos en las paredes del coño de mi mujer y eso hizo que mi mujer se corriera.

Mi mujer no soltó un grito, no, gritaba muchísmo, eran gritos largos, uno tras otro, pero aún con un miembro que los atenuaban.

Ana: “Aaaaaaaaaaaaaaahhhh!Aahhhhhhhhhhhhh!Aaaaaaaaahhhhhhh!…..”

Me parecía increíble, yo no había visto aquello nunca en mi vida, ni yo, ni ninguno de los de allí.

Aquellos gritos excitaron de sobremanera a Jesús y también se vino, pero en el culito de mi mujer.

Jesus gemía y no paraba de decir: “Dios! Dios! Ohh, síiii, que culo más rico”

Ana daba fuertes espasmos, seguía gritando y tragando todo lo que aquella polla le soltaba en su boquita.

Se podría decir que los cuatro nos habíamos corrido a la vez.

Aquellos gritos de mi mujer pronto se convirtieron en casi un llanto, le caían lágrimas de sus ojos.

Estuvimos 4 o 5 minutos los 4 corriéndonos, sin movernos, sólo los espasmos que daban nuestros cuerpos.

Hasta que poco a poco sacamos nuestras pollas del cuerpo de mi mujer.

Cuando las tuvo fuera mi mujer se dejó caer de lado en el futón, se agarraba todo el cuerpo. Estaba casi en postura fetal, con los ojos cerrados, con cara de haber tocado el nirvana, y estuvimos todos en silencio, salvo por el porno que había en la tele, al menos 5 minutos. Pero en ese tiempo mi mujer aún daba espasmos de vez en cuando.

Richi nos lanzó unos rollos de papel higiénico y comenzamos a limpiarnos nuestros miembros.

Cuando mi mujer se relajó y abrió los ojos le di uno de los rollos y comenzó a limpiarse, pero de su coño y de su ano chorreaba semen.

Ana se levantó, se tapó sus orificios con las manos y se fue al baño que había en el mismo salón.

Dejó la puerta abierta y los cuatro veíamos lo que hacía, se puso en el vidé en cuclillas y comenzó a expulsar todo el semen que le habíamos echado en sus entrañas y su coño. Estuvo por lo menos 10 minutos hasta que se quedó vacía.

Se lavó la boca con enjuague bucal, meó y se vino al sofá donde yo estaba.

Se sentó desnuda completamente y se recostó encima de mí. Me besó y me acaraciaba el pecho.

Nuestros captores nos daban bastante espacio, dos estaban sentados en el otro sofá y Pedro en una silla junto a ellos. Se hicieron unas rayas y nos dieron a mi mujer y a mí, pero ella rechazó.

Al cabo de un rato mi mujer preguntó que si podía ponerse algo de ropa y Richi le dijo que sí y ordenó a Pedro para que la acompañara al cuarto y que no hiciera ninguna tonteria.

Ella dijo que no hacía falta que no se iba a escapar dejándome sólo allí, aun así Richi insistió.

Pedro habló: “Bueno ya que voy voy a hacer una batida por los cuartos a ver si hay algo de valor”

Mi mujer le dijo que no había nada de valor, que solo había ropa de deporte pero él dijo que eso ya lo comprobaría.

Se fueron los dos a los dormirtorios y no pasó mucho tiempo cuando escuchamos gritar a Pedro.

Pedro: “Ehhh! Tíos!! No os vais a creer lo que he encontrado!”

Richi: “¿Qué has visto? Tráelo aquí”

Pedro vino pero no venía solo, de una mano traía a mi mujer aún desnuda porque no le dio tiempo a cambiarse, en la otra traía mi maleta y la tiró en el centro del futón.

Yo me imaginaba que había encontrado y mi mujer me preguntó que qué había en mi maleta.

Yo: “Una cosa que pensaba darte mañana para nuestra última noche aquí”

Ella frunció en ceño sin imaginar que podía ser.

Pedro sacó una bolsa negra con letras rojas que dentro tenía ropa y unos zapatos blancos de tacón con dos cintas.

La ropa era de color rosa chicle, se podía ver una faldita rosa, una camiseta de mangas muy corta también rosa, una bolsa con unas medias rosa y unas braguitas rosa con los filos blancos.

Richi: “Joder Manu, esto sí que es una sorpresa, ¿no pensabas avisar de que tenías esto?”

Yo: “Eso era un regalo que le iba a hacer a mi mujer, ni siquiera me acordaba que lo tenía ahí”

Richi: “Pues tiene buena pinta. Ana ¿no querías vestirte? Pues ya sabes, ponte esto, vamos”

Mi mujer me miró inexpresiva, se levantó cogió la ropa y se dirigió a la habitación pero Richi la detuvo. Le dijo que se vistiera en el baño puesto que no había ventanas, entonces mi mujer dijo algo que me dejó de piedra.

Ana: “Bueno, me vestiré en el baño, pero déjame coger del cuarto mis cosas para que me pueda maquillar, ¿no?”

Pedro fue con mi mujer al dormitorio, cogio su neceser de maquillaje y lo miró a ver que había dentro, no vió nada sospechoso y se lo dio a mi mujer, que sin dudarlo se encerró en el baño.

Nosotros estábamos desnudos y debido al efecto de la coca y la peli porno que estaba en la tele aún teniamos nuestras vergas duras. Yo me puse mis slips y mi camiseta porque no estaba cómodo delante de ellos desnudo y ellos al verme hicieron lo mismo.

Mientras mi mujer estaba en el baño, Richi bajó un poco el volumen de la tele, creo que no se fiaba de mi mujer sóla encerrada allí.

Seguimos metiéndonos rayas y Jesús trajo unas cervezas para los cuatro.

Al rato oímos el pestillo del baño, mi mujer iba a salir. La puerta se abrió y mi mujer salió.

¡Dios!, ¡Qué imagen!. Ni por asomo me imaginé que el conjunto le podía quedar tan bien a mi mujer.

Venía andando, seria, directa al sofá. Los zapatos le quedaban que ni pintados, las medias eran rosa fuxia, muy tupidas que no dejaban ver nada de carne debajo de ellas, llegaban hasta algo más de medio muslo y acababan en un volante blanco que tenía lacitos rosas.

El vestido tenía un poco de vuelo, como el de las animadoras de los equipos de la NBA, rosa fuxia, y la camisetita era tan corta que sólo le llegaba a cubrir hasta los pezones, dejando la curva inferior de sus senos a la vista, con la palabra “BITCH” en letras plateadas con brillo.

Se había maquillado exageradamente. Sus pómulos estaban completamente rosa con aire ochentero y la sombra de ojos era de un azul eléctrico muy vivo. Estaba claro que se había dado con el alargador de pestañas pues las tenía negrísimas y largas.

Sus labios eran lo mejor, estaban rosa fuxia y se habría untado algo en ellos que los hacía brillar como si fueran diamantes.

Se colocó en el centro de la habitación, los tres tipos la silbaban y aplaudieron por el espectáculo. Se levantó la falda y nos enseñó sus braguitas rosas. Tenían una palabra escrita, 'Fóllame'.

Me miró y me dijo: “¿Me queda bien?”

Yo: “Joder, estás de vicio, cariño”

Se acercó a mí y se sentó en mi regazo rodeando con un brazo mi cuello, pronto acomodó su culo a mi polla que estaba que iba a explotar.

Richi dijo: “Bueno, son la 1'30, aun es pronto, vamos a meternos unas rayas más y luego grabamos otra vez”

Le hizo unas señas a sus dos amigos que se levantaron. Recogieron el futón y volvieron a poner la mesa frente a los dos sofás.

Pedro se puso a recoger la mesa y mi mujer lo paró.

Ana: “No, no, Pedro. Tú encárgate de la camara, yo arreglo la mesa”

Se levantó de mi regazo y comenzó a recoger la mesa. Yo quise ayudarla pero me empujó al sofá.

La recogió y la limpió. Mientras limpiaba rodeaba la mesa cosa que nuestros “invitados” aprovecharon para levantarle su faldita y ver que había por detrás. Ella se dejaba sin oponer la más mínima resistencia.

Es más cuando le levantaban la faldita, ella miraba hacia atrás con cara de picarona.

Pudimos ver que las braguitas tenían dos grandes orificios, uno alargado en el coño y otro circular en el culo.

Pronto estaba la mesa limpia, sólo con los aparejos de la cocaína y la bolsa de pastillas.

Mi mujer nos preguntó que qué queriamos beber, le indicamos lo que queríamos y se fue a la cocina a preparar las bebidas.

Trajo mojitos para todos, incluida ella. Colocó unos posavasos y encima cada copa. Los trajo de uno en uno, y cada vez que servía un vaso, el afortunado que la tenía cerca aprovechava para acariciarle sus piernas, su culo y sus tetas.

Ella sonreía con cada magreo.

Una vez terminó se volvió a sentar encima de mí.

Pedro tenía la bandeja y se estaba haciendo claramente 4 rayas, entonces Ana le recriminó que por qué a ella no le hacía una. Pedro le pidió perdón a mi mujer y le dijo que pensaba que no quería, y le hizo una.

Le pasó la bandeja a mi mujer, ella iba a ser la primera. No se cortó un pelo, había una raya que era casi el doble que las demás y se la metió.

Ana: “Ostia! Como pica!”, se apretaba la nariz con la mano.

Todos estabamos un poco asombrados por como estaba yendo la situación. Mi mujer tenía claro que allí nos ibamos a pasar la noche drogándonos y follando y ella pensaba exprimir y aprovechar todo lo que pudiera.

Además veía que yo no lo estaba pasando mal viéndola follar con otros, así que se sintió con total libertad para hacer lo que quisiera.

Ella hablaba conmigo, y los tres hablaban entre ellos de cosas suyas. Cualquiera que viera el panorama no pensaría que allí había secuestrada una parejita.

Ana hablaba conmigo mientras veía la porno de la tele y se dió cuenta que el volumen se había bajado.

Ana: “¿Qué pasa aquí? ¿Por qué habéis bajado el volumen? Dadle voz, que casi no se oye como se follan a esa mujer”

Pedro subió el volumen.

Yo le clavaba mi polla a mi mujer porque estaba encima mio, y ella hacía pequeños movimientos de cadera, se estaba volviendo a excitar.

Ahora los 5 veíamos la porno, mientras bebíamos con tranquilidad nuestros mojitos.

Yo me animé y comencé a magrearle una teta a mi mujer. Los tres tipos miraban la porno y miraban a mi mujer mientras se agarraban las pollas por encima de los slips.

Se estaban preparando para el siguiente asalto.

Ana viendo aquello dijo: “Ummm, vuelvo a estar cachonda perdida, voy a tener que hacer algo”

Se levantó, se dirigió al sofa de los tres maleantes y le comió la boca a Richi durante al menos cinco minutos. Él la agarraba con una mano de la cabeza y con la otra le metía mano por todos lados. Ella le metió la mano en sus slips y claramente lo estaba masturbando.

Cuando acabó con él, cambió al siguiente, Jesús, y comenzó a besarse con él también. Él también le metía mano a mi mujer descaradamente. También por unos cinco minutos. También lo pajeó durante todo el tiempo.

Se fue a la silla de Pedro y repitió la misma operación.

Por último me tocó a mí.

Me miró con cara de zorrón, miró a los tres maleantes y dijo: “Richi, ¿tú no te has corrido, verdad?. Ven aquí y siéntate junto a mi marido”

Richi se relamió los labios, se levantó y se sentó en el extremo opuesto del sofá en el que yo estaba.

Mi mujer me dió un beso en los labios y me dijo: “Disfruta del espectáculo, cariño”

Se puso frente a Richi. Lo miró por un momento y se sentó con las piernas abiertas y mirando hacia Richi encima del bulto de sus slips.

Le pasó los brazos por detras de su cuello, movía sus caderas buscando la polla de Richi que aún seguía guardada en sus calzoncillos y comenzó a besarlo con mucha dulzura.

Lo besaba y acto seguido giraba la cabeza para mirarme y echarme una sonrisa. Como intentando ponerme celoso pero sabiendo que yo estaba disfrutando de aquella situación.

Richi le agarraba su precioso culo y la magreaba, le comía las tetas que las dejaba al aire con solo subir un poco su escueta camiseta.

Ella apenas lo dejaba comerle sus pechos, le levantaba la cabeza y se ponía a morrearse con él. Le lamía el cuello y no paraba de mover sus caderas, calentando a Richi.

Yo estaba muy burro y me masturba por encima del slip mirando, al igual que los otros dos.

Cuando se hartó de besarse con Richi se levantó, cogió un par de cojines que había en el sofá y los tiró al suelo.

Se arrodilló sobre los cojines delante de Richi y comenzó a bajarle sus slips, todo ello sin dejar de mirarme y sonreirme.

Sacó su polla, con una mano lo pajeaba, le besaba el rabo y me miraba. Lo lamía y me miraba, le chupaba los testículos y se los metía en la boca.

Lo estuvo masturbando un buen rato mientras la lamía los testísculos, Richi gozaba de placer, lo veíamos en su cara, mi mujer disfrutaba dando placer a aquel individuo y yo me excitaba de sobremanera viendo aquello.