Abuso carnal (2)
La consigna materna: ¡AUTOCONTROL!, imposible, la niña carga con una "debilidad" contumaz, atavismo hereditario. (Ilustrado)
ABUSO CARNAL "II", ILUSTRADO . (AMOR FILIAL)
La consigna materna: ¡AUTOCONTROL!, imposible, la niña carga con una "debilidad" contumaz, atavismo hereditario.
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Es lunes y la madre ha dispuesto que la niña Susan falte al colegio, pues ha decidido sostener con ella una larga y edificante conversación, acerca de ciertas preocupantes debilidades que ha observado últimamente.
Susan hace un recuento y se complace por tener una agenda bien nutrida; hoy cita con mamy, a mitad de semana reunión con el director de mi colegio, a esa no pienso ir, y el sábado, hummmm, ese día es la cita en el estudio de mi papy.
Pensar que hasta hace poco tiempo nadie me daba bolilla, parece que a las personas les gusta que me porte mal, si no, ni notan mi presencia.
Mi mamy me ha indicado que la espere en casa un par de horas, se le ha presentado un asunto importante de último momento y tiene que salir, pero a su regreso con toda tranquilidad, podremos tratar acerca de mis disolutas inclinaciones, ¿que me habrá querido decir con eso?.
La señora sale muy perfumada y arregladita, da las indicaciones y se despide con mucha prisa, sube a su automóvil estacionado en el car port, y Susan sin proponérselo, logra divisar que una persona sentada en el asiento posterior se tumba cuan largo es y su silueta desaparece, aparentemente obedeciendo instrucciones de su madre.
Es Bernabé, dedujo Susan, Mi mamy se larga con el maestro Bernabé.
Inmediatamente acuden a su mente, como un torbellino, los lúbricos recuerdos de su primera vez, aquella en que observó a su madre sacudiéndose como desquiciada con el negro garrote de Bernabé taladrándola. Seguro que mi mamy se estállevando a Bernabé a otro lugar para gozarlo sin que nadie los moleste, fue la conclusión de Susan.
Sintió perturbadores estremecimientos con el recuerdo de su perrito chamaco, que aprovechó la circunstancia para lamerle su caliente y babosa almejita cuando ella espiaba a su madre en pleno amancebamiento.
Al tiempo que acudían a su mente tan perturbadores recuerdos, la invadía un voraz apetito sexual, se tocó la almejita con la yema de los dedos y la sintió caliente, hambrienta y jugosa, el picor de muy adentro era irrefrenable y su necesidad de calmarlo resultaba impostergable, ya no podía mas, se encontraba a punto de perder la cordura
Presurosa se sacó el empapado calzón y de inmediato se dirigió a su habitación; al pasar frente a la cocina, chamaco inició la persecución dando saltitos pleno de alborozo, atraído por el intenso olor a coño listo para la acción, que Susan despedía a su paso.
Ni bien llegó a su dormitorio se sentó en el piso con la espalda apoyada a un costado de su cama, con las piernas separadas, retorciendo toda su humanidad, como poseída, mientras chamaco lamía con gran avidez y entusiasmo, bebiendo de su manantial.
Pero eso aún no resultaba suficiente, el escozor venía de mas adentro, de ahí, donde Bernabé había dejado su imperecedera huella.
Obnubilada y en el máximo estado de excitación, ya no era capaz de razonar en absoluto, solo sabía que debía resolver de inmediato su tremendo apremio por ser penetrada y en ese momento no contaba con mas macho que su fiel y servicial chamaco.
Sin mas, se hincó de rodillas y se colocó en cuatro patas, tal cual una perra, pero en esa posición chamaco no lograba empitonarla por mas gana que le ponía al asunto, debido a las características morfológicas propias a los Basset hound, que si bien son bastante largos y el capullo genital les llega casi hasta media panza, por otra parte tienen las patas demasiado cortas.
Retomó la posición sentada y tumbó el torso al piso, el perro logró ensartarla en la clásica posición del misionero, tan popular entre humanos, es decir frente a frente con el perro entre sus piernas y las patitas posteriores casi pegadas a sus nalgas.
Chamaco mediante veloces sacudidas la estaba taladrando, precisamente ahí donde ella sentía el hormigueo, la penetración se vio favorecida por la abundante lubricación que destilaba el manantial de Susan, la maquinaria ya había entrado en funcionamiento.
Ella desfallecía de placer, el perro se prodigaba en habilidades, ningún humano dispone de un taladro de tan alta velocidad como el de chamaco, que manera de cepillarla y que grande y gruesa es la pieza de estos perros, Susan la sentía caliente y jugosa en su mas recóndita intimidad, refregándola en el lugar preciso del picor, al punto de sacarle un tremendo primer orgasmo ni bien habían comenzado; totalmente enardecida hacía esfuerzos desesperados para alcanzar con la boca la inmensa y húmeda lengua de chamaco que se balanceaba cerca de su pecho. Se corrió mientras se lengueteaban mutuamente y su cuerpo convulsionaba sacudido por intensos espasmos.
Sin intervalo la niña se corría una vez mas, un nuevo orgasmo a continuación inmediata del anterior la sorprendió, al recibir en sus entrañas sucesivos chorros de abundante brebaje que el perro en éxtasis disparaba a gran presión.
Se sentía inflada por la extraordinaria cantidad de líquido caliente expelido por el animal, que inundaba su interior, su estado de perturbación por la gula sexual le impedía tomar conciencia que una separación inmediata resultaría imposible en ese momento, el perro la mantenía abotonada de la vulva con la inmensa bola que se le formó en la base del miembro, luego de la copiosa descarga.
Quedaron acoplados y la morbosa niña no tenía idea del tiempo que permanecerían unidos por los genitales, en sus intentos por tratar de zafarse solo conseguía nuevos orgasmos, la pelota que la engarzaba le presionaba desde adentro el punto "G", y por fuera le descabezaba el clítoris haciéndolo mas sensible, todo movimiento en ese estado provocaba fricción en puntos tan sensitivos que los orgasmos resultaban irrefrenables y acrecentados por nutridos chorros de semen caliente que el perro seguía descargando en sus entrañas.
Transcurrido un buen rato, el bulto del perro se fue diluyendo hasta que de un rápido jalón acompañado por un profundo ayyyyyy de la gozosa, lograron desengancharse, la niña derramaba de su intima fuente un río interminable de polución canina, por su parte, chamaco satisfecho se lamía el inflamado colgajo que iba desapareciendo de regreso a su capullo.
Susan, quedó exhausta y satisfecha, por unos instantes cayó rendida en su lecho pensativa y sorprendida por esa nueva experiencia, hasta que reaccionó y retomando la cordura, dedicó su tiempo en desaparecer los rastros de su salvaje aventura.
Se entretuvo en la bañera y se alistó para esperar a su madre que podía llegar de un momento a otro y se aseguró de dejar a chamaco bien sujeto en la armella de su habitáculo ubicado en el patio posterior, a fin de evitar que siga haciendo de las suyas.
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Bien pasada la hora acostumbrada del almuerzo sin que su madre haga su aparición, Susan se sirve y calienta su merienda, cuando se disponía a empezar, escucha la puerta de la cochera, ve aparecer el automóvil que hace su ingreso, no tuvo que almorzar sola, su madre la acompañó; ambas devoraron sus alimentos casi sin decir palabra, se traían un apetito voraz, era evidente que ambas tenían que reponer buena cantidade de energía.
Luego del almuerzo, en el baño mientras se cepillaban los dientes, su madre le dice: No pude llegar mas temprano por que se me juntaron una serie de sosas imprevistas y no me alcanzó el tiempo.
Ya mamy deja de mentirme yo se que te has ido con Bernabé. Le replicó airadamente, con su desatino característico.
Mi niña no se que tratas de insinuar, pero ahora no vamos a hablar de mí, sino de todo lo que me he enterado respecto a tus andanzas. Quiero saber si es cierto que eres una calentona y que andas repartiendo el coño por donde quiera que vas.
Huuuuuuuu, si, si mamy es verdad, pero es por culpa tuya, ya sentía bochornos desde antes pero bien que me los sabía aguantar, hasta el día en que te descubrí con Bernabé que te estaba zamarreando en tu cama y para colmo a chamaco se la antojó, en ese mismo momento, lamerme entre las piernas; ahí empezó todo, perdí el juicio y todos los que estaban cerca de mí se aprovecharon de mis ardores.
Dios mío, que vergüenza, hija mía perdóname no sabía que me habías visto haciendo eso, pero ya que eres una mujercita hecha y derecha, déjame decirte que la menopausia me está viniendo con unos sofocones insoportables que tu padre no me los puede calmar con las pocas veces que viene a verme.
Yo mamy también la estuve pasando terrible con eso de los cambios hormonales y me aguantaba por que no había probado y no sabía lo rico que se siente.
Pero Susan tienes que aprender a controlarte, ser prudente y discreta; yo lo hice con Bernabé por que pensé que no había nadie en casa y además el negro degenerado ese ya me traía con las pantaletas empapadas, enseñándome su tremenda cuestión por debajo del "shortcito" cada vez que se agachaba con algún pretexto, ahora mismo que te lo estoy contando se me están poniendo duros los pezones.
Mamita, mamy, yo, yo te comprendo por que Bernabé es mi maestro y el nos está enseñando, a mí y a mi hermanito a gozar al máximo en la cama.
Criatura del señor, no me vas a decir que Ricardito también anda metido en todo esto, y que tu lo has hecho con tu hermano.
Con lagrimas en los ojos, responde Susan, entre sollozos: Si mamy me fusilaron entre tres, mientras Bernabé me la metió por adelante y mi hermano me enculaba, llegó su amigo Fernando, que me la puso en la boca he hizo que se la chupara.
Con el corazón a cien, a punto de estallar, totalmente agitada y perturbada, la madre, tomando a su hija entre sus brazos, le dice: Que terrible, sin duda eso fue una violación, ya imagino como habrás resistido para que no ocurra.
Susan también abraza a su madre y lloran juntas unidas como una sola persona, y su hija le contesta: No mamita, no me resistí, por el contrario, yo colaboré como una loca y gocé como una pervertida, me hicieron venirme innumerables veces. Así abrazadas se tumbaron en la cama besándose con desenfreno, primero en las mejillas, luego en los labios mientras la temperatura seguía subiendo y las caricias se hacían mas audaces.
Mi cielo eres una puta igual a tu madre, yo se lo que sientes en tu chochito cuando estas arrecha, déjame calmar tus ardores que yo también quiero hacerte gozar.
Se comían la boca, la mamy frotaba a la niña por debajo del calzón jugueteando con los dedos en su yemita de la concupiscencia. Susan separaba las piernas y se arqueaba hacia delante colaborando complacida con el manoseo.
Entre suspiros y gemidos, con avidez, ambas se despojaron de sus empapadas prendas íntimas y todo lo demás, dejando al descubierto sus seductores encantos para que pudieran servirse mutuamente con toda comodidad.
La madre se daba un banquete de almeja, como demostrándole a su Susan lo que debía hacer a su turno, sin duda se trataba de una mujer muy experimentada en las artes amatorias en todas sus variedades y le estaba dando una cátedra magistral a su hijita, que se venía a chorros a cada momento.
Sin dejar de comérsela por abajo, la doña giró el cuerpo y colocó las rodillas al filo de catre, con la cabeza de Susan entre sus piernas, dejándole al alcance de la boca su transitada genitalidad, como para que demuestre lo que había aprendido de ella.
En un clásico 69, a lo ancho de la cama, la jovencita se esmeraba por hacer gozar con la lengua a su progenitora, que lucía en esa posición su orondo culo, apuntando hacia la puerta del dormitorio.
Ambas almejas tomaban punto a fuego lento, sazonadas en su propio jugo, la mamy estaba con un orgasmo en ciernes, sin lograr conseguirlo aún por falta de destreza de la niña que no sabía atenderla adecuadamente a pesar de su efusivo empeño; los esfínteres de la doña se contraían descontroladamente como implorando placer.
Sorpresivamente la mamita siente en su ansioso ano una presión tibia y lúbrica, que la deleita, también advierte las manos de Ricardito que tomándola de las caderas la jala hacia atrás.
El miembro invasor se resbala con suavidad culo adentro, favorecido por sus moderadas dimensiones, además de la sobre carga de lubricación de toda la zona genital y sobretodo debido al intenso trafico carnal que había experimentado ese ojete, con el mañanero de ese mismo día.
Susan no perdió detalle de la enculada, ella tiene ubicación preferencial, al estar mamándole la raja a su madre, su visión panorámica es inmejorable, es testigo de la furibunda empitonada que ocurre a escasos centímetros de sus ojos.
Ricardito, había regresado del colegio y al sentir gemidos de placer, inmediatamente se dirigió al lugar de procedencia, encontrándose de cara con el provocativo y pedilón ojete de su propia madre, sin mas trámite de por medio, ahí estaba Ricardito, ya tenía enculada a su querida viejita, la que agobiada por las circunstancias, no pudo menos que seguir rotando el culo, ante la inminencia de un tremendo orgasmo en camino.
Entre gritos de placer y fuertes contracciones anales, se corrió la madre estimulada sexualmente por sus dos hijos: Así, que rico me culeas hijo de satán, tu niña endemoniada chupa la concha que te ha parido, hay me muero, me muero, hayyy, hayyy, gritaba, mientras sacudía las caderas frenéticamente, sacándole de inmediato, el polvo a Ricardito que aún carecía de control suficiente para prolongar la ación.
Con calientes chorros de semen inundó el rebosante y complacido ojete de su progenitora, mientras se prende con los dedos del mullido trasero para no caer victima del fogoso traqueteo.
En pleno éxtasis Ricardito resoplaba y balbuceaba sonidos guturales, remedo de palabras incoherentes, haciendo dúo con los destemplados aullidos de chamaco, el que desesperado, desde lejos, enterado gracias a sus agudos sentidos, clamaba por participar.
Los tres, tumbados sobre la cama, complacidos y satisfechos, quedaron unidos en un interminable abrazo, mientras se juraban amor eterno entre lagrimas y sollozos.
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Hoy es sábado y me estoy alistando para reunirme con mi papy, me ha citado a las diez y ahí estaré puntualita, solo terminaré de hacerme mis colitas a los costados y estaré lista, esperando a su chofer para que me recoja.
Suena el timbre a la hora prevista, es Foncho el nuevo chofer de don Ralph, padre de la niña, que viene con el encargo de recogerla.
Foncho es un tipo trigueño, fuerte, de cabeza cuadrada y con unos bigotes al estilo del legendario Pancho Villa.
Espera a la niña con la puerta posterior abierta, la saluda y con una venia le indica que suba al vehículo.
Como de costumbre, los modales y los atuendos de la niña no armonizan con su espectacular físico; lleva las consabidas, ridículas colitas a los costados, a tratado de maquillarse pero se le ha pasado la mano con el rubor, también ha acentuado excesivamente el contorno de los ojos y la mini con vuelo que viste, cubre ajustadamente su mullido trasero, cuyos carnosos cachetes se han comido un buen bocado de la faldita.
No señor conductor, a mi no me gusta ir en el asiento posterior, yo prefiero ir adelante para vacilarme con el equipo de sonido durante el viaje. Dijo Susan mientras se aplastaba descuidadamente en el asiento delantero.
Posando su provocativo trasero sobre uno de sus tobillos colocado sobre el asiento, dejaba sus torneados muslos casi totalmente al descubierto, causándole a Foncho una notoria incomodidad y a la vez despertando la atención de su estupefacto miembro que no estaba preparado para tal sorpresa.
Con la radio a todo volumen la inquietante Susan se contoneaba al compás de la música, mientras Foncho hacía esfuerzos por no quedar bizco, las ventanas nasales le resoplaban dilatándose exageradamente.
Hay señor, creo que a usted no le gusta esta música por que lo veo sudando y sufriendo, como si lo estuviesen torturando, si quiere cambio de estación. Dijo Susan muy solícita.
El problema de Foncho es otro, no ha colocado su instrumento en posición placida para una intempestiva erección, ésta lo tomó por sorpresa y lo tiene aprisionado y doblado por la ropa interior y conforme cobra mas dureza siente que se le partirá en dos.
Foncho con toda discreción, al notar a la niña distraída, trata de acomodarse el paquete, pero Susan, suerte para la desgracia, logra sorprenderlo en el operativo.
Ambos disimulan y Foncho hace un comentario acerca de un supuesto olor a gasolina, pide consentimiento a Susan para detener el auto la costado del camino, a fin de comprobar si la tapa del tanque se encuentra bien cerrada, aunque su verdadera intención no era otra que acomodarse el bulto de una buena vez.
Detuvo el auto, bajó presuroso y se ubicó en la parte posterior cerca de la tapa de gasolina he hizo el ademán de revisarla, mientras se abría la bragueta y colocaba cabeza arriba su tremenda palanca, Susan no perdió detalle por el retrovisor y empezó a alucinar que no llegaría intacta al estudio de su padre.
Foncho subió al volante y prosiguió la marcha mas aliviado, pero el alivio no le duró mucho cuando notó que la niña estaba evidentemente conmocionada, nerviosa y tartamudeando le preguntaba tonterías, sin quitarle la vista del bulto, actitud que estimuló la audacia del chofer.
Cálmese señorita Susan, no ha sido mi intención perturbarla, se lo juro madrecita. Dijo Foncho al tiempo que posaba su caliente y sudorosa mano en un muslo de la niña.
Susan sin pronunciar palabra, miraba hacia arriba y juntando sus manos imploraba al cielo, en silencio: Dios mío ayúdame, no me dejes caer en la tentación, déjame ser buena esta vez y no permitas que trate de aliviar las premuras de este penitente cristiano.
Foncho siguió subiendo la mano por entre las trémulas piernas de Susan hasta posarse en su empapado calzón, logró bandearse por un costado y deslizó dos de sus grandes dedos a la babosa vagina de la niña que instintivamente había facilitado el accionar de Foncho, en clara contradicción sus plegarias.
El tiempo y la distancia se habían cumplido, el asunto no llegaría a mayores consecuencias por el momento, son casi las diez de la mañana y se encuentran a escasos metros del estacionamiento; esta vez la salvó la campana.
Susan bajó del auto con celeridad, sin despedirse, no por desaire sino por olvido; Foncho estacionó de inmediato y se dirigió al retrete velozmente, le urgía jugarse un solitario; mientras olía y chupaba sus dedos mas afortunados, se corría en una profusa polución. Una vez desahogado se dirigiría al "lobby" del estudio para hacerse cargo de la seguridad.
Don Ralph está esperando a su hija que se ha retrasado unos minutos, está solo en el estudio, puesto que el sábado no es un día regularmente laborable para su personal.
Susan llega sin toda la serenidad que hubiese deseado, todavía está un poco agitada, saluda a su padre con un beso y se disculpa, tuve que correr del carro a tu oficina para no hacerte esperar mas, por eso estoy un poco agitada.
Te noto no solo agitada, también te siento un poco nerviosa,¿Deseas que te sirva una copa para que me acompañes y te calmes?, después de todo ya cumpliste la mayoría de edad.
Hay papi, la verdad si me gustaría, pero te advierto que no tengo buena cabeza, no se, tu respondes,¿ha?.
Se sirvieron, brindaron y luego de algún preámbulo sin importancia, se inicia el diálogo:
Dime corazón, me he informado que estas llevando una vida no muy santa que digamos, con toda confianza, dime lo que tengas que contarme al respecto.
Hay papi, nada de importancia, solo cositas que las personas de mi edad hacen con sus amigos.
Mira hija, si me he reunido contigo para tratar este asunto, no pensarás que me voy a conformar con respuestas tan etéreas, evasivas y poco específicas.
Papito no me hables en difícil, me estás poniendo nerviosa y no te entiendo muy bien, sírveme otro trago que éste ya se me acabó.
Ante la presión del padre y para armarse de valor en esta difícil entrevista, Susan se siguió despachando como músico, al punto de estar arrastrando un poco las palabras.
Mira, mira, mira papy, si tu quieres saber si me he encamado con un hombre, " never in the life", estoy "pito, pito , colorito" , como se dice intacta, ¿contento?.
La información que tengo es muy distinta, así es que si no colaboras voy a tener que proceder a constatarlo personalmente, a no ser que tu prefieras que lo haga un facultativo. Dijo mientras se colocaba un guante de látex en la diestra.
No, no y no a mi no me sacas el calzón ni de vainas, no quiero que me revisen y punto.
Vamos lindurita, no te pongas así, por que esto va a ser por la razón o por la fuerza, no me obligues a ser duro contigo.
Bueno, bueno, ya, está bien, pero eso si, me das otro trago.
Concedido su deseo, don Ralph metió ambas manos por debajo de la faldita y comenzó a bajar cuidadosamente, sintió el calzón un poco pegajoso y con un inconfundible olor a coño a punto de caramelo.
Al retirarlo completamente vio que estaba empapado, gracias a Foncho, pero el supuso ser la fuente motivadora, lo que le estimuló la libido, y un acto reflejo por debajo de su pantalón no se hizo esperar.
Ahora siéntate en el sofá de cuero, separa las rodillitas y apoya los talones en el borde.
A un costado colocó un chisguete de lubricante acuoso, sus anteojos para ver de cerca y el otro guante de látex del par, todo lo cual resultó absolutamente innecesario, por lo menos para Susan.
Pues tiene ante sí con absoluta claridad, la evidencia de un intenso trafico carnal por ambos conductos, para cerciorarse y despejar cualquier duda, introduce un dedo por el acceso vaginal y se desliza sin ninguna dificultad, por el contrario siente marcadas contracciones y un abundante fluido que empieza a destilar.
Palpa la vía ano-rectal con mayor cuidado y el esfínter cede de inmediato, su elástico musculito se ha rendido debido las arremetidas del aventajado Bernabé, y ya no ofrece ninguna resistencia; por el contrario, ya no frunce y alberga con holgura el grueso dedo completamente introducido.
Susan desinhibida por el alcohol, lejos de asustarse con tan exhaustiva verificación, está excitada y luce en la parte superior de la vulva una prominente erección que asemeja la cresta de un gallo de pelea, su padre no puede evitar la tentación de palparla.
La toca, luego la chupa suavemente y la fruta madura de la niña no deja de manar su rica miel, evidentemente está muy excitada por el manipuleo y la pose en que ha sido colocada, al punto que no puede evitar un débil pero delator gemido.
La entrepierna le palpita descontroladamente, y exhibe sus contracciones intermitentes ante los ojos su propio padre, la tentación es irrefrenable, papy mete la cabeza entre las rodillas de la conmocionada criatura y chupetea con delirio aquel erecto cuerpecillo que se yergue desafiante.
La niña gime nuevamente y menea el culo en señal de complicidad, el padre también le da lengua por atrás, en agradecimiento.
No tarda mucho en correrse entre acompasados grititos de placer y contracciones espasmódicas de su genitalidad, como dando gracias por el servicio recibido.
Don Ralph muy emocionado y agitado, se baja los pantalones hasta la rodilla y exhibe un armatoste de buen tamaño, un tanto flojón, la muchacha clama penetración, sí ó sí, salta y se hinca de rodillas en la alfombra para colaborar con la causa.
Refriega el rostro contra la pelambrera de su padre, a modo de preámbulo y luego fuerza la entrada de bálano mas un cuarto a su boca, da curso a la mamada y juguetea con la lengua pero sin lograr resultados espectaculares.
El padre colabora, se hace a un lado y se saca zapatos y lienzos y se tumba en el sofá de cuero con las piernas levantadas, Susan reinicia su inconclusa tarea con dedicación y esmero, ansiosa por recibir su buen medio kilo de carne dura entre las piernas, como recompensa.
Abandona por un instante al cabezudo y baja a juguetear un poco con las pelotas, las lame, trata de meterlas a su boca pero son muy grandes, no entran juntas; papy apalanca un poco el culo como pidiendo lengua por el ano, luego de pensar un instante, accede y le masajea el ojete con la lengua, ¡ bingo!, era lo que faltaba se le pone tiesa como una tranca de convento y ahora si está dispuesto para arremeter con ansias.
La coloca a filo de mesita, y la cepilla en forma incesante, le saca varios conmovedores polvos a la niña que está al tope de la arrechura, pero él tiene dificultades para correrse, se unta lubricante del chisguete en el culo y le pide a su hija que le juegue con el dedo, ella lo hace, pero resulta insuficiente.
Estira el brazo y alcanza un timbre, lo presiona y al rato se escuchan unas llaves que abren la puerta de la oficina, Foncho que no había perdido detalle, hace su ingreso desnudo y completamente al palo; conocedor de sus obligaciones, se unta la punta de la tranca con el consabido lubricante, mientras masajea con los dedos el ansioso ojete de su jefe.
El jefe mientras taladra a la hija separa las piernas y apalanca un poco el trasero para darle las facilidades necesarias a su fiel servidor, éste lo apuntala, ejerce un poco de presión y el garrote de Foncho se resbala hasta la empuñadura, el gran jefe sacude el culo con frenesí logrando doble propósito, barrenar a su hija y zamarrear la verga que tiene dentro del recto.
Los gritos de éxtasis no se hacen esperar mucho, ahora si el dobletero está corriéndose entre gritos y mugidos, está logrando un tremendo orgasmo a doble ritmo, Foncho lo culea con fuerza, escuchándose el chasquido de sus carnes en cada arremetida, las que repercuten hasta llegar coño adentro.
El jefe se da por bien servido y se desengarza, cae rendido al piso, la niña queda con un polvo en ciernes y Foncho sigue con calentura, tiene vocación culera y no piensa cambiar, educadamente pide permiso a la niña, la pone piernas al hombro y la empitona por el chico, ella afloja admitiendo la incursión.
Ambos empujan a la vez pero en sentido contrario y ocurre con facilidad lo previsto, un suave resbalón y ya la tiene al tope.
Una culeada breve pero efectiva, ambos se corren a la vez y continúan los chasquidos como si Foncho estuviese aplaudiéndole el culo de Susan con su bajo vientre, buen servicio, clientela satisfecha.
Ya repuestos de la acción, los consanguíneos llegan a algunos acuerdos y se hacen mutuamente ciertas promesas, el jefe le da un bien ganado día libre al cumplidor Fonchito y personalmente se encarga de llevar a su hijita de regreso a casa. Se despiden con un filial besito en la mejilla, conmovedor, ¿nooooooooo?.
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OCTOPUSI 05- 06- 04.