Abusaron de mi en un cine (y 2)

Despues de mi experiencia en un cine (No consentido)Decido saciar mi deseo a ciegas.

ABUSARON DE MI EN UN CINE (y 2)

(Continuación de la narración anterior)

Martes 16:45

Me encontraba dentro de mi Audi, en el parking del centro comercial, buscando desesperadamente un impulso en mi conciencia para vencer la tremenda carga de excitación y morbo que me había llevado hasta allí.

Debía estar en la oficina, pero alegué una indisposición por el periodo y salí a las 3. Antes de acceder al coche, pedí un te en una cafetería cercana y me cambié en el servicio la elegante ropa que llevé a la oficina por una minifalda de piel negra y una blusa abotonada. Medias negras, lencería negra a juego y tacones. Eso si, salí con la misma gabardina con la que entré. Unos polvos de talco en los sobacos y en mis ingles y unas gotas de Lavanda, ayudaron a contrarrestar el escaso sudor de la mañana.

El resto del fin de semana lo había pasado martirizada por los remordimientos y el consuelo de seguir viendo la felicidad en mis hijos que seguían hablando de Shrek y Fiona, jugando con dos figuritas que les compré, no se si, inconscientemente, en descargo de mi conciencia.

La noche del domingo, había sorprendido a mi esposo con un elegante y carísimo conjuntito de ropa interior blanca. Habíamos follado como hacía tiempo, pero cuando me estaba penetrando a cuatro y yo me estimulaba el clítoris, mi mente se desvió hacia aquella mano... Me corrí entre violentos espasmos.

Y llegó el lunes. Me quedé sola con mis pensamientos en mi despacho (soy ejecutiva de una entidad bancaria, en parte gracias a la importancia del cargo político de mi marido). Ese día quise poner orden en mis sentimientos y ante puse mi familia a cualquier opción.

Reunión de planificación a las 12 y un ejecutivo que me invita a comer. Típico baboso, engreido que pretende ser simpático y donjuanesco. Rechazo amablemente su pretensión de pasar la tarde conmigo (en un hotel, supongo) y me vuelvo al refugio de mi despacho.

Me descalcé los elegantes zapatos de tacón que me estaban matando, Las medias crujieron cuando moví los dedos de los pies. Me estiré como una gata y suspiré de tranquilidad. Tengo que revisar un informe sobre un préstamo a una constructora, pero puede esperar.

Busco en mi bolso, en mi cartera, la extraigo con dos dedos; martes 17:00, fila 26 butaca 13. Película: “Los otros”. (Por lo menos no era una de niños...)La entrada a la tentación. Dejo mi mente en libertad. Pongo en la balanza las contras; mi familia, mi estatus, mi moral. Por el otro lado, curiosidad, morbo y un incipiente deseo a hacer algo prohibido.

¿Que me podría pasar? Nada que no quisiera. Sin la presión de la presencia de mis hijos, podía irme cuando lo considerase oportuno Cerré lo ojos y volví a sentir aquellos dedos acariciando mi entrepierna.. Mmmmm Involuntariamente sentí un hormigueo en mi vagina. Pensé en ir al servicio y satisfacerme, pero abrí el informe y procuré concentrarme.

Cuando llegué a casa, Carmen, nuestra asistenta, ya había bañado y dado la cena a los niños. Mi marido me había llamado a la oficina, que llegaría hacia las 10. Me descalcé, llené una generosa copa de Alvariño frio, me encerré en el baño y abrí el grifo para llenar la bañera y me desnudé. Miré mi reflejo en el enorme espejo acerqué la copa a mis labios y mientras saboreaba el delicado caldo, valoré lo que veía...

-Si, estás muy buena- me piropee.

No me extrañaba que los hombres me siguieran con la mirada.. bien proporcionada, agraciada, preciosa piernas, culo duro y respingón, y lo más llamativo, tetas de una talla 90 D que aún miraban al horizonte.

Me metí en la bañera con el agua un pelín caliente. Conecte el hidromasaje y una nube de burbujas me rodeó. Cerré los ojos y mi atención se centró en las burbujas a presión que surgían justo bajo el culo. Me coloqué para que golpearan directamente en mi perineo. Abrí los muslos y encaucé la enervante caricia del agua en mi grieta... Bebí un sorbo largo de vino y me decidí. Lo haría.

Preparé un pequeño neceser con una minifalda y una blusa y unos útiles de limpieza personal. El resto, lo llevaría ya puesto. Mientras hacía esos preparativos, los nervios, en forma de mariposas, me volaban por mi vientre.

-¿Y si no viene nadie?- Si, era una posibilidad que acogí como posible puerta de escape.

Al día siguiente, no se me pasaban las horas. Concentrarme en mi trabajo, imposible. Habría concedido un préstamo a alguien que le quisiera vender neveras a los esquimales...

A la hora de comer, no quise salir, alegué que no me encontraba bien...

-Cosas de mujeres- medio me excusé con mi jefe.

La impaciencia me devoraba. A las tres llamé al jefe y le comunique que me tenía que ir.

Faltaba un cuarto de hora para que empezara la película. Miré mis piernas enfundadas en medias negras que quedaban al descubierto por la apertura de la gabardina. Mi mano se dirigió a la llave de contacto para arrancar el coche e irme a mi casa. No lo hice, las extraje y salí del coche.

Miré el reloj. No quería entrar con luz en la sala. Decidí mirar escaparates durante un cuarto de hora. ¡Que largo se me hizo!

Hacía 10 minutos que había comenzado la película. El sencillo hecho de entregar mi entrada al portero se me hacía imposible.

-Solo vas a ver una película- me mentalicé.

Le entregué la entrada al portero.

-Sala 4 a la derecha.-

Me encamine por el enmoquetado pasillo hacia el enorme número cuatro en colores impactantes... Entré en la sala. Menos de 10 personas. Normal, ¿una de miedo a las 5 de la tarde? Todas de la mitad hacia delante.

Subí las escaleras siguiendo los números en azul luminoso. 26, la penúltima fila. Butaca 3,5,7...13. Nadie en los alrededores... Me senté y esperé expectante. El bello rostro de Nicole Kitman en la pantalla.

Vi un movimiento, alguien de las últimas personas, se levantó, vino subiendo las escaleras y se sentó detrás de mi. Me sentí observada. Pasaron varios minutos. Esperaba su contacto en cualquier momento. ¿Que haría?

-¡Ha venido!-

Lo primero que noté fue su sutil perfume masculino, y su respiración detrás de mi nuca. Sus labios depositaron un húmedo beso en ella. Un estremecimiento me sacudió. Su mano pasó por mi cuello y comenzó a recorrer mi mentón, mis mejillas... mis labios.

Me recogió el pelo del lado derecho y me besó el cuello. Yo incliné la cabeza hacia el lado contrario. No había echo nada y ya estaba húmeda...

La mano bajó de mi cara hasta mis senos. Los rodeó como apreciando su volumen.

-Ábrasela-

Entendí que era por la gabardina que permanecía abrochada y con el cinturón anudado.

Mi blusa blanca quedó expuesta abultada por mis glandulas pectorales.. Sus dos manos las abarcaron, las apretaba una contra la otra, las frotaba entre si....

Se paró y comenzó a desabotonarme la blusa. Pensé fugazmente de que debería haberla traído oscura. Tiró de los dos lados y mi sujetador negro quedo a su disposición. Volvió a repetir los posesivos movimientos anteriores, solo que ahora notó la dureza de mis pezones y los apretó brevemente hasta que me extrajo las tetas por encima de las copas.

Yo era como una muñeca inanimada, mirando a la pantalla sin ver y agitada por los impulsos que recibían mis pechos. De vez en cuando, cuando mis pezones eran pellizcados o me apretaba a la par, un pestañeo acusaba el placer que sentía.

-¿Le gusta así?-

-ummmh-hmmmu- asentí, sintiendo sus labios en mi cuello.

-¿Quiere seguir?-

Asentí ligeramente.

-Bien, tápese y vaya al servicio. Espere en el de señoras.

Me iba a abrochar la blusa, pero el me lo impidió.

-Solo la gabardina-

Me abroché la gabardina y me dirigí al servicio.

Me colé dentro del de señoras, me miré en el espejo. Estaba muy colorada.

No había pasado un minuto y unos golpes en la puerta hizo que me asomara. Con un gesto, ese hombre que ahora veía me indicaba que saliera. Estaba convencida de que me llevaba al de hombres, pero no, me metió en el de minusválidos. Cerró la puerta con seguro. Y se giró hacia mi.

-Sáquese la gabardina-

Obedecí. La dejé sobre un lavabo.

-Si estás buena, si., sácate la falda.-

Fue a parar junto a la gabardina.

Mi abierta blusa dejaba entrever mis pechos. Se acerco y acabó de abrirla. Me sobo uno de ellos mientras murmuraba -¡Vaya par de tetas! Y sin esperar más, agarró bruscamente el derecho por abajo y se lo llevó a la boca. Se tragó todo lo que pudo y fue retrocediendo hasta que sus dientes fueron mordisqueando el pezón.

Su mano descendió por el vientre, pasó bajo el elástico de la braga y descendió por mi vulva.

Mi deseo contenido, se desbordó y gemí al volver a sentir su falange dentro de mi cueva. La sapienza que había demostrado el sábado pasado, la volvió a practicar. Caricias enervantes, hicieron que mi coño se convirtiera en una superficie suave y resbaladiza. Me sentó en el water sin abrir la tapa. Me sacó las bragas y se las guardó en el bolsillo. Un beso en la cara interna de mi muslo hizo que me tensara, la lengua se fue acercando con una lentitud enervante hacia mi parte más sensible. Un lenguetazo que me abrió los labios hizo que gimiera según se acercaba al clítoris. Allí se detuvo y con la punta de la lengua estuvo jugueteando con el, lo atrapó entre sus labios y lo succionó. Me retorcía del gusto, gemía, suplicaba...cuando me metio dos dedos, hizo que encogiera el vientre. Comenzó a masturbarme como lo había hecho, pero esta vez con total libertad de movimientos ya sabiendo donde era vulnerable.

No pude más y esta vez no tuve que disimular, con un aaaaaaa continuo, me tensé como una gata y me corrí como no me acordaba.

No me dejó descansar, me levantó y se sentó el con la polla durísima. Me fui a sentar mirando para el, pero hizo algo extraordinario, hizo que me diera la vuelta y me golpeó varias veces con su polla en mi coño.

-Pídemelo- ya no me trataba de usted.

-Por favor..-

-Que me lo pidas-

-Fóllame-

Apuntó su miembro hacia mi vagina y no se movió, fui yo la que me la fui clavando en las entrañas. Me echó sobre el y cerró dos soportes de tubos metálicos que hay a ambos lados para minusválidos. Primero una pierna y luego la otra y quedé en una cómoda postura totalmente abierta.

Con su polla clavada, su mano bajó al coño y se puso a jugar. El tío era un artista. Yo quería polla, me movía desesperada buscando el placer que había ido a buscar. Me iba a matar, me sentía llena y encima me masturbaba con sabiduría. Noté como llegaba como una ola y me volví a correr. Quedé desmadejada inmóvil sobre él.

El, con su mano se entretenía en extender mis abundantes flujos hacía mi culo. Apreté los dientes y aspiré aire cuando un dedo me penetró sin demasiados problemas.

-Ya le dije que vendría, D.Luis-

Tardé un segundo en asimilar el mensaje, abrí los ojos y, delante mía un tio de más de 50 años, con la polla en la mano, se masturbaba. ¿De donde había salido. Estaba escondido en el habitáculo de al lado.

Di un grito e intenté bajar las piernas de las barras. El puso sus manos delante y me impidió hacerlo.

-Tranquila señora, si para usted esto no es nada y a mi me da la vida.- y sin más, una polla me abandonó y fue sustituida por la otra. Una vez que me penetró el maduro, mi primer follador, empezó a dirigir su miembro hacia mi culo. Embadurnado el miembro con mis jugos, no le costó introducir la cabeza. Yo buscaba aire desesperadamente y grité calladamente cuando venciendo la resistencia del esfínter, su garrote me invadió.

Ya todo me daba igual, Dirigí mi mano al clítoris y me lo masajeé desesperadamente. El dolor anal se convirtió en otra cosa nada desagradable. El maduro me embestía agarrado ahora a mis tetas. Ya no intentaba bajar las piernas, me estaban dando lo que había ido a buscar...

El viejo aceleró el ritmo soltó un gruñido, se tensó y se corrió en lo más profundo de mi vagina. Se salió resoplando, restregó su miembro a lo largo de mi coño y cuando comenzó a salir su semen, se dedicó a recogerlo con sus dedos y trasladarlo hasta mi boca...y tetas. Me dio un subidón de erotismo. Me sentía muy cerda y puta, y eso en ese momento era lo que me hacía falta.

Mientras tanto mi enculador seguía con su movimiento cansino, no se aceleraba, Lentamente salía y a veces de un golpe y otras despacio, me volvía a llenar.

-Levanta-

Bajé las piernas y cerramos los soportes.

-Abre las piernas y apoya las manos en la cisterna.-

Obedecí, quedando con las piernas enfundadas en las medias y mis taconazos aguantando como columnas mi culo ofreciendo mis agujeros. Las tetas me colgaban. Mis manos apoyadas en la cisterna me mantenía estable.

Fue directo a mi culo. De una embolada me penetró. Yo gemí agaché la cabeza y comencé a gozar como una loca. Entraba y salía, me tenía agarrada por las caderas y su pelvis golpeaba contra los globos de mi trasero.

El Maduro medio se había recuperado, se puso a mi lado y me la restregó por la cara. Abrí la boca y comencé a succionar . El hombre después de su reciente orgasmo la tenía supersensible y eso hizo que a causa de mis succiones, volviera a recuperarse enseguida.

Pero el que no aguantó más fue mi enculador. No avisó, solo sentí sus chorros de lava hirviente bañándome el intestino. Se salió, me dio una palmadita en la cacha, se lavó la polla en el lavabo y solo dijo:

-D, Luis quedamos donde siempre-.

Abrió la puerta y salio, D. Luis volvió a cerrar. Pero una vez recuperado y viendo la postura en la que estaba, volvió a follarme por el coño.

-Joder, señora, que puta es usted, que culazo y que tetas, que desaprovechada está, ¿Va a volver más al cine?

Mi coño era un bebedero de patos entre mis flujos y la corrida anterior. Su polla se deslizaba como si tuviera jabón... sus huevos me golpeaban cada vez que me taladrada.

-¿Te está gustando puta?

-siii, siga, fólleme-

Aceleró su ritmo, me marcaba el ritmo con sus manos en mis caderas. Mi mano volvió a estimular el clítoris y sintiendo el cilindro caliente de carne yendo y viniendo, volví a explotar. El aún siguió un rato. Yo le suplicaba; -¡para, para ya por favor!-

Se salio, se la agitó varias veces y, apartando el elástico de la media echó su lefa entre esta y la piel.

Soltó el elástico y con un ¡Chofff” dió por acabada la función.

Al igual que su compañero, se lavó y salió.

Yo me quedé temblorosa, me giré y me senté, el semen volvió a salir por mis dos agujeros...

Bueno, hasta aquí la versión que todos queríais saber.

La segunda es que en la oficina, me quedé mirando la entrada del cine, llamé a una necesitada compañera soltera y se la ofrecí.

Quedaros con la que más os guste.

Un besito para tod@s