Abusando de la universitaria novata.
Dos chicos deciden disfrutar del cuerpo de una nueva estudiante.
Júlia observó el lugar con interés y curiosidad, había sido su primer día en la universidad y se sentía algo cohibida y agotada. No conocía a nadie y eso había hecho que la situación fuera aún más complicada, pero de todas formas, esa nueva etapa en su vida no se iba a interponer entre ella y su futuro, era una chica decidida y así lo iba a demostrar.
Comenzó a caminar con la máxima soltura que le permitían las botas con tacón, mientras movía su redondo y bonito trasero con sensualidad y dejaba su melena rojiza ondear al viento, en busca de unos aseos algo alejados de los más concurridos. Tras unos cuantos minutos caminando localizó al fondo unos que se encontraban alejados de toda la marabunta de personas, y suerte para ella, ¡estaban limpios!
Mientras hacia sus necesidades escuchaba de fondo las pisadas de alumnos y profesores a pesar de que el pasillo estaba menos transitado que el resto. Entretanto y cuando las voces y pisadas ya se habían calmado, detectó una conversación entre dos chicos a no mucha distancia de donde ella se encontraba, hablaban flojo pero ella lograba oir lo que decían: -Te juro que ha entrado aquí... -Sí, la chica nueva, la que es como peliroja...-Jaja, no sabe lo que le espera... Esas palabras asustaron a Júlia que comenzó a recoger y vestirse intentando hacer el menor ruído posible. Por suerte el baño era bastante amplio y podía moverse con soltura y sin realizar movimientos forzados que hubieran podido delatar su posición, pero... Oyó un golpe contra la puerta, giró su rostro hacia esta y pudo apreciar que el pestillo estaba roto e iba a ceder en cualquier momento. La tensión se apoderó aún más de la joven de 19 años que con las manos temblorosas logró subirse la falda al momento que la puerta se abrió y entraron los dos chicos entre risas.
-¿Qué...qué queréis...? - Pregunto Júlia tímidamente a lo que los chicos respondieron con sonrisas pícaras y un simple y conciso "a ti". Júlia se negaba a ser utilizada de esa manera e hizo lo posible por salir del baño a la vez que negaba a los chicos su "proposición", pero por desgracia, éstos no atendían a razones, la universidad se había ido vaciando y ya no se escuchaba a nadie transitar por las cercanías. En resumen, se encontraba sola ante dos chicos más grandes y fuertes que ella, no tenía forma de escapar, pero eso no iba a impedir que se defendiera aún en desventaja.
De todas formas, y a pesar de sus ganas de luchar, uno de los chicos se avalanzó sobre ella agarrándola con fuerza mientras que con la otra mano le cubría la boca para que la joven de melena cobriza no pudiera lanzar gritos de auxilio. El otro chico, alto y moreno, de ojos oscuros, aprovechó para sacar dos pañuelos de su mochila. Con uno ató a la joven por las muñecas para que no pudiera defenderse usando las manos y, con el otro, le cubrió la boca igual que había hecho su compañero. En cambio, ahora, el chico que la había agarrado en primera instancia, un joven de cabello largo claro y ojos marrones, aprovechó la situación de completa indefensión de Júlia para comenzar a jugar y a disfrutar de las curvas de Júlia.
En primer lugar agarró la camisa de la joven y la abrió de par en par, con fuerza, rabia y ansias, haciendo saltar los botones por el suelo y dejando a la vista unos grandes pechos cubiertos por un sujetador blanco. La chica se movía y lanzaba palabras ahogadas a causa de la mordaza, era la primera vez que se encontraba en una situación similar, estaban abusando de ella en los baños de una universidad y sabía que nadie ni nada impediría que sucediera todo lo que estaba por acontecer. El chico, lanzó sus manos sobre los pechos de Júlia aún cubiertos por el sostén mientras le repetía una y otra vez frases como: -¿Te gusta que te traten así, eh? Puta..., -Esto es solo el principio, así que ponte cómoda, zorra. Vamos a disfrutar de cada uno de los rincones de tu jodido cuerpo.
Por su parte, el moreno no se andó con rodeos y sacó su miembro duro y erecto y lo acercó a las manos atadas de Júlia. -Más te vale hacerlo bien si no quieres que te pase algo malo, ¿vale? - dijo poniéndo su miembro entre las manos de la joven, que al notar el contacto agarro el mástil y comenzó a masajearlo. -Así me gusta, bonita...-dijo el joven mientras se deshacía de la falda de la joven con tranquilidad, dejando libres unas bonitas bragas oscuras.
Júlia había cesado ya sus intentos de defendeserse, estaba agotada y se volvió sumisa ante los dos jóvenes. Eso no pareció importales a ambos que no cesaron ni tenían pensado cesar con su trato violento y agresivo hacia la mujer de melena roja. El joven de cabello claro miró a su amigo y le preguntó si era el momento, a lo que este asintió. Uno la agarró del cuello con fuerza y el otro presionó sus pechos con tal fuerza que comenzó a hacer daño a la chica. -¿Si te desatamos y quitamos la mordaza te portarás bien?- preguntó el moreno, a lo que Júlia asintió con la cabeza con miedo y nerviosismo. -Bien, ahora somos tus amos y dueños, ¿entendido? - Júlia volvió a asentir con la cabeza.
Acto seguido quitaron los pañuelos a Júlia liberándo sus manos y boca. La joven inmóvil dejó hacer a los chicos. Entre los dos la desnudaron con ansia y descontrol, llegando incluso a romper la ropa interior de la joven y dejándola igual que como llegó al mundo. Con sus senos y su sexo completamente depilado al aire y sin nada que los pudiera ocultar. A continuación la obligaron a sentar en la taza del baño y ambos chicos acercaron sus pollas duras y tiesas a la cara de la joven. -Cómetelas y pajéalas- dijo el de cabello claro y así fue. La chica agarró cada miembro con una mano y comenzó a chuparlos, primero uno, luego el otro. Lamiendo el tronco de abajo a arriba para luego centrarse en el glande y acabar introduciendo los mástiles en su boca, tanto como su garganta le permitía. Mientras su boca se entretenía con uno, una de sus manos jugaba con el otro, subiendo y bajando, primero lentamente, luego más rápido.
En el momento en que su boca estaba ocupada con el instrumento del joven moreno, esto le agarró la cabeza y comenzó a follarle, literalmente, los labios y la garganta a la joven. Así lo hizo hasta que llenó la boca de la joven de su esperma, al tiempo que estaba sentía como el otro chico descargaba su leche sobre su rostro. Tal fue la cantidad que el liquido blanquecino deslizaba por su rostro y en ocasiones goteaba sobre sus senos, manchando estos también.
Júlia sabía que los chicos no se conformarían con eso y no se equivocaba. Después de eso la forzaron a ponerse en pie y comenzaron de nuevo a tocarla. Esta vez cada uno tocaba uno de sus pechos, pellizcaban sus pezones duros y los lamían. Mientras, con la otra mano, uno juguetaba con el clitoris de la joven mientras que el otro introducía uno, dos y hasta tres dedos. Ambos comenzaron lentamente y con "cariño", hasta que llegó el punto en que sus dedos y sus manos se movían rápida y salvajemente, lo que provocó que la joven se estremeciera y mojara sus muslos acompañándolo por un sonoro gemido y una respiración acelerada y entrecortada.
-Vaya, como le gusta a la puta que le hagamos esto, ¿eh? Jajaja- dijo el joven que a continuación se coloco detrás de Júlia mientras el moreno se situaba delante.
Ambos se agacharon y la abrieron de piernas mientras ella se mantenía de pie, algo inclinada. El de los ojos oscuros disfrutaba del sexo de la joven, lamiendo su dulce rajita empapada y centrándose en el botoncito, mientras que sus dedos continuaban entrando y saliendo de la cueva del placer de la chica. Por el otro lado, el de la melena había abierto las nalgas de la chica dejando a la vista su otro agujero. Un agujero que no tardo en comenzar a lamer para que luego dos de sus dedos comenzaran a entrar y salir al ritmo de la respiración de la dama de cabellera roja. De nuevo una descarga eléctrica recorrió el cuerpo de la chica, haciendo que su sexo y sus muslos se volvieran a empapar a causa de sus flujos.
Júlia había perdido ya la noción de lo que estaba sucediendo y simplemente se dejaba llevar, disfrutando de su excitación y de todo aquello que le estaban haciendo los jóvenes. Para entonces, los jóvenes tenían sus espadas listas de nuevo para la batalla.
El del cabello oscuro puso a Júlia a cuatro patas contra la taza del baño, la agarró del cabello tirando con fuerza hacia sí mientras que con su otra mano agarraba su polla y la acercaba al coño depilado de la joven. Júlia sintió la punta de su herramienta acariciando los labios de su vagina y antes de que le diera tiempo a reaccionar sintió como todo aquél miembro entraba de golpe en su entrepierna, lo que provocó un grito ahogado en la chica. A continuación el chico comenzó a retirar e introducir su pene una y otra vez, con fuerza y ansias, mientras que de tanto en tanto lo acompañaba con una cachetada en el trasero de la joven. El otro chico, por su parte, había puesto su miembro a la altura de la boca de la joven para que ésta pudiera jugar con él mientras el chico jugaba con las grandes tetas de la chica. Tras un rato siendo follada por el chico no pudo contenserse más y comenzó a gemir con fuerza, con tal fuerza que alguien a dos pasillos la habría escuchado. El joven al escuchar los gemidos se dirigió a Júlia y le regaló unas palabras: - Cualquiera diría que te gusta que te violen dos desconocidos. No me esperaba menos de una zorrita como tú- Y tras estas palabras comenzó a penetrar el coñito de la joven con más fuerza hasta que no pudo más y descargó su leche dentro de éste. Júlia pudo sentir como el líquido caliente inhundaba su entrepierna y como, al retirar el joven su miembro, este deslizaba por sus muslos.
Antes de que pudiera hacer nada, siquiera limpiarse, el otro chico la lanzó con fuerza de cara contra la pared, se situó detrás de ella, le abrió el culito y sin previo aviso la joven comenzó a notar como aquél grueso y duro mástil de carne entraba en por su trasero hasta que la llenaab completamente. El dolor que sintió la hizo gritar y así estuvo durante un rato mientras el joven se follaba su culo, hasta que el dolor se convirtió en placer y los gritos en gemidos. Era la cuarta o la quinta vez que se corría, ya había perdido la cuenta. Después de unos largos minutos sintiendo como aquella polla profanaba su ano, sintió como la leche caliente entraba a chorros dentro de su orificio y cuando el chico la sacó, se dejó caer de agotamiento.
Después de eso, los chicos desaparecieron sin dejar rastro, y ella quedó sentada en el baño, desnuda y con el rostro, la boca, los pechos, el coño y el culo impregnados en semen. Se vistió como pudo, desechando la ropa interior ya inutilizable y cubriéndose solo con la camisa, la falda y una chaqueta, y puso rumbo a la parada del bus, el cual no tardó mucho en aparecer. Todo esto habiéndose limpiado únicamente el rostro, por lo que sus pechos, su entrepierna y su trasero seguían mojados.
Eran alrededor de las 8 de la noche, estaba oscuro y en el bus tan solo había 3 o 4 alumnos que también se marchaban de la universidad. Ella seguía excitada y se situó en los asientos del fondo, lo más protegida como pudo de las miradas de la gente. Se desabrochó la chaqueta dejando al aire la camisa sin botones que ya no le cubría los pechos y se subió la falda liberando de nuevo su coño depilado.
Aún podía ver las corridas de los dos desconocidos en su cuerpo y quería volver a saborearlas. Comenzó a lamer sus pechos sintiendo el sabor de su piel mezclada con el sudor y el esperma y eso la excitó aún más, tal y como demostraron sus preciosos pezones duros. Mientras, su mano acariciaba su entrepierna y jugaba con sus flujos y los de aquél chico que había eyaculado en el interior de su vagina. Al rato comenzó a introducirse los dedos y estos empezaron a deslizarse a su interion con facilidad, lo que provocó un pequeño calambre en el cuerpo de la chica que ahogó como pudo el gemido para que no la descubrieran. Tras unos minutos comenzo a jugar con su clitoris, primero poco a poco y cada vez más rápido, hasta que su mano y sus dedos ya no podían moverse más rápido. Después de esto se corrió de nuevo y por última vez. Tuvo que taparse la boca y esconder su cabeza detrás del asiento delantero para que ocultar el placer que estaba recorriendo su cuerpo en aquellos momentos.
Cuando quiso darse cuenta había llegado a casa. Se levantó y salió del autocar, sintiendo como el líquido corría por sus muslos y dejando su asiento completamente mojado. Sentía lástima de que a aquellas horas nadie pudiera disfrutar de los restos de su corrida en la parte trasera del bus.