Abusado por alguien en el autobús
Los cruces de mirada se intensificaron hasta tal punto que me empalmé tantísimo que mi rabo parecía reventar el pantalón del uniforme.
Buenas, queridos lectores. Llevo bastante tiempo sin escribir por aquí los relatos de mi extensa y joven vida sexual, pero estoy de vuelta para contaros una experiencia que me vino a la cabeza anoche mientras me sobaba el rabo antes de dormir.
Este relato se remonta a cuanto estaba a punto de terminar la Secundaria. Había estado todo el día fuera, porque tuve que hacer una serie de trabajos escolares con unas compañeras. Cuando terminamos, cogí el autobús de regreso a casa y este fue el escenario de una de las escenas más morbosas y cachondas de mi adolescencia.
Os recuerdo que en esa época ya estaba acostumbrado a comer rabos y había hecho mis pinitos en el cruising. Me estaba convirtiendo en un chaval atractivo, con algo de barbita, cuerpo decente y un culazo de infarto, que se complementaba con mis labios carnosos, perfectos para mamar.
Era el autobús de las 23.00 horas, por lo que apenas había gente. Yo me senté a mediación y en el asiento paralelo a mi, había un hombre de unos 37 años. Tenía la mirada un poco ida, como si estuviera algo drogado. Era de cuerpo normal, ni delgado ni gordito; el pelo un poco largo y barba de un par de días. No estaba del todo mal, pero su mirada me ponía muy nervioso, Tenía los ojos saltones y rojos y no dejaba de mirarme fijamente, sin cortarse nada.
No sabía si quería algo conmigo o simplemente era un loco de remate, pero la situación me puso muy caliente, tanto que los cruces de mirada entre nosotros se intensificaron hasta tal punto que me empalmé tantísimo que mi rabo parecía reventar el pantalón del uniforme del instituto. Le seguí el juego con las miradas y me sobé levemente el paquete, que ya lo tenía a punto.
El tio no se tocaba el rabo, simplemente seguía mirándome. Yo sentía esa mezcla de nerviosismo, miedo y exictación al mismo tiempo. Llegó el momento de bajarme del autobús. Yo me bajé sin dejar de mirarme y el tío me siguió bajándose también.
Yo aún tenía que caminar unos 10 minutos hasta llegar a casa y el barrio estaba muy oscuro, apenas las farolas iluminaban. El tio me persiguió un buen rato y yo aceleraba el paso, porque ya no sabía exactamente si quería sexo o robarme o dios sabe qué.
Pasé por la entrada de un pequeño parque, que suele estar muy solitario a esas horas y, de repente, el tio se puso a mi lado, me agarró del brazo y tiró de mi hacia ese parque. Yo seguía empalmadísimo, pero muerto de miedo. Ni siquiera lo había escuchado hablar. Me llevó a un rincón escondido de ese parque-bosque y empezó a sobarme el paquete. Directamente se puso de rodillas y me sacó el rabo.
¡Dios! cómo mamaba ese tío. Empezó a comerme la polla como si le fuera la vida en ello. Supongo que para él era un regalito que un chavalito le ofreciera rabo sin oponer resistencia. El tío estuvo un buen rato saboreando mi capullo y metiéndose el rabo hasta atragantarse varias veces. Era la primera mamada tan rica que me hacían en mucho tiempo, quizás una de las mejores por el morbo de la situación y lo bien que lo hacía el tío.
Estuve a punto de correrme y le agarré bien la cabeza para que los trallazos de mi leche llegaran hasta el fondo de su gargante.
-Joder, joder... me corro....me corro..... Buaahhhhhhh- Eché muchísima lefa en la garganta de aquel yonki. El tío se lo tragó todo y yo recogí mis calzoncillos yme preparé para irme, pero me agarró con fuerza del brazo y me empujó para que me pusiera de rodillas a mamar. Le dije que no, que llegaba tarde a casa y de repente, me pegó una hostia.
-Vas a mamar o te reviento- Me soltó. Sus palabras me dieron escalofríos. Le obedecí y me puse de rodillas sin rechistar. El yonkie se sacó el rabo. Aún recuerdo que era muy gorda y peluda y desprendía un fuerte olor a meado. Empecé a mamarla y tuve que parar para escupir. Sabía fatal, pero no me quedaba otra.
Si quería que acabara pronto tenía que emplearme a fondo, así que empecé a chupársela como un profesional. A mi corta edad ya sabía comer pollas de una forma maestral. Me la metía entera en la boca hasta atragantarme y era capaz de aguantar bastante tiempo sin respirar. El mal sabor desapareció con mi saliva y esa polla empezó a volverme loco.
-Así, niño, chupa- Me susurraba aquel hombre tan extraño. Yo solo mamaba. Me retiré un par de veces para admirar esa pedazo de polla y volver a metérmela en la boca. Me dijo que estaba a punto de correrse, pero me apartó de un empujón y me levantó del suelo. Me dio la vuelta contra un árbol y con nucha fuerza me sujetó para que no me moviera.
-POr favor, ya está, correte ya- Le supliqué, pero no hizo caso, me separó las nalgas de mi culazo y me metió el rabo hasta dentro . En cinco segundos se corrió dentro y me dejó lleno de leche. Nunca se habían corrido de esa forma... Directamente había abusado de mi, pero yo estaba aún más cachondo por la situación.
Después de correrse, salió corriendo del parque y me quedé ahí un poco en shock, pero me volví a empalmar. Quería pajearme ahí solo, pero el lugar daba bastante miedo, así que me subí el pantalón y fui para casa a ducharme y sacarme toda la leche de ese drogata.
Durante años lo he vuelto a ver por el barrio, y me ha mirado fijamente, pero siempre he evitado su mirada. Tiempo más tarde me enteré de que aquel tío llevaba poco tiempo fuera de la cárcel por camello.
Muchas gracias por llegar hasta aquí,
Espero vuestros comentarios.