Abusada por un médico
Maria acude a un reconocimiento médico y él abusa de su inocencia.
A las 7 de la tarde acompaño a Maria hasta la sala de espera de la consulta en el gran hospital donde yo trabajo como jefe de seguridad al norte de España.
Maria, es un joven de 18 años recién cumplidos, de 1,65m, morena con media melena y unos ojos verdes que destacan en su cara redonda de muñeca. Va vestida con un camisa de color blanco que no oculta la redondez de sus pechos, de buen tamaño y con unos pezones puntiagudos que se marcan en ella, lleva también una falta hasta más debajo de sus rodillas que ocultan casi por completo sus piernas, dejando solo a la vista las medias de color carne que tapan sus tobillos. Ella es amiga de la infancia de mi esposa, vivieron juntas en el mismo pueblo y ahora está en la ciudad por causa de un accidente de tráfico en el que el médico de la aseguradora le ha dicho que no le corresponde ninguna indemnización, un vecino le ha hablado de un médico que le puede hacer un informe con el cual a la aseguradora no le quedará más remedio que pagarle, para ella el dinero es muy importante ya que ha tenido que dejar su trabajo y tras la muerte de su padre, con la pensión de su madre no tienen solamente lo justo para poder comer hasta fin de mes.
Este médico, el doctor Méndez, un traumatólogo muy conocido, ha sido muy amable y la va a reconocer a última hora, en su tiempo libre para así no tener que cobrarle la consulta ya que sabe de su precariedad económica.
Yo por mi trabajo, sé que el tal doctor no es tan generoso, y según los comentarios del personal femenino que trabaja en el hospital siempre está más "salido que el pico de una mesa", por eso antes de la consulta instalo en la habitación una pequeña cámara de vigilancia con sonido de las que usamos para controlar al persona médico y de enfermería cuando en el hospital faltan medicamentos u objetos de los enfermos, o cuando tenemos que vigilar a alguien en concreto porque sospechamos de sus actividades. Nadie de los que trabajan en el hospital saben el los de seguridad disponemos de estas cámaras.
Maria está en la sala de espera muy nerviosa y me confiesa que es la primera vez que va a estar con un médico distinto a la doctora que la atiende desde niña y para eso siempre estuvo acompañada de su madre. Yo trato de tranquilizarla diciéndole que solo es un reconocimiento y que cuando salga yo estaré esperándola.
Tras dejar a Maria en la sala de espera, me dirijo a la sala de control, mando a los agentes que están allí a vigilar la entrada de urgencias y me siento delante del monitor conectado a la consulta donde va a ser reconocida Maria.
El doctor Méndez entra en la consulta, es un hombre más bien bajito, cuarentón algo regordete, moreno y con un gran bigote. Mientras está solo veo que se quita la bata, quedando con un pantalón vaquero y una camisa blanca, a su vez retira el biombo que está en medio de la consulta para que se desvistan las pacientes, coloca varios instrumentos al lado de la camilla y abre la puerta de la sala de espera.
-Hola Maria, pasa y siéntate.
-Buenas tardes doctor,- dice Maria mientras entra en la consulta y se sienta delante de la mesa del despacho.
-Bueno cuéntame
-Como le dijo mi madre por teléfono desde que sufí el accidente tengo frecuentes dolores de espalda y de cuello, pero el médico de la aseguradora dice que no es nada y no me quieren pagar nada, como nosotros no tenemos dinero no podemos contratar abogados, por eso ahorramos este dinero de la pensión de mi madre para ver si usted pudiese hacerme un certificado para presentar en el juzgado.
-Verás como con el certificado que te voy a firmar cobras la indemnización que necesitas, pero para poder firmártelo necesito reconocerte, para no cometer ningún error. Quítate la ropa de arriba para empezar.
Maria se pone en pie recorre la consulta en busca de un lugar para desnudarse y al no verlo comienza sacándose la camisa de dentro de la cintura de la falta, luego se desabrocha las mangas y por fin comienza a desabrocharse los botones, se quita la camisa y queda cubierta por un sujetador de color blanco, que no cubre más que la mitad de sus pechos y que dejaba ver sus pezones puntiagudos, los cuales comienza a erizarse por causa de los nervios.
-Sácate también el sujetador- le dice el médico, sin perderse un solo detalle de los movimientos y del cuerpo de la chica. La cara de Maria se pone completamente roja, mira hacia el suelo y se desabrocha su pequeño sujetador, quitándoselo con una mano, mientras con el otro brazo trata de cubrir su blancos pechos, que jamás habían sido mostrados a ninguna otra persona.
El médico se acerca a Maria, la cual está de pie e inmóvil en el medio de la consulta, le coge los brazos y se los pone a lo largo del cuerpo y se pone delante de ella, comenzando a pasarle sus manos por los hombros y la nuca. Maria tiene los ojos cerrado por la vergüenza y el médico se aproxima cada vez más a ella, hasta llegar a abrazarla, mientras pasa sus manos por la espalda desnuda de ella.
Luego la acerca a una pared, le manda colocarse frente a ella y levantar los brazos, mientras él continua sus tocamientos por la espalda, en un momento y sin decirle nada el medico le desabrocha el botón y la cremallera de la falda, la cual cae al suelo, dejando al descubierto un culo tapado por una braga blanca, que resaltaban las nalgas blancas, redondas y prietas, que sería el sueño de todos los hombres que pudiesen contemplarlo. Unas piernas largas, rellenas y con unas medias que solo le tapan media pierna, son el soporte de ese maravilloso cuerpo.
Maria no se mueve, y el médico sigue son su examen por la espalda, no dejando ni un solo rincón de ese cuerpo sin tocar, luego se agacha dejando su cara y su nariz a la altura del trasero de ella, recorriendo con sus manos desnudas sus piernas, deteniéndose en sus muslos, obligándola a separa un poco las piernas. Maria- le dice con el fin de tranquilizarla- con este examen no te preocupes que la aseguradora va a tener que pagarte una buena indemnización, a propósito, llevabas puesto el cinturón de seguridad?
-Si,- responde Maria con un susurro, con la boca seca y costándole poder hablar.
-Pues verás eso es bueno, porque en las mujeres el cinturón al sujetarlas por la barriga, suele producirles unos hematomas internos en el bajo vientre, lo que hace que puedan tener problemas para tener hijos, y por eso las compañías de seguros tienen que pagar grandes sumas de dinero, yo no tengo inconveniente en realizarte la exploración, aunque no es muy agradable, pero si no quieres, solo tienes que decírmelo y yo te firmo solo el de la espalda, aunque no te puedo asegurar que por este te paguen más de 300 euros, mientras que por el otro tendrían que pagarte más de 6000.
Verá doctor- dice ella, mientras se da la vuelta y vuelve a cubrirse los pechos con un brazo y la parte delantera de la braga con el otro- la verdad es que necesito el dinero, pero no estoy muy segura
-Pues no te preocupes- dijo el médico dándose la vuelta hacia su escritorio y con una voz indignada- vístete, págame los 400 euros de la consulta y yo te daré el parte que necesitas. Si la culpa es mía por tratar de ser amable con la gente.
-está bien, haga lo que crea más conveniente- dijo ella con la voz temblorosa y los ojos brillantes por las lágrimas
-Muy bien, verás como es rápido y al final no te arrepientes, ven a la camilla, quítate la braga y acuéstate boca arriba.
Maria caminó temblando hasta la camilla, parecía como si fuese a desmayarse, se apoyo un poco en la misma y se bajó la única prenda que cubría su intimidad, dejándola enrollada en el suelo, se sentó sobre la camilla y después de un profundo suspiro se tumbó, cubriéndose su entrepierna con la mano.
El doctor se veía completamente excitado, tenia entre sus manos a una jovencita totalmente entregada a sus manejos y no iba a dejar pasar la oportunidad, en su pantalón podía observarse el abultamiento de su miembro, el cual ya había comenzado a frotar contra el lateral de la camilla.
-vamos a comenzar por los pechos- dijo mientras tomaba los brazos de María y se los hacía colocar bajo la nuca. En esa posición comenzó a sobar los pechos de la joven, los cuales entre los nervios y el frio de la consulta habían reaccionado haciendo que sus pezones se pusiese duros y abultados. El médico estuvo un buen rato magreando los pechos, apretando los pezones y sopesando aquellas maravillas como tratase de calcular mediante el tacto el peso de los mismos, luego fue bajando las manos hasta llegar a su cintura, acarició sus caderas y su vientre plano llegando hasta el vello castaño que cubría su virginal sexo, colocando sobre él sus dedo y dándole un buen repaso a los labios exteriores y a su clítoris.
-ahora coloca tus piernas sobre esos soportes- le dijo mientras le ayudaba a colocar las piernas sobre los estribos de la camilla, dejando totalmente expuesta y abierta a su vista la vagina de aquella chica, mientras ella continuaba con los ojos cerrados, y llorando en silencio. En aquel momento le mostró un aparato similar a un vibrador, unido a un cable diciéndole- te voy a hacer una ecografía interna, para poder comprobar las lesiones.
-Doctor- dijo Maria llorando ya desconsoladamente- yo nunca he estado con ningún chico y según dicen eso me va a doler.
-No te preocupes, lo haré con mucho cuidado para que no te duela, pero vas a tener que aguantar un poco, voy a colocar esta pantalla delante de tu cara, para que no me veas trabajar y así estés más tranquila- le dijo mientras bajaba una pantalla de tela verde que quedaba a la altura del pecho de Maria y no le dejaba ver lo que estaba haciendo el médico.
-Bueno Maria, tu relájate, primero voy a lubricarte con mis dedos y luego te haré la ecografía, le dijo mientras introducía dos dedos de su mano derecha, aprovechando la mano libre para acariciar el vello y el clítoris de ella, cada vez que el movía sus dedos dentro de ella aumentaba el sufrimiento en su cara. De repente sacó sus dedo de ella y sin apenas hacer ruido se desabrochó el pantalón, bajándoselo junto con el calzoncillo, dejando a la vista un pene que sin ser fuera de serie tenia un tamaño y grosos considerable, con una cabeza roja brillante, que parecía a punto de estallar.
-ahora relájate- le dijo mientras de un solo golpe le introdujo aquella polla. De la garganta de ella salió un grito tremendo- me duele mucho- dijo entre sollozos, pero él estaba en un estado de tal excitación que no la escuchaba y solo se concentraba en entrar y salir de aquella cueva estrecha y recién desvirgada, mientras con sus manos volvía a acariciar los pechos de ella, al cabo de unos minutos de follada intensa el rostro del médico se contrajo en una mueca indescriptible y acabó corriéndose en el interior de María, quedando durante unos instantes, sin aliente y medio acostado sobre ella. luego sacó su polla, se volvió a vestir e introdujo en el interior de la vagina un líquido espermicida para evitar un embarazo, levantó la cortina y viendo como la joven lloraba sin consuelo le dijo- mira al ser virgen la prueba que te he hecho no sirve y hay que repetirla, pero esta vez por atrás.
ella puso cara de no entender lo que trataba de decirle aquel hombre, él ya un poco fuera de si, le dijo medio chillando- venga que no tengo todo el día, date la vuelta sobre la camilla y ponte a gatas.
Maria no podía creer lo que estaba haciendo, pero mientras su mente trataba de asimilar todo lo que el médico le estaba haciendo ella siguió sus instrucciones, poniéndose a gatas sobre la camilla, dejando su culete blanco y redondo en pompa, a la vez que sus pechos colgaban sobre la camilla, rozando sus pezones contra la misma, el médico le introdujo un dedo lleno de vaselina y comenzó a dilatar el ano que pronto sería desvirgado, cuando le introdujo el segundo dedo, ella dio otro chillido y aumentó el ritmo de sus sollozos. el médico acerco un pequeño taburete , se subió a é, de volvió a desnudar y colocó la cabeza de su polla sobre el ano de la chica, la sujetó por las caderas y diciéndole- ahora te va a doler un poco, no grites- le introdujo la polla de un solo empujó, ella se desmayó por causa de dolor, pero él siguió bombeando en aquel culo, haciendo que su huevos chocasen contra las piernas de ellas, mientras se agarraba a sus pechos y se los estrujaba, al poco rato se volvió a correr en su interior, permaneciendo acostado sobre ella durante unos instantes y retirando del interior del culo su polla con restos de semen y sangre.
Cuando Maria recobró la conciencia, él le dijo- espero que no haya sido muy doloroso el reconocimiento, pasa a ese baño, límpiate la crema que he usado para examinarte y vístete. Pásate mañana por la mañana por recepción y te dejaré allí tu informe. Yo me tengo que ir, cuando acabes de vestirte, puedes irte.- le dijo mientras abandonaba la consulta.
Ella, media desmayada todavía recogió su ropa por el suelo de la consulta y se introdujo en el servicio, al cabo de un buen rato salió, cuando me la encontré en la entrada, caminaba sin fuerzas, con los ojos hinchados y la mirada perdida, yo sin saber que decirle después de todo lo que había visto a través de la pantalla, la acompañé a mi casa, le conté lo sucedido a mi esposa y tras prepararle una infusión se acostó en cama.
Mi esposa y yo pasamos toda la noche hablando de lo sucedido y por la mañana ya sabía la forma en que podría resarcir a Maria de su abuso..
A las 8 en punto me dirigí al hospital, me reuní con el director y le dije que una paciente había sido violada por un médico en una consulta, que existían imágenes de ello y que a parte de la denuncia contra el médico la paciente, pensaba demandar al hospital y publicarlo en la prensa. También le dije que yo para defender al hospital la había convencido de que si despedían al médico y le deban una buena indemnización todo quedaría olvidado. A las 2 horas volvió a llamarme y sin más detalles me dijo que el doctor Méndez había aceptado una plaza en un hospital de Argentina y que se iría al día siguiente, asimismo me entregó un cheque por 24.000 , diciéndome que era todo lo que el hospital podía pagar sin que apareciese en las cuentas, que tratase de convencer a la paciente por esa cantidad.
Maria aceptó el dinero, junto con varios informes médicos de sus lesiones, que obligaron a la compañía de seguros a pagarle otra buena cantidad de dinero por su accidente.
Me gustaría conocer vuestras reacciones sobre este relato, gracias a todos.-