Abuelo abusador.
Como llegué a tener una obsesión por los maduros.
Este es mi primer relato, espero les agrade.
De la vida real, de cómo llegué a tener una obsesión secreta con los maduros.
En mi infancia mi papá tenía la costumbre de visitar a sus padres y de llevarnos a mi hermano o a mí, siempre nos turnaba; fué así que cuando tenía aproximadamente 18 años en una de esas visitas me quedé a solas con mi abuelo, él siempre me hacía sentarme en sus piernas, abrazarme, darme besos en la mejilla; nunca sentí nada malo en eso, todo muy normal y fraternal, hasta ese día.
Sentada en sus piernas me abrazó, comenzó a besar mi frente, y mis mejillas, tomándome de la cara con sus grandes manos de pronto me besó en la boca, fué un beso profundo en el que agarró mis labios dentro de su boca, yo no sabía que era lo que él estaba haciéndome, sentí mi cara caliente, perdí el sentido en mis piernas, no pude apartarme, no sabía si eso era algo bueno o malo, de pronto me soltó.
Él se levantó dirigiéndose a su habitación, me quedé sentada en un mueble en la sala, aturdida, sin saber que pensar o hacer, mi corazón latía desesperado, me limpie con mi vestido mis labios húmedos por su saliva. De pronto estuvieron ahí mi papá y mi abuela, luego nos despedimos y nos fuimos a casa.
En el camino no hacía más que pensar que haría, luego estando en mi habitación decidí que no podía decirle a nadie, talvez no me creerían, nunca se me preparó en que hacer en el caso de que algo así ocurriera; y es así como oculté lo que ese día pasó, los días siguientes los pasé odiando a mi abuelo por haberme echo eso, sintiendo que la culpable había sido yo.
Cuando tocó la siguiente visita, inicialmente no quise ir, luego mi padre me obligó, y cuando nuevamente estuvimos a solas mi abuelo y yo, volvió a ocurrir lo mismo, no hice nada para detenerlo, permití que sucediera otra vez, en ésta ocasión se atrevió a invadir mi boca con su lengua, no sabía que hacer, solo lo dejé que usara mi boca a su antojo como si tuviera todo el derecho; y así como la vez anterior me volvió a dejar sentada en el mueble y se retiro a su habitación. Otra vez me quedé descolocada limpiando mis labios húmedos por su saliva, los cuales quedaron hinchados, calientes y rojos.
Continuará...