Abuelo abusador 2 / Mi primer maduro

Como terminé odiando a mi abuelo y como escogí mi primer maduro.

Ya en la soledad de mi habitación, pensaba mucho en lo que mi abuelo me hacía; me sentía culpable, no me gustaban esos besos que eran babosos y muy agresivos según mi inexistente experiencia, no tenía confianza para contarle a nadie lo que estaba pasando, pero lo que sí se es que ahí algo cambió en mí.

Con mi abuelo no pasó a más, siempre evitaba quedarme a solas con él, el que fuera familia cercana no me atraía en lo más mínimo y durante muchos años lo odie por su atrevimiento. Siempre para mí será mi abuelo abusador, como el tema del relato; debía contar esta parte de mi historia, pues así es como pasó.

Luego puedo decir que nunca me llamaron la atención los chicos de mi edad, me fijaba mucho en los hombres mayores; me atraían el tamaño de sus manos, sus bocas, su espalda ancha y sus brazos fuertes. Las miradas que antes me habían parecido sin malicia, ahora las veía diferentes. Muchos hombres se fijan en las más jovencitas; desde ahí me daba cuenta de cómo miraban mis piernas, las cuales a pesar de mi delgadez son esbeltas de buenos muslos; también me daba cuenta de cómo miraban mi trasero cuando les daba la espalda.

Así es como empezó mi fijación por los maduros, me atraían de una gran manera, pensaba en toda la experiencia que tenían, en que sabrían complacer a cualquier mujer.

Por muchos años un amigo de mi tía frecuentaba nuestra casa, era cercano a mi, siempre cariñoso, me había obsequios, me llevaba al cine, al parque, nunca vi raro su trato hacia mí, hasta que cierto día cambio, acariciaba mi brazo de una manera diferente, recorriendo con las yemas de sus dedos mi piel me hacía poner la piel de gallina, apretaba mis brazos suavemente, me decía lo linda que estaba, que me veía más mujer, ahí capte que me veía con otros ojos e incluso estaría insinuandose, yo me sentía feliz, importante, mariposas volaban en mi vientre. Comenzamos a tener más confianza al hablar de otros temas, como sexo, posiciones, etc, yo hasta ese momento no había tenido novio, él con sus palabras lindas y atenciones se metía más en mi ser, yo ya había decidido que con él quería perder mi virginidad, que me diera placer, cumplir todo de lo que había escuchado hablar acerca del sexo, lo deseaba y un día sin previo aviso se lo manifesté, el se quedó sorprendido, no decía ni una sola palabra, muy nervioso al rato, me dijo que no se esperaba lo que le había pedido, pero que para él era un sueño echo realidad. Aquel día nos besamos, mi primer beso consentido, en el que compartimos tanto, me enseñó los diferentes tipos de forma de besar y yo quedé encantada y excitada, porque era increíble que un beso me llevara a experimentar tanta pasión, calor, frenesí de más y más.

Es así que concordamos en salir pronto a cumplir con lo que deseábamos, él enseñarme, probarme, y yo entregarme completamente a él y a la pasión que recorría mi cuerpo.

Continuará...