Abril -3-

-¿Te corriste, puta? -Una vez, amo. A Abril la comían los demonios. -Seis veces, puta, te corriste seis veces.

Al día siguiente, después de haberse matado a polvos, Lidia, Rosa y Abril, estaba Abril limpiando el polvo de una habitción, cuando oyó una conversación en la de al lado. Lidia, la señora le decía a un hombre.

-Me follaron las dos. Ya ve, yo,  que soy una santa

Abril, hablaba sola.

-Qué bajó del Cielo a hostias.

No sabía que Benito y su esposa, Lidia, estaban jugando. Siguió escuchando. Benito, preguntó:

-¿Te corriste, puta?

-Una vez, amo.

A Abril la comían los demonios.

-Seis veces, puta, te corriste seis veces.

-Voy a tener que azotarte, zorra.

Abril, sonreía.

-Dale, carallo, dale.

Benito sacó una zapatilla.

-Ponte a  cuatro patas, perra, coge mi zapatilla con la boca y dámela.

-Si, amo.

-Chúpame la verga, cabrona.

-No me cabe en la boca, amo.

Abril se calentó.

-A mí sí me cabe.

Salió de la habitación. Fue a la de al lado. Vio a un hombre de unos 40 años en una silla de ruedas con una zapatilla en la malo, y a Lidia, vestida de enfermera, calzada con zapatillas y con una minifalda que dejaba ver sus bragas blancas, boquiabierta, preguntó:

-¿Estáis haciendo una película?

Benito, le respondió:

-Estamos. ¿Quieres participar, guarrila?

-Me da a mi que és de jodienda.

-De sexo, amo.

-¿Quién es ese seso que amas tú, maricón?

Benito miró a su esposa, que le dijo:

-Eso no esa nada, espera a conocerla.

-Sí, espera a conocerme, pero antes de nada. ¿Cuánto me vais a pagar por ser la chica de la pelicula?

Benito, jocoso, le respondió:

-Te pagaría en leche pero no se me levanta, asquerosa.

-¡Sin faltar, tullido, sin faltar!  Eso se arregla. A mi me entra doblada.

-¿Tan grande la tienes, puta?

-Ya nos vamos conociendo.  ¿Sabes qué es una cueva?

-Claro, cerda.

-Pues una cueva al lado de mi coño es el culo de una aguja. ¿Quieres verla. tullido?

-¡Amo, coño, amo!

-¿Qué amas más, las pollas o los coños?

Benito le preguntó a Lidia:

-¿De dónde la sacaste?

-Cosas de Rosa.

-¿A qué sí, señora? Tengo cosas de rosa.

Benito, desesperaba,

-¡Es tonta del culo!

-Lo reconozco, señor, pero lo compenso con mi coño.

Lidia le dijo a su marido:

-Déjame a mi. Parándose, entiende.

Abril se puso chulita.

-¡Uyuyuyuyuyuy, que se está rifando una hostia y llevas todas las papeletas!, que  casas para sevir sobran, señora.

-No te quería molestar, mujer. Escucha.  Mi marido y yo estábamos jugando. El hacía de amo y yo de esclava. Tenía que hacer todo lo que él me mandara, y responder, si amo. ¿Entendiste?

-Claro que sí. ¿Y cuál es el premio?

-Un orgasmo. ¿Quieres jugar?

-Juego, juego.

Benito, le dijo:

-Veamos si sabes jugar. Besa a tu sirvienta, esclava.

-Sí, tullido, digo, si amo.

Abril besó a Lidia.

-Bájale las bragas y cómele el coño

-Si amo.

Abril se agachó y le comió el coño a Lidia.

Al rato...

-Levántate y desnúdala.

-¿Ahora que se va a correr?

-¡¿De verdad?! Digo. ¿De verdad, putona?

Lidia empezó a temblar y a sacudirse. Por las comisuras de los labios de Abril salía jugo de la corrida. El que decía que no se le levantaba tenía un empalme del 24. Lo tapó con las manos.

Al acabar de correse Lidia, Benito, le dijo a Abril.

-Quita las bragas y damelas, perdida.

-Están como si lloviera por ellas.

-Amo.

-¿Las bragas también las amas?

-¡Que soy tu amo, desgraciada!

Abril quitó las bragas y se las dió.

-Que te preste, amo.

Benito las olió. Lidia se habia sentado en un taburete alto.

-Échate en las rodillas de tu sirvienta y levanta la falda, paletilla

-Sí, amo.

Abril hizo lo que le dijo. Benito se levanto de la silla de ruedas. Sacó una polla, gorda y larga, fue junto a Abril, y se la clavó. Abril,  se giró, vio a Benito,  y dijo.

-¡¡Milagro!!

Benito le dijo a Lidia:

-Azota a tu ama, sirvienta.

-Sí, amo.

Lidia azotó a Abril con la palma de la mano.

-¡Plas, plas, plas, plas, plas, plas!

-¡Mas fuerte, escuchimizada!

-Sí, ama.

Lidia, le dió con más fuerza. Benito le seguía dando canela fina.

-¡¡Plas, plas, plas, plas, plas, plas!!

Abril sintió que se iba a correr. Le quitó una zapatilla del pie a Lidia, se la dio, y le dijo:

-¡Arréame, hostias, arréame que soy de pueblo!

-Sí, ama.

-¡¡¡Plaaaaaaas, plaaaaaaaas, plaaaaaaaas, plaaaaaaaas, plaaaaaaaaaaaas!!!

Al quinto zapatillazo, de aquellas zapatillas grises con piso de goma azul, del coño de Abril salió a presión un chorro de jugo, Abril, exclamó:

-¡¡¡Hoooooooooooooooooooooooooooooooostias!!!

Benito, al ponerlo perdido de jugo, se la quitó y se la metió en el culo, en el que entró como un cohete.

Abril se sacudía y quería romper con sus uñas la tela de la minifaldada de Lidia. Sus gemidos era tan fuertes que parecían aullidos. La corrida fue brutal

Al acabar de correrse Benito y Abril, en el piso quedó un gran charco de jugo, Abril, lo miró y dijo:

-Parezco la vaca del Escabeche, cada vez echo menos leche.

Se agradecen los comentarios buenos y malos.