Abriendo puertas

Un día, en una página de contactos de internet, encontré a una pareja del norte, Manolo y Rosa, de edades muy similares, con los que entable contacto y nos conocimos por el Messenger, y estuvimos hablando de nuestros gustos y fantasías. Rosa es muy abierta y desde el primer momento entablamos buena relación, pero Isabel fue más reacia, y le costó algo entrar en las conversaciones picantes. Manolo y yo coincidimos en muchas de las fantasías. Un día nos conectamos por webcam, y empezamos a charlar de sexo y nos pusimos calientes a tope las dos parejas.

Abriendo Puertas

No sé cómo empezar esta historia, pero me gustaría narraros la experiencia de nuestro primer intercambio. Me llamo Juan y mi esposa Isabel, somos una pareja muy feliz, rondando los 46, y en la cama nos compenetramos muy bien, y disfrutamos del sexo, aunque siempre me ha faltado algo, y algunas veces le he comentado mi idea de hacer un trío, con otra mujer o un cambio de pareja, a lo cual siempre ponía algo de trabas, pero no decía un NO rotundo. Lo cual me hacía pensar que no le disgustaría, por lo menos probarlo.

Un día, en una página de contactos de internet, encontré a una pareja del norte, Manolo y Rosa, de edades muy similares, con los que entable contacto y nos conocimos por el Messenger, y estuvimos hablando de nuestros gustos y fantasías. Rosa es muy abierta y desde el primer momento entablamos buena relación, pero Isabel fue más reacia, y le costó algo entrar en las conversaciones picantes. Manolo y yo coincidimos en muchas de las fantasías. Un día nos conectamos por webcam, y empezamos a charlar de sexo y nos pusimos calientes a tope las dos parejas. Nosotros luego en la cama follamos como hacía tiempo que no lo hacíamos, Isabel no sé cuantas veces se corrió, pero yo conseguí echarle tres polvazos, que me dejaron exhausto. Pero ella aun tenía ganas de guerra, estaba desconocida, y comencé a masturbarla lentamente. Se me ocurrió una idea y la puse en práctica; comencé a decirle al oído que estábamos los cuatro en la cama y que mientras le comía las tetas, las cuales las tiene no muy grandes pero con unas aureolas grandes y oscuras, de vicio, Manolo le estaba comiendo el coño, y que Rosa me estaba mamando la polla, dándome un gustazo de muerte. Eso parece que la excito y comenzó a mover las caderas y a pedirme que la masturbara más fuerte, hasta que se volvió a correr, y de forma brutal, como si hubiera sido la primera vez.

Cuando conectamos, a los pocos días, con la otra pareja y les comenté lo que disfrutamos esa noche, ellos nos dijeron, también, que follaron como dos recién casados. Esa noche acabamos otra vez salidos perdidos y volviendo a gozar follando. En una conexión que hice con Manolo, le comenté si ellos hacían intercambios, a lo que me dijo, que no era su idea el intercambio, que una vez estuvieron con otra pareja, pero cada uno con su mujer. Entonces le comenté que si le gustaría hacerlo con Isabel, ya que a mí me encantaría follarme a Rosa; me dijo que sí, pero que no sabía la idea de Rosa. Y de momento ahí quedó la cosa. Seguimos viéndonos por webcam y poniéndonos como burros, para después desfogarnos, pero cada uno con su pareja.

Un día nos dijeron que les gustaría que fuéramos a las fiestas de su ciudad, y de esa manera conocernos en persona; a lo cual le dijimos que nos encantaría, y disfrutar de sus fiestas. Cuando llegaron las fiestas hicimos el viaje y nos alojaron en su casa, en una habitación que tenían para visitas. Al día siguiente, de nuestra llegada, estuvimos por la ciudad, disfrutando de la fiesta y pasándolo en grande, en su compañía. Estuvimos hablando de muchos temas, incluido el sexo, de nuestros gustos y fantasías. Cuando la fiesta aflojo, decidimos irnos a dormir, pues era tarde y estábamos cansados. Una vez en la casa, cada pareja se fue a su habitación.

Pero como la noche había sido agitada, y muy excitante, no podía dormir. Por lo que empecé a sobar a Isabel, y a darle bocaditos por el cuello, meterle mano en las tetas, sobándoselas; ella al principio estaba algo fría, pues, me decía que era una casa extraña, y le daba vergüenza si la oían. Pero en ese momento empezamos a escuchar unos gemidos desde la otra habitación. Aguzando el oído distinguimos que los gemidos eran de Rosa. Comentándole a Isabel lo que le estaría haciendo Manolo, nos calentamos, más aún, y con el magreo, su coño estaba ya mojadísimo. Yo estaba que me subía a las paredes, tenía la polla como una estaca, ocasión para que Isabel la cogiese con la mano para masturbarme; muy despacio, apretándome la cabeza de la polla, eso me daba tal gusto, que empecé a resoplar como un toro.

Oh cariño, que gusto me están dando, sigue que me tienes caliente perdido; le decía.

Cogiéndole la cabeza se la bajé hasta la polla, metérsela en la boca y dar comienzo a una mamada, fue todo uno, quitándome la respiración, tragándosela entera, para después mientras se la sacaba de la boca, la aspiraba y me mordía el capullo, para después volver a metérsela otra vez; me pasaba la lengua por toda la longitud de la polla, mientras me masajeaba los huevos. ¡Qué gustazo, me estaba dando!

Cuando me estaba a punto de correrme, me di cuenta de que en la puerta estaba Manolo, mirándonos y masturbándose. Me quedé un poco cortado, pero no puede aguantar y exploté en una soberbia corrida, tragándose toda mi leche. Se acerco a la cama y comenzó a meterle mano a Isabel en el coño y viendo como ella se daba la vuelta y cogiéndole la polla a Manolo, echándolo sobre la cama, comenzó a mamársela; se me quito la cortedad. Manolo comenzó a resoplar como yo lo hacía antes. Mi mujer estaba irreconocible, era como una perra en celo.

Como me había corrido, me quede al lado viendo como mi mujer se comía una polla que no era la mía; eso me dio un morbo que nunca había experimentado, y le dije a Manolo,

fóllatela, que Isabel está caliente como una puta.

sí, fóllame, fóllame, dame tu polla, métemela en el coño; clamaba mi esposa.

No se hizo de rogar, y poniéndola a cuatro patas, le asestó un pollazo, que le hizo gritar de gusto; comenzando los dos una follada, de las que nunca se olvidan. Mientras, estaba pajeándome viendo como disfrutaba mi mujer, y yo también, pues era una de mis fantasías que se hacían realidad, le sobaba las tetas y le comía la boca.

Mientras contemplaba, como se la follaba Manolo, escuché unos gemidos en la puerta, y al mirar allí estaba Rosa, metiéndose los dedos en el coño y sobándose las tetas. Se acerco a la cama y tumbándose al mi lado, me dio a probar sus dedos, con los jugos de su coño; lamiéndole los dedos y la mano; que bien sabían. Entonces Rosa comenzó a comerme la boca, metiéndome su lengua y aspirando la mía, creía que me la arrancaba, como besaba, me puso la polla a tope de dura. También estaba caliente, le salía por los poros lo salida que estaba.

Mientras nosotros nos besábamos, ellos estallaron en una gran corrida, que hizo que nos quedáramos mirando como tenían los últimos envites de placer. Con la calentura que teníamos y después de verlos a ellos, Rosa se subió encima de mi polla y se la hundió de un solo culazo en el coño. Qué coño tan ardiente y encharcado tenía, me hizo poner los ojos en blanco, de la sensación de gusto que medió en ese momento, y ni contar cuando empezó a cabalgarme; madre mía me estaba matando de placer. No tuve más remedio, que comerles las tetas, que las tenía a la altura de mi boca; que buenas estaban y esos pezones duros, que eran caramelos para mi boca. Al sentir mis lamidas por sus tetas, no pudo nada más que empezar a gemir y a aullar de placer.

Mientras mi mujer y Manolo estaban contemplando cómo me follaba Rosa, y como veía los ojos de Isabel, le dije,

  • bésala, que estas deseando,

A lo que sin dejar que terminara mi frase, ya estaba besándola, de manera apasionada, y comiéndosela por toda la cara. Manolo estaba que no se lo creía, pues Rosa nunca había tenido inclinaciones hacia otra mujer. Pero en esta noche correspondía a los besos de Isabel, de manera apasionada, bajo el placer que le estaba proporcionando con mi polla.

Vi como Manolo cogía la cabeza de Isabel y, poco a poco sin dejar mi mujer de darle besos a Rosa, se la dirigía a la teta que le quedaba libre, ya que yo seguía saboreando la otra. Cada vez que lo pienso, se me pone la polla otra vez dura, que tetas mas buenas tiene Rosa, sin menospreciar las de Isabel; ya que son diferentes. Entre los dos nos dedicamos a chuparles los pezones y sobarles las tetas. Cada vez estaba más caliente y se movía al ritmo que le ordenábamos con nuestras lamidas y chupadas. Pero el punto álgido llego cuando observamos que Manolo se puso detrás de su mujer y sentí como poco a poco le iba metiendo su polla en el culo. Ya eso fue el sumun de mi placer, otras de mis fantasías, que nos folláramos a una mujer por los dos agujeros, mientras mi esposa le comía las tetas.

Cuando Rosa sintió como le entraba la polla por el culo, apretó su vagina sobre mi cipote, creyendo que me lo arrancaba. En ese momento se quedó quieta, ocasión que aprovechamos para mover nuestras pollas dentro de su coño y culo, empezando a arrancarle gritos de placer. Le estábamos rellenando los dos agujeros y Isabel le seguía comiendo las tetas; estaba que se deshacía de placer. No paraba de chillar de gusto, con los ojos en blanco. Sentíamos como no paraba de correrse, y que las corrida eran más fuertes cada vez.

Pero lo que a continuación vimos, ya sí que fue el remate; Isabel dejó de comerles las tetas y se puso de pie en la cama, poniéndole el coño en la boca de Rosa, la cual, no es que no le hiciera ascos, sino que empezó a devorarlo, como si le fuera la vida en ello. Cosa que notó mi mujer, pues al momento empezó a gemir de placer y a cogerle la cabeza y apretarla contra su coño, diciendo palabras incoherentes, mientras iba llegando a orgasmos. Allí estábamos los cuatro gritando de placer y gimiendo de gusto, hasta que explotamos, casi al mismo tiempo, en una corrida que nos dejo exhaustos y con la respiración agitadísima, pues seguíamos con los últimos coletazos de la corrida.

Nos quedamos en la posición que habíamos estábamos un buen rato, pues nadie, ni se quería, ni podía moverse. Cuando deshicimos la figura, estábamos resoplando, y Rosa, espatarrada en la cama, con los ojos cerrados y una cara de vicio, que no podía disimular lo que había gozado, sonreía.

Cansado como estábamos, decidimos quedarnos en la misma cama a dormir, cosa que hicimos, y sin pensarlo, yo me abrace a Rosa y Manolo se apretó contra Isabel. De esta manera nos quedamos dormidos hasta el día siguiente. A partir de este día surgió una gran y caliente amistad. Y del despertar y los demás días de fiesta, que os voy a contar, que fue aun mejor que la noche, pues ésta fue un aperitivo. Pero eso ya os lo contare en otra carta.

Esperando que os haya gustado nuestra historia, nos despedimos con muchos besos, y con el deseo de que vuestras fantasías las hagáis realidad.