Abriendo nuevos horizontes
Ya no dejo pasar ni mujeres ni hombres. Pero si son jovencitos mucho mejor. Con uno hablo en el idioma internacional. Cuando lo leais lo entenderéis.
Después de lo sucedido con mi sobrino, sabía que había mi vida, en lo que se refiere a la parte más íntima, ya había cambiado del todo y para siempre. Reconocía que me gustaban las mujeres, los hombres, que mi apetito sexual estaba un poco desbordado, por lo que tendría que controlarlo y que no me controlara a mí.
Como ya dije en otro relato, ahora veía mi campo de acción más abierto. Pero me pasaba que estaba con amigas solas y siempre había alguna que me gustaría seducirla, pero si estaba Mamen, mis ojos, mis pensamientos y mis deseos eran para ella. Yo creo que siempre me excito, pero que nunca me atreví a reconocerlo, lo disimulaba con que era admiración.
De los maridos de mis amigas, poco puedo decir, el único que se salvaba con nota, era Fito. Físicamente cuidado, simpático y agradable en el trato, con pinta de golfo. Al resto le pasaba como a mi marido, se habían ido abandonando poco a poco y dejaban un poco que desear. En cambio, las mujeres a excepción de dos, estábamos muy bien, nos cuidábamos.
Lo que también me pasaba era que veía a chavales, hombres que estuvieran bien y solo pensaba en hacerles cualquier cosa. Notaba ahora más las miradas de descaro y eso me ponía más caliente que antes.
Estábamos un día después de salir del gimnasio varias amigas tomando un café en una cafetería, enfrente de nosotras estaban Sebas y otros chicos jóvenes. No lo podía evitar, veía como me miraba Sebas con disimulo y notaba como me iba humedeciendo, de buena gana me lo llevaría a mi casa o a cualquier otro sitio y le haría de todo.
La cosa se complicó cuando apareció Mamen, ella como siempre tan explosiva. Nunca la había visto en bañan ador, bikini, ni ropa interior, me la presumía un buen cuerpo, un pecho casi como el mío, pero por lo que pude observar otras veces, debía de tener unos pezones fuera de lo normal. Entre ella y Sebas, me tenían ya más que mojada.
La encontramos porque se le olvidaron unas carpetas de su trabajo y regreso a por ellas, como nos vio tomando café aprovecho para hacer un descanso. Como sabía que en poco tiempo nos vencía el seguro del hogar y habíamos comprado un coche, que estábamos esperando que nos lo entregaran, se lo dije, ella como buena vendedora de seguros, se olvidó de todo lo demás y se volcó conmigo, tratando de informarme de todo.
Pero le dije que en ese momento era mucho lio y ella me dijo que la llamara, que nos veríamos donde quisiese y que seguro que me haría ella los seguros. Al final le dije que ya la daría un toque y quedábamos. En segundos maquine todo para quedar con ella. Sería una forma de tantearla. Porque seguro que lograría salir de dudas rápido. A Mamen se la veía una mujer de mundo, mayor que yo, pero alguna debilidad tenía que tener no podía ser tan perfecta.
Susi que estaba allí también, no perdió detalle y cuando se fue, me fije como me miraba. Cuando nos íbamos todas Susi me insinuó si es que me la quería tirar, yo me encogí de hombros como diciendo que no sabía que me decía, eso la desconcertó y con una amplia sonrisa me dijo que estaba en broma.
Estaba dispuesta a subirme a Sebas a mi casa, cuando él se me acerco y me lo propuso. Automáticamente le dije que no, tenía muy claro que sería yo la que gobernaría mi vida, ninguna persona lo haría. Se quedó cortado y aunque me costó mucho, no cedi. Sé que lo mismo era tonta, más teniendo el calentón que tenía.
No me quedo más remedio cuando llegue a mi casa, que sacar la caja de juguetitos que tenía y utilizarlos, logre tener hasta cinco buenos orgasmos, pero quería algo más. Me levanté de mi cama y tratando de tranquilizarme, me fui a la cocina a preparar algo para comer. Mientras lo estaba haciendo llego una vecina mía, Carmela, mujer cercana a los setenta años. Era muy buena vecina y siempre nos ayudábamos en lo que hiciera falta. Venía a pedirme un favor, iban a hacer unos pequeños cambios en su casa. Baños y cocina concretamente.
Ni ella ni su marido estarían, se irían a casa de una hija mientras. Vendrían de vez en cuando, pero les hacía falta alguien que abriera la puerta a los obreros y luego revisaran que por la noche no se quedaba ninguno. Como no podía ser de otra manera me comprometí a ayudarla. Me dijo que si la podía acompañar un momento a su casa. Apagué el fuego y fui con ella. En su casa había varios hombres. El que se veía que mandaba un hombre mayor y mal conservado, que no me entere bien de su nombre, era el dueño de la empresa, era español.
Me dejo una tarjeta con su número de teléfono, ya que él no estaría, pero si dos de los que allí había. Dos chicos jóvenes, fuertes, eran extranjeros, uno se llamaba Sandor 1,65 diría yo y el otro Lajos, más de 1,80, como me gustaban a mí, fuerte tenia pinta de salvaje. Muy guapo, unos brazos fuertes y unas manos enormes. Sandor sabia un poco de español, pero Lajos no sabía nada.
No hacía falta, sus ojos, su mirada cómplice, se cruzaron con la mía, me dieron la seguridad de que los dos teníamos las mismas ganas el uno del otro
. Me costaba no mirarlo, no me enteraba muy bien de lo que me decían. Ya solo pensaba en lo que pensaba. Quedamos que al día siguiente vendrían a mi casa a para que les abriera. Y me fui otra vez para mi casa. Otra vez estaba desatada.
Por la noche cuando llego mi marido, yo estaba muy tontona, necesitaba sexo. Él se dio cuenta y me dijo que me hacía falta salir una noche, yo sin decirle porque estaba así, le dije que sí. Me contesto que avisara a la chica para que se quedara con los niños. Nos fuimos a la cama y el empezaba con sus historias y yo me calentaba más, sobre todo con mis pensamientos entremezclados, teniendo sexo con Mamen y con ese bestia que parecía Lajos. Parece que me calmo un poco y me quede dormida. Pero cuando me levante por la mañana estaba nuevamente muy húmeda.
Se fue Edu a trabajar y a las ocho en punto, sonó la puerta de casa. Me quite la bata que llevaba, quedándome en camisón corto, que dejaban ver mis bonitas piernas y marcaban mi prominente pecho, que, al no llevar sujetador, también dejaban que se marcaran mis pezones. Era Lajos, que haciéndome señas con la mano como si abriera una puerta, le dije que pasar y que un momento. Mientras mis hijos desayunaban en la cocina.
Entonces me puse la bata y le acompañé a abrir la puerta, su mirada era penetrante, si no estuvieran mis hijos, no sé qué hubiera pasado y no lo digo por él, lo digo por mí. Él me dijo algo, que me sonaron a un simple gracias, pero me fui ardiendo.
Cuando salí a llevar a mis hijos al colegio, vi que había más personas trabajando en casa de la vecina, hablaban entre ellos y no tenía ni idea de que idioma se trataba. Aproveche para llamar a Mamen y quedamos al mediodía que tomaría algo, poca cosa, que hay que guardar el tipo y paso por tu casa, eso es lo que me dijo. También fui a comprar y no me lleve carro de la compra. Me pase comprando y llegue a casa cargada como una mula.
Vi como bajaban escombros Lajos y otro joven. Lajos me vio, mando al otro para arriba y vino a ayudarme, todo un detalle, no le entendía nada, pero quiso coger los paquetes que llevaba entre mis brazos, algo que agradecí, porque ya me dolían los brazos. Lo único que cuando paso sus manazas para coger los paquetes, me dio un sobe total en mis pechos. No sabía si había sido casual o accidental, pero me puso cachonda.
En el ascensor, veía por un reflejo como me miraba el culo, con total descaro. Salimos del ascensor y me acompaño hasta la puerta de mi casa. Una vez que abrí deje las bolsas en la entrada de mi casa y cuando fui a coger los paquetes que el llevaba, me paso lo mismo que a él, antes, al pasar mis manos, si querer toque todo su paquete, que, aunque estaba normal, se notaba portentoso. El cuándo se despidió solo me sonrió y eso me perdió, me lo tenía que follar, fuera como fuese.
Estando ya sola, me toque y estaba muy mojada, que barbaridad, como me ponía ese chico. Solo pensaba ahora que como Mamen me diera la más mínima oportunidad, no me lo pensaría, iría por ella. A la una comí algo y me senté a relajarme, puse la televisión y trataba de distraerme con un concurso que había. Un poco lo logre hasta que sonó el timbre. Yo me había puesto un vestido corto, escotado, de andar por casa.
Cuando abrí era Mamen, que traía un traje de falda y chaqueta. Exactamente era un blazer con estampado de cuadros gales de color azul. Era una preciosidad. Lo llevaba cerrado y se notaba que tenía buen pecho también, porque parecía querer reventar. Yo no me lo podría poner. Nos dimos los dos besos de rigor. Dejo una cartera que llevaba en la mesa y se sentó, mientras fui a preparar el café. Siempre iba impecable.
Mientras terminaba de hacerse el café hablábamos de cosas de la vecindad. Nos reíamos por comentarios que se hacen, de unos y de otros. Llevaba la bandeja con el café, cuando sonó el timbre otra vez. Ella se levantó y le dije que hiciera el favor de abrir. Era Lajos, traía un callejero en la mano y un papel. En el papel traía escrito ferretería. Cogí el plano lo puse en la mesa grande y me agaché para marcarle donde había una. Me di cuenta de sobra, que se me veía bien el pecho y que él no quitaba ojo. Me entretuve más de la cuenta explicándole. Con su sonrisa permanente se fue. Nada más irse, vi como Mamen se quitaba la chaqueta, quedándose con una blusa esprit blanca, bastante trasparente y con los botones desabrochados, que ahora al quitarse la blusa, entendía como hacia tantos seguros, sería imposible resistirse.
-Ana, menudo semental. Guau, esos son los que me recomienda el médico. Risas. ¿De dónde ha salido?
-Están en casa de la vecina, cambiando la cocina y los baños. Son extranjeros, pero no me preguntes de donde, porque no tengo ni idea.
-Pues menudo polvazo tiene el muchachito.
-Que bruta que eres. Puse cara de tímida.
-No me puedo creer que no te lo fallarías. ¿Has visto cómo te miraba las tetas? Si se le ha puesto dura y no veas como marcaba paquetón.
-No me di cuenta. -No lo de la mirada, lo del paquetón-
-Pues ten cuidado con ese, que en cualquier momento te apuntala. Risas.
Saco papeles y carpetas, me empezó a explicar los seguros. Estábamos sentadas juntas, yo veía su escote, la olía, la tentación iba en aumento. Me tenía que contener bastante, me estaba pasando como cuando conocí a Lajos y compañía, no me estaba enterando. Me dejo todo sobre el seguro del hogar, el seguro del coche y de paso me dejo también, uno de vida. En un momento se quejó. Preguntándola que le pasaba. Eran sus pies, que con los tacones que llevaba y todo el día sin parar, le dolían mucho. Como se lo que era eso, le dije que se los quitara. No me hizo falta insistir mucho. La cara de satisfacción cuando se los quito fue espectacular.
-Deja ahora los seguros. Y sube las piernas, ponlas hacia mí.
- ¿Qué vas a hacer?
-Una cosa que me hace Edu y me deja como nueva.
Ella lo hizo y le empecé a masajear los pies. Ella mostro mucho alivio mientras se los masajeaba. Podía ver que llevaba medias, porque al final veía sus muslos y su tanga. Debía estar completamente depilada, por lo que estaba viendo. Pero ella volvió al tema de Lajos, le había gustado como a mí, estaba claro.
-Pues hacía tiempo que no veía un macho así.
-Si es un crio.
-Son los mejores. Tienen aguante, se recuperan pronto y te hacen caso en todo, que más se puede pedir.
-Quien te oiga, pensara que les pones los cuernos a tu marido.
-Ese te follara, recuerda lo que te estoy diciendo.
- ¿A mí?
-Si a ti. Que te he visto cómo te has puesto. Que no soy tonta. Porque no lo sabía que, si no, le digo algo. Porque a mí no me importaría compartirlo, no soy celosa. Risas.
-No te puedo creer.
-Pues si no me puedes creer, me da la impresión de que tu vida sexual es muy triste.
-Porque tú lo digas.
-Tal vez tengas razón. Porque tal como me estás dando el masaje y como me miras mis piernas, pero también lo que no son mis piernas, no sé, que pensar.
Me había pillado, era más inteligente y avispada de lo que yo pensaba. Quite mis manos de sus pies, haciéndome la ofendida. Ella se incorporó y me dijo que no me ofendiera. Que tampoco era nada anormal. Que no pasaba nada. Que ella siempre había tenido la curiosidad de verme ese para de tetas que tenía, que nunca vio unas tan grandes y eso que las suyas lo eran. Lo decía con total normalidad.
Yo tragaba saliva a toda velocidad, ella se debió de dar cuenta, porque pasándome el brazo por mi hombro, me tranquilizaba diciéndome que no era lesbiana, que tranquila. Que lo único que le gustaba experimentar y que si había participado en algún trio. Yo con total fingimiento la pregunte que como se iniciaron en eso ella y su marido. Ella riéndose me contesto que su marido era demasiado clásico, demasiado carca y que no participaba, ni lo sabía. Que su marido era de siempre, demasiado blandito. Que a ella le gustaba que la dominaran. Me sorprendió eso, porque a ella se la veía siempre como muy mandona, muy decidida. Pero lo que me dejo sin habla, que me sorprendió fue la batería de preguntas que me hizo.
- ¿Y tú que eres dominante o sumisa? ¿Has tenido ya sexo con mujeres o es la primera vez?
-Después de mucho pensármelo la conteste. Soy más dominante que sumisa. Si he tenido sexo con otras mujeres.
Ahora la cara de corte era de ella, me quiso presionar, dejarme acogotada y era ella la que se quedó ahora sin palabras. No la dejaría escapar. Veríamos si era verdad lo que dijo. Me quite el vestido, quedándome en bragas solamente, mis tetas, estaba allí delante de ella desnudas. No dije nada, aun estando muy nerviosa, lo disimule, cogí su cabeza y la lleve hasta mis tetas. Cuando note su boca, como atrapaba mi pezón y lo lamia. Fue como si se abriera un grifo, me puse mojadísima.
No quería estar así, nos fuimos para mi habitación, saque mi caja de juguetitos y ella ya se había desnudado, quedándose únicamente con sus medias. Me pare y la mire bien. Tenía un cuerpo envidiable. Se sentó en la cama y cuando me acerque, me abrazo por mis caderas y me besaba mi cuca, estando yo de pie, notaba su lengua abriéndose paso por mi rajita. Que bien lo hacía y cuanto morbo me daba verla así.
Nos tumbamos en la cama las dos, empecé a besarla con suavidad, la acariciaba con delicadeza. Pero veía que ella, era como si se fuera enfriando, como si estuviera desconectando. Entonces cuando estaba acariciando sus tetas y esos magníficos pezones. Que eran como un dedal, algo increíble.
Cuando la estaba besando en los labios y ella daba la sensación de que lo hacía por compromiso y al notar el pezón, se lo empecé a apretar más de lo que yo creía que era normal, pero no lo hice de golpe, pero noté que cuanto más subía yo la intensidad del apretón, ella me besaba más desesperadamente, con más ganas. No me lo había imaginado nunca, pero me estaba gustando y excitando.
Tenía la cuca toda depilada, solamente tenía un pequeño triangulito en su pubis. Nos pusimos a hacer el 69 y me comía mi cuca muy bien, pero agarre los pelillos de su pubis y mientras yo se la comía también, tiraba un poco de ellos, eso hacía que acelerara su lengua y mi clítoris lo agradeciera. Estire un brazo y fui tocando dentro de la caja, hasta coger el consolador más grande que tengo, se lo fui metiendo y le entraba perfectamente, le pase a ella otro y me follaba con él, corriéndonos al rato las dos.
La di dos tortazos en sus nalgas y la dije que no se lo quietara, que se pusiera boca abajo, ella solo gimoteaba y me hacía caso. Cuando la tuve así, me puse un consolador con arnés, era de tamaño importante, no tan grande como el que ella tenía metido. Puse lubricante y me fue hacia ella para hacerla una doble penetración. Cuando se dio cuenta, quiso quitarse, por lo que se ve tenía el culito impoluto. Pero yo estaba decidida a que eso se acabara. Le azote y le agarre del pelo, tirando de él y diciéndola que a callar. Inicie la penetración, tal vez estaba siendo un poco brusca, pero ya estaba decidida, me encontraba en ese papel estupendamente. Dominando a esa mujer que tanto admiraba, que tanta gente deseaba, la tenía allí a mi merced.
Ni me di cuenta de que ya tenía metido más de la mitad, me di cuenta porque la oí hipar. No protestaba, no decía nada, asumía lo que estaba pasando. Cuando lo tenía todo dentro ya, empecé a meter y sacar sin parar. Me tumbe sobre su espalda, mientras me movía pase una de mis manos y le agarre un pezón, apretándoselo como hice ya antes. Ella se volvía a mover, ahora no se lamentaba, resoplaba, gemía y pedía que fuera más rápida.
Menuda convulsión que tuvo, ella misma se echó para atrás para clavársela lo más posible. Que violenta que fue. Cuando se lo saque, me preocupe un poco, porque había bastantes restos de sangre. Fue al baño y se sentó en el bidet, le di un líquido desinfectante para el lavado de esas partes. Mi cara era de total preocupación y ella con una encantadora sonrisa, me dijo que no me preocupara, que no pasaba nada.
Nos vestimos y nos fuimos a la calle, ella a hacer sus cosas y yo a por mis hijos. En el ascensor nos dimos un beso muy ardiente y ella me dijo, a ese semental nos lo tenemos que follar las dos juntas ¿OK? Riéndome le dije que sí, pero que, si se ponía a tiro antes, no lo dejaría escapar. Ahora nos reímos las dos.
Cuando llagamos a casa mis hijos y yo apareció Lajos que colocaba su mano cerca de su oreja, como indicándome algo de un teléfono o algo así. Me hizo acompañarle, era ya prácticamente la hora de irse. Me dio un número de teléfono y llame, era la vecina. Para decirme que había estado llamándome a mi casa, para avisarme que el chico estaría hasta las diez u once hoy, para que lo supiera. Le dije a mi vecina que de acuerdo y la di el número de mi móvil para otra vez.
Una vez que colgué, le indique como pude que a las diez de la noche pasaría a cerrar. El movía la cabeza diciéndome que sí. Acosté a mis niños y cené con mi marido.
-Se me olvidaba contarte, que la vecina esta de obras y me dejo encargada de abrir y cerrar la casa.
-Y para que me lo cuentas, si me da igual.
-Pues si vieras a los obreros, no te daría igual, que son muy jovencitos y alguno está muy bien.
- ¿Cómo de jovencitos y como de bien?
-Dieciocho o veinte años. No se mas porque son extranjeros. Como de bien, buenorros.
- ¿Como para follártelos?
-A todos no, pero a uno, que está todavía ahora, pues puede que sí.
-Y que hace uno todavía allí si son casi las diez.
-No tengo ni idea, lo único que ahora a las diez pasare para revisar todo y cerrar bien la puerta.
-Pues así en chándal no estás muy erótica que digamos. Ponte algo más sugestivo. Lo pones un poco cachondo y luego te follo cuando regreses.
-Si hombre, para salir y que justo salga un vecino y me vea.
-Que cortita eres algunas veces. En esta planta hay cuatro viviendas. Nosotros una, los vecinos en obras dos, los del B están de viaje y los que quedan son los abuelillos, que ya estarán mas que durmiendo. Es casi imposible que te encuentres a nadie.
-Vale y que me pongo, que parezca casual y que sea como tú dices erótico.
-El blusón azul marino. Por ejemplo.
-Edu, ese estornudo y se me ve hasta el culo. Ese es algo más que sugestivo. Bueno se me ha ocurrido una cosa.
Me fui a mi habitación y me puse el blusón, pero con un short fucsia. Cuando Edu lo vio, me dijo que eso no era nada erótico, que estaba mejor que el chándal, pero poco más. Lo dude y delante de él me quiete el short. Ahora mejor, me dijo, pero ponte las sandalias con cuña, que eso te realza más. Le hice caso. Pero antes de salir me hizo prometerle que solo excitarle y nada más, se lo prometí. Miré por la mirilla de la puerta, estaba todo a oscuras, Sali y no encendí la luz del descansillo y fui directa a la puerta.
Llevaba las llaves, no sabía si abrir o llamar. Me notaba muy perturbada, abriría con toda normalidad y seria rápida, un buenas noches, exhibirme un poco y un hasta mañana. Entre y fui hacia la cocina lo más cercano y donde se veía luz. Vi unos focos y a Lajos subido en una escalera pequeña. Pasando cables por dentro del techo de la cocina. La imagen era tremenda. Llevaba puesto un pantalón bastante ajustado y al tener los brazos alzados, además de notársele más el paquete, tenía medio subida la camiseta que llevaba, quedando a la vista esa tableta de abdominales.
El cuándo me oyó dijo algo, pero que no entendí como era lógico. Pero no me miro. Estaba muy entretenido. Pero cuando lo hizo, la sorpresa hizo que sus ojos parecieran que saltaban. Porque además de la altura en la que estaba se podía ver mucho mejor mi escote, que llevaba varios botones desabrochados y sin sujetador. Ahora que ya había llamado la atención, decidí rematar la situación e irnos. Cuando se bajó de las escaleras, me gire deje caer las llaves y me agache a recogerlas, lo hice de tal manera, que, seguro que me vio todo el culo y digo todo el culo, porque antes de salir me quite las bragas y me puse un tanga pequeñísimo, con lo que tarde en recogerlas seguro que lo tuvo que ver perfectamente.
Cuando me gire para indicarle que era hora de irse y ya húmeda como estaba, me quede perpleja de cómo se notaba la erección que tenía. Mamen tenía razón era un semental, por lo menos la fachada. Había que irse o no cumpliría mi promesa. Su mirada era tremendamente ardorosa y muy peligrosa. Se puso a hablarme, no entendía, pero la mirada y el tono, me decían que me estaba diciendo lo que me haría o la pinta que llevaba, un poco de todo, pero intuía que era eso lo que me decía. Pero lo que más me descolocaba era que no tratara de disimular su erección. Pero yo sabía que mi mirada, mis pezones, todo en mí, también me estaban traicionando.
Como no paraba de hablarme, ya le dije con voz lenta, pausada y haciendo gestos con mis manos, mis hombros, haciéndole ver que no le entendía. Más o menos fue así, NO TE EN-TI-EN-DO. El con esa sonrisa espectacular me hizo señas de que yo se la chupara, yo haciéndome la tonta, le dije que no entendía. Era necesario salir de allí.
Él no se dio por vencido, se señaló con un dedo, luego me señalo a mí, para después abrir su manaza haciendo como una V y pasando su lengua por ella. Era imposible que no lo hubiera entendido, pero volví a poner cara de tonta. Eso le debió de exasperar porque, se bajó los pantalones, saliendo su nabo disparado, quedándose mirando al cielo. Que hermosura. Estuve a punto de lanzarme a comerle el nabo, pero me hice la agraviada, me di la vuelta como para irme y en ese momento, noté como me abrazaban por detrás y como agachándose un poco, su nabo contacto con mis muslos.
Eso ya era demasiado para mi cuerpo. Me quise hacer la dura y resistirme, pero cuando noté también esas manazas sobre mis tetas y esa lengua recorriendo mi cuello, me rendí y le cogí su cabeza, echando mi mano hacia atrás. Me di la vuelta y esta vez sí me agaché, tenía ganas de comerme esa hermosura.
Era consciente de que no tenía mucho tiempo, no quería que Edu se diera cuenta de que había roto mi promesa. Me levante y le indique a Lajos que cinco minutos y señalando mi anillo, él lo entendió y algo brusco me dio la vuelta y me la metió sin consideración, que bruto, que bestia, que animal, pero que bien me estaba follando, me desabroche el blusón para facilitarle las cosas, que manera de apretarme las tetas, los pezones. Pero lo que más me gusto fue, los golpecitos que me dio en mi pubis, cerca de mi rajita, que gusto. Era la primera vez que me hacían eso. Lo que sabía el chaval.
Fue un polvo muy rápido, me hizo correr en nada de tiempo y de qué manera. Se salió y entendí lo que quería, me volví a agachar y me la metí en la boca, haciéndole una mamada inimaginable para él. Pero lo que más cachonda me ponía era mirarle mientras se la hacía, como intentaba contenerse y como me miraba. Para estar follando toda la noche.
Note que se iba a correr y el muy correcto me dijo algo, me imagine que me avisaba de que se iba a correr, porque trato de quitarme, pero cuando vio que me agarre bien a él y me la metí más aun, se dejó llevar, llenándome la boca bien llenada.
Nos arreglamos y nos fuimos. Cuando llegue a casa Edu salió rápido a recibirme. Me pregunto que tal y cogí su mano y la llevé a mi cuca, se sorprendió al notarla tan mojada y con cara de disgusto, me dijo que se habían corrido en mi coño. Le dije enfadada que eso no era cierto y se agacho quitándome el tanga y comiéndome mi cuca. Me pidió perdón, lo mandé literalmente a la mierda y haciéndome la ofendida, le dije que hice lo que él quería y cumplí con mi promesa, pero que se había pasado. Le monté un buen pollo y me fui a la cama. El quiso entrar y no le deje. Luego me masturbe hasta que me dormí y soñando como me lo follaría con más tranquilidad.