Abrázame en silencio

A estas alturas de la vida, uno no está solo, y es un crimen crear falsas esperanzas, que no se van a cumplir.

Abrázame en silencio

Me escribió ella:

-Abrázame en silencio, sin palabras abrázame fuerte, no digas nada déjame sentir tu piel, de mar mojada; déjame oír tu corazón que el mío graba. -Susúrrame al oído lo mucho que me amas susúrrame palabras esperadas créeme si te digo: - estoy enamorada. -Créeme; mi ser angustiado, te reclama. -Cúbreme con brazos y mirada, cúbreme y toma éste amor en llamaradas. -Escúchame cuando te llamo en pensamiento, escúchame, te necesito, no te miento. -Bésame; bebe mi ternura. -Bésame con alma y sentimiento. -Permíteme vivir a ti anudada,

¡aunque sea sólo por un momento!

Yo . . .; yo no respondí. A estas alturas de la vida, uno no está solo, y es un crimen crear falsas esperanzas, que no se van a cumplir, o peor aún, engañarme y a dos mujeres que me aman.

Pero hubiera escrito algo como esto:

Abrazarte. Besarte. Sentir tu cuerpo.

Apretar mi pecho con el tuyo.

Sentir tu mirada vibrar como un cocuyo.

Mi voluntad en la de ti, como en un cepo.

Sentir tu corazón latir, ¡dulce concierto!

Tu mirada en mi alma grabar,

con cincel magistral de amor y ensueño.

Tu nariz respingona besar al vuelo.

Tu hermosa faz contemplar con embeleso.

Ojos preciosos. Nariz divina. Boca exquisita.

Labios apetecibles que sugieren beso.

Barbilla grácil de princesita.

De cisne, ebúrneo cuello.

Cuerpo celeste con vibrar de estrella.

Quisiera, con mi mano,

lograr caricias que olvidar no puedas.

Rozar suavemente con mis yemas,

los rosados pezones de tu seno,

besarlos con mis labios dulcemente,

absorber su almíbar, anís y miel;

enervante licor. Seguir demente,

caminando el Nirvana de tu piel.

Sentirme hundido, estrujado, humedecido,

por tus humores, acuosos, excitantes,

mientras libo en tu fuente bendecido,

el precioso tesoro que tú viertes,

al sentir mi caricia, que deleites

prodiga, con dulzura y amor, a tu sentido.

Inflamado de pasión, a tu amor rendido,

ofrendarte mí ser. Como se inmola un bonzo;

dejar de ser, . . . para ser sólo tu ser.

Vibrar, como supernova en estallido,

fundido a tu cuerpo en un abrazo

y a tus labios con un ósculo dulcísimo.