ABEL Y DAVID. Arrepentimiento

Fue una sesión de sexo tranquila, lenta y suave como si no existiera el tiempo y la pasión fuera un fruto exquisito que había que paladear.

ABEL Y DAVID

Arrepentimiento

Hace unos días recibí un mail de Abel que decía lo siguiente:

Hola David. Me atrevo a escribirte por el amor que nos tuvimos. Se que fui yo el que dejó la relación y me arrepiento hasta el infinito de haberlo hecho. Te escribo porque no quiero llamarte por teléfono y que no lo cojas. Eso sería para mi un infierno, por lo que prefiero escribirte y no saber si lo lees o lo borras, pero quiero hacerlo así antes de sentirme rechazado con un silencio.

Lo estoy pasando muy mal. No, estoy pasando un infierno que no puedes ni imaginarlo.

Sabes que te dejé porque tenía obligaciones que cumplir con respecto a mi mujer y mi hijo. Me costó mucho tomar la decisión porque contigo había descubierto la realidad de mi naturaleza (si lo estás leyendo, estarás sonriendo de costado), pero necesitaba continuar con mi compromiso.

Desde el comienzo fue mal. No podía hacer el amor con mi mujer, no podía. Rechazaba su sexo, su cuerpo. Pensé que era normal después de la relación que había tenido contigo y de lo que sentí por ti. Pensé que se iría pasando poco a poco, pero no fue así, fue lo contrario.

Pedí traslado a otra oficina para no verte, para no encontrarte, para no sentir que estabas en el mismo edificio. Llegué a aborrecer a mi mujer por la insistencia de querer hacer sexo y tener el amor que no podía darle, llegué hasta contestarla con violencia (verbal, no física). La situación llegó a tal extremo que nos separamos. Vivo sólo en un estudio. En mi cabeza, en mi sexo, en mi excitación sólo estabas tu. Solo tu.

Lo he intentado con hombres a través de páginas de contactos, de locales gays...he follado con varios...me han penetrado. Pero no me han satisfecho, siempre estabas tu presente. Creo que he llegado a perder la cabeza. Pensé en cambiar mi aspecto físico para no reconocerme en el espejo a ver si esa imagen no se proyectaba en ti. Me depilé todo el cuerpo, me rapé el pelo y la barba al uno. Salí en busca de otros hombres para ver si funcionaba la estrategia...Como te imaginarás, no funcionó.

Necesito tu calor, tu cuerpo, tu olor, tu sexo, tu risa, tu alegría y tu desfachatez. Te necesito a ti.

Te lo pido por favor, contéstame. Si no quieres volver a verme dímelo y no volveré a molestarte, pero por favor dame la oportunidad de verte aunque sólo sea una vez más y despedirme de ti. Necesito verte, mi vida va en ello, te lo digo en serio.

Por favor te lo pido, contéstame.

Me puse como una fiera, me dispuse a borrar el mensaje : - Que se habrá creído ese hijo de puta, ese niñato de mierda, después de ocho meses viene con chantajes morales. Que se vaya a la puta mierda.

Me levanté y me serví un gin-tónic bien cargado que casi me lo bebo de un trago, me paseé por la habitación como un tigre en la jaula, no pensaba...solo le increpaba (creo que en voz alta), llamándole de todo.. y volví al ordenador con la intención de borrar el mensaje, pero cuando lo iba a hacer, no se porque, me quedé inmóvil y lo volví a leer.

A pesar de todo, yo quería a aquel pijo de mierda, me había vuelto loco como nadie lo había hecho, cuando me dejó estaba enamorado hasta las trancas de él. Me costó salir de aquel infierno, lloraba todas las noches, me desesperaba en la ducha mientras me enjabonaba pensando en sus caricias y aullaba de dolor. Me sentí a morir hasta que los amigos me ayudaron y animaron a salir del bache...y cuando lo había conseguido, cuando lo había conseguido daba señales de vida el cabrón y me pedía que lo viera, que su vida era un infierno (¡mejor, que se joda!).

Cerré el correo y apagué el ordenador. Cargué otro gin me lo bebí de un trago y me fui a la cama. No dejaba de dar vueltas, no podía dormir, me tomé una pastilla y al ir a la cocina a por agua, vi el ordenador y como un sonámbulo lo encendí y volví a leer el mensaje.

Ya más calmado lo apagué, me fui a la cama y el efecto de la pastilla más el alcohol me tumbó hasta la mañana siguiente.

No dejaba de dar vueltas al tema hasta que a los dos días decidí responder con una lacónica frase.

Si quieres verme ya sabes donde estoy.

Al cabo de unos minutos me llegó la contestación.

Dime cuando y a que hora. Lo estoy deseando

Ya lo sé cabrón, ya sé que lo estás deseando. Pero no te vas a ir de rositas hijoputa, te vas a enterar cuando te tenga enfrente- Pensé. - En el momento que me dejaste no supe reaccionar pero ahora te vas a ir servido.

El sábado a las doce en casa. Me imagino que no habrás olvidado de la dirección

Segundos más tarde

Allí estaré

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Por unos instantes me quedé mirándole. El pelo y la barba le habían crecido bastante. Iba vestido tan pijo como siempre: camisa de rallitas azules y blancas con el cuello abierto dejando ver la camiseta por el cuello, jeans desgastados y deportivas blancas de marca, pero lo que me llamó la atención fue lo delgado que estaba. Pero, sobre todo, que sus ojos canela habían perdido la alegría y la tristeza se había instalado en ellos enturbiándolos. Se quedó mirándome: - Hola - me dijo.

Salí de mi asombro y ...-Pasa- le dije con el tono más átono que podía expresar. - Siéntate. ¿Quieres tomar algo?.

Se movía lentamente como con vergüenza (no me extrañaba). Se sentó en el sofá sin hablar.

  • Vale. Te traeré una cerveza.

Yo había decidido vestirme de una manera vulgar, que no diera pie a ningún tipo de atracción, ni que pensara que me había engalanado para recibirle. Decidí ponerme una camiseta que en algún momento fue azul marino, unos "chinos" desgastados y unas deportivas viejas.

Se bebió la cerveza casi de un trago (recordé como se bebió otra cerveza en otro momento...el día que vino a mi casa para que lo desvirgara).

  • Tu me dirás - Le dije con frialdad.

Iba a comenzar a hablar cuando se le quebró la voz y comenzó a llorar. Se dobló hacia adelante, se abrazó la cabeza con sus brazos y sollozó con una intensidad que me partió el alma. Si una cosa no puedo soportar es que alguien llore a mi lado, si es alguien a quien quiero, menos, y si ese llanto expresa desesperación o amargura, el corazón se me parte en dos. Y aquel era uno de los momentos más terribles que estaba viviendo. Abel sollozaba sin consuelo intentaba hablar pero sólo se le entendía a medias..."perdona"... "te quiero"..."te necesito"..."perdona"..."perdona"....

Creí que le iba a dar un ataque de ansiedad y mi estómago se encogió ante la desesperación del hombre al que había querido tanto. Me acerqué a él y le abracé. Se acurrucó en mi pecho y se dejó abrazar. Noté que mi calor lo calmaba y le acaricié la cabeza. Abel se fue calmando poco a poco. Se incorporó un poco e intentó hablar. Le puse la mano en la boca - Ahora no hables...ahora cálmate, sosiégate y descansa. Tranquilo...tranquilo...

Se fue tranquilizando. Su contacto hacía que toda mi ira cesara, le abracé con más ternura y le acaricié. Su respiración se acompasó. Cuando pasaron unos minutos le dije que le iba a dar un tranquilizante e iba a descansar en mi casa, que cuando estuviera más calmado hablaríamos.

Le llevé en brazos a la habitación. Le senté en la cama, le miré, me dio tanta pena ver en el estado que estaba que le limpié las lagrimas, le acaricié el pelo y le di un beso en la frente. Eran gestos más filiales o paternales que de amantes, pero en ese momento era lo que sentía: ternura por él.

Le quité la camisa, las deportivas y los pantalones (ya no llevaba los bóxer de tela, ahora llevaba unos de algodón blancos Ck ajustados a medio muslo). En camiseta blanca de manga corta, con los bóxer y los calcetines, tenía el aspecto de un joven universitario que...(no voy a decir nada porque no es el momento). Le tumbé en la cama y me acosté justo a él. Le abracé para darle calor y tranquilidad. Al cabo de un rato, su respiración profunda y rítmica me indicó que había caído en un sueño profundo. Estuve un rato a su lado y luego me levanté para que descansara sin tensiones.

              • +

Ocho de la tarde.

Estaba viendo la televisión cuando apareció por la puerta del salón, tenía los ojos hinchados, parecía un chaval recién levantado después de una noche loca, tenía la camiseta totalmente sudada, me fijé en su entrepierna para ver el estado de su paquete (lo siento, soy un obseso), estaba en estado de descanso. Estuve a punto de levantarme para besarle los labios, pero me contuve.

  • Me he despertado y no sabía donde estaba...he tenido miedo...creía que todo era una pesadilla...

  • Tu si que eres una pesadilla - Intentó sonreír - Anda,vamos a la cocina, necesitas tomar algo. Luego de beber un vaso de leche (no quería comer nada), le llevé al baño - te vas a duchar porque estas sudado y hueles a nervios y a miedo y no me gusta que huelas así- Se dejó quitar la ropa mientras el agua de la ducha se calentaba. Me quité la camista y le comencé a enjabonar todo el cuerpo. Necesitaba que se quitara de encima todo el mal rollo que había traído como si fuera un exorcismo. Se dejó hacer. El vello de su cuerpo había crecido, no era lo que yo había conocido, pero ya le cubría lo suficiente. Noté como se tensaba cuando le acaricié los testículos y el culo, pero no hice hincapié en ello, seguí lavándole sin darle más importancia. Luego se dejó secar, le di una friega de colonia y le puse una camiseta mía que le cubría el culo y el sexo.

Preparé unos gin-tónic cargados, nos sentamos en el sofá, encendí la televisión, le puse en los labios otra pastilla sedante - Bebe - le dije. Obedeció. Fue a hablar pero le puse el índice en los labios para que callara - No hables...descansa...mañana hablaremos.

Nos quedamos sentados viendo no se qué hasta que el efecto de la pastilla hizo efecto y fue cayendo en un profundo sueño. Lo volví a llevar en brazos hasta la cama y lo deposité en ella. Entonces me desnudé, me acosté junto a él, cubrí nuestros cuerpos con la colcha y le abracé.

La sensación que me transmitió el calor y suavidad de su cuerpo fue de placer, de tranquilidad y de amor hacia aquel hombre y todas esas sensaciones olvidadas me dejó perplejo. Todo el odio, la ira y la sensación de venganza habían desaparecido para dejar que un aire nuevo entrara en mi.

Le apreté a mi cuerpo, le besé el cuello y el hombro, le lamí, le olí, apoyé mi polla en su culo, suspiré de placer, y el calor de nuestros cuerpos se fueron fundiendo hasta que caí en el sueño más placentero que había tenido desde hacía muchos, muchos meses.

      • +++++ + +

Una respiración constante en mi boca hizo que me despertara. Abrí los ojos y vi la cara de Abel junto a mi, sus labios junto a los míos y su respiración sobre ellos. El primer impulso fue separarme de él, pero me arrepentí en ese mismo instante. Ese gesto fue el que le despertó, me miró y volvió a cerrar los ojos. Noté que su erección acariciaba la mía, se apretó más a mi para que se abrazaran las pollas y apretó más su cuerpo al mío (Sonreí, hacía tiempo que no sentía tanto placer interior y exterior a la vez).

Sus labios se juntaron a los míos y no me importó el olor a noche y sueño para besarlos una y otra vez hasta que dieron paso a nuestras lenguas mientras nuestros sexos también se abrazaban. Fue una sesión de sexo tranquila, lenta y suave como si no existiera el tiempo y la pasión fuera un fruto exquisito que había que paladear. Queríamos disfrutar del contacto de nuestros cuerpos, le quité la camiseta para disfrutar del roce de su pecho en el mío y nos abrazamos para sentirnos, para sentir nuestros vientres, nuestras pollas y piernas, mientras nuestras bocas buceaban en saliva y nuestras barbas arañaban nuestras caras, nuestros cuellos y nuestros hombros. La lenta pasión que iba creciendo nos hacía morder los labios, las lenguas, los cuellos, los hombros y los bíceps. Lamían nuestros cuerpos, nuestro sudor que corría por nuestros pechos y axilas.

Poco a poco y muy lentamente la excitación hizo que nuestras entrepiernas se humedecieran y que nuestros huevos se apretarán entre sí. Poco a poco nuestras pollas crecieron y se hicieron grandes y duras. Poco a poco, Abel fue levantando una pierna para que mi capullo se colocara en el centro de su agujero...y poco a poco se lo fue hincando con solo la ayuda de mis fluidos. Su respiración se fue acelerando y su aliento llegaba de su boca a la mía, noté que unas lágrimas de felicidad le caían mientras su culo iba comiendo mi rabo... poco a poco. Gemía mientras me mordía, se tensaba mientras le entraba y disfrutaba de la penetración como yo no lo había visto antes.

Comencé a moverme para que tuviera más placer y lo conseguí al sentir como se contorsionaba al recibirme. No me pude resistir fui mas rudo y, mientras le penetraba, le mordía con saña el cuello. Abel emitía agudos gemidos que parecían aullidos, levantaba los brazos para que le sobara los sobacos... mi polla masajeando su esfínter...su polla rebozándose en mi vientre...muerdos en el cuello y en los labios... sudor en los cuerpos... masaje en los huevos...y por fin...

¡ESTALLIDO FINAL!

¡Dios...Dios....Dios....

Fuegos artificiales sobre el cielo estrellado...(esto es una cursilada pero me apetecía escribirlo, de vez en cuando me gusta ser cursi)

Fue a decir algo pero le tapé la boca con las manos - No, por favor, no digas nada...así está todo dicho...¿Te quedarás a vivir conmigo?...

Un solo beso en los labios y una sonrisa que iluminó sus ojos dijeron todo lo que había que decir.