Abducido 7.0 La monta
Un grupo de hombres llenos de testosterona desvirga por primera vez a un putito sumiso
A pesar de las palabras de Marco, lo veo y me dirige un guiño y una sonrisa gentil y encantadora. Él no es enorme e intimidante como Victor o Julio ni cruel como Reyes. Mi corazón se acelera ante el deseo anticipado de entregarme a él y complacerlo.
Enderezo el cuerpo, para ponerme en 4 patas frente a él. Él se agacha y toca mi cara, me acaricia. YO lanzo un leve gemido y beso su mano… o mejor dicho la lamo.
Él se coloca y arrodilla detrás de mí. Siento su firme pecho sobre mi espalda mientras sus brazos sólidos me abrazan. Me siento seguro, relajado. Me derrito en sus brazos. Sobre mi espalda, siento su verga, caliente, vital, dura, que baja un poco más en busca de su presa. Sus dedos juegan con mis pezones. Los soban y los pinchan con delicadeza, luego un poco más fuerte, juguetonamente. Sus labios besan gentilmente mi cuello y mis hombros. Un escalofrío de placer me recorre la espina, desde el cuello hacia abajo, hacia mi culo que se contrae de emoción. Él continua con sus tiernos besos y puedo sentir su aliento sobre mi oido. Su mástil ha alcanzado la raja de mi culo. Estoy sudando. Sé lo que quiere.
“¿Te gusta?” me pregunta al oído. Yo muevo la cabeza en silencio, afirmando.
Las manos de Marco se deslizan hacia abajo de mi pecho a mi abdomen y luego por mis flancos a la cadera. Acarician mis glúteos. Luego los frotan más vigorosamente. Acerca su larga y dura verga y golpea firmemente su glande contra ambas nalgas. Mi culo se contrae y vuelvo a sentir un escalofrío.
“Vaya, tienes un hermoso culo. Se siente muy firme, nene” me susurra al oído
Lo deseo. Sé que lo deseo. Una parte muy adentro de mi protesta, la parte que me sabe hetero, quiere que eso pare, quiere que huya. Sabe… sé… que si dejo que esto ocurra nunca volveré a ser el mismo…. Pero no huyo, estoy demasiado entregado a esas nuevas sensaciones.
Marco pasa los cantos de sus manos entre mis glúteos y los separa gentilmente. Uno de sus dedos rozó el borde de mi ano. Yo vibré y me lamí los labios. Meneé mi cuerpo hacia atrás, buscando más contacto, pero él retiró la mano. Algo vino a mis labios. Dos de sus dedos. Abri la boca y les di paso. Los lamía y chupaba. Podría saborear el sudor de sus manos y mi piel.
“Eso… deja bien mojados esos dedos” me dijo Marco.
Saca los dedos de mi boca y me empuja para volver a ponerme de rodillas y más aún, hasta que mi pecho y mi cabeza tocan el suelo, con el culo bien al aire. Sus dedos húmedos acarician mi ano. En movimientos circulares cada vez más cerca del centro. Llega a la entrada y finalmente ingresa, apenas una falange y se detiene ahí. Luego de algunos segundos, yo meneo nuevamente el culo, buscando que el dedo se mueva más adentro, haciéndole saber mi deseo de entregarme a él de la única manera que puedo hacerlo ahora.
“Demonios… tienes un ano tan suave. Tan cálido y estrecho. Se ve que eres virgen, ¿verdad?”
Por un momento dudé pues antes no me hubiera considerado virgen desde hace años. Pero ahora lo soy en el sentido que él quiere. Afirmo con la cabeza. Marco mueve el dedo dentro de mi recto. Lentamente. De afuera a adentro. Cada vez más profundo. Mi esfínter palpita y se cierra en torno al dedo. Yo no sé si intenta sacar o atrapar al intruso. Me siento afiebrado y sudo. Un segundo dedo ingresa y ambos siguen explorando, dilatando. Ahora se mueven como tijeras, estirando el estrecho anillo. Es una sensación extraña. Incómoda pero no dolorosa. Luego asi, el dedo índice y anular en V, abriendo el ano, ingresa subrepticiamente el dedo medio y toca algo… algo… Todo mi cuerpo se estremece… abro los ojos y la boca, sorprendido
“No te lo esperabas. ¿Te gusta ahi, verdad?” me sonrie Marco. Yo asiento
Marco sigue trabajando mi culo, concentrándose en frotar ese punto sensible de vez en cuando. Cada que lo hace me hace brincar de gozo y se ríe. A veces saca los dedos y los escupe. Vuelve a meterlos, dilatando y estirando cada vez más. Yo descubro que he empezado a mover el culo, tratando de estar más disponible para sus dedos. Nunca pensé que se sentiría tan bien. Finalmente saca los dedos. Me siento vacío. Pero ahora siento algo más grande. Más pesado. Más grueso. Se desliza entre mis glúteos. Es MUCHO más grande. Me da miedo y mi esfinter se contrae para detenerlo.
“Te seré honesto, nene” me susurra al oído. “No hay forma de evitar que esto te duela. Pero prometo que luego lo vas a amar”
De nuevo me besa el cuello y los hombros. Su mano acaricia mis turgentes pezones. Los pellizca. Con su otra mano me abraza en torno a la cadera, firme y protectoramente. Usa la rodilla para hacerme abrir un poco más el compás de mis piernas. Y su enorme pene está tocando mi ano.
“Muy bien. Quiero que muevas el culo hacia atrás. Sólo un poco. Estará todo bien. Confía en mí”
Estoy aterrado. Aterrado por el dolor pero más que eso, por lo que significa. Hasta ahora he sido humillado. Me han empujado la cara contra la ingle de un Hombre. Me han convertido en un mamavergas. He tragado semen y orina. Pero esto es diferente. Estoy a punto de ser cogido.
“Hazlo” escucho la cruel voz de Reyes “Convierte ese culito en el coño tragavergas que debe ser”
Me ruborizo al escuchar eso… estoy a punto de ser convertido en un coño comevergas… Y aun asi… Me siento ansioso, deseoso de que ocurra
Y así, obedezco y muevo el culo hacia atrás. Al mismo tiempo, Marco empuja hacia el frente. Mi esfinter resiste al principio pero es sólo un instante. El glande vence y se desliza dentro de mi. Mi boca se abre y emito un gemido ahogado. Si aun tuviera voz, hubiera sido un alarido, pues no esperaba ese dolor. Mi cuerpo se retuerce para escapar pero me tiene firmemente sujeto del pecho y la cadera mientras sigue empujando adentro. Todo mi cuerpo se estremece y tiembla. Empiezo a sudar frío. Contengo el aliento. Marco se ha detenido, dándome oportunidad.
“Apenas es la punta, nene. Vamos. Entrégate a mi”
Respiro agitado. Una y otra vez. No quiero pero debo obedecer. Muevo el culo hacia atrás y un leve estirón me confirma que todo su glande ha entrado. Mi esfinter se cierra, abrazándolo y por un momento la tensión cede.
“Se siente bien. Me estás dando placer. Quieres hacerme sentir bien, ¿no?” Si, si. Pienso. Quiero complacerlo. Quiero que se sienta bien… que demonios. “Ya pasó lo peor. Estoy dentro de ti. Ahora muevete hacia atras de nuevo. Iremos más profundo” De nuevo comenzamos a empujar. Poco a poco. Ya tengo 5 centímetros dentro, luego 8, luego 12. Mucho mas profundo que los dedos hace poco. Se detiene ahi y comienza a meter y sacar. Al principio suavemente pero cada vez más fuerte, más demandante.
El dolor no había cedido. Aun tiemblo y mis piernas apenas me sostienen. Mi ano se contrae, tratando de expulsar al intruso. Pero está demasiado adentro. Cierro los dientes, tratando de resistir.
“Ya llevamos la mitad. Uff que buen hoyo tienes, puto”
¿Sólo la mitad?, pienso. Pasé por alto su cambio de tono en la voz. Ahora me la está clavando con más vigor, jalándome de las caderas.
“Vamos todo adentro. A la cuenta de tres”
Trato de resistirme. Mi cuerpo se contrae. Me da una fuerte nalgada en el culo.
“Maldición, relájate. Relájate y muévete hacia atrás… de acuerdo… uno” Su pene se clava y se hunde unos centímetros más. Quince quizá. Sus manos son como tenazas en mi cadera. Saca la verga un poco
“Y dice… dos” se hunde más. Esta vez siento como si hubiera chocado contra algo adentro. Saco una bocanada de aire. Sacala verga. Me gustaría gritarle que parara, que no lo hiciera. Pero estoy totalmente a su merced. Cierro los ojos fuertemente...
“Y tres…” una estocada final me hace abrir la boca. Mi expresión adolorida y contorsionada está totalmente en discordancia con los débiles gimoteos que son lo único que puedo emitir mientras siento su vello púbico sobre mis nalgas y sus grandes testículos tocar mi perineo. El sudor baña mi cara y gotea. Todo mi cuerpo parece como si fuera a desarmarse.
“Eso, chinga! Eso es todo. Ya no eres virgen, putito. ¿Sabes que eres? Ahora ese un coñito caliente y desde ahora sólo vas a querer vergas para llenarte” Se inclina hacia adelante hasta que su peso me hace caer cuan largo por el suelo. “Y ahora vamos a terminar de destruir ese ano”
Me clava una y otra vez sus 20 cm de carne, aprovechando todo su peso para impulsarse. Saca centímetro a centímetro, hasta dejar sólo el glande adentro y embiste hasta dejar todo adentro. Grito… o eso intento. Vuelve a hacerlo. Y de nuevo. Y de nuevo. Me está cogiendo brutal y viciosamente. Ya no hay nada de la ternura ni de la gentileza anterior. Ya no intenta fingir cariño. De hecho siempre fingió. Ser amable para hacerme cooperar. Para que le dejara meterme la verga sin luchar. Para entregarle mi culo… mejor dicho mi coño. Y lo permití. El Juicio estaba en lo correcto. Soy crédulo y fácilmente manipulable
Ahora saca toda la verga, dejando que mi culo se cierre antes de obligarlo a abrirse de nuevo bajo el impulso y la dureza de su falo. No sé cuanto tiempo me ha violado. ¿Minutos? Parecen horas. Solo sé que mi culo se ha rendido. Ya ni siquiera se cierra cuando saca su mástil. Siendo como si mi culo hubiera sido roto y frotado con una lija. Estoy cubierto de sudor. Mío y suyo. Su cuerpo se desliza sobre mi con cada estocada.
“Voy a preñarte, perra. Llenarte bien de leche tu culo” anuncia. Su cuerpo se tensa “Puta.. aqui viene. Toma mi leche, cerdo” Se clava hasta el fondo y siento su cuerpo sobre el mío temblar. Y ocurre. Lo siento. Su verga se convulsiona dentro de mi. Siento su leche llenarme. Mi culo se siente cálido y viscoso. Deja de clavar. Siento su aliento caliente y agitado sobre mi cuello. Su peso me aplasta. Su pene se ablanda poco a poco. Puedo sentir un hilo de semen escurrir por mi desvirgado agujero, entrando por debajo de la prisión metálica de mis genitales y humedeciéndolos. Curiosamente, ese contacto con el líquido me parece excitante. Y seguro así sería en adelante. Ya que no tendría ninguna otra forma de tocar mis partes.
Marco no se retira. Permanece sobre mi. No estoy seguro de qué hacer… totalmente tendido en el suelo y con su verga aún en mi culo. De pronto esta vuelve a agitarse y siento algo nuevo. El líquido caliente que llena mis entrañas. Marco orinando dentro de mi culo. El pungente líquido llena mi adolorido culo, despertando sensaciones de picazón, ardor, llenando e inflando mi interior. Finalmente se retira y un chorro de orina y semen se escapa de mi ano. Marco se coloca frente a mi, me toma de los hombros y me obliga a arrodillarme.
“Limpialo, cerdo”
Abro la boca y engullo su pene. Sabe a orina, a semen y al sabor de mi culo. Lo limpio al detalle. Él se retira. Me mira con desprecio. No queda nada de la ternura que mostraba anteriormente. Como lo pensé, todo era una actuación.
“Patético. No entiendo como pudiste pensar alguna vez que eras Hombre” me escupe en la cara y se retira. Peso sus palabras en mi mente y me siento avergonzado.
“Es suficiente” resuena una fuerte voz.
Me percato donde estoy. Había olvidado por completo al Tribunal y al resto de la audiencia.
“Es tiempo de la decisión final”... anuncia.
Comentarios y sugerencias, bienvenidos puto_goloso@hotmail.com