Abducido 6.0 Iniciación

El Juicio ha terminado y ahora es tiempo de aprender nuevos placeres

Los dos paramedicos, Julio y Víctor, apenas me azuzaron con el erotizante olor de sus entrepiernas y el sabor de sus huevos. Me doy cuenta que jugaron conmigo. Debería estar enfadado y sin embargo lo que siento es más bien frustración, pues a estas alturas no podía negar mi deseo de saborear verga.

Un ruido a mi lado me hace volverme. Frente a mi está el Dr Reyes. Solo que ya no usa ninguna indumentaria médica. Ahora usa altas botas negras de piel y una chaqueta de cuero negro. Sólo eso. Es decir, que puedo ver su torso desnudo. Aunque más bien mi mirada baja y se concentra en su pene. Un falo largo y no circuncidado, totalmente erecto y húmedo. El médico lo señala

“Es esto lo que quieres, ¿verdad?”

Trato de hablar, sólo para recordar que ya no tengo voz. Me limito a mover la cabeza afirmativamente. El médico se acerca y me agarra por la frente, empujando hacia atrás y obligándome a elevar la cara.

“¿Y cómo se les dice a los que quieren las vergas de otros hombres?”

No puedo hablar… lo veo impacientarse, mirarme con enojo. No quiero que se moleste… No puedo hablar pero formo la palabra con los labios…. ‘Puto’

“Exacto. Eso es lo que eres. No un Hombre. Un puto. Un puto para servir a otros” confirma Reyes. Cerca de él, el “enfermero” Marco se rie.

Reyes me deja libre y me ordena: “Escucha, puto.Vas a abrir grande la boca y la vas a dejar así hasta que te lo diga. No la vas a cerrar ni a moverte. ¿Entendiste?”

Asiento con la cabeza y abro la boca tan grande como puedo. Reyes se aproxima e introduce su verga, sin tocar mi paladar ni mi lengua. Aun no puedo sentirla ni probarla, pero muero por cerrar mi boca y abrazar, acariciar, mimar esa verga… ¿Cómo llegué a sentir eso tan súbitamente?... Sin embargo, me detengo, pues no quiero desobedecer sus órdenes. Reyes me observa con sorna. Sabe que estoy luchando para no cerrar mis labios ni para siquiera acariciar su mástil con la lengua. Observa mi lucha interna contra todas mis ideas anteriores también y le divierte. Sigue azuzándome. Ya pasó tiempo y me duele la mandíbula. Finalmente Reyes retira su verga turgente de mi boca y me ordena cerrar. Cierro totalmente. Toma mi cabeza por la nuca y me empuja ligeramente al frente hasta que por fin mis labios temblorosos tocan la punta de su pene, frotándola ligeramente. Y sé que ha llegado el momento. Mis labios se abren conforme él me empuja por detrás, haciendo una O. Retraigo la mandíbula para que mis dientes no lo toquen. Su húmedo glande pasa entre mis labios. Mi lengua acaricia su uretra, saboreando verga por primera vez. Él me empuja más, haciendo que se hunda más profundamente su falo. Luego la saca y la vuelve a introducir, con ritmo muy lento. Muevo mis rodillas y acomodo el cuerpo para mejorar la posición. Por primera vez estoy mamando verga. Abro bien los ojos y alzo la mirada, mirando con admiración a ese hombre que me alimenta con verga por primera vez. Él sigue el vaivén lento pero cada vez más profundo, frotando mi paladar y mi lengua… profundo.

Finalmente su glande llega hasta el fondo. Me produce reflejo de naúsea y él la retrae un poco. Pero no ha terminado

“Ahora, puto, intenta decir “A”. Ya sé que no hablas pero intenta hacerlo”. Hago el movimiento y mi lengua se mueve hacia abajo.

“Ahora estira tu garganta como si estuvieras bostezando… Eso… un poco más…”

Reyes hunde la verga hacia el fondo de mi garganta, más alla de la faringe. Me sobresalta e intento retraerme pero me sostiene fuertemente por la nuca. Siento como si fuera a vomitar.

“Venga, putito… puedes hacerlo. Sabes que quieres hacerlo” Me mantiene totalmente pegado a su cuerpo. Mi nariz toca su pubis y mi mentón está presionado contra sus huevos. Tengo la verga bien metida en el fondo de la garganta. Lucho por respirar. Mi garganta tiene espasmos como si fuera a toser. Mis ojos comienzan a lagrimear. Pero me esfuerzo en obedecerle. Mantengo la lengua quieta y abro la garganta. Finalmente mi boca se acostumbró. Reyes sintió el cambio y empezó a moverse, sin sacar el glande de la zona profunda de mi garganta.

“Eso… eso, pequeño chupavergas… Sigue asi… justo así”

Las lágrimas escurrían mis mejillas mientras él seguía clavándome. Una y otra vez. Siempre al fondo, hasta que mi nariz rozaba su vello púbico. No tenía la verga tan gruesa como Victor o Julio pero era suficientemente grande para asfixiarme cuando estaba totalmente dentro. Y aún asi…

Me gustaba. Me gustaba que él estuviera usándome de esa manera. Me gustaba sentir la verga en la boca. Su calidez. Su rigidez. Su sabor. Hasta me gustaba estar de rodillas, postrado ante él. Era lo correcto… de una forma que no podía describir. Ahora la clavaba con más fuerza. Sus huevos golpeaban contra mi mentón cada vez. Yo podía oler su sudor, su excitación. Su aliento se aceleraba y su pene tenía ligeros espasmos. Y de pronto lanzó un gruñido…

Pude sentir su pene convulsionar dentro de mi boca. Estaba viniéndose. Dentro de mi garganta. Por primera vez en mi vida estaba comiendo semen de Hombre. Él sacó la verga ligeramente, aún eyaculando.

“Pruébalo, mamador. Prueba mi leche”

Y es lo que hago. Mis labios rodean el mástil y mi lengua instintivamente se enrolla en torno al hinchado glande. Mamando cada gota hasta que finalmente acaba y me saca la verga. Hace una pausa y me mira con malicia. Me sonrie cruelmente mientras yo me relamo los labios, paladeando el fluido… dulce y misteriosamente cautivador… Abri los ojos y al ver su mirada, entendí que me despreciaba..

“Echa tu cabeza hacia atrás, totalmente… Más, como si miraras hacia el techo… Eso. Ahora abre la boca”

Se aproxima nuevamente y coloca su pene, ya flácido, de nuevo en mi boca.

“No tragues hasta que te lo diga. Y no se te ocurra derramar nada”

Lo veo desde la incómoda postura, confundido pero espero que vea que acepto su orden. Su pene se agita levemente y entonces un fluido cálido comienza a inundarme. Un amargo y acre. Orina. Esta orinando en mi boca. Lucho para mantenerla ahi, que no se derrame, luchando al mismo tiempo contra el intenso sabor. El flujo es fuerte y siento que me llena. Me asalta el olor... instintivamente mi mano baja a mi entrepierna, solo recordarme que mi pene está encerrado e intocable. Me mea hasta tener la boca totalmente llena.

“Mírate, puto. Arrodillado, con mi semen en la garganta y mi orina en tu boca. ¿Te gusta? ¿Te gusta mi orina? Puedes beberla si quieres”

Relajo mi garganta y tomo la orina a grandes sorbos. Siento la calidez por mi esófago. De nuevo y de nuevo, caer a mi estómago. Saboreado la sensación. Relamo mis labios

“Si te gustó tanto, tengo más para ti. Chupa mi verga con tus labios” hago lo que dice y nuevamente deja fluir su orina “Trágala toda, puto maricón. Toda”

Y lo hago. Cuando finalmente termina, lamo golosamente la cabeza, aprovechando cada gota. Finalmente él me empuja, derribándome al suelo.

“Que bien mamas verga, puto” dice y se aleja unos pasos. Miro a mi alrededor. Ahi siguen Victor y Julio y también está Marco. Ahora los tres usan únicamente botas negras y un arnés de piel alrededor del pecho. Eso es todo. Los veo, sus físicos imponentes, su porte masculino y poderoso y, especialmente, veo sus vergas totalmente erectas y ansiosas.

Ahora es Marco quien se acerca. Se frota su verga morena, que debe medir lo menos 20 cm y es gruesa. Su prepucio se desliza adelante y atrás, descubriendo un glande rosa y bien lubricado. Abro la boca, deseando conocer su sabor. Pero él niega con la cabeza.

“Oh, no. No es tu boca lo que quiero. Yo voy a reclamar otro premio”


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