Abanico multicolor (9)
La historia va de invidentes, un riñón y una pérdida de memoria, tras un accidente. Relato en 16 trozos.
ABANICO MULTICOLOR
(9-16)
ESCRITA POR: SALVADOR MORALES
© Todos los derechos reservados.
Bajó el agente de las celdas y se encaró con la tía.
. - oye, o te callas o te pongo la camisa de fuerza y un trapo en esa sucia boca. Ya me tienes harto, no he pegado ojo por tu culpa.
. - sácame de aquí y te dejo en paz.
. - no me tientes, no me tientes, maldita loca.
. - vete a la mierda, picoleto de los cojones.
. - la madre que la parió –se fue el agente soltando por su boca-.
El domingo me lo pasé en la celda. Cuando llamaba al guardia encargado, me soltaba la misma historia. Que hasta que no viniera el juez, nanay de la china. Así estuve hasta las cinco de la tarde que me dejaron llamar. El problema era que no sabía de memoria el número ni de Leticia, ni de Verónica, no acordándome en aquel momento de estrés que el móvil lo tenían los guardias que me arrestaron. Puta memoria de los cojones.
Así que no queriendo llamar a mamá y quedar como un gilipollas, me volví a la celda sin llamar a nadie.
El maldito juez no vino hasta las 9 de la noche. Me tomó juramento y me soltó con cargos. Vaya suerte la mía. No llegué a casa hasta las 11 de la noche.
No tenía una buena cara, precisamente cuando toqué en la puerta, pues ni llaves tenía, ya que estaban en la sudadera que aún no me habían devuelto.
Leticia me abrió la puerta y allí se quedó como pasmado.
. - chico, ¿qué te ha pasado?, tienes a la gente preocupado por ti.
. - ¿preocupado por mí?, ¿dónde estabais tú y José esta mañana cuando vino la Guardia Civil a confirmar mi coartada de que estuve anoche durmiendo aquí? –dije mientras entraba-.
. - ¿Guardia Civil?, ¿ésta mañana?, ¿de qué diablos me hablas, Salvador? –Lety cerró y se vino hacia mí. Yo me senté en la cama y me quité una zapatilla y la tiré hacia la pared, revotando, de lo fuerte que la tiré-.
. - me metieron en el trullo esta mañana y acabo de salir. Con cargos, nada menos.
. - Salvador, me estás asustando, háblame claro. Explícame que es esa historia de la Guardia Civil y por qué no volviste de hacer footing esta mañana.
. - la madre que me parió. Lety, esta mañana cuando salí a hacer footing, encontré a una chica detrás de unos setos. La habían atacado y estaba desnuda, con golpes por todos lados. Le puse mi sudadera, paré un auto y la llevé a urgencias.
. - ¿y lo de la Guardia Civil?
. - estando en urgencias vino la Guardia Civil y me estuvo interrogando. Como coartada les dije que había dormido en casa y que tú lo podrías corroborar. Mandaron a alguien a preguntarte y no estabas en casa, entonces me metieron en el trullo y hasta la noche no vino el puto juez. Estuve en una celda al lado de locos, borrachos y uno que se desnudaba en la entrada de colegios de niños. Encima el juez me liberó con cargos. Tengo que ir mañana para pasar una rueda de reconocimiento con otros para ver si me identifica la chica golpeada. Así que si ves que estoy de una mala leche que no veas, no me lo tengas en cuenta.
. - pobre Salvador. José me dijo que su hija estaba destrozada. No apareciste a una cita con ella. Los llamaré y arreglaremos todo esto. Primero llamaré a la policía, luego a José a su casa. Oye, ¿no podías hacer una llamada como en las películas?
. - había dejado el móvil en la sudadera que le había puesto encima a la chica y por los nervios, no recordé que uno de los guardias civiles lo tenía en su poder junto con mis papeles. ¿A dónde coño fuiste tú y José esta mañana temprano?
. - nos fuimos a desayunar fuera. Luego, en su auto, nos volvimos a dar gusto en un callejón de mala muerte.
. - vaya suerte la mía.
. - llamaré a la policía.
. - a la Guardia Civil, me detuvo la Guardia Civil.
. - pues a esos mismos.
Lety cogió el teléfono y pidió el número de la Guardia Civil más cercana a la universidad. Les estuvo hablando de mí y de mi coartada, cuando cortó, no tenía buena cara.
. - ¿serán cabrones?, ¿pues no me han dicho que vaya donde ellos y expusiera mis argumentos?, dicen que no te pueden quitar la denuncia, así como así, una vez puesta, pues solo por el mismo juez que te puso los cargos, puede liberarte de ellos. Debes ir mañana de todas formas, lo siento, Salvador. Y todo por no estar aquí esta mañana.
. - no te preocupes. Con suerte, la chica no me señalará como el que la atacó y saldré libre de los cargos.
. - voy a llamar a José a su casa.
Llamó a José, pero no respondía. Colgó y me lo dijo.
. - déjalo, mañana la veré en las aulas y le hablaré yo.
. - como quieras. ¿Te hago algo de comer?, seguro que estás hambriento.
. - te lo agradecería. Voy a darme una ducha, apesto.
. - ve y dúchate tranquilamente. Te haré una tortilla como te gusta, con mucho perejil.
. - y nada de cebollas ni ostias. Solo papas, huevos y perejil.
. - lo sé, descuida. Te vas a chupar los dedos, después ya puedes chuparme lo que quieras.
. - mamonazo.
. - a mucha honra. Anda, amor, dúchate, que hueles que apestas.
. - tu madre…
Sonriendo se fue hacia la cocina para prepararme la tortilla. Yo cogí algo de ropa y me metí en la ducha. Me enjaboné bien y me saqué la espuma con el teléfono de la grifería. Luego me senté en el suelo del plato ducha y allí me quedé echándome agua caliente por encima hasta que ya no salía más que fría. En ese momento me di cuenta que la rabia me había hecho llorar de impotencia. Puta suerte la mía.
Cuando salí del baño intenté recomponerme un poco y que Lety no se diera cuenta de que había llorado como un idiota.
En silencio me senté a la mesa, una tabla que hacíamos sobresalir de un lado con dos sillas, una a cada lado.
Lety me dio las tres cuartas partes de la tortilla, quedándose ella con el cuarto restante.
Lety, que no era tonta, vio la rojez de mis ojos. Sabía que era de llorar, pues el champú que usábamos no nos hacía lagrimear en absoluto. Como buena compañera de cuarto, no dijo nada al respecto, pero sintió lástima. Eso de pasarse todo un día en la cárcel por algo que no has hecho, ni siquiera él, que había sufrido por ser lo que era, lo podría comprender.
. - ¿cómo está la tortilla?
. - no me hagas hablar.
. - dilo, por favor. Así la haré mejor la próxima vez.
. - bueno, te diré que está asquerosa. Le has puesto demasiado fuego para hacerla antes. Al hacer eso, has quemado el exterior, pero el interior se ha quedado casi líquida. Luego los huevos. Hay que batirlos hasta conseguir espuma y, por último, las papas se fríen dándoles muchas veces la vuelta para casi migagarlas, luego las secas bien de aceite y las terminas de migagar del todo. Al perejil hay que quitarle los troncos más gruesos, no hace falta que se los quites todos, pero coño, quítale algunos.
Debía de ser por lo cabreado que estaba que me hubiese fallado aquella mañana, sea como sea, estaba descargando sobre la persona equivocada. Cuando vi que el chico casi lloraba, no podía consentirlo y me levanté.
. - perdóname Lety. Perdóname. Soy un gilipollas. Tú no tienes la culpa de nada. No llores, por favor. Sí, tu tortilla es un asco, pero no es por la puta tortilla que te he dicho todas esas idioteces, sino por el cabreo que tengo encima. No llores y follaremos hasta que te canses.
. - ¿de verdad?
. - de verdad. Anda, cómete tu asquerosa tortilla, luego me comerás a mí. Yo acabaré con mi parte de tortilla, porque, aunque asquerosa, tengo un hambre de cojones.
Ella sonrió y me besó por encima de la mesa y siguió comiendo su parte de la tortilla.
Cuando toda la tortilla estuvo en los respectivos estómagos, limpiamos los cacharros, bueno, los limpió Lety, yo los secaba. De vez en cuando nos besábamos entre cubierto y cubierto. Una vez todo en su sitio, me cogió de la mano y me llevó a su cama.
Apartó la manta y nos desnudamos los dos antes de subir a ella. En ella, nos amamos como si fuéramos dos enamorados a la luz de la luna llena.
. - ¿sabes que me gustas un montón?
. - ¿tanto como a José, el interventor?
. - de diferente manera. A José como si fuera un padre con el que me acuesto y me da placer, pero contigo es como si fueras mi media naranja que estaba esperando desde hacía mucho tiempo. Si me lo pides, dejo a José.
. - Lety, cariño. José y tú formáis una pareja que da gusto veros como os compenetráis. No lo dejes por mí, porque yo no puedo ser tuyo. Yo soy un ave de paso y me gusta picotear aquí y allá. En mi pueblo me espera una cieguita con la que es con quien quiero compartir mi vida después de la universidad. Lo tuyo y mío es pasajero. No le metas en tu cabecita cosas que no podrán ser. ¿Me entiendes, Lety?, cuando tenga el título que vine a buscar bajo el brazo, desapareceré sin dejar rastro.
. - mierda, Salvador, ¿no podías haber hecho lo que otros antes? mentirme que me querrías toda la vida y después un día desaparecer sin decir nada…
. - yo no soy así. Me gusta ir con la verdad por delante, así sabes a qué atenerte y no enamorarte de mí. Sé que a veces hago daño, como ahora, pero es por tu bien, te lo aseguro.
. - ¿qué voy a hacer ahora, Salvador?
. - pensar que tienes ante ti alguien a quien puedes amar durante un tiempo que tiene fecha de caducidad, pero que mientras esté aquí lo puedes querer, como yo te quiero a ti. No seas marica y fóllame, tonta. Tus tetas me apasionan y hace que se me levante tiesa todos los días que te la veo –dije, mamando sus pechos naturales o no-.
. - de acuerdo, Salvador. ¿Puedo decir que eres mi novio al menos?
. - ni se te ocurra, ¿cómo voy a tirarme a las tías con que me cruce, si saben que follamos a diario? saldrían por patas. Además, José se sentiría traicionado no solo por mí, sino por ti también.
. - ¿qué hay de Verónica, la hija de José?
. - ella y yo tenemos un trato mutuo de servicios por placer y no debes meterte en medio o lo joderás. No seas avaricioso, no soy de tu propiedad. Lo que yo haga fuera de estas paredes solo me pertenece a mí. Aquí dentro, se puede decir que soy tuyo, pero solo virtualmente y también de José, si lo desea, solo aquí, recuérdalo y aunque me joda económicamente, si me fallas, me buscaré a otro compañero de piso a quien follarme sin que me dé problemas de celos.
. - bueno, menos da una piedra. ¿Podré, cuando duermas, subirme a tu cama y clavártela hasta los huevos siempre que quiera?
. - es que, si no lo haces, te aostiaré. Me gusta sentir tu polla en mi culo a todas horas. Pero ojo, cuidado con las visitas. Ante ellas, soy hetero y tú serás lo que te dé la real gana. Ah, no me presentes a más amigos tuyos. Con vosotros dos ya tengo bastante, si me trajino a alguno fuera de aquí, intentaré que no te enteres, ya sabes, por lo de los celos tuyos.
. - no soy celoso. Solo soy maricón y cumpliré tus mandamientos, pero te vas a hartar de tener mi polla en tu culo a todas horas, te aviso.
. - Dios te oiga y que no se te caiga a cachos.
. - y una mierda se me va a caer a cachos, antes me la corto.
. - tu procura follar con quien no te pegue algo y así no me lo pases a mí.
. - por la cuenta que me trae, ya me cuido muy mucho en donde la meto.
. - yo haré lo mismo.
Llegó el lunes y tuve que perderme las clases de la mañana, pues debía acudir a la sede de la Guardia Civil a posar con otros tantos individuos para que nos señalaran o no la chica herida.
Nos pasaron a una habitación especial para aquellos menesteres. Delante nuestro había una pared con un largo cristal que no se veía una mierda, solo nuestros caretos, pues era un espejo por mi lado.
Una voz salía de un altavoz de una esquina ordenándonos, uno a uno, dar un paso y ponernos de lado izquierdo, lado derecho y volver a donde estábamos antes. Seguidamente nos hacía repetir una frase que se las traía: puto maricón de los cojones, ahora verás …
Cuando todos posamos para el espejo y dijimos la frasecita, la voz volvió a sonar.
. - que se vayan todos, menos el número 3.
Mire el número que me habían dado y era el puto 3. ¿Qué coño pasaba?, ¿era yo el que la había atacado acaso?, aquello era de locos.
Un agente entró y me puso las esposas.
. - ¿qué ocurre aquí?, soy inocente, yo no he hecho nada.
. - todos dicen lo mismo. La chica te ha identificado, lo siento chico, y mira que tienes cara de bueno, pero ya han pasado por aquí tantos buenos chicos que luego resultan que son unos cabrones que ya no me sorprendo de nada.
Me volvieron a llevar a un agujero del sótano. Esta vez, al ser la central de la zona, las jaulas eran más grandes y donde había hasta tres camas por cada una.
Mi jaula estaba ocupada por un hombre que dormía. Sin decir ni pío, me subí a la tercera, bien lejos del tipo.
La verdad era que estaba nervioso. Aquello se podría desmadrar si aquel bello durmiente era un violador compulsivo o un loco de remate. Desde luego, defendería mi virginidad. Sí, aún era virgen en la zona carcelaria. Desde que te dan por culo en una cárcel, ya todo el mundo se cree con derecho a follarte y no tenía ganas de ser la putita de nadie o un yogurcito, como decían ellos, según las películas. Antes le corto la polla al primero que me folle sin mi consentimiento.
Al rato metieron a otro tío en nuestra jaula. Según lo vi, se me pusieron los huevos por corbata. Aquel sí que tenía pinta de presidiario en activo.
Según llegó junto a las literas, le soltó un puntapié al durmiente, que me dolió hasta a mí.
. - largo de mi cama, mamón.
El tío, que debía de estar de verdad dormido, se retorció de dolor. Cuando se recobró un poco, se bajó de la cama con lentitud medida al milímetro. Sin dejar de mirar al intruso, le soltó una patada en los huevos al tipo que lo mandó al suelo de inmediato. Allí, en el suelo, le soltó no menos de tres patadas en cabeza, torso y de nuevo en la cabeza.
Si no era por uno de los presos vecinos que llamó a gritos al guardia de guardia, valga la redundancia, no saben que un tipo se desangraba en el suelo. El preso dormilón volvió a la cama y esperó a que recogieran la basura y se la llevaran. Luego se dio la vuelta y a dormir de nuevo.
Al tipo lo tuvieron que retirar en camilla. La sangre la limpió un agente. Ni siquiera preguntó qué había pasado, ya lo sabían. Cerraron tras de sí y volvieron a sus quehaceres. Al herido lo mandaron al hospital. Costilla y pómulo roto, amén de los huevos fritos.
Me quedé helado por lo que había presenciado. Mejor no decir nada, no la fuera a coger conmigo. Me dormí, pues no tenía nada más que hacer, aunque seguí maldiciéndome por mi puta suerte.
A la hora de la comida vino un agente con un carro cargado de bandejas tipo cuartel y fue entregando bandejas hasta acabar el carro.
La mía, como las demás, tenía una cosa que parecía algo parecido a un potaje de berros, no, rábanos, no. No tenía ni puta idea, pues lo olí y casi me tira para atrás.
. - chico, cómetelo o las pasarás canutas aquí dentro hasta que te trasladen.
. - esto es una mierda, huele fatal.
. - pues tápate las narices. No te van a traer una pizza, ni una tortilla preparada por mamá.
. - ¿a qué sabe?
. - a bazofia, pero es lo que hay. Al menos hoy han puesto una manzana, vaya suerte la nuestra –sonrió como si fuera un chiste-.
Probé aquella mierda y casi me arrojo.
. - vaya mierda.
. - si no te la comes, me la dejas. Hoy estoy hambriento.
Le di la bandeja y quité la manzana.
. - tú mismo-.
Según me cogió la bandeja, se puso a comer, como si los guardias vinieran a quitársela de las manos.
. - sí que tienes hambre.
. - ya lo creo, me escapé hace una semana y he estado huyendo por el campo. No comía más que tubérculos y alguna fruta que encontraba. Esto al menos te llena la barriga.
. - eres un preso con muy mala leche. Casi matas al tío de esta mañana.
. - tengo un mal despertar –el tío volvió a echarse a reír- este sí que ha sido bueno, ¿verdad?
. - no mejor que el anterior. Eres muy malo contando chistes.
. - ¿no me tienes miedo?
. - ¿por qué?, ¿me vas a patear a mí también?
. - si me despiertas con una patada, te haré lo mismo.
. - descuida, no soy nada violento. Ni siquiera he hecho de lo que se me acusa.
. - yo también soy inocente –dijo riendo otra vez-.
. - me parece que no me lo creo. Pero yo digo la verdad. ¿Cómo es posible que llevas a una chica a urgencias y luego te denuncia porque, según ella, fui yo quien la apaleó? Es de locos. La próxima vez, dejo que palme y sigo mi camino.
. - no lo harás.
. - ya lo creo que lo haré. Que se jodan todos.
. - mira, como me has caído simpático y encima no te gustan mis chistes, te voy a hacer un favor que no se lo hago a todo el mundo.
El tío se sacó un papel del bolsillo y me lo entregó.
. - este número es de un hermano que se echó a perder haciéndose abogado. Dile que vas de mi parte, te sacará en un plis-plás. Es un cabrón con reputación y tiene una cabeza bien amueblada.
. - no tengo pasta con que pagar abogados tan caros como tu hermano. Ya buscaré a uno de oficio.
. - no te cobrará nada, te lo aseguro.
. - ¿y eso por qué?
. - tengo un chico de tu edad y no quiero que te eches a perder como ha hecho él. Una vez que pasas por la cárcel, cambiarás para siempre y no volverás a ser el mismo. Mi hermano sabe que solo les doy su teléfono al ser los chicos inocentes, pues te creo, aunque no lo creas. Te sacará sin cobrarte un céntimo.
. - bueno, siendo así, está bien. Gracias por tu voto de confianza, pero te lo juro, no he hecha nada.
. - te creo. ¿Te vas a comer esa manzana?
. - coño, deja algo que eche al estómago. Tu hermano, por muy rápido que sea, no vendrá hasta la noche o mañana.
. - si le llamas ahora mismo, mandará un habeas corpus o no sé qué, por fax y te dejarán libre. Luego solo tienes que volver a firmar cuando te digan y listo hasta que se celebre el juicio.
. - ¿estás seguro de eso?, me parece un poco raro. Eso del fax… No sé, por probar, no se pierde nada. Me guardaré la manzana hasta saber si salgo o no.
Llamé al guarda y le dije de llamar. Consultó y aceptaron. Me llevó hasta un teléfono y marqué el número y hablé durante un minuto con un señor desconocido. El hombre me preguntó por el código de mi ficha y se lo pregunté al guardia. Miró y me la dio. Cinco minutos después ya estaba de vuelta con mi colega el dormilón, que ya estaba en la cama.
. - ¿y mi manzana?
. - tranquilo, aún no he salido.
Me tendí en mi cama y conté corderitos para entretenerme. Cuando pasó casi una hora, llegó un agente ante nuestra celda.
. - Salvador Morales, estás libre. Vente para acá.
Di un salto al suelo y caí de pie.
. - ¿qué te dije, chico?
. - vaya, decías la verdad. Toma, aquí tienes tu manzana y gracias, creí que era una trola de presos.
. - mi hermano es un cabrón que se las sabe todas. Conmigo lo tiene crudo, pues soy reincidente, pero, aun así, luchara por mí, soy su único hermano.
. - tiene suerte de tenerte. No pareces mala persona.
. - lo soy, por desgracia, lo soy. Suerte, chico y no te metas en más problemas.
Me acerqué al hombre, que se había sentado en su cama y le di un abrazo.
. - gracias, de verdad.
. - anda, lárgate o no respondo de mí –dijo comiéndose mi manzana-.
Acompañé al agente hasta sus oficinas. Allí firmé unos papeles y me dieron mis cosas. Me ordenaban acudir cada quince días a firmar al puesto de la Guardia Civil más próximo a mi casa de la universidad. Cuando el aire de la calle me dio en la cara, respiré hondo. Uno no sabe lo que es la libertad hasta que la pierde.
No tenía ganas de asistir a las pocas clases a las que aún podía asistir este lunes negro y me fui a mi casa, con Leticia. Ni la busqué, ni la vi, y me refiero a Verónica.
Cuando entré, me extrañó ver a Lety estudiando. Según entré y cerré, vino hacia mi como si de una esposa amantísima fuera y me besó en los labios. Le devolví el beso aumentado.
. - tengo noticias de José y su hija y no son buenas.
. - pues yo también tengo noticias de lo mío y son peores. Tu primero.
. - José se llevó a Verónica al extranjero, a Hamburgo, exactamente. Ya sabes, Alemania, nada menos. Allí la va a ingresar para hacerla caminar. Qué desagradecida es la gente. Le das esperanzas para caminar con tus ejercicios y se van sin despedirse, ni de ti, Verónica, ni de mí, José.
. - ¿cómo te has enterado?
. - por un amigo común. Se fueron creyendo que la habías abandonado. En ese mismo momento, le dijo a su padre que la enviara fuera, bien lejos de esta universidad. Que no te quería verte más. Allá seguirá con sus estudios.
. - me alegro por ella. Aunque no tenga yo la culpa, siento que soy culpable. Debía de haber localizado su teléfono y llamarla al menos.
. - de eso nada. Por un día no se puede sacar tantas conclusiones de que ya no quieres estar con una persona u otra. Se precipitó marchándose y me refiero también a José. Me decepcionó igual que aquellos que me abandonaron sin despedirse. Recuerda que ya te lo comenté. Son todos iguales. Bueno, tú al menos me avisas con anticipación, pero te irás también.
. - bueno, ahora me toca a mí con las noticias. La chica me identificó como su asaltante. ¿Lo puedes creer?, ya tengo ficha policial y todo. Soy un delincuente sin que me hayan hecho juicio aún.
. - tú no eres ningún delincuente, lo más un tío con mala suerte. Hablaré con papá para que te saque de este embrollo.
. - no te preocupes, tengo un abogado que me sacó con un habeas corpus o no sé qué, es el hermano de un preso reincidente que conocí en la celda donde me metieron y no me va cobrar nada, así que solo tendré que presentarme cada quince días a firmar como hacían Roldan y compañía.
. - al final vas a conseguir más notoriedad que yo, asistiendo a firmar. Chico, eres muy peligroso, hay que tener cuidado contigo.
. - encima tu ríete, jodido mamonazo.
. - recuerda, soy una tía con polla.
. - lo que tú digas –se la saqué y dimos rienda suelta a la pasión desenfrenada entre dos tíos calientes. Allí mismo, en el sofá se la clavé, mientras nos besábamos frenéticamente-.
Dada que su polla era descomunal, se la cogió con la mano y doblándola como pudo, consiguió meterme por lo menos diez centímetros en mi culo. Ambos nos corrimos cuando íbamos de camino al baño, así, enganchados como dos perros.
En el baño las mamadas fueron mutuas. Solo salimos de allí cuando nos hubimos follado por segunda vez.
Una semana después y cuando el cabreo ya se me estaba pasando, voy y me encuentro a alguien que no quería ni ver en pintura.
A eso de las 6 de la tarde, me di de bruces con mi amiga la atacada y que me había denunciado por eso, por atacarla. Como no fuera virtualmente, no sabía cómo.
. - vaya, mira a quien tenemos aquí. Pero si es mi amiga, a la que agredí por todo su cuerpo. Solo una cosa, ¿dónde fue eso?, que no me acuerdo.
La chica era algo canija, pero con todos sus atributos en su sitio. Sin duda debía ser hermafrodita y quería ocultarlo, como no.
. - aléjate de mí o llamo a la policía –casi sollozó, apenas se podía mover, pues la tenía acorralada entre una papelera y la pared-.
. - ¿te falta un tornillo o qué?, nunca te había visto hasta que te llevé a urgencias. ¿Así me lo agradeces montándome un cacao? estuve casi dos días en el trullo por tu culpa. Espero que cuando encuentren al que te atacó, tengas cojones de venir a disculparte. Luego ya te diré yo un par de cosas. Ahora lárgate y piérdete de mi vista.
La chica salió corriendo y llorando. Si volvían a detenerme, no me extrañaría nada.
A la hora de volver a casa, me los encontré en mi puerta. Era el gordo y el flaco. Sí, aquellos dos otra vez, el gigante y el menguado.
. - ya sabes por qué hemos venido, ¿no?
. - sí, ha vuelto a denunciarme aquella pendeja a la que salvé.
. - pues te equivocas, no sabemos nada de eso que nos cuentas, ni queremos saberlo. Hemos cogido al agresor de la chica. Uno muy parecido a ti. ¿Tienes un hermano gemelo?
. - no que yo sepa.
. - pues es igualito. Bueno, a lo que íbamos. Estás libre de todos los cargos. Aquí está la orden del juez. No habrá juicio ni nada. Tú ficha será destruida, lo pone aquí también. Lo siento, chico. Nos equivocamos contigo.
. - no os daré las gracias, porque me aplicasteis el tercer grado siendo inocente. Imaginaros que soy menos fuerte que otros chicos y me cuelgo de la lámpara, mi madre me lloraría toda la vida, pero ¿vosotros que diríais?, vaya idiota, el muy gilipollas va y se cuelga .
Les cogí el papel y les cerré la puerta en las narices. Las frentes de ambos guardias perlaban de sudor cuando regresaban a su auto-patrulla sin hablarse entre ellos.
La noticia de mi liberación, la celebramos por todo lo alto. Lety me llevó a un restaurante de postín. Allí me hinché a bichos marinos que solo había visto en mercados y en cine y televisión, pero que nunca había tenido la oportunidad de probar. Pedí uno de cada tipo y salimos con las barrigas, los dos, muy abultadas. La tarjeta echaba humo cuando se la guardó.
Esa noche casi no pude dormir, del dolor de barriga. Al día siguiente me levanté con otro ánimo y con la polla de Lety en mi culo, la cual no había salido en toda la noche.
Con su dueño aun dormido, me la metía y sacaba de mi culo hasta ponérsela dura. Al final se la hice correr dentro de mi ojete.
Tapándome el culo tuve que salir corriendo para el baño. Primero para cagar y segundo para limpiarme su leche. Ambas pasaron al wáter. Cuando salí del baño, descargado de caca y de su leche, al darme una ducha, era otro hombre.
Aquel papel con mi libertad lo enmarcaría y lo pondría encima de mi cama como si de un trofeo se tratara.
La polla de Lety se la dejé seca, pero como siempre, me costó, por su longitud. Su leche la acompañé de un poco de leche de bote con café envasado de una conocida marca.
Me lavé los dientes y me fui, dejando a Lety sobando. La primera clase ya estaba comenzando cuando entré en el aula, la cual estaba prácticamente llena. Busqué un puesto libre y hacia allí me fui, raudo y veloz.
Después de sentarme, fui a recoger un lápiz de la chica de delante que se le había caído y cuando se lo iba a devolver, se me cambió la cara. Era mi denunciante falsa. Sonreí por no darle allí mismo dos hostias y partí con una sola mano el lápiz en dos trozos que le iba a entregar y que al final le puse en su mano.
Ella también se quedó de piedra y se puso blanca. Su mano y todo su cuerpo empezaron a temblar a ojos vista. Se levantó y desapareció por la puerta.
Al final hasta me sentí mal por hacer aquella estupidez del lápiz. Si era verdad lo que me había dicho el agente, el tío que la atacó era un clon de mí y por eso no había dudado en denunciarme como su atacante. Ahora le estaba poniendo las cosas más difíciles aún. No sé, pero creo que estoy siendo un cabrón insensible y debía ponerle remedio. Muy a mi pesar, me levanté y salí en busca de la chica.
La encontré en uno de los bancos de la cancha de tenis. Sin que me viera, fui hacia ella por la parte de arriba. Cuando se dio cuenta, me tenía encima.
La cara de asombrada que puso fue peor aún que en el aula, pues creía que la iba a atacar. Intentó levantarse para huir de mí, pero se lo impedí.
. - perdona, no te vayas. No te voy a hacer nada.
. - me vas a pegar, seguro.
. - no, no te voy a pegar. Vine a pedirte perdón. Me he comportado como un cerdo. El guardia civil me dijo que cogieron a tu asaltante y que era una copia mía. Ahora entiendo por qué me señalaste en la rueda de reconocimiento. Solo era para disculparme. Ahora me voy.
Cuando me levantaba, de su garganta salió una frase diferente.
. - no te vayas, por favor.
Volví a sentarme y no dije nada.
. - perdóname tu a mí. He hecho que te detuvieran siendo inocente. También quiero aprovechar para darte las gracias por llevarme al puesto de socorro y, por último, por no divulgar que no soy… normal.
. - te perdono por los dos primeros, pero no por el tercero. Tú no eres anormal. Ni mucho menos. Cualquier chico se daría con un canto en los dientes sabiendo que tiene una amiga como tú.
. - ¿a ti no te disgusta que sea hermafrodita?
. - ¿y por qué me iba a molestar?, tienes lo mejor de los dos mundos. Si me quejara sería un estúpido.
. - tú no eres un estúpido. En todo caso un buen samaritano por socorrerme.
. - bueno, no sigas o me vas a sacar los colores. ¿Qué estás estudiando?
. - empresariales. Mi padre tiene varios negocios y quiero trabajar en sus empresas. ¿Y tú?
. - arquitectura.
. - vaya, con la que está cayendo con la construcción, ¿aún imparten esa licenciatura?
. - muy graciosa. Por esa impertinencia ahora vas a tener que invitarme a algo cuando terminen las clases.
. - ¿qué prefieres?, ¿un whiskey de malta o un bourbon corrientito?
. - con una cola será suficiente. ¿Dónde nos vemos?
. - aún no he dicho que acepte.
. - que te den –dije y me levanté-.
. - espera, espera, no seas tan impaciente. ¿Conoces un pequeño bar que hay entre una farmacia y una zapatería calle abajo, fuera de la universidad?
. - no la recuerdo, pero si existe, la encontraré.
. - a eso de las 7 de la tarde estaré allí.
. - un poco tarde, pero bueno. Espero que no me hagas perder el tiempo y no vayas.
. - volvamos a clase.
. - que nos van a dejar entrar…
. - eso ya lo sé. Pero en la parte alta podremos oír al profe.
. - vale, aunque ya falta poco para que termine y comenzar otra de las mías de hoy.
A las 7 de la tarde esperaba yo, no ella, en aquel bar de mala muerte. Pasé media hora tomando cola que salí de allí hasta el gorro de tanta cola y eso que me gustaba a rabiar, sobre todo cuando tenía gas en cantidad. Entre la comilona de la noche anterior y la cola ingerida esperando a aquella chica hermafrodita, volvía a estar a punto de cagarme patas abajo.
Busqué el baño del bar y allí mismo, descargué durante un cuarto de hora al menos. Cuando terminé, aquello no olía a rosas precisamente. Fuera seguía sin estar mi invitadora, así que pagué y me largué con viento fresco, hasta encontrar un banco donde me senté para recuperarme un poco de la cagada y de la decepción con la chica.
Había allí una rubia despampanante con una minifalda que le cubría el pájaro y nada más.
Me quedé mirándole los muslos descaradamente.
. - ¿te gusta lo que ves?
. - no sé, antes tendría que palpar.
. - pues vas a palpar a tu madre, querido.
. - chica, estás de buena un rato, pero por tu boca solo salen burradas. ¿Qué más te daba decirme que no te molestara?
. - lo siento, llevo una mañana bien jodida y has aparecido tú y he descargado contigo.
. - bueno, yo ídem de ídem. Por eso me he sentado aquí para coger algo de resuello y te he visto esos muslos tan expuestos, que se me ha subido la bilirrubina.
. - no sigas por ahí, tengo novio.
. - no soy celoso. Dile que te podemos compartir, seguro que puedes con los dos.
. - serás cabrón, me has hecho reír. Gracias, pero solo soy de un chico cada vez.
. - mejor, primero conmigo y cuando terminemos, te vas con el otro.
. - que más quisieras tú, aunque tienes un buen polvo, soy una persona leal con quien estoy. Quizás, cuando me separe de mi novio, si ello llegase a pasar, tú y yo podríamos… hablar.
. - ah, pero entonces te diría que perdiste tu oportunidad. No soy celoso, pero sí muy quisquilloso cuando soy el segundo plato en el que no habían reparado hasta comerse el primero.
La chica apaleada me buscó y al final me encontró hablando con una pelandusca y despampanante rubia. Sin saber por qué, sintió celos, cuando aquel chico que la había socorrido no era nada de ella.
Se detuvo cuando estábamos riendo los dos. Se iba a dar la vuelta y marcharse, cuando llegó un chicarrón y besó a la rubia. Luego se marcharon juntos, quedándose su salvador.
Caminó hacia mí y cuando estaba a unos 10 metros, la vi llegar. Estaba muy guapa ella. Se había cambiado y ahora estaba impresionante con aquella ropita tan ligera. Solo su cara, no concordaba con su atuendo.
. - por fin te encuentro –dijo ella-.
. - si hubieras aparecido en el bar, como dijimos, me hubieras encontrado antes. Me cansé de esperar y me largué.
. - llegué un poco tarde, pero fui y no estabas.
. - llegar tarde son cinco minutos, pero no media hora.
. - ¿sigues queriendo tomarte esa cola de que me hablaste?
. - ¿estás de guasa?, me hinché a colas esperándote.
. - perdona, tuvimos visita en casa y no podía deshacerme de ellos. ¿Podemos volver a empezar?
. - ¿en qué habías pensado?
. - en ir al cine.
. - ¿entre semana?, lo siento, pero no me apetece. El cine me gusta los fines de semana, donde hay bullicio a granel. Será mejor que te sientes y platiquemos, como dicen en Sudamérica.
. - como quieras, pero mi mini-falda es más larga que la de tu amiga la rubia.
. - no es mi amiga. La conocí cuando me senté al llegar. Estaba buena, ¿verdad?
. - ¿te gusta ese tipo de chicas, medias putas?
. - los chicos somos muy superficiales. Si nos dan facilidades, nos tiramos de cabeza. Cuando aparece una que es decente, no sabemos ni cómo comportarnos. ¿De qué tipo eres tú?
. - me ofendes. Soy una chica decente.
. - has empezado tú. ¿Hablamos de lo que te pasó?
. - no sé si quiero hacerlo.
. - es bueno que lo hagas y lo saques fuera, así de paso me entero de por qué me metieron en la cárcel por socorrerte.
. - ya te pedí perdón por ello.
. - no te lo preguntaré más si no quieres, así que me voy y te dejo con tus pensamientos.
. - no te vayas, por favor, te lo contaré si es lo que quieres.
. - no hace falta –continué caminando y oí lo que me dijo-.
. - me violó –casi dijo en un susurro-.
Unas lágrimas inundaron sus ojos. Tuve que regresar, pues no me gusta ver llorar a nadie, gilipollas de mí.
. - no me lo cuentes, sé que es doloroso.
. - debo hablar con alguien. Me lo dicen todos, pero no lo deseo hacer, pero lo haré contigo, si me dejas, porque eres parte de mi drama.
Me senté junto a ella y le bajé la falda que se le había subido un poco. Ella me detuvo con sus manos. Aún estaba fresco, muy fresco el ataque.
. - todo empezó el sábado anterior en una fiesta privada. Te conocí y me gustaste según hablamos.
. - ¿querrás decir mi otro yo?
. - sí, a ese otro me refiero. No me interrumpas, por favor.
. - perdona, sigue.
. - al principio eras todo bondad, hasta nos besamos con pasión, cosa que no suelo hacer, pues soy muy tímida con los chicos que recién conozco. Me gustabas mucho y quería besarte yo también. Me invitó para ir al día siguiente de paseo por la montaña en bicicleta y me pareció bonito hacerlo con alguien que me gustaba y le gustaba, pero cada vez se volvía más posesivo y decidí regresar para separarme de él, no me gustaba como se estaba comportando conmigo. Era como si le perteneciera. Cambió de la noche a la mañana. Como pude, le dije que no deseaba volver a quedar más con él. Nos separamos de mala manera y regresé a casa, olvidándome del rato tan malo que me había hecho pasar. En la tarde-noche del domingo salí con unas amigas y cuando nos separamos, ya era noche cerrada. No me había dado cuenta que me había estado siguiendo y cuando me encontraba cerca de donde me encontraste, me arrastró tras el seto y allí comenzó a rasgarme las ropas para violarme. Me decía que a él nadie lo abandonaba, que era él quien dejaba a las putas. Cuando me tuvo toda desnuda y me vio el pene, se puso como loco. Más loco aún de cómo estaba. Me golpeaba por todos lados diciéndome que lo había engañado, que yo era un maricón y cosas así. Para humillarme más, me dio la vuelta y me violó analmente. Luego me amenazó con matarme si lo denunciaba.
. - pero lo denunciaste. Buena chica.
. - lo malo era que creyendo que eras él de nuevo, que volvía a por más, me aterré y en el hospital te denuncié a los guardias que vinieron a tomarme declaración. Les dije que era el chico que me había traído al hospital y que me habías amenazado de muerte si lo denunciaba. Aun en la sede de la Guardia Civil cuando te pusieron en la fila con los demás, no tuve problemas de señalarte, porque seguía creyendo que tú eras mi violador. Perdóname por lo que te he hecho pasar. Sé que es duro estar en la cárcel por algo que no has hecho, pero compréndeme, era igualito a ti.
. - bueno, ya todo pasó. Al menos ya sé cómo sucedió la cosa y entiendo mejor tus actos. No debes preocuparte por nada más. Ese que te atacó se va a pasar unos cuantos años en la cárcel. Allí le darán para el pelo.
. - pero saldrá algún día y puede volver a atacarme.
. - esos son unos cobardes y no vuelven a atacar a la misma víctima, porque si lo vuelven a encerrar por hacerlo de nuevo contigo, por ejemplo, ya no serán unos pocos años, sino muchos más por reincidente –le dije sin saber si lo que le estaba diciendo llevaba cabeza o no. Lo único que quería hacer era tranquilizarla y que se olvidara de aquel mamón de gemelo mío-.
. - ¿crees realmente, eso?
. - a pies juntillas –mentí descaradamente-, por cierto, tienes un admirador secreto-.
. - ¿por qué lo dices?
. - ya desde la primera vez que nos vimos, te seguía como un perrito faldero, pero como tiene cara de buen chico, no te dije nada para asustarte. Es aquel chico de allá al fondo, el que hace como que lee.
La chica fijó la mirada donde le dije y primero rio, para luego preocuparse.
. - es mi hermano Juan –le hizo señas para que se acercara y cuando el chico la vio, se levantó y se vino hacia nosotros-.
. - oye, aún no sé cómo te llamas.
. - es verdad. Me llamo Marta del Castillo. Tú eres Salvador Morales, ya lo sé.
. - ¿tienes más hermanos o hermanas?, ¿un padre?, ¿una madre?
. - tengo solo a Juan, de hermano. Mamá murió, vivimos con papá, se llama Alfonso…
. - no me lo digas, Alfonso del Castillo.
. - sí, muy gracioso. Pues claro.
. - hola hermanita, ¿cómo estás? –Preguntó el chico, que debía de tener no más de 18 años, algo menos que su hermana, pero el chico era más alto que ella-.
. - ¿qué haces siguiéndome a todas partes?
. - ¿te has dado cuenta?
. - no, pero Salvador sí. ¿Por qué me sigues?
. - papá me dijo que te echara un vistazo de vez en cuando. Aunque solo cuando no estuviera estudiando o con los amigos. Y yo que me creía un tipo listo ocultándome. Hola, soy Juan, su hermano –me dijo alargando la mano-.
. - hola chico. ¿Estás cuidando de tu hermana?
. - eso intento. Pero me has cogido in fraganti y ahora mi padre me abroncará.
. - no te abroncará hermanito porque seré yo quien lo abronque a él –dijo Marta, indignada-.
. - compréndelo hermanita, te queremos y no queremos que te vuelva a pasar de nuevo. Es verdad, este chico es igualito al que te atacó. ¿Ya le has pedido perdón?
. - eso intenta, sobornándome.
. - Marta, ¿es cierto eso? ya sabes lo que piensa papá de pagar sobornos.
. - es mentira. Lo hace para chincharme. Es un gracioso y algo cabrón.
. - mea culpa. Es verdad. Solo me ha querido sobornar con una cola, que, por cierto, aún no he podido disfrutar en su compañía porque no apareció para pagármela.
. - fue por culpa de los tíos que vinieron sin avisar y no podía dejarlos solos con papá, pues habían venido a visitarme a mí.
. - ah, sí. Es verdad –soltó el hermano-.
. - oye, te interesa ir al cine el sábado –le dije a Juan-.
. - claro, ¿vas a pagar tú?
. - de eso nada. Pagará tu hermana. Quien invita, paga. ¿Te vienes con nosotros?, así la podrás vigilar bien de cerca para que no le haga daño a tu hermana.
. - tu no le harías daño. Fuiste quien la salvó. Contigo estará segura, lo malo será cuando esté sin ti, ahí es donde tengo preocupación por Marta.
. - si no le dejas espacio a tu hermana, va a coger una fobia a salir sola y eso es peor que la enfermedad misma.
. - oídme, chicos. Que estoy aquí. Habláis de mí como si fuera transparente. Juan, lárgate a clase y no me sigas más, quien me atacó ya está en la cárcel.
. - como quieras. ¿Sigue en pie lo del cine?
. - ¿tú que dices, Marta?
. - bueno, vale, pero veremos una que a mí me guste, nada de bichos raros.
. - pero hermanita, son las películas que a mí me gustan.
. - no te preocupes. Tú y yo nos cambiamos de sala y la dejamos a ella en una de amores y chorradas de esas.
. - entonces sí. Hermanita, quiero cola y palomitas de las grandes.
. - que sí, majadero. Lárgate o te arreo.
El chico se largó riendo y bien contento.
. - me estás pervirtiendo a mi hermano. No sale nunca y eso de amigos, no tiene ninguno. ¿Vas a ser su amigo?
. - claro, ¿por qué no? parece un buen chico y es bien majo. Se nota a la legua que os queréis un rato.
. - sí, es verdad. Soy la hermana mayor y siempre he cuidado de Juanito. No le hagas daño, por favor. Es bastante sensible, no sé si me entiendes.
. - ¿a qué te refieres?
. - ¿no lo has notado?
. - no sé de qué leñe me hablas, chica. Habla claro.
. - pareces tonto. A mi hermano le gustas.
. - ¿gustarle, de gustarle sexualmente?
. - por fin has reaccionado. Los tíos sois lentos de entendederas, así no sabéis hacer más que una cosa cada vez. Os faltan neuronas a porrillos. ¿No has visto como no te quitaba ojo, aunque estuviera hablando conmigo?
. - eso sí, pero supuse que era por educación.
. - sí, por educación. Mi hermano te estaba tomando las medidas.
. - joder con tu hermano. Sera mejor que lo des invitemos al cine o me meterá mano.
. - no seas burro. Eso lo hará en la segunda cita –rio ella encantadoramente-.
. - ah, bueno. Si es así –reí yo también- ¿y tú no me has tomado las medidas?
. - eso ya lo hice el sábado pasado. Como eras un clon del cabrón aquel, ya tengo tus medidas.
. - bueno es saberlo. ¿Qué tal andas de celos?
. - ¿a qué te refieres?
. - puede que me enamore de dos hermanos a la vez.
. - ¿vas a hacer eso?
. - puede, pero será algo pasajero, pues no pienso casarme con ninguno de los dos.
. - vaya, eres rápido. Tan pronto pones a uno en el cielo, como en el infierno.
. - me gusta las cosas claras y el chocolate también claro.
. - se dice las cosas claras y el chocolate espeso.
. - no, a mí el chocolate me gusta clarito, que me salen ronchas.
. - vaya, bueno es saberlo. Volviendo a lo de antes. ¿De verdad te puedes enamorar de dos personas a la vez?
. - yo soy un multifunción. De hecho, dejé en el pueblo a una guapa chica, además a un par de chicos muy majos. A una directora de un centro para ciegos y también a su hija. No, faltan mi hermana, mi madre, mi cuñado y otros que no me acuerdo ahora.
. - ¿estás de cachondeo?
. - pues claro, qué más quisiera yo, pero lo de mi novia del pueblo, es cierto. Así que cuando regrese con el título, la buscaré y me la llevaré a Sudamérica. Allí me haré un nombre como arquitecto.
. - bueno es saberlo también. Aun así, iré contigo y con Juan al cine. Ya veremos en que para todo esto. Ni una palabra a papá.
. - ¿no sabe que tu hermano es…?
. - sí lo sabe, pero no que está enamorado del mismo chico que su hija.
. - ¿es cierto eso?
. - pareces gilipollas, pues claro –me dio un beso imprevisto y después de meterme la dirección en un bolsillo, se levantó para largarse, se giró mientras se alejaba y lo soltó- a lo mejor, hasta te enamoras de tres personas de la misma familia-.
. - ¿eso quiere decir que tu padre también es…?
Ella no respondió, pero me dio a entender con un levantamiento de hombros que su papá era un José, en potencia.
El sábado de autos, me pasé por la casa de Marta del Castillo. Salió un sirviente joven, vestido como un mayordomo.
. - sí, ¿que desea?
. - vengo a buscar a Marta y a Juan. Soy Salvador.
. - hazle pasar, Garzón –se oyó una voz de varón de mediana edad-.
El tal Garzón se hizo a un lado y entré. Luego de cerrar, me llevó hasta un salón amueblado con un estilo nefasto. Aquello parecía un zoo con tantos trofeos colgados de las paredes.
Sentado en un sofá de color safari, estaba el que supuse que era el padre de los chicos. Estaría alrededor de los cuarenta y se conservaba muy bien. A su lado estaban Marta y Juan ya vestidos para salir.
. - pasa chico –me dijo el hombre-.
. - buenas tardes, señor –le dije alargando la mano que el hombre me estrechó-.
. - papá, se nos hace tarde –dijo Juan, corroborado por Marta-.
. - es verdad, papá.
. - no tengáis prisa, hijos. Antes debo de hablar con vuestro amigo Salvador. ¿Me acompañas a mi oficina?
Aquello no me pareció una invitación, precisamente. Aun así, lo seguí hasta una puerta, que tras cruzarla ambos, cerró.
Nos sentamos en un gran sofá los dos juntos. Más allá, había una mesa de roble macizo e infinidad de libros en las paredes.
. - chico, primero que nada, agradecerte que ayudaras a mi hija cuando aquel desalmado…, bueno eso ya pasó. En segundo lugar, sentir que te metieran por error en la cárcel.
. - ya está todo solucionado y eso es lo importante.
. - aun así, debo saber tus intenciones para con mis dos hijos.
. - ¿intenciones?, vamos a ir al cine, solo eso.
. - mi hija está en un momento muy delicado y no quisiera que te aprovecharas de la situación. Además, ya debes saber de las inclinaciones sexuales de Juanito, cosa que no me importa si es eso lo que desea.
. - ¿quiere ir al grano, sr. del Castillo?
. - iré. No quiero que les hagas daño a mis chicos o te la corto. ¿Es suficientemente claro?
. - claro y muy gráfico. Pierda cuidado, cuidaré de sus dos chicos. No me importa también cuidar del padre, si lo desea también –dije bajándole la cremallera y sin dejarle abrir la boca, sacarle la morcillona polla que tenía entre las piernas-.
Me agaché y comencé a comérmela sin problemas.
. - pero se puede saber qué haces…, aaaahhhh, serás cabrón…, aaaahhhh…
. - ¿lo dejamos?
. - ni se te ocurra o te aostio –me dijo, presionándome la cabeza hacia su polla para que me la tragara toda-.
Su polla, toda venosa y gorda, muy gorda, era un rico manjar que deseaba tener en mi culo, pero no era el momento, ni el lugar.
Además de a su polla, le pasé la lengua por sus huevos, haciendo gemir al papá de Marta. Luego volví a por su cacho pene y fui mamándoselo hasta que sentí que se corría en mi boca. Era una leche diferente en cuanto a textura y sabor de cuántas me había tomado. Sin duda, el tipo estaría tomando alguna medicación que alteraba su producto lácteo.
En eso entró Marta.
. - papá, se hace…, lo siento.
. - espera un poco, Marta, enseguida acabo –le dije-.
. - hazle caso, hija y cierra, por favor.
. - sí, papá,
La chica cerró y continué mamando aquella polla suya hasta escurrírsela toda. Después me alcé y le tomé su boca y no paré de besarle hasta traspasarle parte de su lechosa corrida.
El tío pretendía sacarme la polla, pero se lo impedí.
. - lo siento, la tengo reservada. Otro día, quizás.
. - sí, otro día. No dejes de venir por aquí.
. - no se preocupe, me gusta lo que he estado mamando, la próxima vez la quisiera tener dentro, si no le importa.
. - tuya será y no tardes.
Nos besamos de nuevo y cuando nos separamos, pregunté por el baño y allí me enjuagué bien la boca con un líquido rojo de enjuagues bucales. Cuando salí, los chicos ya estaban cerca de la puerta.
. - hasta después, papá –le dijo Marta-.
. - portaos bien y no deis problemas a Salvador.
. - no te preocupes, papá. Vamos a ver una de monstruos galácticos –dijo Juan-.
. - que lo paséis bien.
De camino a los multicines, le eché el brazo por encima a Juan y le cogí la mano a Marta. Ella al principio la reusó, pero insistí y me la cogió.
El chico estaba muy dicharachero, no paraba de hablar. Seguramente porque estaba más que nervioso.
Mientras continuábamos hacia el centro comercial donde estaban las salas de cine, le metí mi mano en el bolsillo trasero a Juan. Allí, con mis dedos, hice movimientos que pocas dudas dejaba a la imaginación.
En un alarde de ímpetu juvenil, con su mano me hacía lo mismo que yo a él.
Marta estaba muy callada. Ver lo que vio, no ayudaba mucho para que se soltara. Le pasé el brazo por encima, con algún roce que otro sobre sus pechitos. Me llegaba por los hombros, así de bajita era.
Cuando llegamos junto a los carteles de las películas a emitir, hubo discrepancias entre los hermanos.
. - pues yo quiero ver la de terror –decía Juan-.
. - de eso nada, si pago yo, vemos lo que me gusta a mí y es una de Brad Pitt y Angelina Jolie.
. - haya paz, chicos. Busquemos una que les guste a los dos. Hay diez salas, habrá alguna, digo yo.
Fuimos mirando los carteles, cuando a uno le gustaba, el otro se lo echaba atrás y viceversa.
. - cómo no se ponen de acuerdo, actuaré de juez. Tú, Juan, entra en la que te dé la gana. Yo entraré con tu hermana en la que le guste.
. - mierda, hermanita, siempre te sales con la tuya.
. - pero serás…, si vas a ver la que te gusta, ¿qué más quieres?
. - yo quería verla con Salvador, a él también le gustan las de terror, ¿verdad que sí?
. - es verdad, pero ya que ha sido ella quien me ha invitado y encima paga, no voy a dejarla sola, aunque tenga que ver un tostón de esa pareja de repipis.
. - entonces no vengas conmigo y ve con Juan. Prefiero verla sola, que obligarte a quedarte conmigo.
. - joder, chicos. Me ponéis en un compromiso. Mirad lo que voy a hacer. Veré con cada uno la mitad de las películas y listo. No puedo hacer más. Luego nos vemos en la primera tasca para tomarnos algo antes de regresaros a casa.
No estuvieron muy de acuerdo, pero al final aceptaron. Lo siguiente fue decidir con quién iría primero.
(Parte 9 de 16)
FIN