Abanico multicolor (8)

La historia va de invidentes, un riñón y una pérdida de memoria, tras un accidente. Relato en 16 trozos.

ABANICO MULTICOLOR

(8-16)

ESCRITA POR: SALVADOR MORALES

© Todos los derechos reservados.

Ella movía las manos sin brusquedades, pero no lo lograba. Cada vez que aflojaba un poco, se me hundía y ella intentaba contrarrestarlo impulsándose violentamente.

. - si lo haces tan rápido, te hundes irremediablemente.

Con tantos movimientos y al tenerla pegada a mi cuerpo, mi pene golpeaba una y otra vez contra su gordo trasero. Eso a ella la estaba poniendo mala. Pues pensaba que en cualquier momento se la enterraría en su ano sin poder evitarlo.

Al verle la cara, por un lado, comprendí que lo estaba pasando mal.

. - no temas, querida. Eso que estás pensando de mi pene y tu ano, no pasará.

. - no estoy yo tan segura.

. - bueno, me pondré por delante entonces.

Rodeé su cuerpo y ahora eran sus pechos los que se clavaban en los míos.

. - no pienses en nada más que en mantenerte a flote. Olvida lo sexual de la situación.

. - qué más quisiera yo.

. - pues entonces no vamos a conseguir nada. Lo mejor será que salgamos del agua. Estar aquí con tu cabeza en otro sitio es perder el tiempo.

. - no por favor, me centraré. Intentaré flotar. Dame otra oportunidad.

. - pues olvídate que estas desnuda con un desconocido también desnudo.

. - tú ya no eres un desconocido para mí.

. - es igual. Olvida que existo y estás tú sola en el agua con un tiburón dando vueltas alrededor tuyo. Sabes que, si te mueves, se te merendará, así que estate quita y flota. Cuando te hundas, mueve suavemente las manos como te he enseñado. Te soltaré un poco, pero cuidaré de ti. Uno, dos, tres.

Solté a la chica y en principio se mantuvo a flote, pero luego poco a poco, se fue hundiendo.

Ella movió las manos y volvía subir, cada vez que se hundía, repetía. Así hasta varias veces hasta que le cogió el tranquillo.

. - estoy flotando, estoy flotando, Salvador –gritó la chica-.

. - pues claro, cuando flotan animales mucho más pesados que tú y yo, también podemos flotar nosotros.

Comencé a nadar alrededor de ella.

. - sigue así, no pares. Ordena a tus piernas moverse, aunque no te hagan ni puñetero caso.

Sus flotadores naturales estaban a la mitad engullidos por el agua, también su cabeza.

Me hundí y miré sus piernas, no se movían en absoluto. Cuando emergí delante de ella, me fui alejando hasta quedarme a un par de metros.

. - intenta acercarte a mí nadando.

. - no, por favor, no te me alejes –ella intentó, con los nervios, nadar más rápido y claro, comenzó a hundirse. Entonces corrí hacia ella y le saqué la cabeza, que ya la tenía bajo el agua.

. - tranquilízate. Lo estabas haciendo bien. No debes ponerte nerviosa y lo conseguirás.

. - me entró terror y no me sostenía fuera del agua.

. - claro, por tu nerviosismo al tratar de mantenerte a flote. Hazlo igual, pero nadando despacio hacia mí, sin brusquedades o te hundirás de nuevo.

. - por favor, no vuelvas a alejarte de mí.

. - Verónica, espabila y no temas. Lo haces bien, pero no te pongas nerviosa o lo echarás todo a perder. Ahora coge aire y expira y volvamos a empezar –le dije, mientras la soltaba y me alejaba de ella-.

Se mantenía de pie con los movimientos de sus manos, pero no avanzaba.

. - ahora estira las manos y ven hacia mí, pero sin prisas, como para mantenerte sin hundirte, pero viniendo hacia mí. Si lo consigues, puedes darme un beso de tornillo, si quieres.

Ella sonrió y movió las manos hacia mí, pero se hundía. Yo volvía a subirla y la volvía a abandonar.

Seguía haciendo lo mismo, avanzaba unos centímetros y se hundía, pero cada vez aumentaban esos centímetros, así hasta que casi avanzó un metro entero.

. - vas muy bien, sigue intentándolo.

Cada vez estaba más cerca de mí y no retrocedía, así la tuve yendo hacia mí, sin ella darse cuenta que lo estaba consiguiendo.

Al final dejé que me cogiera y eso después de haber huido de ella más de 4 metros sin que se diera cuenta.

. - te cogí por fin. Ahora ese beso de tornillo.

Se abrazó a mí y me besó como si le debiera algo. Tanto me besó que ambos nos hundimos y seguía sin soltarme la boca. Con fuerzas que saqué de no sé dónde, me impulsé hacia arriba y salí del agua dando un salto. Cuando conseguí separarme de su boca, le abronqué.

. - ¿pero tú estás loca?, casi nos ahogamos los dos.

. - perdona, solo pensaba en tus labios y seguía besándolos sin parar, olvidándome de todo lo demás.

. - pues ten cuidado o no regresamos enteros. Ya está bien. Como has visto, ya flotas y tú tenías un miedo que te cagabas.

. - es verdad, pero ya no me hundo y sin que mis piernas se muevan.

La ayudé a salir del agua y cuando pisamos la arena húmeda, la deposité en el suelo, sentándola.

. - voy a traer las toallas.

Entré en la caseta y saqué dos toallas. Las tendí sobre la arena seca y luego tendí a Verónica en una de ellas. Cogí el producto antisolar y me tendí en la mía.

. - hay que darse protector, querida.

. - ¿me lo puedes dar tú?, yo te daré luego a ti

. - de acuerdo.

Ella tenía los brazos cruzados detrás de su cabeza. Me embadurné bien ambas manos y comencé por sus pechos, los cuales sobé más que cuando me hago una paja. Sus pezones endurecidos, lo decían todo, pero yo mudo. Seguí con brazos y cara, para luego bajar hasta su vagina, la cual sobé bien también, mientras ella gemía a escondidas. Sus piernas fueron engrasadas también.

. - date la vuelta, por delante ya estás.

Ella se ayudó con las manos y yo la ayudé con sus muertas piernas. Con sus nalgas ante mí, casi me corro de gusto, pues en aquel culo era imposible no acertar con la polla de uno.

Le sobé bien las nalgas, ojete y comienzo de su vagina. Luego las anchas espaldas, brazos y piernas.

Con un cachete en una de las nalgas, di por terminada la sesión de aceite solar.

La ayudé a ponerse sentada y le di el bote del aceite solar. Me embadurnó bien todo el cuerpo, dejando lo mejor para el final. Yo estaba tendido de espaldas, sobre la arena y mirando al cielo.

Me hizo dar la vuelta y se dio gusto con mi ojete y mi nacimiento de los huevos. Cuando me hizo girar otra vez, tenía mi polla en su punto más álgido. En ella se entretuvo lo que quiso, subiendo y bajando con su mano por mi polla como si me estuviera haciendo una paja, que me la estaba haciendo.

Tanto fue el cántaro a la fuente, que exploté de gusto. Su cara alcanzó la mayor parte de mi leche especial para paralíticas.

. - qué barbaridad, cuánta leche.

. - lo siento, no haberme abierto el grifo con tanto magreo en mi herramienta –intenté limpiarle la leche con la mano, pero me lo impidió-.

. - déjalo. Ahí quiero que se quede de momento –dijo pasándose un dedo por donde estaba una parte de ella y se la llevó a la boca. Dio su aprobación y se la tragó. Luego se pasó la lengua y repitió. Así con toda la leche que encontraba.

La que no pudo alcanzar, se la saqué yo y me la tomé yo también.

. - anda, termina lo que empezaste –le dije señalando mi pillo-.

Ella sonrió y con su mano me escurrió la polla al máximo. Llevándose a su boca cuanto semen salía. Después la tendí para que se bronceara algo, yo hice lo mismo durante diez minutos. Después le volví a dar la vuelta, como si estuviera asando un pollo a la parrilla.

Al final nos metimos de nuevo en el agua para limpiarnos un poco de tanta leche de botella y de polla y de paso, ponerla a nadar de nuevo. O lo que ella hacía, que no era moco de pavo. Así, durante otra hora más y regresamos a la orilla.

Cuando quedamos medianamente limpios nos secamos un momento al sol y la introduje en la tienda, pues el sol ya estaba en todo lo alto y picaba que era un primor.

. - ¿qué tal estás pasando el día de playa?

. - de momento, muy bien. Ya casi sé nadar con los brazos y gracias a ti. Eso se merece un beso, ¿no crees?

. - si tú lo dices, será cierto –dije sonriendo-.

Ella se giró hacia mí y me llevó la boca hacia la suya. Fue un beso suave y prolongado.

. - gracias, ¿sabes que besas muy bien? -me dijo-.

. - eso dicen algunas, pero tú no te quedas manca. Tienes unos labios muy carnosos y apetecibles.

. - si quieres, son tuyos.

. - ¿seguro?

. - y tanto –dijo sonriendo-.

Me alcé un poco y busqué su boca que ya estaba lista para recibir la mía. Esta vez no fue nada suave, pero si prolongado. Cuando nos separamos, sus ojos me dijeron que quería más y yo se lo iba a proporcionar.

Le besé el cuello y ella colaboró, vaya si colaboró.

. - cómeme toda, por favor, Salvador.

. - eso está hecho -me coloqué encima de ella sin casi tocarla, excepto sus pechos que no podía evitarlos rosar todo el rato. Así que fue lo siguiente que me comí con gran hambre por mi parte. Sus gemidos hacían que mi lívido renaciera de sus cenizas y volviera a empalmar

Sus mamas curvadas fueron un deleite para mi paladar. Los fluidos de Verónica inundaron su vagina, mezclándose con el rojo de la regla y manchando mi pene de varios colores.

Bajé hacia el ombligo y succioné como si allí estuviera la fuente de la vida, pero me había equivocado, la fuente de la vida estaba más abajo y hacia allí me dirigí de inmediato.

Todo el mejunje fluídico que allí había fue absorbido, además del que continuaba fluyendo desde su interior.

Ella se retorcía de placer. Ni su padre y amante, le había sacado tanto placer en tan poco tiempo.

No quería penetrarla, puesto que no quería hacerlo hasta que ella me lo pidiera y necesitara, por lo que volví hacia aquellas mamas que me tenían loco. No me saciaba de mamarle sus pezones endurecidos. Eran como unos flotadores desde donde se podía uno salvar en una situación de peligro en pleno mar. El asidero era duro y muy cómodo para no soltarse nunca más.

Cuando me pasé a sus carnosos labios, los cuales le mordía para darle más placer aún, nuestras lenguas se enzarzaron en un baile privado. Las salivas nos las intercambiábamos a placer.

Pero como todo no puede ser perfecto en esta vida, un rodillazo en plenos huevos me dejo hecho polvo por unos segundos interminables que creí que duraban siglos. El dolor hizo que me saliera de encima de ella y me enrollaba como una espiral. Nadie sabe qué es un dolor de huevos, como los tíos que lo padecen. Es lo último en tortura china.

. - la madre que me parió, mis huevos…, Dios, qué dolor…

. - Salvador, ¿qué te pasa?

. - mis huevos, me has dado un rodillazo en todos mis huevos, joder.

. - eso es imposible, yo no he sido.

. - ¿y quién coño crees que me ha podido dar un rodillazo en los huevos?, aquí no estamos más que los dos, ¿será el fantasma de tu padre, que no me quiere bien?, la leche que me han dado. Ya remite, espero que pueda seguir usándolos para fabricar Salvadorcitos.

. - Salvador, si he sido yo, ¿eso significa que…?

. - eso me temo y que debo tener mucho cuidado con tus rodillas o me capas y me quedo sin descendientes.

. - puedo mover las piernas, Salvador, puedo mover las piernas –gritaba como una posesa Verónica-.

. - tranquilízate joder, me tienes medio sordo y no son las piernas, sino una. Quizás haya sido un tic nervioso. Intenta moverla de nuevo.

Ella puso toda su fuerza mental en ello, pero la pierna no respondía.

. - no se mueve, Salvador, fue un tic nervioso estúpido –se entristeció ella tan rápido como se había alegrado antes-.

. - tontita, eso quiere decir que tienes ramificaciones nerviosas que llegan a tus piernas y aun funcionan. Un simple tic es más de lo que se movían hasta hoy. Habrá que seguir trabajando esas piernas.

. - ¿tú crees que tengo posibilidades de recuperar alguna movilidad?

. - díselo a mis huevos, ellos te responderán que sí, sin dudarlo un segundo. A todo esto, sigo cargado de leche. ¿Qué crees que podemos hacer con ella?

. - Salvador, te mereces un premio por los adelantos de mis piernas y ése será uno de mis dos agujeros. ¿Cuál prefieres?

. - elige tú uno cualquiera. Los dos me satisfacen.

. - pues entonces elijo mi agujero trasero. Recuerda que soy virgen de ambos y serás el primero en visitarlos.

. - agradecido, pero no te sientas obligada conmigo. Quizás sea una falsa alarma.

. - sea como sea. Lo he movido y bien fuerte para romperte los huevos con mi pierna. Rómpeme ahora tú el culo y cuando me consigas hacer caminar, aunque sea con muletas, mi vagina y virginidad, serán tuyas.

. - vaya, con esos premios tan suculentos, te voy a poner a correr la maratón en menos de lo que cuesta hacer cantar a un mudo.

. - Dios te oiga. Cuando quieras, me puedes encular.

. - gracias, querida. Salgo en busca de bronceador, pues es lo que tenemos a mano para engrasar bien ambas partes a friccionar.

Salí como un rayo y como un rayo entré. Le di la vuelta y con sus tetas haciendo de puntales, le recogí las rodillas y se las abrí bien. Allí estaba el objeto de mi deseo más íntimo y carnal, su culo, su ojete, su ano. Ahora eran mi culo, mi ojete y mi ano, para servirme de él como me pareciera.

Lo primero que hice fue tomarle la temperatura con mi lengua. Allí se la enterré. Ella se cerró en banda, atrapándomela, pero pronto volvió a abrirse porque fui yo quien le abrió las nalgas de par en par. Continué disfrutando de su culo, hasta que mi lengua se opuso a seguir haciéndolo, por lo que un par de dedos después la sustituyeron, entrándole a todo lo que daban.

Los gemidos de Verónica eran para grabarlos y enseñarlos en las clases de sexología radical.

Mi polla, deseosa de romper un culo como el suyo, estaba lista para la faena del día y en su línea de salida se colocó o más bien en la de entrada.

Polla y culo se veían las caras por última vez sin entrar en contacto. Ese contacto no se produjo hasta haber engrasado bien ambos lados, luego sí.

Enterré mi polla unos pocos centímetros como para averiguar el grado de dificultad que se le oponía y no era escasa, pese a la holgura de aquel culo que lo albergaba.

La dueña del culo gritó, más que gimió. Su santun santorun estaba siendo violado y dejaría de ser virgen para siempre, para convertirse en un agujero más con qué disfrutar.

Mi polla se hundió más hasta la mitad y frenó su ímpetu, dejando que la receptora de mi polla se acostumbrara a tener algo diferente a lo que habitualmente salía por allí. Una vez aceptado, se la hundí hasta los huevos. A sus gritos de auxilio, nadie asistió y mi polla, que quería más, salió y volvió a enterrarse allí atrás. Cada vez que lo hacía, un nuevo grito de dolor salía de aquella caseta junto al lago.

Cuando ya me la había follado por más de media hora, los gritos ya no eran tales, aunque tampoco diría que estaba disfrutando de una polla profesional donde las haya.

Di por sentado que habría más pollas culeras y también que acabaría disfrutando tanto como lo hacía yo ahora. Verónica, bañada en sudores, me dejaba su culo a mi merced y vaya si disfruté con su pandero.

Tanto gusto le cogí a darle por culo que me olvidé de entregarle en mano mi resultado lácteo, cuya simiente fue enteramente para el interior de su dolorido agujero.

Ella sintió que una ola de calor placentero se introducía en su ano para quedarse o eso creía ella, pues mi lengua, ilustrada para estos casos, ya estaba lista para tomarse la parte proporcional que le tocaba tragar.

Mi lengua comenzó a introducirse en su agujero y sacar cuanto podía alcanzar. Más tarde la puse de tal manera que la gravedad hiciera el mismo trabajo que mis dedos culeros y así fue, pues me entraba en la boca cuanta leche le había metido antes con mi soberbia polla.

Cuando no salió más, le pasé la lengua por su trasero y yéndome hacia su cara enrojecida por el dolor soportado, le presenté a mi polla toda corrida. La chica, que también era una entendida en pollas, pues su padre podía dar fe de ello, se la merendó con embutidos y todos.

Cuando me la soltó, di gracias a Dios que me la devolvía entera y sin marcas de dientes. Salió escurrida a base de bien.

Un buen pase de lengua por su olorosa vagina, dejó a las claras que aquel culito ya era de mi propiedad las veces que me diera la gana, siempre con el beneplácito de su dueña, claro.

. - ¿cómo te encuentras?

. - dolorida.

. - es lógico. Descansa mientras saco la comida de la mochila que trajiste y te la tomas.

En su mochila había un par de bocadillos de chorizo cantimpalo, dos colas y un par de manzanas Golden Glory. Lo saqué todo y nos lo repartimos. Ella se merendó su parte en un santiamén, yo tardé bastante más.

Lo siguiente fue descansar y dormir la siesta. Los dos, bien pegados, nos dormimos hasta que una nueva patada, esta vez en la espinilla de mi pie izquierdo me despertó.

. - oye, ten cuidado, Verónica.

. - ¿qué pasa ahora, Salvador?

. - me has vuelto a dar otra patada, ahora en la espinilla.

. - ¿yo otra vez?

. - así es. Bueno, ya que me has despertado, vamos a hacer ejercicios, por si salta la liebre y no son tics nerviosos.

Con ella acostada, me puse delante de ella, con una pierna arrodillada. Le cogí la suya derecha y empecé con ejercicios del libro. A los 10 minutos cuando intenté ponerle la rodilla en una de las posiciones, la pierna se frenó y no pude en un primer momento movérsela. Aquello significaba que la pierna se resistía y se movía por su cuenta o mandada por órdenes de Verónica.

. - hazlo otra vez, guapa.

. - ¿el qué, Salvador?

. - fréname la pierna cuando intente movértela.

Le hice varios movimientos a la pierna, pero nada, hasta que de repente, me la frenó de nuevo.

. - lo has hecho, Verónica. Tu pierna te obedece.

. - sí, es verdad. Siento que la tienes en tus manos. Tengo sensibilidad, Salvador. Oh, podré por fin caminar.

Alargó las manos hacia mí llorando y con una sonrisa en mi cara, la abracé. Me besó por toda la cara con pequeños besitos. Nos quedamos abrazados.

. - Verónica, tómatelo con tranquilidad. Solo es un paso, cortito, aunque importante. Seguiremos trabajando esas piernas a diario.

. - Salvador, tan alegre estoy que, si quieres, puedes desvirgarme desde ahora mismo. Olvídate lo de cuando camine.

. - de eso nada, Verónica. Te desvirgaré y estaré gustoso y deseoso de hacerlo, pero lo haré cuando cumpla mi parte de hacerte caminar por ti misma, aunque sea en muletas, pero no antes. Ahora lo que sí haré, si me lo permites, será comerte ese chochito tuyo que me tiene loco.

. - es tuyo y lo que quieras, ya lo sabes. No tengas que preguntarme más. Cuando lo desees, ve a por él, que yo también lo deseo.

. - eres un sol.

Me puse entre sus piernas y abriéndoselas, enterré mi lengua en aquella parte tan vigilada y que era poseedora de millones de filamentos sensibles para recibir placer por parte de las mujeres.

Solo en el clítoris había una pasada de sensibilidad, y eso que era una parte muy pequeña, en comparación con el resto de su aparato genital y allí me zambullí de cabeza.

Dejé ardiendo su clítoris y sudando a su dueña, que se removía de placer infinito cada vez que mi lengua hacía acto de presencia en el pene femenino.

. - ya no puedo más, Salvador. Por favor, deja de comerte mi clítoris o me moriré de felicidad.

Le hice caso y dejé su clítoris en paz, pues no deseaba llevar un cadáver a su casa y me dediqué al resto de partes esenciales de sus bajos. Allí donde posaba mi lengua y labios, parecía que se me iba a morir también, pero maldito caso que le hice. Hasta que no me quedé a gusto, no abandoné aquella zona tan maravillosa.

Como la condenada me tenía ardiendo de pasión, tuve que entregarle el cocido que mis huevos habían hecho deprisa y corriendo. Como su culo aún se resentía de mi osadía folladora, se lo entregué a su especializada boca, que se le veía muy necesitada de una buena polla.

En su boca se la metí cuando la abrió para recibírmela. Ella, ahora lo sabía, era una gran mamadora de pollas, algo que no se aprende de un día para otro. Esta chica ya llevaba años haciendo de las mamadas un arte y como no era puta, ni una buscona, ni tenía novio, entonces volví a sumar 2+2 y me dieron 4. La jodida había aprendido con su maricón padre. No había problema, ella se lo hacía con su padre y yo con mi madre y mi hermana. Así todo quedaba en casa. Desde luego, no pensaba echárselo en cara, no era mi problema. ¿acaso era un problema para nadie?, seré idiota. Si era un problema, era para los que no estaban en el ajo sexual de padre e hija.

El chorro de leche que le pasé a su boca desde mi polla fue como un bálsamo de paz y sosiego.

Sin darle tiempo para que se la tragara, le saqué mi polla de su boca y pegué la mía a la suya. Allí, con mi lengua, me pasé una buena parte de mi corrida a mi boca, para tragármela sin remisión. Después volví a ponerle la polla chorreante y ella volvió a deleitarse hasta dejarme la polla como los chorros del oro.

. - gracias, querida. Eres la mejor chupadora de pollas que me la han mamado.

. - gracias, llevo practicando muchos años para estar preparada para cuando me llegara un buen mozo como tú para satisfacerle plenamente.

. - pues a fe mía, que lo has conseguido con creces.

. - ¿no quieres saber con quién he estado practicando?

. - no me interesa. Lo cierto es que has aprendido muy bien el oficio de dar placer a base de mamadas. Lo que sí deseo es que antes de marcharnos, volverte a dar por culo. Eso me pone.

. - tuyo es, ya lo sabes.

. - gracias. ¿Qué te parece si salimos fuera y nos damos otro chapuzón?

. - mientras me lleves, no hay problema –sonrió-.

. - eso está hecho.

La cogí en mis brazos y alzándola un poco más hasta mi boca, le besé su chumino una décima de segundo. Luego, con los dos riendo, salimos de la tienda y nos fuimos hacia el agua. Cuando me cubría por la mitad, la solté o eso le hice creer.

Se hundió toda ella, para luego sacarla de nuevo hasta ponerla a flotar.

. - bandido, no me asustes así –dijo riendo-.

. - mueve esas piernitas lindas, anda y nada alrededor de mí.

Sin soltarla y ayudándose de sus manos, nadaba en círculos alrededor de mí. De vez en cuando metía mi cabeza bajo el agua, para ver cómo actuaban sus piernas.

Sus extremidades, las dos, las movía un poco, pero sin orden ni control, pero las movía.

. - sigue así, pero hazlo más despacio, sin prisas y mandándoles órdenes lentamente a tus piernas. Se mueven un poco, pero inconexamente las dos.

La cogí de sus dos pechos curvados y la mantuve detenida sobre el agua. Ella movía las piernas como podía. Poco a poco, a una orden mía de que las moviera, ella daba la orden y la pierna se movía.

. - sigue así, vas bien. Mueve ahora la otra, pero haz círculos con ella.

Las órdenes que le decía que mandara a sus piernas las iba cumpliendo.

. - Verónica, voy a ponerte más afuera hasta donde puedas hacer pie, te soltaré e intentarás mantenerte de pie. Si te hundes, te agarras de mí. Sabes que no dejaré que te ahogues, ¿verdad, guapa?

. - sí, lo sé, pero estoy muy excitada por poder caminar.

. - no tengas prisa, esto será largo, pero acabarás consiguiéndolo. Si no te mantienes, lo que has conseguido hoy vale su peso en oro, así que no te desanimes. Te suelto, intenta hacer lo que te dije.

Hice que sus pies tocaran fondo. Para darle ánimos, le besé ambos pechos. Ella sonrió, tenía miedo de fracasar.

Con sus piernas en el fondo, la solté con suavidad, pero poniendo mis manos cerca de su cintura para agarrarla.

Ella sintió el fondo y según su peso fue aguantado por los pies, se fue hacia un lado. Yo la cogía de nuevo y la enderezaba. Así estuvimos un buen rato, pero no se mantenía.

. - no puedo, Salvador.

. - no te preocupes. Sigue probando, no desfallezcas, hoy has avanzado una barbaridad.

Seguí soltándola y siguió ladeándose hasta casi hundirse.

. - salgamos del agua y repitámoslo sobre la arena húmeda de la orilla.

La ayudé a salir del agua. Ahora ella caminaba sujetándola yo, pero sin mantenerse por sí misma.

Cuando llegamos fuera, su caminar era extraordinariamente inseguro, trastabillando con cada paso.

. - quedémonos aquí, Verónica. Intenta soltarte de mí y mantenerte de pie.

Ella, agarrada de mí como si fuera el cabo que la salvaría de hundirse en el infierno profundo, se soltaba, para después volverse a agarrar fuertemente.

. - no puedo, no puedo.

. - ¿qué te he dicho de ser derrotista?, anda, sigue intentándolo o no usaré más tu ano y mucho menos, te desvirgaré de tu vagina.

. - vale, seguiré intentándolo.

Ella lo intentaba una y otra vez. Cada vez lo hacía con más confianza, eso se lo notaba en su semblante. Hasta que una de las veces aguantó cinco segundos sin agarrarse de mí.

. - ¿lo ves, jodida?, tú puedes. Sigue hasta que lo consigas.

Siguió intentándolo, pero no consiguió más de diez segundos seguidos de pie. Estaba sudando como un pato.

. - vale ya, Verónica. Lo has hecho fantástico. Seguiremos mañana domingo. Hoy ya debemos regresar a casa.

. - gracias, Salvador. Pero antes de irnos, ya sabes que me dijiste qué me harías.

. - buena memoria y mejores tetas –le dije sonriendo y besándole los pezones hasta dejarlos duros. Nuestras bocas se enfrascaron en un largo y retorcido beso sin fin-.

. - vale, te voy a dejar caer y quiero que te pongas a cuatro patas para encularte, pero no uses las manos, sino para apoyarte por delante. ¿Lista?

. - lista.

La solté y ella cayó de rodillas y se fue hacia un lado.

. - venga, tú puedes hacerlo sola.

Estaba en cuclillas, pero de lado. Intentaba colocarse como le dije, pero nada.

. - estira las dos piernas cuan largas son. Luego te giras y entierras tus tetas en la arena. Después levanta una pierna y la pones arrodillada, luego haz lo mismo con la otra.

Intentó usar su mano izquierda para colocar la pierna, pero se lo impedí.

. - de eso nada, Verónica. Dales las órdenes a las piernas con la mente y no uses las manos para nada relacionado con los pies.

Retiró la mano y usó todo su poder mental para hacer mover una de las piernas.

Lentamente, la pierna ordenada, se movía. Despacio, pero se movía. Cuando la tuvo media flexionada, se detuvo y dio la orden a la otra pierna. Igualmente fue moviéndose con zuma y desesperante lentitud, pero se movía.

Cuando tuvo ambas piernas medio arrodilladas. Se giró un poco y la pierna sobre la que no ejercía peso, la movió hasta colocarse en un arrodillamiento completo. Luego hizo lo mismo girándose al otro lado y obligando al pie a ponerse de rodillas.

. - muy bien, Verónica. Lo has conseguido. Ya estás arrodillada a cuatro patas. ¿Qué falta ahora?

. - ¿qué me des por culo?

. - eso es, chica lista.

. - ¿y a que estás esperando?

. - a sacarte una foto.

. - eso ni se te ocurra –con los nervios, se fue de lado-.

. - pero si era una broma, tonta. Ni siquiera traje una cámara.

. - serás cabrón, con lo que me costó ponerme a cuatro patas.

. - pues ahora tendrás que volver a ponerte en esa posición, si quieres que te encule.

. - aunque me lleve toda la tarde, me pondré. Yo no me voy sin que me hayas vuelto a romper el culo.

. - así se habla, con dos cojones, digo, ovarios.

Con tanto esfuerzo como la otra vez, ella consiguió ponerse de nuevo en posición enculadora. Entonces me dediqué a comerle el ojo del culo durante un rato eterno.

. - venga, date prisa, no sé cuánto tiempo voy a aguantar así.

. - no te preocupes. Yo te sostendré con mi polla –dije riendo-.

. - serás folla-culos…

. - a mucha honra, sobre todo si es como el tuyo al que no me canso de pasarle la lengua.

. - serás guarro… anda, fóllame ya, joder.

Efectivamente, su culo me llamaba y no hacía nada por impedir esta atracción que ejercía sobre mi mente. Mi lengua se volvía a enterrar una y otra vez en aquel agujero que Dios había inventado, no para cagar, sino para que un servidor y otros como yo, pudiéramos disfrutar como niños rompiéndoles el culo a sus dueñas o dueños, que tanto monta, monta tanto, Isabel, como Fernando.

Sin más preámbulos y sin engrase del bote solar alguno, pues su culo estaba más que lubricado interna y externamente, pues con cada lengüeteada que le hacía, tomaba con mis dedos fluidos de su vagina y los metía en su orto para añadir aceite original de primerísima calidad.

Con mi polla en su entrada, ordené atacar, a bayoneta calada y se la enterré, no violentamente, pero sí sin hacer escalas en ninguna estación de servicio. Directamente se la enterré hasta los huevos mismos.

Casi se me desestabiliza, pero la sujeté bien y continué enculándola a gusto. Ella gritaba y gemía, a partes desiguales. Al menos 75% de dolor contra el 25% de placer. Al poco comenzó a equilibrarse con un 60-40. Algo es algo, dijo un calvo.

La velocidad del enculado era alta y no pensaba rebajarla hasta haber descargado totalmente, cosa que no hice hasta dejarla loca de dolor y placer.

Su culo recibió toda mi leche recién envasada al vacío. Cuando me salí de Verónica, ella tenía un agujero bien redondo donde antes tenía el ojete.

Esta vez fui yo quien la hizo deslizarse hacia un lado, para de inmediato, poner mi boca tragona de leches propias y foráneas.

Verónica entendió mi deseo de tomármela toda y se colocó para que así fuera. Cuando pasó de su culo a mi boca y después de tragar toda ella, le pasé mi lengua por su ojete follado, disfrutando del momento.

Le dejé mi chorreante polla cerca de su boca y no hizo falta nada más para engullirla para tomarse un refrigerio con mi polla, la cual dejó como los chorros del oro, nuevamente.

. - guapa, sencillamente, fabuloso. Tienes cabeza, tetas y culo, no te falta de nada. Aunque por mí me quedaba aquí esta noche, debo devolverte sana y salva a tu padre. Cuando quieras, nos vamos. Pero antes, démonos un último baño para limpiarnos un poco, ¿qué te parece mi idea?

. - de puta madre –dijo ella, caminando de rodillas hacia el agua. Allí se metió toda ella, solo con la cabeza fuera del agua-.

. - lo dicho, eres una tía con muchos ovarios.

Yo me metí también y me lavé con el champú todo el cuerpo, sobre todo mi polla encogida. Luego le eché el champú por todo su cuerpo, ojete incluido. Cuando estuvimos decentemente lavados y limpios, la ayudé a salir para secarnos a los débiles rayos solares que aún quedaban del sábado follador.

. - listo. Te voy a poner en tu silla después de llevarla a un lugar seguro donde se pueda mover.

La silla la puse donde la había descargado en la mañana, luego fui en su búsqueda y la llevé en brazos y la deposité en la misma.

Regresé a la caseta y saqué todo el material, para luego sacar las estacas y recoger la cabaña. Cerrarla no fue tan sencillo como abrirla, pero se consiguió y la puse en su mochila especial.

Me vestí por completo y después de revisar el lugar donde habíamos estado, revisé que no nos dejáramos nada. Los productos que trajimos, nos lo llevamos. Después, estando junto a Verónica, la empujé hasta la carretera.

. - para, para, ¿piensas llevarme en pelotas hasta la parada de transportes?

. - no solo hasta la parada, sino hasta tu misma casa.

. - y una leche para dos. Anda, no seas cafre y dame la ropa.

. - bueno, por ser tú, vale.

. - serás cabrón. Qué te gusta verme desnuda.

. - no lo sabes tú bien –le dije, mientras me metía entre sus piernas y me tomaba un buen litro de su jugo vaginal- pero que buen zumo sueltas, cabrona-.

. - gracias, pero, vísteme, anda. Está empezando a hacer frío.

. - es verdad. No vaya a constiparse ese culito tuyo.

. - mío no, será tuyo, que tanto te gusta.

. - lo siento. No puedo evitarlo. Me pone cantidad enculártelo, qué le voy a hacer.

La ayudé a vestirse como vino, pero al revés. Llegaría a casa en bikini y con la ropa normal encima. Cuando todo volvió a la normalidad, arrastré la silla, hasta donde ella pudo manejarla.

Cuando llegamos a su casa, eran las 8 menos cuarto, nada menos. Junto a la puerta del garaje se detuvo con los ojos brillando.

. - gracias, Salvador, me has salvado la vida.

. - creo que te equivocas, no soy Di Caprio, ni te he sacado del Titánic. Aquí todo lo has hecho tú, yo solo me he llevado las patadas, una de ellas en mis huevos, por cierto.

. - ya sabes por qué lo digo. Gracias, gracias. Por favor, bésame.

Miré a los lados y arriba, pero su padre no estaba por ningún lado. Así que me acerqué a su boca y le di un beso de tornillo.

. - venga, lárgate o tu viejo, me cogerá besando a su retoño.

. - cuando le diga lo que has logrado conmigo, será él mismo quien te bese a ti.

. - bueno, me voy, por si acaso. Nos vemos mañana en el parque. De allí, te llevaré al cine. ¿Qué te parece?

. - estupendo. Allí nos podemos meter manos los dos.

. - buen plan, sí señora. A la hora de siempre, pero volveremos a eso de las 10 y media. Díselo al viejo, para que no se preocupe y no piense cosas raras.

. - de acuerdo, bésame otra vez, Salvador.

. - de eso nada, que hay varios con los ojos en nosotros y no tienen buena cara. Hasta mañana, luchadora del demonio.

. - hasta mañana, entrenador, masajista y enculador del cielo –sonrió y se giró, pulsando el mando a distancia de la puerta. Cuando se perdió tras ella, me largué a mi casa.

Allí volví a encontrarme a la parejita. Esta vez no se estaban enculando, sino que me esperaban. Según me echaron la vista encima, fueron a por mí. Yo, en mi ignorancia, me preparé para repeler una agresión que no existía.

Mientras Leticia me cogía las manos y me las saludaba muy efusivamente, el padre de la chica me abrazaba también dándome besos por toda la cara.

Por supuesto no les di una ostia a cada uno, pues no era tal agresión, sino agradecimiento, pero ¿por qué?

. - ¿qué pasa aquí?

. - Verónica me ha llamado y me lo ha contado todo.

. - ¿todo?, ¿qué todo?

. - todo lo que pasó allá arriba, en los lagos.

. - voy a tener que hablar con esa chica. Lo que se habla y se hace entre nosotros, se queda entre nosotros.

. - pero si es maravilloso.

. - ah, ¿sí?  -pregunté extrañado que le pareciera bien que hubiera enculado a su hija, porque ¿se refería a eso?, supuse-.

. - claro, que mi niña pueda mover sus piernas gracias a tus masajes, es grandioso. Aunque aún no camine, es un paso largamente soñado.

Vaya, me dije. Era eso. Resoplé aliviado.

. - todavía falta mucho para que se mantenga de pie, hay que ir poco a poco.

. - pero seguro que la harás caminar. Lety y yo estamos convencidos, ¿verdad, Lety?

. - ya lo creo. Si en un par de días ya mueve las piernas, con más ejercicios, pronto la veremos corriendo tras los chicos.

. - que exagerados sois. Es mejor no darle muchas esperanzas, solo las justas. Seguro que caminará, pero me temo que nos llevará tiempo.

. - confío en ti tanto –dijo el padre de Verónica- que deseo honrarte ofreciéndote mi polla para que la uses como mejor te plazca. Lety también está conmigo y como sabes, siempre ha deseado hacérselo contigo.

. - os lo agradezco, pero estoy cansado del viaje y deseo tirarme en la cama y no levantarme hasta mañana al mediodía.  Lo que sí podéis hacer y si queréis, es darme por culo cada uno hasta que os corráis de gusto y después de echar vuestra leche en un vaso, me la entreguéis para cenar algo bueno esta noche.

. - muy bien, eso haremos, Salvador –dijo el viejo-.

Me desnudé del todo y me tendí sobre la sábana de la cama con el culo en pompa. Mi cabeza en la almohada puse hasta que, segundos después, ya tenía a Lety follándome el culo a toda mecha.

La cama se movía bastante, pero yo como si nada. Cuando se salió y se corrió en un tazón de leche, me la puso a mamar, hasta dejársela como un acordeón.

Detrás ya estaba el padre de Verónica jodiéndome el culo. Su polla era una delicatesen y la disfruté tanto como la del convecino de la habitación.

Su lechada fue mayúscula, que también echó en el tazón e igualmente me la puso a mamar hasta dejársela seca.

Al final me pasaron el tazón y me lo tomé de un trago. Las dos leches mezcladas tenían un regusto extraño, pero así mismo, fue todo para adentro sin preguntar.

Lo siguiente que sentí fue que Lety me limpiaba el culo con servilletas húmedas y frías. El sueño me entró por el culo y me salió por la boca. Al poco, ya estaba en el limbo dormido.

Mis dos folladores me cubrieron con la manta y me dejaron dormir, después de darme cada uno un beso en las mejillas.

La mañana del domingo amaneció algo fría, pero calentaría cuando llegara el mediodía. Me levanté con dolor culero, pero nada del otro mundo que no sintiera cuando alguien me la endilgaba.

Lety dormía junto a José. Ambos desnudos seguían. Aparté la manta y disfruté de la visión de sus penes por un momento.

Me fui por el lado de Lety y me volví a comer su polla. El chico abrió los ojos y sonrió.

. - sigue durmiendo –le dije-.

Continué mamándolo hasta que su leche se introdujo en mi boca. Después de tragar, continué mamando hasta secar su pozo lechero. Luego le di un beso en los labios y el chico se dio la vuelta y continuó durmiendo.

Lo siguiente fue rodear la cama y hacerle lo mismo a José, el interventor y padre putativo de Verónica.

Cuando lo hube mamado y secado, le di un beso en sus labios y le dije que siguiera durmiendo, que aún era temprano. Me hizo caso y se giró, abrazándose a Lety. Los tapé bien y después de pasar por el baño, darme una ducha y lavarme los dientes, me puse la ropa de footing y salí a correr. Aún era muy temprano y nadie había por la calle, solo algún vehículo de vez en cuando. Y eso, que quería quedarme en la cama hasta bien entrada la tarde. Raro, raro.

Después de un rato corriendo y estando fuera de la zona urbana y detrás de unos setos, oí un quejido apagado. Me detuve y miré por encima del seto, pero nada vi, por lo que tuve que rodearlo hasta encontrar un lugar por donde entrar. Allí había alguien, sin duda. Parecía un guiñapo, pues estaba enrollado sobre sí mismo.

En cuanto me acerqué y gracias a una farola cercana que emitía la luz hacia allí, pude distinguir mejor que era una chica, pues tenía pechos. Pero en cuanto estuve a su lado, no lo tenía muy claro, pues un pene lánguido le colgaba entre sus piernas. Fuera como fuera, tenía moratones por varias partes, entre ellos en los brazos, pómulos y piernas. De su nariz había manado sangre, ahora seca.

Estaba consciente, pero apenas se movía.

. - tranquilo, no temas, voy a ayudarte.

. - déjame, déjame.

. - tranquilízate, solo deseo ayudarte. ¿Vives por aquí?

Él o ella, no respondió. Aquella persona, toda desnuda, estaba aterida de frío y muy golpeada, por lo que me saqué la sudadera que llevaba y con capucha y todo se la puse como pude.

No sin oponer algo de resistencia, la cogí entre mis brazos, pues apenas pesaba y la llevé hacia la carretera. Localicé una parada de autobús y allí la deposité. Luego paré al primer vehículo que apareció.

Era un pequeño vehículo de transporte de un conocido supermercado. El tío casi me atropella, pues al no hacer visos de parar, me puse delante del auto. Paró a un centímetro de mí. El pulso se me aceleró más de lo que ya lo estaba.

. - ¿qué diablos haces, chico? casi te mato.

. - necesito su ayuda. Han atacado a una chica y necesito llevarla a un puesto de socorro.

. - ¿dónde está? –dijo el conductor, desconfiando de aquel desconocido joven en camiseta, cuando hacía un pelete de cojones-.

. - está en la parada del autobús –dije señalando donde estaba-.

Al ver a la chica, el conductor ya se tranquilizó y se vino hacia la parada. La miró un segundo y negó con la cabeza.

. - pobre chica. ¿No habrás sido tú?

. - de eso nada. Venía haciendo footing y la oí tras unos setos. Esa sudadera es mía.

. - vale, acompáñame, pues te querrán hacer preguntas.

El hombre cogió a la chica y en brazos se la llevó al auto. La sentó en el asiento de atrás y me dijo que subiera, pues no quería quedarse con el marrón de estar respondiendo preguntas para las que no tenía respuestas.

En cinco minutos estuvimos en la entrada de emergencias del centro de salud. El conductor la cogió y me la puso en los brazos.

. - entra. Ahora es cosa tuya y de ella. Suerte, chico. No puedo entretenerme más, me esperan por el material que llevo.

. - gracias –fue lo que le dije, por no ponerme a filosofar-.

Entré dando una patada en la puerta tipo salón y me puse delante de un enfermero que dormitaba. Al abrir los ojos y verme con la chica en los brazos, despertó de repente. Cogió una camilla y me ayudó a colocarla allí.

. - ¿qué ha pasado?

. - no lo sé. La encontré así.

. - quédate aquí, tienes que rellenar unos papeles.

Cinco minutos después llegó una pareja de la Guardia Civil. Uno de ellos medía dos metros y el otro, en contraste a su lado, perecía un pigmeo, de bajito que era.

El enfermero me señaló y hacia mí se dirigieron.

. - buenos días, ¿se puede identificar?

. - un segundo –busqué mi cartera y me recordé que la llevaba en la sudadera-.

. - mi cartera está en la sudadera que le presté a la chica herida.

. - entiendo.

Mientras el alto seguía interrogándome, el pequeñajo se fue a buscar mi cartera, regresando un minuto después.

Tomó nota de mis datos en un papel y no dejaron de preguntarme cosas que ignoraba, solo repetía lo mismo. La encontré así y nada más sabía.

. - ¿dónde estaba a las 12 de la noche?

. - en mi cama, durmiendo.

. - ¿alguien que lo pueda atestiguar?

. - sí, mi compañero de piso en la universidad.

Les di la dirección y mientras uno seguía interrogándome, el otro se apartó y llamó a alguien para que se pasara para comprobar mi coartada.

No habían acabado conmigo, cuando una pareja de preocupados padres, supuse, entraron. El enfermero los llevó dentro. Allí estarían por media hora, hasta que salieron con la chica en camilla. La subieron a una ambulancia y desaparecieron todos, menos yo y aquellos dos guardias civiles.

. - ¿me puedo ir?

. - ha de esperar un poco. Nos llamarán de jefatura. ¿O prefiere ir con nosotros y esperar allí?

. - no hay prisa, esperaré lo que haga falta, pero no he hecho nada para que me retengan aquí.

La emisora sonó y pude oír perfectamente lo que le decían desde el otro lado.

. - en la casa no hay nadie.

El grandote se giró hacia mí con no muy buenos modos.

. - chico, te vienes con nosotros a jefatura. Estás detenido por agresión sexual.

. – pero, ¿qué dice?, si la encontré ya así.

Sacaron unas esposas, me las colocaron y me metieron en un vehículo oficial con destino al trullo.

Según llegué, me tomaron las huellas y después de rellenar el informe, me pasaron a una de las celdas del sótano.

Allí había un par de tíos de mediana edad y una tía que no paraba de maldecir su mala suerte. Era una yonki de más edad que la mayoría de drogatas habituales.

Me pusieron en una celda junto a uno de los presos machos. El tío tenía una mirada de loco. Me tendí en la cama libre y no le miré siquiera, no fuera a ponerse conmigo.

El otro de más allá era un vejete. Según dijo la loca, por su sucia boca, el vejete era uno que habían cogido abriéndose la ropa en la entrada de un colegio de niños. Un pervertido, decía la drogata.

. - ¿y tú que hiciste para que te metieran aquí? -me dijo la yonki-.

. - yo no he hecho nada en absoluto.

. - pues lo mismo que yo y todos los demás. Todos somos inocentes. Guardia, cabrón, sácame de aquí.

(Parte 8 de 16)

FIN