Abanico multicolor (7)
La historia va de invidentes, un riñón y una pérdida de memoria, tras un accidente. Relato en 16 trozos.
ABANICO MULTICOLOR
(7-16)
ESCRITA POR: SALVADOR MORALES
© Todos los derechos reservados.
. - ya sé lo que te voy a pedir. Tú me haces andar de nuevo y yo te dejo meterme mano y besarme durante la instrucción.
. - ¿qué tipo de lesión y cómo te la hiciste?
. - accidente de bicicleta. Caí por un pequeño barranco y llegué al fondo toda hecha polvo.
. - eso es una lesión medular y yo no soy cirujano. Te has pasado, tía. Lo más que puedo hacer por ti es intentarlo al menos, pero no te prometo nada, no puedo hacer milagros.
Ella se lo pensó y se dijo que era más de lo que hubiera soñado. Necesitaba a alguien que le diera masajes pues las 100 sesiones en el centro de rehabilitación no le sirvieron para nada, pero ella estaba convencida que, si hubiese seguido, habría logrado alguna movilidad de sus piernas atrofiadas.
. - acepto tu ofrecimiento y mantengo las contraprestaciones. Pero debes ser sincero y no solo meterme mano, sino intentarlo al menos.
. - lo haré, pero cuando pueda. He venido a sacar la carrera de arquitectura y no voy a perderme una clase por estar junto a ti. Sí te digo que, entre las 6 de la tarde hasta las 8 de la noche, te ayudaré. A excepción de los días anteriores a los exámenes, que me quedaré estudiando. Fines de semana y festivos son para mí. Si te sigue interesando mi ayuda…
. - de acuerdo. Puedes darme un beso, si quieres.
. - no.
. - ¿no?
. - no. Quedamos en que me dejabas besarte y meterte mano, pero seré yo quien decida cuando y donde, no tú.
. - como quieras. Es tu prerrogativa. ¿Cuándo empezamos?
. - tranquila. ¿Tus padres tienen pasta?
. - que decepción, ahora resulta que eres un interesado y me quieres sacar dinero. Jodido cabronazo, rompo el trato unilateralmente. Adiós.
La chica salió corriendo con su silla sin motorizar. Los ojos le lagrimeaban a su pesar. Por una vez que había encontrado a un chico guapo que se interesaba por ella y su salud, resultaba ser un estafador.
Desapareció en una esquina. No hice nada por detenerla, pues nada había dicho yo para ofenderla para que rompiera nuestro trato y salir corriendo. Bueno, al final hasta salí ganando yo al desvincularme de mi palabra, que sin duda había sido la mayor metedura de pata que había hecho. Y todo por un canalillo, como si no hubiera vistos otros muchos.
Caminé hacia mi alojamiento. Utilizando la llave que me había dado Leticia, abrí la puerta. Me quedé patinando. Allí estaba el tío al que minutos antes le había entregado los papeles de la inscripción. Estaba a cuatro patas desnudo y siendo enculado por una desnuda Leticia. Su polla extra-larga le entraba y salía que era un gusto.
Cuando me vieron plantado con la puerta semi-abierta y mirándolos, Leticia sonreía, pero el otro estaba aterrado e intentaba salirse de su polla para salir corriendo.
. - tranquilo, José. Es mi compañero de piso. Salvador, por favor, termina de pasar y cierra la puerta. Al interventor no deben verlo el resto del alumnado.
. - disculpad, vuelvo más tarde.
. - de eso nada, pasa. Enseguida acabamos.
Cerré tras de mí y me fui a mi cama. Ellos estaban junto al sofá. Leticia seguía dándole polla como si tal cosa. El tal José no las tenía todas consigo mientras le enterraban una polla extra-larga como la de Leticia, Lety, para los amigos.
Lety, después de sodomizarle el orto, se corrió dentro de él. Ya ante de sacarla, comenzó a gotear el culo del hombre. Entonces mi colega se agachó y se puso a tomarse su semen del culo del interventor.
La polla de Leticia colgaba como la de los caballos cuando terminan de montar a una yegua. Estaba goteando. Suerte que el piso era de cerámica y se podría limpiar posteriormente.
. - antes de irte, hazme una mamada limpiadora, querido.
. - tengo un poco de prisa.
. - primero es lo primero. No hemos terminado hasta que me la dejes limpia como una patena. Si no, no vuelvas más. Así que tú verás.
El hombre recapacitó y mirándome avergonzado, comenzó a chupar polla llena de leche y restos. A duras penas le pasó la lengua y la dejó limpia. Yo hacía que leía, pero ni una palabra había metido en mi cabeza. Solo tenía ojos para el trabuco de Lety al salir del culo de su amante.
. - ¿está bien así?
. - perfecto, querido. Ahora vayamos a ducharnos juntos y te podrás ir a preparar ese discurso tuyo sobre la rectitud y las buenas costumbres en esta sociedad de depravados.
Lety me guiñó un ojo y se llevó de la mano a su amante. No los volví a ver hasta que regresaron otra vez.
Mientras el interventor se vestía, Lety cogió la fregona y la pasó por donde goteó su polla. Luego se llegó al baño y le pasó también la fregona a todo el piso.
Salió Lety y el interventor terminaba de vestirse. Lety se llegó hasta mí, en pelotas y me saludó con la mano.
. - bienvenido al hogar, chico. Ven, José, te presentaré a mi compañero de piso.
. - se me hace tarde.
. - déjate de coñas y no seas irrespetuoso con mi amigo.
José, el interventor se acercó y me dio la mano, algo temblorosa y húmeda de sudor.
. - tanto gusto.
. - el gusto es mío.
. - José es el interventor de la universidad. Así que, si tienes una beca que pedir, éste es el hombre indicado. Tiene una hija en silla de ruedas, ¿se llama…?
. - Verónica.
. - también estudia aquí.
. - la conozco, coincidimos en la cola para entregarle a usted precisamente los papeles de inscripción. ¿No noté que se saludaran ni que se conocieran?
. - así es mi Verónica. No quiere que le digan que está en la universidad por tener un padre interventor en la misma universidad. Es muy orgullosa.
. - eso también lo sé. Habíamos hecho un trato y lo rompió unilateralmente. Todavía me estoy preguntando ¿por qué?
. - ¿de qué trato me está hablando? –preguntó el hombre, intrigado-.
. - le iba a ayudar dándole unos masajes. Dice que fueron pocas las sesiones de rehabilitación que le dieron. Le dije si su padre tenía dinero y salió corriendo, poco menos que maldiciéndome y rompiendo nuestras recién hechas relaciones.
. - ¿y por qué le preguntó si tenía dinero?
. - porque no iba yo a pagarle la inscripción en un gimnasio donde hacer algunas pesas y demás máquinas allí instaladas. Yo no tengo medios para gastármelos, sería cosa de su padre, pero salió corriendo y no me dejó terminar la frase.
. - si la inscribo, ¿usted le ayudará en los ejercicios?
. - ya no tengo que cumplir con mi parte. No fue muy amable su hija.
. - bueno, ahora sí que me voy. Adiós a los dos y por favor, sr. Salvador, si no dijera nada de lo visto aquí, se lo agradecería.
. - sordo y ciego. No me gusta inmiscuirme en la vida de los demás, pero que nadie lo haga en la mía. Hasta la vista.
. - adiós.
Cuando José traspuso, Lety aún seguía mirándome y lo hacía fijamente.
. - ¿y a ti que te pasa ahora?, ¿tengo monos en la cara?
. - mira que follarme al padre de la chica que conociste en la cola de inscripción, tiene bemoles.
. - oye, Lety, ¿por qué no te vistes y vas a inscribirte y me dejas descansar? mañana será un largo día y tengo sueño atrasado, muy atrasado.
. - yo no hago colas. Yo llamo y vienen a buscar mi inscripción. De hecho, vino el propio interventor que recogió los papeles. Al amigo ya lo conocía del anterior curso. Lo tengo loquito por mi polla.
. - enhorabuena, ¿me dejas sobar o tengo que darte una patada en los cataplines?
. – eso, si me los encuentras. Creo que se los llevó José colgando de su culo –dijo riendo el tío, para luego irse a su cama y meterse dentro aun desnudo. Me levanté y apagué la luz. Luego la oscuridad fue dueña de mi nueva casa por no sabía cuántos años, pues como se me diera mal la cosa, saldría mucho antes de allí-.
La primera clase no era tal, sino de explicación del curso lectivo y de las normas a cumplir. De hecho, los del año anterior, ni fueron a clase, pues se conocían el rollo al dedillo.
Estuve mirando un mapa de la universidad, necesitaba estar seguro de cómo ir de un aula a otra sin estar preguntando a cada momento, cuando alguien me tiró del pantalón por detrás. Giré la cabeza y allí estaba ella.
. - y tú, ¿qué coño quieres ahora?
. - venía a disculparme
. - aceptadas, adiós y buenos días.
Me largué, pero ella me cayó detrás.
. - quiero seguir desde donde lo dejamos ayer.
. - ya es un poco tarde, ya no me interesa mantener el trato. No eres de fiar. ¿Qué me dijiste que era?
. - ¿un jodido cabronazo? –dijo ella bajito-.
. - eso mismo. Este jodido cabronazo tiene sentimientos. Lárgate, por favor y búscate a otro primo.
. - ¿y si aumento mi contra-prestación por tu ayuda?
No dije nada y seguí caminando, pero no muy rápido, pues quería oír lo que me iba a decir.
. - besos, mano y…
Me detuve y la interrogué.
. - ¿y…?
. - ¿polla?
. - explícate mejor.
. - te la mamaría.
. - ¿en serio?, de acuerdo. Hazme una mamada ahora.
. - ¿ahora?, ¿aquí, delante de la gente?
. - ya te dije donde y cuando quisiera, si no te interesa mi ayuda…
Casi con lágrimas en sus ojos, me habló.
. - de acuerdo, pero por favor, vayamos detrás de aquellos arboles de allí.
. - no será necesario. Veo que estás tan loca que lo harías. Acepto las condiciones.
. - ¿no quieres que te la mame ahora?
. - no será necesario. Dime, ¿por qué has vuelto si ayer pensabas tan mal de mí?
. - ayer mi padre me dijo que hablasteis y que lo de tu pregunta era para que me inscribiera en un gimnasio y no para sacarme dinero. Lo siento, debí esperar a que terminaras de expresarte y no acusarte de las cosas que te dije.
. - ¿por qué no me dijiste que tu padre era el interventor de la universidad?
. - no quiero que digan que entré en la universidad por una cuña. No puedo caminar, pero tengo una buena cabeza y vine aquí por mis notas, no por mi padre. Eso es todo, no hay nada más, te lo juro.
. - te creo. Empezaremos desde cero. Mañana nos vemos en el parque que hay aquí al lado, fuera de la universidad. Ven con un chándal, sin sujetador, ni bragas. Quiero que los tíos se giren al verte. No te pintes como una puta, por favor.
. - ¿sin sujetador?, se me caerán los pechos.
. - no lo creo. Se te ven fuertes y resistentes. ¿Vas a empezar ya a contradecirme de nuevo?
. - no, de acuerdo. Sin sujetador, ni bragas y con un chándal. Lo querrás bien ajustado, claro.
. - eso ni se pregunta. Te puedes poner encima algo para que tu padre no te vea de esa guisa.
. - muy considerado por tu parte. ¿Alguna cosa más?
. - sí, ¿qué dice tu padre del gimnasio?
. - no habrá problema. Cuando le diga que has aceptado mis disculpas, me inscribirá. Gracias por no decirle la contraprestación por mi parte.
. - eso a él no le importa, ni a nadie más que a nosotros dos. ¿No estás de acuerdo?
. - totalmente de acuerdo.
. - el horario no cambia. Hasta la vista.
Me fui hacia un comercio de libros deportivos y recuperación de deportistas de élite. Quizás allí hubiera algún libro interesante para Verónica. Por más que busqué, no encontré nada sobre recuperación de parapléjicos, por lo que le pregunté directamente al encargado, un mozalbete que no levantaba un palmo del suelo.
. - deseo un libro donde se hable sobre recuperación de parapléjicos medulares. Ejercicios que hay que hacer y demás historias.
. - perdone un segundo. Preguntaré a mi padre. Yo solo estoy de paso.
El chico se metió tras una cortina de canutillo, como la de los bares de toda la vida y desapareció. Al rato apareció un señor con un libro en las manos.
. - buenos días, según me ha dicho mi nieto, usted está interesado en recuperar un enfermo de paraplejia medular. Creo que este libro le va como anillo al dedo. Ya lo había retirado de las estanterías por falta de espacio para nuevos títulos y lo tenía metido en la trastienda cogiendo polvo.
Efectivamente tenía polvo. Lo cogí con dos dedos y abrí la primera página, luego la segunda y leí la fecha del copyright. Era de tres años atrás. No era tan viejo como el polvo quería hacer creer.
. - me interesa, pero me lo tendrá que rebajar, dado el estado en que está.
. - le haré un 40 por ciento de descuento.
. - le doy la mitad de lo que vale. No lo va a vender, lo sabe bien. ¿Hacemos trato?
. - pero lo limpias tú.
. - de acuerdo –me sacó la factura y vi que le había puesto un 50 % de descuento. Le pagué y salí de allí rápidamente, no fuera a arrepentirse. De camino a casa pasé por un surtidor. Eché una moneda en la máquina aspiradora y con cuidado de que no me arrancara las hojas por la presión del aparato, limpié el libro. Al final lo deje bastante potable. Solo tuve que presionar bien las dos tapas del libro para meterle la boquilla aspiradora. Sí, había hecho un buen negocio. La mitad del precio, más un euro de aspiradora-.
Según llegué a casa, me duché y me hice una tortilla y me la zampé yo todita. Con la barriga llena, cogí el libro y le pasé un trapo húmedo por las solapas, para luego tenderme en la cama y comenzar a echarle un vistazo al libro adquirido. Aquello que explicaba me parecía que no sería tan sencillo de poner en práctica. Por suerte, al final del libro estaban las imágenes de las lecciones a que hacían referencia en el resto del libro.
Sencillo no era, pero si seguía las instrucciones paso a paso, poco a poco le cogería el truco. Todo era empezar y meterle mano a Verónica, para recuperarla, claro...
Con mi libro abierto de par en par, estaba esperando a Verónica, la gordita parapléjica.
Cuando eran las 6.30, no había llegado. Así que me levanté molesto. En eso llegó ella rápidamente hasta mi banco.
. - lo siento, me he retrasado.
. - has perdido media hora y me la has hecho perder a mí. Podía haber hecho otras cosas. La próxima vez me das un toque y también me retrasaré yo.
. - perdoname, no sabía tu número.
. - es verdad y yo tampoco el tuyo. Antes de nada, intercambiémonos los números.
Apuntamos directamente los números en la memoria de los móviles. Luego me senté frente a ella.
. - déjame verte ese cuerpo serrano.
Ella se quitó de encima el abrigo que la tapaba bastante bien, entregándomelo. Lo puse en el asiento. Silbé por lo bajo.
. - estás impresionante.
. - de eso nada. Parezco una puta.
. - no estoy de acuerdo. Cuando termine contigo, si no caminas, al menos te habrás buscado a un tío.
Los pezones, y el resto de sus pechos, se reflejaban sin problemas a través de la tela. Ella tenía las manos entre sus piernas, impidiéndome ver detrás.
. - separa las manos.
Ella no hizo caso y fui yo quien se las separé con lentitud. Después le abrí las piernas todo lo que pude.
. - lo que supuse. Precioso.
. - se me nota todo. No puedes dejar que me miren y me vean con esta pinta de furcia buscando un cliente.
. - en parte tienes razón, por lo que lo ocultarás para los demás, pero cuando te tenga delante mío, liberas las manos y me dejas admirarlo el tiempo que me dé la gana.
. - ¿y ese libro?
. - los ejercicios para intentar recuperarte.
. - ¿empezamos?
. - sí.
Atraje la silla hacia mí, estando yo sentado y puse su pierna derecha encima de mi muslo. Le saqué la zapatilla, para luego quitarle el calcetín. Le hice cosquillas y pregunté si sentía algo.
. - no, nada en absoluto.
. - de acuerdo –se lo bajé e hice lo mismo con su otra pierna. Tampoco sentía nada-.
Con el libro cerca de mí a un lado del asiento, lo consulté un segundo y comencé a darle masaje en los dedos y planta del pie y pantorrilla. Primero en una pierna y después en la otra.
Según consultaba una ilustración, hacía un ejercicio diferente. Así estuvimos la primera hora. Su entrepierna se iba humedeciendo, reafirmando sus labios vaginales mayores a ojos vista.
Ella se miró y aunque poco se podía mover, no así sus ojos que miraban en todos lados. La tensión de un principio por lo que se iba a encontrar, iba desapareciendo, al ver que cumplía mi parte del trato.
Con sudores en mi frente, me los secaba con el torso del brazo. El calor reinante no ayudaba, precisamente.
. - pasemos ahora al torso y la espalda.
Le ovillé la parte superior del chándal hasta los pechos, dejando el estómago al aire.
. - joder, chica, ¿acaso no coges sol?, estás muy blanca.
. - no soy de sol ni de playa.
. - pues eso se acabó. El sol, aparte de dejarte un morenito que te cagas, dicen que da vitaminas. Nunca lo he podido creer, pero si lo dicen los libros, habrá que creerles.
. - ¿tú crees que estoy en condiciones de ir a los lagos a meterme en el agua?
. - si te quieres recuperar, aunque no lo consigamos, has de ser más positiva. Si te digo la verdad, no creo que consiga gran cosa, pero los mismos ejercicios, según dice el libro, es bueno para tu circulación y te sentirás mejor. Yo creo que, con eso, ya bastante es. ¿No te parece, guapa?
. - gracias, por lo de guapa.
. - las cosas son como son. Estás como un tren, pero con algunos kilos de más. Intentaré añadir algunos ejercicios para bajarte algunos, así podrás lucir palmito.
. - por favor, no te rías de mí. Sé que soy fea y gorda y eso no lo vas a poder cambiar.
. - tú eres tonta. Ser fea o sentirse gorda es algo anímico. ¿Cuántas gorditas son más felices que las que tienen los kilos justos?, la mayoría, ganáis por goleada. Así que el derrotismo lo dejas en casa. Te quiero ver positiva, ¿acaso estar con un tío buenorro como yo ya no es suficiente?
. - te lo tienes muy creído, ¿sabes? –sonrió ella-.
. - ¿lo ves? porque soy positivo. Ahora, si estuviera en tu situación, no sabría cómo estaría, pero desde luego no echaría la culpa a nadie de mi situación. Son cosas que pasan y hay que saberlas llevar.
. - ¿de dónde has sacado esas ideas?
. - oye, ¿qué crees que he estado haciendo desde ayer que te dejé?, me he leído ese tocho de libro. Aun así, debo de darle aún un par de lecturas más para entender algo y quedarme con lo importante. Quiero ser positivo, aunque la cosa parezca muy negra ahora.
. - veo que te lo estas tomando muy a pecho. Cuando quieras, puedes aprovecharte de mí.
. - te diré dos cosas para que te quede bien clarito. Lo haré cuando me apetezca y segundo, tú te estás aprovechando de mi tiempo y de los ejercicios que te hago y yo estoy en todo mi derecho a percibir por ello algo no pecuniario. Además, ¿te he obligado yo a aceptar?, cuando quieras, puedes romper el trato, ya te lo dije.
. - ¿incluso ahora que ya llevas una hora dándome masajes y tú no me has tocado de esa manera?
. - por supuesto. En el momento que lo desees. No te lo reprocharé, porque cuando yo hago un trato, aunque me desfavorezca, lo cumplo. ¿Lo dejamos y cada uno por su parte?
. - no, por favor. De momento estoy contenta y no eres nada abusón. Bueno, eso de la ropa, me preocupa, no te lo oculto.
. - me gusta mirarte esos tremendos pechos tuyos y no veas, la entrepierna.
. - o estás enfermo o estás enfermo. Sí o sí.
. - lo segundo, seguramente –dije sonriendo-.
. - Seguramente –por segunda vez sonrió Verónica y me gustaba como lo hacía-.
. - este sábado te llevo al lago a coger sol en pelotas.
. - ni me llevarás al lago y ni me pondré en pelotas. No soy así. No me gusta.
. - que no te guste, me importa un rábano. En el libro hay ejercicios en el agua y tengo que meterte en el agua.
. - pero seguro que no pone nada de hacerlo en pelotas.
. - esa es mi prerrogativa. ¿O te pongo a cumplir tus contraprestaciones aquí mismo y te desnudas para mí?
. - serás cabrón –lo pensó mejor-, perdona, no he debido decirlo. ¿Habrá mucha gente en ese sitio del lago al que pretendes llevarme?
. - la última vez que fui con unos amigos no había nadie y no fue hace mucho. No es época para que vaya la gente, pero sí hacía un calorcito que te cagas. Está oculta del resto del lago por cañaverales y es bien bonita.
. - ¿y tengo que estar desnuda?
. - todo el rato. Yo también lo estaré, claro.
. - ¿allí me vas a violar?
. - por favor, solo te pido que no insultes. No he violado a nadie en mi vida y tú no vas a ser la primera. Retira lo que has dicho, porque si tú puedes cortar el trato, yo también estoy en mi derecho de hacerlo cuando quiera.
. - perdona, es lo primero que se me ha venido a la mente. Nunca he estado desnuda delante de ningún chico y menos sola.
. - piensa primero y después habla. No podemos estar todo el día en tensión sexual. Tú has dado permiso para ciertas cosas y atente a ellas, si no te ves con fuerzas para cumplirlas, dilo ahora.
. - las cumpliré, te lo juro. Iré contigo a ese lago y me desnudaré, te lo prometo y cumpliré lo pactado. ¿Quieres que lo haga ahora?, cuando tú quieras. Pero aquí, a la vista de todo el mundo, no, por favor. No podría vivir con la vergüenza de que se enterara mi padre y resto de mi familia.
. - no te preocupes, no soy tan cabrón como te gusta decir que soy. Además, yo también entraría en desgracia que me detuvieran contigo haciéndome una felación, así que cuando lo hagamos, será solos, tú y yo.
. - gracias, te lo agradezco. En cuanto a lo demás, puedes meterme mano o besarme cuando quieras. Lo tomaré como cosas de un novio que me he echado, ¿te importa que lo divulgue así, por si nos cogen besándonos y demás?
. - puedes hacerlo, pero no lo divulgues mucho. Yo lo negaré, para hacerme el macho. Además, fuera de aquí me espera una chica preciosa con la que deseo compartir el resto de mi vida.
. - entonces tienes novia –afirmó más que preguntó-.
. - sí, es una chica ciega, Maribel se llama. Lo siento, Verónica. Lo nuestro es una transacción comercial. Tú ganas y yo gano. Tengo plena libertad sexual con respecto a mi novia. Ella también la tiene, fue la única condición que nos impusimos. Cuando tenga el título en el bolsillo, volveré a por ella y nos iremos a Sudamérica a ejercer, yo de arquitecto y ella de profesora de niños ciegos locales.
. - La carrera es larga. ¿Crees que te esperará?
. - yo iré en su busca, pero, si ha encontrado a uno mejor que yo, me apartaré olímpicamente. Deseo que sea feliz, aunque me gustaría que fuera junto a mí, pero si no puede ser, que al menos lo sea ella junto con quien quiera. No me tiraré por un barranco, no señora.
. - bueno, de momento serás mi noviete, ¿te parece bien?, novios no, pero si amigos con derecho a roce. Salvador, ¿te puedo pedir que cuando esté cerca alguna amiga a la que quiera darle celos, te pida que me beses o me metas mano?, ¿lo harás?
. - te responderé en cada caso concreto, porque si minutos antes hemos discutido, comprenderás que te va a meter mano tu padre.
. - claro, eso lo entiendo. Gracias. Ya me siento mejor en cuanto a la contra-prestación. ¿Te las enseño discretamente?
. - no, ya las veré el sábado. Te espero en esa misma parada que ves allí. Tendré que mirar los horarios hasta llegar al lago, cuando lo sepa te informaré cuando debes estar y recuerda…
. - no me lo repitas, me despelotaré.
. - no era eso, precisamente. Te iba a decir que lleves puesto el bikini correspondiente debajo de la ropa, no necesito que tu padre me aostie por pervertir a su hija. Porque si le dices que vamos a hacer ejercicios en el agua y no llevas ropa playera, el hombre sumará dos y dos y sacará la conclusión de que, o le has mentido y no vamos a un lago, o estarás en pelotas delante mío. Es pura lógica, hasta yo lo pensaría y no soy tu padre.
. - ¿no iras a compararte con mi padre?, él no pensaría nada de eso.
. - que poco conoces a los hombres. Siempre pensamos en lo mismo.
. - ¿por ejemplo?
. - pues en dos cosas principalmente. Como tener el bolsillo lleno y como tirarse a la hembra que pasa delante de nosotros. Para nosotros todas las tías están buenas, somos de ideas fijas.
. - sí, muy limitados, sí que sois los tíos. ¿Y las que están en sillas de ruedas, también están buenas?
. – esas, más todavía.
. - ¿por qué?
. - no digo más. No voy a rebelar todos los secretos de mis congéneres en solo cinco minutos. Nos quedaríamos enseguida sin nada que ocultar. Ahora descansa la lengua y déjame sobarte un poco.
Ella se tensó, pues ahora iba a meterle mano, se dijo. Comencé sacándome una botellita diminuta de un bolsillo con un aceite que me recomendó Leticia para masajes, anteriormente recomendado por un colega marica para lubricar bien su extra-larga polla y así entrarle bien analmente al amante de turno. No olía, pero era grasienta. Me juró que no mancharía la ropa. Como no fuera así, Verónica me echaría la bronca y yo se la echaría a Lety.
Con un poco de aquel aceite en las manos, le sobé bien los michelines de su cintura y al resto de su barriga, llegando hasta casi tocar los pechos, los cuales sabía que, aunque voluminosos, no estaban caídos, no sabiendo por qué, ¿o sí? Pudiera ser por la anchura de la base de los pechos que frenaban su caída, pues, aunque grandes, sus puntas hacían una pequeña curva hacia arriba que los hacía aún más apetitosos.
Ella se electrificó internamente. Sus pezones se endurecieron y se marcaron aún más a través de la tela tensa.
Me fui detrás de ella y por detrás la masajeé bien, bajando hasta tocar el vello púbico y parte de los muslos por abajo y arriba hasta tocar los pechos. Toda aquella parte fue masajeada hasta hacerla sudar.
. - ahora voy a masajearte la espalda, donde está más al exterior la espina dorsal de las personas. Vamos, la columna vertebral de toda la vida. Tengo que hacerte hacia adelante todo lo que pueda. Dime hasta donde puedes doblarte, para detenerme y no hacerte daño. ¿Me has entendido, Verónica?
. - sí, no me dobles mucho, pues apenas puedo moverme como deseas hacer.
Le cogí de ambos hombros y la fui doblando poco a poco. Apenas empecé, me frenó.
. - para, para, por favor.
Detuve el movimiento y allí la dejé. Le masajeé la espalda, toda ella, como pude.
. - la próxima vez tendrás de bajarte de la silla. En el gimnasio te tenderás en una camilla y allí podré darte mejor los masajes, sin que nos moleste la silla para nada. De momento vamos a dejarlo así, no debemos cogerlo tan apecho la primera vez o te saldrán agujetas y no es plan.
. - gracias por preocuparte de mis agujetas, no lo hubiese esperado. ¿Puedo bajarme la parte delantera ya y taparme mis vergüenzas con la manta que traje?
. - sí, perdona –yo mismo la ayudé a taparse- ¿te he hecho mucho daño con mis masajes de aprendiz?
. - para nada.
. - entonces damos por terminada la primera sesión. ¿Te puedes mover bien?, perdona, me refiero a impulsarte con las manos.
. - sí, gracias. ¿Me acompañas hasta la esquina de mi casa? a anochecido y no me gusta estar tan tarde por ahí.
. - no hay problema. Si te parece empezamos antes, para así no tener que estar por la noche en la calle.
. - no hace falta, si me acompañas hasta casa.
. - como quieras. ¿Te empujo o te vales tú misma?
. - no, prefiero que vayas junto a mí, como mi noviete, ¿recuerdas?
. - sí, ya recuerdo, tus amigas y eso de darles celo.
. - eso es.
. - pues hoy no hemos reñido, así que, si aparece alguna, ya sabes…
. - de acuerdo. La señal será si me rasco la cabeza un poco.
. - muy bien, cariño, les haremos envidiarte.
. - ¿no me puedes dar un anticipo?
. - no seas avariciosa. Ya sabes, la avaricia rompe el saco. Ten paciencia, todo llegará-.
. - de acuerdo. Mira, en la parada están los horarios. Vayamos hacia allí e informémonos de cuando pasa el o los autobuses que tenemos que coger.
. - me gusta eso de el o los , se ve que eres erudita y esa cabeza tuya no solo pide besos.
. - no sé si tomarlo como un cumplido.
. - pues deberías y esa cara sonriente es la que me gusta verte y no la de amargada, soltera y sola en el mundo.
. - yo no era así, no seas exagerado.
. - porque no te mirabas al espejo, que si no…
. - embustero. Lo dices para chincharme, seguro.
. - seguramente –dije sonriendo-.
Llegamos a la susodicha parada y estudié el itinerario y los horarios.
. - vamos a tener que coger al menos dos autobuses de ida y otros dos de vuelta. Bueno, la última vez tuve que coger tres, así que desde aquí es más corto el recorrido.
. - pues mejor que mejor. ¿Cómo está la carretera para el carro?
. - la verdad es que es una carretera para cabras, pero yendo con cuidado, podremos llegar. Yo te empujaré allí donde sea más complicado, porque tú no te defiendes con muletas, ¿verdad?
. - si las pudiera usar, ¿crees que estaría sentada todo el día en esta silla?, no, no puedo.
. - ¿y si te llevo…? no, que digo. Pesas más que yo y me deslomarías. Mala idea.
. - sí, muy mala idea. No importa, si tú dices que podemos llegar a ese sitio, llegaré, aunque me quede sin ruedas.
. - hola, Verónica. ¿Te vas de viaje? –dijo una chica acercándosenos-.
. - hola, Susana. Sí, vamos a hacer un pequeño viaje de fin de semana Salvador y yo –dijo ella, rascándose la cabeza-.
. - ¿no me presentas, querida? –le dije a mi gordita, rodeándole con la mano el hombro y cogiéndoselo con suavidad para que se diera cuenta la recién llegada-.
. - perdona, Salvador. Ésta es Susana, una amiga.
. - hola Susana –me acerqué a ella y le di dos besos en los carrillos-.
. - ¿estáis juntos? -preguntó la amiga-.
. - ¿lo dudas? -dije, mientras le di un beso en la boca a una nerviosa Verónica-.
. - ya veo. Verónica, tráete el sábado a Salvador a conocer a los chicos. Estaremos donde siempre.
. - lo siento, Susana, no vamos a poder ir. Estamos mirando los horarios para acercarnos a uno de los lagos para pasar el sábado los dos solos.
. - bueno, cuando puedas te lo traes. Las chicas querrán conocer a tu nuevo amigo.
. - de acuerdo, cuando podamos iremos. Dales besos a las chicas.
. - vale, hasta la vista y diviértete.
. - lo haré, gracias.
Se dieron unos besos de cortesía. Luego la tal Susana me besó en los labios para largarse después.
. - joder con tu amiga. Me metió la lengua hasta la tráquea.
. - así es Susana, una pija caliente. No se lo tengas en cuenta.
. - ¿cómo qué no?, si en plena calle me mete la lengua así, cuando estemos a solas, me baja los pantalones y ya te dijo las dos cosas que más nos gustan a los tíos.
. - sí, no me lo recuerdes. Pasta y tías. Al menos no me pongas los cuernos con mis amigas, ten decencia y búscate a una pelandusca fuera de mi círculo.
. - como ésta se me insinúe, ya verás tú con tu círculo. Me la cepillo allí mismo.
. - hombres, ni con ellos, ni sin ellos. Ya me has hecho enfadar.
. - pues no lo estés. Estoy bromeando. Las chicas como tu amiga Susana, no me van, la verdad. Son demasiado putas para mi gusto, así que no temas, aunque me provoque, no caeré en sus redes.
. - eso estaría bien verlo cuando se ponga sus vestidos con esos escotes extra-largos que tanto le gustan.
. - tu ponme a prueba y verás. Allí tendré que meterte mano, lo siento.
. - no lo sientas. Allí es donde tienes que hacerlo y no en plena calle.
. - oído cocina. Es una expresión que significa…
. - lo sé, ¿recuerdas que no soy tonta?
. - sí, perdona. Veamos entonces lo del viaje. Si salimos a eso de las 9 de la mañana, llegaremos dos horas después de hacer los dos trasbordos. La vuelta ídem de ídem y estaremos en casa a eso de las 8 de la noche. ¿Qué te parece? si es mucho trajín, lo cambiamos por uno que te vaya mejor.
. - ¿hay donde ocultarse del sol?, no puedo estar todo el día achicharrándome, ya sabes cómo tengo la piel de blanca.
. - eso lo tengo arreglado. Aparte de algo de comida, llevaré un buen bronceador. También llevaré una pequeña casa de campaña para dos personas. La pondremos junto al agua, así nos refrescaremos mejor.
. - ¿todo el día desnudos, dices?
. - todo el día desnudos como Adán y Eva. Tú serás Adán y yo Eva. Yo me comeré la manzana envenenada.
. - de eso nada. Bueno, espero convencer a papá de que me deje ir. Algunas veces es sobre-protector y se cierra en banda.
. - si se pone tonto, le dices que mi amigo le da recuerdos. Seguro que te da permiso.
. - ¿quién es ese amigo tuyo?
. - un amigo mutuo de los dos. Así sabrá que soy una persona juiciosa y no te voy a hacer nada que tú no quieras.
. - no vas a hacerme nada que yo no quiera , bonita frase, ¿qué significa exactamente?
. - lo que dice literalmente, sin nada más detrás.
. - tú y tus frasecitas. Vayámonos ya o papá creerá que desde el primer día me has secuestrado y enviada al extranjero.
. - sí, y un huevo para dos. Hoy no toca secuestrar a nadie. Estoy molido de darte masajes.
. - si quieres puedo darte yo ahora. Te dejaría como nuevo.
. - ¿dónde has aprendido masaje?, Al menos habrás comprado un libro sobre ello, no creo.
. - no, pero aprendo rápido. Si no te dejo cojo el primer día, seguro que ya no te dejo lisiado.
. - mejor lo dejamos para el sábado. Allí, en la playa, puedes practicar conmigo, pero no hoy. Vayámonos, ya. Necesito descansar para mañana, tengo clase con cierto capullo de maestro. Todos dicen que es un hueso duro de roer.
. - de acuerdo. Quería alargar lo más posible la noche, pero entiendo que tenemos que dormir para rendir en la universidad.
Llegamos a un portal acristalado de color amarillo. En vez de ir por la puerta de entrada, bajó por una pequeña rampa que daba al garaje. Con un mando que se sacó de un oculto bolsillo, abrió la puerta, abajo cogería el ascensor y la llevaría directamente a su planta.
. - bueno, aquí nos despedimos. Ahora dame un casto beso. Papá nos vigila desde la ventana.
. - joder con tu vista. Ni me había fijado.
. - es lo que tiene no poder moverse. Los otros sentidos se te desarrollan.
Me acerqué a ella y le di un beso en una mejilla, después la vi bajar y desaparecer en el garaje, mientras la puerta se cerraba. Luego regresé por donde había venido y me fui a casa.
Mientras tanto, Verónica llegaba a la puerta de su casa y su padre le abrió.
. - hola hija. ¿Cómo ha ido la cosa?
. - muy bien, papá –dijo tapándose bien- voy a darme una ducha calentita. Estoy toda sudada. No ha parado de darme masajes. Huele muy bien, ¿qué has preparado?
. - unos espaguetis del número 2 como a ti te gustan.
. - gracias papá, eres un cielo. Y como sé que eres bueno, te voy a pedir que me dejes ir con Salvador este sábado a uno de los lagos a pasar el día.
. - los lagos están un poco lejos, hija.
. - sí, lo sé. Exactamente a dos horas de aquí. Hemos estado mirando los horarios de los autobuses.
. - hija, ¿no es un poco prematuro? aún no conoces a este chico.
. - papá, me fío de él. No te preocupes por mí. Cuidará bien de mí. Comeremos allá arriba. Me dio recuerdos de su amigo mutuo.
. - ah, sí. Bueno, pero estate alerta. A las primeras de peligro, me llamas y voy a buscarte.
. - papá, allá arriba no funcionarán los móviles.
. - bueno, aunque sea con señales de humo. Correré y le zurraré de lo lindo.
. - gracias, papá. Eres un sol y te quiero un montón.
. - yo a ti también, hija. Vete al baño, te llevaré tu ropa de dormir.
. - gracias, papá. No tardes, estoy cansadísima del masaje.
Mientras uno iba en busca de la ropa, la otra iba al baño.
Verónica usaba una pequeña grúa para meterse en el plato de ducha, subida en una especie de silla de columpio. Antes de que apareciera su padre, se sacó la ropa de inmediato, no quería que viera que no tenía bragas ni sostén. La ropa la tiró al cubo de la ropa sucia y allí esperó a su padre.
Su padre llegó con la ropa y la puso sobre el lavabo. Después se desnudó del todo y se metió junto a su hija. Cogió el teléfono de la ducha y comenzó a mojarla por todo el cuerpo, menos la cabeza, esa parte era para el final según le gustaba a ella.
Con un poco de champú en una mano, se lo pasó por todo el cuerpo. Pechos y vagina, sin ningún problema. La propia hija se alzó un poco para que su padre le pasara bien la mano por debajo. No le gustaba la esponja, pues quería que su padre se lo pasara bien al menos un momento del día, pues desde que faltaba su madre, estaba siempre solo.
Cuando estuvo toda enjabonada, su padre reguló la grúa para ponerse delante de las narices el chumino de su hija paralítica.
Una vez logrado, el padre amantísimo comenzó a comerle el chichi a su paralitica hija.
La chica comenzó a gemir y a soltar orgasmos guardados desde que estuvo siendo masajeada.
Cuando acabó su padre, la chica había descargado y quedado exhausta.
. - gracias papá, como siempre, te has portado.
Verónica manejó la grúa y bajó hasta ponerse a la altura de los huevos de su padre. Allí le cogió su pene endurecido por el deseo y le dio rienda suelta al disfrute paterno.
La chica ya era toda una experta mamadora de pollas paternas. El viejo sabía que nunca saldría defraudado de su hija.
Al rato explotó en la boca de su hija amantísima. La chica saboreó la polla de su padre, como hacía desde años atrás, tras la muerte de su madre, cuando Verónica vio a su padre tan entristecido después de enterrar a su madre.
Quiso que no se sintiera tan perdido y sin que nadie le dijera nada, a los 15 años, comenzase a mamarle la polla a su querido padre. El hombre en un principio sintió que no estaba bien, pero pronto cambió de idea al pensar que su hija también sufría la muerte de su madre y lo necesitaba tanto ella, como él mismo, de una relación más cercana y satisfactoria para los dos.
Después de la primera mamada, vinieron otras y otras, donde papá, para agradecerle el esfuerzo por su ayuda, comenzó a comerle el chichi a su hija, la cual agradeció tal afecto por parte de su padre.
Desde entonces padre e hija se satisfacen mutuamente desde que tienen una oportunidad. Ellos no lo ven como un incesto, ni nada parecido, sino como una necesidad mutua de no volverse locos entre aquellas cuatro paredes.
Tal es el sentimiento entre padre e hija que nunca ha intentado el padre penetrarla, esperando que Verónica conociera a un guapo chico que le gustara compartir su vida con ella. En ese momento se apartaría sexualmente de su hija, para hacerle espacio a su nuevo amor.
. - gracias hija. Hoy dormiré muy bien. ¿Te vienes a mi cama o me voy yo a la tuya?
. - papá, la mía es especial, ya lo sabes por mi problema. Dormiremos en la mía, así te despertaré como te gusta.
. - gracias, hija. Cuando faltes, te echaré de menos muchísimo.
. - papá, nadie vendrá a buscarme y casarse conmigo. Ningún chico necesita a una paralítica para nada, es más, soy un estorbo hasta para ti.
. - hija, eso no lo digas ni en broma. Gracias a ti he podido soportar estos años sin mamá y quiero seguir siendo bendecido con tu cariño y amor. Yo lo seguiré haciendo hasta que me muera, si hace falta. Solo deseo, antes de dejarte, verte junto a alguien que quieras y te quiera como eres.
. - gracias, papá. Siempre he podido contar contigo y seguiré amándote como hasta ahora. Que me digan que está mal, que digan que es incesto, que me digan lo que les dé la gana. Papá, eres mi verdadero amor y seguirá siendo así hasta que quieras.
Su padre se abrazó a su hija llorando de felicidad. Luego, cuando se calmó, la bajó hasta la silla de ruedas. Allí puso una toalla y la secó bien. Su cabeza se la clavó en un pequeño lavabo. Ella misma le gustaba hacerlo a su modo y manera.
Cuando acabó de ducharse y lavarse, su padre la puso en el wáter para orinar. Cuando lo hizo la sentó en la silla y juntos, fueron a la cama especial de la chica.
Allí la subió a la cama, desnuda como estaba. Luego su padre fue a la cocina y le trajo su comida. Allí, en la cama, se puso a comer. Lo hacía así para que su hija se sintiera más amada si era posible, aunque solo por la noche. Por el día, comía en la mesa, como siempre.
Mientras comía, con las piernas cruzadas y en alto, de su vagina quería salir zumo del bueno. Cuando su padre terminó de apagar las luces de la casa y se llegó al dormitorio, notó ese olor característico de hembra en celo.
. - hija, estás rezumando por tu vagina.
. - lo siento, papá.
. - se nota que ese chico, Salvador, te gusta. Nunca te he visto rezumar de esta manera.
. - un poco sí, papá. Todavía no sé a qué atenerme con él, pero sí, me gusta y mucho. Pero tiene una novia esperándole en su ciudad. Por favor, ¿puedes tomarte mi zumo? por favor, papá…
. - claro hija. Siempre que lo necesites, no dudes en acudir a tu padre que tanto te quiere.
El padre se metió entre sus piernas, ahora desenlazadas y comenzó a tomarse sus jugos vaginales. Estuvo tragando un buen litro de sustancia de hembra.
La chica puso la comida sobre la mesa de noche y se abrió bien de piernas. Así su padre disfrutó más y mejor de su entrepierna.
Cuando su padre terminó, dejándola seca, retiró la bandeja y la puso en el fregadero. En cinco minutos volvió con su hija, la cual ya estaba con los ojos cerrados durmiendo. Sonrió y apagando la luz, se metió desnudo en la cama, besándole cada pecho y finalmente en la boca de su chica tan especial. Luego, abrazados como siempre hacían, esperó dormir de un tirón. Solo pensó en una persona. En mí, pues no sabía cómo de discreto sería para no revelar a su hija de sus mariconerías con su compañero de cuarto. Si su hija se enteraba, todo se iría al traste y no lo deseaba, en absoluto lo deseaba y no solo por su reputación, sino por su propia hija que no sabía de sus apetencias homosexuales. Por eso había aceptado que la llevara al lago este sábado.
Sábado, 9 de la mañana. Verónica, con su mochila entre las piernas, me esperaba con nerviosismo.
Cuando aparecí detrás y le di un beso en la cabeza, ella casi se asustó, pues no sabía quién era. Al verme la cara, sonrió.
. - ah, eres tú. Llegas tarde.
Miré el reloj y se lo enseñé.
. - un minuto antes, mira.
. - está mal, fíjate en el reloj de la iglesia la hora que marca –dijo señalándolo-.
. - nada, ese reloj no se comunica con los satélites como el mío. Pero es igual, minuto arriba, minuto abajo, aquí estoy. ¿Trajiste tu parte de los billetes?
. - aquí lo tienes. Ya podías haberme pagado mi parte.
. - sí, ¿y por qué no te pongo también un pisito?, la última vez que fui al lago pagué yo por gilipollas y tuve pérdidas, pues nadie soltó la pasta, aunque me dijeron que me la darían al volver. Así que cada uno se pague su viaje y listo.
. - que poco caballero que eres. Solo por verme en pelotas ya podías habérmelo pagado.
. - entonces te tendré yo que cobrar por verme a mí también de esa guisa. Estoy bien bueno y eso vale una pasta gansa.
. - calla, allí viene nuestro autobús. Dile que habrá la trampilla para subir –me dijo-.
Verónica se colocó donde suponía que pararía la puerta trasera que tenía aquel vehículo para subir a los discapacitados como ella.
Yo me quedé en la parte delantera, con más gente. Después de avisar al conductor, apretó un botón y salió una trampilla y vi que Verónica subía al autobús. Le pagué los dos billetes y me fui hacia ella. Me senté en un banco, con la chica en su silla, a mi lado.
. - ¿cómo estás, cariño?
. - bien, querido -ella acercó su boca a mis labios y me dio un beso. Sonrió, estaba en su salsa-.
El viaje transcurrió sin problemas dignos de mención. Al dejarnos el segundo autobús junto al lago, descendimos. El vehículo desapareció y emprendimos viaje hacia el agua.
El camino de cabras no era tal, pero tampoco era un camino de rosas. Tuve que ayudar a Verónica un par de veces para remontar algunas pendientes. Cuando vislumbramos nuestro destino, se lo enseñé.
. - ahí lo tienes. Un lugar tranquilo donde los haya. Todo para nosotros.
Verónica miró a nuestro alrededor y no pudo por menos que afirmar que era así. Nadie nos podía importunar en aquella zona desierta y solitaria.
Cuando llegamos a la misma orilla, la arena impidió que la silla avanzara más. Hasta allí podía con ella, el resto hasta el agua la haría en mis brazos.
Aunque sabía que pesaba lo suyo, mis músculos cultivados a base de polla, mucha polla, podía con Verónica en brazos, aunque no mucho tiempo.
. - bueno, la silla no avanza más. Montaremos la caseta de campaña junto a la misma orilla, a un par de metros escasos. Si no te importa esperar un par de minutos para montarla y meter dentro las provisiones para que no se calienten, te lo agradecería. Tú puedes ir desnudándote, si quieres y puedes, si no, luego te ayudaré yo.
. - esperaré a que termines de montar la caseta.
. - como quieras.
Saqué la caseta de mi mochila y la puse donde la iba a anclar. En realidad, era la mochila de la caseta, pero había dejado en casa algunos extras que venían con ella, así pude meter algo de comida para pasar el día.
Montarla fue fácil. Tiré de un hilo mientras la soltaba y ella sola se armaba. Solo tenía que poner las estacas de plástico y atar las cuerdas adecuadas. De este modo tan sencillo ya teníamos la caseta montada. Cinco minutos para todo. Metí la mochila con mi comida y regresé con Verónica.
. - aquí estoy.
. - que rápido has montado la caseta.
. - sí, así da gusto.
Déjame tu mochila y ve desnudándote, por favor.
. - ¿tú no te desnudas?
. - desde luego. Oye, que esté empalmado a todas horas, no significa nada. Yo soy así, ¿entiendes lo que te quiero decir?
. - entiendo que eres un calentorro.
. - exactamente –dije, mientras me tendía en el suelo y me sacaba las deportivas y resto de ropa. En medio minuto ya estaba desnudo. Y sí, estaba empalmado y mucho.
. - es verdad y qué empalme más bárbaro.
. - venga, te toca -ella se desabrochó la blusa. Debajo llevaba el bikini. Luego le ayudé a sacarse la falda, levantándola un poco-.
Lo siguiente fue las chanclas que había traído. La parte de arriba se lo desabrochó ella con mucha timidez, pues aparte de su padre y su madre, nadie había visto sus rotundos pechos.
Al sacarse el sujeta-tetas, sus pechos no se movieron un ápice, pese a su grosor, miraban hacia arriba las puntas como ya había adivinado.
. - ¿te gustan?
. - son preciosos. Sobre todo, esa curva hacia arriba. Ahora te levantaré para que te bajes la parte de abajo.
La cogí de frente por los sobacos y la levanté a pulso. Sus pechos me daban en la cara. Ella se bajó la ropa lo suficiente para ponerla de nuevo en la silla.
Después fue fácil sacarle la parte inferior. Cuando estuvo desnuda, miré su cuerpo. Era bien bonito, pese a los kilos extra que portaba. Luego me fijé en que usaba tampón, cómo no.
. - el tampón debes quitártelo. Ya te pondrás uno nuevo cuando volvamos.
. - ¿lo crees necesario?, no quiero mancharte de sangre menstrual. Estoy en esos días.
. - no te preocupes por eso. Me limpio y listo. Así estarás más cómoda que con eso metido ahí.
. - como quieras. ¿Me ayudas tirando del hilo?
. - claro.
Le abrí bien las piernas y con cuidado le fui sacando el puto tampón. Cuando lo tuve en el aire, lo puse fuera de mi vista. Luego lo metería en la bolsa de la basura, me dije.
. - te voy a coger para llevarte al agua. Agárrate de mí cuello, pero intenta no asfixiarme.
. - no lo haré, descuida. Luego no podré volver a la civilización.
. - eso sí.
La cogí por la espalda y las nalgas y la levanté a pulso. Ella, más que nerviosa, se dejó hacer.
En la orilla la deposité, encima del agua, pero a un metro de la orilla, donde apenas la cubría.
. - te dejo aquí un momento para guardar tus cosas y las mías en la caseta. Además, acercaré la silla, por si las moscas.
. - vale. Saca la crema anti solar y el champú que traje.
. - okey.
Después de guardar todo, puse los dos botes cerca de la orilla. Al acercarme a Verónica, noté que el agua enrojecía. Ella también se dio cuenta.
. - ya te lo dije, estoy menstruando. Perdona.
. - no tienes por qué. Es normal que expulses la sangre si estás en esos días. Así te limpiaras bien. Es como una ducha casera, pero en un lago. Supongo que no sabes nadar.
. - así es.
. - vale. Te ayudaré a no hundirte. Confía en mí, no te dejaré ahogar, no quiero que tu padre me eche la bronca.
. - no será mejor que no…
No la oí y le cogí de la cintura y el arrastré agua adentro, hasta no tocar fondo. Ella estaba acostada. Le extendía las piernas, pero se iban hacia abajo, como muertas que estaban. Aun así, apenas se hundía las tres cuartas partes de su cuerpo en horizontal. Sus dos montañas sobresalían sin problemas.
. - tus montañas flotan.
. - claro, son dos flotadores naturales –dijo sonriendo de una manera extraña-.
. - alegra esa cara, mujer, que no estamos en un velatorio. Intenta estirar las piernas. Dile a tu mente que les mande las órdenes a los pies o te cagas en sus muertos.
Ella lo intentó, pero nada.
. - deben hablar diferente idioma, porque no se hablan.
. - entiendo. ¿Hasta dónde no tienes sensibilidad, empezando desde los dedos de los pies hacia arriba?
. - en la vagina sí que tengo, más abajo, no.
. - pues sí que es raro. Según el libro, lo normal es que tengáis que llevar pañales por la incontinencia urinaria al no sentir nada en la vagina o pene en los hombres.
. - pues yo no tengo esos problemas y menos mal.
. - Vamos a meternos más adentro hasta que no toquemos fondo. Allí intentarás flotar con tus flotadores naturales y las manos. No las muevas a toda velocidad, pues yo te estaré sujetando y no te dejaré hundir.
Llegamos hasta donde no hacíamos fondo. Mientras yo nadaba con las piernas, la mantenía a ella fuera del agua. La cogí por detrás y le puse mis brazos bajo los pechos.
. - intenta flotar.
(Parte 7 de 16)
FIN