Abanico multicolor (5)
La historia va de invidentes, un riñón y una pérdida de memoria, tras un accidente. Relato en 16 trozos.
ABANICO MULTICOLOR
(5-16)
ESCRITA POR: SALVADOR MORALES
© Todos los derechos reservados.
La chica, como pudo, se llegó hasta su cama y con una manta de la misma, se tapó. Se puso a llorar por haber sido visto por un ¿vidente?, no sé si es la palabra correcta.
. - no llores, tontita. Salvador es mi novio y no es ningún pervertido. Salvador, por favor, cierra la puerta y deja las maletas en el suelo.
Maribel se acercó a su amiga Francesca y le pasó la mano por su cabeza, acariciándola.
. - no temas nada. Salvador sabrá guardar tu secreto más valioso.
. - yo no tengo ningún secreto, Maribel. Ya lo sabes.
. - por eso digo, no tienes nada que Salvador no haya visto antes en mí.
. - ¿te ha visto desnuda?
. - con decirte que era quien me duchaba todos los días que podía, no te digo nada.
. - qué salvaje te has vuelto, Maribel.
. - ¿a qué no sabes que me han donado un riñón?
. - anda ya, para eso tienes que apuntarte y tarda un montón.
. - no, porque el riñón que llevo en mi cuerpo era antes de Salvador. Sí, me lo donó mi salvador, Salvador, valga la redundancia.
. - ¿es verdad eso, Salvador?
. - no sé si se lo pusieron a ella, lo cierto es que, a mí, me falta uno.
. - gracias por ayudar a mi amiga.
. - yo soy quien tiene que darle las gracias, es un ángel de ciega.
. - ¿lo habéis hecho?
. - casi, ¿verdad Salvador?
. - sí, casi.
. - ¿y cómo se hace casi?, o se hace o no se hace.
. - solo una parte, la otra no. ¿Quieres saber qué parte sí hemos hecho?
. - no sé si quiero saberlo –dijo Francesca-.
. - ¿se lo demostramos, Salvador?
. - cómo quieras.
. - pasa antes la llave a la puerta, no queremos más sorpresas, ¿verdad Francesca?
. - ¿a qué te refieres?
. - tu espera y verás. Bueno, simuladamente, ya sabes.
Con el cierre de la puerta, me volví y comencé a desnudarme. Cuando estuve en pelotas, me planté delante de las dos chicas. Sin decir nada, le cogí la mano a Maribel y se la llevé a mi polla. Ella me pasó la mano por partes de mi cuerpo y confirmó que estaba desnudo y sonrió.
. - ahora Salvador hará la demostración de lo que hasta ahora hemos hecho él y yo. Tu solo síguele el juego. Adelante Salvador.
Le cogí la mano a Francesca y se la puse en mi pene. Ella, de inmediato la retiró.
. - no seas tonta, no muerde –le volví a coger la mano y se la puse de nuevo en mi picha-.
Ella, como si fuera de porcelana, la tocó suavemente y pasé su mano por toda ella.
. - qué grande es.
. - sí, lo sé, Francesca –sonrió Maribel-.
. - ahora intenta metértela en la boca.
. - yo no me meto nada en la boca.
. - Francesca, ¿acaso crees que me gusta compartir a mi novio con cualquiera?, tú eres mi mejor amiga y deseo que tengas una experiencia que ninguno de los del edificio tiene y quizás nunca tenga.
. - te lo agradezco, Maribel, pero así, tan de repente…
. - calla y abre la boca, tonta –dijo su amiga-.
La chica se lo pensó y abrió la boca.
. - un poco más –le dije-.
Cuando abrió la boca lo suficiente, le metí mi polla en su boca con suavidad, cosa de media polla. Ella, asombrada de lo que tenía en la boca, intentó sacársela.
. - no te la saques y disfruta, Francesca, como yo lo hago cada día –le dijo su amiga-.
. - ¿uh? –decía ella sin poder hablar-.
No teniendo más remedio, pues yo no se la dejaba sacar, comenzó a mamar mi polla, con lentitud al principio, pero con el tiempo, cogió carrerilla, para acabar de metérsela toda dentro.
La chica estaba alucinando en colores. Tenía una polla de un desconocido en su boca y lo más jodido, era que le recordaba a un sueño recurrente de estar mamando a su príncipe azul.
Cuando le cogió gusto a la cosa, se atrevió, como en el sueño, salirse de mi polla y comerme los huevos.
. - aaaaahhhhh, que bien me mamas, Francesca, ¿seguro que no lo has hecho nunca?
. - te lo juro –decía casi ininteligible, pues con mis huevos en su boca, poco se le entendía-.
Ella volvió a por mí polla, la cual ahora manejaba con más soltura. Me la estuvo mamando hasta que un orgasmo revitalizador sentí que venía en camino.
Para que no se me retirara en el último momento, le puse ambas manos detrás de su cabeza y seguí su movimiento de ciega mamadora de pollas.
Cuando me retorcí al llegar el orgasmo, solté toda mi carga láctea en su boca. Ella intentó zafarse ante lo que se le estaba viniendo encima, pero mis manos se lo impidieron.
. - traga Francesca, es leche de Salvador. Es muy nutritiva.
. - después de tragártela toda, déjame la polla bien escurrida y limpia, por favor.
Un rato después que la chica se rehízo, tragó mi zumo natural para seguir mamándome mi sensibilizada polla. Cuando me la soltó, la dejó algo goteante.
. - Maribel, tú estás loca. ¿Cómo has hecho que le chupara la polla a un desconocido?
. - te estamos explicando lo que hemos hecho hasta ahora. Sigue, querido.
. - vale, pero antes de seguir, Maribel, termina de chupármela. Aun gotea un poco. Francesca aún no es tan experta como lo será si lo desea.
. - claro mi amor.
Maribel localizó mi polla y confirmó que aún goteaba. Su boca, ya más que experta mamadora de mi polla, le dio un buen repaso, hasta no dejarme gota.
. - muchas gracias, querida. Tú sí que sabes mamármela.
. - he tenido un buen profesor, ahora continúa con Francesca.
. - seguiré. Espero que no te moleste, Francesca.
Le cogí la boca y se la besé con suavidad y metiendo mi lengua. Cuando ella comenzó a colaborar, me salí de ella y pasé a su cuello y pechos, los cuales mamé sin fin, ella gemía sin parar.
Luego la empujé suavemente sobre la cama y con los pies fuera de la misma y sobre mis hombros, se los abrí y metí mi boca en su vagina para tomarme sus jugos que habían comenzado a salir pese a su negativa de un principio de no querer nada de mí.
Sus gemidos ya no eran tan bajitos, por lo que Maribel tuvo que callarla con su boca, la cual pegó a la de su amiga.
Las dos, ya viejas amantes lésbicas por no atreverse con chico alguno, se besaron mientras yo le trabajaba el clítoris a conciencia. Sus orgasmos la hacían vibrar toda ella.
Cuando la chica estuvo exhausta, dejé de comerle el chichi y la ayudé a sentarse de nuevo en la cama.
. - pues hasta ahí hemos llegado, Francesca. Salvador me prometió que cuando saliéramos del hospital, me haría mujer por completo. Así que cuando te lo pida, nos dejas solos para que Salvador me folle bien.
. - serás cabrona. Ahora que me has enviciado con Salvador, ¿me dejas aparte?, yo también quiero ser desvirgada como tú, sabes que no tendré muchas oportunidades al ser ciega también, ¿lo harás Salvador?
. - por mí no habrá problemas, ¿los pondrás tú, Maribel?
. - ninguno en absoluto. Pero que te quede clarito, Salvador es mi novio y de nadie más.
. - a mí mientras me folle gratis, me da lo mismo que sea tu novia –dijo, tanteando y volviendo a localizar mi polla descargada, la cual se metió de nuevo en su boca y disfrutó aun estando toda menguada-.
. - a esta chica le ha dado fuerte con mi polla. Francesca, querida, las pollas de los tíos después de descargadas, necesitan tiempo para volver a funcionar a plena carga.
. - lo sé, pero quería volver a tenerla en la boca como estuviera, perdona, pero esta Maribel tiene cambios de humor frecuentes y puede que me impida volver a utilizarla.
. - pues no debes temer. La polla es mía y lo que hemos hablado, se cumplirá, quiera ella o no.
. - ¿es verdad eso Maribel? –dijo la negrita-.
. - por desgracia es verdad. Se gobierna solo, el muy mamón –dijo medio riendo, medio en serio-.
. - chicas, cambiemos de tema, -dije mientras me limpiaba el rabo con una servilleta que cogí de una mesa y me vestía- ¿cuáles son los horarios de esta residencia en cuanto a las visitas de los foráneos?
. - ¿visitas?, ¿qué visitas?, aquí somos todos huérfanos, no tenemos visitas –dijo Francesca-.
. - no seas exagerada. Salvador, nos puedes visitar de las 17.00 horas de la tarde a las 20.00 de la noche todos los días. Los sábados y festivos, prácticamente todo el día. De las 10.00 hasta las 20.00 horas. Pero también podemos salir en estas horas. Aquí no estamos prisioneras, lo que pasa es que como no nos vienen a buscar, salimos muy poco, pero Francesca y yo podemos salir contigo por ahí, si no te da vergüenza ir con dos ciegas a tu lado.
. - no veo por qué. Hasta puedes invitar a alguien más que necesite de mis servicios.
. - te refieres a… -dijo Francesca-.
. - eso, a lo otro y a lo de más allá.
. - Maribel, tu novio es un portento. Todo en uno.
. - de lo otro no lo sabía, ya ves. Pero si le gusta, que le mande, mientras vuelva conmigo al final del día, como si dijéramos, lo daré por bueno. Tenías que habérmelo dicho, Salvador y no quedar como una idiota.
. - todos los días se aprende algo y yo voy aprendiendo. ¿De quién me estáis hablando?
. - no de quien, sino de quienes. Aquí se sabe todo, aunque seamos ciegos, no somos ni sordas y ni tontas –dijo Francesca, muy ufana ella, metiéndose el dedito en su rajita-.
. - habladme de ellos, mientras termino con Francesca, pues veo que su dedito no deja de trabajarle el clítoris. Creía que ya estabas cansada.
. - las chicas no somos como vosotros. Nosotras nos reponemos en un santiamén.
. - hablad de esos dos –les dije, mientras le apartaba su dedo de su vagina y me ponía a comerme su clítoris. Ella me habló entre jadeos, pero se le entendía bienísimo-.
. - son Pablo y Raúl, dos chicos de unos 19 años. Siempre están juntos. Un día estaba leyendo en braille en un apartado lugar del jardín, cuando se me acercaron. Yo me hice la que no estaba y los oí como se metían mano. Uno llegó a hacerle una mamada al otro. Solo sé que aún no han usado el pito para darse gusto analmente, pues estaban en los primeros tramos de su relación. Eso fue hace dos días –dijo Francesca, que no paraba de gemir como una loca-.
Para compensar un poco a Maribel, dejé de mamar a Francesca y me metí entre sus piernas. Le saqué las bragas de conejitos y comencé a darle placer. Sus gemidos, ahora eran también más altos que en hospital. Soltaba zumo en cantidades industriales, pues desde que llegamos a la residencia, estaba más que caliente.
Cuando la dejé, supe que se había corrido en varias ocasiones. Debía de parar y regresar, pues ya era tarde. Mamá estaría preocupada, como siempre.
. - chicas, debo marcharme. Invitad a salir a esos dos chicos. ¿A dónde os gustaría ir?, recordad que, en 15 días, os debo de dejar para ingresar en la universidad.
. - no me habías dicho que sería tan pronto.
. - lo siento, Maribel. Se me pasó. Pero sigue en pie lo que hablamos tú y yo. Ten confianza en mí, querida.
. - no, si yo tengo confianza, pero no sé si tendré fuerzas. Imagínate que conozco a un lindo gatito, digo chico y me enamore locamente de él antes de que vuelvas a por mí.
. - lo sentiría mucho, pero no os separaría si veo que os queréis de verdad. Prefiero apartarme a impedirte a que seas feliz con quien quieras.
. - no seas tonto, era una broma.
. - pero yo no. He hablado con sinceridad. Recuérdalo, yo volveré, no sé cuándo, pero cuando lo haga, si ya estás enamorada de otro, me volveré por donde he venido o me llevaré a Francesca conmigo.
. - con los ojos cerrados me voy contigo a donde quieras, Salvador. Deja a esta idiota.
. - aún falta mucho tiempo para eso. Ya veremos en qué queda la cosa. ¿A dónde os llevo entonces? –dije cambiando de tema-.
. - a cualquiera de los lagos. Quiero darme un chapuzón en pelotas –dijo Maribel-.
. - pero, ¿sabes nadar?
. - Francesca, este se cree que somos unas inútiles. Salvador, aquí mismo tenemos una piscina, pequeña, pero suficiente para haber aprendido a nadar. Pocas cosas no nos enseñan aquí. Hasta cocinar, ¿verdad, Francesca?
. - y que lo digas. Cocinar, bordar, nadar, correr como yo, leer braille, internet. Tenemos de todo, solo que no lo podemos ver, eso de momento –dijo sonriendo-.
. - muy bien. ¿Os dejarán salir el sábado por la mañana hasta, digamos 6 o 7 de la tarde?, está lejos el lago más cercano.
. - tanto tiempo debemos consultarlo con la directora. Vistámonos y vayamos a preguntarlo –dijo Maribel-.
. - debo de darme un baño. Huelo a conejo, je, je, je –dijo Francesca-.
. - te acompaño, así me doy yo también una ducha –añadí yo-.
. - pues yo también. Aquí, menos cocina y lavadora, tenemos de todo y una ducha no falta –dijo Maribel, desnudándose-.
Volví a desnudarme y junto con las dos chicas nos dimos una ducha rápida. No pude reprimirme el comerme los pechos de ambas hembras. Ellas sintieron que un lazo invisible estaba conectado entre los tres, yo pensaba lo mismo.
Secos y vestidos, nos peinamos. Ellas usaron el secador de pelo para que no pareciéramos recién salidas del baño. Yo las imité y me sequé bien el pelo también. No quería darle una mala impresión a la directora, como que nos habíamos duchado los tres juntos. Eso no creo que le gustara mucho a la tetuda directora.
. - chicas, tengo un par de dudas. ¿Cómo es que nadie del centro fue a visitarte al hospital y por qué la directora no se preocupó en preguntarte como te encontrabas?, ni por tu riñón nuevo.
. - dejame a mí, Maribel. Salvador, en el centro nos enseñan a ser independientes y el separarnos lo más posible de los compañeros ciegos para así ser más independientes cuando nos vayamos de aquí. Así que dejan, incluso a los enfermos como Maribel, solos en los hospitales. Así se tiene más contacto con los que ven y sabremos manejarnos mejor ahí fuera, puesto que todo lo de ahí fuera es para los que ven y pocas cosas para los que no. Hasta la directora hace lo que predica y no preguntando por la salud de Maribel, nos tomamos el salir a operarnos, por ejemplo, como algo normal que debemos hacer siempre después cuando estemos solos por ahí.
. - Salvador. Ella no sabe nada del riñón nuevo, pues no había nada previsto. Debía volver cada día a diálisis.
. - pero pasaste varios días sin volver a la residencia. ¿Cómo se come eso?, una cosa es la independencia necesaria para los discapacitados visuales, pero otro es el amor por sus chicos. No sé, veo algo fuerte este método de enseñaros, pero si así os va bien y no os quejáis vosotras que lo soportáis, no seré yo quien se queje a la directora.
. - a mí no me importa –dijo una primero-.
. - ni a mí –dijo la otra-.
. - pues a mí, menos. Vayamos a pedirle permiso a la tetuda de la directora.
. - eso me han dicho –dijo Maribel- también que es más virgen que la virgen María.
. - no seas embustera, Maribel. Sabes perfectamente que tiene una hija y además es divorciada. De algún modo tuvo que fabricarla, vamos, digo yo –dijo Francesca-.
. - ya lo sé. Era una broma.
. - bueno es saberlo –dijo el menda-.
Llegamos ante la dirección del centro. La chica que atendía la oficina, una rubia despampanante, sonrió al verme. Era de mi edad aproximadamente. Antes de levantarse se arregló el vestido, faldita corta con una camiseta donde ponía algo de una playa de río. Sus protuberantes mamas llegaron antes que ella media hora. Debía ser la hija de la directora, me dije.
. - hola buen mozo. Hola chicas. ¿Qué os trae por mis dominios?
. - hola guapa, queremos hablar con la directora.
. - está reunida con un proveedor. Si queréis esperar…
. - claro que sí. Bonita faldita.
. - ¿te gusta? –me dijo dándose la vuelta-.
. - ya lo creo. Sobre todo, por lo cortita.
. - oye, Victoria, déjate de coñas con mi novio.
. - ¿tu novio?, ja. Yo lo he visto primero –dijo con un desparpajo que no me disgustó-.
. - serás cabrona…
. - no pelearos, chicas. Victoria solo está bromeando.
. - de eso nada, ¿cuándo me invitas a bailar, guapo?
–dijo con los codos apoyados en el mostrador. Sus mamas se levantaron aún más con esa posición-.
Sonreí y le toqué la nariz con un dedo. Ella intentó mordérmelo.
. - ¿sabes que eres muy guapo y estas muy bueno?
. - eso ya lo sé yo, pelandusca. Anda, dile a tu madre que venimos a verla.
. - tranquila, deja que salga el proveedor o me echa la bronca. Ya sabes como es.
. - entonces es tu madre. Ya sentía yo cierto parecido con ella –le dije mirándole descaradamente las mamas-.
Ella amplió su sonrisa y con un dedo me dijo que me acercara. Miró fuera de la oficina por si venia alguien que la pudiera ver y luego, me cogió una mano y se la llevó bajo la camiseta. Allí la dejó. Su sujetador, de acero inoxidable, aguantaba aquellos voluminosos pechos de tía buenorra.
Asentí en silencio y con ambas manos, le subí la camiseta, dejando al aire el sujetador. Allí, entre los dos pechos, metí mi boca y besé el canalillo. Luego le volví a bajar la camiseta. Todo ello sin sonido alguno. La chica casi se cae de espaldas.
. - en serio. Estoy libre dentro de dos horas.
. - Salvador, si me pones los cuernos con esta pelandusca, te los corto.
. - no seas bestia, querida. Esta guapa chica es una cachonda mental y no hace mal a nadie. ¿Verdad, guapa?
. - claro mujer. No seas celosa.
Victoria escribió una nota en un papel y me lo puso a leer.
“ a las 21.00 en la tasca del estudiante, aquí al lado ”.
Después de leerlo, asentí en silencio. Le di un suave y corto beso en los morros, para luego sentarme junto a las chicas.
Maribel me cogió de las dos manos como para que no me despegara de ella. Le quité uno y se lo eché por encima para darle confianza, mientras miraba a Victoria, que sonreía. Luego le di un beso en la boca a Maribel que duró bastante. Hasta Victoria dejo de sonreír, pero cambió su cara cuando le guiñé un ojo.
Francesca no había despegado la boca. No podía expresar lo que sentía, pues no podía hacerlo o la putona de Victoria sabría que Salvador se entendía con dos a la vez e iría con el cuento a su madre.
De la puerta de la oficina de la directora salió un medio calvorota con una maleta bajo el brazo. Dio los buenos días y se marchó.
Victoria habló por el interfono con su madre y ella nos dio paso.
Los tres nos levantamos y nos dirigimos hacia la oficina. Victoria nos cayó detrás y entró también.
. - esto no es de tu incumbencia, hija. Sal y cierra la puerta, por favor –dijo la directora sin levantarse-.
Se había cambiado la blusa de antes por otra toda floreada. Creí notar que con un par de botones de más abiertos. No sé, serían imaginaciones mías. Lo cierto que ahora dejaba a todas luces buena parte de sus melones al aire. De hecho, notaba un diferente tono de su piel allí donde antes no daba el sol y a ahora sí daría.
. - ¿qué puedo hacer por vosotros, chicos?
. - Sra. directora Flora, deseamos salir el sábado Francesca, yo y otros dos chicos a dar una vuelta por los lagos. Nos acompañará mi novio, Salvador. Este chico tan guapo que tiene frente a usted.
. - ¿tu novio has dicho?
Antes de que se adelantara Maribel, intervine yo.
. - disculpe, señora directora. Novios, novios, todavía no, quizás con el tiempo…, peros sí deseo llevarlos a dar una vuelta. Con su permiso, claro.
. - no sé, es un poco prematuro. Lo siento, pero no le conozco como para entregarle a cuatro de mis alumnos. Sé que pueden salir cuando quiera, pero a los lagos sería durante casi todo el día.
. - eso pretendo, señora. Saldríamos a eso de las 10 de la mañana y volveríamos sobre las 6 o 7 de la tarde. Le prometo traérselos de una pieza.
. - Maribel, ¿conoces bien a este joven para ponerte en sus manos?, ¿desde cuándo lo conoces?
. - directora, confío plenamente en Salvador. Es un cielo de chico. Lo de novio, a lo mejor exageré un poco, pero como dice, tiempo al tiempo. Sé que solo lo conozco del tiempo pasado en el hospital, pero…
. - ¿solo los días del hospital y ya tenéis esa confianza?, ¿que hay entre vosotros dos?
. - entre él y yo hay un riñón -dijo Maribel sonriendo-.
. - explícame eso.
Maribel se levantó un poco la blusa donde le habían abierto para implantarle el riñón y se lo enseñó.
. - Salvador me ha donado un riñón. Así de confianza hay entre nosotros, directora.
. - vaya, no lo sabía, Maribel. Enhorabuena por tu nuevo riñón y gracias, Salvador, por habérselo donado. Siendo así, no pondré reparos para que te los lleves a donde quieras. Acuérdate de traérmelos antes de las 8, hora de cenar.
. - así lo haré señora.
. - chicas, podéis salir un momento, deseo hablar a solas con Salvador.
. - sí señora directora –dijo Maribel y salió con Francesca-.
Cuando cerraron tras ellas, la directora Flora se levantó y me invitó a sentarme en un cómodo sillón de tres cuerpos que allí había.
. - Salvador, necesito que me prometas traerme a los chicos sanos y salvos. Si les pasara algo estando fuera del recinto, me llevaría una buena bronca.
. - descuide señora Flora. Conmigo estarán a salvo.
. - confió en ti. Ahora necesito que me chupes las tetas.
. - ¿cómo dice, señora?
. - déjate de señora. Para ti en adelante y cuando estemos solos, seré Flora. Te he visto mirándome las tetas cuando llegaste y antes también, así que no te hagas el longui conmigo, porque te gustaría mamármela, ¿no?
. - ya lo creo, señora, digo Flora.
. - ¿a qué esperas entonces?
Sonreí y aflojándole los oportunos botones, desenganché el súper-sujetador Yumbotrón. Sus tetas llegaban más abajo de su ombligo. Aun así, cogí una de ellas con ambas manos, pues eran demasiados grandes para una sola y comencé a mamársela sin cuartel. Me pasaba de una a otra y no me cansaba de comerme su enorme pezón. Ella, con la cabeza sobre el respaldo del sofá, gemía en silenció y respiraba placenteramente.
En un alarde de desfachatez por mi parte, le metí mano bajo la falda, encontrando sus enormes bragas. Allí continué atravesando su mata de selva peluda, llegando a su enorme vagina. Enterré hasta cuatro dedos entre sus labios vaginales. Ella se retorcía de puro placer. Medio minuto después saqué mi mano de su felpudo y se la puse a chupar para que me la limpiara de sus fluidos.
La pobre mujer debía de estar en el dique seco del sexo de cualquier tipo, pues era rosarla con mi lengua y retorcerse de placer.
Cuando me dejó los dedos limpios de sus fluidos, di fin a aquel primer encuentro sexual entre una cuarentona tetuda y un joven deseoso de aprender.
Como pude, volví a meterle sus enormes pechos en su sujetador de keular y después de abotonarle la camisa, le di un morreo para despertarla y devolverla a la realidad del aburrimiento más grande.
. - no debemos hacer esperar más a las chicas o creerán que me está pervirtiendo –sonreí-.
Ella sonrió y después de coger aire, se levantó, poniéndome la mano sobre mi paquete ahora bien engrosado.
. - la próxima vez quizás le podamos dar uso a tu herramienta.
. - mi herramienta siempre dice que sí, se gobierna sola. Hasta otro momento.
. - no, necesito verte de nuevo. Te anotaré mi dirección y el día en que mi hija está en la oficina. Deseo sentir dentro lo que tienes entre las piernas, llevo toda la vida esperándote y ahora que estás aquí, no voy a renunciar a algo tan sabroso que sabrás meterme entre las piernas y por qué no, en mi santo culo también.
Escribió una dirección y una hora, pero no me interesaba, por lo que le tomé el bolígrafo y la cambié por otra que me gustaba más.
Ella asintió, también le servía. Nos dimos un beso de tornillo, mientras les metía mano a sus bajos, por fuera de la ropa. Luego me marché, muy serio yo, como si me hubiera leído la cartilla.
Fuera, cuando me puse a su lado, me interrogaron las chicas.
. - lo que quería era leerme la cartilla, eso es todo. Debo de traeros sanos y salvos. Bueno, lo previsible en estos casos. Acordaros de invitar a esos dos y si no quieren, pues a otros dos machos que la tengan bien grande.
En la puerta nos despedimos. En una esquina que nadie nos podía ver, me morreé y sobé bien a Francesca, para luego hacer lo propio con Maribel.
. - hasta el sábado a las diez. Os quiero a las dos. Joder, a la mierda -me dije y volví de nuevo con ellas-.
Las llevé de nuevo a la esquina y allí volví a besarlas y magrearlas hasta que me harté. A las dos por igual.
. - anda vete, semental o acabarás montándonos como a las yeguas aquí mismo –dijo Maribel-.
. - a mí no me importaría, Salvador.
. - serás puta, Francesca. Que estamos en plena calle, joder.
. - Deja que lleguemos al lago. Allí ya veremos si dejo de ser virgen o no.
. - eso mismo. Un último beso, Salvador. No seas tacaño con la lengua.
. - sois tan salvajes como yo.
Les di un corto beso a cada una y me largué pitando de allí o no lo haría nunca.
Hice acto de presencia en casa. Cené, me duché y me las piré de nuevo. Ante la pregunta obvia de mamá, le dije que me iría al cine, para variar un poco. Solo yo, le dije.
. - tu hermana me dijo que fueras mañana a eso de las 11 de la mañana para que le arregles una lámpara.
. - vale mamá, iré a arreglarle la lámpara a Sabrina. Su marido debe de ser idiota. No sabe ni cambiar una bombilla.
. - para eso están los hermanos, no seas malo.
. - vale, mamá. Le haré un buen trabajo –le dije sin pestañear-.
Según salí de casa, lo primero que hice fue ir a la tasca del estudiante, aún faltaba un cuarto de hora para la cita cuando llegué.
Ella ya estaba allí muy sonriente, en una tranquila y solitaria mesa. Estaba más despampanante que esta tarde. Como si le hubieran crecido aún más las mamas. Ya me estaba babeando encima. Con aquella tendría que emplearme a fondo, al igual que con su pechugona madre.
Los asientos del bar eran semi-circulares y nos podíamos sentar los dos juntos. Una mesita en el centro daba un toque rococó al local. Como si supiera que coño era un toque rococó, cosas que me vienen a la cabeza calenturienta ésta mía.
. - hola preciosa –le dije sonriendo. Mientras me sentaba junto a ella le besaba los morros para no parar nunca- estás buenísima-.
. - tú no lo estás menos. Hueles muy bien.
. - solo fue una ducha de agua fría. No quería venir descargado.
. - muy amable por tu parte. ¿Qué tal estoy?
. - lo que te he dicho, estas despampanante, pero podrías estarlo aún más.
. - dime cómo.
. - con esos huecos que tiene tu camiseta, son ideales para meterte mano y no parar, pero con el sujetador puesto, poco puedo hacer.
. - ¿quieres que me lo quite?
. - eso me gustaría, sí señora.
. - pues con disimulo, ayúdame con el broche de atrás.
Le metí mano por detrás y encontré el broche cabrón, el cual se me resistió como todos los broches de todos los sujetadores. Era como si los fabricara el mismo demonio.
Una vez abierto, ella se sacó por delante el
sujeta-mamas y lo metió disimuladamente en su bolso, donde cabía desde un alfiler hasta un elefante, si lo encogía un poco.
. - ahora esto es otra cosa –dije metiendo mi mano bajo su sobaco y agenciándome su pecho izquierdo-.
Mientras la besaba, se lo estrujaba sin compasión, hasta que vino el maldito empleado a buscar un pedido.
. - ¿que desean tomar?
. - una cola con hielo -le dije sin sacar mi mano de donde la tenía- tu, Victoria, ¿qué quieres?
. - un gin-tonic –dijo ella sonriendo-.
. - que sean dos colas con hielo –le dije, desentendiéndome del camarero y volviendo a besar aquellos labios suyos que me llamaban a gritos. Mi mano volvió a por sus fueros.
. - mira que estás caliente –consiguió decir en un parón momentáneo-.
. - tuya es la culpa. Me tienes con la polla ardiendo.
. - pues tú a mí me tienes haciendo aguas ahí abajo.
Nos callamos porque llegaron los refrescos. Le solté lo que marcaba la nota y se largó con viento fresco, maldiciéndose el pobre con la suerte que tenían algunos con una tía tan buena y él siempre con la misma cascarrabias que tenía en casa.
Me tomé un trago de cola y dejé el vaso mediado. Victoria apenas se mojó los labios.
. - ¿nos vamos a algún lugar más tranquilo que éste donde no nos moleste el puto camarero?
. - me has leído el pensamiento. ¿Dónde habías pensado?
. - tú eres de la zona. Dímelo tú.
. - ¿qué te parece mi casa?
. - ¿para qué nos coja tu madre y me la arme?, estás loca.
. - no te preocupes. Ella sigue en la residencia. Hoy le toca guardia. Hasta mañana no aparecerá por casa.
. - eso es otra cosa. Pero por si acaso. ¿Tienes armario donde meterme si aparece?
. - todos los que quieras. Anda vamos, que goteo cantidad.
. - pues no perdamos más tiempo aquí, no vayas a deshidratarte.
Me eché el último trago y dejé el vaso vacío. Ella no volvió a tocar el suyo.
Cogidos del brazo me llevó por varias calles hasta su casa, una vivienda que estaba en un edificio de tres plantas bien coqueto. Era bien cerca, pero las contínuas paradas para besarla y meterle mano, nos hizo demorarnos bastante.
Ella abrió con su llave y entré tras ella, cerrando la puerta. Olía a hogar, dulce hogar. Se notaba que allí no había un tío que tocara los cojones con sus cigarrillos y mala leche.
. - huele muy bien aquí.
. - gracias. Intentamos que parezca un hogar mamá y yo. Los únicos chicos los traigo yo cuando ella no está, claro. Ella, desde el divorcio, no le gusta casi salir. Al tío que coja y le guste, lo va a dejar seco para una temporada, porque mi madre ahí donde la ves, es muy fogosa en el coito, vamos, en el follar de toda la vida. Tenía a papá a piñón fijo, así se largó o la palmaba.
. - joder con tu madre. Es un peligro público.
. - un whiskey, un…
. - unas leches, aquí vamos a follar y no a emborracharnos. Donde está la cama de tu madre.
. - ah, no, en su cama no. Mejor en la mía. Ella se daría cuenta, no es tonta. En mi cama se está muy bien. Ven, guapo semental. ¿Cuánto tiempo tienes para volver a casa?
. - ¿cuánto aguante tienes?, porque no eres virgen, ¿verdad?
. - bueno, un poquillo.
. - ¿un poquillo?, ¿acaso aún eres virgen?, entonces eso de ser tan lanzada en la oficina y en la tasca, ¿es una pose para engancharme?, además, has dicho que te traes chicos aquí cuando tu madre no está. Aclárate.
. - ¿te molesta que sea virgen?
. - molestarme no, pero no debiste engañarme. No hubiera sido tan lanzado en la tasca, lo haría con más delicadeza. Ya me entiendes.
. - pues sí, soy virgen y espero dejar de serlo esta noche con tu ayuda. Trátame bien y no dejaré que pases hambre.
. - hambre no paso, eso te lo puedo asegurar, pero se agradece tu ofrecimiento doble, virginidad y siguientes. Mira, si no estás segura, aunque hayamos comenzado, me dices que pare y no sigo. No quiero violentarte, no es mi estilo. Me lancé a por ti porque creía que ya lo habías hecho y estabas tan caliente como yo.
. - te agradezco tu sinceridad, pero deseo hacerlo con el chico más guapo que se me ha cruzado en el camino y si, además, cuida que no sea algo negativo para mí, pues mucho mejor. Anda, vayamos ya antes de que me arrepienta.
Su habitación estaba llena de ropas por todas partes. Allí el orden no existía, al menos para mí.
. - perdona el desorden, pero no sabía que ponerme para ti y ya ves… –dijo quitando ropa de aquí y de allá, hasta dejar la cama limpia de trapos como falditas, blusas, bragas, sostenes y hasta un peluche marrón-.
Nos quedamos frente con frente, yo sonriendo y ella no tanto.
. - quisiera verte toda desnuda, yo haré lo mismo para que también me veas.
. - me da algo de corte, ahora que se acerca el momento.
. - no debes temer, recuerdo lo que te dije de parar cuando tú lo decidas. Anda, hazme el gusto.
. - bueno, pero date la vuelta.
. - ¿lo dices en serio?, no me lo puedo creer –dije riendo y dándome la vuelta-.
Ella se dio la vuelta y comenzó a desnudarse y poniendo la ropa bien colocada sobre una silla. Yo tiraba la ropa al suelo, como si nada. Me quedé en pelotas en cinco segundos, ella seguía dale que te dale hasta que acabó. Sin darme la vuelta, le pregunté.
. - ¿me puedo dar ya la vuelta?
. - sí, date la vuelta.
Me giré y la vi aún de espaldas. Dios mío, ni Sabrina, que tenía ese culo tan impresionante, se le acercaba a Victoria. Era simplemente, perfecto. Como esculpida con un cincel y un martillo.
. - estás impresionante, Victoria. Qué cuerpazo te gastas. Puedes ser lo que quieras en esta perra vida.
Victoria, lentamente se dio la vuelta y cuando veía aparecer, por un lado, aquellos picos suyos, el pulso se me aceleró cantidad, tanto que empalmé ipso facto, empinándoseme el pito mucho más de lo que ya lo tenía desde el bar.
Ella, entre una sonrisa y timidez, acabó de girarse y lo primero que me vio fue, claro que sí, mi polla toda endurecida por sus encantos.
. - ¿eso es por mí?
. - eso es por ti y por la madre que te parió. Dios se entretuvo contigo más que con ninguna. Eres perfecta.
. - eso se lo dirás a todas a las que quieres llevarte al catre.
. - de eso nada, ¿tú te has mirado al espejo?, eres como una diosa. Seguro que te moldeó Miguel Ángel con instrucciones de da Vinci.
. - gracias por hacerme esto menos duro. Ahora sé que estoy en buenas manos.
. - eso lo puedes jurar -le dije acercándome a ella-.
Sus dos rotundos pechos ocupaban todo su torso, pero nada caídos, no señor, eran dos pitones de Miura.
Casi con dolor muscular de la tensión que ponía en mis brazos, rosé sus pezones. Ella vibró durante un segundo, poniéndoseles aún más duros y empitonados.
No pudiéndome ya resistir, acerqué mi boca a ellos y mamé como si la vida se me fuera si no los seguía mamando. Ella gemía de placer, su cabeza la echaba hacia atrás y suspiraba.
Como pude y sin dejarle de besar sus pezones, la arrastré hacia la cama y la senté en ella, para luego subirla y acostarla cuan larga era. Yo subí también y busqué su boca, una boca sedienta de mí, pues ella también necesitaba soltar todo lo que tenía dentro con sus labios.
Nuestros cuerpos se pegaron, clavándose ella mi pene y yo sus pechos puntiagudos, no importándome que me atravesaran de lado a lado con ellos.
Parecíamos un solo cuerpo, de lo unidos que estábamos, dándonos vueltas uno sobre el otro, retorciéndonos como dos serpientes.
Dejé su boca para encararme con los dos picos más grandes que nunca había visto en una chica de su edad. Su madre le superaba, claro, pues era la original de donde había salido ella.
Estuve mamando sus pechos tanto tiempo que vibraba como si tuviera el mal de San Vito. Lo siguiente fue su entrepierna, lugar abundante en fluidos vaginales que me tomé durante todo un lustro. Se retorcía del placer que le estaba dando, pues nunca había sentido una lengua propia ni extraña allí abajo.
Dejé su cuerpo serrano y me tendí junto a ella.
. - ahora te toca darme placer tú a mí, Victoria. Cuando quieras.
Una Victoria toda sudada y nerviosa se puso a besarme las tetillas primero para continuar directamente al meollo de la cuestión.
La polla me la sorbía como si fuera un helado. No dejó atrás mis huevos en absoluto.
. - quiero metérmela ya, ¿puedo?
. - es toda tuya, cariño. Súbete encima y cabalga al horizonte.
No quiso pensar en nada, ni en el chiste malo, sino terminar con mi polla clavada en su vagina, por lo que pasó ambas piernas a los lados y se arrodilló encima de mi tranca.
. - colócala en tu entrada y disfrútala.
Estaba tan nerviosa que no acertaba con su vagina, con lo fácil que era.
Cuando dio con el punto fue como un triunfo efímero para ella. Pues cuando se enterró parte de mi polla, se frenó dolorosamente. Su himen estaba de frontera entre ser y no ser desvirgada.
No debió de pensárselo mucho pues se acabó de enterrar el resto de mi polla hasta los huevos.
. - aaaaaaaahhhhhhhh, aaaahhhh, aaahhh, qué dolor.
. - te has pasado metiéndote el miembro, tómatelo con tranquilidad, no hay prisa. Cuando se vaya el dolor, puedes cabalgarme y darme gusto. No voy a correrme dentro de tu vagina, lo haré en tu boca. Seguramente no disfrutarás mucho, es lo que tiene ser la primera vez.
. - no me dejes preñada.
. - confía en mí. Aún no tengo ningún retoño mío correteando por ahí.
Ella se tensó y comenzó a subir y bajar. Me agarré de sus portentos mamarios, retorciéndoselos. Su ritmo era sostenido al principio, pero no al final, consiguiendo con ello casi hacerme correr, pero la detuve.
. - salte, rápido.
Ella se echó a un lado y mi polla quedó toda ensangrentada con sus jugos y sangre de himen.
La puse donde yo y metiendo mi polla entre sus dos mamas, se lo pedí.
. - hazme una cubana con tus tetas, rápido.
Ella se cogió de ambos pechos y los apretó contra mi polla. Yo, que la tenía bien lubricada, más el añadido del sudor de su cuerpo, conseguimos que mi polla se deslizara como sobre mantequilla.
Aceleré el ritmo al máximo hasta que solté mi lechada especial primerizas tetudas. Mi corrida fue a tener parte a su cuello y parte a su cara. Luego me derrumbé encima de ella, sacando mi tranca de entre sus tetas.
. - hazme ahora una mamada y déjame la polla como los chorros del oro, luego yo me tomaré mi leche desparramada encima de ti.
La chica, que aprendía sobre el terreno, se tragó mi herramienta, no sin un poco de asco por su parte, pero supo suplir su aprensión por el deseo de zamparse mi polla.
Cuando lo logró, le besé el cuello y me fui tomando mis semillitas, para luego pasarme a su cara para hacer lo mismo.
Al terminar de merendarme mi semen, me fui a su entrepierna, la cual rezumaba caldo del bueno. Mi lengua hizo las delicias de una Victoria que estaba en la gloria, ya podía decir que había sido desvirgada por el mejor semental, el menda.
Una vez acabada la sesión de desvirgamiento, me recosté junto a ella, encima de uno de sus flotadores para solo alargar la lengua y chupárselo, mientras descansaba. Ella me pasaba la mano por el pelo en agradecimiento al rato que le había hecho pasar.
. - no ha sido tan doloroso como creía. Seguramente, por tus indicaciones.
. - no siempre es igual. Cada mujer es diferente. Sin embargo, la primera vez que te den por el otro, sí que vas a ver las estrellas y espero ser yo ese afortunado.
. - ¿quieres romperme el culo esta noche también?, ya puestos, dos por uno…
. - ¿lo aguantarás?, mira que ahí no hay analgésico que valga. Lo más a posteriori.
. - tarde o temprano tendré que desvirgarlo también y qué mejor que con el que me rompió el himen y me ha hecho disfrutar. Te mereces un premio por cuidar de mí, tuyo es mi culo.
. - gracias, cariño. Déjame recuperarme y saldrás esta noche completamente ex-virgen por ambos lados. Antes démonos una ducha, estamos sudados al por mayor.
Victoria saltó de la cama y me cogió de la mano y me llevó al baño. Allí, después de un morreo, nos duchamos, jugando como dos idiotas.
Salimos secos y Victoria me llevó a la cocina. Me preparó una tortilla que nos comimos entre los dos, siempre desnudos como habíamos salido del baño.
Mientras esperamos y durante la comida, le metí la lengua en su vagina para hacerla disfrutar del momento. Mi polla era tabú hasta nueva orden o no se recuperaría para el momento cumbre de su enterramiento anal.
Al llegar a su habitación, la chica cambió las sábanas, así como la funda de la almohada. Ahora todo parecía limpio y fresco, pero no mi polla, la cual quería tener en perfectas condiciones amatorias, por lo que nos recostamos como dos tortolitos durante el rato que mi pene llegó al cien por ciento de carga útil para un nuevo envite follador.
. - ya estoy listo, Victoria. Quiero que nos crucemos y pongas tu vagina en mi boca y yo mi polla en la tuya hasta que la tenga lista.
. - ¿un 69?
. - exactamente. Veo que internet te ha enseñado.
. - y las pelis porno también.
Con su chumino en mi cara, le di rienda suelta a mi lengua folladora. Sus jugos caían directamente en mi boca. Ella no paraba de tragar polla hasta ponérmela bien dura.
. - fin del 69, Victoria. Llegó el momento. Ahora ponte a cuatro patas, como los perros, y levanta el trasero.
Se puso en posición y me puse detrás. Le abrí las nalgas y enterré mi lengua en su ojete. Estaba sudoroso como su vagina, eso era bueno para los dos.
Metí dos dedos a todo lo que daban y ella se cerró como hacían todas y todos.
. - ábrete, no cierres el ano o será más doloroso para los dos, más para ti, claro.
Se volvió a abrir y respiró hondo. Su ancho pandero ayudaba a tener un ojete también más grande.
Me puse con las piernas flexionadas y coloqué mi polla en su entrada anal.
. - prepárate, voy a entrar.
Ella apretó los dientes que mordían la almohada. Yo, simplemente, empujé y mi polla entró en su culo hasta la mitad. Hasta allí no había freno alguno. Ella se dolió y gritó, pero siguió mordiendo la almohada.
Mi polla la moví en círculos para adecuarla al entorno donde estaba metida y agrandarlo en lo posible. Luego y sin avisar, le enterré el resto de mi polla hasta los huevos. Sus gritos salieron de la habitación, pero no de la casa, por suerte.
. - lo siento. Mejor que grites cuanto antes, si voy milímetro a milímetro no ibas a parar de gritar. Te dejaré un poco de tiempo hasta que acostumbres mi polla a tu ano. Respira hondo, no hay prisa.
. - si lo sé, no me follas el culo.
. - si me lo pides, me salgo sin problema.
. - lo haces y te mato. Ahora que ya la tengo toda dentro no quiero empezar de nuevo. Termina de romperme el culo.
. - como quieras. Es la mejor decisión, luego con cada follada, irá disminuyendo el dolor culero hasta convertirse en un placer que te den bien fuerte.
Después de dejarla descansar y coger resuello, comencé a salir y entrar en su culo acelerando la follada con cada metida. Cuando ella ya no podía más y los sudores habían manchado la sabana y la almohada, me salí de su culo roto por mi polla.
El agujero que le había dejado era todo un poema. No me entretuve sacándole una foto, aunque podría, pero no, me fui hacia su boca y sin dejarle siquiera darse la vuelta, sino ponerse de lado, le abrí mi boca con la misma polla y se la metí dentro.
. - ahora trágate toda mi leche y no dejes gota, que cuando salga esté bien escurrida.
Recibió me descarga láctea en su garganta. Aunque esperada, se atragantó, pero supo recuperarse y tragar toda mi leche entregada con todo mi amor para su disfrute y el mío también.
Su dolorido culo seguía tan abierto como cuando saqué mi polla de su interior. Cuando Victoria acabó con mi tranca, mi lengua entró de nuevo en su ano para aliviarle en lo posible el dolor que tenía. Luego mi lengua se pasó, como quien no quiere la cosa, por su vagina, mordiendo su clítoris hasta hacerlo correrse de gusto con un poco de leche femenina.
Acabamos rendidos los dos. Abrazados nos quedamos dormidos durante una hora larga, tiempo que pasamos bien unidos por nuestras bocas insaciables.
. - despierta, guapa. Debo irme ya y necesito que me sueltes.
. - quédate conmigo esta noche, por favor.
. - no puede ser. Puedo llegar de madrugada a casa, pero nunca he dormido fuera, no es mi estilo de asustar a mamá. Acaba de tener un derrame cerebral y no debo darle disgustos innecesarios.
. - eres de lo mejorcito que me he tirado a la cara. Bueno conmigo, bueno con tu madre y seguro que bueno con Maribel. Por cierto, ¿ya la desvirgaste?
. - no, a ti te desvirgué antes que, a ella, que es mi novia. Pero lo haré uno de estos días, no tengas dudas sobre ello. ¿Te dije que debo marcharme a la universidad en unos días?, pues sí, así que lo nuestro durará lo que duren esos días. Lo siento, pero es lo que hay.
. - quiero que me folles todos los días que puedas. Debo de recuperar el tiempo perdido.
. - no vayas tan deprisa. Tengo otros agujeros donde meterla y no soy de hierro. Cuando tenga un hueco libre, te buscaré y nos lo hacemos donde estemos seguros de que no nos cojan ni tu madre, ni Maribel. ¿Nos duchamos de nuevo?
Salí de su casa de madrugada y volví en autobús a la mía. Ya dentro de casa, le eché un vistazo a mamá, que dormía desnuda como le gustaba cuando estaba en casa. Me acerqué y le tapé con la manta los pechos.
. - que tarde llegas, cariño.
. - lo siento mamá, te he despertado
. - te he dejado comida en la nevera.
. - ya he comido algo por el camino, además de haberme duchado también.
. - veo que ahora en los cines de madrugada también dejan ducharse a sus clientes. Anda, desnúdate y acuéstate con mamá.
. - mamá, estás desnuda.
. - hijo, ¿te acuestas con jovencitas desnudas y no te acuestas con tu madre también desnuda?, venga, súbete a la cama, anda.
. - como quieras mamá.
(Parte 5 de 16)
FIN