Abanico multicolor (3)

La historia va de invidentes, un riñón y una pérdida de memoria, tras un accidente. Relato en 16 trozos.

ABANICO MULTICOLOR

(3-16)

ESCRITA POR: SALVADOR MORALES

© Todos los derechos reservados.

Sonreí y le besé en una mejilla.

. - te equivocas. Mañana te implantan mi riñón sobrante.

. - oh, Salvador, mi amor. Qué feliz me haces –me dijo besándome muchas veces por toda la cara. Aunque los tubos no ayudaban precisamente, se las ingenió para comerme a besos-.

. - para, para, que me babeas toda la cara.

. - calla tonto –dijo y siguió besándome por todos lados-.

. - Maribel, me dijeron que podía hacerlo esta tarde, pero les dije que lo hicieran mañana. Deseo llevar a mamá a casa después de que le den el alta y que descanse allí con Sabrina y el cafre de su marido, ¿no te importa esperar un poquito más?

. - esperaré lo que haga falta, querido. Que feliz soy y todo gracias a ti. Eres un santo, Salvador. Mi santo varón.

. - no exageres, no soy nada de eso. Déjame que hable con mamá y se lo diga. Debe saberlo también.

. - claro que sí. Díselo a todo el mundo si hace falta.

. - bueno, no será necesario. Solo a mamá y a Sabrina. Al cafre, que le den –dije riendo, ella sonrió también-.

. - sí, que le den –dijo ella-.

Con tanto grito de Maribel, mamá estaba más que despierta y oyendo toda la conversación. Cuando llegué junto a ella, me abrazó llorando. Ella sabía perfectamente que no todo era de color de rosa y su hijo podía sufrir más adelante el mismo problema que Maribel ahora. Aun así, no intentó hacerme desistir, rezaba a Dios para que todo se desarrollara cómo debía suceder y su hijo no sufriera innecesariamente.

. - no llores mamá.

En eso llegó la doctora con unos papeles bajo el brazo y sonriendo.

. - ¿qué son esas lágrimas, señora mía? aquí ya tengo el alta.

. - mamá es muy llorona.

. - qué mujer ésta. Ponedme atención los dos. Les voy a decir lo que tiene que tomar y comer cuando ya esté en casa, como la rehabilitación que deberá seguir haciendo…

La doctora se pegó media hora dale que te pego. Suerte que había venido preparado. De mi bolsa cogí una grabadora digital y apreté el botón Rec, para grabarlo todo y que Sabrina lo oyera en casa, porque si tenía que repetirle toda aquella verborrea médica, no le diría ni la mitad.

Cuando acabó, me dio los papeles de mamá. Firmé en un par de ellos, mamá junto a mi firma, para luego darme la mayoría de papeles para llevarlos al médico de cabecera, quien sería quien le hiciera el seguimiento de su evolución al principio, pero también tendría que pedir hora para dentro de tres meses y que ella volviera a inspeccionarla.

Ayudé a mamá a ponerse guapa y sentada en la silla de ruedas, esperamos al chico de la ambulancia, que nos llevaría a casa, según nos dijo la doctora. Mientras esperaba, me senté junto a Maribel.

. - volveré esta tarde, pues tengo que hacerme la prueba de la anestesia para la operación de mañana. Seguramente a ti también te la harán. No te preocupes por nada, todo saldrá bien. Utiliza tus influencias para que nos pongan juntos. No tengo ganas de hacer el post-operatorio junto a uno que se ponga a gritar cada dos por tres.

. - se lo diré al primer médico que vea, pero no te prometo nada.

. - no importa si no lo consigues. Lo importante es que funcione todo bien, lo demás son tonterías.

Ella buscó mi boca y me dio un beso. Mamá no perdía detalle y meneó la cabeza como diciendo que aquello no podía acabar bien entre dos chicos tan jóvenes, pero como siempre, calló. No sería ella quien lo echara a perder si tenía alguna oportunidad de que funcionara.

El chico de la ambulancia apareció por la puerta.

. - buenos días, veo que me esperaba señora. Pues nos vamos ya, que el tiempo es oro.

Mientras el enfermero se llevaba a mamá, unas lágrimas afloraron en los ojos de Maribel.

. - tonta, no llores.

. - es de felicidad.

. - mujeres, ni con ellas, ni sin ellas.

Le di en su boquita un beso que quise prolongar, pero que no podía. Así que, aun besándola, me giré hasta despegarme de su boca.

Con las cosas de mamá en varias bolsas, salí corriendo y alcancé al camillero. Luego subí delante, mientras colocaban a mamá detrás.

Cinco de la tarde y entro al hospital. No quería pasar por la habitación de Maribel para que me contagiara su alegría tan triste. Directamente me fui a donde debía ir para las pruebas de anestesia. Allí estuve más de dos horas, entre una cosa y otra.

Cuando llegué a la habitación de Maribel, ya había alguien ocupando la cama de mamá. Vaya, parecía que no había podido ser el estar juntos, qué se le iba a hacer.

Ella no estaba. Después de saludar a la señora que allí había, le pregunté por su vecina ciega.

. - creo que fue a hacerse unas pruebas para la anestesia. Le van a donar un riñón.

. - lo sé, soy yo quien se lo va dar.

. - me alegro por los dos.

. - me quedaré aquí esperándola. Aún no sé dónde me meterán o si me meterán en una habitación mañana.

. - salió hace poco.

. - gracias.

Me senté y me repantigué en el sillón. Los ojos pronto se me cerraron, pues el día estaba siendo movidito y no había pegado ojo.

. - Salvador, despierta, chico.

Era una enfermera que me zarandeaba.

. - ¿qué pasa, leñe?, déjame dormir.

. - no puede ser. Maribel ha empeorado en la sala de anestesia y necesitan trasplantarle de inmediato tu riñón, ¿estás preparado?

. - por supuesto, ¿dónde está?

. - en el quirófano número 4. Acompáñame, deben prepararte.

Salí tras la enfermera prácticamente corriendo. Ella iba más rápida que yo y eso que iba caminando, pero sus pasos eran extra-largos.

. - ¿cómo sabías donde estaba?

. - ¿dónde ibas a estar si no?, no paraba de hablar de ti y tu altruismo. ¿Sabes que te quiere?

. - lo sé y ése es un problema para mí.

. - ¿cómo es eso?, ¿tú no la quieres?

. - sí que la quiero, pero ella va demasiado deprisa y yo necesito más tiempo. Quiero sacar mi carrera de arquitectura. Cuando se cure, le hablaré, no antes.

. - eres un chico sensato para tu edad. Yo tenía que haber hecho lo que tú y decir no cuando me propuso matrimonio mi primer esposo. Ya voy por el segundo. Bueno, de los errores se aprenden, ¿no?, ya llegamos.

La enfermera me dejó en manos de dos compañeras, las cuales me prepararon y me subieron a una camilla, con la cual me llevaron al quirófano número 4 donde estaba sedada Maribel. Una lágrima ensombreció mi cara.

. - no te preocupes, todo saldrá bien –me dijo una enfermera, que me secó la lágrima y me puso una mascarilla- cuando quiera, doctor-.

. - comencemos. Adelante con la anestesia.

Después de pulsar un botón de los que estaban en un monitor, poco a poco fui perdiendo la conciencia hasta entrar en un profundo sueño.

Desperté varias horas después en una habitación que desconocía, aunque era similar a las demás del hospital, olía diferente. El desinfectante era potente allí dentro.

Tras la cortina de al lado alguien tenía la televisión encendida, no la oía, pero sí la podía ver. Tenía puesto un canal de deportes donde unas motos corrían.

De vez en cuando oía moverse la cama. Debía ser un tío muy tranquilo mi vecino de habitación.

Al moverme un poco para colocar el trasero que me dolía, sentí que estaba entubado a varias máquinas que sonaban bajito. Eran sus ventiladores internos que no paraban de girar.

Levanté la manta y vi que un tubo me salía del lado de donde había desaparecido mi riñón, aparte de otros que tenía conectado a mi brazo derecho.

Realmente no me dolía nada, solo era una sensación de vacío que tenía encima. Debían ser las drogas que me estaban suministrando los diferentes aparatos. Uno de ellos era un gotero que tenía junto a mí.

El sueño volvió a rodearme y no hice nada por evitarlo, solo quería cerrar los ojos y perderme de allí.

Mucho tiempo después sentí que mi mano izquierda la tenía alguien que me quería. Ya antes de despertar olí a mí hermana. Siempre usaba aquella colonia que su marido le compraba por litros. Había que ahorrar y si encima a ella le gustaba el olor, qué coño, pues mejor que mejor.

Al abrir los ojos, allí estaba ella mirándome con un atisbo de tristeza y de alegría al mismo tiempo.

. - ya has vuelto del mundo de los sueños. Llevas horas durmiendo, hermanito.

. - hola, guapa. ¿Llevas mucho tiempo?

. - ¿no has oído lo que te he dicho?

. - perdona, pero todavía estoy como en una nube y las palabras me entran, pero no las retengo como quisiera. Dame tiempo y verás.

. - no te preocupes. Lo importante es que te pongas bien de la operación.

. - ¿cómo está mamá?

. - la dejé bastante nerviosa, hasta quería venir, pero se lo impedí.

. - hiciste bien. Que no venga de momento. La operación se adelantó y no tuve tiempo de avisaros. Maribel se puso mal según me dijeron y fue avisarme y meterme en quirófano.

. - eso nos dijeron. Aun así, les eché la bronca. Antes debían de habernos llamado a mamá y a mí.

. - fue culpa mía. Puse que no avisaran a nadie si se adelantaba la operación. Cuando Maribel se puso peor, no había tiempo que perder. Además, ya había firmado el papel de consentimiento. ¿Sabes algo de Maribel y si le funciona el riñón?

. - no he podido hablar con ella, pues sigue con la anestesia. Según me dijo una enfermera está más entubada que tú. Alrededor suyo son todo máquinas trabajando al mismo tiempo. Lo de ella es más grave, pues necesita que le funcione lo implantado. Mientras a ti, supongo que solo es taponar los tubos que ahora no funcionan.

. - sí, es lo que creo yo también. ¿Está en su habitación?

. - no, sigue en el quirófano. Hasta que la cosa no se estabilice, no la devolverán a su cama, donde seguirá entubada por un tiempo.

. - habrá que esperar. Anda, vete a casa. Yo estoy bien.

. - no hermanito. Estaré a tu lado.

. - no, vete. Aquí no haces nada. ¿Quién está en la otra cama?

. - es un señor, pero es como un niño, tiene deficiencia mental y alrededor de 22 años y juega con muñecos. Tiene algo en la pierna. La tiene muy hinchada, pero es un buen chico, apenas molesta, siempre tiene la televisión con los deportes puestos.

. - podía haber sido peor –me dije bajito-.

. - ¿qué dices?

. - no, nada, cosas mías. ¿Te vas o te doy una patada en tu gordo trasero?

. - no tienes cojones.

. - anda, hermanita, vete por favor.

. - bueno, vale, pero volveré mañana sin falta.

. - que pesada eres tía. Como quieras, pero lárgate ya, coño.

. - eres de lo que no hay.

Se levantó y me dio un largo beso en los labios.

. - qué bien besas hermanita, si no fueras mi hermana me casaba contigo. El cafre de tu marido no te merece.

. - tu sigue llamándolo así y un día te va a dar un guantazo. Pórtate bien, no seas malo.

. - palabra de Boy Scouts –levanté dos dedos-.

. - pero si nunca fuiste de esos.

. - eso no importa, es la idea. Dame otro beso, así podré verte de nuevo esos pechos tan bonitos que tienes.

. - serás…, mira, me voy ya que si no…

Aun así, me volvió a besar y como la cortina estaba echada, se bajó un poco más la cremallera y me enseñó los dos durante un segundo.

. - gracias, hermanita. Lo malo es que ahora me has dejado empalmado.

. - no querrás que…, tú estás loco, pídeselo a tu novia, la ciega.

. - si estuviera junto a mí, seguro que me lo hacía. No seas mala y no me dejes así, apenas me puedo mover.

. - si se entera mi cafre, me mata y luego a ti también.

. - yo no se lo voy a decir, de eso puedes estar segura.

. - ¿seguro?

. - palabra de Boy Scouts -le dije sonriendo-.

Sabrina fue hasta la puerta de la habitación y la cerró. Así al menos podría oír que venía alguien. En cuanto al hombre deficiente, no se enteraba, pues estaba ensimismado con la tele.

Se acercó a mi cama y apartando las sábanas, miró mi empalme.

. - Dios mío, cómo estás –negó con la cabeza y me apartó el camisón, para luego bajarme los calzoncillos, cogió aire y se puso a mamarme el pene todo endurecido-.

Un rato después Sabrina sintió en su boca que me corría en ella. Esta vez no avisé. Cuando sintió el semen en su boca, se salió durante un segundo.

. - serás cabrón –dijo, para de nuevo volver a mamarme hasta dejármela bien escurrida y muerta. Ella se pasó la lengua por sus labios para tomarse todo mi semen y no dejar rastro de la mamada-.

. - gracias hermanita. Te debo una. Ya sabes, cuando el cafre no te funcione, avísame.

. - Salvador, si lo cuentas a alguien, te la corto.

. - descuida, hermanita. Si antes te quería con locura, ahora te quiero aún más.

. - lo mismo digo, hermanito. Ahora me voy o no saldré nunca de aquí –me dio un último beso y salió rápidamente de la habitación-.

Sus labios tenían un regusto a mi semen y sonreí. No creía que Sabrina se atreviera a hacerle una mamada a su hermano. Ahora tendría que devolverle el favor en cuanto me lo pidiera. Que me lo pediría, pues la conocía muy bien…

Al día siguiente pregunté, como hacía cada dos por tres a las enfermeras, por el estado de Maribel.

. - ya ha salido de urgencias. Ahora mismo está en su habitación.

. - ¿cómo va con su nuevo riñón?

. - de momento va bien, pero aún es pronto y hasta que no pase unos días, no estaremos seguros.

. - ¿la puedo ver?

. - ¿estás loco?, ¿no ves que estás entubada?, espérate hasta mañana. Si todo va bien, te quitaremos los tubos, menos el gotero. Ese te lo puedes llevar contigo cuando vayas a ver a tu amada.

. - bueno, tampoco es eso.

. - sí, sí. A otra con ese cuento. Bueno, intenta no moverte mucho. Ayer hubo un pico en el aparato que tienes conectado. Era como si estuvieras corriendo la maratón. ¿Hubo algo fuera de lo normal que hicieras para que sucediera eso?

. - no creo. Sería algún sueño. No duermo bien.

. - debió de ser eso. Estate tranquilo y antes te daremos el alta.

. - muy bien. Pero no te olvides mañana de quitarme los tubos.

. - menos el gotero –dijo la enfermera-.

. - eso, menos el gotero.

Cuando salió la enfermera, vino el medico con varios estudiantes. Los muy cabrones hablaban de mi operación como si yo no existiera. Cuando se fueron, respiré hondo. Ni se despidieron siquiera, manada de mamones.

Sabrina apareció en la puerta con mamá con su bastón.

Mamá, ya antes de llegar junto a mí, estaba llorando.

. - mamá, por favor, ni que me hubieran quitado un riñón.

. - este hijo me va a quitar del mundo –dijo abrazándome y besándome-.

. - mamá, ten cuidado, que me desconectas los tubos

Y entonces sí que la liamos.

. - ay, hijo, perdona –mamá se sentó en el sillón, abatida-.

Sabrina sonrió y se me acercó y me dio un beso como siempre.

. - hermanito, no le des estos sustos a mamá. Ella va con poco –me dijo, mientras me guiñaba un ojo, yo sonreí-.

. - perdona mamá. Me portaré bien, pero no llores o vendrá la enfermera porque se me suban las pulsaciones. Ellas tienen las alarmas de los aparatos que tengo conectado.

. - no lloraré más. ¿Comes bien?

. - muy bien mamá, muy bien –dije y sin que mamá me viera, me metí un dedo en la boca como para arrojar, Sabrina sonrió para sí misma-.

. - ya ves mamá, tu hijo Salvador está muy bien cuidado.

. - es verdad, mamá. Mañana me quitarán casi todos los tubos. Solo me dejan el gotero, que me quitarán durante la semana si todo va bien.

. - ¿sabes algo de Maribel, hijo?

. - poca cosa, solo sé que ya está en su habitación toda entubada. Ella necesita más días que yo para saber si funciona o no el trasplante de mi órgano sexual, digo riñón –reí ante mi chiste malo-.

. - hijo, no juegues con esas cosas, que las carga el diablo.

. - sí, mamá –y volví a guiñar un ojo a mi hermana, mientras le cogía una mano y no se la soltaba-.

Al rato a mi madre le entró la modorra y cerró los ojos.

. - oye, mamá, no te me vas ahora a dormir aquí. Vete para casa y vuelve otro día.

. - hijo, anoche no pegué ojo por tu culpa.

. - mamá, no digas eso de tu hijo. Está haciendo una buena acción -dijo mi hermana-.

. - sí, pero a costa de que su vida peligre.

. - no pasará nada madre –le dije a mamá, pero mirando a mi hermana e indicándole como estaba de empalmado-.

Ella miró donde debía estar mi pene y allí había una montañita muy declarante del estado en que estaba. Negó con la cabeza como diciendo, este chico se ha vuelto loco.

. - vamos mamá, debemos dejar descansar a Salvador. Mañana volvemos otro rato.

. - pero si acabamos de llegar, hija.

. - pero tú no estás en condiciones. Te estás quedando dormida y no es plan, mamá. Anda, levanta y vamos.

A duras penas se la llevó de allí y ambas me dieron un beso de despedida. Luego se fueron.

En la cama de al lado no estaba el niño grande, pues se lo habían llevado a hacerle una radiografiá o scanner de su pierna.

Al rato llegó una Sabrina sudorosa por haber corrido. Cerró la puerta tras ella y viendo que el chico seguía sin estar en su cama, alegró su cara un poco más.

. - deprisa, le he dicho a mamá que se me quedó el móvil.

Yo mismo me saqué la sábana y me subí la ropa y me la saqué para que ella hiciera lo que mejor sabía, bajármela de nuevo.

Esta vez fue diferente. Se bajó la cremallera superior y se sacó sus pechos esplendidos, como toda ella y me los dio a mamar.

Yo, encantado de la vida, se los mamaba, mientras ella me hacía una paja con la mano izquierda.

. - aprovecha cabrón. No sé ni por qué lo hago. Esto debe ser incesto por lo menos.

. - tú ni caso, hermanita –dije cuando dejé su pezón, para luego volver a él-.

Luego de un rato de mamar teta, ella se puso a mamarme el pene, pero añadió otra cosa. Me cogió mi mano izquierda y la puso dentro de sus bragas. Allí encontré sin problemas su vagina, la cual me deleité pajeándole el clítoris a mi hermana, la cual gemía mientras me la mamaba.

En eso abrieron la puerta y oímos la voz del niño de 22 años deficiente mental.

. - ya he llegado, ahora me pondré a ver mis deportes favoritos.

. - muy bien chico, haces muy bien –le dije por decir algo-.

Sabrina ya se había guardado el pecho y sacado mi mano de su vagina, pero mi polla seguía aun bien dura sin descargar, por lo que le dije que terminara el trabajo empezado. Ella sabía que la cosa empezada había que terminarla y siguió mamando polla. Yo volví a por sus bragas, pero esta vez se había casi dado la vuelta y solo llegué a su trasero. Pues allí también tenía un agujero y allí metí mi dedo más largo. Ella casi da un salto al sentir su intimidad trasera violada, pero al final se dijo que cuando antes terminaba con mi pene, antes se largaba de aquella casa de putas en que se había convertido el hospital.

Cuando se tragó mi segunda ración láctea, saqué el dedo de su ojete y me lo llevé a la boca.

. - serás guarro, hermanito.

. - todo es placer si se hace con cariño y amor, hermanita.

Ella misma cogió una servilleta y me limpió el pene y me lo guardó bajo los calzoncillos, para luego dejarme como me había encontrado.

. - pórtate bien y no le sigas haciendo guarradas a tu hermana que te quiere, jodido degenerado.

. - yo también te quiero, hermanita –cerré los ojos y puse los morros para que me los besara-.

La muy jodida se largó sin darme un solo beso más. Cómo la quería, aquello no podía sino ir a más.

Llegó el momento de des entubarme. Cuando estuve sin aquellas máquinas a mi alrededor, cogí el soporte con el suero que aún tenía clavado en mi brazo y me recorrí medio hospital hasta llegar a la habitación de Maribel.

La madre…, pobrecita. Como había dicho alguien, tenía más máquinas que yo antes de que me las quitaran. Estaba con los ojos cerrados.

En la otra cama habían vuelto a cambiar al paciente. Ahora era una guapa chinita, de unos 19 años. También estaba entubada la pobre. Nadie había en los sillones cuidando de ellas.

La chinita sí que estaba despierta y me fui hacia ella.

. - hola guapa, soy Salvador, amigo de tu vecina.

. - hola, me llamo Sun-yi.

. - precioso nombre. ¿Qué te ocurre?

. - estoy mal del corazón.

. - vaya por Dios. ¿Naciste en este país?, hablas muy bien español.

. - sí, soy de Canarias, pero me encontraba haciendo turismo aquí y aquí me ingresaron cuando me desmayé.

. - seguro que te vas a poner bien. ¿Sabes que eres una chica muy guapa?

. - gracias por lo de guapa –sonrió-.

. - pues eso, muy guapa. Siempre me han gustado las orientales. Hay pocas que sean feas, ¿cómo lo hacéis?, aquí en España hay cada cáncamo…

. - nacemos así, como todo el mundo.

. - ¿quieres ser mi novia?

. - no puede ser –sonrió ella-.

. - vaya, que desilusión. ¿Y eso por qué?

. - porque tú ya tienes novia y a mí no me gusta compartir a mi novio con otra.

. - yo no tengo novia. ¿Quién te ha dicho semejante mentira?

. - yo, cafre, ¿ya me estas poniendo los cuernos? claro, como no me puedo mover ya te buscas a otra –soltó Maribel-.

. - vaya, Maribel, estabas despierta.

. - sí, muy despierta. ¿Lo ves, Sun-yi?, este novio mío es un pendón. En cuanto me doy la vuelta, me quiere poner los cuernos.

. - y vaya con ponerte los cuernos. No le hagas caso, Sun-yi. Tú y yo podemos ser felices y comer perdices.

. - anda, vuelve con tu novia. Eres muy simpático, Salvador. Si no funcionas con Maribel, yo estoy libre.

. - ¿has oído Maribel?, como no te comportes, te quedas sola.

. - encima tú ayúdale, Sun-yi. Te creí más amiga.

. - lo siento, Maribel, en el amor y en la guerra, todo vale, según un proverbio chino.

. - ya te daré yo a ti también cuando pueda moverme. Ahora vente para aquí, Salvador y deja a esa mala amiga.

. - bueno, ya voy, pero déjame antes darle un beso a Sun-yi.

. - de eso nada que luego pide más.

. - calla y deja a tu novio que me dé un beso, mujer. Si es de tornillo, mejor, guapo.

. - eso está hecho.

Me acerqué con cuidado, pues entre mi gotero y las máquinas de la chinita, aquello parecía la trasera de un súper-ordenador.

Cuando tuve la boca de Sun-yi a tiro, me acabé de agachar y le estampé un beso de tornillo como ella quería. Enseguida empezó a sonar la alarma de uno de los monitores.

No me había separado de Sun-yi cuando llegaron dos enfermeras que ya conocía.

. - tenías que ser tú, Salvador. Por el amor de Dios, déjalas en paz o las mandas para el otro barrio.

Sun-yi estaba algo blanca, pero poco a poco fue volviendo su color amarillo habitual.

. - lo siento Sun-yi, no sabía que te podía pasar algo malo.

. - no te preocupes Salvador, ha valido la pena. Gracias y no tardes mucho en volver a visitarme.

. - pero no podré darte otro beso de tornillo, no sea que palmes.

. - bueno, entonces uno pequeñito.

. - eso está hecho. Ahora te dejo. Estoy viendo la cara de Maribel y no me gusta nada.

. - mira que ponerme los cuernos en mis mismas narices. No tienes perdón de Dios.

. - pero sí ha sido por una buena causa. ¿Verdad Sun-yi?

. - claro, Maribel. No seas celosa. Lo podemos compartir, después del beso, ya no me importa compartirlo contigo.

. - de eso nada, yo lo encontré primero y es mío.

. - pero bueno, ¿qué les das, chico? Se están peleando por ti dos preciosidades –dijo la enfermera-.

. - no tengo ni idea –le dije-.

Revisaron los monitores y todo volvía a la normalidad.

. - os dejamos, pero Salvador, no me hagas volver de nuevo o te pongo una inyección de las que duele. ¿Estamos?

. - pero si yo no tengo la culpa, leche.

. - Salvador, Salvador. Que te conocemos.

. - bueno, al menos lo intentaré, pero no os prometo nada.

. - tu sigue haciéndonos trabajar de más y te pongo la antitetánica por lo menos –salieron las tías riendo, las muy cabronas-.

. - no se puede ser bueno. Lo siento Sun-yi, ya no podré acercarme a ti más o me pinchan estas locas.

. - de eso nada. Ya me has acostumbrado y ahora quiero mi beso cada vez que vengas a visitar a esa amiga tuya.

. - novia, a esta novia suya.

. - bueno, sí, eso mismo.

. - chicas, chicas, dejaros de pelearos por mí. Que parezco como aquellos esclavos por los que pujaban para que les sirviera como semental en su mansión.

. - oye, Maribel, no estaría mal tenerlo como nuestro semental particular.

. - serás cabrona. Anda, dedícate a ver la telenovela en la televisión. Maribel y yo tenemos que hablar de cosas serias.

. - vale, pero ya sabes, quiero mi beso cuando vuelvas.

. - ¿aunque estén tus padres al lado o un hermano protector?

. - bueno, en esos casos, esperas a que se vayan.

. - la tienes clara si me voy a quedar durante horas para darte un beso. Anda, olvídame, niña china.

. - ya no puedo. Lo siento.

Pasé la cortina y le guiñé un ojo a Sun-yi, ella recobró la sonrisa y puso la televisión.

Maribel estaba enfurruñada.

. - no pongas esa cara, Maribel. No seas niña. Estábamos bromeando.

. - eso se lo dirás a todas.

. - hay que ver, con lo que he peleado con las enfermeras para que me quitaran los tubos para venir a verte y me lo agradeces así.

. - ¿querías venir a verme?

. - pues claro, vine hasta con el gotero que no me quitan hasta dentro de unos días.

. - perdóname. Creí que te habías olvidado de mí.

. - para nada. -miré hacia la puerta y la besé largamente en su boca. Al otro lado de la cortina estaba Sun-yi mirándonos por donde la cortina pegaba con la pared. La había hecho a un lado y nos miraba-.

Con un gesto, le dije que se ocultara, sabiendo que Maribel no veía, pero si oía perfectamente.

Cuando Sun-yi volvió a dejar la cortina como estaba, volví a besar a Maribel.

Ella me cogió una mano, entubada y todo y me la hizo poner debajo de su camisón, encima de su pecho izquierdo. Volví a besarla y le apreté el pecho. Ella gimió de placer.

Al lado volvía Sun-yi a chismear, viendo lo que hacíamos Maribel y yo. Luego volvió a cerrar la cortina.

. - ¿cómo te encuentras, querida? –le dije con cariño y no muy alto, para que la chismosa de al lado no nos oyera-.

. - la verdad es que no muy bien. Me cuesta respirar, por eso tengo la manguera en las narices.

. - suerte que no la tienes en la boca o no te podría besar.

. - bueno, sí. Después de todo, ha sido una suerte. Así que sigue besándome, mientras hablamos.

. - que cabrona eres –la volví a besar con cada intervalo en nuestra conversación-.

. - ¿qué te han dicho los médicos?

. - que hacen falta varios días para que el nuevo riñón se acople a mi cuerpo. Así y todo, puede que deje de funcionar y tengan que volverme a abrir para quitármelo.

. - no pienses en esas cosas negativas. Piensa en positivo. Recuerda lo que te dije de que siempre hay alguien peor que tú. Si no fíjate en Sun-yi –le dije aún más bajo-.

. - sí, es verdad. Pobrecita. La puedes besar siempre que quieras. Se lo merece, por si acaso…

. - no seas agorera tú también. Oye, como me deje, también le besaré los pechitos. Seguro que los tiene más desarrollados que tú.

. - serás cabrón…, bueno, vale. Pero yo seré tu novia oficial.

. - joder, Maribel, que perreta te ha dado con que sea tu novio. ¿No te vale cómo estamos?, ¿amigos con derecho a roce?

. - ¿amigos con derecho a roce?, me gusta, es un primer paso para ser luego novios oficiales. Me vale, de momento.

. - tú y tus ideas fijas. La madre que te parió. Que conste que no somos novios, al menos de momento. ¿Hay trato?

. - hay trato.

. - okey, y no te me eches atrás como me haces siempre. Que tú no tienes mucha palabra que digamos.

. - ya te dije que había trato. No me hagas arrepentirme.

. - bueno. Lo dejamos así. ¿Cómo estás de ropa sucia?, ¿ha venido tu mayordomo a buscar y a traer?

. - no es mi mayordomo, es mi chofer particular que hace las veces de recogedor de ropa sucia. Pero no, no ha venido.

. - entonces iré yo a tu casa y llevaré la ropa sucia y me traeré lo que me den limpio. Dime la dirección, por favor.

. - no hace falta, ya vendrán.

. - a ese se le ha olvidado. Dame la dirección, no me cuesta nada.

. - no insistas Salvador, ya vendrá.

. - Maribel, ¿qué ocurre?, ¿porque no me quieres dar tu dirección?

Maribel se echó a llorar, cuyo sonido llego hasta Sun-yi, que volvió a separar la cortina.

. - ¿qué le has hecho a Maribel, Salvador?

. - Sun-yi, por favor, no te metas. Son cosas nuestras.

. - vale, pero no le toques un pelo.

. - déjanos Sun-yi y gracias por tu interés –dijo Maribel-.

. - háblame Maribel, por favor. ¿Qué ocurre?

Ella se limpió las lágrimas y se dispuso a rebelarme algo que no quería hacer, por lo menos, de momento.

. - el castillo de que hablo, no es tal.

. - lo supongo. No conozco ningún castillo cercano, supuse que sería una broma entre ustedes dos.

. - Salvador, ni castillo, ni mansión, ni nada. Vivo en una casa de la Asociación de Ciegos de España, la Once. No tengo familia, eso es verdad, también es verdad que murieron en el Atlántico y hasta de que fuimos ricos una vez, pero cuando desaparecieron mis padres, también desapareció toda nuestra fortuna. No sé cómo ni por qué, lo cierto es que no tengo donde caerme muerta. La fundación Once, cuida de mí como de otros muchos en donde vivo. Solo tengo una pensión de invalidez por ser ciega, solo eso. Así que te he engañado vilmente. No quería seguir estando sola y me hice ilusiones contigo.

. - ¿y qué más da?

. - ¿y qué más da?, ¿has oído lo que te he dicho?, te he engañado, he conseguido un riñón tuyo con un engaño.

. - estás equivocada, Maribel. Yo no te lo di para que me llenaras los bolsillos de euros. Lo hice porque quise ayudarte. En cuanto a tu castillo, me da lo mismo. Tú sigues siendo tú, seas rica o pobre. ¿Sabes?, ahora que sé que eres tan pobretona como yo, te quiero aún más.

. - ¿es verdad eso?, ¿no me engañas como yo hice contigo?

. - sabes perfectamente que nunca te he mentido. Después de que te recuperaras, te iba a decir un par de cosas y te las voy a decir ahora, para así ahorrármelas más adelante.

. - me vas a decir que me abandonas, lo comprendo. Es lógico y te entiendo.

. - te vuelves a equivocar, Maribel. Lo que te iba a decir era que quiero sacar la carrera de arquitectura. Ya sé que el ladrillo está muy mal, pero hay otros países donde trabajar aparte de España. Te iba a decir también que tendría que dejarte por un tiempo para ingresar en la universidad y sacar esta carrera. Cuando la tenga hecha, volveré a buscarte donde estés y me acompañarás a donde vaya a ejercer, que probablemente será en Sudamérica.

La chica lloraba de felicidad. Cogí una servilleta y le limpié las lágrimas que salían de sus ojos.

. - Salvador, voy a hincar los codos y voy a estudiar para enseñar a los niños ciegos a defenderse. Mientras tú construyes edificios, yo enseño a los cieguitos como yo.

. - muy bien, Maribel. Es bueno que aprendas una profesión y te desarrolles como persona. No sé cuándo podré terminar la carrera, pero lo haré. Solo quiero que me esperes o me tendré que llevar a Sun-yi conmigo.

. - ni se te ocurra, amor mío.

. - a mí no me importa. Me gusta Sudamérica –dijo la chinita asomada a la cortina-.

. - no seas chismosa, Sun-yi –le dije-.

. - Salvador, si se echa atrás, ven a por mí. Yo siempre digo si –dijo riendo la jodida-.

Maribel me cogió la mano y tiró de mí. Con cuidado de no soltar algún tubo, comenzó a soltarme el cinto para bajarme los pantalones.

. - ¿qué haces, querida?

. - curarme en salud, por si no vuelves y me hayas contado un cuento. Además, deseo hacerte feliz una vez más.

. - pero si ahí está la chinita mirándonos detrás de la cortina.

. - que se joda Sun-yi –dijo consiguiendo bajarme los pantalones-.

Me cogió el pene que estaba creciendo a marchas forzadas. Yo ya estaba colorado al ver a la china sonriendo. Me resistía, pero mi chica tiró de mi pene hasta que me forzó curvarme entre la maraña de tubos. Al final consiguió metérsela en la boca y dio comienzo a la mamada, mientras Sun-yi hacía elocuentes movimientos con sus manos.

Tanto fue el cántaro a la fuente que acabé explotando en su boca. Cuando conseguí sacársela, me la había dejado seca y toda encogida.

. - ¿has visto, Sun-yi?, Salvador es mi chico y tú te jodes.

. - Salvador, antes de marcharte, ven a verme. Verá esa cómo las gasto, yo –dijo Sun-yi-.

Cogí una servilleta y me limpié. Luego me la guardé y me subí los pantalones.

. - Maribel, la próxima vez sé más comedida. No me gusta dar el espectáculo a menos que cobre las entradas a los mirones.

. - tenía que darle una lección a Sun-yi, para que sepa que no soy tonta. Ciega sí, pero no tonta.

. - imagínate que entra alguien. La liamos en el hospital y no me dejan entrar en tu cuarto ni una vez más. Ahora me voy. Voy a despedirme de

Sun-yi.

. - sí, despídete de esa guarra.

Le di un beso en la frente y me fui hacia la chinita.

. - hola guapa, ¿has disfrutado?

. - más hubiera disfrutado si hubiera sido yo la que te mamaba la polla.

. - te creo. Y también creo que no debo tocarte, si no la alarma volverá a sonar y vendrán esas dos.

. - quiero que me beses. Si suena, te escondes en el baño y mientras yo las despisto, te escabulles.

. - ¿has oído Maribel?, si suena, no sabes nada.

. - vale, no sé nada.

Sun-yi, sonriendo se levantó la bata hasta enseñarme ambos pechos, mucho más abundantes que los de Maribel. Adema tenía unas braguitas de lunares rojos.

. - ¿te gusta lo que ves?

. - más me gusta lo que no veo –le dije mirando sus braguitas-.

. - tú mismo. Sírvete.

Le bajé las bragas y disfruté de la visión de su vagina y del vello que lo cubría.

Las pulsaciones del monitor estaban subiendo, pero aún no sonaba nada.

La besé en su boca, mientras, le metía mano en su vagina. Luego seguí bajando hacia sus suculentos pechos, para finalmente, enterrar mi boca entre sus piernas. Cuando comenzaba a saborear su zumo natural, comenzó a sonar la puta alarma de las narices.

Como un rayo le subí las bragas y le bajé la ropa, tapándola después. Un segundo más tarde estaba entrando en el baño con el gotero en las manos. Lo justo para sentir que entraban las dos enfermeras otra vez.

. - ¿dónde está ese cabronazo de Salvador, Maribel?

. - ya se fue hace un rato –dijo ella-.

Llegaron junto a Sun-yi revisaron los monitores. Apagaron la alarma.

. - ¿qué ha ocurrido, Sun-yi?

. - lo siento. Creo que he tenido un sueño algo subido de grados y me desperté cuando sonaba la alarma.

Una de las enfermeras levantó la ropa y le miró las bragas, las tenía húmedas y olía a lo que olía.

. - vaya sueñecito el tuyo. Hasta te has corrido y todo. Habrá que cambiarte. Hija, sueña con otra cosa o nos tendrás aquí cada poco rato. Ésta nos va a dar la tarde, la noche y el día de mañana –le dijo a la compañera-.

. - déjala que sueñe al menos, mujer.

Yo, mientras tanto me largué sin que me vieran aquellas dos cabronas. Cuando llegué a mi habitación, estaba sudando como un pato con un carnicero al lado con el cuchillo listo.

Mi vecino, el niño grande, estaba viendo una revista y se reía.

Yo me di una ducha, con cuidado de no desenchufarme el gotero. Cuando salí, estaba más fresquito y con otra cara.

Mi vecino ya no estaba en su cama. Cuando me fui hacia la mía, allí estaba el jodido, en mi propia cama, haciéndose una paja en toda regla.

. - no seas cabrón, que me vas a dejar la cama toda enlechada.

. - se me ha ocurrido mientras miraba una revista porno. Había uno que mamaba a otro hasta que se corrió. O me mamas la polla o te lleno la cama de mi leche.

. - ¿pero tú no eras tonto, joder?

. - eso es lo que hago creer en casa y a todo el mundo, incluido a los de la Seguridad Social. Tú tampoco eres manco con tu hermana, ¿eh, mamón?

. - serás cabrón. Anda, dame la puta polla y como cuentes lo de mi hermana, te capo.

. - no me interesa contar nada.

Se bajó de la cama y se sentó en la silla. Allí le hice una mamada hasta que el muy jodido se me corrió dentro. Su leche fue tragada, después de saborearla. No dejé ni gota.

. - qué bien me la has mamado. Si quieres te la mamo yo ahora.

. - no tienes suerte. Acabo de descargar en mi novia.

. - otra vez será -se guardó su polla y se fue a su cama, sonriendo-.

La noche llegó y la cena también. Cuando pasó la enfermera para cambiarme el gotero, ya no pasaría hasta dentro de un par de horas al menos. Todo estaba en silencio. Solo algunas toses mal curadas sonaban a lo lejos.

Mi cama se movió cuando alguien se subió encima. Antes de abrir los ojos, supe que solo podía ser uno, mi vecino, el falso tonto. El que quería vivir de la sopa boba.

. - ¿qué coño haces tú aquí, maricón?, ¿tanto te ha gustado mi mamada que has vuelto a por más?

. - eso es.

. - pues ahora te va a costar algo, nada es gratis.

. - cóbrame lo que quieras, pero mámamela de nuevo.

. - vente conmigo al baño y no hagas ruido.

Con cuidado de no hacer ruido al tropezar con algo, fuimos al baño. Allí cerré la puerta y puse el seguro. Le abrí el cinto.

. - sacátelo todo y déjalo en el lavabo.

Yo hice lo mismo. Con nuestras pollas en libertad y totalmente desnudos, me agaché y lo mamé, después de sentarlo en la taza de wáter. Sabía que lo que iba a hacer y al ser la primera vez, me iba a doler un huevo, pero cuando empiezo algo, lo termino. Me gusta aprender sobre la marcha, aunque no sea muy ortodoxo la forma de aprender.

Cuando le tuve la polla bien dura, cogí un buen chorro de detergente para las manos que había en el baño y bañé su polla y mi ojete culero. Así lubricado, no me dolería tanto.

De inmediato me puse encima de su polla y fui bajando. Cogí aire y besando su boca para hacer que no soltara los gritos que sabía que iba a soltar, bajé lentamente.

Su polla fue entrando en mi ano y el dolor llegó a mis entrañas. Aun así, seguí bajando hasta llegar a la mitad del tamaño de su polla, que, por su edad, ya estaba toda desarrollada.

Me paré y cogí aire y volví a besarlo con lengua y todo. El tío no era manco con su boca.

. - no muevas tu polla o me harás más daño aún.

El tío asintió. Con un segundo ímpetu, seguí enterrándome su polla. El dolor era cada vez más intenso, pero no le hice caso, simplemente llegué hasta sus huevos. Allí paré de nuevo, resoplando. Ya había pasado lo peor, según creía firmemente yo.

Cuando comencé a salir y entrar en su polla, el dolor no había desaparecido, ni mucho menos, pero era menor, sin duda. Así y todo, comencé a subir y bajar a mayor velocidad cada vez.

Al rato el tío soltó su leche en mi culo y yo sentí que algo caliente me inundaba, dándome un placer que desconocía hasta ahora.

Me salí de su polla y no sin asco, me puse a mamársela hasta dejarlo seco. Luego me di la vuelta y le puse mi ano en su cara. El tío sabía por qué lo hacía.

Su lengua penetró mi ano y allí sorbió cuanta leche encontraba, además de la que había resbalado piernas abajo.

Cuando terminó su trabajo, se sentó de nuevo y lo puse a mamar mi polla. Cuando me la dejó tiesa, lo levanté y creyendo que me iba a sentar yo, se puso a un lado, pero no, le indiqué que apoyara sus manos en la pared. Le abrí bien las piernas y me puse detrás. Siempre había soñado con follarme a un tío por su santo culo en esta posición y ahora era mi oportunidad.

Busqué en la basura y encontré una cuchara de plástico bien grande. La limpié un poco y se la puse entre los dientes.

Su culo, algo peludo para mi gusto, estaba frente a mis narices. Allí metí mi lengua hasta saborear su ojete que no olía precisamente a gloria. Luego me agarré de su cintura y colocándome en posición, se la enterré hasta los huevos.

El tío, que era también la primera vez que se follaba a un tío y que era follado por otro tío, partió en varios pedazos la cuchara de plástico al sentir el dolor culero.

Una vez dentro, me frené y lo dejé respirar, tampoco había que ser tan cabrón, solo un poco, je, je.

Después del descanso, vino el trabajo duro. Comencé a darle polla cada vez más rápido hasta que al fin me corrí en su interior, vaciándome totalmente.

Sin que se diera la vuelta, comencé a tomarme mi leche directamente de su culo. Cuando no dejé ni gota, mi polla goteaba, así que se la di a comer a mi amante ocasional.

El hombre sabía corresponder como debía y se comía mi polla como si la necesitara para vivir, dejándomela bien limpita y seca de leche.

. - me duele el culo un rato -me dijo el niño grande-.

. - pues tu polla es más gorda que la mía, así que imagínate lo que me duele a mí. Ahora démonos una ducha y volvamos a las camas. La enfermera volverá en cualquier momento para cambiarme el gotero.

. - de acuerdo, pero no tenemos champú ni toallas.

. - mierda, es verdad. Cerraré la puerta del exterior y traeré el champú y un par de toallas. Tú quédate aquí.

Vigilé que no hubiera nadie mirando hacia nuestra habitación y cerré un poco la puerta. Luego corrí hacia mi armario en pelotas y cogí el champú y dos toallas. Regresé y volví a dejar la puerta como estaba.

En el baño pasé el seguro. De inmediato nos dimos una ducha limpiadora de leches al por mayor. Cuando estuve limpio, me sequé y me vestí tal como había entrado.

. - ¿estás listo? –le pregunté-.

. - listo, pero antes… -me cogió la boca y nos besamos durante un minuto eterno, cuando acabamos, ambos sonreímos y apagando la luz del baño, salimos hacia nuestras camas.

Una vez seguros en las camas, respiré hondo. El culo aún me dolía, pero intenté dormir. Solo lo conseguí después de que viniera la enfermera y me cambiara el gotero, aunque con ella a mi lado, no abrí mis ojos en ningún momento.

Según se fue la chica, volvió mi vecino, que supe después que se llamaba Leonardo.

. - ¿no querrás más, joder?, ya no me queda nada –le dije molesto, pues era rápido fabricando leche, pero no tanto-.

Sin subirse a la cama, me habló agachado junto a ella.

. - ¿qué te parece si nos damos por culo de vez en cuando?, esto me gusta.

. - de acuerdo, pero ahora déjame dormir, cabronazo.

. - ¿un besito? –me dijo, sonriendo-.

No pude negarme, pues también lo deseaba. Le cogí la cara y nos morreamos durante al menos cinco minutos, tanto que volví a empalmar, así que me senté en el lado de la cama donde estaba y lo puse a mamármela de nuevo.

El tío, entusiasmado, se puso a ello hasta que me dejó seco. Luego, sin preguntarle, se la saqué y me la comí, bajando también la tensión al tío con una mamada para que durmiera contento y feliz.

Con un último beso largo, se fue a su cama. Yo me metí en la mía y no desperté hasta que sentí la polla de Leonardo en mi culo de nuevo.

. - no te corras dentro, sino en mi boca –le susurré, aún era de noche-.

Cuando le vino el orgasmo, me la sacó y me la dio a tomar. Su leche fue la primera comida de la mañana.

Después se me puso en situación y allí mismo, se la clavé hasta los huevos. Como él antes, se la di a mamar y solté el grifo. Después todo volvió a la normalidad.

. - voy a ducharme yo solo. Luego lo haces tú, ¿de acuerdo?

. - de acuerdo. No quiero que cuando me laven esas guarras, huelan a polla culera –dijo el tonto no tan tonto-.

. - chico listo.

Por la tarde llegó mi hermanita con una flor strelitzia que colocó en un jarrón en un lado de mi parte de la habitación.

. - de parte de mamá.

. - dale las gracias. ¿Cuándo me vas a traer a tu niña?

. - no puedo. Los menores de no sé qué edad no pueden entrar al hospital de visita. Sabes que mi niña no tiene edad todavía y puede coger cualquier virus que seguro que anda suelto por aquí.

. - sí, tienes razón, toda la razón, tonto de mí. ¿Sabes de qué tengo ganas?

. - no me lo digas, yo también, pero no puede ser, hermanito. Eso sería cruzar una línea muy gorda y no está bien hacerle eso a mí cafre.

. - que se joda tu cafre. Si tú quieres y yo quiero, ¿qué mal hacemos?, no se va a enterar.

. - no sé, hermanito, es muy gordo lo que pretendes. Cuando salgas de aquí, ya lo hablamos, ¿de acuerdo?

. - vale, hermanita, como quieras.

Cuando Sabrina se fue, me dejó seco.

. - ¿cuándo voy a estrenar a tu hermana, Salvador?

. - cuando tú me traigas a la tuya.

. - no tengo ninguna.

. - pues por eso, no hay hermana para ti y cómo te acerques a ella, te va a follar tu padre, ¿estamos?

. - vale, tu hermana es tabú. ¿Qué me dices de tu novia y la chinita?

. - lo mismo te digo. Tabú. Búscate a tus propias chicas, joder y no seas cabrón. No las voy a entregar a uno que se hace pasar por tonto para cobrar de la Seguridad Social. Que no me entere que te acerques a ninguna de las tres o te la corto y créeme, por mis chicas, mato, como decía aquella loca de la televisión.

. - lo he cogido, tabú, tabú y tabú.

. - eso es. Fóllate a una enfermera, siempre habrá alguna que esté salida entre todas las que hay en el hospital y si no a aquel marica que atiende la ropa de la lavandería. Ése seguro que se deja encular y gratis.

. - le he echado el ojo a una, pero no me atrevo. Sin embargo, no había reparado en el marica. Si no le entro a la enfermera, me iré a por él.

. - tú mismo. Ahora me voy a visitar a mis chicas, abur y no te pajees, que esta noche te voy a dar por ese culito tuyo que me tiene loco.

. - es lo que hay, chico –pasé por su lado y le di un par de dedos que se metió en su boca, chupándomelos. Antes me los había metido en ojo del culo para él solito-.

Luego me metí en el baño y me lavé bien las manos y me largué de allí, con el puto gotero arrastrándolo todavía.

(Parte 3 de 16)

FIN