Abanico multicolor (16)

La historia va de invidentes, un riñón y una pérdida de memoria, tras un accidente. Relato en 16 trozos.

ABANICO MULTICOLOR

(16-16)

ESCRITA POR: SALVADOR MORALES

© Todos los derechos reservados.

Y a gritos me llamó ella cuando sintió que un objeto caliente y duro le rompía las entrañas traseras. Ya no solo salieron volando las aves por los gritos de Susi, salieron volando hasta los alces que por allí pululaban perdidos en medio del extra-radio de la ciudad.

Por haberme engañado, no sentí compasión de aquella cabrona mentirosa y se la clavé hasta los huevos, solo parándome por mí, no por ella.

Cuando cogí resuello, comenzó su verdadero enculamiento, dándole polla y más polla.

Aquella sí que era una follada en toda regla. Vamos, como nos gusta a los tíos follarnos a las hembras de cualquier especie y condición, solo mirando por el placer propio y que le den a la otra parte, cabronazo que somos los tíos.

La corrida fue acorde con el disfrute y fue monumental y copiosa donde las haya. Toda mi mala leche le entró de sopetón por su anal culo desde mi picha toda encabronada.

Solo cuando me vacié por completo, me paré encima de ella.

La respiración de Susi ya no era audible, aunque sabía que el dolor la hacía llorar, la muy puta se aguantó lo suyo hasta que no pudo más.

La tendí de lado y mientras le puse la polla en sus narices para que me la dejara fina, mi boca se puso en la salida anal tomándome mi lechita recientemente entregada en aquel culo.

Ella sintió mi lengua succionar cuanto salía y al verme la polla chorreando semen por su punta, no tuvo más remedio que seguir las normas sexuales de contribuir a la limpieza de polla, así como yo antes le había dejado como los chorros del oro su vagina totalmente orgasmeada, cosa que volvería a hacer según terminara con su culo.

Cuando la dejé en paz de culo y vagina, me tendí a su lado.

. - no te voy a preguntar cómo estás, porque sé que te ha dolido un rato el enculado, así que descansa un poco, que en cuanto nos recuperemos, volvemos a la carga.

. - sí, como tú quieras –dijo como si fuera una autómata-.

. - no, lo tenemos que querer los dos o sería una violación en toda regla. Así que cuando te recuperes, si deseas que vuelva a repetirlo, deberás dar tú el primer paso, pero antes déjame recuperarme.

. - de acuerdo.

. - siento haber sido un poco brusco, pero al engañarme se me cruzaron los cables. Yo siempre he sido sincero contigo, no veo por qué no lo puedes ser tú conmigo.

. - la verdad es que hasta hoy era virgen de ambos agujeros.

. - ¿otra vez con mentiras?, no has sangrado en absoluto. Tu himen estaba roto.

. - lo sé, pero no por haber sido penetrada sexualmente. Antes de quedar paralítica era corredora de fondo y es normal que se nos rompa a las chicas que hacemos atletismo.

. - ¿entonces para que tanto engaño?, que, si eras virgen primero, ahora que no lo eres. ¿Qué me dirás más tarde?, ¿qué te penetró tu pastor alemán sin querer?

Susi se echó a llorar. Entre el dolor que aún sentía en su ano y lo complicado que se había vuelto todo, se derrumbó.

. - fui violada, esa es la única verdad.

. - lo siento, Susi, ya no te creo nada de lo que me digas. Debes de ser una de esas personas que son mentirosas compulsivas y que no lo pueden evitar. Ya me has dicho tres versiones diferentes de la perdida de tu himen.

. - es verdad, es verdad –gritaba llorando ella-, fue cuando quedé paralítica. Uno de los enfermeros me violaba cada noche que tenía guardia y si decía algo, me haría más daño aún. No conté nunca nada, hasta ahora.

Le cogí la mano y se la apreté. Nada dije. Aquello no significaba que la creyera, pues ya no era nada creíble lo que saliera por su boca, aun así, me mantuve en silencio. Si ella había dicho la verdad o no, ya nada importaba ni cambiaba el hecho de que habíamos hecho sexo consentido entre los dos.

Aquella tarde ya no lo hicimos más, no por las mentiras reiterativas de Susi, sino porque la vi más dolorida por la penetración anal que por otra cosa y no debía volver a hacerlo al menos por el momento.

Sin embargo, las mamadas de tetas y chumino por mi parte y de polla por la suya, sí fueron realizadas a entera satisfacción de las dos partes.

Hasta que la cara de Susi no volvió a ser la de antes, despreocupada y sonriente, no regresamos al orfanato. Le hice prometer que nada dijera de las penetraciones, solamente de las mamadas si se veía obligada, ya que antes ya había hablado con Linda de las mamadas en mi cuarto, no era creíble que no hubiéramos hecho nada en el paseo sexual que habíamos dado.

Después de cenar, Tino se me pegó bastante y cuando digo se me pegó, lo digo literalmente.

Estando en la misma mesa, me buscó con la mirada y con una sonrisa de oreja a oreja, se sentó pegado a mí. Desde el principio, me puso su mano izquierda sobre mi muslo derecho. Tuve que retirársela.

. - sé más precavido, estúpido de los cojones.

Enseguida la retiró y se puso colorado por su estupidez supina.

. - perdona, no lo había pensado.

Le puse, discretamente ahora yo, mi mano en sus pantalones y luego se la metí bajo ellos, cogiéndole la polla ya empalmada.

. - te espero esta noche a las doce en mi cuarto –le susurré, cuando intentó largarse, aún lo tenía cogido por la polla y se frenó-.

. - no tengas tanta prisa.

Le comencé a hacer una paja allí mismo, mientras hablaba con una chica de mi izquierda. Cuando hice correrse a mi próxima víctima, saqué mi mano toda enlechada, la cual y disimuladamente, eché en mi vaso de leche maternal. Luego me limpié con una servilleta y con un gesto al chico, le dije que se largara ya.

Según se largó, me tomé mi vaso de leche de Salomé y de Tino a la salud de ambos.

A las doce en punto entró Tino en mi cuarto. Yo estaba leyendo la puta novela del oeste para hacer tiempo.

. - cierra con llave, desnúdate y apaga la luz –le dije apartando la sábana, comprobando que estaba en pelotas en mi cama-.

Tino se desnudó, apagó la luz y se metió en mi cama.

. - cierra la puta puerta con llave, joder.

. - lo siento –dijo y se bajó de la cama para hacerlo y volver junto a mí-.

Le pasé un dedo por sus labios y respiró hondo, para luego besarle los labios con suma suavidad al principio, para hacerlo luego violentamente.

Tino sabía a lo que había venido y no se dejó nada en el tintero. Su boca y la mía eran una sola, así como nuestras lenguas.

Una vez descorrida la cortina de la timidez, nos entregamos al más puro sexo homosexual.

El chico de inmediato se fue a por mí polla, la cual la había recreado en su mente de mil maneras de cómo sería tragarse la polla de un congénere.

A fe mía que el muy cabrón parecía haber nacido para mamar pollas toda su puta vida, pues lo hacía con una maestría que pocas putas serian mejores en tales trabajos mamatorios.

Puesto que mi polla ya estaba lista para su enculado oficial, me lo saqué de encima y lo puse a cuatro patas. Sus huevos fueron saboreados por mi lengua especial-culos. De allí pasé a sus nalgas que lengüeteé y luego le tocó a su agujero anal, un agujero que disfruté antes de darle polla gorda y larga como era la mía.

Me agarré de su cintura y colocándole mi sable en su entrada trasera, entré de un golpe y me detuve. El tío dio un grito seco, por lo que temí que vinieran las monjas, pero no. Las paredes de aquel edificio antiguo eran de verdad y no como las de ahora, de papel de fumar.

No dejé pasar 3 segundos para comenzar a darle polla a destajo. A todo meter se la clavaba hasta los topes de mis huevos. El chop-chop característico era como una música para mis oídos.

Sin embargo, Tino, cada vez que se la clavaba, gritaba como una niña enculada.

. - aaahhh, aaaahhhh, aaaahhhh, ostia puta, qué dolor, joder –gemía el muy cabrito-.

Ni puto caso, aceleré hasta casi desmayarlo de tanta polla. Cuando me vino la reacción en cadena de polla más culo, me salí y me fui hacia su boca sedienta, la cual alimenté con leche de la buena según se la metí dentro.

Tino sintió que lo estaba alimentando con un producto de calidad y después de saborearla bien, tragó como si fuera una bendición divina. Luego siguió mamándome la polla hasta dejármela como una mierda.

Lo siguiente fue a la inversa, me hizo poner a cuatro patas y a todo lo bestia que podía, me la endilgó toda dentro y yo tan contento.

Si creía que iba a gritar como él antes, estaba listo. Aguanté sus embestidas y disfruté de su polla en mi culo como las tantas otras veces que me habían dado por culo mis otros amantes. Además, su polla, era bastante menguada comparada con la de algunos de mis folladores culeros.

El muy cabrito se me corrió dentro, no pudiéndose salir a tiempo.

. - serás cabrón, ahora pon tu boca en mi culo y tómate tu leche según salga. Déjame el culo como los chorros del oro.

. - perdona, no controlé bien.

. - pues a tomarte tu lechita. Pondré mi culo en alto para que salga por sí sola, mientras tú te pones debajo con tu boca y lengua. Ayúdate de tus dedos para apurar todo lo que puedas.

El chico se puso debajo y yo me puse con el culo encima de su cara. Poco a poco fue saliendo toda su mala leche. Cuando no salió más, metió varios dedos en mi ano y terminó el servicio. Aun así, cogí un papel y me lo pasé por el culo, para luego ponerme otro como tapón.

Como el tío aún no había sido limpiado de polla, me bajé hasta su miembro y me encargué de tomarme las gotas residuales que aún quedaban en su puta polla, cosa que agradó e hizo vibrar al chico. Seguidamente nos pusimos cara con cara y nos dimos un morreo digno de una peli porno de maricones.

. - o te largas ahora o te esperas a que volvamos a tener listas las pollas de nuevo. Como tú quieras.

. - si no te importa, me quedaré. Con que salga una hora antes de amanecer de tu cama será suficiente para que no nos cojan dándonos por culo –dijo el tío tan tranquilo-.

. - de acuerdo. Esta noche vas a follar más que en tu puta vida, te lo aseguro. Soy de rápida recuperación.

. - mejor que mejor.

Nuestras lenguas se enzarzaron en un frenético combate a muerte en el orfanato.

Cuando amaneció, aún seguía allí Tino. Nuestras pollas estaban peladas como las cebollas de tanta polla culera.

Con una última mamada, se fue Tino a su cama. Yo me largué al baño con mi toalla alrededor de la cintura. Estaba realmente cansado.

Cuando regresé del baño, allí estaba la madre superiora ya con las tetas fuera y lista para ser mamada. Sin duda, aquella leche suya sería un buen reconstituyente de polla para salir del bache en que se encontraba mi miembro.

. - buenos días, Julita.

. - casi no llegas y se me están enfriando las ubres, como os gusta decir a los chicos.

. - enseguida se las caliento a base de mamadas y otras cosas.

Cerré con llave y me recosté para mamar teta de monja viejuna y lechera. No pasó una hora cuando la había dejado totalmente seca, tales eran mis ansias de rehabilitar tanto mi estómago, como mi polla.

Cuando acabé con su leche, me fui a tomarme la de abajo. Le saqué las bragas y me hundí en su nauseabundo mundo. Jo, ¿qué ha pasado aquí?, hasta olía bien y todo. La muy puta se había duchado por fin y se había perfumado el chumino para mí.

Le hice un buen trabajo y como mi polla, aunque despellejada, ya estaba dura como un martillo pilón, la hice levantar y la puse de espaldas a mí, con sus manos sobre la cama. Ella sabía que no debía de hacerlo, pero su instinto de conservar algo que debía de durarle bastante tiempo, no me impidió mi deseo de darle polla por su viejo culo.

Apretó los dientes y en cuanto encontré su agujero anal, se la clavé a lo bestia. Ella apretaba los dientes al máximo. No sabía que una polla tan deliciosa pudiera darle tanto dolor culero.

Le dí polla hasta que se la saqué para que me la comiera toda ella y descargar en su puta boca de monja hipócrita.

Cuando la mujer se fue, sus tetas estaban vacías como nunca lo habían sido. Por su dolorida grupa iba renqueando, como si alguien le hubiera dado por culo.

Esta mañana de sábado no lectivo, me la iba a pasar toda en la puta cama, cuando me acordé de la salida con Rebeca al lago. La ostia puta. Y yo con esta resaca de follar culos que tenía encima y, además, la falta de sueño, que me caí allí donde estuviera. Bueno, al menos dormiría una o dos horas. Tampoco era mucho la pérdida. Lo malo era que las sábanas olían a culo de maricón que tiraba para atrás. Así que antes de ponerme a sobar, me llevé las sábanas sucias y me fui donde estaban las limpias y les dí el cambiazo.

Cuando desperté, mierda cabrona, aún no había pasado ni un cuarto de hora desde que me había vuelto a acostar. Era, cómo no, Sor Rafaela.

. - arriba dormilón, es sábado y tienes que ir con Rebeca a ese sitio de la montaña.

. - ¿quién se lo ha dicho?

. - Sor Pilar me lo dijo. Rebeca ya está despierta.

. - oh, por el amor de Dios –dije con unas ojeras de caballo- lo dejaremos para un poco más tarde. Estoy agotado y tengo un sueño de caballo.

. - pero hijo, ¿qué has estado haciendo esta noche que no has pegado ojo?

. - ¿qué cree que puede haber estado haciendo un chico joven como yo?, pues eso.

. - ¿toda la noche?

. - me acabo de acostar hace un rato. Discúlpame ante Rebeca, invéntese algo, por favor. Dígale que, en una hora, estoy con ella. Si no duermo algo, me desplomo.

. - bueno, te dejaremos dormir entonces. La próxima vez no te lo tome tan a pecho –dijo bajándose la cremallera y enseñándome los pechos, ahora sin sostén que los mantuviera, mientras me sonreía con esa cara que suelen poner las putas cuando quieren algo de ti-.

Se agachó para taparme con la manta y sus tetorras por la fuerza de la gravedad se posaron sobre mi cara. Sonreí y cogiéndole uno de ellos, me lo llevé a la boca, mamándole el pezón sin sacarle leche alguna. Luego se los estrujé los dos, para de nuevo llevármelos a la boca.

. - lo siento. Te lo agradezco, pero de verdad, no puedo ni con mi alma. En otro momento usted y yo arreglaremos cuentas.

. - te lo recordaré, pillín. Que descanses –me dio un soberano beso y se guardó los pechos, para largarse después-.

Me quedé grogui según se fue la monja del consolador XXL, pero no sé qué me pasaba, que desperté a la media hora. No podía hacerle aquello a Rebeca. Le había dado palabra y yo siempre la cumplo, así que me levanté y me vestí con la ropa que pensaba llevar al lago.

Se me antojó un helado y me dirigí hacia la cocina. Sería por el calor que estaba empezando a hacer a esa hora, porque no era muy dado yo a los helados. Aunque me gustaban cantidad, no los comía sino en verano y no siempre, pues sabía de buena tinta que eran todo química y no de la buena.

. - hola Salomé. ¿Tienes algún helado que comerme?

. - claro, querido, para ti siempre.

Se levantó el traje y se bajó las bragas.

. - tómate tu helado.

. - Salomé, Salomé, me refiero a un helado de hielo.

. - perdona chico. Me tienes pensando todo el día cuando aparecerás por aquí o por mi cama, que ya no sé qué me hago.

. - de todos modos, me has dado una idea. Dame el helado y entremos en el almacén un momento.

. - que se te habrá ocurrido ahora, pillín –dijo ella-.

Salomé saco de la nevera un helado de hielo como pedí y me lo entregó. De camino al almacén, le quité el plástico y le dí un chupetón.

. - siéntate en esa caja, por favor y sácate las bragas.

Ella hizo lo que le dije y se abrió de piernas. Me agaché con el helado por delante y se lo metí todo en su gran vagina. Lo dejé allí unos segundos. Ella se retorcía de dolor por el frío helado en su chumino.

. - sácamelo, sácamelo, por favor.

Lo saqué y se lo dí a chupar. Lo chupó y lo chupé yo. Luego de nuevo hasta el fondo de su chichi. Así estuvimos hasta que iba disminuyendo el tamaño del helado.

. - pero que cosas se te ocurren, jodido cabroncete.

Cuando apenas quedaba el palo, se lo entregué para se lo terminara, mientras yo me dediqué a meterle la lengua allí donde antes estuvo el helado. Además, su clítoris fue mordido y chupado hasta hacerla retorcerse de gusto. Desde luego, su ano no se salvó en ningún momento de meterle varios dedos dentro hasta sacarlos bien olorosos. Una comida de tetas lecheras y un morreo después, para dejar en paz a mi cocinera favorita.

Salomé me dio una mochila con la comida que había preparado para el viaje de Rebeca y mío al lago, junto con un bocata de mortadela que me iba a zampar antes de salir. Me eché al hombro la mochila y salí de allí.

Continué hacia mi destino que no era otro que el cuarto de Rebeca. Cuando llegué, ya me había comido el bocadillo, tal era el hambre que llevaba encima. Al verla, supe que había estado llorando.

. - ya estoy aquí.

. - has venido por fin.

. - perdona, pero cogí una resaca y tenía un sueño de aúpa. ¿Estás preparada?

. - sí, desde hace horas. Casi no dormí en toda la noche pensando en el viaje.

. - no me digas que has estado llorando.

. - creí que te habías echado atrás.

. - yo solo tengo una palabra. Con resaca y todo, aquí me tienes. ¿Nos vamos?

. - sí.

. - por cierto, estás guapísima, como para tirarte los tejos.

. - gracias, tu ropa nueva te sienta muy bien. ¿Nos vamos ya o nos pegamos todo el día echándonos piropos?

El viaje lo pasé la mayor parte dormitando sobre el pecho derecho de Rebeca. Notaba como me daba besos cada dos por tres y la dejé hacer.

Ahora que lo pienso, no entendía cómo podía acordarme de mi lugar favorito, en aquel lago y no del resto de mi puñetera vida. Lo que las neuronas tienen. Seguro que voy recordando mi pasado poco a poco, ahora estaba seguro.

Quedó encargada de avisarme de las paradas de trasbordo a otros autobuses. Solo cuando llegamos a destino, estiré los brazos. Con el brazo por encima de Rebeca y después de darle un beso en todos los morros, avanzamos hacia un lago que tenía clavado a fuego y no sabía por qué. Solo cuando lo vi, la memoria resurgió de sus cenizas. Mamá, Sabrina, el cafre, la universidad, mi cieguita esperándome, no, mi cieguita ya no me esperaba, mierda, mierda, mierda…

Rebeca sintió que algo me había pasado al ver el lago y la zona de acampada privada.

. - ¿qué te pasa, querido?

. - al ver el lago y la zona de acampada, la memoria me ha venido a la cabeza. Ya lo recuerdo todo, todo, todo.

. - Dios mío, Salvador. Entonces lo nuestro…

Le cogí su carita vendada y la besé con dulzura.

. - querida, nada ha cambiado. Sigo siendo Salvador y es lo que importa.

. - pero no entiendo, dijiste que cuando recobraras la memoria…

. - querida, eso tampoco ha cambiado. Te lo explicaré y lo entenderás enseguida. Lo primero para no pasar más calor del debido, será armar la caseta que has traído en tu mochila.

De la mochila saqué la caseta que le habían dejado en el centro. Me costó armarla, pues era de las antiguas, pero al final estuvo en pie de igual manera. Luego ella puso dos grandes toallas junto al agua, en la arena seca. Puse los alimentos en la caseta y solo saqué la crema antisolar. Luego cogí de la mano a Rebeca y nos sentamos en las toallas mirando hacia el lago.

. - Rebeca, quiero que pongas atención a lo que voy a decirte. No me interrumpas o no podre aclararte lo que ha sido mi vida antes de llegar al centro.

. - nada bueno para mí, seguro –dijo restregándose las manos- te escucho-.

. - tengo una madre y una hermana. Acabo de terminar arquitectura en la universidad y regresé para llevarme conmigo a mi chica del pueblo, a la que prometí casarme con ella e ir a Sudamérica a ejercer mi profesión. Era ciega y una preciosidad que tiraba para atrás.

. - lo sabía…, lo sabía… –dijo ella llorando-.

. - he dicho que era.

. - quieres decir que…

. - así es. El edificio donde estaba la residencia en que vivía y estudiaba, se incendió, murieron varias personas, entre ellas, mi chica ciega que se llamaba Maribel y su amiga Francesca. Luego regresé a casa, pero allí no había nadie, solo una nota donde me decían que estaban de viaje bien lejos. Luego ya lo conoces, mientras iba por la calle medio ido, me embistió Sor Pilar con su furgoneta. Ahora tengo memoria, pero no tengo futuro.

. - no digas eso. Tienes esa carrera de arquitectura y a tu familia. Ya habrán regresado o estarán a punto de hacerlo. En cuanto a lo nuestro…

. - lo nuestro empieza ahora querida. Ya nada se interpone entre tú y yo, solo algunos cabos sueltos que arreglaré en poco tiempo. ¿Te quieres casar conmigo, mi quemada Rebeca?

. - ¿lo dices en serio, Salvador?

. - y tanto. Ya antes de recobrar la memoria quería pasar contigo mucho más tiempo del que suponía debía de pasar cuando me acordara de mi pasado. Ahora que ya nada me ata a él, por la muerte de Maribel, deseo continuar a tu lado e intentar hacerte feliz todo lo que no has sido hasta ahora de aquí para atrás.

. - oh, Salvador, me has hecho la mujer más feliz del mundo. Sí, sí quiero casarme contigo –decía llorando mi quemada Rebeca. Solo debía pedirle un último favor-.

. - Rebeca, te dije antes que debía arreglar unos cabos sueltos antes de ser totalmente libre.

. - sí, eso dijiste.

. - te voy a pedir un mes de plazo donde no te podré ser fiel, pues debo de cerrar esos cabos sueltos para siempre. No solo están en el centro, sino también fuera de él, en mi vida anterior. ¿Puedes dármelos sin echármelos en cara en el futuro que compartiremos y donde te seré fiel hasta que, como dice el cura, la muerte nos separe?

. - confío en ti, Salvador. Es más, confió tanto que te dejaré libertad para que tengas sexo fuera de casa. Solo te pido que no traigas a casa a las personas con quienes te hayas acostado, eso no podría soportarlo.

. - ahora sé que he elegido a la chica perfecta. Te prometo que seré discreto y procuraré no ponerte en evidencia. Intentaré no buscar fuera lo que tengo en casa, pero te pido perdón por anticipado, por si recaigo. Tú serás la única con quien volver cada noche.

. - ¿tendremos hijos?

. - por supuesto. Al menos dos y si es la parejita, mejor. Como no puedes tenerlos, los adoptaremos.

. - quiero que me hagas tuya, querido. Ya no tengo reparos en decirte que me entregaré a ti en cuerpo y alma. Seré tu amante, tu esposa, tu amiga y tu confidente. Seré todo eso y mucho más. Solo con que me quieras un poquito, estaré satisfecha, pues no esperaba tenerte en mi camino para darme felicidad y sentirme necesitada, pese a mi horrendo pasado que...

No la dejé continuar. Le tapé la boca con la mía. Nos besamos como si fuera la última vez. De su cabeza saqué las vendas, para después desnudarla toda. Yo fui desnudado por ella y así, ambos como nos trajeron al mundo, recorrí con mi lengua cada surco de su cuerpo. Solo cuando ambos nos descubrimos mutuamente, la penetré vaginalmente, siendo la unión definitiva entre dos almas que se fueron a encontrar cuando las dos estaban perdidas.

Entre sexo y sexo completo, nos descubrimos. No solo el cuerpo del otro, sino también lo que sentíamos. Hablamos y hablamos, pero también nos amamos y amamos hasta el agotamiento físico.

Cada poro de su cuerpo y del mío fueron amados con la minuciosidad que requería nuestro deseo de seguir el camino juntos. Un camino no exento de piedras en el camino que sabremos sortear, siempre que los dos tiremos del carro en la misma dirección.

Como había pedido, liquidé los asuntos pendientes en el orfanato. En la salida con Rafaela y Gisela y en la misma zona donde Susi, desvirgué a las dos chicas. La sorpresa saltó cuando me dí cuenta que entre ellas dos había algo más que un mismo amante. Entre ellas se compaginaban perfectamente. Cuando las dejé durante un segundo para coger resuello, la pequeña Gisela se metió entre las piernas de la monja y no dejó títere con cabeza, haciendo sudar tinta china a la monja. Con un 69 perfecto, se dieron placer hasta desfallecer. Así como estaban, las enculé a ambas, mientras ellas seguían comiendo chumino bueno, bonito y barato.

A Sor Pilar la cogí en la lavandería mientras echaba ropa en la gran lavadora. Previamente había pasado la llave a la puerta.

Le levanté el hábito y como preveía, no llevaba bragas. Allí mismo se la clavé hasta los huevos, hasta correrme en su anal culo. Solo después me tomé mi lechita directamente de su culo. Cuando salí de la lavandería, me la había follado para una semana y bien contenta que estaba ella.

A la Julita, la madre superiora, más de lo mismo. La enculé salvajemente cuando entré en su dormitorio una noche. Dormí en su cama y cuando me levanté de madrugada, la tenía servida para una buena temporada.

Al día siguiente informé de mi deseo de llevarme a Rebeca conmigo y casarnos, una vez que había recobrado la memoria. La madre superiora intentó disuadirme, dada la imposibilidad de poderla atender económicamente y sus necesidades especiales, pues aún no había construido nada y no tenía un duro.

Aparte de que no encontraría a nadie más adecuado para ella que yo, que no les tenía miedo a sus marcas de quemaduras, que, a más de uno hacia vomitar, Rebeca y yo, convinimos que era pronto para casarnos, como decía la madre superiora en monjil y en putiferio y no había necesidad de adelantar acontecimientos. Así que acordamos que yo me pondría a trabajar en lo mío y me haría un nombre y luego la vendría a buscar más adelante. Hasta mi madre y mi hermana estuvieron de acuerdo en esto último, cuando lo supieron de un servidor.

Les entregué un mes de mi vida a mi familia y a los amantes internos y externos del centro, antes de marcharme definitivamente y buscarme la vida fuera, ejerciendo de mi profesión.

Precisamente y antes de terminar en el centro, Sor Pilar vino un día cuando yacíamos Rebeca y yo en su cuarto, ahora era de los dos por expreso deseo de la madre superiora, que viendo que no podía dejar embarazada a Rebeca de ninguna de las maneras, permitió que conviviera con ella hasta marcharme a fin de mes. Se lo agradecí en el alma dándole placer aquella misma noche.

Como decía, Sor Pilar nos interrumpió cuando tenía a Rebeca contra la pared.

. - adelante –dije, mientras mi chica seguía recibiendo los embates de mi polla-.

. - perdonad, volveré más tarde.

. - no, pasa y cierra, por favor, enseguida terminamos.

Seguí dándole por culo. Ya Rebeca se había hecho al paño y si a mí no me importaba, a ella tampoco.

Cuando me salí de su culo, le hablé a Rebeca al oído y ella asintió sonriendo.

. - Sor Pilar, por favor, ¿desea tomarse mi leche?

. - ¿puedo, Rebeca?

. - adelante, Sor Pilar.

La Pilarica se acercó de inmediato y se puso a mamarme la polla como si fuera agua de mayo. Cuando me corrí en su boca, tragó cuanta leche expulsé. Luego re mamó mi polla hasta dejármela lista para la próxima follada.

. - como siempre, está riquísima, Salvador.

. - gracias, no las merece, Sor Pilar. ¿A que había venido, si se puede saber? –le dije, mientras le desabrochaba la parte superior hasta sacarle ambos pechos. Uno de ellos se lo mamó Rebeca y el otro, yo-.

. - había pensado que, ya que nos dejas en los próximos días, me dije que ¿por qué no dejas que los chicos del centro te pinten tal como estás ahora?

. - no sé. Una cosa es estar desnudo en el cuarto, pero otra a la vista de todo el mundo, no sé…, no se...

. - no seas así, Salvador. Tienes a media escuela soltando caldo por tus huesos ¿y no les vas a dejar un cuadro de tu cuerpazo?, porfa, hazlo por mí –dijo Rebeca, cuando dejó un momento de mamar a Pilar-.

. - bueno, pero solo un día, que eso cansa un montón.

. - los chicos y chicas se alegrarán cantidad. Ya tengo el permiso de la madre superiora, que también te pintará, pues en sus años mozos fue una gran pintora de paisajes.

. - ¿y para cuándo es?

. - ¿esta misma tarde puede ser?

. - de acuerdo, pero no podemos dejarte ir sin darte un buen repaso, Sor Pilar.

. - ¿por qué crees que me presenté voluntaria para venir a preguntarte?

Se desnudó por completo y se tendió en la cama con las piernas bien abiertas. Tanto Rebeca como yo, sonreímos y nos fuimos a por ella.

Cuando salió de allí tuvo que meterse directamente en la ducha pues había sido lamido cada poro de su cuerpo, agujeros incluidos.

La escuela de dibujo estaba más llena que de costumbre. Allí estaba todo el elenco de profesores y alumnos del centro, debido a ello se hubo de habilitar la cancha de baloncesto para poner las sillas y atriles necesarios para tanto pintor que se había apuntado a última hora y así poder hacer los dibujos.

Había un murmullo en la cancha, callándose cuando entré con un albornoz y me puse en medio de todo el grupo.

Habían dispuesto un par de estatuas del discóbolo y otras. La profesora habló previamente conmigo de cómo debía de colocarme, puesto que los 365 grados del círculo de pintores debían de tener cada uno una visión diferente al pintarme.

Me dio un disco blanco y como me había dicho, me coloqué después de sacarme el albornoz. Hubo un parloteo de aprobación al verme con mi cuerpo de atleta griego, haciendo de atleta griego.

. - por favor, se ruega silencio. Pueden comenzar a pintar al modelo Salvador haciendo del Discóbolo de Mirón. Serán solo por el día de hoy y durante un máximo de tres horas, con dos descansos de quince minutos. Y ya que están todos reunidos aquí, la madre superiora quiere decirles unas palabras.

. - gracias, Sor Belén. Antes de nada, tengo que pedirles que juren ante la biblia que lo que les voy a decir, si no están de acuerdo y no desean seguirlo, no lo vais a divulgar bajo ningún concepto, ni siquiera en secreto de confesión, pues se derivarían en serios problemas para el centro y los chicos y chicas, así como sobre las monjas que aquí estamos. Levantad las manos todos y jurad, el que no lo haga, que salga de la cancha y seguiremos sin esa persona.

Todo el mundo levantó la mano, sin excepción, hasta yo la levanté.

. - Bueno, ya pueden bajarla. Lo que tengo que decirles es que Salvador, una persona que nos ha caído del cielo, desea despedirse de todos y todas haciéndoles felices. Me explico. En lo que queda de mes, quien quiera podrá yacer con Salvador en mi cuarto, sin ninguna supervisión de las hermanas. Lo que se haga allí no será reprochado ni ahora ni después de que se haya ido Salvador. Las monjas y demás empleados también pueden asistir si así lo desean. Están dispensados del mandamiento correspondiente. Solo decir que yo misma y otras monjas, así como algunos chicos y chicas ya han yacido con Salvador varias veces. En caso de que sean demasiados los partícipes, se hará en grupo. Solo decirles que Salvador nos visitará siempre que lo desee y yacerá con aquel o aquella que quiera, siempre que no haya coacción por ninguna de las dos partes. Por último, en reciprocidad con Salvador, nos desnudaremos mientras pintamos su imagen y yo seré la primera en hacerlo.

Sor Juliana o Julita, como me gusta llamarla, se sacó el hábito, quedándose en pelotas, pues ni llevaba sostén, ni bragas. Se sentó en su asiento y cogió el lápiz de pintar. El resto fue uno tras otro quitándose las ropas, incluida la profesora Sor Belén.

Los chicos y chicas en silla de ruedas o impedidos, fueron ayudados al desnudarse. Solo una persona no lo hizo y fue por respeto al resto, pues imponerles su horrorosa desgracia, no haría más que perjudicar a los presentes. Rebeca salió de la cancha y se fue a su habitación. Allí cogió el consolador que le regaló Sor Rafaela y se dio gusto del bueno. Al final acabó pegándole fuego al aparatito de los cojones, pues me demoré más de la cuenta.

Previamente en la cancha y mientras me dibujaban con la picha colgando, uno de los pintores, una chica flacucha se me puso a comerme el rabo. Por supuesto, mi polla se puso como tenía que ponerse, hacia arriba y como no podía moverme, sonreí. La profesora, que lo vio todo, tuvo que poner silencio en la cancha.

. - por favor, no seamos indisciplinados. Como habéis podido ver, Soraya no ha podido estarse quieta. Quienes tenéis visión de lo visto, valga la redundancia, el miembro de Salvador ha cambiado del estado de reposo al estado de empalme y perdonen la palabra, pues no tengo otra a mano. Así que los que aún no le han dibujado el falo de Salvador, pueden pintárselo en la nueva posición.

De inmediato todo el mundo borró la polla caída y se puso a pintarla toda empalmada. Aquello era un cachondeo, pero un cachondeo aceptado por todos.

En el primer descanso me senté en la mejor silla. Allí tuve las visitas del grupo. Estaba rodeado de tetas y pollas, a cuál, más empalmado.

. - Salvador –me dijo uno de los chicos con los que aún no había yacido en absoluto- si voy a verte, ¿qué me harás?

. - lo que tú quieras y no te haga daño. ¿En qué habías pensado?

. - quiero que me hagas como a Saúl y hacerlo yo también.

. – pues haremos todo eso.

. - Salvador –preguntó otra- quiero que me desvirgues como a Susi-.

. - sin problemas, cariño -le dije-.

. - Salvador, ¿creo que voy a explotar aquí mismo, puedes mamármela? –me dijo un bajito con cojera-.

. - claro que sí. Acércamela.

El chico se me acercó y me puso su polla en las narices. Se la mamé y fue empezar y soltar el grifo. Salió bien poco, pero qué se le iba a hacer. Cuando descargó le dí un papel de una cajita que me había puesto la profesora a mano.

El resto de chicos empalmados se pusieron en fila y fui mamando pollas y tragando leche hasta dejar la fila a cero.

. - ¿y nosotras que, Salvador?, también tenemos necesidades –dijo una de las chicas más desarrolladas de mamas y con una pelambrera en su chumino bien poblada-.

. - tenéis el mismo derecho que los chicos. Acércame tu vagina. Perdón, un segundo -me levanté y me fui a un baño cercano. Me lavé la boca con abundante agua y antes de salir, allí estaba mi chica, Rebeca, con un cepillo y dentífrico. Le dí las gracias y me lavé la boca. Luego regresé con las chicas pintoras.

Le cogí una pierna a la primera y la puse en mi hombro, mientras succioné y mamé su vulva quedándome con sus jugos. Luego las demás chicas la imitaron y me zampé una fila de calientes chicas.

Cuando terminé con las chicas, vi que en la fila había monjas y más monjas. Así como Salomé, la profesora y la misma madre superiora. Todas, sonriendo.

No me negué y le dí a cada hembra una rápida comida de conejo de diferentes pelambreras y sabores diversos. Por supuesto, eso de un cuarto de hora de descanso, era un cuento, pues se alargó bastante más.

Pese a las muchas mamadas que hice, mi propia polla había vuelto a caer y de nuevo iban a borrar lo pintado, pero mandé parar tal desaguisado.

. - un voluntario o voluntaria para ponerme el pene de nuevo como estaba la última vez.

Gano, por correr más, un chico con sobrepeso. Aún no había pasado por mi polla.

. - has ganado, guapo. Es toda tuya.

El tío se alegró como si le hubiera tocado un viaje a Cancún. Me la cogió entre sus manos y se la metió en su boca, toda ella.

Poco a poco consiguió que se levantara hasta el cielo.

. - muchas gracias, te nombro oficialmente levantador de penes. Al final te vas a llevar el premio completo. ¿Me entiendes lo que significa?

. - gracias, Salvador. ¿Me puedes chupar mi rabo, por favor?

. - claro, precioso.

Mi boca se comió su rabo, pero como se lo había deslechado antes, apenas se levante. Eso sí, el chico sintió rayos y truenos que se producían en su muerta polla. El resto, sonrió, por no llorar.

Yo, empalmado como ya estaba, volví a mi posición de Discóbolo de Mirón-.

Como dije antes, al final Rebeca, acabó quemando el consolador dentro de su chumino. Aquella noche cuando se lo comí en nuestra cama, ya le olí a quemado allí dentro, ante la risa tonta de Rebeca al decirme el motivo.

Unas veces en grupos y otras individualmente, me pasé por la piedra a todo el centro. Solo al doctor que venía una vez al mes lo dejé vivo, pues no tenía ganas de enfollonarme más con aquel tío que no me merecía mucha confianza.

Con el tiempo encontré trabajo en una multinacional hispana, que, varios años después, acabó enviándome a Centroamérica a suplir a un compañero caído por malaria, el cual acabó palmando.

El kit de vacunas que me pusieron antes de salir, evitó que yo también cayera enfermo de gravedad, pese a coger una cepa de la misma, pero que era menos virulenta que la que se cargó a mi predecesor.

Cuando regresé de vacaciones a España, pasé por el centro. Ya era hora de llevarme a Rebeca conmigo. Según nos vimos, un largo beso nos dimos. Ella, por las cartas que le había enviado desde que marché la primera vez hacía ya cuatro años, sabía que ésta era la definitiva.

. - llegó el momento, querida. Nos casamos y te vienes conmigo a Centroamérica. Allí donde me manden, allí irás tú. ¿Qué me dices, cariño?

. - que sí. Que me voy contigo como tu esposa. Has cumplido tu palabra y has regresado por mí. Antes de que digas nada más, quiero presentarte a una parejita de hermanos, quiero que los conozcas.

Me cogió de la mano y me llevó a una parada de taxis y sin poder decir nada, porque ella me dijo que era un secreto, me llevó a un centro similar de donde estaba ella, pero de menores de 18 años. No estaba muy lejos. Una vez allí, nos acercamos a una ventana de la clase de alumnos de 4 a 8 años.

. - ¿ves aquellos dos mocosos del fondo?

. - sí, son muy guapos. Que le pasa al niño, lo veo algo débil.

. - lo han operado recientemente de un accidente de auto que tuvieron con sus padres. Ellos fallecieron y los chicos se han quedado huérfanos.

. - entiendo que deseas adoptarlos y llevarlos con nosotros.

. - es mi mayor deseo, querido. Recuerda que queríamos adoptar a una parejita. Ellos son hermanos y son una parejita encantadora.

. - ¿has hablado con la madre superiora de este centro al respecto?

. - sí, llevo detrás de ella desde que supe de los chicos. Ya tiene los papeles preparados desde hace un tiempo. Solo necesita que nos casemos y pidamos formalmente la adopción de la pareja.

. - ¿puedo hablar con los chicos antes de darte mi respuesta?

. - claro querido. Si no estás de acuerdo, buscaremos otros –dijo ella un poco triste por si no me gustaban la pareja de hermanos-.

Mientras esperábamos a que la clase acabase, apareció sor julita, con otra señora de edad avanzada, también monja.

. - hola, Salvador. Bienvenido, hijo -me dijo julita, dándome un beso casto. Luego me presentó a la otra monja. Sor Alexia, él es Salvador, el sol que nos alumbró durante un tiempo. Salvador, sor Alexia es la madre superiora de este centro de menos de 18 años.

. - tanto gusto, sor Alexia -le dije dándole la mano, que me cogió y saludó- qué coincidencia, que estuviera usted aquí, sor Julia.

. - nada de coincidencia. En cuanto me dijo Rebeca que venías a por ella, me vine para acá. Y sabiendo de los decesos de tu futura mujer, hemos estado hablando sor Pilar y yo al respecto.

. - efectivamente, señor Salvador, tengo firmado todos los papeles para que se puedas llevar a la pareja de hermanos que ha elegido su futura esposa.

. - se lo agradezco, sor Julia y a usted, también, sor Alexia. Ahora mismo iba a hablar con ellos para darle una respuesta a Rebeca. Ella aún no lo sabe, pero los aceptaré como mis hijos.

La clase de los chicos había acabado y estaban en el recreo, junto a los columpios. De la mano de Rebeca, me acerqué a los dos hermanos.

. - hola chicos, os presento a mi futuro marido, Salvador.

. - hola chicos. ¿Cómo os llamáis?

. - Roberta yo y Alejo mi hermano –dijo la mocosa-.

. - ¿nos vas a adoptar tú y Rebeca? -dijo el mocoso-.

Miré a Rebeca y sonreí.

. - así es. ¿Lo queréis vosotros?

. - ¿nos vais a separar? –dijo la hermana-.

. - no, viviremos todos juntos.

. - entonces sí que queremos.

. - muy bien. ¿Queréis ser quienes lleven los anillos cuando nos casemos mamá y papá?

. - sí, sí –gritaba Roberta, el chico intentaba estar como su hermana, pero la reciente operación no le dejaba mucho margen para dar saltos como ella. Aun así, rio y dijo que sí, también.

. - muy bien. Papá y mamá tienen que arreglar unos papeleos, cuando nos lo permitan, os vendréis con nosotros en un viaje en avión al otro lado del mundo. Viviremos cerca de una selva, con muchos animales suelto. ¿Os gusta?

. - ¿habrá perritos?

. - claro que sí, perritos, gatitos y muchos pájaros.

Los dos chicos se alegraron y los dejamos hablando de las cosas que harían con tantos animales sueltos. Rebeca y yo regresamos con las madres superioras. Acordamos el día de la boda e invité a mi hermana solamente, pues mamá falleció de un cáncer de páncreas que se la llevó a la tumba en muy poco tiempo ya hacía un año. Por suerte, no vino el capullo del marido de mi hermana, el cafre.

La ceremonia fue sencilla y rápida. El mismo día de la boda, con todo firmado, nos volvimos a Centroamérica con la pareja de hermanos. De la noche a la mañana, volvía casado y con hijos. Eso sí es rapidez.

El matrimonio con Rebeca, tan deseado, inculcó en mí el respeto por una mujer que sabía lo que quería cada uno. Ella, madre, esposa y amante y yo padre, esposo, amante y algo ligero de cascos.

Ella comprendía mis debilidades tanto como yo. Sabía que no debía tirar demasiado de la cuerda y yo que la cuerda era para poder regresar con mi amada cada noche y no perderme por el camino.

Solo una norma era inamovible en casa. Nunca debía de llevar a casa a hombres o mujeres que antes hubieran tenido o tendrían en un futuro próximo mi polla en su culo. Los deslices por mi parte eran parte de mi idiosincrasia, sin la cual yo, no era yo, según propias palabras de Rebeca, me querida y quemada Rebeca.

Con el tiempo, mis hijos y Rebeca, me acompañaron a diferentes países, allí donde me mandaba la casa matriz a construir. Ya fueran puentes, edificios o lo que fuera. Lo único que no cambiaba era el amor que cada día crecía hacia mi adorada Rebeca.

Y conforme pasaba el tiempo, los chicos iban creciendo.

Al final y pese a que los queríamos muy cerca de nosotros, tuvimos que permitirles ingresar en una conocida universidad nacional para que siguieran la carrera que cada uno deseaba sacar adelante y de paso se estabilizaran emocionalmente, pues no todo era estar cambiando de ambientes cada vez que me destinaban a un país u otro, también debían relacionarse con compañeros de su edad y vivir su propia vida de una manera más estable.

Rebeca siguió conmigo allí donde me mandaba la constructora para la que trabajaba, cumpliendo el deber de esposa, amante, ¿y por qué no?, de cornuda, y es que la cabra siempre tira al monte, quiérase o no.

Con el tiempo me hice un capital y lo empleé gustosamente en reparar en lo posible los desperfectos que el maldito rayo le produjo a Rebeca. Al menos desde la cabeza hasta su pecho deforme, que fue reconstruido por los cirujanos plásticos.

Rebeca no permitió que me gastara ni un céntimo más en ella. A partir de allí, ya no quiso saber nada más de operaciones, que quiérase o no, eran dolorosas.

Cada año que nos tomábamos las vacaciones preceptivas, íbamos indefectiblemente al orfelinato a visitar a los viejos amigos y amantes, ahora sin la madre superiora, ya fallecida, siendo sustituida en su rango por Sor pilar, que nos atendía como siempre lo hacía, sin bragas ni sostén.

FIN

ABANICO MULTICOLOR

Yo:                                              Salvador Morales

Familia

Hermana Salvador                      Sabrina

Marido hermana:                        Silverio – cafre-

Mamá:                                         mamá

Hospital

Enferma y ciega:                         Maribel herrera

Vecina cuarto Maribel:               Sun-yi

Compañeros gais de Maribel:    Javier y Román

Hermano Sun-yi:                         Jet-li-

Vecino de mi cama                     Leonardo

Residencia ciegos

Amiga residencia Maribel:        Francesca

Directora residencia:                Flora Velásquez

Hija directora y oficinista:        Victoria

Amigos Maribel y Francesca:   Román y Javier

Universidad

Compañero/a universidad:             Leticia Fernández

Compañera universidad:                Verónica

Padre Verónica:                             José

Hermafrodita violada:                    Marta del Castillo

Padre Marta:                                   Alfonso del Castillo

Hermano Marta del Castillo:         Juan

Sirviente/conductor casa Marta:   Garzón

Estudiante un solo pecho:             Lucía

Mamá Lucía, sin ningún pecho:     Lucrecia

Padre Lucía:                                   Lencho

Exnovio Lucía:                               Andrés

Prima/o de Lucía:                           Cecilia

Profesora egiptología:                   Leonor Hernández

Hospitalito-Orfanato

Chica en silla de ruedas:           Susi

Doctor hospital-orfanato:          Dr. Acevedo

Chico orfanato:                          Leandro

Chica orfanato:                          Fiona

Chica orfanato:                          Linda

Chica orfanato quemada:          Rebeca

Chica orfanato gordita:             Gisela

Chico orfanato:                          Saúl

Chico orfanato:                          Tino, de Constantino

Chico orfanato paralitico:          Rubén

Madre superiora:                        Sor Juliana o Julia o Julita

Monja 1: segunda al mando       Sor Pilar

Monja 2: gordita                         Sor Rafaela

Monja 3: clase de pintura          Sor Belén

Cocinera:                                    Salomé

Niños adoptados:                       Roberta y Alejo