Abanico multicolor (14)

La historia va de invidentes, un riñón y una pérdida de memoria, tras un accidente. Relato en 16 trozos.

ABANICO MULTICOLOR

(14-17)

ESCRITA POR: SALVADOR MORALES

© Todos los derechos reservados.

. - ahora toca el masaje, inculta.

. - inculta, tu madre.

. - tampoco sé si tengo.

. - claro, puedes ser un huérfano como el resto. No me lo creo. Y para que lo sepas, soy muy inteligente, nada de idiota.

. - bueno, ¿te meto mano o no?

. - sí, méteme mano. Vaya lenguaje el tuyo.

. - son frases que significan lo mismo, culta-inculta.

. - no me hagas enfadarme, que me estás cayendo bien.

. - anda, cállate ya y déjame el trasero, si es que tienes alguno bajo esas vendas.

. - pues claro que tengo culo, pero bien jodido.

. - jodido de joder o jodido por el rayo.

. - que más quisieras saberlo tú. Eso es privado y no transferible. Tú a lo tuyo, masajista novato.

. - oye, esto de dar masajes sobre vendas, no lo veo yo muy profesional. ¿Cuándo te lo podré dar directamente sobre la piel, con su aceite y todo?

. - seguro que estás empalmando solo de pensarlo, pues quítatelo de la cabeza. De momento y, para empezar, me darás el masaje con vendas y todo, ya más adelante, veremos.

. - oye, yo no soy un salido, sino un profesional del masaje.

. - ja. Cuidado donde metes los dedos.

. - calla coño y deja trabajar al experto mete-mano.

. - ya te daré yo mi veredicto de tus artes masajísticas.

Sonriendo, le dí suaves masajes por todo el cuerpo, parte delantera incluida. Cuando terminé con ella, los dos sudábamos.

. - tía, esto del masaje te deja todo sudado.

. - dímelo a mí, que incluso llevo vendas.

. - solo en vendas se gastarán una fortuna. Si te pones ropa normal, te saco a dar una vuelta por los alrededores.

. - ¿me estas ligando?

. - ni se me ocurriría.

. - ah, por si acaso. ¿Seguro que me sacas si me pongo ropa de chica?

. - ropa de chica, de chico o de gladiador, pero que puedas salir a la calle sin que te sientas cohibida. Puedes taparte todo el cuerpo, pero con ropa, no con vendas, pues asustarías a las palomas y no es plan.

. - serás cabrón, te voy a…

. - salvado por la campana. Ahí viene la monja a llevarte a tus mazmorras.

. - la madre que te…

. - ¿ya se la lleva?, ¿ahora que lo estábamos pasando tan bien?

. - pronto vendrá otro grupo de chicos a hacer uso de las instalaciones.

. - entiendo. Llévesela y métala en la mazmorra y póngale los grilletes, no se vaya a escapar.

. - este chico es el demonio –dijo la monja riendo-.

Cuando se la llevó, el estómago me dio retortijones, recordándome que aún no le había echado nada al estómago.

Salí en busca de la cocina para cogerles algo de comida, cuando pasé por delante de la oficina de la madre superiora. Sor Pilar estaba llorando y suplicándole algo.

. - por favor, madre superiora, no me obligue a hacerlo, es más fuerte que yo.

. - hija, sabes qué debo ir al obispado a entrevistarme con el obispo para arreglar cuentas. Eres a la única que puedo recurrir para que la duche y le des las cremas. Sé que te diste de baja de hacerlo, pero no tengo a nadie más a quien pedírselo.

. - yo lo haré. Y perdónenme que las interrumpa. Iba hacia la cocina a comer algo sólido y las oí hablar. He estado con Rebeca y a ella no le importa. Ya me dijo que solo la madre superiora aguantaba ducharla y darle las cremas. Yo me ofrecí hacerlo y no le importa.

. - hijo, no sé si debiera dejarte hacerlo. No es porque seas un chico, que también, sino porque sus heridas son tan… tan…

. - ¿profundas?, lo supongo. Aun así, deseo intentarlo al menos. No sé si aguantaré, pero lo intentaré si me deja usted.

. - hijo, has hecho mucho bien a este orfelinato. Si consigues no desmayarte y ducharla y darle la crema diariamente, el puesto es tuyo, si ves que no puedes con ello, seguiré haciéndolo yo.

. - otra cosa le prometí a Rebeca. Que la sacaría de paseo por los alrededores.

. - si consigues sacarla de su habitación, todas te lo agradeceríamos infinitamente. Nunca ha querido salir del recinto. Le hará mucho bien, sin duda.

. - bueno, entonces todo arreglado. ¿Cuál es el horario de su baño y cremas?

. - después de los ejercicios y masajes.

. - entonces le toca ahora. Dejaré para después comer algo.

. - no, de eso nada. Acércate a la cocina y desayuna antes. Con la barriga llena, se soporta mejor las cosas.

. - de acuerdo, creo que tiene toda la razón. Una última cosa, puesto que le he estado haciendo los ejercicios y los masajes y seguiré dándoselos, yo también necesito ducharme, pues sudo tanto como ella. ¿Lo puedo hacer junto con ella?, me refiero a que la ducharé estando yo también desnudo, luego de ducharla, yo me ducharía después.

. - Sor Pilar, ¿ve usted algo pecaminoso en que lo haga?

. - mientras no haga nada que ella no desee, no veo por qué. La normalidad le irá muy bien a Rebeca, como ducharse juntos o salir de paseo o hasta de ponerse ropas normales. Todo ello será muy bueno para ella y si Salvador está dispuesto a molestarse ayudándola, le hará un gran bien.

. - eso mismo pienso yo. Utilizad nuestro baño, es más cómodo que el de los chicos donde se duchan todos juntos. Allí pondremos una mesa para que le des las cremas. Solo una cosa, a todos los efectos administrativos, eres un paciente que mientras te recuperas de tu pérdida de memoria, nos ayudas con los chicos. Nada de que duchas y das crema a Rebeca. Algunas mentalidades eclesiásticas no lo entenderían. Díselo también a Rebeca.

. - así lo haré –me acerqué a las dos monjas y les dí a cada una un beso en una mejilla, luego me fui-.

. - este chico es una joya –dijo Sor Julia-.

. - sí que lo es…, sí que lo es… –dijo Sor Pilar haciendo aguas-.

En la cocina, como siempre, había una gorda entre los fogones. Estaba agachada buscando algo. Sus melones eran impresionantes, así como su pandero, que ahora me enseñaba a través de la fina tela, pero no tenía los hábitos.

. - impresionante.

La mujer se dio la vuelta sin levantarse.

. - ah, eres tú, pillín. Ya me hablaron de uno que era un guapo chico. ¿Qué te parece mi pandero?

. - lo que he dicho. Impresionante. Cualquiera se perdería ahí.

Se levantó y sus melones fueron movidos por ella misma.

. - ¿y esto que tengo aquí?

. - como para mamarlos y no parar nunca.

. - que jodido chiquillo. ¿Has venido a ayudarme o a comer algo?

. - a desayunar cualquier cosa que tenga por ahí. Aunque sea un vaso de leche. Debo ayudar a Rebeca en cuanto termine.

. - pobre niña. Aún me acuerdo lo mal que lo pasó.

. - sí, me contó que todo pasó en la cocina.

. - sí, cada vez que veo rayos se me erizan los pelos del coño.

. - Jo, vaya vocabulario para una monja.

. - no, si yo no soy monja. Soy cocinera con contrato. En cuanto a la leche, se nos acabó hasta que venga el lechero más tarde. Pero si no eres muy exigente, te puedo dar otra marca.

. - no me importan las marcas, mientras sea leche, no me importa.

. - me alegro saberlo.

Cogió un buen tazón y lo puso en la mesa. Se sentó y se sacó uno de sus grandes pechos y comenzó a ordeñarse.

. - joder con la cocinera. ¿Puedo ordeñarla yo?

. - claro.

. - ¿y si me tomo la leche directamente del bote?

. - mejor que mejor. Cierra la puerta con llave y vente para acá.

Cerré la puerta y me fui hacia la mujer. Había puesto dos sillas, una al lado de la otra. En una estaba ella sentada con ambos pechos fuera.

Puse el trasero en la silla vacía y mi espalda sobre sus rodillas. Allí, por la fuerza de la gravedad, le dí a la teta hasta saciarme.

La leche que le había sacado a la madre superiora esta mañana sabía diferente a la de la cocinera, pero ambas eran de excelente calidad.

Tendría que comer, aunque fuera un trozo de pan. Solo a base de leche no podía estar, por muy ricas que estuvieran. Cuando me sacié, me salí de encima de ella.

. - no se mueva, por favor. Enseguida vuelvo.

Me fui hasta la panera y cogí medio pan y regresé con la mujer. Le subí la falda y le bajé las bragas.

. - ¿qué le estás haciendo a esta vieja, hijo?

. - aún no he terminado de desayunar.

Cogí un trozo de pan y lo unté con sus fluidos que eran muchos. Luego me lo llevé a la boca y me lo comí. Casi me da un infarto. Aquel conejo olía a ratas muertas, aun así, estuve mojando el resto del pan hasta acabármelo.

Al dejarle el chumino nauseabundo lleno de migas de pan, debía limpiárselo y que mejor manera que con la lengua, pese a su hediondez.

. - que niño más travieso que eres. Me estás poniendo como loca.

Metí mí boca allí abajo y le comí el conejito peludo hasta dejárselo limpito. Mucho más limpio que cuando se lo encontré.

Cuando me salí, me tomé un último trago de su leche, luego le limpié ambos pezones con un paño y se los guardé.

. - guárdeme un buen vaso para la noche.

. - la tendrás calentita, te lo prometo. Por cierto, me llamo Salomé.

. - gracias, Salomé. Eres un sol. En otro momento te lo agradeceré como te mereces, lo que haces por mí.

. - aquí me encontrarás siempre y si no, en mi alojamiento. Allí no nos molestará nadie.

. - esta noche le haré una visita a eso de las 12. Espéreme desnuda bajo las sábanas.

. - tan joven y tan juguetón. Te estaré esperando, no me falles.

Le dí un beso en todos los morros, para después largarme de la cocina en dirección a la habitación de Rebeca.

Me la encontré dormitando en un cómodo sillón.

. - Tutankamón, despierta cenicienta.

Ella abrió los ojos y me miró.

. - ¿qué haces tú aquí?

. - te presento a tu nuevo duchador, masajeador y ponedor de cremas varias.

. - frase equivocada. ¿Duchador y ponedor de cremas varias?, ni de lejos. Ni que fueras a poner un huevo.

. - bueno, yo me entiendo y como tú eres inteligente, según dices, también.

. - ¿la has convencido de que te dejara ducharme?

. - no solo eso. Te ducharé estando en pelotas. Luego me ducho yo que también lo necesito cada vez que te dé los masajes y los ejercicios. Luego daremos un paseo por los alrededores, eso por ahora.

. - se ve que las tienes en el bote. Para salir, no tengo nada que ponerme.

. - ahora no te me eches atrás. Te pones ropa ligera o lo que sea que tengas en el armario. La primera vez no nos alejaremos del recinto. Venga, levántate, que tengo que desenrollarte como un trompo.

. - nunca mejor dicho –sonrió ella-.

. - perdona, se me olvida que te ducharé donde lo hacen las monjas. Dice que es más cómodo y pondrán una mesa para darte las cremas mejor.

. - entonces cojamos la ropa y la toalla. Allá me desenrollarás como un trompo, como dices, ¿alguna chica te ha dicho alguna vez que no?

. - un par de ellas, pero son las menos.

Abrí su armario particular y miré la ropa.

. - no, este es muy transparente, aún es muy pronto para éste, este otro no me gusta. Mira, aquí tienes uno que te va al pelo.

. - con ése se me hace pezuña de camello.

. - mejor, así presumes de vagina.

. - bueno, te haré caso ¿y para arriba?

. - algo holgado estará bien. Como esta camiseta de Los Beatles. En cuanto a la ropa interior, tú dirás. Algo que sea sexi, como un tanga.

. - de tangas nada, pervertido.

. - bueno, entonces unas braguitas color rosa. En cuanto a sostén, no hará falta. Así presumirás de tetas yendo a un lado y a otro.

. - pervertido. Sí, eres un jodido pervertido de chicas quemadas. Debo ponerme sostén de copa dura porque como habrás notado, el pecho izquierdo lo tengo deformado, así que dame ese rosa de ahí. Cacho pervertido estás hecho.

. - ¿tanto se me nota?

. - un rato.

. - oye, en cuanto a higiene femenina, ¿la regla y demás monsergas de chicas?

. - no te preocupes por la regla. Se me retiró aquel puto día.

. - bueno, algo bueno tenía que sucederte. Poco, pero algo es algo, dijo un calvo. De paso a la ducha, pasaré a recoger mi ropa y otra toalla. ¿Dónde están las cremas y el champú?

. - coge ese maletín de ahí.

. - de acuerdo, cógeme del brazo y larguémonos de aquí o no te ducharás nunca. Haz de guía, pasando por mi cuarto hasta las duchas de las monjas.

Cogidos del brazo hicimos todo lo anterior, llegando a las duchas de las monjas. Aquel era un baño espacioso. Había una mesa como me habían dicho y en el plato ducha había un asiento para Rebeca. No era el más grande del mundo, pero para dos iría de perlas.

Saqué el asiento del plato ducha y lo puse en medio del baño. Luego cerré la puerta con llave.

. - siéntate, por favor y guíame por donde empiezo a desenrollarte.

Con su ayuda fui sacándole las vendas. Poco a poco iba saliendo a la luz las quemaduras de Rebeca. Sin duda, eran terribles y difíciles de digerir para una persona tan joven como yo, pero hice de tripas corazón y puse mi cara especial para no demostrar el terror que me estaba invadiendo.

. - Salvador, aún estás a tiempo de echarte atrás.

. - de eso nada. Aunque la cara se me ponga blanca, yo siempre cumplo con mi palabra dada. Sigamos.

Las vendas iban desapareciendo desde la cabeza hacia abajo. Solo iba por el cuello y ya estaba lívido. Según desenrollaba vendas, tragaba más saliva.

Los pechos aparecieron en su base y más de lo mismo. Uno de ellos, donde impactó directamente el rayo, hizo estragos en una mama, la izquierda, casi deshaciéndola. La otra estaba intacta, por suerte.

El estómago era un mapa de surcos sin fin. Según bajaba quitando vendas la cosa no cambiaba mucho. Solo su mano derecha y un poco de su pierna también derecha, se salvaron del ataque eléctrico del rayo cabrón.

Ya toda desnuda, se podía ver como el rayo la destrozó en la mayor parte de su cuerpo. Ella, al verme tan blanco y que no decía nada, comenzó a llorar, porque una cosa era que ella se veía horrible, pero otra muy distinta que otra persona frente a ti estuviera blanca como la nieve al verla en aquel estado tan lamentable. Con razón quería quitarse la vida si pudiera, no podía echárselo en cara, yo no podría aguantar lo que ella.

. - no llores, por favor o me derrumbaré delante de ti.

. - soy un monstruo, lo sé.

. - no digas eso. El tiempo que esté aquí cuidaré de ti si me dejas, Rebeca.

. - ¿no me vas a dejar después de lo que estás viendo?

. - te dejaré, pero no hoy ni mañana. Ven a aquí.

La abracé y sus lágrimas aumentaron exponencialmente.

. - tu sufrimiento se merece mi ayuda. Sin embargo, tú me enseñarás a mí más de lo que yo te pueda enseñar a ti. Démonos la ducha o cogerás frío.

Cogí el banco y lo puse en el plato de ducha, luego la ayudé a entrar y sentarse. Me salí y me desnudé. El empalme de cuando estaba con la cocinera había desaparecido.

Cogí el champú y lo puso en el suelo. Cerré la mampara y le eché agua por todo su cuerpo. El champú fue a mis manos y con cuidado de no hacerle más daño, la enjaboné toda ella. Todo su cuerpo estaba espumoso.

Su espalda era otro mapa del horror y tuve que tragar más saliva. Le recorrí con los dedos aquello que parecían ríos grabados con fuego en su piel. Ella se dio cuenta y no dijo nada.

Solo cuando tenía que lavarle sus partes íntimas le pedí permiso.

. - ¿puedo lavarte ahí abajo?

. - todo mi cuerpo, no te preocupes por mí. Aguantaré.

Le pasé la mano enjabonada por su vagina y se la lavé bien. Luego la hice levantarse un poco para hacer lo mismo con su trasero. Las piernas fueron lo penúltimo, donde la cabeza ocupó este último lugar antes de echarle agua para aclararla bien.

Después de terminar de aclararla, cogí la toalla y la ayudé a secarse.

. - ¿cómo lo he hecho?, dime la verdad.

. - como mi madre me lavaría.

. - no sé si eso es bueno o malo.

. - mi madre me lavaría con mucho cuidado, para no hacerme más daño del necesario. Así que estás aprobado con un notable alto.

. - bueno, algo es algo.

. - sí, dijo un calvo –ella intento sonreír, pero solo le salió una mueca-.

. - ahora me ducharé yo, te saco fuera para que no te moje.

. - de eso nada. Quiero ver el espectáculo completo en primera fila.

. - serás calentona…

. - a joderse. Nunca había tenido a ningún chico con el pene a centímetros de mis narices. Puedes empezar cuando quieras, que aquí me quedaré.

. - que jodida eres, Tutankamón de los cojones.

Ella, ahora sí, sonrió y cruzó los brazos o al menos lo intentó.

Me dí la vuelta y le ofrecí el trasero. Comencé echándome agua. Luego me enjaboné todo mi cuerpo, huevos y trasero incluido. De repente siento que Rebeca me está extendiendo el jabón por las nalgas, me dí la vuelta instantáneamente.

. - ¿qué haces Rebeca?

Al darme la vuelta tan rápido, en vez de seguir sobándome el trasero, me sobó la polla que aún la tenía flácida. Ella quitó la mano de inmediato.

. - perdona, no lo he podido evitar.

. - eres de lo que no hay. Eres una traidora. Mira cómo me estás poniendo.

Mi pene comenzó a llenarse de sangre y a empalmar hasta ponerse por las nubes.

. - ¿eso es por mí?

. - no, es por Sor Pilar, que está muy buena, por cierto.

. - vaya, no creía que lograra ese efecto en un chico.

. - tu no le hagas caso y déjame ducharme tranquilo.

Me volví a dar la vuelta y me enjuagué con agua limpia. Cogí la toalla y me sequé. Luego me dí la vuelta de nuevo.

. - esa cosa no baja, Salvador.

. - por tu culpa. Pero tú déjala tranquila y ya bajará. Salgamos de aquí.

La ayudé a levantarse y salir del plato ducha. Luego la ayudé a recostarse en la mesa para darle las cremas. En principio sería la espalda y luego la delantera.

. - oye, ¿por qué dos tipos de cremas diferentes? –le pregunté al oído-.

. - el bote mayor es para todo el cuerpo en general. El pequeño es para las zonas íntimas.

. - entonces te daré el grande y tú el pequeño, así te sentirás menos…

. - no, dámelas tú las dos. Ya me lo has visto todo y no es plan de cambiar nada. En mis partes íntimas sé más suave aún, por favor.

. - vale, como quieras.

La embadurné con la crema general por todo su cuerpo. Los ríos profundos se notaban solo con pasarles la mano. Luego de limpiarme con la toalla la crema primera, cogí de la segunda.

Le abrí un poco sus piernas y se la restregué entre los glúteos, así como en la entrada de su ano y en su vulva. Luego le pedí que se diera la vuelta.

Me limpié de nuevo las manos y le eché por todo su cuerpo la crema general. Sus pechos se los moldeé como si fueran de seda.

. - ¿te hago daño en este pecho? –pregunté mientras se los masajeaba en todo su contorno. La pregunta era sobre todo el que estaba defectuoso en cantidad-.

. - en absoluto. Es más, me gusta como lo haces.

. - no te me vayas a correr ahora. Eso no se hace.

. - calla tonto y sigue.

. - sois la leche. Luego habláis de los tíos.

Acabé de darle crema por todas partes, cara y frente incluida. Con una nueva limpieza de manos, me eché del bote pequeño. Directamente fui hacia su vagina, donde sus labios vaginales fueron en cremados con extrema lentitud y cuidado de no hacerle daño, lo malo fue el gemido que soltó Rebeca.

. - la madre que te parió. ¿Qué te he dicho de no correrte mientras te estoy dando la crema?

. - lo siento. Es más fuerte que yo. Perdóname, no lo volveré a hacer.

. - bueno, pero pórtate bien, que no soy de piedra.

. - ¿te puedo dar crema yo ahora a ti?

. - de eso nada. ¿Acaso has visto que me he quemado siquiera con un fosforo?, el profesional no debe ser tocado mientras hace su trabajo.

. - bueno, vale. Me gusta vértela así tan linda.

. - no sigas por ahí. Bueno, ya hemos acabado la primera ducha y la primera echada de crema.

. - ¿no vas a dejarme que te eche un poco de crema ahí abajo?

. - que no, coño. Jodida salida me has salido. Anda, vístete y demos un paseo, así se te quitarán los sofocos y a mí los sudores.

. - cobarde.

. - tu madre.

. - donde, ¿dónde está? oh, soy huerfanita.

. - serás cabrona…

Me separé de ella y me vestí con mi ropa que había traído, ahora limpia. Debía de comprar algo de ropa, pero no tenía un duro, ni siquiera cartera.

. - oye, ¿me prestarías algo de dinero para comprarme algo de ropa?, te lo devolvería cuando sepa quién soy.

. - ¿y si no lo recuerdas nunca?

. - pues que me tendrás aquí toda la vida duchándote y dándote crema. Saldrías ganando tú, joder.

. - vale. Tengo un dinero en el banco que el seguro me pagó por el accidente.

. - ¿también pagan las aseguradoras cuando cae un rayo?

. - no siempre, pero como entró a través del techo roto, tuvieron que pagarme los muy cabrones.

. - bien, que se jodan. Entonces me prestas dinero, ¿no?

. - sí, lo que necesites, pero iremos juntos. Yo también tengo que cambiar mi ajuar.

. - muy bien, así te dará el aire.

Cuando salimos de la ducha de las monjas, aún no había regresado la madre superiora, así que nos fuimos a hablar con su segunda al mando. Estaba atendiendo a un chico de una herida en un pie.

. - ¿ya estáis aquí?

. - si. Sor Pilar, Rebeca y yo necesitamos ir al centro a comprarnos ropa adecuada. Ella me presta algo de dinero hasta que se lo pueda devolver cuando sepa quién soy.

. - me parece muy bien, Rebeca. Así te despejas un poco, llevas mucho tiempo entre estas cuatro paredes.

. - Sor Pilar. Necesito vendaje solo para la cara y cuello. Ya no voy a necesitar para el resto del cuerpo.

. - estupendo hija. Enseguida te atiendo en cuanto termine con este joven delincuente.

. - Sor Pilar, yo no soy un delincuente. Solo perseguía a Josué porque me quitó mi portátil.

Los tres reímos. Luego de terminar con el chico, le puso a Rebeca el vendaje que había pedido.

Antes de salir, regresamos a su habitación y cogió el carnet y la tarjeta bancaria. Con solo eso y algo de efectivo, que pedimos a Sor Pilar, podríamos marcharnos.

En la puerta del centro, nos detuvimos. Rebeca cogió aire en cantidad.

. - ¿estás segura, Rebeca?, quizás sea un poco pronto.

. - ya llevo 6 años de retraso. Además, yendo cogida de tu brazo, nada me puede pasar, ¿verdad?

. - nada en absoluto. A quien se propase, lo dejo seco.

. - bueno, no hace falta que te lo cargues, con que le des un mamporro, es suficiente.

. - espero no tener que hacerlo, porque como me aparezca un gigantón, a ver como se lo doy.

Sonriendo, salimos al mundo mundial que era la ciudad. Detrás dejamos tras una ventana a Sor Pilar observándonos. Sonrió para sí y se volvió con sus cosas.

Lo primero fue ir a un cajero. Allí le pregunté ¿cuánto iba a sacar?

. - sacaremos el máximo. Si sobra, lo guardaré para otro día.

. - de acuerdo. Me daré la vuelta para que metas el pin.

. - no hace falta. No te veo con cara de ladrón de chicas quemadas.

. - pues no sé yo. Como aún no sé quién soy, puedo hasta ser el asesino de la naranja.

. - ¿de la naranja?

. - sí, después de cortarla en trocitos, le ponía rodajas de naranja para que supieran mejor y poder comérselas. Era asesino y antropófago.

. - serás mentiroso. Ese loco no ha existido nunca.

. - ¿y tú qué sabes?, al menos me gustan las naranjas, lo otro no lo sé aún.

. - serás bestia. Bueno, a lo que vamos, que estamos haciendo cola detrás.

Pulsó los números de su pin, 9070.

. - una pena no poder poner otros dos. Seguro que es 90 también.

. - calla tonto, que te oyen detrás.

Marcó sacar dinero y allí puso 600, que era lo máximo que daba aquel cutre banco.

Lo malo fue que en la pantalla de la maquinita de los cojones salto una alarma. Para la retirada de efectivo , póngase en contacto con su oficina más próxima, por favor. Gracias . Decía el puto cajero de las narices.

. - ¿qué mierda pasa aquí?, no sueltan la pasta –dijo ella-.

. - yo sé lo que ha pasado. La máquina se tragó la tarjeta y nos expulsó del sistema.

Nos apartamos del cajero y otra persona metió la suya.

. - me han robado el dinero, Salvador.

. - no lo creo. Lo que pasa es que seis años sin mover el dinero, son muchos años y el banco, por seguridad, bloquea toda tarjeta que lleva hasta ese dinero, aunque te la hayan dado a ti. Después de todo es un buen invento, aunque me joda decirlo. Debemos entrar en el banco y hablar con uno de la mesa. Te pedirá tu carnet y volverás a tener otra tarjeta actualizada, a no ser que...

. - ¿a no ser qué?

. - que sean unos chorizos y se queden con tu pasta. Anda, salgamos de dudas y entremos.

Entramos y cogimos un número para que nos atendieran en una de las cinco mesas que allí había.

Cuando nos tocó, nos sentamos ante un guapo chico de unos 20 años.

. - buenos días, ¿en qué puedo servirles? –dijo quedándose, mirando a Rebeca toda vendada-.

Rebeca quedó en que yo sería quien hablaría, mientras no le preguntara nada a ella.

. - aquí mi amiga tuvo un accidente hace años y ha estado sin salir de casa esos años. Ahora ha metido la tarjeta en su cajero y se la ha tragado sin soltar un duro. Ese es el problema.

. - ¿me puede entregar su carnet, por favor?

Rebeca cogió el carnet y se lo entregó. El empleado empezó a teclear en su ordenador y dio con el problema

. - efectivamente. Hace seis años que esta cuenta no se mueve y el banco, por precaución, las bloquea cuando pasa más de un año sin usarse. Necesitaría la firma de quien tiene la cuenta para compararla con la que tenemos registrada en nuestro sistema. Por favor, firme aquí para compararlas.

Rebeca con el pulso no muy firme, firmó como lo había hecho cuando abrió la cuenta. Aquella vez lo hizo de la mano de una monja, por ser menor.

El chico la escaneó y la comparó. Efectivamente era de la misma persona, con algunas diferencias mínimas, dadas las edades de las dos.

. - confirmado. Me acerco al cajero y saco su tarjeta denegada. Un momento, por favor.

Se fue hacia el cajero, por su parte interior y después de abrir una ventana, sacó las tarjetas que allí había. Luego regresó con nosotros.

. - aquí la tengo. La tarjeta esta caducada, además del año sin usarla. Les sacaré otra, la tendrían que recoger en unos días hasta que la manden de la central.

. - necesitamos ahora el dinero, no dentro de una semana, señor –dijo por primera vez Rebeca-.

. - no habrá problemas por ese lado. Con su carnet puede sacar lo que necesite. ¿En cuánto habían pensado?

. - iba a sacar mil euros, pero el cajero solo suelta 600.

El empleado sacó una hoja de salida de efectivo y rellenó con mil euros en el lugar indicado. Luego se la dio a firmar.

. - perdonen un segundo.

El tío se fue donde estaba uno de los cajeros de las ventanillas y le entregó el papel de efectivo. El compañero cogió los mil euros y los recontó con la máquina contadora. Luego metió el papel y la impresora lo imprimió.

El empleado que nos atendía vino con el dinero y la copia de la retirada del dinero y lo puso sobre la mesa. Rebeca cogió ambos y los guardó en su bolsito.

. - ¿algo más? -preguntó el banquero o empleado de la banca-.

. - sí, envíe usted la tarjeta a esta dirección –le cogí un papel de publicidad y le puse la dirección del orfanato y a nombre de Rebeca.

. - muy bien, así se lo haremos llegar.

. - muchas gracias, buenos días. Ha sido usted muy diligente.

. - es mi trabajo –dijo el tipo-.

Nos levantamos y salimos del banco. Fuera cogí aire.

. - oye, ¿qué te parece si nos tomamos algo?, estoy sediento.

. - vayamos a aquella terraza de allí.

Allí nos sentamos, era casi mediodía. Rebeca estaba intranquila.

. - ¿qué te pasa que te veo preocupada?

. - pues que perdimos mucho tiempo en el banco, aún no hemos comprado la ropa y la hora de almorzar está cerca. ¿Te parece poco?

. - ¿tú estás segura conmigo?

. - claro, ¿por qué lo preguntas?

. - voy a llamar al orfanato de que comemos fuera y de que te voy a llevar al cine después. Entre medias, compramos la ropa. ¿Qué te parece el plan?

. - demasiado bonito para ser verdad. No tengo el número, ¿lo tienes tú?

. - no, pero debe estar en la guía telefónica. Espérame aquí, no te vayas con ningún chico guapo.

. - sí, hombre y una leche –sonrió-.

Me fui hacia el mostrador y les pedí la guía y un teléfono. Busqué y busqué, pero en la maldita guia no venía el hospitalito-orfanato o yo no lo encontraba, entonces cogí el teléfono y marqué información. Allí sí me lo dieron. Tomé nota y marqué el número. Salió la madre superiora.

. - sí, dígame.

. - Sor Juliana, soy Salvador y tengo secuestrada a Rebeca.

. - pero ¿qué dices hijo?

. - es una broma. Le llamo para decirle si podemos almorzar fuera y luego ir al cine, para aprovechar el día. Volveríamos antes de la cena, se lo prometo.

. - ¿ella está de acuerdo contigo?, ¿lo está pasando bien?

. - esté como una rosa –mentí-.

. – entonces, de acuerdo. No la canses mucho y os quiero aquí antes de la cena como has dicho.

. - gracias, madre superiora, un beso.

. - otro para ti y para Rebeca.

. - hasta la cena entonces, adiós.

. - adiós, hijo.

Volví junto a Rebeca.

. - solucionado. Me acaramelé a la madre superiora. Te puedo llevar a donde nos plazca. ¿Contenta?

. - vale, pero no me lleves volando, me canso con facilidad.

. - no te preocupes. Ahora vamos a almorzar. Que quieres comer.

. - pescado y papas fritas con cola.

. - pues yo pediré lo mismo.

Llamé al camarero y le pedimos los alimentos. Al poco ya estábamos comiendo nuestro almuerzo.

. - parecemos marido y mujer almorzando -dijo ella-.

. - no te pases. Joder, cacho tía aquella –sonreí-.

. - Jo, ya me estás poniendo los cuernos en la misma frente.

. - solo un poquito –reí-.

Estuvimos haciendo chistes malos hasta que acabamos de comer. Luego de pagar con su dinero, cruzamos la calle y entramos en una tienda de ropa masculina y femenina.

. - hay tanta ropa y tan bonita toda ella, que no sé qué comprarme –dijo Rebeca-.

. - los tíos no somos tan complicados. Compraré unos pocos pantalones y otras tantas camisas y listo, sin tantas historias.

. - los tíos no sois tan coquetos como nosotras.

. - eso es verdad. Recuerda que, si te pegas todo el día aquí dentro, tendremos que dejar el cine para otro día, porque debemos estar en casa antes de la cena.

. - vale, ni que fuera a comprar toda la tienda. Solo unos trapitos.

. - ¿cómo hacemos?, ¿cada uno compra por su lado? o ¿primero uno y luego el otro?

. - primero tu ropa, luego la mía, no quiero que nos separemos, no me dé algo –dijo ella-.

. - ¿qué coño te va a dar?

. - no sé, algo…

. - sois la leche, lo juro. Anda, vamos pues primero a lo mío.

Fuimos a la parte masculina y cogí de un soporte tres pares de pantalones todos iguales. Me los hizo volver a colocar en su sitio.

. - no seas anticuado. Déjame a mí que entiendo un rato, veo mucha televisión.

. - oye, no quiero nada de telgar, ni esas mariconadas de telas finas. Solo pantalones vaqueros y camisas normales, nada de dibujitos y chorradas de esas.

. - tú te pones lo que yo te compre o te vas en calzoncillos. Por cierto, hablando de calzoncillos, habrá que comprar también unos cuantos y calcetines también. Ah, y ropa deportiva, para correr y estar en forma. Chico, no tienes nada. Hasta zapatos y zapatillas. Me vas a costar un riñón.

. - ya te los devolveré, agarrada.

. - no sé yo, pero es igual. Quiero a mi lado un chico guapo.

. - guapo ya soy.

. - me refiero a la ropa que lleves, presumido.

. - venga, has lo que te dé la gana, pero date prisa.

Al final se salió con la suya. Si fuera por mí, hubiera dejado la mitad de la ropa en la tienda, pero la jodida se empeñó y tuve que coger todo lo que había apartado.

. - oye, ¿y lo que me quede corto o ancho?

. - de eso me encargo yo y las monjas. Si no, podemos volver otro día a devolverlo o cambiarlo.

. - te las sabes todas, sabionda del demonio.

. - ahora mi ropa. Quiero tu opinión de macho si te gusta en una tía.

. - a mi lo que me gustan son las camisetas mojadas. Joder, esas sí que me gustan.

. - pues te vas a joder. De esas no me verás puesta ninguna en tu vida.

. - ¿ni en la intimidad?

. - tú y yo no tenemos intimidad. Recuerda, nada de enamorarnos. Lo dijiste tú.

. - sí, ya me acuerdo de eso que dije. Gilipollas de mí.

. - ¿has cambiado de idea?

. - no, ni loco.

. - ya me parecía a mí. Bueno, primero a la ropa íntima.

. - oye, a mí no me metas ahí. Elige lo que te dé la gana, te espero aquí sentado.

. - cobarde.

. - a la mierda. De aquí no me muevo.

Rebeca pasó a la sección de sostenes y bragas. Salió con una bolsa llena. Debía aprovechar, pues no sabía cuándo volvería por allí.

. - ahora a por el resto. Acompáñame, calzonazo.

. - será cabrona, la tía. Mira que llamarme calzonazo a mí…

Allí eligió varias ropas, la mayoría la tapaban del todo, solo un vestido era diferente. Uno casi traslúcido que se pondría antes de acostarse y solo cuando durmiera con un chico que le quisiera a ella y ella a él.

. - ¿eso qué es?, ¿un pijama o un vestido de noche?

. - las dos cosas. Me lo pondré para calentar a mi chico, cuando lo encuentre. Antes lo guardaré como oro en paño.

. - las tías estáis locas. Los tíos no necesitamos tantas gilipolleces.

. - pero qué poco romántico eres. Debéis seducirnos y no meterla directamente. Nosotras también queremos disfrutar, no solo vosotros, machistas cabrones.

. - tu padre.

. - el tuyo. Venga, es hora de soltar la mosca. Como no me llegue, tendremos que dejar algún pantalón tuyo.

. - y una mierda. Tú llevas el triple de ropa que yo. Deja algo tú. Como ese traje traslúcido.

. - ese sería el último que dejaría. Calla y vayamos a la caja. Joder, hasta peleamos como marido y mujer. No sé si me casaré algún día.

. - mejor que no. Todos acaban divorciándose.

En la caja, Rebeca soltó la pasta. Poco falto para que se quedara sin dinero para el cine, pero habría suficiente.

. - señorita, ¿a qué hora cierran aquí?

. - a las 22.00 horas, señor.

. - ¿podemos dejar todo lo comprado aquí y recogerlo antes de que cierren?

. - por supuesto. Se las guardaré. Les daré un tíquet y podrán retirar las bolsas sin problemas.

. - muchas gracias, eso es lo que haremos. Otra pregunta. ¿Hay por aquí unos multicines?

. - efectivamente. Siga la calle unos cien metros y gire a la derecha. Allí están los multicines. Tienen 9 salas para elegir.

. - muchas gracias. Eres un sol –le dije-.

. - usted también lo es –dijo la chica con su mejor sonrisa-.

Rebeca me apartó a un lado.

. - no seas tan fresco. Te la estás comiendo con los ojos y ella entra al trapo.

. - ¿qué quieres?, soy como un imán para las chicas. Por cierto, ¿no me dijiste que te pondrías algo bonito después de comprar la ropa?

. - es verdad.

Rebuscó en la bolsa y apartó la ropa que se pondría dentro de unos minutos. Pidió ir a los probadores. Yo me quedé charlando con la empleada, entre cliente y cliente que atendía. Rebeca nos cogió riendo por un chiste malo que le solté a la tía buenorra aquella.

. - ¿otra vez poniéndome los cuernos, querido? –dijo Rebeca jodiendo la marrana-.

. - no le hagas caso –le dije a la dependienta- solo es mi amante-.

. - serás cabrón. ¿Qué te parece mi nuevo vestido?

. - muy bonito, sí señor, ¿dónde hay un cuarto para quitárselo? –le dije a la dependienta, ambos reímos, pero no Rebeca-.

Le entregamos todas las bolsas a la dependienta, que la colocó en un lugar específico para ello. Luego me dio el tíquet y con él en la mano, salimos de la tienda.

. - mira que eres cabrón –dijo Rebeca fuera de la tienda- un poco más y te la tiras allí mismo-.

. - no seas exagerada, habría esperado a que su turno terminara.

. - mamón.

. - ya empezamos de nuevo. Anda, celosilla, vamos a ver una peli. Espero que no elijas una de lloriqueos, me gustan las de terror y sin son de alienígenas, mejor que mejor.

. - para que te jodas, voy a ver la más llorona de todas. folla-cabras.

. - joder, Rebeca. Creo que te has pasado cuatro pueblos.

. - sí, creo que sí. Perdona chico. Se me fue la mano.

. - yo diría la lengua.

. - sí, ésa también. No me lo tengas en cuenta. Tú sabes y yo sé, que todas las barbaridades que nos decimos son para pasar el rato, lo sabes, ¿verdad?

. - sí, lo sé, pero lo de folla-cabras, joder, Rebeca. Bueno, rebobinemos y saltemos ese comentario tan feo y sigamos nuestro plan original de pasar el rato.

. - eso es. Mira, allí están los multicines.

Al final tuve que tragarme una de amores incomprendidos. Todo sea por no joderle la tarde, porque era su tarde y no la mía.

En el cine, la muy jodida soltaba lágrimas viendo aquel culebrón del demonio.

. - no jodas, tía. Que llores por una peli así... Me dais pena las tías.

. - a la pobre la han echado sin dejarla explicarse. Ahora tendrá que dedicarse a la prostitución.

. - pues en un buen negocio. Pocos gastos y muchos beneficios donde los haya.

. - pero no para ellas, sino para sus chulos.

. - sí, eso es verdad.

Cuando la intensidad de la película era mayor, Rebeca me cogía la mano hasta estrujármela. La muy jodida tenía fuerza como para joderme la mano si me despistaba un poco.

Ponía mi mano en su pecho, el cual se aceleraba, pero yo no entraba al trapo y dejaba mi mano como muerta. Ella seguía restregándosela por su pecho bueno.

Cuando no funcionó lo de su pecho, me bajó la mano hacia su vagina. Allí hizo lo mismo y se restregó su chumino con mi mano y de nuevo no participé de sus ansias. No quería darle esperanzas de quedarme con ella indefinidamente, pues no sabía lo que me esperaba cuando recuperara la memoria. A lo mejor estaba prometido o me había casado o Dios, era un delincuente sexual. Esto último no quería ni pensarlo, pero mi gusto por practicar sexo con todo bicho viviente podría ser por este último motivo. No las tenía todas conmigo, así que no debía hacer nada con Rebeca, pese a que ella insistía machaconamente restregándome la mano allí abajo.

Cuando comprendió que no conseguía nada, me soltó la mano y su expresión cambió. Y no era que le viera su expresión, pero si su hablar y moverse me decía que estaba descontenta conmigo.

Al salir del cine seguía con la misma cara de agria. Poco hablamos hasta la tienda de ropa, donde entregué el tíquet y me dieron las bolsas con las ropas.

De camino hacia la parada de autobús, me lo soltó, pues no podía guardárselo más.

. - Salvador, ¿tanto asco te doy?

. - ¿por qué lo dices, chica?

. - he hecho cosas que nunca había hecho en mi vida para que un chico se interesara por mí y no me has hecho ni puñetero caso.

. - Rebeca, querida. Me he dado perfecta cuenta de ello, pero no es porque te tenga asco. Eres una bella persona y mejor cabeza, pero no deseo hacerte daño. Te lo he dicho por activa y por pasiva, que me iré cuando recobre la memoria. A lo mejor estoy casado, o tengo alguien esperándome o soy mala persona y no deseo dejar atrás a una Rebeca odiándome por no quedarme con ella. Me gustas, te lo digo de corazón. Todas esas marcas horribles que tienes en tu cuerpo solo son eso, marcas. Sé cómo eres y eres buena, lo demás no importa, pero entiéndeme, si profundizamos, te haré daño al irme de tu lado.

. - gracias por sincerarte conmigo. Ahora sé que te importo y de que no soy un monstruo para ti. Salvador, tengo admitido en mi cabeza que te irás en cuanto recobres tu memoria, pero por favor, no te alejes de mí hasta entonces. Si pudieras quererme, aunque fuera un poquito, daría por buena nuestra relación, aunque al día siguiente desaparecieras del hospitalito-orfanato. Quiero haber amado un poco, que no haberlo hecho nunca.

Ya estábamos sentados en la parada de autobuses. Estábamos solos allí.

. - mira que eres niña –le dije, mientras le besé sobre el vendaje de la frente, abrazándola después-.

. - ¿quiere eso decir que me querrás un poquito?

. - Rebeca, yo no puedo querer un poquito, cuando quiero, quiero de verdad, como dice la canción. Lo que pasa es que tengo una larga lista de amantes que satisfacer.

. - otra vez con la lista de amantes. Mira Salvador –dijo poniéndose seria- te voy a hablar clarito, esa lista la abres y me pones en la primera fila. Cuando termines conmigo, puedes ir bajando hasta la cola-.

. - ¿no te pondrás celosa que te comparta?

. - mientras vuelvas conmigo, digamos, una vez cada día, me importa un rábano.

. - oye, que no soy un semental. Una vez a la semana y para de contar.

. - no, ni para ti, ni para mí. Cada tres días.

. - ¿pero esto que es?, ¿una subasta?

. - porfa, que he estado a dieta toda mi vida.

. - eres la monda, Rebeca de los cojones.

. - ¿hacemos trato? –puso ella su mejor sonrisa-.

. - serás cabrona… –reí yo también-.

Con delicadeza le dí un primer beso en sus labios. Ella luego se me abrazó, besándome repetidamente en la cara.

. - para, para, que viene el autobús.

. - que se joda el autobús. Soy la mujer más feliz del mundo mundial.

. - mujeres, ni con ellas, ni sin ellas.

De regreso al orfelinato, no paraba de acurrucarse en mi pecho y darme besitos cada dos por tres.

. - oye, hablemos un segundo.

. - ¿de qué, amor mío?

. - precisamente de eso. Nada de amor mío, querido y demás carantoñas. En el orfanato seré tu instructor, bañador y repartidor de cremas. En la intimidad seré lo que quieras, pero no debemos dar a habladurías, podríamos tener problemas.

. - tienes razón, siempre la tienes, jodido. Haremos el paripé, pero quiero que me ames mucho y bien. Sabrás que soy virgen, ¿no?

. - no lo sé, no. Pero si tú lo dices, te creo.

. - quiero entregarme por completo a ti y saber lo que se siente ser amado por un chico tan guapo e inteligente como tú.

. - sí que te ha dado fuerte.

. - esta noche te espero en mi habitación.

. - lo siento, pero tengo una cita previa. No sabía que me la pedirías tan pronto.

. - ¿quién es?, dímelo por favor.

. - se dice el pecado, pero no el pecador. ¿Ya te has vuelto celosa tan pronto?, lo podemos dejar y olvidarnos del asunto sexual como cuando salimos del centro y solo ser amigos.

. - de eso nada. ¿Cuándo estaremos de nuevo juntos tú y yo?

. - prácticamente todos los días. Recuerda quien te baña.

. - es verdad. Espero que mañana vengas sin haber descargado previamente.

. - una cosa, me dijiste que habías perdido la regla, ¿puedes quedarte embarazada?

. - el rayo hizo estragos en mi aparato reproductor y no podré engendrar nunca, según me dijeron los médicos. Pero tengo orgasmos, lo sé porque me gusta pajearme y darme gusto.

. - qué cosas hay que oír, Dios mío.

. - ¿si no querías saberlo, para que me lo has preguntado?

. - es que das más información de la que necesito.

. - me gusta ser sincera contigo. Así no habrá malentendidos entre tú y yo. ¿Me vas a decir quién es esa amante?

. - que no, coño. Y no insistas.

. - vale, tenía que intentarlo.

. - por cierto, se me había olvidado. La madre superiora me dijo que a todos los efectos era un paciente que estaba echando una mano. Por sus superiores, más que otra cosa. Nada de que nos duchamos juntos desnudos y de que te doy masajes en pelotas.

. - sí, claro. Eso lo entiendo. Tú tranquilo, mientras tenga esa cosa tuya cerca de mí, estaré en la gloria puta y nada diré.

. - joder, vaya lenguaje el tuyo, chica.

A la hora de la cena, ya estábamos sentados a la mesa común del centro. Me senté junto a Susi, que tenía una carita de celosa que no se la quitaba de encima.

. - has estado todo el día fuera con Rebeca. ¿Cuándo me vas a llevar a mí?

. - ¿quieres ir de paseo conmigo?

. - de paseo y lo que no es paseo.

. - ¿cómo qué?

. - ya me entiendes –dijo mirándose los pechos-.

. - eso llevas prometiéndomelo desde hace días y no cumples nada.

. - te lo prometo y también… -se miró más abajo-.

. - ¿qué quieres hacer con lo de ahí abajo?

. - entregártelo. ¿Te parece poco?

. - no, bastante es, aunque solo si cumples. Pequeña mentirosa.

. - si me sacas de paseo, son tuyos.

. - la leche, sí que estás desesperada. ¿Por qué no se los entregas a alguien del centro?

. - ninguno te llega a la suela de los zapatos. Quiero entregártelos a ti. ¿Te interesa?

. - sí, pero sin compromisos por ninguna de las dos partes.

. - de acuerdo. Sin compromisos previos. ¿Cuándo?

. - no lo sé. Ya te avisaré.

Toda esta conversación la tuvimos Susi y yo en una esquina de la larga mesa y en voz baja.

Desde la otra mesa de las monjas fui llamado por la madre superiora que estaba cenando con el resto de monjas.

. - buenas noches a todas.

. - siéntate a comer con nosotras, Salvador, por favor.

. - gracias.

. - no, gracias a ti. Rebeca tiene otro color y está más alegre. Ya no se venda todo el cuerpo y viste como una señorita. Eso es muy bueno para ella y para el resto de chicos y lo has conseguido con un solo baño y una sola salida con ella.

. - hablando de salidas, madre superiora, quisiera ir sacando a los chicos y chicas que quieran dar un paseo, ya sea alrededor del orfanato o más allá. El aire les sentará bien. Hasta podríamos salir en grupos. ¿No cree usted que es bueno para los chicos?, así se despejarían un poco. Yo me ofrezco voluntario.

. - viendo los resultados con Rebeca es seguro que con el resto de chicos pasará lo mismo. Esto no es una cárcel y si ellos se sienten bien, nosotras también. Tienes mi permiso para ir sacando a quienes lo deseen. No estés pidiendo cada vez permiso para ir sacándolos, solo que lo hagas cuando no haya clases, como por ejemplo por las tardes o fines de semana o festivos, sus estudios son muy importantes para ellos. Solo díselo a la monja que esté más próximo a vosotros. En cuanto a ir en grupo, debo de consultarlo, ahí ya no tengo tanta libertad, debo de consultarlo.

Mientras la jefa y yo hablábamos, pegué la silla a la mesa y me descalcé. Sor Pilar estaba en frente mía. Alargué la pierna y le separé sus piernas. Ella me miró como diciendo… ¿qué estás haciendo?, la madre superiora está a mi lado. Ni puto caso le hice.

(Parte 14 de 17)

FIN