Abanico multicolor (13)

La historia va de invidentes, un riñón y una pérdida de memoria, tras un accidente. Relato en 16 trozos.

ABANICO MULTICOLOR

(13-16)

ESCRITA POR: SALVADOR MORALES

© Todos los derechos reservados.

Allí estaba el montículo que era el empalme. Sonrió nerviosa y miró hacia la puerta, para luego alargar más la mano e intentar tocarme el rabo. Cuando me lo tenía firmemente cogido, desperté y sentí lo que sentí al ser cogido por una mano mi polla. Alargué la mía y la puse encima de ella evitando que la retirara.

. - ¿qué?, ¿violando a un enfermo dormido?

. - yo, yo, yo no quería…

. - pues yo sí, déjala ahí un ratito más.

. - ¿sí?, ¿de verdad que puedo?

. - claro. Pero debes agarrarla bajo el pijama, directamente.

Le cogí la mano para que no se la llevara y me saqué el pene bien duro, luego le puse de nuevo la mano alrededor de mi polla. Después comencé a pajearme con su mano, arriba y abajo. Así hasta que comencé a sentir un gustirrinín de cojones.

. - serás guarro –dijo la paralitica-.

. - para guarra, tú, que me estabas metiendo mano sin mi permiso. Creo que me voy a correr en cualquier momento.

. - si lo haces, mojarás la sábana y lo sabrán.

. - no si tú me ayudas.

. - ¿como?, si soy una inválida.

. - muy fácil –le dije mientras me salía de la cama y con los pies en el suelo, le puse la polla en las narices. Ella, más asustada por si venia alguien que por otra cosa, cerró los ojos y abrió la boca. Aquello era algo nuevo para ella y para el resto de los internos.

Le metí la polla en su boca y comenzó a comérmela de una manera que me decía que era virgen de todo.

Tanto me la mamó que descargué en su boca mi lechita especial parapléjicas.

. - trágatelo todo y continúa mamándome hasta que no salga nada más, por favor.

Ella, automáticamente me hizo caso. Al final mi polla se salió por su propio peso, toda escuchimizada.

Cogí unos papeles desechables que por allí había y me limpié la tranca, para luego guardármela. Me senté mejor en la cama y le dí la mano.

. - me llamo Salvador –coño, me acordaba de mi nombre-.

. - Susi.

. - ¿dónde estoy y por qué?

. - es un orfanato y estás en el hospitalito. Sor Pilar te cogió con la furgoneta. Llevas dos días aquí sin abrir los ojos.

. - sé cómo me llamo, pero no sé quién soy, ¿lo sabes tú?

. - no lo sé. ¿Sabes?, es la primera vez que toco un pene y lo he mamado. Y claro, también el primer semen de un chico que me he tragado.

. - ¿y qué te ha parecido la experiencia?

. - no sé qué decirte, quizás si volviera a probar, te diría algo más –sonrió la pícara Susi-.

. - pues de donde salió, puedo fabricar mucho más, ¿a ti, que te pasa?

. - soy huérfana y paralítica. Huérfana como el resto de chicos y chicas del centro. Paralítica porque me caí del columpio cuando chica.

. - vaya mala suerte la tuya. ¿Y cómo lo llevas?

. - no lo llevo, me lleva la parálisis a mí –sonrió-.

. - vaya, encima te ríes de tu problema. Eso es bueno. Veo que estás muy bien de tetas, ¿por qué no me enseñas una?

. - serás guarro. No soy una puta.

. - ¿te recuerdo lo que acabamos de hacer?, anda, porfa.

. - salvada por la campana –dijo ella al ver llegar a la monja que me atropelló, Sor Pilar-.

Susi se largó de la habitación.

. - buenos días, joven. Me llamo Sor Pilar.

. - sí, ya me han dicho que fue usted quien me atropelló.

. - no me lo recuerdes. Llevo dos días sin dormir. ¿Cómo estás?

. - ya ve, levantado, pero me duelen las piernas y algo las manos. Supongo que estos moratones son del golpe con el auto.

. - sí, así es. Por suerte para todos, no tienes nada roto y no sé cómo ha podido ser, cuando volaste varios metros.

. - sé que me llamo Salvador, pero no sé quién soy aparte de mi nombre. ¿Dónde ocurrió el atropello?

. - en el centro de la ciudad. De inmediato te traje a nuestro pequeño hospital, puesto que no sangrabas en absoluto, para curarte de tus moratones.

. - gracias, Sor Pilar. ¿Qué edad tiene usted?, parece muy joven ¿no será la madre superiora?

. - no, la madre superiora soy yo. ¿Ya despertó joven y ya está ligando con mis monjas? estos jóvenes de hoy en día... soy Sor Juliana, ¿cómo anda nuestro paciente, Sor Pilar?

. - acabo de llegar, pero lo veo bastante bien. Solo recuerda que se llama Salvador y nada más.

. - vaya, el golpe lo ha dejado amnésico de momento. Hágale las curas y que descanse hasta mañana.

. - sí, madre superiora.

La jefa de las monjas salió. Su culo era gordo como un pandero y no tendría menos de 60 años.

En cambio, Sor Pilar, era una prima Donna. No más de 20 años y con un cuerpo que no podía ocultar sus hábitos religiosos, pese a que lo intentaba.

. - bueno, Salvador, voy a ponerle la crema que le han recetado. Tiéndete en la cama y desnúdate, por favor.

. - ¿podría ir antes al baño? si no, me lo hago encima.

. - por supuesto. Como veo que ya puedes caminar, te diré dónde está el baño.

Me dio las indicaciones y fui calzado por la monja con unas cholas multiusos. Mientras ella esperaba, salí de la habitación y fui hacia un cuarto donde ponía baños de caballeros.

Allí estaba meando el capullo de Saúl.

. - vaya, ya levantado nuestro accidentado.

. - hola, soy Salvador.

. - yo Saúl.

Me puse a su lado a mear y le eché un vistazo a su picha.

. - ¿qué miras, coño?

. - la poca cosa que tienes entre las piernas.

. - serás mamón. Seguro que la tuya no le llega a la mitad a la mía.

Me la saqué y se la enseñé. Estaba menguada por la corrida, pero aun así era más grande que la suya.

. - es más grande y sin estar empalmada como la tuya.

. - joder, cacho polla que te calzas, tío.

. - pues no veas cuando empalma la jodida, es como una serpiente –dije dirigiendo la polla hacia el urinario y echando una meada-.

. - me dan ganas de hacerme una paja en tu nombre.

. - pues no te prives. Si no me estuviera esperando Sor Pilar para darme cremas, te la hacía yo mismo.

. - te tomo la palabra. Aquí no hay quien me la mame.

. - pues ya tienes a uno que lo hará desde que tenga un hueco, pero tú también me la tendrás que mamar a mí, reciprocidad, esa es la palabra.

. - de acuerdo. Esta noche te haré una visita y nos pajearemos a gusto.

Llevé mi polla de la mano y la llevé al lavabo. Allí me dí champú y me la lavé, secándomela con papel higiénico. El colega se quedó pasmado como no me daba ningún problema enseñar mi trabuco para nada.

. - bueno, me largo. Abur.

. - hasta la noche, mariconazo.

. - ídem de ídem –le dije-.

La monja me esperaba en la puerta de mi habitación. Se hizo a un lado y me senté en la cama. Allí me desnudé, quedándome en bolas. La monja estaba roja de vergüenza. Aunque ya había visto de todo, verme desnudo sin preocuparme en absoluto, la encendió.

Me tendí cara al techo y me abrí de piernas.

. - soy todo suyo. Me puede meter mano si quiere.

. - no te preocupes, estoy acostumbrada –dijo ella soltando zumo por entre las piernas, puesto que no era de piedra. Tendría que rezar el rosario completo para que le perdonen lo que estaba pensando hacer con aquella polla que tenía delante. Mejor dos rosarios, lo pensó mejor, sonriéndose para sí misma.

Se echó crema en una mano y pegó la otra, para luego extenderme el producto por ambas piernas bastante negras de la sangre coagulada.

Me rodeó la polla y seguía hacia arriba.

. - entre las piernas también me duele y no vea el pene y alrededores. Me dio un buen golpe con su coche.

. - ¿seguro que te duele ahí también?

. - segurísimo, solo de pensarlo, ya me duele.

Ella se echó más crema y metió sus manos entre mis piernas, dándome en los huevos y la misma polla, como si me estuviera haciendo una paja.

. - ¿te sientes mejor?

. - muchísimo mejor.

Siguió hacia arriba hasta darme en los brazos. Luego le tocaba a mi espalda.

. - date la vuelta, por favor.

Me giré sobre mí mismo y me abrí de piernas, enseñándole los huevos a la monja. Ella cogió aire y con más crema, empezó por mis nalgas. Esta vez no hizo falta decirle nada. Metió un dedo en mi ano y allí entró y salió varias veces. Después se fue a mis huevos, los cuales embadurnó bien de crema. Finalmente, me dio en piernas y espalda, para terminar con mis brazos y cuello.

. - listo, ya te puedes volver.

. - Sor Pilar, tengo que decirle que estoy empalmado.

. - ya te dije que lo he visto todo.

. - vale.

Me dí la vuelta. Mi polla había vuelto al a vida, cual Ave Fénix y estaba de nuevo toda empalmada y mirando al cielo.

. - Dios bendito, qué tranca. Perdón, perdón Dios mío –se persignó varias veces- qué digo, eso no es un pene, es una tranca y muy señor mío.

. - puede tocarla si quiere. No muerde. Dele más crema de esa.

Miró hacia la puerta y cogió el tubo de crema y se echó un buen chorro en la mano. Directamente me cogió la polla y comenzó a deslizarla cuan larga era. Una y otra vez, una y otra vez, así hasta que pasó lo que tenía que pasar. Solté el manguerazo que fue a tener a la cara de la monja. Sus labios se llevar la mayor parte de mi corrida.

Sin saber por qué ¿o sí?, se pasó la lengua por sus labios y se tomó cuanta leche alcanzaba su lengua.

Yo aproveché el momento para meterle mano bajo el hábito y después de sortear infinitas capas de ropa, vamos, como si de una cebolla se tratara, llegué a tocar carne. Luego solo fue subir hasta llegar a sus bragas, las cuales sorteé, por un lado. Allí metí un par de dedos que le entraron como en mantequilla, tal era la lubricación de su conejo en aquel momento.

. - ¿qué haces, Salvador?, soy una monja y eso no está bien.

. - ¿quién lo dice?, si yo disfruto y tú disfrutas, Dios sabrá perdonarnos –seguí metiendo más dedos hasta hacerla contorsionarse de placer, ella se limpiaba con un fino pañuelo la leche de su cara, hasta que oyó pasos acercándose-.

Se sacó de encima mi mano y me tapó con una sábana la mayor parte de mi cuerpo. La persona que se acercaba era otra monja que pasó de largo. Luego volvió a quitarme la sábana de encima y sin encomendarse a nada ni a nadie, me cogió la polla y se la metió en la boca hasta sacarle las últimas gotas que aún le quedaban. Cuando acabó, se santiguó otra vez.

. - que Dios me perdone. Vístete y no salgas de la cama en todo el día.

. - sí, Sor Pilar. Lo que usted diga, Sor Pilar –le dije, tomándome sus jugos que tenía impregnados en mis dedos antes metidos en su vagina-.

La monja salió despavorida de mi habitación, hasta perderse de mi vista.

Me vestí con la ropa hospitalaria y me tendí otra vez en la cama. Estaba cansado y no sabía de qué. Para más inri, cuando ya estaba en esa parte de los sueños donde mejor se estaba, me zarandearon hasta despertarme.

. - despierta chico. Es la hora de comer.

Con una mala leche de cojones abrí primero un ojo y después el otro. Allí estaba una despampanante hembra con sus pechos a un palmo de mis narices y un par de botones de más sin abotonar. Me seguía zarandeando como si tal cosa. Con ese movimiento, también se movía ella y sus meloncitos que veía sin problemas, pues me los enseñaba sin pedírselos yo.

. - vale, coño. Déjame dormir.

. - despierta, te traigo la comida.

Me desperté del todo y le eché un vistazo a mi nueva enfermera.

. - ¿no eres un poco guarrilla, enseñando tanta teta?

. - anda y que te den. Yo enseño lo que quiero. ¿Acaso me vas a decir que no te gustan?, ya me contó Susi que eres todo un macho y que le pediste verle una teta.

. - pues no me la enseñó. Tu sin embargo no ha hecho falta pedírtelo. Son preciosas, sí señor. ¿Puedo tocar?

. - no eres tú espabilado ni nada. ¿Qué me das a cambio?

. - ¿una mamada en cada una?

. - hecho. Espera para ver si viene alguien.

Se asomó a la puerta y en vez de aflojarse más botones, se levantó la camisa. Al no llevar sostén, me las enseñó bien enseñadas.

Me senté en la cama y me puse a mamárselas sin fin. Eran deliciosas. Sus pezones se endurecieron al instante. Después de mordérselos, las dejé en paz. No era cosa de seguir y que nos cogieran in fraganti. Luego le bajé la camisa y le abotoné un par de botones.

. - joder, ya Susi me dijo que eras todo un crack.

. - ¿qué edad tienes, chica?

. - los mismos que Susi. Ya tengo edad para follar.

. - me alegro por ti. ¿Cómo te llamas, preciosa?

. - Linda.

. - pues te va al pelo, Linda, porque eres linda de cojones. Sí, eres muy guapa -le dí un beso en todos los morros, mientras le estrujaba las tetas, que la hizo trastabillar-.

. - jope. Susi se quedó corta contigo. ¿Puedo verla?

. - lo siento, pero no está en forma. Sor Pilar me la ha estado mamando y me la dejó hecha polvo.

. - serás embustero, si fue Susi. Qué suerte la suya. ¿Cuándo te la podre mamar yo?

. - tendrás que coger número, la cola es larga. ¿Cuántas sois aquí?

. - que fanfarrón eres.

. - anda, lárgate o pensarán que nos estamos dando el lote.

. - no tengo prisa, debo volver con la bandeja. Esperaré a que termines.

La guarrilla se sentó en la silla mientras comencé a comer lo que me habían traído.

La jodida se había abierto de piernas hacia mí. Se subió la falda y me enseñó su chumino, pues no llevaba bragas.

. - serás guarra. Me voy a atragantar viéndote el chichi todo depilado.

. - es lo que quiero. Para que comas a gusto –la muy zorra se metió un par de dedos en su vagina y se comenzó a hacer una suave paja en mi nombre.

. - pero qué puta eres. Voy a tener que adelantarte en la lista de espera.

. - eso, adelántame. No habrá ninguna en el centro más puta que yo.

. - no, si ya se nota, ya. ¿Aún eres virgen o ya te has pasado por la piedra a todo el centro?

. - aún me quedan un par de chicos, pero todo se andará.

. - bueno, creo que te mereces un premio a la más salida.

Sin dejar de comer, me senté en la cama y me saqué el pantalón, enseñando mi churri bien empalmada por culpa de la putilla del lugar.

. - sírvete, pero antes echa un vistazo fuera.

Los ojos de Linda brillaron. Se levantó y miró fuera, para de inmediato ponerse a mamarme la polla.

Entre bocado y bocado, la zorrita no dejaba de mamármela, metí un par de dedos en el yogur que me había traído y se los metí debajo de la falda, buscando su ano. Cuando dí con su entrada, los introduje hasta todo lo que daban de sí. Ella respingó durante un segundo al sentir profanado su agujero anal, pero luego sonrió y continuó mamando polla.

Yo seguía follándome su culo con mis dos dedos enculadores. Cuando los saqué, me llevé uno a mi boca y el otro se lo puse para que lo mamara ella. Después de mamármelo, continuó haciéndome la paja bucal hasta que me corrí en su boca.

La muy jodida no debía de ser la primera mamada, ni la primera corrida que se tomaba, pues lo hacía casi automáticamente, no como la paralítica se Susi, que era una primeriza.

Después de dejarme seco y tragar mi condimento lácteo, le dio un repaso a mis huevos y un chupeteo final a mi polla, hasta darla por muerta.

Ella misma cogió unas servilletas y me limpió el rabo y me subió los pantalones. Luego se pasó un par de dedos por su vagina, sacándolos llenos de sus jugos y me los llevó a la boca. Yo avancé la boca y me tragué ambos dedos.

. - excelente zumo el tuyo, Linda.

. - ya lo sé. Por eso soy la más puta y la más solicitada. Lo próximo ya sabes lo que será.

. - ¿por dónde te gusta más?

. - por ambos agujeros. A elegir por mi amante y no soy nada celosa.

. - me alegro saberlo, porque pienso saborear el chumino de Susi.

. - pues que tengas suerte. Es algo tímida y aún no ha catado más polla que la tuya y abajo, nada de nada.

. - gracias por la información. Ya he terminado de comer. Te puedes llevar la bandeja, guapa y hermosa Linda.

Mientras me cogía la bandeja, me buscó la boca y me dio un morreo. Aquella hembra era más puta que yo puto, que ya era decir.

Salió levantándose la falda y enseñándome el trasero. Luego desapareció. Pero qué rica estaba aquella cabrona. Sin duda, cuando me la follara, lo iba a pasar de puta madre.

La madre superiora pasó cuando la noche se hacía paso. Iba con cara de mandona.

. - ¿cómo te encuentras hijo?, ¿recuerdas algo más?

. - sigo igual.

. - hemos dado cuenta a las autoridades de tu amnesia. Nos han pedido que si podíamos acogerte durante unos días hasta que aparezca alguien preguntando por ti porque no tienen hueco en sus instalaciones. ¿Qué quieres hacer tu?, tus heridas no revisten gravedad alguna y puedes irte cuando quieras.

. - le agradezco lo que han hecho por mí. Si no le importa, quisiera quedarme aquí por un tiempo, pues no sabría a donde ir. Lo que sí le pediría, es que me dejara ayudar con los chicos. Seguro que alguno necesita un hermano mayor o que le ayude en los ejercicios, por ejemplo, los minusválidos, etc. No quisiera estar ocioso. Hasta puedo ir a buscar alimentos u otra cosa, pues sé conducir, creo.

. - toda ayuda que nos puedas prestar es bienvenida, pues somos pocos para tanto chico. Mañana ayudarás en rehabilitación, para empezar. Ya veremos donde puedes hacer mejor bien. Dormirás junto con los chicos, así os conoceréis mejor.

. - gracias, si no fuera una monja, le daba un beso en la boca.

. - soy monja, pero también soy mujer. Anda, date el gusto.

. - gracias, Sor Juliana.

La mujer se me acercó e inclinándose hacia mí, me enseñó el canalillo, donde le vi hasta el ombligo. Le dí un morreo que la dejé visca.

. - no sé si me extralimité, madre superiora.

. - para nada hijo, para nada. Hacía tiempo que nadie me besaba como tú lo has hecho y me ha recordado cuando fui joven. No siempre fui monja, antes era una muchacha con los mismos deseos que cualquier otra muchacha de mi pueblo, pero no se lo digas a nadie o me perderán el respecto que me tienen tanto los chicos, como las demás hermanas.

. - de mi boca no saldrá nada. Solo decirle que de sus pechos sale un líquido y le está manchando el hábito.

. - oh, Dios mío. De nuevo debo sacarme la leche de mis pechos y no he podido por estar atendiendo a los proveedores.

. - si me deja, le saco la leche que desee, madre superiora y será nuestro secreto.

. - ¿lo harías por mí?

. - claro que sí. Cierre la puerta, no es cosa de que me cojan mamando a la madre superiora.

. - sí, claro.

La mujer cerró la puerta con llave y se vino hacia mí. Le ayudé a aflojarse los botones hasta enseñarme sus grandes pechos encerrados en un no menos gran sostén transparente.

Se lo sacó y se sentó junto a mí. Yo me tendí sobre sus muslos y poniéndome ella un pecho en la boca, comencé a mamarla sin parar.

Su leche era deliciosa. Nada de tetrabrik, ni ostias, era leche envasada directamente de fábrica.

Cuando la teta se la dejé a medio vaciar, me puso la otra y de nuevo comencé a mamarla sin problemas. Cuando las igualé, me salí de su regazo.

. - ¿está bien así o sigo descargándola?

. - hijo, has hecho un gran bien a esta vieja de tetas lecheras, ¿cómo puedo agradecértelo?

. - no se preocupe de eso ahora. Más adelante pensaremos algo. Ahora lo importante es que se sienta bien. Siempre que desee que la descargue, avísame con uno de los chicos a su oficina o donde sea e iré junto a usted.

. - el cielo te ha mandado para cuidar de mí, seguro.

. - ¿desde cuándo sus pechos fabrican leche?

. - de toda la vida. Son cosas de los genes y ningún médico me la ha podido cortar, ni siquiera los años. En fin, debo volver con mis quehaceres. Recuerda, es un secreto entre los dos.

. - por supuesto. ¿La podré llamar Julia cuando estemos solos?

. - por supuesto. Me puedes llamar como quieras. Pensaré en como agradecerte lo que haces por mí. Pero ahora deseo pedirte que me beses otra vez para recordar viejos tiempos.

. - claro, Julia, no me importa en absoluto.

Me levanté y le cogí los labios y se los besé largamente, muy largamente, donde mi lengua se introdujo en lo más hondo de su garganta. Ella suspiró, pues ya casi no se acordaba cuando su novio de entonces le pasaba la lengua por todo su cuerpo juvenil.

. - gracias hijo.

. - de nada, a mandar. Si desea sentirse limpia por debajo, no dude en pedírmelo.

. - ¿no te importa tomarte los jugos de esta vieja?

. - para nada.

Me agaché delante de ella y le levanté el hábito hasta la cintura. Luego le bajé las bragas y allí metí mi boca con mi lengua por delante. Desde luego el olor era nauseabundo allí abajo, pero valía la pena hacerle un lengüeteado a la madre superiora. Así ganaría puntos para hacer y deshacer lo que se me antojara en aquel centro de putiferio en que lo iba a convertir.

Cuando me salí de allí, me había tomado un litro de zumo agrio y rancio, pero como soy muy mío, puse una cara de haberme tomado el mejor zumo del mundo y claro, salí todo empalmado.

. - gracias hijo por tu ayuda. Veo como se te ha puesto, en reciprocidad debo hacértela bajar.

. - no es necesario. Luego iré al baño y me desahogaré yo solo. Quizás otro día se lo pida.

. - muy bien, creo que debo retirarme ya por esta noche. Si pudieras acercarte mañana temprano ante mis aposentos, te lo agradecería. Así me descargarías para todo el día.

. - allí estaré, solo dígame dónde están sus aposentos, aún no conozco nada del centro.

. - ah, claro. Tonta de mí.

Se sacó un dibujo de la situación de todo en el centro, incluido los dormitorios de todo el mundo. Me lo entregó y me señaló el suyo.

. - de acuerdo, allí me tendrá temprano.

. - gracias hijo, hasta mañana.

. - hasta mañana, madre superiora Sor Juliana.

Cuando todo el mundo dormía y yo también, me tiraron de la camiseta. Abrí los ojos y me costó acostumbrarlos a la oscuridad. Cuando vislumbré a Saúl, recordé lo que habíamos hablado en el baño de encontrarnos esta noche.

Me puso un dedo en la boca y me dijo que le siguiera. Con cuidado de no romperme la crisma, me vestí con mi ropa y lo seguí por los pasillos del edificio, que el chico conocía a la perfección.

Me llevó a lo alto de la torre donde estaban las dos campanas del centro. Allá arriba hacía un pelete que me cagué en la puta madre que parió a aquel gilipollas por llevarme allí cuando estaba bien calentito en mi cama.

Cuando llegamos a lo más alto, cerró un par de ventanas y se tendió sobre un par de mantas que había tendido en el suelo previamente. Encendió un par de velas y nos alumbró las caras.

. - ¿pero tú estás loco, capullo?, ¿no había otro lugar menos frío que éste para encontrarnos?

. - es el más seguro. A esta hora no viene ni Dios –el capullo se rio el chiste- ¿a qué es bueno el chiste?

. - tu madre. La próxima vez buscas otro sitio más calentito que a éste vienes tú con tu abuela.

. - vale, qué quejica que eres. La seguridad es lo primero.

. - como coja una pulmonía ya verás tú. Anda, siéntate junto a mí y dame calor.

. - oye, que conste que no soy ningún bujarra, esto lo hago para calentarnos un poco los dos.

. - sí, lo que tú digas.

Se sentó junto a mí y lo besé en la boca. Esperé su reacción y sonrió. Luego volví a besarlo de nuevo, mientras comencé a desabotonarlo. Mi lengua fue recorriendo todos sus pliegues.

El chico me imitaba todo cuanto yo hacía, incluido usando su lengua en mi torso.

El cinto se lo desabroché para luego sacarle los pantalones. Dejé que me hiciera lo mismo. Ya estábamos en calzoncillos y con nuestras pollas bien duras.

Lo tendí hacia atrás y me puse encima de él sin poner todo mi peso sobre su torso. Mi boca le besó y recorrió de nuevo todo su cuerpo, hasta llegar a sus partes. Besé la montaña que hacía el pene en sus calzoncillos. El chico gimió de placer al sentir la humedad de mi lengua traspasarle hasta su polla.

Con lentitud, le bajé los calzoncillos hasta dejar al descubierto una preciosidad. Ya no era tan pequeña como esta mañana. Había crecido bastante y de inmediato me la metí en la boca.

Saúl se retorcía de puro placer.

. - no te me corras. Aguanta hasta que me des por culo.

. - pues date prisa o me corro.

Me dí la vuelta y me bajé lo justo los calzoncillos para que me pudiera encular, poniéndome a cuatro patas y se diera el gusto de follarme.

Saúl vio el cielo abierto. Se montó encima de mí y guiándose con su mano, buscó mi ano donde me endilgó su polla hasta los huevos. Con cada metida, gritaba y gemía.

. - baja el volumen, ostia. No quiero que me cojan a cuatro patas siendo enculado por un primerizo.

. - perdona. Como has dicho, soy primerizo. Con el tiempo iré aprendiendo.

. - anda, no hables y rómpeme el culo en silencio, y disfrútalo. No te corras, quiero tu leche en mi boca.

. - pero tendrá mierda también.

. - es igual. Es mi mierda, no la tuya.

. - como quieras –dijo mientras aceleró la follada de culo-.

. - aaahhh, aaahhh, aaahhh, me corro.

. - salte, joder.

Saúl se salió y de inmediato me puso la polla en mis narices. Me la comí toda ella en el momento justo, pues el chico primerizo soltó su carga seminal según me la tragué.

Su polla fue saboreada, así como su leche. Hasta que no me tragué su suculento alimento lácteo y le dejé la polla como un acordeón, no dejé de mamársela.

. - dale unos lengüetazos a mi culo para limpiarlo un poco.

. - ¿meter la lengua ahí detrás?

. - eso es y no me lleves la contraria o lo dejamos aquí.

El chico, no sin asco por su parte, cerró los ojos y metió su lengua hasta pasármela bien por el ojete del culo hasta dejármelo guay del Paraguay. Me subí los calzoncillos y me tendí boca arriba.

. - es mi tu turno de que me des placer con tu boca y con tu culo.

. - ¿con mi culo?

. - ¿pues qué te creías? ya te dije que habría reciprocidad y eso es lo que significa. Tú me follas y yo te follo. Ahora no te me vayas a echar atrás.

. - pero me dolerá el culo durante semanas.

. - no seas exagerado. Cuanto más un par de días, pero cuanto más te lo folle, menos te dolerá. Es ley de vida. Todo en esta vida cuesta, chico. Venga, empieza ya, que se me están enfriando las pelotas.

. - vale, pero no me hagas mucho daño. Tu polla es más grande que la mía.

. - y bien que la disfrutarás, jodido cabrón. No te preocupes, todo es empezar.

Saúl me bajó los calzoncillos y le dio el tembleque, pues debía enterrarse aquella morcilla que no era poca cosa. Comenzó por comérsela toda ella y mis congelados huevos. Luego se puso a cuatro patas, ya vencido.

. - anda, no te pongas de esa guisa. Como eres primerizo, te voy a facilitar la entrada de mi polla en tu culo. Pones el culo encima de mi polla y cogiéndola con tu mano, la llevas a tu ojete. Allí te entierras cuanta polla quieras y puedas tragarte. Hazlo a tu ritmo. Cuando te lo diga, te sales y la mamas hasta pasarte mi lechita, luego la quiero limpia y seca de leche, como yo te la dejé a ti.

Suspiró aliviado, no sabiendo yo por qué, la verdad, porque no me iba a ir sin enterrarle toda mi polla en su prieto culo. Sin vaselina ni ostias en vinagre.

Con los nervios se olvidó del paso que le dije de a su ritmo y se tragó mi polla sin ritmo ninguno, simplemente se sentó sobre ella, tragándose toda la polla, viendo el infierno aquí en la tierra. Al chico, en previsión del grito que iba a dar, le puse la mano en la boca, llegando justo a tiempo de soltar la palabrota. Sus ojos se llenaron de lágrimas. El dolor era abrasador. Su culo era como si estuviera encima de las brasas de la hoguera de san Juan. Le dejé que cogiera resuello, para poder continuar con lo que estábamos haciendo.

. - chico, te has pasado. Te dije que lo hicieras a tu ritmo, no que marcaras un nuevo ritmo con tu culo. Descansa hasta que decidas seguir. Luego subes y bajas cada vez más rápido, pero me das tu boca, para entretenernos con las leguas.

Pasó un buen rato hasta que Saúl se puso en movimiento, subiendo y bajando lentamente, hasta que fue cogiendo ritmo. Al final sus gemidos de dolor aumentaban con la velocidad, nada se vislumbraba que estaba disfrutando de mi portentosa polla. Otro día ya lo haría, de momento esta follada era de conocimiento mutuo.

. - salte y mámamela como te dije.

El chico, con dificultad, se salió de encima de mi polla. Luego se agachó y se metió mi polla en su boca y comenzó a mamarme hasta que me corrí en ella. Por supuesto, este no era Linda, una profesional de las lechadas, por lo que se atragantó con mi zumo natural.

Cuando se recuperó, prosiguió mamando hasta dejarme seco. Luego se dio la vuelta, recordando el muy jodido mi orden al respecto.

Le pasé la lengua por su culo, donde me ayudé de mi lengua y un par de dedos, cosa que debía recordar Saúl para hacerme la próxima vez que me rompiera el culo.

. - listo, recuéstate junto a mí un rato.

Según lo hizo, no dejé en paz su boca hasta hartarme de besársela y hurgar con mi lengua entres sus dientes en busca de los espermatozoides perdidos que pasarme a mi boca. Por supuesto, no encontré una mierda.

. - ¿esperamos que vuelva la leche a nuestras pollas o lo dejamos por esta noche? –dije-.

. - mejor lo dejamos. El culo me arde.

. - de acuerdo entonces. Búscame cuando quieras más. Ahora volvamos a nuestras camas respectivas. Al menos hoy, déjame donde me encontraba, pues aún no estoy muy ducho en saber en qué habitación estaba durmiendo.

Saúl me cogió de la mano y con las mantas en la otra, bajamos la torre y recorrimos los pasillos hasta dejarme donde me había recogido. Con un morreo mutuo donde nuestros labios se apretaban fuertemente contra los del otro, nos separamos y el chico se fue con viento fresco y un culo dolorido por su mala cabeza.

. - despierta, Salvador.

. - ¿qué ocurre? ah, es usted, Sor Pilar.

. - necesito tu ayuda. Es el único hombre en que puedo confiar del centro. Uno de los chicos se ha vuelto loco y ha cogido un cuchillo. Piensa matarse. Está en el cuarto de limpieza.

. - llame a la policía. ¿Qué puedo hacer yo, si ni siquiera lo conozco?

. - seguro que te habla a ti, a nosotras no nos hace caso.

. - ¿y dice que tiene un cuchillo?

. - sí, no es muy grande, un pela-papas.

. - un pela-papas tiene al menos 5 centímetros de hoja. No es moco de pavo.

. - haz lo que puedas por favor y dejaré que me sigas haciendo lo que me hacías ayer.

. - bueno, siendo así. Pero deme un anticipo, no me fío un pelo.

Me senté en la cama y le levanté el hábito, le bajé las bragas y metí mi boca allí abajo. Me tomé un minuto para satisfacerme. Luego me salí y me bajé los pantalones. Le bajé del todo las bragas y la hice sentarse encima de mi polla. Ella casi grito de dolor, pues nunca había tenido algo tan maravilloso en su rajita.

Como no podíamos perder más tiempo, la hice salir y como me dejó la polla toda roja de su himen, la puse a mamármele y limpiármela. No le gustó, pero lo hizo y muy bien. Luego le pasé la lengua por su vagina para limpiarla yo a ella. Cuando la dejé medianamente limpia, le puse varias servilletas para taponarla bien.

. - listo, vamos a ver a ese idiota del cuchillo.

Sor Pilar estaba lívida, pues no esperaba sentarse sobre ninguna polla, al menos, tan pronto. Como pudo, controló su hemorragia vaginal y me acompañó hasta el cuarto de limpieza.

Fuera estaban varios chicos y varias monjas, incluida la madre superiora. A los chicos los mandaron a sus dormitorios respectivos, pues aún no eran las 6 de la mañana.

. - Rubén, aquí hay una persona que quiere hablarte –dijo la madre superiora, que fue quien mandó a Sor Pilar a buscarme-.

. - no quiero ver a nadie. Si entra, le clavó el cuchillo y luego me suicidio.

Tragué saliva y decidí coger el toro por los cuernos.

. - Rubén, soy Salvador, el nuevo. Voy a entrar –por lo bajini, les dije que no entraran y me dejaran hablar a solas con el chico, que podía tardar un rato-.

Sor Juliana dio su permiso. Cogí la manilla de la puerta y sin brusquedades, abrí la puerta. Allí dentro estaba a oscuras. Cuando sentí un ruido al fondo, supe que no estaba tras la puerta. Entré y cerré tras de mí.

. - hola Rubén, soy Salvador. ¿Dónde estás?

. - lárgate, no quiero hacerte daño.

Una vez supe dónde estaba, tanteé la pared en busca del interruptor de la lámpara del techo. Cuando dí con ella, la encendí.

El tal Rubén era paralítico y estaba junto a su silla, pero no encima de ella, sino que la silla estaba ladeada y él en el suelo. Seguramente intentó bajarse y se cayó de ella.

. - ¿qué te pasa, chico?, ¿tan grave es la cosa como para que armes este jaleo a las 6 de la mañana?

. - no te acerques o me degüello –dijo poniéndose el cuchillo pela-papas en el cuello-.

. - no seas tonto. Luego le vas a dar un trabajo del demonio a una de las monjas para limpiar toda tu sangre.

. - que gracioso te crees que eres, pero no me hace ninguna gracia.

. - ya lo sé. Era un chiste malo. Pero no vale la pena matarse. ¿Qué ha pasado para que pienses quitarte de en medio tan drásticamente?

. - te lo diré, pero no te acerques.

. - vale, solo me sentaré aquí, en esta caja –dicha caja estaba a solo un metro del chico, que seguía en el suelo-.

. - la familia que prometió que me adoptaría, se echó atrás. No voy a ser adoptado nunca a mis 19 años, así que me voy a matar y ya está. No aguanto más –hizo un movimiento con el cuchillo, pero le grité-.

. - para el carro, joder. ¿Eres tonto o qué?, ¿cuántos compañeros tuyos hay en el centro?, ¿te imaginas que cada vez que una familia se eche atrás, se cortaran el cuello?, no quedaría nadie a quien adoptar cuando viniera una familia dispuesta a hacerlo. En caso de que se maten ellos, más oportunidades tendrías tú de que te llevaran con ellos, piénsalo un poco antes de hacerme arrojar la pota.

El chico se echó a reír, para seguidamente, ponerse a llorar. Me acerqué y le cogí el cuchillo con cuidado de que no se cortara o me cortara a mí.

. - ya todo pasó, llora cuanto quieras sobre mi hombro.

Lo tenía abrazado, el chico cada vez lloraba más bajo, hasta que cesó de hacerlo.

. - ¿tú eres ese del que todos hablan?

. - no lo sé. Supongo.

. - me estás clavando tu polla.

. - perdona, Sor Pilar me la estaba mamando cuando nos interrumpieron por lo tuyo.

. - ya me dijeron que eras muy chistoso. ¿De verdad que tendré alguna oportunidad de ser adoptado?

. - la verdad es que mi abuelo tiene más posibilidades que tú y eso que está muerto, creo.

. - serás cabrón –dijo riendo- gracias, necesitaba que alguien me aclarara las cosas. Siento haberte jodido el sueño y las mamadas de Sor Pilar.

. - calla, coño. Si se entera la madre superiora, querrá ella también mamármela.

De nuevo se rio el chico.

. - ¿sabes que además de huérfano y paralítico soy maricón?

. - ¿seguro?

. - sí, Saúl y yo nos la mamamos de vez en cuando. También me la chupa Linda, la puta del centro. ¿Puedo vértela?

. - verla y mamarla, pero una cosa rápida, no vayan a entrar las monjas.

Al chico se le iluminaron los ojos. Enderecé su silla y lo senté en ella. Luego miré hacia la puerta y me la saqué. Aun la tenía bien empalmada. El chico sonrió de gusto.

Me la cogió y se la metió en su boca y comenzó a comérsela como si le fuera la vida en ello.

Acabé corriéndome en su boca. El chico, gran mamador, tragó mi leche hasta no dejar gota. Luego, sin pausa, le saqué su polla y me la puse a comer. Enseguida se corrió en mi boca, de tan caliente que estaba el amigo.

Con un poco de papel higiénico de los que allí había, se la dejé limpia, así como la mía. Luego nos las guardamos.

. - esto es un secreto, ni Saúl debe de enterarse.

. - de acuerdo, pero de vez en cuando nos las mamamos.

. - claro que sí. Ahora te llevaré a tu dormitorio y les pides perdón a las monjitas y les dices que ya no lo harás más. Lo harás por mí y por las mamadas de Sor Pilar.

. - vale, pero solo por las mamadas de Sor Pilar- dijo riéndose como un loco. Así salimos de allí-.

Fuera me detuve junto a la madre superiora.

. - lo ciento, Sor Juliana. No volveré a darle más problemas. Salvador me ha convencido que hay gente en peores condiciones que yo. Quisiera volver a mi cama.

. - claro, hijo. Gracias Salvador, por favor, llévalo a su cama y pásate luego por mi oficina. Debemos hablar.

. - en cuanto deje al chico, Sor Juliana.

Dejé al suicida en su cama, rodeado de sus amigotes, preguntándole de todo. Le eché una mirada para que recordara que lo que se habla entres dos amigos mamantes, se quedaba entre los dos amigos mamantes.

Fui a la oficina de la madre superiora. Allí solo estaba ella. El resto ya estaban preparando las comidas de la mañana.

Según entré, ella cerró tras de mí con llave. Me llevó al sofá más grande y se sentó. Luego me tendí en su regazo. Se sacó el pechamen y me dio uno a mamar. Sí, señor. Aquello era la gloria puta.

. - has hecho un gran bien al centro. No quiero ni pensar en lo que hubiese pasado si el chico se hubiese suicidado aquí dentro.

. - Rubén es un buen chico, me prometió que se portaría bien.

. - tienes don de gente y te necesitamos aquí. Las monjas valemos mucho, pero hay cosas que los chicos entienden mejor con otros chicos, como es el caso.

. - creo que no lleva bragas, Julianita.

. - es en tu honor. Ya te dije que pensaría en agradecerte todos tus esfuerzos para conmigo y el centro. Siempre que necesites descargar adrenalina, me buscas y buscaremos un lugar adecuado.

. - muchas gracias, pero no era necesario.

. - es justo y necesario.

Me cogió una mano y se la metió entre sus piernas. Allí hurgué bien hasta empapar mis dedos de su zumo. Según saqué los dedos, me llevé a la boca uno y repartí el resto en su boca. Ella no rehusó tomarse su propio caldito vaginal.

Cuando sus tetas fueron niveladas, me salí de ella y me puse a comerme su chochete hasta saciarme también de su zumo.

Una vez me salí y le cogí de nuevo uno de los pechos y la mamé durante unos segundos, le pregunté algo que me tenía intrigado.

. - julianita, tengo una duda. Como es que, en este hospitalito, solo hay chicos de alrededor de 20 y no hay ni de menos, ni de más edad.

. - es fácil, hijo. La orden tiene varios hospitales más. Tenemos unos para menores de edad, otros para mayores de edad hasta los 25, como es éste y tenemos otros de más de 25 años. Así, los podemos controlar más y mejor, pues conviven con chicos y chicas de sus edades. Además de hospitalito, es un centro de adopción, pero claro, a éste y los de mayor edad, difícilmente vienen a adoptarlos. Es una pena, pero así son las cosas.

. - gracias por explicármelo.

Volví a darme un atracón de leche vaginal, que la puse como Dios, y nunca mejor dicho.

Desayunado como un rey, me arreglé y la arreglé. Con un morreo de órdago, salí de su oficina hinchado de tanta leche mamada de sus tetas, como la mamada de su vagina viejuna.

Aún era muy pronto para que desayunaran los chicos, así que tuve tiempo de dormir una hora al menos. Nadie osó venir a tocarme los cojones y despertarme otra vez.

Realmente me dejaron dormir hasta las diez, hora en que me desperté por mis propios medios.

En la silla estaba mi ropa, junto con una toalla. Cogí todo y me fui al baño más cercano. Me duché y me vestí, para luego pasearme por las instalaciones para conocerlas un poco. Cuando dí con la sala de rehabilitación, entré. Según lo hice, los chicos y las monjas me aplaudieron, seguramente por lo de Rubén, me dije.

Sonreí y no les hice más caso del debido. Fui hacia Susi, que estaba intentando alcanzar unas anillas a un palmo de sus manos.

. - hola guapa. ¿Te ayudo?

. - gracias. Alcánzame hasta las anillas.

La alcé por la cintura y ella se cogió de las anillas y comenzó a subir y bajar. Llevaba esa ropita deportiva que marca todo el cuerpo del que la lleva.

. - vaya cuerpazo que te gastas. Recuerda que me debes algo.

. - ¿para qué?, si ya estuviste con la puta de Linda.

. - Linda es Linda y tú eres tú. Una palabra dada hay que cumplirla. Linda es una pequeña zorra. Con ella se pasa el rato, es verdad, pero contigo además se conversa de cosas que llevan cabeza. Ella solo tiene en la cabeza el querer follarse a la mayoría de chicos del centro. Dice que aún le faltan un par de ellos. Así de superficial es esta Linda que está bien buena, no hay que negarlo.

. - veo que la has catado bien. Bueno, mi deuda tengo que pagarla y la pagaré lo antes posible.

. - joder como se te mueven las bolas. Ya estoy deseando tenerlas entre mis manos.

. - para el carro. Solo eran verlas.

. - tu no viste solamente mi polla, te lo recuerdo. Las quiero catar con mis manos y mi boca también.

. - serás hijo de…

. - el mismo que viste y calza. Ahora me largo con otra que me necesite.

. - oye, no me dejes aquí o me la pego. Bájame.

. - vale.

La cogí por los sobacos y pegué mis narices a sus tetas. Estaban calentitas.

. - serás mamón. Me estás restregando mis tetas por tus narices.

. - es un anticipo, abur.

Me fui hacia Rubén, que estaba tirando de una cuerda.

. - hola Rubén. ¿Cómo andas?

. - a cuatro patas –rio el chico-.

. - lo digo en serio. ¿Cómo estás?

. - mejor gracias a ti. Mucho mejor, sin duda. ¿Me ayudas poniendo una pesa de medio kilo?

. - claro.

Estuve un rato con el chico, para luego repartirme por la sala. Así fui conociendo al resto de chicos y chicas y ellos a mí.

Cuando todos se fueron, entraron a una chica de unos 18 años. Estaba casi toda vendada. Prácticamente era una momia. Solo se salvaba su mano derecha y los dedos del pie derecho, el resto lo estaba.

. - Rebeca, te presento a Salvador. Salvador, Rebeca, nuestra amiga tuvo un accidente en la cocina del centro cuando nos cayó un rayo. Lo habrás visto por televisión –era otra de las monjas del centro a la que aún no había catado-.

. - ¿cuándo fue eso?

. - hace unos años.

. - lo siento, no lo recuerdo.

. - claro, perdona, no recuerdas ni quién eres, ¿cómo vas a recordar una cosa así?, perdona, Salvador, no me había acordado. ¿Cuidas un momento de Rebeca, por favor?

. - claro, no se preocupe.

La monja se fue y nos quedamos mirándonos Rebeca y yo.

. - estás pensando que soy un monstruo, ¿verdad?

. - ¿y por qué iba yo a pensar eso de una persona que está herida como tú?

. - porque lo soy. Cuando me veo al espejo, deseo suicidarme.

. - ¿tú también te quieres suicidar?

. - no irás a comparar lo de Rubén con lo mío.

. - tú no sabes el sufrimiento que pueda tener el chico para quererse quitar la vida también. Aunque tampoco sé el tuyo. Sé que debe ser muy duro, pero hay más cosas en esta vida que hay que vivirlas y no marcharse sin disfrutarlas antes.

. - ¿por ejemplo?

. - oler una flor. Dar el primer beso a un chico. Llorar porque un hijo se ha caído y se ha hecho daño. Hay tantas cosas que no tengo palabras.

. - eres todo un filósofo.

. - la verdad es que no lo sé. No me acuerdo. Recuerdos... Tú al menos tienes un pasado, yo ni eso y no voy a quitarme la vida por no saberlo, porque alguna vez recordaré, estoy seguro. Por cierto, ¿por qué vienes una vez se han ido todos los chicos?

. - porque me avergüenzo en lo que me he convertido y porque no deseo que cojan un trauma al verme así, ellos no se lo merecen.

. - no creo que sea psicólogo, ni nada parecido, pero la normalidad debe ser lo mejor para estos casos. Cuando se acostumbren a ti, no te mirarán como a un bicho raro, pero si solo te ven de soslayo un rato cada día, no perderán el miedo a acercarse a ti. ¿Tienes que ir siempre así, como la momia de Tutankamón?

. - ¿momia de Tutankamón?, serás cabrón tú también. ¿Así me ves?

. - te vistes como ella y por tanto te pareces a ella. ¿Por qué no te pones ropa normal?, por muy mal que estés por el rayo, la ropa lo ocultaría, a excepción de la cara, claro. ¿Tan mal estás o es que aún te duelen las quemaduras?

. - las únicas quemaduras que aún me duelen son las de mi mente. No paro de recrear el momento en que me cayó el maldito rayo.

. - si tan bien lo recuerdas, dime como sucedió, porfa. ¿Dónde estabas?

. - te lo diré. Estaba en la cocina ayudando con la comida. Llovía a cántaros y había rayos. Hasta ahí todo normal. Uno de los rayos destruyó el techo hasta hacerle un agujero. Todo el mundo salió despavorido, como yo también intenté, pero tropecé y caí por culpa de los escombros. Entonces otro rayo entró por el agujero y me cogió de lleno. Para que luego digan que dos rayos no caen en el mismo sitio, vaya mentira. Literalmente casi palmo allí. Estuve semanas en coma y eso fue una suerte para mí, pues el dolor cuando desperté era insoportable, pues imagínate según me dio el rayo.

. - chica, tengo los pelos de punta solo de pensar lo que has estado sufriendo todos estos años. ¿Qué puedo hacer para ayudarte?, dime lo que sea. No te prometo que no me dé el tembleque cuando te vea las heridas, pero al menos lo intentaré. Voy a pasar unos días aquí hasta ver si la memoria vuelve y pueda regresar de dónde vengo. Eso sí, no te vayas a enamorar de mí, tengo una larga lista de conquistas y no voy a casarme con ninguna. Aun soy muy joven.

. - ¿no dices que no te acuerdas de nada y te acuerdas de la lista de conquistas?

. - es que te he mentido -dijo sonriendo- No me acuerdo de nada de antes de despertarme aquí.

. - eres un tío raro. ¿Por qué no haces como algunas monjas y evitas tratarme?, ya solo queda una que se atreva a bañarme y darme las cremas que necesito.

. - no me lo digas, Sor Pilar.

. - no, ni ella, también sucumbió. Solo me queda la madre superiora la que aún aguanta verme como me dejó el rayo.

. - ¿te importa si te ducho y te doy las cremas o por lo menos, intentarlo?

. - si no te da asco, ni miedo, adelante. Pero si te da un trauma, no me vengas con lloriqueos.

. - ¿no puedes ducharte tu sola?

. - algunas partes sí, pero como has visto, la movilidad de mis manos no es todo lo perfectas que debieran, así que me duchan las monjitas o, mejor dicho, la madre superiora.

. - de acuerdo entonces. ¿Qué ejercicios se supone que has venido a hacer aquí?

. - un poco de estiramiento de los brazos y pies. Luego un poco de masaje corporal.

. - ¿seguro que no te duelen las heridas?

. - ya te dije que las corporales no, solo las mentales.

. - bueno, entonces comencemos. ¿Algo que deba saber de dónde no tocar o no hacer, antes de empezar?

. - puedes tocarme por todo el cuerpo, no me duele ninguna parte. Empieza por mis manos, luego pies y finalmente me tiendo en la camilla y me masajeas un poco, pero no te empalmes.

. - coño, déjame que empalme al menos, algo bueno tengo que sacar de esto.

. - bueno, vale, pero nada más, ya me entiendes. Estoy muy jodida y puedo reaccionar de mala manera. Solo te diré que cuando veas mi cuerpo desnudo, saldrás por patas del baño, eso seguro.

. - ya veremos. Dame esa mano de momia.

. - tu padre.

. - no sé si tengo, a lo mejor soy huérfano como tú y el resto de chicos –sonreí-.

Le cogí la mano vendada y se la movía en todas las direcciones con suavidad y sin alevosía. Fui saltando de miembros, hasta llegar a las piernas, para ello la senté en la camilla de masajes con los miembros colgando.

Mientras le trabajaba los pies, en la puerta estaban la madre superiora y Sor Pilar observando mis movimientos con Rebeca. Luego se fueron con viento fresco.

. - ahora te voy a meter mano.

. - ¿qué dices, degenerado?

(Parte 13 de 16)

FIN