A una polla del cielo
Continuación de la saga de a dos pollas del cielo y a dos pollas de Madrid al cielo, continúa la historia de las experiencias bisexuales de este matrimonio
Mi mujer Lorena y yo, por motivos de trabajo, nos mudamos a Madrid. Allí, más cerca de mi amigo Juan y su novio. Si os habéis leído las dos entregas anteriores, pues os podéis imaginar la de veces que hemos follado los cuatro y algún otro.
Pero hay veces que todo llega a su fin. Una tarde de otoño, estando yo solo en mi casa, se presentó previo aviso por whatsapp, mi amigo Juan. Cuando le abrí la puerta estaba llorando. Le pregunté qué le pasaba. Había roto con Luis. Estuvimos hablando un rato, tratándole de quitar hierro al asunto. Apoyaba su cabeza sobre mi hombro cuando sentí que llevaba su mano a mi entrepierna. No me lo podía creer. Lloraba amargamente porque acababa de romperse su relación y sin embargo quería jaleo. Le dejé hacer. Su mano sobre el pantalón de chándal, agarraba mi polla morcillona y empezamos a besarnos. Poco a poco el frenesí aumentaba. Nos magreabamos mutuamente.
Él fue decidió bajarme el pantalón, dejándome con los boxers puestos marcando pollón. Los dos sentados en el sofá, agachó su cabeza hasta mi polla que estaba cubierta por el calzoncillo. Con dos dedos dejó al descubierto solo la cabeza de la verga, comenzando a besarlo y lamerlo, para acto seguido dejarme en pelotas. La mamada le estaba saliendo de escándalo. Me mordisqueaba suavemente el glande recorriendo todo el tronco hasta llegar a los huevos, donde mezclaba mordisquitos con lametones. Era delicioso.
Tras un rato mamándomela, yo quería también sentir su polla en mi boca, así que le hice desvestirse y nos pusimos en posición de sesenta y nueve. Estaba siendo espectacular. Tanto es así que no pude contenerme y me corrí en la boca de Juan sin avisar. El hijo puta se lo tragó sin compartir mientras terminaba de limpiarme la verga, pero su polla dura no se corría en mi boca. Me temía, sin pena alguna, que Juan me taladraría el culo.
Dicho y hecho, sacó su miembro de mi boca y me pidió que me pusiese de rodillas en el sofá con los brazos sobre el espaldar. Se escupió en la mano y me untó el agujero. Iba a doler porque previamente no me lo había dilatado y más aún sin un lubricante bueno. No me importaba, mi amigo estaba triste y necesitaba consuelo y, si ese consuelo era mi culo, allí estaría yo para apoyarle.
Intentó ser suave para que me doliera poco al entrar. No lo consiguió a la primera. Tuvo que intentarlo varias veces para que mi agujero dejase entrar su verga del todo. Así estuvo dándome bien fuerte hasta que sentí su crema disparada dentro de mis entrañas. Justo sacando su polla de mi culo. Era la primera vez que me lo hacía solo con un tío sin mi mujer delante.
Tras este encuentro, Juan se fue. Lorena llegó una media hora más tarde. Por poco no nos pilla, aunque creo que no le importaría. No obstante, se lo conté. No teníamos secretos y ese era el secreto de nuestra felicidad, emocional y sexual.
A los días, volví a quedar con Juan. Esta vez Lorena me acompañaba. Le invitamos a cenar. Se iba haciendo a la idea de su ruptura. Los tres teníamos ganas de sexo, así que nos fuimos a la habitación donde nos quedamos en ropa interior. Empezamos un juego de besos entre los tres con Lorena en medio. Mi polla le rozaba sus nalgas y mis manos poseían su coño, que notaba como empezaba lubricar empapando sus bragas. Y la polla de Juan, aunque tapada por el slip, se restregaba con el coño de mi mujer y mis dedos que los tenía sobre éste.
Lorena quería guiarnos y se apartó, obligándonos a besarnos Juan y yo. Ella se encargó de bajarnos los calzoncillos a los dos. Nuestras pollas estaban erectas. Se sentó sobre el borde de la cama y nos puso a los dos a cada lado de ella, pajeando una polla a la vez que mamaba la del otro. Así hasta que me pidió que le chupase la polla a Juan mientras ella hacía lo mismo. Compartíamos la misma verga. Hizo que Juan se tumbase y seguimos haciéndolo. La polla de mi amigo estaba inmensa. Sus venas se le marcaban bastante y estaba bastante roja. Seguramente se había estado reservando unos días.
Lorena dejó de mamar y me obligó a ser más tragón. Me agarró de pelo y me subía y bajaba la cabeza bruscamente. Se apartó y fue en busca de un arnés con polla. Se lo puso, untando mi culo con lubricante. La entrada fue suave para no dañarme. Pero las embestidas posteriores me destrozaron el culo. Mientras tanto, yo seguía mamando.
Tras unos minutos así, cambiamos la postura. Me hizo sentarme sobre la polla de Juan, al que cabalgué mientras ella puso su coño en su boca, sentada a horcajadas sobre su cabeza. Mi amigo nos daba placer a los dos, mientras que ella, de frente a mí, agarraba mi polla y me pajeaba.
Acabé corriéndome pringando el abdomen de Juan. Saqué su verga de mi culo dilatado y lamí mi propia corrida. Tras esto, Lorena le pidió a mi amigo que le follara el coño mientras yo se lo comía. Veía entrar y salir la polla de Juan en el coño depilado de mi mujer hasta que noté que las embestidas eran más pausadas. MI amigo se había corrido. Fue sacar su polla y comenzar a caer su leche en mi boca.
Ya no éramos cuatro. Sino uno matrimonio de tres, manteniendo una relación poliamoroso.
P.D. Espero que les guste y que envíen comentarios.