A un paso de tenerte.

Una de mis historias, una de las que mas pudo marcarme y sigue haciendolo en la actualidad. Esa historia que por mas que me parezca loca, fue cierta.

A un paso de tenerte, a un paso de perderte para siempre.

No es fácil iniciar con una historia que nos permite vivir en la actualidad lo que es un amor sin perjuicios. Por un lado, se encuentra la forma de materializar ese amor, por otra encontramos un sinfín de obstáculos los cuales jamás imagine poder estar preparada.

Mi nombre no es común, mucho menos mi vida y mis preferencias. Crecí en una familia atestada de valores y buenas costumbres, me convencí de ser el modelo ejemplar que todos querían y por mucho tiempo lo fui. Digo por mucho tiempo porque lo que ocurrió después me cambio la vida. Era un día cualquiera donde me encontraba haciendo lo rutinario, a esto le llamaremos estudiar, leer, investigar y sobre todo aislarme en mi mundo. Tenía mucho tiempo sin salir, sin bailar y mucho menos sin beber, lo bueno era que contaba con una pequeña cantidad de amigos que bebían como si el sol jamás fuese a salir.

Me llamo Emily, pero todos acostumbran a decirme Emi. Soy un poco pequeña de estatura para mi gusto, tampoco piensen que soy un pitufo como muchos creerían imaginar; me considero bonita por no ser narcisa, tengo el rostro muy agraciado con nariz pequeña y perfilada, ojos grandes de color café oscuro, dientes arreglados sin necesidad de los llamados aparatos dentales, también cuento con atributos normales ni muchos senos ni muchos glúteos, todo en medida normal pero con lo que más me siento feliz es con mi cabello, negro largo y naturalmente liso con una que otra onda. Bueno, basta de mí y volvamos al punto.

Eran casi las 4 de la tarde y en mi solitaria casa no se encontraba ni una mosca, afortunadamente mis hermanos y mi madre se habían ido de vacaciones a la Isla de Margarita y yo como buen ogro que soy decidí quedarme a solas, no piensen que iba a proporcionar un proyecto X porque lo mío sin duda alguna era una buena cena en compañía de amigos y una que otra bebida. Recuerdo como se escuchó un fuerte chirrido de llantas y lo supe, algo malo había pasado… salgo casi corriendo a la entrada principal y observo como un carro muy llamativo de color rojo esta encima de la acera de mi casa impidiendo mi paso, salto por encima del auto y la veo, totalmente ida en sus pensamientos con las manos aferradas al volante.

Emily: ¿Ey, estas bien? La mujer ni un giro de cabeza daba y me decidí a abrir la puerta…

Emily: Epa, sino te bajas y me dejas estacionar el auto, media ciudad te nombrara a tu madre y a la mía incluida por no estar mejorando la situación. Para cosas del destino ella voltea la cara, me sonríe y sale del auto aun sin mediar palabra. Me dispongo a moverlo y estacionarlo correctamente. Me bajo del mismo y voy camino hacia ella, admito que ya tenía un poco de color en la cara.

Desconocida: Lo lamento, es mi segunda vez conduciendo y no se en que momento acabe aquí.

Emily: No te preocupes que todo paso y lo mejor es que no tienes ninguna herida, si quieres entramos y te tomas algo para los nervios. Por cierto, mi nombre es Emily. Ya para ese entonces ella estaba mirándome perpleja como si le estaba diciendo algo sumamente complicado de entender, hizo un gesto con la cabeza y me extendió la mano-

Desconocida: Mi nombre es Fernanda, disculpa las molestias causadas es que de verdad ya no quiero seguir interrumpiéndote hiciste mucho por mi… Deja que llamo a mi casa y en un momento vienen por mi.

Emily: Bueno mientras llamas te puedes sentar y tomar una taza de café o té si prefieres. De un momento a otro ella perdió un poco la estabilidad y por poco se cae, ya para ese momento hice uso de mis reflejos y logré mantenerla en pie agarrándola fuerte por los brazos…

Emily: Mira, siéntate y luego has lo que quieras, pero por favor pasa y te sientas. No hablo mucho y me hizo caso, no dejaba de observarme a los ojos y sonreír un poco… Supuse que era el susto y me fui directo a la cocina por su café. Al regresar, la encuentro hablando por celular.

Fernanda: Te dije que no he chocado, que una chica me estaciono el auto y me está atendiendo, no Andrea no he chocado. Estaba casi que gritaba y al percatarse de mi presencia colgó rápidamente y se acercó para agarrar la taza.

Emily: No te preocupes, con esto segura que te sentirás mejor.

Fernanda: Lamento tanto esto, no sé muy bien manejar y termine haciendo un desastre, gracias por el café es mi bebida favorita… ¿Esta es tu casa­? Se veía bastante inquieta como con ganas de salir corriendo.

Me senté en silencio y me dispuse a hablarle.

Emily: ¿Yo también tuve mis sustos sabes? Una vez me detuve en plena autopista para ayudar a cruzar a un perrito. Sin poder evitarlo ella estallo en una risa muy dulce y ladeo un poco la cabeza.

Fernanda: ¿Tú vas por ahí ayudando a todos los que estamos perdidos o es que eres una clase de ángel? Se le veía demasiado interesa en la conversación, tenía una mirada tan penétrate que descontrolaba mi calma. Pocas veces me inquietaba con alguien, pero ella lo lograba fácilmente.

Emily: Realmente soy un súper héroe, solo que esas cosas no se las digo a todo el mundo y si, esta es mi casa y como veras estoy más sola que un fantasma ajajajaja… Ambas reímos y tomamos un poco de café.

Fernanda: ¿Por qué estás sola? ¿Acaso no tienes nadie que te acompañe?

Emily: Mi familia se ha ido de viaje y yo he decidido quedarme por cuestiones de estudios. En lo que respecta a compañía, en verdad no mucha solo algunos amigos. ¿Oye, porque no vas a un curso de conducción? Digo, es un peligro que andes así. Ella arrugo bastante la frente y se paró de forma brusca y empezó a moverse mientras hablaba.

Fernanda: Sabes, lo había pensado, pero tuve una pequeña discusión y salí sin tomar conciencia, ataque de rabia tu entiendes…

Emily: Bueno te voy a dar una solución por el susto que me has hecho pasar, me dejas enseñarte a manejar y yo te dejo conocer unos súper poderes que tengo aparte de salvar al mundo… Esta chica estaba loca, reía mucho con mis comentarios y asintió con la cabeza no sin antes levantar la mano como un tipo de promesa…

Fernanda: Vale, es un hecho. Pasare tres veces por semana para que me enseñes a conducir ya que estoy en completa deuda contigo. ¿Te parece a esta misma hora o tienes cosas que hacer?

Emily: Para nada, a esta hora descansan los súper héroes así que estoy disponible. Sonreímos y escuchamos una corneta. Note como se ponía nerviosa y salía casi que corriendo a la entrada.

Fernanda: Espero verte de nuevo, quedamos para mañana. Me extiende la mano y se la sujeto con fuerza sin llegar a mucho. Sonríe y me da un beso en la mejilla con lo cual quedó paralizada.

Emily: Cuídate y nada de chocar. Justo cuando voy a cerrar la puerta escucho con atención…

Desconocida: ¿Eres torpe o qué? ¿No conoces a esa mujer y ya la besas? ¿Ves porque peleamos? ¿Porque eres insoportable?

Fernanda: Basta, ella solo me ha ayudado cuando tú te has comportado como una perfecta imbécil, además no choque ni se formó un escándalo como para que vengas a formarlo tú.

Desconocida: Estoy cansada Fernanda, móntate de una vez que Oswaldo viene ahorita por tu carro.

Así como llego se fue, dando un golpe fuerte en mi vida y un sonido estruendoso… Su voz angelical y su mirada penetrante me lograron distraer el resto de la tarde, no dejaba de pensar en ella y en esa locura suya. Para mi gran felicidad era el tipo de mujer que me podía quitar el aliento, alta, delgada, ojos claros, piel excesivamente blanca, cabello negro ondulado y una sonrisa que derretía hasta el mejor de los glaciares.  Pensaran que estoy loca, pero si, ni el número de teléfono le pedí y para completar ella no manejaba muy bien y me preocupaba el cómo iba a llegar a mi casa. Di vueltas sin parar por toda la casa, me sentía inquieta y con ganas de volver a verla.

Me encontraba divagando por qué ella llego así, me sentía verdaderamente extraña con toda esa situación hasta que mi celular logro sacarme de mi letargo y para cosas inesperadas era Juan.

Juan: Eu, pensé que tu casa te había tragado y se había comido a la única gay aburrida de este mundo.

Emily: Vamos Juan, que quieres esta vez y habla rápido que tengo algo importante que contarte.

Juan: Ajuaa vamos a ir sincerándonos mi linda, dime como se llama, donde estudia, a donde sale a trotar y si está loca por ti.

Emily: Juan, a diferencia de ti yo soy una persona normal que no vive espiando en la vida de otros.

Juan: Okey como digas, llego en 5 minutos a tu casa.

Emily: Juan, no espera… Juan… piii… Bastardo me colgó, ya debe venir casi que en helicóptero a saber el chisme.

Tal como lo había dicho solo que si pasaron unos 2 minutos fue mucho, como es cosa normal en el llego haciendo un escándalo, hasta los perros de la vecina se enteraron de su llegada apoteósica.

Juan: Dúchate, alístate que nos vamos y mientras haces ese proceso me vas contando de tu nuevo amor.

Emily: Juan estoy muy feliz en estas fachas y no pienso salir a las 6 de la tarde a ningún sitio. Además, no es ningún amor, es solo una chica que casi se mete contra la casa por no saber conducir y es realmente linda, pero tiene novia obvio. Lo miraba con odio, no puedo creer que luego de 12 años el siga siendo la misma marisca que todo lo quiere a su manera, pero es mi mejor amigo y lo amo, es un niño precioso salido de una revista sexy así que era difícil no decirle que no.

Juan: ¿Qué? ¿Es una loca, como que iba a chocar? Mínimo el numero le has pedido ¿no????? Todo esto lo decía gritando por toda la casa y caminando hacia mi cuarto, apenas entro lo que hizo fue sacar ropa, ya sabía yo que tenía que ir a juro a donde él quisiera.

Emily: Juan un paso a la vez, primero a donde iremos y si no me dices no te digo ni como se llama la muchacha al volante. Tenía que ahorrar tiempo para poder meterme a la ducha o realmente el me metería a punta de golpes.

Juan: Esta bien, primero vamos por un helado a un sitio precioso que recién abrieron y donde está trabajando un papacito que me sigue en Facebook así que apúrate… Además, en la noche iremos a la disco, llevas tres semanas sin ir y hay unas niñas que no han dejado de preguntarme por ti, es hora de que te diviertas.

En conclusión, termino haciendo lo que Juan diga, pero sin duda alguna Fernanda no dejaba de rondar en mi cabeza, hacia todo en cámara lenta y a medida que pasaban los segundos solo una cosa me interesaba y era volverla a ver. Era inesperado que de un segundo a otro no pudiera sacarla de mi mente, parecía que llevaba días pensándola.

Llego la noche y ya estaba cansada de ser jaloneada por Juan, lo amaba, pero el tenía una energía tan feroz que me proporcionaba cansancio físico y mental. Terminamos llegando a la discoteca, en lo que me detengo él se queda observándome y yo sabía perfectamente cuales eran sus intenciones, abrió la guantera y saco mis cosméticos.

Juan: Por eso te amo, siempre preparada para brillar, de ser un poco más inteligente le sacarías partido a esa carita y ese cuerpo Emi, estas pasada de gafa. Llevaba más de 10 minutos maquillándome los ojos y ya me dolía bastante.

Emily: Juan tienes dos segundos para terminar o te juro que no pago tu puta entrada. Tal como lo escucho y tal como que paro, me miro con cara de perro y dejo de maquillarme.

Juan: Perfecto, estas lista solo te pido una cosa, ve a bailar… consigue un buen culo y sácate a esa Fernanda de la cabeza que te noto como ausente. Se colocó brillo en los labios y se bajó con más clase que una modelo de portada. Ese era mi amigo el centro de todo y por supuesto yo no me quedaba atrás, ya nos habíamos ganado bastante fama en todas las discos de la ciudad y apenas cruzábamos las puertas teníamos a gente rodeándonos, a diferencia de Juan yo me alejaba de la multitud con un poco de pena y me iba por tragos a ver que conseguía de bueno. Jamás conseguí nada bueno hasta ese día, hasta esa noche.

El destino jugaba conmigo a su gusto, me maree lo suficiente como para darme cuenta de que ella estaba ahí. Si, Fernanda estaba en la discoteca. Llevaba unos jeans ajustados, blusa de tiras y zapatos bajos, pensaran que no es algo de otro mundo, pero en ella era algo del planeta Plutón o de la mismísima Luna. Estaba sonriendo y se tocaba el cabello cada dos segundos, no sé con quien hablaba, pero notaba que su sonrisa era de completo fastidio hasta que se dio la vuelta y me vio, fue conexión, ninguna de las dos se movió y sentí como el tiempo se detenía. Yo no pude seguir viéndola y sonreí bajando la mirada, justo cuando la levanto para encontrarme nuevamente con ella, veo que la misma chica que fue a buscarla la halaba con fuerza lejos del sitio donde estaba parada.

Agite un poco mi cabeza y volví a mi trago, seguramente estaba imaginando algo que no era real y tome mi vaso hasta el fondo. Me dispuse a caminar por el sitio no sin antes saludar a todas las chicas que conocía. Veo a Juan que me saluda de forma expresiva y me hace señas de que vaya para que conozca a alguien a lo cual le hago gesto de que iba al baño y regresaba. Voy subiendo las escaleras y pff el golpe de la vida, caigo al piso y la otra persona igualmente.

Desconocida: ¿Pero qué mierda? ¿Acaso no ves por dónde caminas?

Emily: Epa, primero yo iba subiendo y tu bajando creo que fue culpa de las dos. Ambas hablábamos sin mirarnos yo estaba pendiente de mi ropa que para ese momento ya estaba totalmente mojada.

Desconocida: Lo… Lo siento. Y paso, así como cuando de pronto te encienden la luz, como cuando de pronto ves con claridad algo que estaba oculto, así. Esa voz solo podía ser de una persona. Fernanda…

Emily: Fer… Fernanda lo siento yo… yo soy una tonta… Tratamos de levantarnos, pero chocamos nuevamente y esta vez ella quedo encima de mí con sus ojos clavados en los míos. Nadie hablo, no teníamos nada que decirnos, no había nada que comentar. Solo nos sentíamos, sentía como su corazón iba a mil por hora y como su rostro se colocaba rojo, pase mis dedos por su mejilla y cuando estuvimos a punto de besarnos alguien la levanta de mi regazo.

Juan: Niña, me vas a matar a la muchacha mira que no es de hierro. Maldigo a Juan justo ahora, no tenía por qué hacer esto.

La pobre Fernanda estaba roja como un tomate y me ayudo a colocarme de pie… Me ayudo con una sonrisa y un hola susurrado a mi oído. Un hola que no dejaba de repetirse en el fondo de mi subconsciente.


Hasta aquí, la primera entrega. Luego de mucho tiempo he decidio publicarla, admito que es primera vez que me armo de tanto valor. Agradezco mucho sus valoraciones y sobre todo criticas constructivas. No soy escritora ni mucho menos, simplemente decidi compartir con ustedes un poco de mi loca vida y cruel realidad. Un fuerte abrazo desde Venezuela. Por cierto, esta historia es totalmete real. Besos.