A tus pies, mi Ama #1

Tras firmar el contrato, mi Ama comienza a adiestrarme como esclavo a sus pies. Prepara una footparty pero, antes, me va a mostrar como comportarme y adorar los pies de una mujer besándoselos, chupándoselos y poniendo mi cuerpo y cara al servicio de sus pies.

Es sábado por la mañana y estamos sentados en la mesa del bar, ella, una mujer atractiva hasta la saciedad y yo, también bastante atractivo desde mi punto de vista. El motivo de estar tomando algo juntos en el bar está claro: firmar mi contrato como esclavo a sus pies; y cuando digo a sus pies, digo literalmente a sus pies. No voy a entrar en los detalles del chantaje que me llevaron a estar como estoy, pero así es y así tiene que ser.

Ella, a quien a partir de la firma del contrato llamaré como mi Ama, es una mujer no muy alta, 1,65cm aproximadamente, con un cuerpo muy interesante, rubia, muy guapa, con ojos entre azules y verdes. Hoy llevaba una falda con medias y tacones, creo que incluso provocándome un poco.

-          De acuerdo, pues este es el contrato. Obviamente no tiene validez legal, pero échale un ojo y lo firmas. Vamos… que estoy deseando tenerte a mis pies. -dijo mientras me pasaba dos folios grapados con unas cláusulas.

-          Voy a ver.

En resumen, todo era lo lógico de un contrato tipo, hasta las siguientes cláusulas, que las detallo a continuación:

  1. Desde el momento de la firma, (aquí aparecía mi nombre) pasa a ser el esclavo de (nombre de Mi Ama), y pasa a formar parte de ella, atendiendo a sus deseos y cumpliendo sus órdenes.
  2. En todo momento el esclavo deberá ir vestido y estar en la posición que se le ordene. Denominará a (nombre de Mi Ama) como Mi Ama en todo momento, hablando con respeto y devoción.
  3. Desde la firma del contrato el esclavo no podrá negarse a masajear, acariciar, oler, lavar, limpiar, besar, lamer o chupar los pies su Ama. El esclavo podrá ser pisado y utilizado como alfombra, comerá de los pies de su Ama si se le antoja y cuidará de los zapatos y objetos que la ama ordene.
  4. Los deseos fetichistas del ama serán totalmente satisfechos. Es el objeto del contrato.
  5. No habrá sexo entre las partes en ningún momento, ni se tocarán los genitales del esclavo sin su consentimiento. Esta relación Ama-esclavo es meramente fetichista.
  6. Si no se cumplen las órdenes, el esclavo podrá ser abofeteado, tanto con los pies como con la mano, pero no habrá más daño físico que el meramente instructivo. La palabra ARISTOCRACIA pausará toda actividad que se esté realizando. Ambas partes deben recordarla correctamente.
  7. Este contrato solo podrá ser roto por (aquí el nombre de Mi Ama). No habrá muestras de esta relación ni mediante fotografías ni videos.

Hasta aquí todo correcto, pero la siguiente me empezó a chirriar:

  1. Las acompañantes del Ama serán tratadas como ella ordene, serán denominada “Señora X” y si ordenan acorde a la relación Ama-esclavo firmada aquí por ambas partes, dichas órdenes de ellas tendrán la validez total, siendo únicamente superadas por una supuesta contraorden de (nombre de Mi Ama)

-          ¿Qué es esto? No pensarás que habrá alguna más.

-          ¡Por supuesto! ¡No pienso tener un hombre arrodillado a mis pies y no compartirlo con mis amigas! Vas a adorarlas tanto como ordene y a quien yo te diga, y punto. -sentenció. -

-          Pero… ¿en quienes estás pensando? -pregunto asustado. –

-          Está bien, te lo diré porque creo que conoces a la mayoría de quienes he pensado. Si quieres incluso incluimos los nombres en el contrato. Pienso presentarte como mí esclavo y hacer unas cositas que se me han ocurrido que he llamado foot party donde adorarás los pies de todas. Son Carolina, Irene, Ana y su novia, que se llama Cristina. De momento, pero ya que esto te preocupa te comentaré los nombres de quien se me vaya ocurriendo.

La verdad es que conocía a tres de las cuatro, y eran muy atractivas… lo que pasa es que sabía perfectamente que Ana me tenía cierto… “odio” y solo de imaginarme sus pies dentro de mi boca me mosquea la situación, pero no tengo otra que aceptar.

-          De acuerdo, solo, ya que voy a tener que adorarte los pies, te pediría por favor que estuviesen limpios en todo momento. -pedí, casi con voz de súplica -

-          Olvídalo, estarán como tengan que estar. – Se le escapa una sonrisa de maldad. –

-          Bueno, al menos… ¿podrías tener tanto tu como las acompañantes las uñas siempre pintadas? Siempre me han parecido más atractivas las mujeres con las uñas pintadas…

-          De acuerdo, eso podemos añadirlo al contrato ya que yo siempre las llevo. Ahora, firma y cállate. -dice mientras escribe la clausula de las uñas pintadas a puño.

Firmo, reconozco que temblando un poco.

-          Vale, pues esta es tu copia y esta la mía. Ahora paga esto y espérame, que voy al baño.

Se levanta y va al baño; me temo que ya no hay escapatoria y pienso en como querrá hacerlo y como será todo en nuestra relación esclavo-Ama que ya ha comenzado. La veo volver a la mesa, pero veo que está sin medias…

-          Toma, métete esto en la boca, que nos vamos a pasar el fin de semana a mi casa. -dice mientras me da en la mano las dos medias que se acaba de quitar.

-          Pero… ¿qué dices?

-          Mira, perro… lo primero es que ya puedes ir acostumbrándote a hablarme con respeto, lo segundo es que no se te olvide al final de cada frase el mi Ama correspondiente, y lo tercero es que si te digo que te metas en la boca las medias que acabo de darte, tu abres la boca y te metes las medias. Suerte tienes que estamos en la mesa del fondo del bar y no te ve nadie. -se puso seria…-

-          Sí, mi Ama.

Me meto en la boca las dos medias, y el sabor me empieza a inundar la boca. Mi Ama se ríe y ya no se le borra de la cara esa sonrisa maliciosa… no voy incómodo, ya que no son muy grandes, pero es verdad que desde pronto empiezo a babear. El camino hasta su casa va a ser un poco vergonzoso en esta situación y solo espero no encontrarme con nadie que conozca.

Mi Ama aprovecha que yo no puedo hablar para irme explicando cosas que desea acerca de como me debo comportar. La verdad es que ir a su lado con sus medias recién quitadas dentro de mi boca y ella diciéndome todo lo que piensa hacerme me empieza a excitar bastante, no puedo negarlo.

-          A ver, esclavo. Vas a estar en mi casa hasta mañana por la noche. Tu vestuario es bien sencillo: te quiero desnudo y con un collar que te he comprado precioso que pone AMA C en el cuello. Puede ser que en ocasiones quiera ponerte una correa como a un perro. Además, en el pito te pondrás un lazo rojo, como si de un regalito se tratase… a esto lo llamaré mi firma frente a mis amigas jajaja.

En todo esto yo solo puedo ir asintiendo e imaginándome la situación. Ciertamente voy algo empalmado y excitado. El camino a su casa es corto y ya casi estamos llegando.

-          En cuanto entremos a la casa te desnudas y arrodillas. Para vestirte como te acabo de ordenar lo tienes todo en la mesita de la entrada. Yo subiré a ponerme algo más cómoda. Verás que fin de semana tan divertido vamos a pasar. -dijo sin poder evitar la sonrisa. –

Llegamos a la casa, abre la puerta y entra, yo siguiéndole. Me quito los zapatos y me empiezo a desnudar mientras mi Ama se me queda mirando. Me da bastante vergüenza, pero son sus órdenes. Cuando estoy en calzoncillos se va arriba a cambiarse, yo me los quito y arrodillo tal y como me ordenó y me pongo el collar rosa de perro con la inscripción Ama C en brillantes. Cojo el lazo rojo y me lo hago en el pene. Consigo verme en el espejo de la entrada y creo que es una visión totalmente humillante de mí.

Mi Ama baja las escaleras y yo le espero con la cabeza agachada y de rodillas, con mi vestimenta tan humillante. Se para en el arco de la puerta del salón y se ríe.

-          Jajajaja, estás precioso, esclavo. Anda, abre la boca.

Abro la boca y me quita las medias, totalmente empapadas de mis babas, y se las lleva al lavadero. Aprovecho para ver de espaldas el pequeño pantalón de chándal/pijama gris que se ha puesto y la camiseta de tirantes que deja asomar un bikini rojo. Vuelve al salón y se sienta en un sillón de estos grandes de color marrón chocolate. Va descalza y tengo un ápice de segundo para ver sus pies. De todos modos, al sentarse cruza la pierna derecha por lo alto de la izquierda dejando el pie derecho al aire, donde se ve el color rojo oscuro que tiene en las uñas.

-          Acércate, esclavo. Mira mis pies -dice mientras se acaricia la pierna derecha arriba y abajo llegando con su mano derecha a los dedos de los pies-, ve acostumbrándote a ellos porque vas a adorar cada milímetro. ¿Te gustan?

-          Sí, mi Ama.

-          Ya me parecía a mí. Vamos a empezar la relación esclavo-Ama como debe ser. Dame un beso en los pies, perro.

Sin siquiera responder me acerco al pie derecho y le doy un casto beso en el empeine, justo donde empiezan los dedos. Me agacho a hacer lo mismo con el izquierdo, mientras noto como ella sonríe y disfruta del momento. He besado e incluso chupado pies teniendo relaciones sexuales, pero esto es diferente… más me vale acostumbrarme a esta situación tan humillante y a adorar sus pies pronto.

-          Muy bien, esclavo. Voy a echarme para atrás, dame un masaje en los pies con las manos, que pruebe tus habilidades.

Se mueve el sillón hacia atrás y se levanta la parte de abajo del mismo, dejando los dos pies de mi ama a la altura de mi cara. Sin darle muchas vueltas me pongo a acariciarlos y tocarlos, comenzando con un torpe masaje, demostrando que realmente no se darlos. Son unos pies pequeños (talla 36/37 como mucho), regordetes pero elegantes, con unos dedos escalonados preciosos. Están realmente suaves. Son muy bonitos... ya que tengo que adorarlos, mejor que me lo parezcan.

A los 5 minutos mi Ama me mira y me dice:

-          Espero realmente que con la boca lo hagas mejor, porque entre tus fuertes no están los masajes de pies. Ve informándote acerca de cómo hacerlos bien, ¿entendido?

-          Sí, mi Ama.

-          Ve a la cocina y tráeme una copa de vino.

-          Sí, mi Ama.

Se que no debo levantarme, por lo que resulta muy humillante tener que ir de rodillas a llevarle una copa de vino a mi Ama. Aprovecho para levantarme en la cocina y no puedo evitar descubrir que estoy algo excitado por la situación… supongo que la idea de verla tan poderosa obligándome a besarle los pies es interesante para mi erección. Vuelvo al suelo y le acerco la copa a mi Ama, quien la coge sonriendo, le da un sorbo y señala sus pies.

-          Esclavo, chupa mis pies. -dicta, con una seriedad pasmosa. –

No soy capaz de decir nada, y aunque algo dubitativo, me acerco a sus pies, los cuales están estirados en el sillón. Acerco mi boca a su pie derecho y empiezo a sacar la lengua y lamer lentamente el lateral externo desde abajo, el talón, hasta la parte donde el dedo chico empieza. La sensación es extraña, humillante, y su cara, la cual veo de refilón en ciertos momentos, es de estar disfrutando totalmente de la situación. Tarde o temprano tengo que dejar de lamer la misma zona, por lo que cambio, y empiezo a dar lamidas en su planta del pie, desde casi el talón hasta la parte de debajo de los dedos, una y otra vez, lentamente, dejando rastros brillantes de saliva por donde ha pasado mi lengua.

-          Sin duda se te da mejor con la boca. Sigue hasta que te diga. -dice, pero sin dejar de mirarme en ningún momento. –

-          Sí, mi Ama.

Sigo lamiendo la planta y zona interna del pie derecho de mi Ama. El sabor empieza a adueñarse de mi boca, pero es cierto que la inicial vergüenza ha dado paso a una devoción extraña, empezando incluso a pensar que merece ser adorada como estoy haciendo. Tras varias lamidas más a la planta, desde el talón hasta la parte baja de los dedos, empiezo con ellos, uno a uno, metiéndomelos enteros en la boca.

El dedo pequeño entra en mi boca y yo succiono con pasión, le miro y sonríe ante esta situación, e incluso cierra los ojos y echa la cabeza para atrás, sintiendo aun más el placer que parezco estarle dando. Sigo de un dedo a otro, y repito, subiendo y bajando por ellos, paseando mi lengua entre los mismos y succionando, sacando todo el sabor de los pies de mi Ama. El dedo gordo me lleva un buen tiempo dejarlo bien adorado, e incluso cierro los ojos para disfrutarlo yo mismo… la situación ya es inevitable y la relación Ama-esclavo está lista.

-          Entre los dedos, esclavo. Mete bien la lengua.

Mi lengua empieza a pasear entre los dedos de sus pies, por los cuatro espacios, y mientras sigo haciendo lo propio con los dedos, de vez en cuanto arrastro mi lengua por la planta, no me olvido del empeine… una adoración total de los pies de mi Ama. Repito en el pie izquierdo, vuelvo al derecho… así estoy un largo tiempo adorándole, ella callada, disfrutando de mí arrodillado, desnudo y chupando sus pies.

-          Esclavo, he de reconocer que tu manera de chuparme los pies es bastante buena. Mejor, así lo harás 100% perfecto muy pronto. Para mí era la primera vez también y te aseguro que me ha encantado, por lo que vete acostumbrando. -dice riendo. – Échate al suelo boca arriba, con la cara justo aquí bajo mis pies, que quiero ver la televisión. -dice mientras encoge el sillón.

Hago lo que me dice y me tumbo boca arriba, dejando la parte alta de la cabeza pegando al sillón con su pie izquierdo en la parte izquierda de mi cara y el derecho en la derecha, y el resto del cuerpo estirado hacia abajo. Miro hacia arriba al techo, y veo como mi Ama acerca su cara y me mira sonriendo

-          No te muevas, quiero relajarme viendo la televisión, y voy a usar tu cara para apoyar mis pies, que el suelo está muy frío (cosa que he notado al tumbarme). Quieto hasta que te diga, aunque me levante o haga lo que sea, ¿lo has entendido, perro?

-          Sí, mi Ama.

-          Cada vez que diga que te eches bocarriba al suelo será de esta manera, a no ser que te diga que cambies.

Y acto seguido levanta su pie izquierdo y lo posa en la parte izquierda de mi cara, y el derecho igual. Tienen aun zonas medianamente mojadas de mi propia saliva, pero en general noto la textura suave de sus pies. Los talones descansan en mi frente y los dedos me llegan a la barbilla… sus pies miden casi como mi cara.

Noto como coge la copa de vino y se echa para atrás, y de pronto en la televisión empieza a sonar un programa de cotilleos. Mi pene se excita de vez en cuando por la situación, y la noto reírse en ciertos momentos. Va cambiando posturas, a veces pone todo el peso en el pie izquierdo porque levanta el derecho, a veces quita el talón de mi frente y apoya ahí solo los dedos dejándolo un poco al aire… la visión de sus plantas es continua.

El aroma de los pies de mi Ama ya me inunda del todo, y siento como ella se va relajando teniéndome bajo sus pies. Situación muy humillante para mí, pues solo soy un trozo de mueble donde mi Ama apoya sus pies. No piensa en si respiro con tranquilidad, en si me está haciendo daño… ella únicamente esta sentada, usándome de alfombra, riéndose con el programa y relajada.

Tras un rato bastante largo se levanta sin mediar palabra y va a la cocina a lo que intuyo es echarse más vino. Así mi cara se relaja, mi nariz vuelve a su situación normal y mis labios puedo abrirlos y tratar de retomar la normalidad; cogiendo una buena cantidad de aire ahora que me resulta sencillo respirar. Cuando vuelve, ignorando mi presencia por completo, se vuelve a sentar y pone sus pies sobre mi cara, lo cual me hace notar cierta leve suciedad de haber ido a echarse vino sin zapatillas y haber andado descalza. No ha hablado en todo el trayecto ni nada, parezco un auténtico mueble.

-          ¡Carolina! ¿Cómo estás?... sí, claro. Pues tomando el vino de antes de comer, ya sabes… sí, sí. -obviamente, se había puesto a hablar con Carolina por teléfono conmigo bajo sus pies.-. Oye niña, te llamaba por lo que te comenté el otro día cuando salimos todas, ¿te acuerdas?, sí, acerca de tener un hombre a tus pies… ¿te acuerdas? Sí, exacto… pues en la cara de mi esclavo que tengo mis pies ahora mismo. Jajajaja, ¡sí, de verdad! Esta mañana he firmado un contratucho con él, ya ves tú, sin valor legal ni nada, pero mi esclavo que es desde entonces. Aquí que lleva media mañana, desnudo y chupándome los pies, que por cierto, es algo alucinante. Sí, sí. Voy a montar el grupo de Telegram con las demás, para poder mandaros fotografías y videos, y montamos lo de esta noche, ¿vale? Venga niña, un beso.

Mi Ama se abalanza ante mi y quita sus pies de mi cara, poniendo el izquierdo al lado de mi cara y el derecho apoyando los dedos en mi frente. Abro los ojos y veo que me mira directamente.

-          Escúchame esclavo. Se que te he dicho que no habría fotografías ni videos, pero Telegram tiene una posibilidad que es crear un grupo cerrado. Voy a crearlo con todas las niñas y contigo mismo, para que veas que será solo para hablar de esto, quedar y compartir imágenes. Confirma que lo has entendido.

-          Sí, mi Ama.

Acto seguido se vuelve a echar atrás al sillón para poner de nuevo los pies sobre mi cara. Esta es la situación en la que me encuentro y, de momento, no puedo más que pensar en como estoy en ella y en que realmente me empiezo a sentir el esclavo real de mi Ama.

Continuará si así lo desean.