A tu vuelta, solo si acaso

Mas tú, de lo que callé, inferirás lo que callo.

Si supiera que esta puede ser la última vez, te pediría que leyeras hata la última línea a partir de ahora. Sé que esta puede ser la última vez, por eso te pido que no te detengas ni un instante; no dejes el sendero sin haber llegado al final.

Esta podría ser nuestra última vez tan cerca, pero también sé que es la primera vez que me abro contigo desde esta dolorosa trinchera.

Cometí mil y un errores mientras vi pasar la vida a mi costado. Mil y un errores que, si yo no los enlistara, nadie podría nombrarlos todos. Pero del más grande de ellos, ya todos se han enterado. Siento sus miradas pesadas sobre mi nuca; los susurros cómplices son las acusaciones que alcanzan el rango de mis oídos: sus dedos flamígeros apuntan hacia mí, algunos con descaro.

Poco debe importarme su opinión y juicio pues, yo personalmente, conozco mis zonas bajas y puntos débiles; todas (las que sean) sus palabras, se quedan cortas ante lo que yo misma me puedo decir. Sin embargo, es tu mirada el acto más poderoso que me quiebra: que seas tú quien esquive mis pasos, quien evite caminar con la cabeza alta y el cuerpo erguido, me pone a mi en el irónico escenario del verdugo con escrúpulos.

No adivinaré cómo te sientes; no puedo, por eso, decir que entiendo tu situación; lo que sé es que la gente no te ha puesto en la posición correcta. Quien merece el respeto, el apoyo, los abrazos, las palabras alentadoras... el futuro optimista... definitivamente no soy yo.

Por favor, perdóname le haberte mentido, el haberte faltado al respeto. Ya sé que "por sus actos el hombre ha de condenarse"; ya tendré yo (otra) vida, quizá, para tratar de entender por qué te falté.

Mas tú, de lo que callé

inferirás lo que callo.