A través de Sudamérica (2)
Segunda parte de la historia de los camioneros, aquí se agrega a la fiesta David. Muchas gracias por las criticas planteadas.
Segunda Parte:
Esperad que voy a meterme con vosotros dijo David, que aquí puede verme alguien.
Ágilmente saltó por encima de los asientos hasta la colchoneta y tuvimos que apretujarnos en la semi-oscuridad pues Tomás y David eran dos tipos enormes, que casi llenaban ellos dos solos la cabina. David se desnudó rápidamente y yo aluciné, tenía la tula más gigante que yo había visto en mi vida. Francamente no creía que existieran cosas así, debía medir unos 23 cm. y era casi tan gorda como mi brazo. Tomás y yo nos habíamos duchado y la sesión amorosa había rescatado ciertos olores a tío, pero David olía a macho de verdad. Empezó a tocársela y llenó la cabina de su perfume acre, dulzón, almizclado, también sus testículos enormes estaban perfumados por el sudor y de los sobacos del camionero rubio asomaba una mata de pelos que olían fuerte también. Mi culo se había quedado con necesidad de polla, pero no me atrevía a echarme encima de David así, de buenas a primeras. Él también me miraba con sus ojillos azules encendidos por el deseo y yo sentía su costado desnudo pegado al mío que me transmitía ondas eléctricas de deseo. Tomás vino en nuestra ayuda pues se hizo cargo de la situación enseguida.
¿Quieres culiarte a mi novia, David? - le preguntó mientras me acariciaba las nalgas.
Diablos!... sí..., me gustaría..., pero..., se dejará...
Sí, Dieguito se deja..., es muy puta...
Vaya si lo ví!, al muy cabrón se le veía en la cara que disfrutaba con la enculada..., debe ser magnífico entrarle en el agujerito - yo iba poniéndome rojo de vergüenza sin decir ni una palabra con la mirada baja, mientras los dos machos hablaban de mí sin cortarse por tenerme delante, como si yo fuera la puta de un burdel.
Claro, le gusta tomar por culo. Yo ya empecé el trabajo, ahora tú con ese aparatote puedes terminar la faena y agrandárselo bien... - David no dejaba de tocarse el capullo, después de las últimas palabras de Tomás llevó sus dedos a mis labios y yo los besé. Estaban tan perfumados que parecía que estuviera besando una polla.
Ensalívasela, cariño... - me dijo Tomás. Me eché boca abajo encima del cipotón del rubio musculoso y me llené de su olor a pene y huevos sudados. Tenía dos pelotas enormes y peludas, bastante duras, que olían fuerte a entrepierna. Lo descapullé con los dedos mirando fascinado aquel cipote, la piel que le bajaba desnudando el capullo era gruesa y rosada. ¡No terminaba nunca de descender! David tenía una cabeza de pichula apenas más pequeña que un huevo de gallina, no sé era grandiosa. La besé, la lamí, le dí mordisquitos, me la tragué, la apreté con los labios, la chupé, la mamé, la engullí, la chupeteé con mucha saliva, la mojé, la acaricié, y sobre todo la saboreé... porque al estar sucia era mucho más sabroso su aroma y gusto que la de Tomás. El tubo estaba lleno de venas que lo rodeaban y se hinchaban a medida que se le ponía durísima. Tanto trabajo bucal excitó a David que sin contemplaciones me la metía cada vez más adentro hasta ahogarme, pues su extraordinario órgano genital chocaba contra mi garganta produciéndome náuseas aunque solamente me hubiera metido la mitad. Pero me bastaba elevar los ojos hasta la cara de David, sin sacarme su verga de la boca para comprobar cuánto le gustaba mi mamada y aguantarme sólo por darle placer. Mi psicología se había trastocado desde que había empezado aquel viaje en camión y ahora al revés que cuando follaba con mi novia y buscaba la satisfacción de mi descarga de leche a toda costa, ahora al contrario sentía que lo que me causaba más deleite era convertirme en el instrumento que daba gozo a un tío bien macho.
¡Cabrón! Mama mejor que una puta - dijo David
¿Lo ves? - respondió Tomás - es un buen chico..., hará todo lo que quieras.
A ver si es verdad. Oye tú..., échate encima de mí, ven sube y chúpame los pezones - lo hice y me aferré con cariño a su pecho musculoso. Sorbía y chupaba un pezón y luego el otro, frunciendo la boquita como si estuviera tomando una Coca-Cola de McDonald's en pleno verano y sediento. - ...así, así lo haces muy bien..., ¡mira cómo se los come! ¡Parece un bebé de teta...! - yo uní mis rodillas y las flexioné adquiriendo una posición fetal mientras juntaba mis manos encima del ombligo. David me tomó entre sus brazos como una madre amorosa (y musculosa) y me acunó virilmente mientras se dejaba hacer. Me convertí en un bebé mamón y le estuve chupeteando los pezones mucho rato. Al igual que Tomás tenía la puntita dura y sobresaliente y se los mordisqueé con mucho cariño. Hasta que me miró a los ojos y percibí un brillo de dureza en su mirada. - Ahora el mamón me va a lamer los sobacos
levantó los brazos y acerqué mi cara a los huecos peludos y rubios, estaban húmedos y olían fuerte. Los besé y abrí la boca para chupar aquella pelambrera. Su olor ácido me llenaba los sentidos y los lamí y chupeteé con ardor - deja un poco de saliva para mi culo..., quiero que me pases la lengua por el ano... antes de follarte - David levantó las piernas y me enseñó el agujero del culo, rubio peludo y macho, oculto casi entre sus carnosas nalgas blancas y también peludas. Bajé como un perrillo olisqueando su cuerpo hasta llegar al botón abierto y rosado en el centro de su trasero. Mmmmm, ¡que delicia de aroma me llegó! El sudor de la raja se hacía dulzón mezclándose con el perfume de su ojete. Hundí mi boca en el orificio y los pelos me hicieron cosquillas en la barbilla, lo besé largamente, le metí la lengua, lo ensalivé y me lo comí como a una fruta. Hubiera sido capaz de pasar toda la noche con mi cara metida en ese trasero calientísimo. David empezó a suspirar - ...ahhh! tío..., qué buen lameculos es este niño..., me está haciendo gozar como a una perra...me pone el culo cachondo...
A lo mejor voy a tener que metértela colega - le susurró Tomás en broma
Ni por putas! en mi culo jamás a entrado nada y no voy a empezar ahora!
Mira que a él tampoco le habían metido... y ahora le ha gustado.
¿Qué dices? ¿Que no es maricón?
No, es un joven normal, tiene novia y todo, lo he desvirgado yo...
Mamón! Qué morbo! Un culito virgen... ¡y lo guapo que es el cabrón! Míralo, parece una nenita con ese pelo largo...
Se queda muy quieto..., podemos estar follándolo horas y él se deja encantado
Las palabras de Tomás y David me hacían ruborizar, estaba hundido al ano del camionero rubio y a la vez rojo de vergüenza, pero era una turbación morbosa, me daba gusto sentirme abochornado! El rubio dijo que quería metérmela ya, entonces Tomás se echó de espaldas e hizo que me arrodillara con una pierna a cada lado de su cuerpo de cara a él, David por atrás se metió entre mis piernas abiertas y me escupió el ojete. Fue un escupo grande y húmedo que me mojó todo el ano. Temblé de impaciencia mientras David se ensalivaba la tula ya bastante mojada por mi boca y repartía por toda la columna otro chorro que caía de su boca. Tomás me aferró la cara con ambas manos obligándome a mirarlo a los ojos, no quería perderse ni una sola de mis expresiones al ser enculado por el titánico pene de David. Lo sentí en la puerta empujando pero no entraba con facilidad, era como si me quisieran meter el remo de un bote por el culo. Fruncí los ojos, arrugué la cara y sufrí el embate imparable, mi anillo del culo se abría y se abría y se abría cada vez más. David no era tan tierno como Tomás, empujó como un animal e hizo que me doliera bastante.
Aaaayyy!....aaayyyyaaa!... - Tomás me miraba y cuando comprendió que no iba a aguantarme encendió rápidamente un radiocasete que había a su lado. La música a bastante volumen inundó la cabina y David pudo seguir su faena sin preocuparse por mis gritos. Porque yo gritaba, me abrazaba al cuello de Tomás y le pedía que me ayudara, él sonreía y me decía palabras guarras al oído, yo notaba su excitación morbosa, malvada, jugando con la violencia prohibida, un poco más, un poco más... y a pesar de todo lo comprendía, sabía que no conseguiría ayuda de nadie. David me metió media polla dentro de una enculada y me puse a llorar. Las lágrimas caían sobre la cara de Tomás y él las chupaba. Me pasaba la lengua por las mejillas y se bebía mi dolor que era muy grande mientras se excitaba y empinaba su pene contra mi estómago.
... por favor!... por favor... os lo suplico...aayy!...me duele... me duele mucho!
Si pudiste con la de Tomás, vas a poder con la mía..., los culos se agrandan...
...aayyy! por Diosss... es que no aguanto... me estás rompiendo el culo...
Todavía no..., pero a ver qué sientes ahora! - diciendo esto me embistió como un salvaje metiéndomela hasta los huevos que sentí golpear contra mi maltrecho cuerpo.
AAAAAAAAAAaaaaaaaaaayyyyyyyyyyyyyyy!!!!!!!!!!!!
Ya está cabrón, ya estás bien ensartado... - dijo David bajando la cabeza y mirando su verga bien metida entre mis nalgas. - joder! Es verdad..., le sale un poquito de sangre... al muy maricón
Por Dios! Sácasela ya! - dijo Tomás
Ja-ja-ja-ja era broma!! Al muy cabronazo le ha entrado perfectamente. Ahora me lo voy a follar...
Cuando la sentí toda adentro y a David diciendo que me había roto el culo casi me desmayo, pero como enseguida empezó el bombeo y tanto su polla como mi agujero estaban muy mojados, las recién conocidas sensaciones de placer vinieron en mi ayuda. Era como cuando Tomás me jodía, pero mucho más enorme! La sentía toda más y mejor! Era más gruesa y yo estaba todo el tiempo abierto al máximo, era más larga y la sentía entrar hasta mi estómago. Pero sobre todo era mucho más gruesa y me estiraba la piel del ano hasta parecer la boca abierta de una rana. Dejé de llorar y arrugar la cara y con la primera oleada de placer torcí los ojos para deleite de Tomás que se dio cuenta que empezaba a gozar y se excitó.
Este ya está Davi..., ahora puedes bombearlo a gusto que se deja... le ha gustado...
Mmmm, tiene un culito muy apretado..., se cierra tanto encima de la polla que hace que me empalme más.
Dime Diego... - Dijo Tomás mirando mis ojos - ¿qué sientes?
...siento..., que tengo a un caballo dentro... uuufff!
Ja-ja-ja..., te están metiendo algo muy grande ¿eh...?
...síii... ahhh...
Te vamos a sacar de aquí hecho un verdadero puto..., cariño..., sólo vas a querer tomar por el culo a partir de ahora.
...siii...
Vas a ver cómo te gustan los hombres desde el día de hoy..., te vas a cagar de placer cada vez que un macho te la meta... ¿Cómo vas Davi?
Gozando tío!..., este cabrón es como una niña..., toma por culo tan quietecillo...
Ja-ja sí, se deja porque le gusta..., llénale bien el culo de leche.
¿Más todavía? Si tengo la verga nadando entre la que tú le soltaste..., está lleno de leche por dentro!
Ja-ja-ja, ven a besarme niño..., que el doctor te está poniendo otra inyección..., si no te sale el semen por la boca, a lo mejor te quedas preñado...
Dejé que Tomás jugara con su lengua dentro de mi boca y se la chupé mezclando nuestras salivas. David me estaba jodiendo como un verdadero hombre y yo sentía que estaba en sus manos, meneado por sus fuertes brazos, acariciado y pellizcado en las nalgas, y sobre todo insertado en su gran tocho duro que se hundía en las profundidades de mi trasero alocado. Entre la leche de Tomás, los escupitajos de David y mi propia excitación, ya no me dolía mucho, sólo un poco pero mezclado con un gran placer. El miembro lubricado entraba y salía veloz y había momentos en los que me cagaba de gusto. Aprovechaba entonces para abrazar tiernamente a Tomás que estaba debajo de mí, su pecho contra el mío, y apoyaba mi mejilla en la suya, acariciándole el pelo y susurrándole al oído atropelladamente:
...gracias por este viaje..., gracias por haberme enseñado el amor entre hombres..., gracias por dejar que tu amigo me joda vivo...
- No hay porqué mi amor..., te lo mereces..., ¿sabes? Me gustaría que siguieras conmigo..., no pienso dejar a mi novia, pero me gustaría tenerte de amante, para darte mucho por el culito...
...siii... mmm..., ahhh., siii mi amor...!
Tengo muchos amigos camioneros ¿sabes? Puedo ir presentándotelos a todos..., te van a dejar bien servido por atrás...
...síi...vale... lo que tú digas..., si...,mmm!
David llegaba a su punto máximo, se echó sobre mi espalda apoyando su pecho musculoso y caliente besándome la nuca. Después me giró un poco la cabeza y me besó, como yo tenía la boca encima de la de Tomás, los labios de ellos también se rozaron húmedos de saliva. Tomás protestó sonriendo:
Cabrón David! Qué caliente estás! Hasta me has besado a mí...! ja-ja-ja
No me importa macho..., estoy a punto de correrme vivo y besaría a un perro en este momento... -
diciendo esto volvió a bajar su cara metiéndome la polla hasta el fondo y se puso a chupetear los labios de Tomás muy excitado. Yo alucinaba! Aquellos dos tíos tan machos y corpulentos, aquellos camioneros sudados se estaban besando como colegiales. Tomás respondió a su beso entusiasmado y se calentó más aún. A los tres nos subió la pasión, lo noté en el roce de nuestros cuerpos, esa homosexualidad entre ellos era tan guarra y morbosa que por un momento creí que me iban a dejar a un lado y se iban a poner a mamarse las pollas entre sí. Se besaban como dos futbolistas festejando un gol, pero más inflamados por la vehemencia sexual. Uní mi boca a las suyas y los tres nos baboseamos a gusto. Tomás y David cerraban los ojos la mayor parte del tiempo, pero cuando se miraban yo sentía que la polla de David se inflamaba dentro de mi ano. Bastaba un contacto visual entre sus ojos para que volvieran a besarse como dos novios enamorados. Tomás estaba tocándosela desde el principio, la sentía empujando mi estómago, separé un poco mi cara de la de ellos y mientras se plantaban un beso apasionado chupándose las lenguas les dije con la voz ronca por lo que sentía en mi culo:
- MARICONES!
Bastó eso para que se encendieran a tope, Tomás se corrió primero llenándome el estómago y el pecho de leche caliente, luego y sin tocarme, solo con el roce del cuerpo de Tomás debajo y las enculadas que me hacía David masajeándome la próstata, me corrí yo. Dios! Que gusto!, solté leche por un tubo estimulado solamente por la enculada. Al momento David descargó dentro de mí con disparos tan grandes que sentí cómo me llenaba de leche a rebosar. Chorros muy, muy gruesos y potentes, parecían los enemas de mi abuela cuando era pequeño. De su garganta salía un sonido gutural y satisfecho, ronco, de animal en celo. Poco a poco fue dejando de cabalgarme pero la abandonó dentro y me dio mucho gusto sentir cómo se le hacía más pequeña. Tomás me cogió la cabeza entre las manos y la bajó hasta su estómago, encima del ombligo hecho un bebedero de patos por su propia corrida y me dijo:
- Bébetela... - los dos me miraban con ojos brillantes por el placer, entonces me incliné y les dí el espectáculo que me pedían. Saqué mi lengua y fui recogiendo el líquido blanco, espeso y caliente a lengüetazos, Tomás me acariciaba la cabeza y a veces recogía una mecha de mi melena y me la ponía detrás de la oreja, peinándome cariñoso. Su leche estaba ácida, salada, me hacía picar un poco la lengua, pero yo la sorbía morboso relamiéndome con los labios mojados. Le lamí todo el estómago húmedo y no dejé ni una gota. Cuando terminé David me la sacó del todo y comenzó a vestirse. Dijo que debía irse pues su compañero sospecharía algo raro si no volvía y no podía contarle lo que me había estado haciendo. Pero prometió visitarnos en la próxima parada de la noche siguiente. Yo creía que su capullo iba a salir sucio de mi interior, pero relucía brillante por la humedad, se ve que eran mis sensaciones de placer los que me habían hecho pensar así. Antes de que se cerrara la bragueta salté hacia él y le besé las pelotas y el glande. Mientras lo hacía levanté la mirada y le dije - ...gracias David...! - Él, sorprendido, me sonrió, se inclinó y me dio un beso muy húmedo en la boca que olía también a la saliva de Tomás. . Luego se metió la camiseta dentro del pantalón se abrochó y se fue. Tomás y yo nos abrazamos dispuestos a dormir, satisfechos y vacíos. Ya relajados el camionero se tiró un par de pedos sonoros que inundaron la cabina y me hicieron sentir la pequeña humillación de estar allí, agradecido ante un macho desconocido y pedorro por haberme descubierto un mundo nuevo de sensaciones placenteras. Respirando su olor dulzón me dormí abrazado a su cuello encima de la colchoneta mojada de semen. Sentí que lo quería más de lo que pensaba. Era tan fuerte y musculoso, me sentía tan bien entre sus brazos...
Por la mañana despertamos unidos, Tomás tenía los cojones gordos y encima su pene descansaba como un pajarillo redondo que parecía un tercer huevo más grande aún que los otros. Anidando en sus pelos ensortijados y negros que brillaban bajo la luz matutina. Olíamos a sexo y teníamos sombra de barba en la cara, él más que yo es verdad, éramos dos machos descansando con las pichulas colgando entre las piernas. Tomás se desperezó y echó una de sus piernas encima de las mías, luego con cariño se acercó a mi boca y mirándome a los ojos me dio un beso en los labios. Le eché los brazos al cuello como una niña y dejé que él me rodeara la cintura. Nos besamos con afecto, chupeteándonos las bocas, lamiéndonos las lenguas, rascándonos mutuamente con las barbas. Echados de lado y con las piernas entrelazadas, nuestros sexos se frotaban uno contra otro, despertando a la erección. Nuestros pechos anchos y musculosos de machos (más el de Tomás claro, pero yo no estaba mal porque había practicado mucha natación) rozándose pezones contra pezones, nuestros estómagos pegados respirando juntos y sobre todo nuestras lenguas mezclando las salivas, hundiéndose en la boca del otro hasta que no podíamos más. Respirábamos juntos y sentía muy cerca todo el olor del cuerpo del camionero, su aliento que me entraba a cada beso, la fragancia acre de sus sobacos peludos, el perfume de nuestros sexos y del de David que inundaba la cabina, el olorcillo a huevos sudados, el pelo de Tomás que a cada beso despedía un olor levemente grasiento, a hombre, que me calentaba. Me imaginé su vida de todos los días, con su madre quizá dándole la comida, con su padre compartiendo un programa de televisión, con su novia culiando. Terminamos muy cachondos jugueteando con nuestros labios, lamiéndonos el cuello y las orejas. Pero no lo hicimos, yo tenía muchas ganas pero Tomás empalmado como estaba se irguió y se puso unos slips y luego fue a arrancar el camión. Me gustó mucho verlo así, semi-empalmado con la polla medio gorda y cara de sueño ocupándose de sus cosas de todos los días. Tuve que ponerme unos calzoncillos y sentarme con él delante. Antes de salir David se acercó y montó en la escalerilla de la puerta del acompañante a mi lado.
Buenos días cachondos...! - nos dijo sonriendo. Tomás estiró la mano y David metió medio cuerpo por la ventanilla chocando en plan americano, se cogieron los dedos un momento. No sé por qué daba yo tanta importancia a los olores, pero me calentó tener el cuerpo del rubio delante de mi cara y sentir su perfume a macho mezclado con la camiseta limpia que se había puesto. Parecían dos gladiadores fuertes y machos. Tomás bajó la mano y se frotó el paquete aún empalmado.
Joder con la perrita...! Cómo te pone por las mañanas...! Ten cuidado que no te deje seco...! ja-ja... a ver putita... enséñame el culo... - dijo acariciándome el costado. Había bastante movimiento de camioneros por los alrededores, unos iban a mear, otros compraban bocadillos, otros revisaban los motores, era muy morboso porque nadie desde abajo podía ver ni oir lo que decíamos ya que David hablaba en voz baja. Me giré un poco de lado y le enseñé el culo cubierto por mi slip. David me lo acarició y metió los dedos dentro del calzoncillo. Me sentí muy sucio dejándome tocar el culo así por un desconocido, sucio y morboso y vicioso. Me empalmé sin tocarme la polla, sintiendo los dedos del camionero rubio recorriendo mi raja hasta que encontraron el ano y presionando fue metiendo uno dentro. - ...prepárate para esta noche que te voy a llenar el culo de semen..., niñito... - me dijo con voz ronca y me estremecí. Porque su dedo entraba y salía de mi culito prometiéndome un gran placer. Al final su compañero le pitó para llamarlo y él le hizo señas para que esperara - ...enséñame las nalgas! Quiero verlas para recordarlas durante el viaje... - me puse totalmente de lado y me bajé el slip desnudando mi trasero para él mientras sonreía. - ...Cabrón! qué guapo lo tienes! Tan redondo y suave...! no me cansaría de tocártelo maricón... esta noche te voy a dar toda mi tula..., bien metida adentro... te voy a culiar como nunca te han culiado... te voy a poner medias de mujer y vas a sentir lo que siente una tía...ahora tengo que irme. Hasta luego Tomás y cuida de la nenaza...
Hasta luego colega - respondió Tomás y salimos del parking.
Volvimos a hablar de motos con Tomás con naturalidad, parecía que durante el día a él no le afectaba lo que hacíamos por las noches. Mientras viajábamos lo hacíamos en calzoncillos y al parar en las gasolineras rápidamente nos poníamos unos pantalones cortos encima y nos bajábamos a estirar las piernas con el pecho descubierto, como hacían casi todos los automovilistas. Era mes de vacaciones y los lavabos de las gasolineras estaban siempre llenos de tíos meando. Me gustaba sacar la pichula fuera y ponerme al lado de un desconocido a mear. Me erotizaba hacerlo y a mitad de la meada escuchando el chorro de pis dando vueltas en círculo en el mingitorio de al lado, medio me empalmaba y terminaba de mear con el pene morcillon. Las experiencias que había tenido desde que había salido de viaje, me habían descubierto un mundo nuevo y estaba atento a todas las señales. Ese mediodía un padre de familia joven y guapo ocupó el lugar de otro hombre a mi lado mientras yo seguía meando pues en el camión bebía mucho agua. Lo había visto llegar con su coche en el que iban su mujer y dos niñas pequeñas. El tipo me sonrió y sacando la tula afuera me preguntó por una carretera secundaria, pero al hacerlo bajó la vista a mi entrepierna y miró descaradamente a mi manguera desnuda. Me pareció que apartaba un poco el cuerpo de la pared y giraba hacia mí como invitándome a mirar, yo no me corté y seguí hablando, quien nos mirara desde atrás hubiera visto a dos machos charlando con las caras frente a frente, pero nuestros ojos estaban fijos en la tula del otro. Tenía un tubo de carne gordo y largo que se pillaba con los dedos mientras soltaba una meada muy gruesa y amarilla que hacía espuma en la taza. Me calenté del todo y él al verme también se excitó. Lo mejor era que no parábamos de hablar, que si el cruce estaba a unos kilómetros más adelante, que si no se habría pasado, que si debía doblar a la derecha o a la izquierda... yo qué sé. Habíamos terminado de mear y ahora nos tocábamos con grosería los penes erectos. El tenía una hinchazón obscena que descapullaba y volvía a subir la piel cubriendo el glande rojo y brillante como un ciruelo abultado. Cuando quedó menos gente en el cuarto nuestras manos volaban y sólo bastó que él se acercara chocando su brazo desnudo contra el mío, para que aquel mínimo contacto de la piel nos hiciera correr con grandes chorros de leche blanca que fue a estrellarse en la loza de enfrente y de allí descendió en goterones espesos hasta desaparecer por el agujero.
- Ah...! no hay nada mejor que una buena meada después de un largo camino
me dijo metiéndose la picha ya medio blanda y subiéndose la cremallera . Después me tendió la mano. - gracias por tu ayuda... - me dijo y se la estreché con tibieza. Sonriendo y casi acariciándola. Volvimos a nuestros vehículos, él delante, tenía un buen culo de macho que movía al andar. Me sentía muy relajado y dormí un rato mientras Tomás seguía haciendo kilómetros. Cuando desperté empezaba a anochecer y estábamos aparcados a la orilla de la carretera en un parador y Tomás me apartaba los cabellos largos de la cara y me besaba dulcemente en la mejilla.
- Despierta dormilón..., estás muy guapo cuando duermes..., pareces una nena..., con esa nariz chata y tus labios gruesos y rojos..., mmm... -
acercó la boca y me besó. Nos besamos sin abrir los labios, solo presionando y frotando,, apenas entreabriendo un poquito sin que llegara a aparecer la lengua. Él también los tenía gruesos como yo y nos daba mucho gusto restregar esa piel roja como de pene que teníamos en la cara, uno contra otro.
David viene hacia aquí. Ha ido a comprar comida.
¿Cenaremos aquí?
Sí..., ¿te molesta?
...mmm..., no..., me da igual...
Al rato llegó el gigantón rubio lleno de bolsas con comida caliente y cervezas. Traía además dos paquetes pequeños que me tiró.
- Ponte esto... te queremos guapa esta noche...
Abrí las cajas y encontré unas braguitas de seda, un sostén a juego, un par de medias de mujer y un lápiz labial muy rojo. Me corté un poco pero saqué las prendas mientras ellos me miraban. Me puse primero las braguitas en las que apenas cabían mis huevos que se salían por los lados, como mis nalgas que rebosaban fuera también. Luego el sostén con ayuda de Tomás y finalmente las medias con movimientos lentos, estirando todo lo que podía para que no me quedaran arrugas. Me llegaban un poco más arriba de la rodilla hasta la mitad de los muslos y tenían un elástico fuerte que me las sostenía. Luego David tomó el lápiz labial y me pintó con cuidado los labios. Yo alucinaba de ver al enorme camionero sosteniendo en la punta de sus gruesos dedos el pintalabios mientras me lo aplicaba con tranquilidad, cuidando de no salirse del contorno de mi boca. Me miré en el espejo y quedé impresionado, parecía una chica con mi melena suelta encima de los hombros y la boquita roja, el sostén pequeño y apretado que se me pegaba a los pechos musculosos de nadador y las braguitas mínimas y deliciosas al moverme, tan suaves y deslizantes, sedosas en cada movimiento me acariciaban las nalgas y la tula con voluptuosidad en un roce mimoso.
Venga, cocina para nosotros nena! - dijo David alargándome las bolsas de comida. Me puse a ello y nos sentamos en la cabina encima de las colchonetas formando un círculo entre los tres. Al medio dispuse la comida, las latas de cerveza, los platos de papel, etc. Ellos me miraban y me decían guarradas en voz baja. Que si era una chica muy obediente, que qué bonita estaba, que si mi novio sabía que yo estaba en bragas delante de dos tíos, que si me gustaría que me hicieran un hijo esa noche... y cosas así. Yo callaba y para realzar mi papel intentaba comportarme con movimientos femeninos, es decir exagerando los tópicos de la feminidad, como un travesti o una loca, un poco tímido, eso sí. Esto me erotizaba y a ellos también pues lo notaron enseguida, pasando a tocarme los pechos a cada momento, aunque yo intentaba defenderme sin mucha convicción. Nos sentamos a comer y Tomás empezó a alimentarme con sus manos, me daba pequeños bocados de tortilla con los dedos mientras que con la otra mano me acariciaba las tetas por encima del sostén. Yo le daba cerveza en la boca a David mientras él metía su mano entre mis braguitas acariciándome el culo. Nos empalmamos enseguida pero seguimos comiendo hasta acabar con todo. Con una mano le tocaba la tula a David por dentro del pantalón y con la otra le sobaba el pene erecto a Tomás metiéndola también por la bragueta, mientras ellos me alimentaban. Bebimos mucho con la comida y al final después de los postres, David sacó una botella de Vodka y me obligó a beber un vasito.
Mamarás mejor si estás borracha..., anda bebe. Límpiate la boca que después tendrás que tragarte toda la leche que tengo en las pelotas... -
El Vodka me quemó la garganta pero me lo bebí todo. Quité los restos de la cena y los acosté a ambos lados de mi cuerpo. Estaba un poco mareado, sí, pero me sentía desinhibido y capaz de cualquier cosa. Los desnudé con mis manos amorosas de chica y me sorprendió como a una pequeña virgen ver sus pollas duras y grandes saltar fuera de los calzoncillos. Las cogí tiernamente entre mis dedos y comencé a subir y bajar la piel del glande muy despacio. Luego me arrodillé entre ellos y se las besé por turnos. Primero le daba pequeños besitos a Tomás en el capullo y luego le besuqueaba la punta a David. Los dos pusieron los brazos debajo de la cabeza y se dejaron hacer, quedándose muy pasivos esperando a ver lo que yo les provocaba con mi boca. Sólo movían involuntariamente la polla que se les endurecía y les latía bajo mis labios y por momentos daban respingos de erección. Pensaba que era una chica obligada a hacer estos malabares y me excitaba. La tulita se me salía por encima de las bragas y me dejaba toquetear los pechos imaginando unas tetas enormes. Empecé a chupetearles la punta de los penes por turno y seguí así hasta que le asomó una gota a Tomás, lo descapullé con lo dedos y volví a subir la piel hasta que asomó gorda y grande en todo su esplendor. Con la lengua la recogí y le mojé todo el capullo.
Los dos cabrones olían ya a macho. Me abracé a Tomás y le lamí los sobacos mientras frotaba mis braguitas contra su pene erecto, luego me quité el sostén y arrodillándome les ofrecí el culo. David me bajó las bragas y soltó un chorrito de saliva en mi ojete. Luego me tomó por detrás y entró en mí abriéndome todo el ano.
Me gozaron como a una perra toda la noche.
En un próximo capitulo les relataré como Tomás me presentó a sus demás colegas camioneros y como terminé siendo una puta para ellos.
Gracias por los comentarios, fueron muy valorados.