A través de los ojos azules 15

Después de la escapada de fin de semana, el cuento de hadas de Pamela y Lisa se topa con un contrapié.

Mis queridos lectores, quiero agradecerles eternamente por sus comentarios y todos los correos que me han enviado. Afortunadamente, me encuentro mejor del accidente y aunque mi recuperación ha sido lenta, he mejorado considerablemente. Por lo mismo me había sido muy difícil publicar los relatos, pero si todo sigue tan bien como va ahora, sabrán nuevamente de mí muy pronto.

No tengo palabras para agradecerles su preocupación y sobre todo su paciencia con la publicación de las historias. Nunca fue mi intención dejar pasar tanto tiempo pues sé que se pierde el interés y el hilo de la historia. Espero poder publicar más para compensar mi ausencia y mantenerlos enganchados en estos relatos que con tanto cariño escribo y comparto con ustedes.

Sin más, les dejo el relato, espero lo disfruten.


Era lunes por la mañana y me desperté de un excelente humor. Normalmente los lunes eras días tediosos para mí, pero esta vez había encontrado una gran motivación para levantarme: mi realidad era mejor que mis sueños y después del gran fin de semana con Lisa, hubiera sido imposible no estar feliz y animada.

Me arreglé y me dirigí al trabajo, al llegar, mi paz se vio interrumpida al ver a Débora en la entrada de mi cubículo.

P: Buenos días, Débora. Dije extrañada.

D: Si, buenos días para ti también, Pamela.

P: ¿Te puedo ayudar en algo?

D: Puedes ayudarme a arreglar el desastre que provocó tu ausencia del viernes. Dijo molesta.

P: ¿A qué te refieres, acaso el trabajo que realicé estaba mal? Pregunté preocupada.

D: Esto no tiene nada que ver con eso. Una de nuestras empresas afiliadas necesita unos reportes y análisis para el miércoles y no veo la manera de acabarlos si no empezábamos la semana pasada.

P: No estaba enterada de dichos reportes, Débora, sino los hubiera empezado a realizar.

D: Claro que no te vas a enterar de eso. Solamente los supervisores lo sabemos, es información que no se comparte con los bajos mandos. Dijo despectivamente.

P: ¿Entonces cómo esperabas que hiciera el trabajo, si ni siquiera sabía de su existencia? Traté de mantener la calma.

D: Pues si hubieras venido el viernes, te hubiera dicho.

P: Pero…

D: Sin peros, Pamela, mejor ponte a trabajar. Se dio la vuelta y se fue.

No podía comprender el regaño de Débora, a pesar de que no era mi responsabilidad saber sobre ese trabajo, estaba empeñada en hacerme culpable de sus errores.

Sentía el enojo recorrer mi cuerpo, pero antes de permitirlo, decidí enfocarme en mi gran fin de semana y ponerme a trabajar. Finalmente, enojarme con Débora no iba a hacer que avanzara más rápido en el trabajo.

Todo el día estuve tan enfocada en el trabajo, que cuando me di cuenta, ya era hora de salir y yo no estaba cerca de acabar. De pronto, recibí una llamada de Lisa, hablamos un momento y le expliqué que aún me quedaría más tiempo trabajando.

Salí de trabajar y al llegar a casa me encontré con Mónica quien estaba terminando de cenar, lista para irse a dormir.

P: Qué hay, Moni. Dije cansada.

M: Hola, Pam. ¿Qué tal el trabajo?

P: Pesado, pero todo en orden ¿y tú?

M: Todo bien. ¿Cuándo me vas a contar del fin de semana? Me muero de intriga.

P: Espero poder contarte pronto, no encuentro el tiempo y la energía para hacerlo.

M: Me imagino. Dijo de manera compresiva . Te dejé algo de cenar listo para calentar en el microondas, al ver que no llegabas, supuse que te habías quedado tarde en el trabajo.

P: Eres la mejor, gracias. Espero mañana podamos platicar durante la cena, prometo que valdrá la pena. Dije con una sonrisa.

M: No lo dudo. Sonrió de vuelta . Buenas noches. Se dirigió a su cuarto.

Mientras calentaba mi cena, le escribí a Lisa para avisarle que ya había regresado a casa, pero no tuve respuesta de su parte, probablemente estaría ya dormida.

Terminé de cenar y rápidamente me dirigí a mi cuarto a descansar. Si tenía intenciones de acabar pronto el trabajo, valdría la pena llegar temprano a la oficina y de esa manera garantizar no volver a salir tan tarde como lo había hecho este día.

Dicho y hecho, llegué temprano a la oficina y me dispuse a trabajar lo más rápido que pudiera.

Afortunadamente, había generado un buen ritmo de trabajo e iba avanzando rápidamente con los pendientes, por lo que entregar todo el miércoles ya no se veía como una posibilidad tan lejana.

A lo largo del día había podido intercambiar un par de mensajes con Lisa, quien me había comentado que iría a cenar con su mejor amigo, lo cual me pareció perfecto pues así yo podría cenar con Mónica y contarle todo sobre nuestra escapada de fin de semana.

Antes de salir de la oficina, recibí un mensaje de Olivia, en el cual nos invitaba a Lisa y a mí a festejar su cumpleaños el sábado en su casa. Una parte de mí se alegró por haber recibido la invitación, pues eso indicaba que las cosas entre Olivia y yo ya no estaban tan tensas. Por otro lado, me preocupaba cómo sería la interacción con Lisa y Olivia, pues no se llevaban bien, razón por la que estaba insegura de asistir a su fiesta.

Sin embargo decidí que la mejor manera de llegar a una decisión sobre ir o no al evento sería preguntándole a Lisa.

L: ¿Hola?

P: Hola, guapa. ¿Qué tal la cena con Gerardo?

L: Muy bien, mi amor, apenas ordenamos. ¿Tu qué tal?

P: Salúdalo de mi parte. Bien, ya saliendo de la oficina. Dije cansada.

L: También te manda saludos. Que llegues bien a tu casa.

P: Gracias. Hice una pausa y agarré valor. Antes de que se me olvide, estamos invitadas el sábado al cumpleaños de Olivia. Se hizo silencio. No tenemos que ir si no quieres. Agregué.

L: ¿Tú quieres ir?

P: Si me gustaría. Aunque ya se aclaró todo, sé que puede ser incómodo para ti y si es así, no me importa faltar.

L:Vamos, veamos cómo se dan las cosas y si se ponen tensas nos vamos. ¿Qué te parece? Dijo de manera comprensiva.

P: Trato. Disfruta tu cena, hablamos mañana.

L: Te amo, buenas noches.

P: Yo más.

Aliviada por la respuesta de Lisa, le envié un mensaje a Olivia confirmando nuestra asistencia.

Al llegar al departamento, Mónica me estaba esperando con una copa de vino y aperitivos. Nos sentamos a platicar y le conté todo con lujo de detalle.

Ambas reíamos y conversábamos alegremente. Mónica estaba sorprendida por las actitudes de Lisa, pues no se esperaba esas conductas de su parte. Al llegar a la parte de la droga, me permití confesarle algo.

P: Debo aceptarte que en un punto si tenía algo de miedo. Dije insegura.

M: ¿Por qué lo dices?

P: Honestamente, el ver a Lisa fuera de sí y con ese ímpetu, me hizo considerar que las cosas se podían salir de control. Temía que pudiera hacerme daño.

M: No creo a Lisa capaz… La interrumpí.

P: No lo es, lo sé, pero no sabes cómo estaba, Moni. Es como si hubiera estado poseída, Lisa no estaba ahí. Para serte sincera, no me gustaría volver a experimentar con esa droga, creo que puede ser realmente peligrosa.

M: Me imagino, Pam. ¿Le dijiste algo al respecto a Lisa?

P: No realmente, no quería preocuparla. No me gustaría que pensara que le tuve miedo. Hice una pausa. Además, creo que ella también lo sintió, pues estaba realmente preocupada por el momento en el que tuvo la laguna mental.

M: No lo dudo… Vaya, Pam, realmente llevaron las cosas al extremo este fin de semana.

Terminé de relatarle el resto de la historia y hablamos un poco sobre la situación de Mónica y Octavio, sin embargo, no había mucho que hablar pues no se habían visto para solucionar sus problemas. Seguido a eso, ambas nos fuimos a dormir pues ya era tarde y mañana sería otro día pesado en el trabajo.

Ya era la mitad de la semana y no podía esperar al fin de semana. Estos días habían sido sumamente pesados y mi ánimo ya no era suficiente para sobrevivir a otro día de tortura.

Afortunadamente acabamos todo en tiempo y forma para entregarlo a la compañía y pude salir de trabajar a una hora prudente, por lo que invité a Lisa a cenar.

Lisa tan encantadora como es, me preparó de cenar para no tener que esforzarme y pudiera descansar del día tan tedioso que había tenido. Comimos en la sala de TV para estar más cómodas y conversamos sobre nuestro día.

Lisa me contó sobre Manola, su compañera de gimnasio, quien al parecer también era lesbiana y estaba mostrando ser bastante pícara. No pude evitar sentirme un poco celosa, pues no me gustaba imaginarme a Manola teniendo conversaciones sexuales con Lisa.

P: Vaya, parece que la inocente Manola no es tan inofensiva como creíamos. Traté de disimular mis celos.

L: Lo sé, aunque aún así no creo que vaya a cruzar ningún límite conmigo, de todos modos no lo permitiría.

P: Eso no lo dudo, mi amor. Le di un pico en los labios y me estiré pues estaba realmente cansada. Estoy exhausta y adolorida de estar tanto tiempo sentada durante el día. Bostecé.

L: Será mejor que me vaya, para que puedas descansar.

P: Pero tampoco quiero que te vayas. Dije a manera de puchero.

L: ¿Qué te parece si te hago un masaje y después ya me voy? Le lancé una mirada escéptica. Solo masaje, lo prometo. Sonrió. Sino esto se puede alargar mucho y yo también debo regresar temprano a casa.

P: De acuerdo. Dije complacida.

Nos fuimos a mi recámara y rápidamente retiré toda mi ropa a excepción de mi tanga. Me recosté sobre la cama y a los pocos segundos sentí un poco de aceite y las firmes manos de Lisa recorriendo mi espalda.

Mi cuerpo comenzó a destensarse y reaccionaba al toque de Lisa, por lo que gemía y suspiraba ante el placentero masaje. Después de un momento, decidimos que era hora de terminar, pues Lisa tenía que regresar a casa.

Al ponerme la pijama para acompañar a Lisa a la puerta, Lisa intervino.

L: ¿Acaso esa es mi playera?

Caí en cuenta de que nunca le había confesado que en una ocasión que se había quedado a dormir, me había robado su playera. Al voltear a verla, pude sentir mi rostro sonrojándose.

P: Si. Dije besándola. Es mi pijama favorita.

L: Eres una pequeña ladrona. Me aventó sobre la cama, se sentó sobre mí y comenzó a hacerme cosquillas.

P: Tenía que quedármela, olía a ti y quería tener algo tuyo. Decía entre risas.

L: Eres muy linda. Dijo mirándome a los ojos. Aunque pudiste habérmela pedido. Nos besamos.

P: Lo sé, pero no podía arriesgarme a que te negaras. Me gustó demasiado.

L: No hay nada que te pueda negar. Continuamos besándonos tiernamente.

Después de unos cuantos besos y caricias, Lisa se puso de pie y se marchó a su casa pues ambas teníamos que descansar.

El resto de la semana transcurrió sin muchas novedades en el trabajo, por lo que el viernes pudimos salir a divertirnos con una amiga de Lisa de la universidad y su novio.

Habíamos quedado de ir a cenar, por lo que Lisa pasó por mí. Tan pronto me subí al auto, no pude evitar percatarme de lo guapa que se veía ese día. No que no lo notara los demás días, pero esta vez tenía algo diferente que llamó mi atención.

Arrancó el coche y unas ganas de hacerla mía me poseyeron, por lo que empecé a frotar lentamente mi mano sobre su pantalón. Sus caderas comenzaron a moverse y abrió las piernas para darme más espacio que recorrer.

Metí mi mano a su pantalón y aunque Lisa mantenía su mirada en el camino, mostraba una gran sonrisa. Mantuvo su mano izquierda en el volante y colocó la derecha sobre mi muslo.

Mi falda le dio la entrada perfecta a acariciar mi coño sobre la ropa interior, pero su mano no se quedó ahí, recorrió mi abdomen y comenzó a masajear y apretar mis pechos sobre la ropa.

Estaba tentada a quitarme la blusa para permitirle tener un contacto más directo pero temía que algún coche pudiera vernos.

De pronto, vi que Lisa orillaba el coche sobre una pequeña calle sin mucha iluminación, apagó el auto, se quitó el cinturón de seguridad y se volteó a besarme apasionadamente.

Decidimos pasarnos al asiento trasero para tener mayor espacio y comodidad. Lisa se quitó el pantalón y la ropa interior, se recostó y yo me monté sobre de ella. Comencé a frotarme contra su cuerpo y nuestros coños comenzaron a estimularse uno al otro.

Las manos de Lisa se postraron en mi cadera y ayudaban a guiar los movimientos con lo que me frotaba contra su cuerpo. Éstos se volvieron más acelerados y ambas comenzamos a gemir fuertemente.

Después de un momento, Lisa liberó un grito ahogado y pude sentirla tensarse debajo de mí. Por mi parte, solo necesité unos segundos más para alcanzar ese glorioso orgasmo y me recosté sobre Lisa para reponerme.

Sentí sus brazos rodearme y removió el cabello de mi rostro. Nos quedamos acostadas unos segundos y al ver que ya íbamos tarde a la cena, nos arreglamos y retomamos nuestro camino.

Al llegar al restaurante, acomodé mi cabello y arreglé la blusa de Lisa para ocultar las pistas de nuestro fugaz encuentro sexual.

Nos sentamos con Karina y su novio Eric, mantuvimos una buena conversación y conforme avanzaba la noche, la plática fluía agradablemente. De pronto, Karina y yo nos encontrábamos hablando sobre el trabajo.

Ambas trabajábamos en el ámbito farmacéutico y al profundizar la charla, le hablé sobre mi desgaste laboral causado por mi insoportable jefa. Amablemente ofreció buscar una vacante en su empresa y quedó en contactarme en caso de que encontrara algo para mí.

Al terminar la cena, de camino a mi departamento, Lisa y yo coordinamos los detalles sobre el día siguiente. Acordamos que iríamos a comer con sus papás, después nos iríamos a mi departamento para arreglarnos, cenar y finalmente irnos a casa de Olivia a precopear antes del antro.

Al día siguiente me levanté tarde, desayuné ligero y me preparé para ir a comer con Lisa y sus papás. Llegué a su casa y después nos fuimos al restaurante.

Una vez ahí, Lisa y su papá estaban conversando sobre el trabajo mientras que su mamá y yo comenzamos a hablar sobre una serie de televisión que ambas veíamos.

No era una conversación muy profunda, pero su mamá día con día se mostraba más amable y cariñosa conmigo, cosa que apreciaba enormemente pues realmente disfrutaba el integrarme a la familia de Lisa.

Al terminar de comer, regresamos a casa de Lisa por sus cosas. Decidimos que yo escogería su atuendo de la noche y ella escogería el mío.

Opté por una ombliguera dorada con leggins negros, me gustaba mucho apreciar el cuerpo atlético de Lisa y de alguna manera me gustaba presumirla para que los demás vieran la belleza con la que estaba.

Al terminar de empacar su maleta, nos dirigimos a mi departamento. Al llegar, nos encontramos con Mónica, quien se notaba algo decaída por su situación con Octavio, la cual seguía sin resolver.

La invitamos a cenar, pero declinó la oferta y se terminó de arreglar para ir a casa de Olivia.

Lisa me propuso bañarme primero mientras que ella calentaba y preparaba la cena. Al salir del baño, vi que estaba por retirar su ropa, a lo que la detuve.

P: Déjame ayudarte. Dije seductoramente.

Me coloqué frente a ella vistiendo únicamente mi toalla, lentamente comencé a desabrochar el botón de su pantalón y lentamente lo bajé hasta sus tobillos. Aun en cuclillas, miré hacia arriba y vi a Lisa claramente excitada, cosa que disfruté enormemente.

Me puse de pie y retiré la blusa de Lisa, permití que mi mano acariciara y vagara libremente sobre su abdomen y de manera delicada planté un apasionado beso sobre sus labios. Al separarme de ella, susurré en su oído.

P: Lista. Besé su mejilla.

L: Eres terrible. Exhaló fuertemente.

P: Te prometo que después de la fiesta te lo compensaré.

L: Más te vale. Tomó mi mano y la introdujo en su ropa interior. Porque no me puedes dejar así.

P:¡Mi amor! Dije sorprendida ante la humedad que sentí.

L: ¿¡Qué te sorprende!? Esto es obra tuya.

P: Ya me dio hambre. Me llevé los dedos húmedos a la boca. Vamos a cenar.

Lisa pospuso su baño y nos dispusimos a cenar. Nos terminamos de arreglar y nos dirigimos a casa de Olivia.

P: Feliz cumpleaños, Liv. Dije al ver a Olivia en la puerta.

O: Gracias, Pame.

L: Muchas felicidades.

O: Gracias, qué bueno que vinieron. Hizo una pausa. Quería disculparme con las dos, a pesar de que ya hablé con Pamela, estoy algo avergonzada por cómo me comporte y… De pronto, Lisa la interrumpió.

L: Dejemos las cosas en el pasado. Dijo firmemente. Agradezco tu disculpa, pero hoy es tu cumpleaños y se trata de que disfrutes. Apreté ligeramente la mano de Lisa para hacerle saber mi agradecimiento por su amable gesto con Olivia

O: Gracias, Lisa. Pasen, por favor y sírvanse algo de tomar.

P: Gracias, mi amor. Susurré en su oído.

Al entrar, como es costumbre, eché un vistazo a las personas que ya se encontraban en la fiesta. Buscando rostros familiares, me encontré con uno que nunca me imaginé volver a ver, Sara, mi exnovia.

Como un choque eléctrico, la ansiedad recorrió mi cuerpo y me paralicé. Al parecer Lisa se percató de que algo estaba mal, pues me preguntó qué me ocurría, a lo que le respondí que Sara estaba ahí.

Antes de darle la oportunidad a Sara de que me viera, me dirigí rápidamente hacia la barra y jalé a Lisa conmigo. Mientras preparaba nuestras bebidas, Mónica se acercó con nosotras y antes de que pudiera saludarnos, la interrumpí.

P: ¡Wey! ¿Por qué no me dijiste que estaba Sara? Dije exaltada.

M: Si lo hice, te envié un mensaje. Dijo confundida.

P: ¿Qué? Comencé a hurgar en mi bolsa de manera desesperada. Carajo, debí haberlo olvidado. Dije angustiada.

L: Tranquila, amor. Lisa rompió mi trance de preocupación. Mírame. Intentaba contactar con la realidad pero me era imposible ver a Lisa, mis ojos estaban clavados hacia donde estaba Sara. Mírame, Pame. Dijo con firmeza y la miré. Se lo que ella representa para ti, pero no puedes ponerte en este estado. Ella es pasado, hoy estás conmigo y sea lo que sea que te tiene así, no permitiré que te pase nada.

P: Lo sé, mi amor. No sé qué es lo que me sucede, pero tienes razón. ¿Podemos ir afuera? Dije intranquila.

Una vez afuera, Mónica, Octavio, Tere, Lisa y yo estábamos sentados en una mesa conversando. Trataba de mantener la calma pero mi mente divagaba buscando las razones de por qué Sara estaba aquí. ¿Me habría visto? ¿Quiénes eran esas chicas con las que estaba?

Seguía sumamente nerviosa pero trataba de actuar lo más naturalmente posible, no quería preocupar a Lisa ni demostrarle a Sara que me estaba afectando su presencia.

Después de un rato, mientras seguíamos en el jardín platicando, escuché su voz a mis espaldas.

S: Vaya, vaya. ¿A quién tenemos por aquí? Dijo con un tono petulante.

P: Ah, Sara. No te había visto. Fingí desinterés y mantuve mi mirada hacia mis amigos.

S: Yo creo que si lo hiciste. Dijo de manera arrogante. ¿Puedo conversar contigo?

P: Lo siento, estoy con mis amigos y mi novia. Sara se acercó a Lisa, la saludó y se retiró.

Traté de mantenerme siempre cerca de Lisa y mis amigos, estaba realmente incómoda con la presencia de Sara ahí. En momentos me percataba de que me estaba mirando y cuando lo hacía, ésta rápidamente se volteaba a hablar con las chicas con las que estaba. Las cuales parecían hipnotizadas por ella, la seguían a donde fuera y le ofrecían cigarros y bebidas.

Cada vez que me encontraba sola o alejada de Lisa, se acercaba y me pedía que habláramos pero me negaba a hacerlo. No quería escuchar lo que tenía que decir, estaba segura de que nada bueno vendría de lo que me dijera.

Sus miradas se volvieron cada vez más frecuentes e incómodas, sabía que estaba tratando de llamar mi atención. Yo por el otro lado, intentaba siempre darle la espalda y enfocarme en la conversación con Lisa y los demás, pero no lo estaba logrando.

De pronto, sin importarle que Lisa estuviera ahí, se acercó de nuevo.

S: Vamos, Pame, dame 5 minutos para hablar contigo, es realmente importante. Si me escuchas, prometo no volver a molestarte. Miré a Lisa, quien con una mirada reconfortante me dio a entender que era elección mía el hablar o no con Sara.

P: De acuerdo, 5 minutos y ni uno más. Dije firmemente.

Nos dirigimos al interior de la casa y fuimos a la cocina para alejarnos de la música y tener un poco de privacidad.

P: Te escucho. Dije con seriedad.

S: Te extraño, Pame. Dio unos pasos más cerca de mí. Te extraño como nunca había extrañado a alguien. Tu sabes que no me gusta depender de nadie, pero tratándose de ti no puedo sacarte de mi cabeza y me di cuenta de lo mucho que perdí cuando te fuiste de mi lado.

P: No me fui de tu lado, tus acciones me empujaron a irme.

S: Lo sé, estoy consciente de todo eso. Decía cabizbaja . La persona que era contigo… no era alguien que tú te merecieras. Hoy me doy cuenta de eso, te mereces mucho más de lo que alguna vez te di y yo era para ti.

Traté de responder algo, pero me encontraba paralizada por todo lo que escuchaba y veía. Nunca en el largo tiempo de conocer a Sara la había visto tan vulnerable y arrepentida.

S: El que termináramos fue una llamada de atención, me hizo reevaluar mi vida entera. La forma en la que vivía y actuaba era despreciable, tanto para los demás como para mí misma. Me di cuenta de la toxicidad que me envolvía, la gente con la que me rodeaba, mi consumo de alcohol, todo estaba enfocado a destruirme y fue gracias a ti que me di cuenta que tenía que cambiar todo eso. Dio otro paso en mi dirección y su cuerpo me acorraló contra el mostrador de la cocina. He bajado mi consumo de alcohol, ya no salgo tanto como antes, he dejado a las chicas a un lado. Me he enfocado en mi misma para ser una persona digna de ti.

P: ¿Qué dices? Dije confundida.

S: Todos esos cambios que he hecho, han sido para ti. Para poder tenerte de vuelta. Hizo una pausa . Me sorprendió mucho verte con alguien, no me lo esperaba. Pero no me parece un impedimento para que volvamos a estar juntas, nadie te conoce como yo, Pame. Hemos vivido demasiadas cosas que nos han unido más allá de cualquier relación que puedas tener con esa chica. Conozco tu lado más oscuro y tú el mío y aun así logramos sentir algo la una por la otra, no me digas que has borrado todo trazo de mi de tu memoria y de tu ser.

P: Nunca podría borrarte de mi memoria, pero…

S: Nada de peros, Pame, imagínate lo que podríamos ser juntas. Tus has cambiado, lo noto y sé que tú también me ves diferente, porque lo soy. Dame una oportunidad, por favor. Dijo con lágrimas en los ojos.

P: Yo… no sé qué decirte, Sara. Estoy en una relación ahora y soy feliz.

S: Sólo piénsalo, Pame, sabes que tengo razón al decirte que tú y yo estamos destinadas a estar juntas. ¿Acaso tu novia sabe toda tu historia? Apuesto a que no y sabes que si lo supiera no lo aceptaría, yo en cambio te acepto tal y como eres, con todo y tus defectos. Me quedé en silencio. Sabes que tengo razón, solo espero te des cuenta de esto y dejes de perder tu tiempo y el de esa chica. Besó mi mejilla y salió de la cocina.

Estaba impactada por lo que acaba de escuchar, nunca me imaginé que esas palabras saldrían de la boca de Sara. La franqueza y debilidad con la que se presentó ante mí era algo que nunca había visto.

Supongo que era prueba de que realmente había cambiado y me daba gusto saber que había modificado ciertas conductas que le hacían mal. Hice memoria y en ningún momento de la noche recordé haber visto a Sara bebiendo, rechazaba las bebidas de sus fanáticas y solo fumaba.

¿Sería cierto todo lo que había dicho? De pronto, empezó a rezumbar en mi mente su comentario sobre Lisa y lo que ella sabía de mí. Tenía razón al decir que el conocimiento qué ella tenía sobre cómo era antes de conocerla era limitado.

¿Qué pasaría si Lisa supiera todo lo que había hecho antes, las personas con las que había estado y sobre todo, la manera en las que las trataba? Pánico recorrió mi cuerpo, pues sabía que era algo que sería difícil para Lisa, por el otro lado, Sara sabe todo eso y aun así quiere estar conmigo.

¿Acaso estoy engañándome en pensar en que las cosas con Lisa tienen un futuro si no sabe todo sobre mi pasado? Tal vez si Sara realmente ha cambiado y todo lo que me dijo es verdad, tiene más sentido que esté con alguien como Sara a estar con una chica como Lisa.

De pronto, como un balde de agua fría, me percaté de todo lo estaba pasando por mi mente. ¡En qué estoy pensando! Estoy con Lisa y soy realmente feliz, ¿qué estoy haciendo pensando en Sara?

Traté de sacudirme de todas esas ideas y salí rápidamente de la cocina. Quería distraerme, no era verdad que estuviera considerando regresar con Sara cuando tenía a una mujer increíble a mi lado.

Me acerqué a la barra y me serví un shot de tequila, quería distraerme y borrar de mi mente lo que acaba de pasar.

Al salir de nuevo al jardín, Lisa se acercó a mí.

L: ¿Estás bien, amor? ¿Qué pasó con Sara? Dijo preocupada.

P: No es nada importante, luego te cuento. Evadí sus preguntas.

La culpa que sentía en esos momentos era impresionante, no lograba zafarme del sentimiento de haber traicionado a Lisa. Tan solo unos segundos con Sara y la idea de regresar con ella se había impregnado en mi cabeza y no entendía por qué.

Fui por otra bebida, sabía que el alcohol me ayudaría a olvidar. Quería dejar de pensar eso y para tratar de convencerme de que era cosa del momento, me acerqué a Lisa. Estábamos conversando en un rincón del jardín en donde me encontraba recargada sobre una pared y Lisa estaba frente a mí.

Para este momento, ya me sentía algo mareada por tanto tomar, sin embargo, no sentía suficiente alcohol en mi sistema para hacerme olvidar lo que pensaba y sentía.

L: Amor, ¿no quieres que te traiga agua? Te veo un poco mal, deberías de dejar de tomar. Decía preocupada.

P: Estoy bien, guapa. Dije restándole importancia a su comentario.

De pronto, me di cuenta que Sara estaba en el jardín viéndome. De manera automática halé a Lisa hacia mí y comencé a besarla apasionadamente. Quería asegurarme de que Sara lo viera. Tenía que demostrarle que no me había afectado lo que me había dicho.

L: ¿Es en serio, Pamela? Dijo algo molesta.

Sabía que Lisa estaba molesta, pero no lograba conectar con el momento y todo lo que estaba pasando. Así que, sin decirle nada, reingresé a la casa y me puse a beber con otras amigas.

Fue hasta un rato después que me percaté de que Lisa no me había buscado y seguía afuera. Permaneció en el mismo lugar que la había dejado, quería arreglar las cosas con ella, sabía que la manera en la que estaba actuando no era ideal, pero tampoco lograba dejar de hacerlo.

Le pedí a Lisa un beso y ésta respondió dándome un pico en los labios, pero yo ansiaba más. Comencé a besarla con mayor ímpetu y una de mis manos recorría su cuerpo.

Las sensaciones eran confusas, percibía que había cierta resistencia de su parte pero no me detenía. No estaba segura de sí Lisa me estaba diciendo algo pero cuando logré reconectar con la realidad, sentí un pequeño empujón de su parte. Sin pensar en lo que hacía, le arrojé mi bebida encima. Tardé un segundo en darme cuenta de lo que había hecho y llena de vergüenza me fui de ahí.

Todo era confuso y borroso, el alcohol se había apoderado mí y no me sentía en control de mi misma. No puedo decir con certeza qué fue lo que sucedió pero cuando me di cuenta, ya estábamos en un taxi camino al antro.

Debí haberme quedado dormida en el trayecto, pues sentí que una voz me llamaba, era Olivia avisándome que ya habíamos llegando. Al entrar al lugar, empecé a buscar a Lisa, supuse que ella había tomado el taxi con Mónica o alguien más.

Vi a Tere hablando con Mónica y me acerqué a ellas.

P: ¿Dónde está Lisa? Arrastraba la voz.

T: Pam… Noté preocupación en su rostro . Lisa no vino al antro.

P: ¿¡Qué!? Recordé el haberle tirado la bebida encima. Fue una equivocación, no era mi intención… Comencé a sentirme abrumada y revuelta. Creo que voy a vomitar.

Rápidamente, Tere y Mónica me llevaron al baño y tan pronto entré al cubículo, cerré la puerta tras de mí. Devolví el estómago y con esto salió una gran cantidad del alcohol que había bebido anteriormente.

Parte de mi sabía que el malestar no se debía al alcohol, sino a la culpa y remordimiento que sentía. Aún en el piso, recargada sobre la tasa del WC, comencé a llorar desconsoladamente.

Sentía como todo se estaba derrumbando y sabía que mi comportamiento de la noche generaría grandes problemas con Lisa.

Al parecer mis amigas me escuchaban llorar, pues éstas tocaban fuertemente la puerta y me pedían que la abriera. Me rehusé a salir de ahí, lo único que mi borrachera y mis sentimientos querían, eran a Lisa.

Podía escuchar alboroto afuera, pero no me importaba, no pensaba salir de ahí. Seguí llorando por un largo tiempo y de pronto tocaron la puerta y escuché la voz de Lisa.

L: Pame, soy yo, abre la puerta.

P: ¿Lisa? Mi mente debía estarme engañado, pues sabía que ella no estaba ahí.

L: Si, vamos, sal de ahí.

Abrí la puerta y al ver que en efecto Lisa estaba ahí, me lancé a sus brazos y comencé a pedirle disculpas. No me importaba cuánto tuviera que implorarle, necesitaba hacerle saber lo arrepentida que estaba.

De pronto, como si hubieran apagado las luces, mi vista se nubló. Cuando logré abrirlos de nuevo, vi que Lisa me estaba cargando, quería preguntarle a dónde íbamos, si estaba bien, si lograría perdonarme.

Antes de que pudiera decir algo, el malestar de la borrachera me hizo caer dormida de nuevo.

Cuando volví a abrir los ojos, me di cuenta que ya era el día siguiente y lo único que podía pensar era en lo mucho que deseaba que todo hubiera sido una terrible pesadilla, lamentablemente sabía que no lo era. Mi peor sueño se hizo realidad.