A través de los ojos azules 12

Después de su cumpleaños, Pamela debe resolver toda la situación con Olivia.

Estaba dormida, estiré mi brazo para abrazar a Lisa, pero me di cuenta de que no estaba en la cama. Me di la vuelta y vi el reloj, me sentía fatal, me dolía mucho la cabeza y me sentía sumamente cansada, pero aun así me levanté.

Llegué a la cocina y Lisa, Mónica y Octavio estaban desayunando y conversando.

L: Buenos días, ¿quieres algo de desayunar?

P: No, gracias. No me siento muy bien. No volveré a beber jamás. Dije arrepentida.

M: Creo que hay un Gatorade en el refrigerador, tómatelo, te caerá bien para la resaca.

Fui a la cocina, tomé la bebida, regresé a donde estaban y me senté sobre las piernas de Lisa, quien inmediatamente me abrazó. Después de un momento, Mónica y Octavio se fueron a arreglar pues tenían un compromiso y Lisa y yo regresamos a mi recámara a descansar.

P: La pasé increíble ayer, lamento no haber podido estar contigo más tiempo. Todos me dijeron que mi vestido estaba hermoso.

L: Tú estabas hermosa, no el vestido y no te preocupes, eras la festejada y debías estar con todos tus invitados. ¿Sucedió algo interesante ayer que me haya perdido?

P: No realmente, aunque a Tere le gustó tu amigo Gerardo y se llevó una gran decepción cuando se enteró de que era gay. Reí.

Noté que Lisa se quedaba en silencio, así que me acurruqué de nuevo en sus brazos y seguimos reposando. Transcurrió el tiempo y Lisa debía partir a su casa, se estaba arreglando cuando habló.

L: ¿Por qué no me dijiste que Olivia intentó besarte?

Por un momento me paralicé, mi mente estaba algo borrosa en cuanto a muchas cosas que habían sucedido la noche anterior. De pronto, llegó a mi mente el momento al que Lisa se refería.

Durante la noche, había ido al baño y Olivia me había acompañado pues no me sentía muy bien. Al salir del sanitario, recuerdo que Olivia estaba muy cerca de mí pero estaba segura de que nada había sucedido.

P: No me pareció relevante. Dije sin convicción.

L: ¿No te parecía importante decirme que la mujer con la tuve un altercado intentó besarte? Dijo con sarcasmo.

P: No te lo dije porque sabía que te podrías así. Me puse a la defensiva.

L: ¿Y cómo más quieres que reaccione, Pame? Es una falta de respeto.

P: Siempre te he respetado. Dije indignada.

L: No estoy hablando de ti, me refiero a ella. No entiendo por qué no puede comprender y respetar que estás en una relación conmigo.

P: Si lo entiende.

L: Si lo entendiera, la zorra no hubiera estado buscando cada momento en el que no estaba contigo para acercarse a ti e intentar algo.

P: No la llames así. Me dolía que se expresara así de ella.

L: ¿¡Por qué la defiendes!? Dijo exasperada.

P: Porque es mi culpa.

L: ¿Qué es tu culpa? ¿Acaso tú la incitaste? Dijo sorprendida.

P: Es mi culpa porque antes de estar contigo, yo la estuve alentando, a pesar de que no tenía ningún interés por ella. Si salía con alguien más, seguía coqueteando con Olivia pues no me interesaba tener nada con nadie, sólo jugaba con la gente. Creo que ella piensa que es el mismo caso, que las cosas contigo no son serias y que ella puede seguir coqueteando conmigo. Dije avergonzada .

L: No sé qué decirte, pero no pueden seguir así las cosas. Ella tiene que comprender que estamos en una relación comprometida y que no puede actuar así, no puedo con eso.

P: Tienes razón. Lamento que todo esto te haya afectado, no sé qué haría si viera a alguien más coqueteando contigo, enloquecería. Te prometo que hablaré con ella, le dejaré las cosas claras y la dejaré de ver.

L: No te pido que la dejes de ver, sé que a pesar de todo, es tu amiga. Dijo de manera comprensiva. Con que ella respete nuestra relación no tengo problema con que la veas, confío plenamente en ti y en que no pasará nada, es en ella de quien no me fío.

P: Gracias, mi amor. Le di un pico en los labios. Hablaré con ella.

L: Debo pedirte algo más.

P: Lo que sea.

L: No me vuelvas a ocultar algo así. Dijo seriamente. Tal como yo confío en ti, necesito que tu confíes en mi de que me puedes contar lo que sea.

P: Tienes razón, creo que los viejos hábitos tardan en morir, pero me esforzaré para que no vuelva a suceder.

Lisa se marchó a su casa y yo me quedé pensando en toda la situación con Olivia. Las cosas se estaban tornando demasiado complicadas y tenía que resolverlas antes de que se ocasionaran más problemas.

Tomé el teléfono y llamé a Olivia.

O: ¿Hola?

P: Hola, Oli. ¿Cómo estás?

O: Bien, Pam, ¿y tú? Se escuchaba extraña.

P: Todo bien, gracias. Se hizo un silencio. Oye, ¿te gustaría ir a cenar un día de estos? Dije incómoda.

O: Claro… ¿qué día te queda?

P: Mañana o el martes.

O: Me acomoda mejor el martes, ¿está bien? Dijo insegura .

P: Está perfecto. Mañana nos escribimos para definir los detalles.

O: Hablamos mañana, Pam.

La llamada fue sumamente extraña, estaba segura de que Olivia sabía sobre lo que necesitaba hablar con ella y aun así no creía que las cosas fueran a ser fáciles de decir.

Al día siguiente, el trabajo transcurrió tranquilamente y al salir, le envié un mensaje a Olivia para coordinar todo para nuestra cena del día siguiente. Al llegar a mi casa, me puse la pijama pues estaba agotada, aparentemente, aun no reponía mis energías del desvele del fin de semana.

De pronto, recibí una llamada de Lisa.

P: Hola, amor. ¿Qué tal tu día?

L: Bien conejita, algo cansado pero por suerte ya voy a mi casa a descansar, ¿tu?

P: Yo ya hasta estoy en pijama. Reí. Me alegra que ya vayas a reposar, te lo mereces.

Continuamos conversando y sabía que debía decirle a Lisa sobre mi cena con Olivia, a pesar de que me sentía muy incómoda con todo el tema.

P: Por cierto, mañana iré a cenar con Olivia para hablar con ella. Dije vacilante.

L: Oh, de acuerdo. Dijo algo distante.

P: ¿Hay algún problema? Dije extrañada.

L: En lo absoluto, solo…

P: ¿Solo qué? Pregunté intrigada.

L: Nada, confío en ti. Gracias por ir a aclarar las cosas con ella.

P: No tienes que agradecer nada, es lo correcto.

L: Vale, hermosa. Ya llegué a mi casa, hablamos mañana. Te quiero.

P: Yo más. Descansa.

Sentí que Lisa había terminado de manera muy abrupta nuestra llamada, no pude evitar sentirme culpable, pues probablemente ella estaba igual de incómoda que yo con toda la situación de Olivia, sino es que más.

Al día siguiente, mientras estaba en el trabajo, me acerqué a Julieta para pedirle su consejo sobre toda la situación. No estaba segura de cómo le diría las cosas a Olivia sin herir sus sentimientos.

P: Hola, Juls. Dije con una sonrisa.

J: ¿Qué hay, Pame? ¿Cómo va tu día?

P: Todo en orden, casi acabando los pendientes del día, ¿tú?

J: También, hoy fue un día tranquilo.

P: Aprovechando que no estamos muy ocupadas, quiero pedirte tu consejo.

Le comenté toda lo que había ocurrido con Olivia y después de que le conté todos los detalles, Julieta me compartió su sabiduría.

J: Lo mejor que puedes hacer, es ser directa. Decirle que no estás disponible y que te disculpe si le diste a entender de otro modo.

P: Tienes razón, pero aun así me da miedo lastimarla. Dije con desanimo.

J: Lo sé, Pam, pero si no eres clara puede pensar que todavía tiene oportunidad y por lo que me dices, no creo que Lisa pueda aguantar mucho más esa situación.

P: Yo tampoco lo creo. Hice una pausa . No te puedes ni imaginar la cara de Lisa cuando le dije que todo esto era mi culpa, me dolió tanto verla tan decepcionada de mí. Dije con tristeza. Ayer que le dije que hablaría con Olivia, pensé que se alegraría por que todo se iba a aclarar, pero su reacción fue muy extraña, creo que no confía en que resuelva esto.

J: Con más razón debes solucionar esto de una vez por todas.

Estaba por salir de trabajar y dirigirme al restaurante, cuando llegó un mensaje de Lisa en el que me pedía que le avisara cuando llegara y que le llamara saliendo del restaurante.

Mi parte emocional tecleó una respuesta y sin pensarlo bien, respondí: “Yo te aviso, aunque no es necesario que me estés monitoreando.”

Sabía que Lisa no estaba cómoda con la situación, pero tampoco me parecía correcto de su parte que me estuviera supervisando. Sentía que debía ser más considerada conmigo y si realmente confiaba en mí, como decía, darme la oportunidad de solucionarlo.

Pocos minutos después de que me había sentado, llegó Olivia. Nos saludamos afectuosamente y comenzamos a tener una cordial conversación. Estábamos hablando sobre el trabajo cuando internamente me di cuenta de lo difícil que era para mí sacar el tema de conversación que nos había reunido esa noche.

Se hizo un pequeño silencio, así que me armé de valor y hablé con la mayor seguridad que pude.

P: Oli, me da gusto que todo vaya bien contigo en el trabajo, pero no es por eso que quise verte hoy, hay algo que debemos hablar.

O: Te escucho. Dijo con seriedad.

P: No sé cómo llegamos a este punto, pero creo que debo aclararte que estoy en una relación con Lisa y… Me interrumpió.

O: ¿No sabes cómo llegamos a este punto? Dijo en tono burlón. Pamela, llevas haciendo conmigo lo que quieres desde hace meses. Querías a una amiga, lo era, querías un acostón, ahí estaba, querías celar o llamar la atención de alguna chica y ahí me tenías. Nunca sé qué es lo que has querido de mí.

P: Yo… no sé qué decirte, Oli. Dije vacilante . Sé que lo que tenemos es algo confuso, pero… Me interrumpió de nuevo.

O: No, Pame, entre nosotras nunca ha habido nada, éramos amigas, pero al momento en el que se mezclaron sentimientos, dejé de ser tu amiga y siempre esperé que fuéramos algo más. Dijo avergonzada.

P: No tenía idea de que te sentías así, pensé que estábamos en la misma página sobre lo que podíamos esperar una de la otra. Lo que disfrutaba tanto de ti, era esa versatilidad de pasar de ser amigas a poder pasar una noche increíble, pero nunca pensé que sintieras algo por mí de esa manera.

O: Creo que en el fondo lo sabías y te encantaba la atención, por eso aun cuando ya estabas con Lisa, cuando me acercaba a ti, no eras capaz de decirme que no directamente.

P: No sabía cómo detenerte sin herir tus sentimientos. Dije apenada.

O: Si eso es lo que te quieres decir a ti misma, adelante. Pero no me puedes juzgar por no captar tus “señales”, siempre has sido una experta en saber cómo ser cazada o el cazador y no había manera de diferenciar si este era otro de tus juegos o una relación seria.

P: Lamento saber que te hice sentir así, pero sí, mi relación con Lisa es en serio. Nunca quise lastimarte y espero me puedas disculpar por cualquier daño que te hice, no lo hice con intención.

O: Definitivamente no lo hiciste con intención, pues no tenías idea del daño que me estabas haciendo. Si no fuera por Lisa, no estaríamos teniendo esta conversación, sé que lo haces por ella y está bien, no me interpondré entre ustedes y mantendré mi distancia.

P: No es necesario que te alejes, solamente debes respetar mi relación con Lisa, tu amistad es muy importante para mí.

O: No me alejo por ti, lo hago por mí.

P: Entiendo. Dije decaída.

O: Deberíamos irnos, ya es muy tarde. Nos pusimos de pie.

P: Lo siento, Oli, de verdad. Nos despedimos con un insípido abrazo.

Era cerca de la media noche cuando estaba llegando a casa, la conversación con Olivia se había extendido demasiado. Recordé que Lisa me había pedido que le avisara cuando llegara, así que la llamé, suponiendo que estaría dormida y no tendría respuesta de ella. Sorprendentemente, respondió.

L: Hola, amor. Se escuchaba soñolienta.

P: Hola, pensé que ya estarías dormida, pensaba dejarte la llamada perdida para que la vieras en la mañana.

L: Te dije que esperaría tu llamada sin importar la hora, aunque no me imaginé que sería tan tarde. Dijo irritada.

P: No sabía que tenía hora de llegada. Dije molesta.

L: Da igual, ¿cómo te fue? Dijo con indiferencia.

P: Bien, ya se aclaró todo y no volverá a actuar así.

L: Me da gusto . ¿Ya llegaste a tu casa?

P: Ya, me estoy estacionando.

L: Qué bueno que llegaste bien, hablamos mañana, buenas noches.

Sin responderle, colgué la llamada, llegué a casa y rápidamente me preparé para dormir, solo quería que ese día acabara.

Al día siguiente me levanté algo decaída, me entristecía que mi amistad con Olivia se viera afectada por todo, pero lo que más me afligía fue la manera en la que había manejado todo con Lisa.

Le envié un mensaje y después de un rato, recibí una llamada suya, donde coordinamos vernos cuando saliéramos de trabajar. Quería verla y disculparme por la manera en la que había estado reaccionando.

En la tarde, después de trabajar, Lisa fue a mi departamento. Cuando llegó, se notaba cierta tensión entre nosotras, nos fuimos a la sala de TV y ahí hablé.

P: Lo siento, amor. Sé que ayer fui grosera contigo. ¿Me perdonas? Dije arrepentida.

L: Te perdono, pero me gustaría saber por qué actuaste de esa manera.

P: Me sentía muy incómoda de tener que hablar con Olivia, pues estábamos en esa situación por mi culpa. Cuando me pediste que te avisara cuando llegara y me fuera, sentí como si no confiaras en mí y que tenías que estarme supervisando.

L: Tú sabes que siempre te pido que me avises cuando llegas o vas a algún lugar, lo hago porque me interesa saber que estás bien, no por estarte vigilando. Hizo una pausa. Por otra parte, claramente te dije que confiaba en ti y nunca te culpé de nada, por lo que no entiendo por qué te sentiste de esa manera.

P: No tenías que culparme, yo sé que no te agradó en lo absoluto cuando te conté que estuve jugando con ella. Te disgustó descubrir otra terrible faceta mía de mi pasado.

L: Pamela, amor, no sé cuántas veces debo decirte que no te juzgo por tu pasado, te prometí que nunca lo haría, pero me lo pones muy difícil cuando eres tú misma la que se juzga por ello. Dijo exasperada.

P: No puedo borrar quien fui, por más que lo odie. Mi mirada se clavó al suelo.

L: No te pido que lo hagas, es gracias a esa Pamela que hoy en día eres una mejor persona. Delicadamente sujetó mi barbilla y me hizo mirarla. Y no quiero que me ocultes lo que sucedía antes, pues como dices, no lo puedes borrar, pero el pasado tiene diferentes maneras de presentarse y quiero poderte ayudar, pero para hacerlo debo entenderlo.

P: ¿No te cansas de escuchar que tienes la razón?

L: No realmente. Dijo con una tierna sonrisa.

Después de nuestra conversación, Lisa se quedó a cenar y Mónica nos acompañó. Al terminar, la acompañé a la puerta para despedirnos.

P: Avísame cuando llegues a tu casa, guapa.

L: ¿Acaso me estas vigilando? Bromeó.

Cerré la puerta y a los pocos segundos, Lisa volvió a tocar la puerta.

P: ¿Olvidaste algo? Sin responder, me dio un tierno beso.

L:  Uno para el camino. Me guiñó un ojo, se dio la vuelta y se fue.

Al cerrar la puerta, me recargué sobre ésta y liberé un suspiro enamorado.

M: Dios mío, ¿podrían ser más empalagosas? Bromeó y yo respondí con una sonrisa.

El viernes llegó y mi plan con Lisa fue visitar el bar donde trabajaba mi amiga Mariana, quien es mixóloga. Al llegar, nos recibió y nos llevó a una periquera, donde esperaríamos a que se desocupara para que pudiéramos conversar un momento con ella.

P: ¿Qué hacemos mañana? Tengo ganas de hacer un plan diferente. Sujeté su mano.

L: Hmmm. ¿Tienes algo en mente?

P: No realmente, tu eres la creativa en ese aspecto.

L: ¿Qué te parece si hacemos un día saludable?

P: Suena interesante, ¿pero a qué te refieres con eso? Dije con curiosidad.

L: Puedes ir conmigo al gimnasio y terminando podemos ir a uno de esos restaurantes orgánicos que tanto querías probar y en la tarde/noche no se me ocurre nada, dejaremos que el viento nos guíe. Sonrió.

P: Sin duda es un plan diferente, aunque me preocupa no poder seguir tu ritmo en el gimnasio.

L: No te preocupes, te pondré la rutina sencilla que le compartiré a una amiga del gimnasio.

Momentáneamente me quedé sorprendida ante la mención de esta “amiga”, pues Lisa nunca me había comentado nada de ella.

P: ¿Quién es esta nueva amiga, de la que no me habías hablado? Traté de sonar lo más indiferente posible.

L: ¿Son celos los que detecto? Bromeó.

P: Para nada, solamente me llama la atención que no me habías contado de ella. En realidad si estaba un poco celosa.

Seguimos conversando y después de un rato, llegó Mariana con unas bebidas.

M: Hola, chicas, lamento no haber venido antes, estamos teniendo una noche bastante ocupada.

P: No te preocupes. Dije con una sonrisa.

M: Les traje unas bebidas de cortesía. Como no sé qué tomas, Lisa, te traje una de nuestras especialidades, un martini de café. Le entregó su copa. Y para la amante del tequila, una bebida con infusiones de albahaca y pepino, es una bebida muy fresca.

Probé ambas bebidas y estaban deliciosas, nos pusimos a conversar y a ponernos al corriente, pues tenía ya varios meses sin que Mariana y yo nos viéramos. Después de un rato, la clientela del lugar no parecía disminuir y Mariana tuvo que regresar a trabajar.

Lisa y yo, al acabarnos nuestras bebidas, decidimos que era hora de partir e irnos a mi casa. A lo largo de la noche, mis ganas de hacer a Lisa mía, fueron aumentando, por lo que tan pronto abrimos la puerta de mi departamento, me abalancé sobre ella y comencé a besarla apasionadamente.

Por nuestra propia calentura, no nos dimos cuenta de que Mónica y Octavio estaban disfrutando de una noche de pasión. Fue hasta que estábamos por entrar a mi recámara, que nos percatamos de los ruidos y gemidos que provenían del cuarto de Mónica.

Lisa me tomó de la mano para llevarme hacia la sala de TV, pero algo en mí se encendió aún más con todo lo que sucedía entre Mónica y Octavio, a lo que me negué a moverme y halé a Lisa hacia mí para besarla de nuevo.

L: ¿Qué haces? Dijo entre besos.

P: ¿No te prende escuchar lo que hacen? Dije en voz baja.

No necesité decirle más, pues Lisa ya estaba besándome con la misma intensidad que yo lo hacía, rápidamente retiré su blusa y ella hizo lo mismo conmigo. Inmediatamente sentí como Lisa metía su mano a mi pantalón y gracias a mi humedad, no le tomó mucho tiempo ni esfuerzo, penetrarme con uno de sus dedos.

Para acompañar el placer que ella me brindaba, yo comencé a frotar su clítoris rápidamente y ambas empezamos a gemir suavemente. Lisa culminó primero, pero yo no tardé en acompañarla en ese estado de placer.

De pronto, escuchamos que la pareja estaba terminando sus asuntos, así que nos vestimos rápidamente y nos fuimos a la sala de TV. Cuando Mónica nos encontró ahí, se sonrojó y regresó a su recámara.

Me despedí de Lisa y acordamos la hora a la que pasaría por mí para ir al gimnasio.

Al día siguiente, cuando Lisa me recogió, quedé complacida con lo que veía. Lisa traía puestas unas licras que se ajustaban perfectamente a su cuerpo atlético y debajo de una chamarra ligera, noté que solo traía un top deportivo que dejaba a la vista ese abdomen marcado que tanto me gustaba.

En cuanto a mí, no creo que Lisa tampoco tuviera queja alguna. Aunque mi cuerpo no estaba marcado por el ejercicio, tenía todo lo necesario en los lugares correctos, y afortunadamente, mis licras también ayudaban resaltaban mi figura.

Al llegar al gimnasio, Lisa me presentó con Manola, quien era una chica de pequeña estatura y complexión. Tenía la tez blanca y su cabello, al igual que sus grandes ojos, eran casi negros.

Comenzamos en el área de cardio para calentar y posteriormente fuimos al área de pesas. Lisa se alternaba en supervisarnos a Manola y a mí y cuando podía, ella hacía sus propios ejercicios.

Empezamos nuestra rutina con ejercicios de brazo que no eran muy complicados ya que el peso de las mancuernas y barras que Lisa nos había preparado, eran bastante manejables. Sin embargo, en ocasiones noté que Manola requería de la asistencia de Lisa y no pude evitar preguntarme si realmente la necesitaba o si sólo estaba llamando su atención.

Pasamos a los ejercicios de pierna y cuando me encontraba en la máquina de abductores, Lisa se acercó a mí.

L: Lo estás haciendo muy bien, solo recuerda cerrar lentamente las piernas para que no te gane el peso. Al decir esto recorrió su mano desde mi rodilla al interior de mi muslo, llegando a estar casi en contacto con mi sexo.

M: Gracias, instructora. La excitación provocó que mi respuesta saliera en un susurro.

Posteriormente hicimos abdominales y al terminar, nos retiramos a los vestidores para relajarnos en el vapor. Manola olvidó su botella de agua, por lo que Lisa y yo nos adelantamos. Una vez en los casilleros, me acerqué provocativamente a Lisa.

P: Me encanta como te ves así vestida. Recorrí lentamente su abdomen.

L: Tu tampoco te ves nada mal. Me dio una nalgada.

P: ¡Lisa! Miré a mi alrededor para ver si había alguien cerca.

L: ¿Qué? Nadie nos está viendo. Me besó y mostró su carismática sonrisa.

Nos metimos al sauna y al poco tiempo, Manola entró y se sentó en el extremo opuesto a nosotras. Aproveché la poca visibilidad del vapor para toquetear y provocar un poco a Lisa.

Comencé a tocar sus pechos y descendí hasta su sexo, el cual tocaba suave y delicadamente. Al momento en el que intenté profundizar mi manoseo, Lisa me detuvo.

P: Aguafiestas. Susurré en su oído.

No estaba segura, pero me parecía que Manola miraba hacia donde estábamos, a lo que decidí divertirme con una pequeña exhibición y de esa manera aprovechar a marcar mi territorio de una manera sutil.

P: Lo único que me falta para terminar de relajarme es un masaje, ¿me harías un poco, mi amor?

Me puse de pie, retiré mi toalla y la extendí para recostarme sobre ella. Fue fugaz el momento en el que estuve desnuda, pero aun con el vapor, noté que Manola me vio y rápidamente desvió su mirada.

Lisa comenzó a masajear mi cuerpo, las sensaciones eran muy placenteras, por lo que me fue inevitable liberar pequeños suspiros, entonces, Manola se despidió y se adelantó a las regaderas.

Nosotras nos quedamos un momento más y después de disfrutar un poco más de mi masaje, salimos a bañarnos. Lisa se encontraba en la regadera frente a la mía y las puertas al no demasiado altas, permitían que nuestras miradas traviesas se encontraran mientras nos duchábamos.

Una parte de mi quería tocarse mientras que Lisa me veía, sabía que aunque no pudiera ver mi cuerpo, sabría exactamente lo que estaba pasando. Sin embargo, me contuve, pues ya se estaba haciendo tarde y estaba sumamente hambrienta por todo el ejercicio que habíamos realizado.

Al terminar, nos reunimos con Manola en los casilleros, nos despedimos de ella y nos marchamos a un restaurante de comida orgánica. Una vez ahí, Lisa me preguntó sobre Manola.

L: ¿Qué tal te cayó Manola?

P: De lo poco que hablé con ella me pareció muy amable, además las dos tenemos algo en común.

L: ¿Ah sí? ¿Qué? Preguntó con curiosidad.

P: Que a las dos nos gusta nuestra instructora del gimnasio.

L: ¡Qué dices! Claro que no.

P: No puedes ser tan ingenua, mi amor. Es muy obvio, cada vez que estabas con ella se la pasaba sonriendo y no dejaba de verte cuando te alejabas. Lisa se quedó pensativa y mostró una expresión escéptica. No me estoy quejando ni poniendo celosa, solamente estaba haciendo una observación. Dije con una sonrisa.

L: Probablemente como estaba tan enfocada en ti, no noté lo que dices. Tomó mi mano.

P: Hasta cierto punto me gusta saber que le atraes a otras personas y que eres solo mía. Dije de manera coqueta. Además Manola se ve inofensiva.

L: Probablemente lo sea.

P: Sólo ten cuidado de no darle una impresión equivocada de las cosas, se ve muy inocente.

L: Lo haré, además creo que el que te haya conocido le indica que no estoy disponible.

P: Seguramente le quedo más que claro durante la cámara de vapor. Pobrecilla, no se sé si se estaba incomodando o excitando de vernos. Solté una carcajada.

L: Un poco de ambos seguramente.

P: La hubiéramos invitado a que se nos uniera. Dije con seriedad y sensualidad.

L: ¿Lo dices en serio? Preguntó sorprendida.

P: Tal vez Te mentiría si no te dijera que he pensado ampliar nuestra ya vasta vida sexual. ¿Tú qué opinas?

L: Honestamente nunca lo había considerado. Si he fantaseado con algunas experiencias que me gustaría probar contigo, pero nunca un trío.

P: Quizá en un futuro sea algo que podamos probar, si ambas estamos de acuerdo. Por lo mientras ve pensando que fantasía quieres hacer realidad, por si lo habías olvidado, tu ganaste nuestra competencia de orgasmos. Acaricié su mano.

L: No hay manera de que lo olvide. Rio. Tendremos que preparar todo, tengo grandes planes para nosotras.

P: Me estoy mojando de sólo pensarlo, ¿no me puedes dar una pista de qué será?

L: Aún no, conejita. Pronto. Dijo con una sonrisa pícara, dejándome con ganas y curiosidad.

Terminamos de comer y nos fuimos a mi casa a ver una película, me sentía algo cansada y adolorida por el ejercicio, así que la mejor opción fue irnos a descansar.

En la noche, cuando Lisa regresó a su casa, me envió un mensaje. “Buenas noches, hermosa. Pasa una excelente noche. Te quiero.”

Inmediatamente le respondí. “Te quiero más, mi amor. Gracias por ser parte de mi vida, soy la más afortunada de tenerte.”

Y aún más rápido de lo que yo le respondí, llegó su mensaje. “Suertuda yo.”

Me quedé mirando el mensaje por unos segundos y una gran sonrisa se dibujó en mi rostro. Nunca en la vida me imaginé que alguien se sentiría así por mí y aún más, nunca me imaginé sintiendo tanto por otra persona. Definitivamente, Lisa estaba volteando mi mundo de cabeza y no me podía sentir más feliz al respecto.


Queridos lectores y comentaristas, quiero agradecerles por sus felicitaciones por mi cumpleaños (tanto por este medio y a mi correo), sin duda fue un excelente cumpleaños.

Lamentablemente, días después se me presentó una emergencia familiar por lo que no pude responderles ni publicar relatos. Afortunadamente todo se está solucionando y espero poder publicar a mi ritmo de siempre y de igual manera, responder personalmente a cada uno de ustedes.

Les mando besos y abrazos con mucho cariño, nos leemos pronto.