A través de los ojos azules 11

El cumpleaños de Pamela

Mis muy queridos lectores, el día de hoy tengo una entrega especial. Es especial pues hoy es mi cumpleaños y qué mejor manera de festejarlo con ustedes que a través del relato del cumpleaños de Pamela, uno de mis favoritos.

Espero lo disfruten como siempre y el mejor regalo que me podrán dar, son sus maravillosos comentarios. ¡Besos a todos!


Era domingo por la mañana, me levanté hambrienta y al dirigirme a la cocina para prepararme el desayuno, me encontré con Mónica.

P: Buenos días, Moni.

M: Buenos días, Pam. Dijo con una sonrisa.

P: ¿Qué vamos a desayunar?

M: No lo sé, tengo mucha flojera de cocinar.

P: Yo también.

M: ¿Y si vamos a algún lado?

P: Me parece bien, ¿puedo invitar a Lisa?

M: Claro.

Le marqué pero no entró la llamada, a lo que decidí mandarle un mensaje.

“Buenos días conejita guapa, espero hayas descansado. ¿Tienes algún plan hoy? Mónica nos está invitado a desayunar, ¿quieres ir?”

P: ¿Qué te parece si nos arreglamos? Le daré tiempo para que responda y si no, nos vamos nosotras.

M: Hecho.

Ambas nos fuimos a nuestras recámaras y nos arreglamos para irnos a desayunar. Al salir de bañar, volví a llamar a Lisa, pero no tuve éxito en contactarla. Le envíe otro mensaje con un signo de interrogación y terminé de vestirme.

Cuando Mónica y yo estábamos listas y al no tener respuesta de Lisa, decidimos irnos. Al salir del departamento, le envié un último mensaje.

“Ya que no tuve respuesta tuya me fui a desayunar con ella, ¿acaso todavía estas dormida, floja? Llámame, no te entran mis llamadas. Te quiero.”

Llegamos al restaurante, pedimos nuestra comida y nos pusimos a conversar.

M: Es algo tonto que pregunte, pues te he visto muy contenta, , pero ¿cómo va todo con Lisa?

P: Si, estoy muy contenta. Me sonrojé. Ella es increíble.

M: Me da gusto escucharlo y me da más gusto que te hayas dado la oportunidad de abrirte a alguien.

P: Honestamente, me daba mucho miedo hacerlo, bueno, me sigue dando, pero Lisa vale el riesgo.

M: Me imagino que no es fácil para ti, pero debo aceptar que me sorprende cómo has reaccionado ante todo, no he visto presente a la vieja Pamela y eso es algo muy bueno.

P: Lo sé, Moni, no logro explicarlo, pero con Lisa es como si fuera una persona nueva.

M: Pues me agrada esta nueva Pamela. No que la anterior no me cayera bien. Rio.

Mientras desayunábamos, recibí una llamada de Lisa. Me dijo que estaría ocupada y que intentaría que nos viéramos en la tarde. Debo aceptar que me desanimé un poco, pues tenía muchas ganas de verla.

Terminamos de desayunar y regresamos a la casa, Mónica se fue con su familia y yo me quedé en casa. Arreglé un poco mi cuarto pues estaba algo tirado, pedí comida a domicilio y me puse a ver la TV mientras comía.

Durante el día me la pasaba pensando en Lisa, quería escribirle en todo momento, pero no lo hacía, pues no quería verme demasiado necesitada y desesperada. Llegó un punto en el que me sentía algo irritada, nunca había sentido tanta necesidad por alguien y me frustraba que no estuviera ahí conmigo.

De pronto, mientras veía un aburrido programa de televisión, Lisa me llamó.

P: Hola, conejita.

L: ¿Qué hay, hermosa?

P: Nada, guapa. Viendo la tele. Dije decaída. ¿Tu? Hoy estuviste muy ocupada. Traté de no sonar muy desanimada.

L: Lo sé, me gustaría verte.

P: A mí también me gustaría.

L: ¿Ah sí? ¿Entonces por qué no me abres la puerta? Mi corazón se aceleró.

P: ¿Qué dices? Dije sorprendida.

L: Estoy en la entrada de tu edificio. Rio de una manera muy tierna. ¿Me abres?

P: ¡Claro! Dije emocionada.

Corrí al intercomunicador y presioné el botón que abría la puerta principal. En cuestión de segundos, Lisa ya estaba tocando en la puerta. Al abrir, la recibí con un tierno beso en los labios.

P: Qué linda sorpresa. La abracé con fuerza. Me da gusto que vinieras, aunque es lo mínimo que debías hacer al tenerme abandonada todo el día.

L: No haga berrinche, conejita. Bromeó. Yo también sufro de no estar contigo.

Nos fuimos a la sala de TV y nos pusimos a ver una serie abrazadas. Mientras tanto, mi mente comenzó a divagar, no podía creer el efecto que Lisa tenía en mí. Momentos atrás estaba decaída y con verla, me sentí extremadamente feliz y ese estado se mantenía con su presencia. ¿Qué me estaba haciendo esta chica?

P: Te detesto.

L: ¿Qué dijiste? Dijo confundida.

P: Te detesto.

L: ¿A qué se debe esto? Se separó y me miró preocupada.

P: Se debe a que me has hecho adicta a ti y necesito de ti todos los días y eso no me gusta nada. Bromeé.

L: Eres una tonta, me has sacado un gran susto. Solté una carcajada.

P: Lo siento, no me pude contener. Continuaba riendo. Aunque hay algo de verdad en eso, nunca me ha gustado depender de nadie, me da miedo.

L: ¿Por qué te da miedo?

P: La última vez que me apegué tanto a alguien, fue en la horrible relación que te conté y eso me cegó a ver en la terrible persona que me convertía. Confesé.

L: Yo sé que esa relación fue muy difícil para ti, pero quiero que intentes dejarla atrás. La persona que dices ser en ese entonces no existe para mí, para mí sólo existe la maravillosa persona que eres hoy. Hizo una pausa y me miró profundamente a los ojos. Quiero que dependas de mí porque yo también dependo de ti y esta “necesidad” que tenemos la una por la otra me parece positiva pues está llena de amor, no de celos ni enojo.

P: Tienes toda la razón y es justo por lo que me dices, que sé que eres la mejor persona para hacerlo. Confío plenamente en ti. Nos dimos un tierno beso.

Continuamos viendo la TV y Lisa interrumpió el programa para decirme que tenía planeado todo para el fin de semana. Le comenté que iba a desayunar con mi papá el sábado, pero que el resto del día sería materia dispuesta para lo que fuera que tuviera planeado.

Terminamos de ver el programa y Lisa se fue. Ambas teníamos que descansar, pues al día siguiente trabajaríamos y nos esperaba una semana llena de trabajo a ambas.

No sé qué clase de magia había ocurrido, pero afortunadamente, el tiempo voló y cuando me di cuenta, ya era viernes. Tal vez la emoción de pasar mi cumpleaños con Lisa, permitía que estuviera enfocada en lo positivo y no en lo negativo y tedioso de la semana.

Me preparé para ir al trabajo y cuando iba saliendo del edificio, el portero me detuvo y me entregó un café con una bolsa de papel con un muffin de arándanos, ambos mis favoritos. Lisa había escrito “Te quiero, L.” en el vaso del café.

Me encantaban los detalles que tenía conmigo, me parecían sumamente tiernos y románticos. No podía esperar a verla más tarde, estaba muy emocionada por las sorpresas que me había dicho que había preparado para mí.

Habíamos acordado que Lisa pasaría por mí a las 7:30 p.m. por lo que al salir de trabajar, me dirigí rápidamente a mi casa para arreglarme.

No sabía qué usar, quería ponerme algo bonito y elegante, pues sabía que iríamos a cenar al restaurante de nuestra primera cita, el cual se había convertido en “nuestro lugar”.

Opté por un vestido azul rey con accesorios plateados. Alacié mi cabello y mientras terminaba de arreglar todo, Lisa tocó el timbre. Una ráfaga de emoción recorrió todo mi cuerpo, corrí a contestar el intercomunicador, le avisé a Lisa que ya estaba lista, solo me faltaba poner mi bolsa.

Al salir del edificio, vi que Lisa me miraba con mucha ternura, inmediatamente me ruboricé.

P: ¿Puedes dejar de mirarme así? Dije apenada.

L: ¿Así, cómo?

P: Con ojos de cachorrito. Bromeé.

L: No puedo evitarlo. Pensarías que ya estaría acostumbrada a tu belleza pero cada día me sigues sorprendiendo.

P: Eres demasiado tierna… y romántica. Le di un beso en la mejilla.

Llegamos al restaurante, nos sentamos, ordenamos y mientras comíamos, platicábamos muy contentas. En ocasiones nos dábamos unos pequeños besos, no acostumbrábamos a hacer expresiones de afecto en público, pero el ambiente tan romántico de la velada lo ameritaba.

De pronto, mientras terminábamos de cenar, miré a mi alrededor y me percaté que estábamos en la misma mesa de nuestra primera cita, se lo comenté a Lisa y ésta me respondió:

L: Tienes razón, eres muy observadora. Sonrió. ¿Qué te parece si vamos al jardín?

Algo en la manera de cómo Lisa me respondió me dio a entender que ella ya sabía que esa era la misma mesa. Me sentí algo apenada por haberme dado cuenta tanto tiempo después.

Mientras estábamos en el jardín, me senté en una banca mientras que Lisa se alejaba por un momento. Al verla regresar con una rosa en la mano, me di cuenta de que estaba recreando nuestra primera cita. Qué mujer tan maravillosa.

Al regresar conmigo y entregarme la flor, también me entregó un estuche de terciopelo negro, el cual de acuerdo a Lisa, era mi primer regalo no oficial de cumpleaños.

Abrí la caja y en su interior había un pequeño papel que decía: “Quieres ser mi novia?”, debajo de éste había un collar plateado de una llave.

L: Me parece que es momento de formalizar las cosas. ¿Qué dices?

P: Nuestra relación es más que formal, pero con gusto te respondo que sí. Le di un fuerte abrazo. El collar es muy lindo, gracias .

L: Obsérvalo detenidamente. Le di la vuelta y vi una “L” grabada. ¿De dónde crees que sea esa llave?

P: Eres demasiado cursi si la respuesta es tu corazón.

L: Rio. Lo soy, pero estoy hablando en un sentido literal. Señaló su cuello y vi que traía un corazón con una cerradura que hacía juego a mi llave. Lo volteó y vi la “P” en el reverso.

No podía creer lo sentimental que Lisa era, siempre encontraba la manera de hacerme sentir aún más querida. Conmovida por su detalle, mis ojos se llenaron de lágrimas.

P: Es uno de los mejores regalos que he recibido. Tomé su mano. Sabía que eras romántica pero esto es otro nivel, no sé qué decirte.

L: No tienes que decir nada, esto es solo un recordatorio de lo que eres para mí: la dueña de mi corazón.

Una lágrima recorrió mi rostro y Lisa, con la delicadeza que le caracterizaba, la limpio suavemente con su dedo pulgar. Me abracé fuertemente a ella y todas las emociones que sentía, se desbordaron. Nunca pensé que en mi vida alguien haría algo así por mí.

P: No te merezco. Le dije al oído.

L: Claro que sí. Dijo con ternura.

Y fue en ese momento, que sentí que cada pedazo de corazón, regresó a su lugar. Que cada malestar ocasionado por alguien más o hasta por mí misma, quedaba atrás y estaba lista para amar.

Lisa me colocó el collar y nos fuimos del restaurante, la invité a mi departamento, pero me dijo que tenía algo más planeado.

Llegamos a una terraza/bar, nos llevaron a una mesa especial, la cual daba a una hermosa vista de la ciudad. Al sentarnos, pedimos algo de beber y mientras admirábamos la vista, conversábamos cálidamente.

De pronto, llegó un mesero con una botella de champaña y una luz de bengala. Ya eran las 12 de la noche.

L: Oficialmente, feliz cumpleaños, hermosa. Me abrazó.

P: ¡Wow! ¿Cuántas sorpresas más hay? Dije sorprendida.

L: Aún te faltan varias por descubrir. Me dio otra caja de terciopelo. Este es tu primer regalo oficial de cumpleaños, te lo quería dar en el bus pero me parece mejor dártelo aquí pues mañana se puede perder. Abrí la caja y vi un collar de mi nombre hecho de oro.

P: Está precioso, siempre quise uno así.

L: Lo sé, por eso te lo quise regalar.

P: De verdad te lo agradezco, pero ya has gastado demasiado. No puedo aceptarlo. Dije apenada.

L: Puedes y lo harás, no conozco a otra Pamela como para regalárselo. Bromeó.

Lisa insistió que aceptara éste y sus demás regalos, fue muy firme en su explicación y no me quedó más que agradecerle por todo lo que estaba haciendo por mí.

Terminando nuestras copas de champaña, Lisa me llevó a mi casa. Acordamos que no pasaríamos la noche juntas pues al día siguiente nos esperaba una gran fiesta y debíamos guardar energías. Tan pronto llegué a mi cuarto, caí rápidamente dormida con una enorme sonrisa en mi rostro.

Me desperté al día siguiente y me arreglé para ir a desayunar con mi papá. Al llegar al restaurante, ya me estaba esperando.

Papá: Hija, feliz cumpleaños. Me dio un cálido abrazo.

P: Gracias, pa. Lo sujeté con más fuerza.

Me entregó mi regalo, el cual era una bolsa de diseñador. Mi papá siempre había tenido gustos exóticos y caros y a pesar de todo, conocía bien mi estilo.

Papá: Espero te guste.

P: Me encantó, gracias. Le di un beso en la mejilla.

Pedimos nuestro desayuno y comenzamos a conversar, tenía tiempo sin verlo y había mucho de cual debíamos ponernos al corriente.

Comenzamos a conversar sobre el trabajo y las cosas parecían ir bien, aunque curiosamente, no sentía como si estuviera conversando mi papá, sino con uno de esos amigos que uno ve esporádicamente para no perder el contacto.

Se hizo un silencio incómodo, ambos comíamos nuestros platillos y después de unos minutos de ver que mi papá no tenía intención de reanudar la conversación, hablé.

P: Estoy saliendo con alguien. Mantuve mi mirada en mi omelete.

Papá: Oh. Dijo sorprendido. Qué bien, ¿cómo se llama?

P: Lisa.

Papá: ¿Te trata bien?

P: Muy bien, es una gran chica.

Papá: Me da gusto, hija.

Seguimos comiendo, al terminar, conversamos sobre las novedades familiares y al haber abarcado todos los temas de conversación pertinentes, nos despedimos con un afectuoso abrazo.

Momentos después, Lisa estaba pasando a recogerme para ir a comer. Al llegar al restaurante me encontré con algo que no esperaba. Cuando miré la mesa en la que íbamos a comer, estaban la hermana de Lisa, su esposo, una señora y un señor quienes indiscutiblemente, eran sus padres.

P: Lisa, acaso esos son… Me paralicé.

L: ¿Sorpresa? Dijo nerviosa.

P: Por qué no me dijiste que… Las palabras no encontraban forma de salir de mi boca.

L: Porque no lo había planeado así, fue idea de ellos o más bien de mi mamá querer comer contigo. No te lo dije pues no quería que te pusieras nerviosa.

P: Bueno, es algo que sucedería eventualmente. Dije nerviosa.

L: Así es. Te prometo que no será como te lo imaginas, tienen toda la disposición de conocerte.

Nos acercamos a la mesa y cada vez me sentía más nerviosa. Conocer formalmente a sus papás era un gran paso y temía que no fuera a agradarles, especialmente a su mamá, pues la última vez que me había visto, me encontró con mi lengua en la garganta de su hija.

Lisa nos presentó y todos nos saludamos de manera cordial. Nos sentamos y Daniela comenzó la conversación. Al principio todo era un poco incómodo y nadie realmente mantenía una conversación, sin embargo, conforme avanzó la comida, me fui sintiendo más cómoda y la plática fue fluyendo.

En un momento de la comida, la mamá de Lisa se puso de pie de la mesa y regresó como si nada hubiera pasado. Para cuando estábamos terminando de comer, debo aceptar que la estaba pasando muy bien, los papás de Lisa eran muy amables y pude notar que estaban genuinamente interesados en conocerme.

De pronto, llegaron los meseros con una rebanada de pastel, comenzaron a cantarme “Las Mañanitas” y al terminar la canción, soplé la vela. Agradecí a Lisa por el pastel pero me dijo que no había sido ella quien lo había pedido y ahí comprendí que eso es lo que había ido a hacer su mamá cuando se había retirado.

P: Muchas gracias por el pastel, señora.

Mamá: No hay nada que agradecer, no es un festejo de cumpleaños sin pastel. Sonrió cálidamente.

Al terminar la comida, todos nos despedimos afectuosamente, incluida la mamá de Lisa, quien me dio un abrazo muy cariñoso.

Me subí al auto de Lisa y de camino a mi departamento, no pude evitar sentirme algo abrumada por todo. Lisa lo notó pero no quise hablar del tema.

Una vez en mi casa, Lisa insistió en saber qué me sucedía.

L: ¿Qué te pasa, conejita?

P: Nada, es una tontería.

L: Dime por favor, lamento si fue demasiado presentarte hoy a mis papás.

P: No es eso, fueron encantadores y me agradó al fin conocerlos.

L: ¿Entonces?

P: Dirás que es una estupidez.

L: Eso nunca.

P: Me di cuenta que esta es la primera vez que siento que paso un cumpleaños en familia desde que mis padres se separaron. Lágrimas comenzaron a correr en mi rostro. Y lo peor es que no es mi familia.

L: No es una tontería, mi amor. Me abrazó. Entiendo que esto haya tocado una fibra sensible, pero me encanta que hayas sentido que estuviste en familia, porque así fue. De ahora en adelante lo mío es tuyo y eso incluye a mi familia.

P: No me canso de decirlo, eres increíble. Nunca me había sentido tan amada y tan feliz.

Después de un rato, nos empezamos a arreglar para la fiesta en el bus.

P: ¿Te quieres meter a bañar tu primero?

L: Métete tú, hermosa. Yo debo bajar al auto por mi maleta, olvidé subirla hace rato.

P: Está bien, y después me ayudas a elegir lo que me pondré, tengo en mente un par de opciones.

L: Claro que sí.

Me metí a bañar y cuando salí, vi extendido sobre la cama un hermoso vestido dorado.

P: ¿Qué es esto? Grité emocionada. ¡Está precioso!

L: Decidí ayudarte a escoger tu atuendo, creo haber hecho una buena elección.

P: ¡Me encanta, gracias, mi amor!

L: Anda, pruébatelo.Quiero vértelo puesto, para ver si como me imaginé que te verías, concuerda con la realidad.

Tiré la toalla y me acerqué al cajón de la ropa interior. Mientras escogía la prenda, sentí una mirada, volteé sobre mi hombro y vi a Lisa observándome con una sonrisa pícara.

P: Tranquila, conejita. Reí. Esto será tuyo después. Se acercó a mí y besó mi espalda.

L: Me prendo de sólo verte. Dijo con sensualidad.

Terminamos de arreglarnos y nos dirigimos al centro comercial de donde saldría el autobús. Al llegar ahí, nos encontramos con el conductor, quien tenía que darnos los últimos avisos antes de comenzar la fiesta.

R: Buenas noches, señoritas. Mi nombre es Ramón y seré su conductor esta noche. Permítanme hacerles los últimos comentarios antes de que disfruten de su paseo.

P: Buenas noches, claro que sí, díganos.

R: Primero que nada contamos con dos botones de seguridad que están localizados en la entrada y al fondo del camión, cualquier emergencia, por favor presionen el botón rojo y de esta manera se me alertará y detendré el autobús. Además hay una ventanilla al final de la caja por la que nos podemos comunicar. Por otro lado, se me indicó que a las 2 de la mañana regresaremos aquí para hacer una parada para los invitados que desean retirarse, después de esto continuaremos el recorrido hasta las 5 a.m. ¿Tienen alguna duda?

P: Si, ¿cuándo debo hacer el pago final?

R: Según mis registros no hay ningún adeudo, señorita. Su cuenta ya ha sido pagada.

Miré a Lisa, quien fingía estar mirando para otro lado.

P: ¿Acaso soy novia de una millonaria y no me lo ha dicho?

L: En realidad soy narco, todo lo pagué con dinero sucio. Soltó una carcajada.

P: No me importa de cuánto haya sido tu aumento, ya has pagado suficiente.

L: ¿Qué te dije, hermosa? No voy a discutir de esto contigo, te quiero y es un gusto para mí por hacer todo esto para tu cumpleaños.

P: Gracias. Besé su mejilla.

Comenzaron a llegar los invitados y de pronto se acercó un muchacho bastante atractivo a saludarnos, era Gerardo, el mejor amigo de Lisa. Él nos había recomendado el lugar de los camiones y gracias a eso, nos dieron un excelente servicio.

Poco tiempo después, ya estábamos todos listos para subir al camión y al hacerlo, me llevé una gran sorpresa, pues estaba decorado con muchos globos, de pronto mi mirada se clavó en una gran caja al centro del tráiler.

Cuando la abrí, salieron liberados varios globos con helio, me fijé en el interior y me encontré con muchos dulces y un álbum de fotos que Lisa había hecho para mí. Me acerqué a ella y la besé en agradecimiento, todos a nuestro alrededor festejaron y vitorearon al vernos besándonos.

El camión arrancó y por ende, la fiesta dio su inicio. De pronto, escuché una voz familiar.

Ju: ¡Vaya sorpresa que me han dado! ¿Ustedes dos juntas? Saludó a Lisa con un abrazo y sobre su hombro, me guiñó el ojo en complicidad.

P: Hola, Julieta. Le sonreí. Si y todo gracias a ti. Le seguí el juego y me abrazó.

Ju: Eso explica por qué Lisa tiene tan abandonadas a todas sus amistades, anda de mandilona contigo. Rio. Tú y yo tenemos una conversación pendiente, Lisa, hablamos al rato.

L: Claro, Juls.

Lisa me trajo una copa de champaña y nos dirigimos hacia donde estaban los invitados, comencé a hacer mi labor de anfitriona y me puse a platicar y bailar un poco con todos.

Lisa se fue a hablar con Julieta mientras que yo conversaba con unos amigos y amigas de la universidad. Después de un rato, busqué a Lisa y a Julieta y me tomé un shot con ellas.

De pronto, Lisa me tomó de la mano y me guio hacia el baño y nos metimos discretamente. Comenzamos a besarnos, nuestros cuerpos se movían al ritmo de la música y nuestras manos comenzaron a recorrer nuestros cuerpos.

Lisa levantó mi vestido y comenzó a tocarme por encima de la tanga. Sus manos estaban muy inquietas y buscaban la entrada a mi ropa interior.

P: Espera, mi amor. Ya estamos por hacer la parada.

L: Nos apuramos, por favor, hermosa. Dijo excitada. En ese momento, se detuvo el tráiler.

P: Luego seguimos, conejita. Le guiñé el ojo y me acomodé el vestido para salir a despedir a mis invitados.

Al reanudarse la fiesta, me fui con Tere, Olivia y Mónica. Estábamos bailando cuando Olivia me dio un shot, brindó conmigo y nos lo tomamos al mismo tiempo.

Para este momento ya comenzaba a sentirme bastante mareada y desinhibida, pues ya había bebido varios tragos, me acerqué a Lisa y le hablé al oído.

P: Quiero pedirte otro regalo de cumpleaños.

L: Lo que quieras.

P: Señalé uno de los tubos. Quiero que me hagas un baile.

Lisa se mostró sorprendida ante mi solicitud, pero accedió a hacerlo después de que tomara un poco más de valor. Nos tomamos un shot juntas para así comenzar a relajarla y así se preparara para mi baile.

Después de un rato, busqué a Lisa para que me diera mi regalo. Me senté en un sillón frente al tubo para tener un asiento en primera fila de mi espectáculo.

Lisa comenzó a darle vueltas al tubo, sus movimientos eran sutiles pero muy sensuales, poco a poco se fue sintiendo más cómoda y en cuestión de segundos estaba realizando uno de los bailes más eróticos que había presenciado.

Logró colgarse como toda una profesional y para este momento, ya se había formado una multitud para ver su actuación. Al terminar, la hale hacia mí y le dije al oído “Me tienes mojadísima”.

Lisa para verificar lo que le decía, metió disimuladamente su mano bajo mi vestido y se puso en contacto con mi coño empapado.

Después de un rato, ya me sentía muy borracha y mis amigos me seguían trayendo tragos, a lo que le pedí a Lisa y a Mónica que me ayudaran para que no bebiera más, pues no quería terminar muy mal.

Lisa me dio un vaso con agua y yo regresé a bailar con Tere, Olivia y otras amigas más. Sin estar muy consciente de lo que sucedía, Olivia me quitó el vaso de la mano y me dio otro con un shot de tequila. No estoy segura de sí lo bebí o no, para este punto las cosas comenzaron a tornarse borrosas.

Seguimos bailando y festejando, la estaba pasando muy bien. En momentos era un poco difícil mantenerme de pie, pues entre el movimiento del tráiler y mi borrachera, mi equilibrio estaba sufriendo estragos.

Bailando con un grupo de amigos, sentí que alguien me jalaba y colocaba una botella en mi boca. El sabor a tequila comenzó a arder en mi boca y pedí que se detuvieran, pero no lo hacían.

De pronto, me percaté de que mi cuello y pecho estaban mojados, al parecer habían derramado tequila sobre de mí. Sentí a alguien recorrer mi cuello, por un momento pensé que era Lisa, pero solo vi una cabellera rojiza.

Antes de que pudiera decir algo, alguien me alejó de la muchedumbre en la que estaba y me sentó en uno de los asientos. Todo seguía muy borroso, recuerdo el sabor de una bebida extraña y al poco tiempo, comencé a sentirme mejor.

Lisa, Gerardo, Mónica y Octavio, estuvieron conmigo lo último del recorrido y al finalizar, ya me sentía bastante bien. No puedo negar que seguía algo ebria, pero estaba ya en mis cinco sentidos y el piso no se movía, lo que hizo todo lo demás relativamente fácil.

Al terminar, me despedí de todos, Mónica, Octavio, Lisa y yo nos regresamos juntos al departamento. Una vez en mi recámara, me acerqué seductoramente a Lisa.

P: Gracias por el mejor cumpleaños.

L: No hay nada que agradecer, mi amor. Me alegra que la hayas pasado bien.

P: ¿Sabes qué es lo que quiero para cerrar este cumpleaños con broche de oro, cierto? Dije de manera seductora.

L: ¿Estás segura? ¿No estás demasiado cansada o… borracha? Bromeó.

P: Lo único que estoy, es excitada por ti desde ese baile que me hiciste. ¿Acaso vas a dejar que me quede caliente? Sonreí de manera pícara.

Lisa puso la canción “Versace on the floor” de Bruno Mars en las bocinas, la cual acompañaba perfectamente la delicadeza y sensualidad con la que me desvistió.

Al momento de que ambas estábamos desnudas, comenzamos a hacer un delicioso 69, nuestras lamidas estaban sincronizadas y hacíamos uso de nuestros dedos para complementar el placer.

En cuestión de minutos, estábamos alcanzando un glorioso orgasmo. Me coloqué encima de Lisa y mientras que ésta saboreaba mis pechos, le supliqué por más.

P: Quiero más, mi amor. ¿Me das más? Decía con la respiración acelerada.

L: Lo que quieras y cuantas veces quieras.

Me reacomodé sobre su rostro y comencé a moverme lentamente sobre de él. La lengua de Lisa se hizo presente y presionaba con fuerza contra mi vagina, yo comencé a acelerar mis movimientos y a gemir fuertemente.

Al sentir que estaba cerca de culminar de nuevo, sujete fuertemente la cabeza de Lisa contra mi sexo. Me frotaba frenéticamente contra su cara y sin aviso alguno, me corrí sobre ella.

Lisa lamió y saboreó todos mis jugos y yo al estar exhausta me tumbé a su lado.

P: Ahora sí puedo decir que tuve el cumpleaños perfecto.

Tomé la mano de Lisa y la jalé hacia mí para que terminara abrazándome por detrás. En cuestión de segundos ambas estábamos profundamente dormidas.