A través de la Pantalla: The Big Bang Theory Final
Howard recibe una agradable sorpresa de cumpleaños mientras el amo toma a su última esclava y toma la decisión de avanzar en una nueva dirección.
Cualquiera pensaría que para Howard, el tener que compartir a su mujer habría sido algo terrible e imperdonable. Sin embargo, y esto no sólo era producto del poderoso condicionamiento que su amo le había inculcado en lo más profundo de su cerebro, empezaba una nueva edad dorada. Por Bernadette ya no le gritaba ni le imponía normas, y por extraño que resulte, nunca habían practicado tanto el sexo.
Cada vez que el amo se acostaba con Priya o Penny, Bernadette iba a su habitación, caliente como una moto, y lo hacían de un modo salvaje. Bernadette estaba dispuesta a todos sus juegos de rol, a todos sus caprichos por indecentes que fueran… y Howard tenía muchas ideas siniestras.
Es por eso que cuando aquella mañana sintió una lengua recorrer su polla, no se extrañó en absoluto de que le estuvieran haciendo un regalo de buena mañana. Bernadette estaría cachonda y ansiosa de un buen polvo mañanero. Sin embargo, cuando abrió los ojos, su rostro se desencajó de sorpresa.
La chica que estaba engullendo su rabo como si la vida le fuera en ello, vestida de colegiala y con coletas, no era la mujer con la que en su día se casó.
Era Penny, y eso hizo que el miembro que la rubia estaba mamando se pusiera el doble de duro. Howard había fantaseado muchas veces con ella, pero cuando empezó su relación con Bernie todas esas historias habían quedado guardadas en un oscuro rincón de su imaginación.
_ Buenos días.
Si Penny no le hubiera aferrado las piernas en su esfuerzo por mantener aquella polla entre sus labios, mirando al pequeño judío como si hubiera hecho una travesura, habría dado un respingo, porque la que le había saludado no era Penny. Era Bernadette, que mantenía la sonrisa.
_ Bernie… yo sólo.
_ ¡Feliz Cumpleaños, Howy!_ Howard no se creía lo que estaba pasando cuando su mujer se acercó y le dio un beso en la mejilla.
_ Felicidades, pequeño guarrete._ Penny lamió la polla en toda su extensión y él se estremeció.
_ ¿Te gusta tu regalo, cariño?_ Bernadette nunca le había dado un beso tan lascivo.
_ Me encanta…_ Reconoció él, con la voz ronca.
_ El amo y yo vamos a salir, quiere a otra chica para su colección. Espero que no te moleste que te deje solo en tu cumpleaños. Penny ha sido muy amable al ofrecerse a tenerte calentito hasta que venga.
_ ¿Qué iba a hacer si no?_ Penny besó la cabeza circuncidada de Howard y a él se le derritió la voz._ ¿Perderme la ocasión de follarme a este pequeño salido? Priya se ofreció, pero esa puta hace lo que yo le digo.
Howard no dijo nada, pero la verdad es que prefería mil veces a Penny antes que a Priya. Se dio un par de golpecitos en la mejilla con la polla de Howard y él se notaba al borde de la locura.
_ Bueno cielo, te dejo, que se ve que estás ocupado._ Bernadette se rio un poco y salió después de darle un beso de despedida.
Penny se metió aquel rabo en la boca y él no aguantó más y se corrió en su garganta. Penny lo tragó y su rostro se congestionó de placer. Se había acostumbrado a los orgasmos que le provocaba que se corrieran en ella o sobre ella, pero aun así, seguía siendo una sensación indescriptible.
_ Semental, menuda carga._ Penny se rio._ ¿Listo para otro asalto?
Normalmente Howard tardaría un buen rato en recuperarse. Pero parecía que Penny no era su único regalo de cumpleaños, porque su polla volvió a alzarse como un resorte, como si no acabara de correrse. Lo notaba duro, pero no le dolía en absoluto aquella rápida recuperación.
_ Claro que estoy listo, nena.
_ Sabía que eras un guarro incurable._ Penny se aflojó la corbata del uniforme.
El uniforme era de Bernadette, por lo que le quedaba algo estrecho y mostraba su ombligo, pero la parte de arriba le quedaba grande y al abrirlo no tuvo ninguna dificultad para sacarse las tetas del escueto sujetador que llevaba. La imagen de colegiala con los pechos fuera era mucho para Howard, que no obviaba el detalle de la corbata que se colaba entre las dos tetas. Era una estampa increíble.
_ El mejor regalo de cumpleaños de mi vida._ Dijo él.
_ Desde luego sabes hacer que una mujer se sienta deseada.
Él empujó a Penny sobre la cama y se aferró a sus pechos, mordiéndolos y chupándolos como un poseso. Sin ningún aviso previo le arrancó a Penny las bragas, apartó la faldita y la penetró de una sola atacada. Penny gruñó de placer y se aferró a él, moviéndose al compás. Se movieron frenéticamente, gruñendo como animales. Howard le aferró el culo cuando volvió a correrse. Cuando la sacó respiró, en teoría agotado.
Pero en apenas unos momentos su polla volvió a endurecerse y la energía volvió a invadirle. Penny volvió a acoplar su boca a aquella polla, mamando, mamando con un deseo y una desesperación que tampoco parecían tener un final.
_ Va a ser un día muy largo._ Penny besó una vez más la punta._ Es una suerte que mi puta vaya a prepararnos la comida.
Bernie adoraba ser la chófer de su amo. Y aún más que le diera órdenes como aquella. Que volviera a ponerse su traje de dominatrix y sobretodo, y especialmente… lo que vino justo después.
Emily estaba preocupada. La llamada de Raj, tan repentina como corta, la había asustado. Le había dicho que había una emergencia terrible y que fuera a su piso rápidamente. Pero su preocupación se convirtió en indignación cuando abrió la puerta.
Bernadette se encontraba sobre su novio, cabalgando su enorme polla embutida en un atuendo de dominatrix. Emily quería gritar, quería decirle que era un cabrón. Pero en lugar de eso cerró la puerta tras de sí y se quedó observando con la mirada fija.
Raj le comía las tetas a la rubia, con un ansia que nunca había visto que tuviera con ella. La germana gritaba, gruñí, sintiendo las cuidadas uñas del hindú clavándose en sus nalgas. Emily seguía mirando, fijamente, y notaba cómo el calor la iba inundando. Sus pezones se pusieron duros y sus bragas empezaron a empaparse.
Se fue quitando la ropa despacio, al mismo ritmo al que Bernadette empezaba a besar a Raj. Para cuando quiso darse cuenta no le quedaba una sola prenda encima. Ellos no reaccionaban, era como si no la vieran. Pasó los dedos lentamente sobre la leve capa de vellos pelirrojos que había encima de su sexo.
Se llevó los dedos empapados a los labios, y lamió, sorbió. El parecer invisible la excitaba aún más. Se cambió de postura, mirando el culo de la rubia subir y bajar. Se sentó sobre la mesa y empezó a meterse los dedos. Primero lo hizo despacio, pero luego fue acelerando más el ritmo y gimiendo como una zorra.
Fue entonces cuando le vio. Al hombre que había estado susurrando palabras a su oído desde que había entrado. Estaba desnudo y con su polla en ristre, bien sujeta. Casi tan bien ubicada como la de Raj, que en aquel momento penetraba el culo de una bernadette que en aquel momento se encontraba en el sofá, penetrada por el culo sin la menor compasión.
_ ¡Joder, Raj! ¡Es colosal!_ Gritaba, estremeciéndose.
Raj no hablaba, concentrado. Percibía la mirada excitada de Emily, y eso se la ponía aún más dura, pero le habían ordenado no reaccionar al respecto.
La pelirroja finalmente se rindió y se tumbó sobre la mesa, abriendo su coño para aquel hombre. No sabía su nombre, no sabía qué hacía allí, pero si algo tenía claro era que necesitaba que la follara.
_ Pídemelo._ Llevaba hablando un buen rato, pero fue la primera frase que le escuchó decir.
_ ¡Fóllame! ¡Soy una zorra caliente y necesito que me den duro! ¡Más duro que lo que mi novio le da a esa zorra casada!
Emily fue presa absoluta de la lujuria. Estaba salida, por completo. Su oscuro y perverso sentido del sexo necesitaba ser saciado. Y cuando aquella polla la llenó, emitió una exclamación de júbilo. Gruñó y se aferró a su amo, que mordía sus tetas como si no hubiera un mañana. Él la cogió en peso y empezó a follarla de pie. La penetración era tremendamente profunda. Emily ya no pensaba, sólo se movía al compás de su amo, y le besaba como nunca había besado a Raj. Porque Raj sólo era su novio, y aquel hombre era su dios.
Cuando él se corrió ella le siguió, ahogando su sonoro gemido entre sus labios. Él la dejó sobre la mesa y pudo ver cómo Raj llenaba de semen el culo de la mujer de su mejor amigo. Por un instinto recién descubierto, Emily se deslizó por la mesa hasta caer al suelo junto, a la mujer. La tomó del rostro y le dio un profundo beso.
Al día siguiente Emily se encontraba en la cama que había compartido con Raj tantas veces. Chupando una polla que no era la de su novio al que, por cierto, nunca se la había chupado. Pero para el amo ella era un objeto. Debía ser complacido.
Bernadette estaba al lado de él, dándole un profundo beso. Él le acariciaba el pelo mientras compensaban.
_ ¿Y por qué tienes que irte, Amo?_ Le preguntó, acariciándole el torso._ Es estando contigo con quién más feliz he sido.
_ Bueno, hay muchas otras chicas a las que quiero conocer. Pero será aquí donde me establezca.
_ ¿En casa de Raj?_ Preguntó ella, extrañada.
_ No, en este universo, digamos. He dejado una grabadora con unas instrucciones. Quieres que consigas una mansión para todas mis conquistas. Ya he comprobado que mi voz grabada funciona. Así que… cuando vuelva, quiero que lo tengas todo listo. Estás al cargo.
_ ¿Al cargo?_ Preguntó, sonriendo con picardía para él.
_ Sí, eres la líder de este escuadrón de putas, Bernie._ Emily notó su coño en llamas cuando la llamaron puta, pero no dejó de mamar._ Y de los chicos, claro. Quiero que os divirtáis mientras estoy fuera.
_ Nos divertiremos, pero no será lo mismo sin ti._ Le dio otro beso en los labios._ Te construiré un castillo para tu harén personal.
Cuando volvieron a besarse, él se corrió en la boca de Emily. La pelirroja no se lo pesó. Tragó y limpió aquel precioso montón de carne. Le dio un tierno beso y se dirigió al salón, por lo que sabía, Raj estaba en el salón, y ella necesitaba ser follada antes de ir al trabajo.
_ Entonces… me ocuparé de todo._ Dijo Bernadette, apartándose un poco._ Disfruta consiguiendo otras chicas.
Y él pensaba hacerlo. En The Big Bang Theory había chicas que estaban muy buenas… pero había otras muchas series y no aprovechar ese poder con ellas se le antojaba como un crimen.